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Revista Ciencia y Cultura

versión On-line ISSN 2077-3323

Rev Cien Cult  n.20 La Paz abr. 2008

 

 

 

La inscripción

 

 

Omar Rocha

 

 


Un funcionario está sentado en un escritorio, hay una fila de varias personas que espera su turno. Se escucha mucho ruido que viene de la calle, bocinas, insultos, máquinas, etc.

Funcionario: Identificación, por favor.

Persona uno: (muestra su carnet de identidad)

Funcionario: (anota rápidamente en un papel): Gracias, siguiente.

Persona dos: Aquí tiene.

Funcionario: (vuelve a hacer los mismos movimientos anteriores. Levanta la cabeza y ve a la fila) Identificación, por favor.

Persona dos:  ¿Puede ser pasaporte?

Funcionario:  Identificación, por favor.

Persona dos:  ¿Puede ser pasaporte?

Funcionario:  ¿Ese es un documento de identidad?

Persona dos:   

Funcionario: Entonces vale (recibe el documento, anota en una hoja y luego vuelve a levantar la cabeza para ver a la gente que hace fila). Siguiente.

Vidalita: Un ratito (busca algo en la cartera). Aquí tiene.

Funcionario: ¿Qué es esto?

Vidalita: Es la foto de mi familia. Ahí estoy al lado de mi primo Edgar.

Funcionario: No señora, lo que yo necesito es su identificación.

Vidalita: Pero ahí está, esa es la foto de toda mi familia, yo soy la última de la derecha ¿No ve? (dirigiéndose a los de la cola).

Gentío: Murmullos.

Un viejo: Claro que es la señora Vidalita, yo mismo le he tomado esa foto.

Funcionario: Ustedes no se metan. Señora yo no dudo que la de la foto sea usted, pero necesito saber qué se llama, qué hace.

Vidalita: (vuelve a buscar en la cartera) Aquí tiene.

Funcionario: (molesto) Peor señora, esta es una bolsa de arvejas.

Vidalita: Pero claro pues joven, en este barrio no hay quien me gane en hacer ají de arvejas, nadie me conoce por mi nombre, todos me conocen por la señora de los "ajíes de arveja", pregunte nomás a los vecinos.

Gentío: (murmullos) "es la mejor", "son los más deliciosos", "no hay ajíes más ricos en todo el mundo".

Funcionario: A ver señora, cómo puedo saber su nombre.

Vidalita: (busca nuevamente en su cartera) Aquí tiene.

Funcionario: ¿Un llavero? Pero ¿Qué voy a hacer yo con un llavero?

Vidalita: Fíjese bien joven, es un llavero que me ha regalado mi ahijado, tiene la forma de una V de Vidalita, yo me llamo Vidalita, si me llamara María o cualquier otra cosa, no hubiera tenido este llavero.

Gentío: (voces de descontento) "Apure señor funcionario, no tenemos toda la mañana". "Inscríbala de una vez a doña Vidalita".

Funcionario: Mire señora, no me haga perder el tiempo, muéstreme de una vez algo que la identifique para que pueda inscribirla.

Vidalita: Pero eso estoy haciendo, lo que pasa es que usted me tiene mala voluntad, a la señora Juanita que es menos conocida que yo en el barrio la ha inscrito en un santiamén (vuelve a buscar algo en la cartera). Va a tener cuidado con esto, es pieza única.

Funcionario: ¿Un plato? ¿Se está haciendo la burla?

Vidalita: Más respeto por favor, este no es cualquier plato, pertenece a la vajilla de porcelana que he heredado de mi abuelo, justo venía de hacerle colocar mi nombre en la parte de abajo, vea, vea; no debe haber nadie en el mundo que tenga una vajilla igual, si esto no le convence...

Gentío: (murmullos y muestras de gente enojada).

Funcionario: Señora, no puedo hacer nada, lo siento.

Vidalita: Pero ahí está pues joven, copie nomás de la parte de atrás del plato, Vidalita es con V como en el llavero...

Funcionario: El problema no es que no sepa cómo se escribe, el problema es que yo necesito un documento que la identifique, algo que me diga que Ud. es quien dice que es.

Vidalita: Ahora sí, señor, ahora sí que me está haciendo renegar, cómo me va a decir que yo no le puedo decir quién soy. Además toda la fila me conoce, ¿no está viendo?

Funcionario: El que está renegando soy yo, señora ¡Carajo! Así no puedo inscribirla.

(sale un hombre de la fila muy enojado y se dirige hacia el funcionario. Lleva mandil y gorro blanco y porta un chuchillo muy grande en la mano derecha. En ningún momento eleva el brazo con intenciones amenazantes).

Carnicero: Eso sí que no lo puedo soportar, que quiera hacerse el interesante pidiendo documentos vaya y pase, pero faltar el respeto a doña Vidalita, eso sí que no. Como carnicero del barrio y mayor contribuyente a los mejores ajíes de arveja del mundo le ordeno inscribir a la señora y dejarse de majaderías, ¿estamos?

(aplausos provenientes de la fila)

Funcionario: (tartamudeando) Pe, pe, pe pero señor, yo necesito identificación.

Cocinero: Nada de identificación ni ocho cuartos, aquí se nos está obligando a inscribirnos a todos. Yo tampoco he traído identificación alguna y por eso estoy con mi cuchillo. Le pido que nos inscriba con lo que hemos traído. Don Ismael ha traído zapato porque ya se puede imaginar lo que hace, don Juve, vincha y tiza, porque es sastre, doña Bertha, las llaves de su tienda y mi primo Edgardo, su pito de afilador de cuchillos. El Juan ha traído su botella porque lo único que sabe es tomar y tomar, aunque seguro que se quiere anotar con su talega de tocuyo para que no le digan flojo. No podemos mostrarle otra cosa, a quién se le ocurre inscribirnos en día de semana y sin avisarnos.

(voces y murmullos de las personas que hacen fila, todos asienten lo que dice el cocinero, se escucha amenazas con tono elevado: "si no me inscribe le voy a hacer comer este zapato", "huay del funcionario si no me anota en su papel". "Me voy a quejar al DJ cocales").

Funcionario: A ver, a ver, orden y silencio, voy a hacer una llamada (saca un teléfono celular de su chaqueta, marca un número y pone actitud seria). Sí, buenas mi Sup. Aquí desde el distrito siete, la inscripción se está complicando mi Sup. Dicen que no tienen documentos, que quieren que los inscriba así nomás, con sus instrumentos de trabajo. Me están amenazando y tampoco he desayunado, ni merienda me han traído, mi superior. (Escucha atentamente). Ya (pausa), (pausa), no mi superior, no hay problema mi superior, gracias mi superior, saludos mi superior. (Cuelga y guarda el teléfono, hace un ademán para reunir a la gente y dice con aires de insolencia). A pedido de ustedes he hablado con mi superior, han debido escuchar. Mi superior me dice que vamos a hacer una inscripción provisional, que vayan pasando en orden para que yo los anote en la lista, pero desde la próxima semana tienen que regularizar, tienen nomás que traer sus papeles y si no tienen, tienen que sacar y traer boleta que diga que han iniciado el trámite. Mi superior también dice que si alguien me puede invitar desayuno, bienvenido, le voy a anotar así nomás sin necesidad de que me muestre nada. A ver, ¿dónde estaba?

Vidalita: Copiando mi nombre joven, Ahí está, detrás del plato dice mi nombre, todo está completo. Viscarra es con la misma V, no se olvide, viuda también con la misa V, viuda de Vidaurre, liberal desde tiempos lejanos, a mucha honra.

Funcionario: (sin levantar la cabeza) Identificación, por favor. Moreno: (saca una matraca de una bolsa nylon).

Funcionario: Pero cómo, ¿quiere usted que le inscriba dos veces? Hace rato ha venido y me ha pedido que le inscriba con una cadena y un celular porque es el chalequero de la esquina.

Moreno: Sí pues jefe, pero quiero que me inscriba con esto más. Soy el preste de este año, no sólo soy chalequero, moreno también soy, devoto a la virgen como todos y este año me toca, ¿no puede inscribirme de las dos formas? En la otra me puede anotar con mi primer nombre y ahora con el segundo.

Funcionario: Esto sí que está bonito, sólo me faltaba que todo el mundo quiera que lo inscriba dos veces. Pero si con una basta. Además, tiene que decidirse, chalequero o moreno, aquí no hay tu tías.

Moreno: (cambiando notablemente de actitud) Eso mismo digo, aquí no hay tu tías, cómo me va a pedir que me decida si soy chalequero o moreno, yo soy moreno y chalequero, además soy devoto de la virgen y nica me va convencer de inscribirme una sola vez.

Gentío: (murmullos) "apúrese pues, nosotros también tenemos que ir a recoger otras cosas, ¿acaso él es el único que baila?"

Funcionario: Un momento, por favor. (Saca el teléfono del bolsillo. Marca un número. Está consternado). Mi sup. Otra vez yo, desde el distrito once. No siempre, ahora quieren que los inscriba dos veces. Creo que clave roja nomás mi sup. No muchas, unas doce o trece, adentro debe haber más. Ya. Ya. Sí. No se preocupe. Ya. Chau.

(el funcionario vuelve a sentarse y a organizar la fila).

Funcionario: Identificación, por favor.

Persona uno: Le entrega una pelota de tenis.

Funcionario: ¿Quiere que le anote como el señor pelota de tenis?

Persona uno: No.

Funcionario: Entonces cómo quiere que lo inscriba.

Persona uno: Lo único que sé es que luego de llegar a la calle 6 de agosto, nos metimos a un lugar llamado Sergius en actitud de comensales de pizza y tomadores de cerveza. A todo esto, estábamos con las caras pintadas, porque veníamos del campeonato mundial de catch -inventado por la borrachera que traíamos, claro.

Todo hubiera ido sin novedad si no entraban tres hombres negros jugando con el límite de los dos metros de altura y si mi amigo no los hubiera insultado con desmesura diciéndoles "negros hijos de puta". Todo hubiera sido bueno si los negros no hubieran entendido español y no hubieran comprendido que se estaba agrediendo a sus, seguramente, negras y extrañadas madres. Nos pegaron una paliza de dios padre y lo único que me salvó fue esta pelota de tenis, desde entonces me acompaña a todo lado como mi salvaguarda.

(Se apagan parcialmente las luces. Se inicia una proyección en una pantalla gigante al frente del escenario. Se escucha la bachata "los caminos de la vida", interpretada por los diablitos.

Pantalla

A velocidad mayor que la normal, se ve a personajes bizarros, vestidos contradictoriamente con trajes formales e informales al mismo tiempo. Salen de una jeep Toyota rojo y empiezan a golpear a los integrantes de la fila. Se muestra mucha violencia. La cámara está lejos de la escena y no permite ningún primer plano

Se prenden las luces, termina la proyección y la música.

Funcionario: (solo en su escritorio y después de dar un mordisco a una empanada tucumana) Después de una pateadura, no hay nada como la empanada tucumana.

(Las luces se apagan lentamente, mientras el funcionario come).

 

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