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Revista Ciencia y Cultura

On-line version ISSN 2077-3323

Rev Cien Cult  no.18 La Paz July 2006

 

La economía

 

El gran salto adelante

 

 

Juan Antonio Morales

 

 


Evo Morales inicia su Gobierno en condiciones económicas y políticas muy favorables, que no deben ser desperdiciadas. Con altos precios para las exportaciones bolivianas, un comercio internacional boyante y una situación fiscal cómoda, factores a los que suma la condonación de las deudas con el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, el Gobierno de Morales puede hacer dar a la economía boliviana un gran salto adelante.

Los datos macroeconómicos de 2005 han sido los mejores de una década y las buenas noticias económicas han continuado en lo que va del 2006. Se puede conjeturar que Bolivia estaría saliendo de la prolongada crisis regional que comenzó en 1998, luego de la devaluación brasileña. La situación puede mejorar todavía de manera sustancial y en relativamente corto plazo, por lo que finalmente se podrían lograr progresos significativos en la lucha contra la pobreza.

Las perspectivas son pues auspiciosas para un desarrollo económico y social sostenido y para una reducción de la pobreza. Todo hace pensar que el contexto internacional va a continuar siendo muy benigno. Una vez más, al Gobierno del presidente Evo Morales le corresponde la gran responsabilidad de no desaprovechar las condiciones favorables del entorno.

Se ha de subrayar, empero, que no basta tener altos precios para nuestras exportaciones ni condonaciones de deuda externa, por generosos que fueran, para dar el salto adelante hacia el progreso sostenido. Le corresponde al país y a su gobierno contribuir con reformas adecuadas, gobernancia y competencia administrativa.

Con algo de paradoja, en lo que puede aparecer contradictorio con el discurso oficial y sus exorcismos contra el modelo neoliberal, el aprovechamiento de las oportunidades que nos ofrece la economía mundial dependerá del mantenimiento y profundización de las reformas de la década de los noventa. Esas reformas contribuyeron a la modernización del país, pero les faltaba un componente social más explícito y decidido, que debe ser incorporado por el nuevo Gobierno, lo que es además completamente congruente con su oferta electoral.

El Ministro de Planificación del Desarrollo ya ha hecho conocer el Plan Nacional de Desarrollo del presidente Morales. Lo que sugerimos en las líneas que siguen probablemente no esté completamente conforme con la visión general de ese Plan.

Si se consolida la estabilidad macroe-conómica aprovechando la excelente coyuntura internacional, tema en el que, además, hay que seguir trabajando, la atención de las políticas públicas debe dirigirse de manera más clara que en el pasado a los principales problemas estructurales de desarrollo que, a mi entender, son los siguientes:

• Aumentar la tasa de inversión. Con un ejercicio simple se puede ver que para crecer sostenidamente al 5% necesitamos una tasa de inversión de 20%. Estamos muy lejos de ese guarismo, pero no es imposible alcanzarlo. La inversión debe ser tanto privada, incluyendo a la extranjera, como pública. Para promover a la inversión privada es necesario mantener un clima de estabilidad macroeconómica y de seguridad jurídica. De hecho, hay que recrear un clima de confianza para la inversión privada. La tasa de inversión del 2005 ha sido muy baja y constituye el único punto negativo en un panorama de buenos resultados en general. Y si, además de aumentar la tasa, se mejora también la eficiencia de la inversión, ya que hay un amplio espacio para ella, la tasa de crecimiento del PIB podría ser aun mayor al 5%.

•   No forzar la industrialización, pues ella debe fluir naturalmente de los incentivos de mercado, de la apertura del comercio internacional, del mantenimiento de un entorno de estabilidad macroeconómica y del clima de confianza para las inversiones de larga maduración. El mejor aprovechamiento de nuestros recursos naturales no pasa necesariamente por su industrialización. En todo caso, los proyectos industriales intensivos en recursos naturales deben ser juzgados en términos de costos de oportunidad, es decir, del uso alternativo al de la industrialización de dichos recursos.

•   Se ha de hacer notar que muchos países de economías exitosas no son necesariamente industrializados. Se basan más bien en un aprovechamiento imaginativo de sus recursos naturales y en el desarrollo de servicios de alta tecnología, los que últimamente han adquirido una gran importancia en el comercio internacional.

•   Diseñar un buen plan de inversiones públicas, que sea ejecutable con los medios de que se dispone, nacionales y extranjeros, y que tome en cuenta la significación y la responsabilidad de las prefecturas y los gobiernos locales. Las obras de infraestructura física, especialmente las viales, son de gran importancia y deben estar encuadradas en un plan maestro de transporte, para evitar desperdicios. Los recursos liberados por la condonación de deuda externa complementarían el financiamiento de fuente interna y de las instituciones financieras internacionales.

•   Aprovechar al máximo las ventajas del comercio internacional, adhiriéndonos a tratados de libre comercio, así como a esquemas de integración regional, en una óptica de regionalismo abierto.

•   No abandonar la reforma educativa y más bien profundizarla, yendo más allá de la cobertura hacia una búsqueda de calidad. Una vez más, los recursos liberados por la condonación de deuda pueden servir a un programa educativo ambicioso.

•   Prestar una decidida atención a los problemas de empleo, alejándonos de falsas recetas, que en realidad no conducen a una verdadera y sostenible solución. El mercado laboral debe contar con la suficiente flexibilidad, para hacer posible la creación de empleos.

Los resultados muy claros de las elecciones de diciembre de 2005 le han dado al nuevo Gobierno la gobernabilidad que nos estaba haciendo tanta falta desde 1997. Un punto programático importante del nuevo Gobierno, que levanta una pesada hipoteca que tenía el país, es el de la inclusión explícita y decisiva de las grandes mayorías, tanto en el desarrollo y sus frutos como en las decisiones del Gobierno. Esta inclusión no sólo resolvería un problema de equidad sino que puede dar un empujón al desarrollo económico. En efecto, la experiencia histórica parece mostrar que sociedades muy desiguales y, por ende, de mucha confrontación tienen más dificultades en desarrollarse; en cambio, una sociedad más incluyente, como es la que se estaría gestando ahora, puede contribuir de manera decisiva al gran salto adelante.

Muchos bolivianos han cifrado sus esperanzas en la Asamblea Constituyente, que ya ha sido conformada y que comenzará sus labores en agosto de este año. Será importante que en ésta se tenga una discusión seria, alejada de consignas, de los principales temas que conciernen a las garantías de las personas y de las comunidades, así como las referidas a la organización del Estado. La Asamblea debe engendrar un nuevo contrato social; sería lamentable que ella se convirtiera en una nueva manzana de la discordia. El país ya ha sufrido mucho con las confrontaciones y ya es tiempo de las reconciliaciones.

La gobernabilidad y la gobernancia exigen el respeto a los principios democráticos así como a los derechos humanos y constitucionales, como son los derechos de presunción de inocencia, al debido proceso y al buen nombre y reputación. Lamentablemente, algunas actitudes impulsivas del nuevo Gobierno han puesto en duda su vocación de respeto a esos derechos.

Por otra parte, no obstante la conjunción de factores externos e internos favorables, si no se ejecutan las reformas adecuadas, o peor, si se aplican políticas equivocadas, excesivamente nacionalistas e industrialistas a rajatabla, o si la Asamblea Constituyente fracasa en la consecución de un amplio pacto social, podemos terminar en el fiasco del Gran Salto Adelante de Mao Tse Tung en la China de 1958. Ese proyecto se basaba en la industrialización forzosa aún a nivel de aldeas, mayores controles estatales para la agricultura y mayor comprensión del consumo de los hogares. Todo esto en un entorno sobreideologizado y marcado por grandes disensiones en el seno del Partido Comunista Chino.

El fracaso del Gran Salto Adelante Chino fue completo: el experimento terminó en hambruna y en los tres años subsiguientes se había perdido 50% del PIB industrial. Las políticas tuvieron que ser revertidas completamente. China aprendió que el excesivo dirigismo y la excesiva politización eran contraproducentes. Con Den Xiao Ping la economía se liberalizó a principios de los años ochenta y desde entonces ha estado cosechando éxitos. Saquemos las lecciones.

 

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