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Revista Ciencia y Cultura

versão impressa ISSN 2077-3323

Rev Cien Cult  n.17 La Paz ago. 2005

 

 

 

La globalización y la pluriculturalidad de Bolivia

 

 

Dra. Teresa Gisbert de Mesa

 

 


Mi contacto con la realidad actual es muy superficial, ya sea la realidad boliviana o la realidad del mundo en que vivimos; me he movido siempre entre los siglos XVI y XVIII, y ése es mi punto de referencia.

Es evidente que Bolivia vive hoy un momento difícil, de confrontación entre diversas "culturas" que se definen por sus características raciales y territoriales, (vale decir, por el potencial de sus productos y por su geografía). Asimismo, también se mueve por una cierta religiosidad (y digo cierta religiosidad, porque hay mucho de nuevo en esta religiosidad "ancestral").

Creo yo que el conjunto de la población rechaza mayoritariamente la globalización o, por lo menos, no la acepta con todas sus implicancias; por tanto, no acepta tener ninguna "dependencia" dentro del concierto mundial. Aunque es necesario señalar que la polarización regionalista ha hecho que determinados grupos acepten la globalización.

Si, como dice el profesor Benz, "la historia es importante para comprender el presente", necesito hacer algo de historia para entender que es lo que está pasando.

Sin duda, el primer contacto de mi país con Europa y con el mundo se hizo a través de España, pero la historia boliviana del siglo XIX nos ha dejado una visión terrible de lo que fue la Conquista y el Virreinato, y de lo que fueron nuestras relaciones con el mundo occidental en este periodo. Y digo mundo occidental, y no español, porque a través de esta potencia llegaron italianos y flamencos, y más esporádicamente centroeuropeos. Además, la cultura importada era la europea con muy pocas modificaciones.

La primera Historia de Bolivia, que escribió Manuel José Cortés en 1861, cuarenta años después de la independencia, se inicia con la frase "la historia de Bolivia comienza en 1809 porque la esclavitud no tiene historia". Esta frase, que fue aceptada por todos, tuvo grandes consecuencias:

1. Un país que se ignora a sí mismo se sorprende de hechos que supone inéditos y ante los cuales no sabe cómo reaccionar.

2.  Pierde el sentido de responsabilidad social, porque todos los males los carga al invasor (español o europeo).

3. Rechaza al "invasor" y a todo lo que éste representa, con algunas excepciones, como la religión (católica). Y como necesita no perder su contacto con Europa, a partir de la independencia adopta la cultura francesa y el sistema comercial, y cierta tecnología, de Inglaterra, cosa que más tarde heredarán los Estados Unidos de Norteamérica.

4.  La ignorancia del pasado y el olvido colectivo abarcaron no sólo la Colonia sino también el período pre-hispánico. Es Kramer, un historiador boliviano hijo de alemanes, y José María Camacho quienes incluyen el período prehispánico en la historia de Bolivia recién hacia 1890.

5. La historia virreinal todavía no está incluida (no tomo en cuenta nuestro texto, ni el del Dr. Parejas, por ser muy recientes y porque, pese a sus múltiples ediciones, aún no han llegado a llenar el vacío existente). En nuestros programas de historia solo se muestran la muerte de Atahuallpa y la rebelión de los Katari, dando el lado negativo de la época colonial sin ninguna contraparte positiva, como la fundación de la universidad, la introducción de la tecnología minera o la fundación de ciudades. Por supuesto, ello significó el olvido del Oriente, con las misiones jesuíticas, tan importantes hoy dentro de nuestra cultura.

6. Estos tres siglos olvidados son muy esclarecedores y era necesario conocerlos. En ellos se produjo el mestizaje, tanto biológico como cultural, aunque jurídicamente se mantuvieron las "dos repúblicas", la de indios y la de españoles. La situación de los mestizos era a elección (vale decir que podían elegir entre la residencia de la madre, si era india, y la del padre, si era español), no la de los negros y criollos, que estaban adscritos al grupo de españoles. Los caciques tenían grandes privilegios y representaban a su comunidad, siendo muy respetados porque de ellos dependía la mano obra y estaban encargados de pagar el tributo comunal. Sus privilegios fueron suprimidos a partir de la República.

7. De los dos mayores cargos contra la Colonia: la mita y la encomienda, podemos decir que la encomienda como tal acabó pronto, no así la mita -trabajo forzado para las minas-, que duró, en el caso de Potosí, hasta la independencia. Catorce provincias proveían de mano de obra a las minas de Oruro y Potosí y a cada individuo le tocaba trabajar en ellas durante cuatro meses cada 7 años. Con la huída de muchos y la merma de la población indígena, esta obligación se hizo más frecuente, hasta que resultó una carga insoportable. Por supuesto, los levantamientos indígenas se daban con cierta regularidad por pagos relacionados con los tributos, quejas contra abusos, etc.

8. Los indígenas participaban en las fiestas, mascaradas nocturnas, desfiles cívicos y procesiones. En los desfiles entraban los reyes Incas, el gran Turco con su corte, el emperador de la China, el rey Etíope con su corte de negros; los héroes de la antiguedad (Aquiles, Alejandro, etc), y los reyes de España, etc. Todos y cada uno de ellos (quizá con excepción de los chinos) figuraban en las composiciones de diversas pinturas, de manera que había mucho interés por lo que era el mundo en su totalidad, sobre todo por el mundo islámico, que era considerado el principal peligro. La batalla de Lepanto se conoció a través de bandos y pinturas, y muchos lienzos mostraban a "los moros" como enemigo de la religión (Arzans).

Por otra parte, si bien en el Occidente de Bolivia las órdenes religiosas estaban mayoritariamente compuestas por españoles, había en ellas italianos, como el lingüista Ludovico Bertonio. En el Oriente de Bolivia los religiosos eran alemanes, suizos, austríacos, etc. Algunos de ellos trabajaron en Potosí y Cochabamba pese a depender jurídicamente de las misiones.

Hago un aparte de los judíos que, a través de Portugal, y vía Río de La Plata, ingresaron en lo que hoy es Bolivia y Perú. Y aunque fueron perseguidos, duramente acosados y llevados en 1639 a un Auto de Fe en Lima, tuvieron gran influencia. Una muestra de ello es la obra de Antonio Leon Pinelo, judío converso que llegó a ocupar altos cargos, y la existencia del Santuario de Manquiri (cerca de Potosí), que es la única iglesia que reproduce lo que se creía en el siglo XVI era el Templo de Jerusalén, según textos de Villal-pando, Caramuel y Arias Montano.

9. Vale decir que había una cierta integración de Charcas con el mundo. Los indígenas entraban en este concierto sin perder su identidad. De hecho, el idioma oficial era el quechua, y aunque su religión en un principio fue exterminada, ellos quedaron libres de la Inquisición, pues los indios eran considerados menores de edad en materia de religión, y no podían ser procesados. Las campañas de extirpación cesaron hacia 1620, y quedaron remanentes de la antigua religión en los keros y los textiles, y en la arquitectura barroca que incluye sol, luna y otros dioses indígenas, pese a las estrictas prohibiciones al respecto. Asimismo, las danzas, aún hoy, rememoran igualmente autos sacramentales y ritos incaicos. Está la "Diablada" o danza de los diablos, en la que se ve la lucha de San Miguel con los demonios; y también la danza de los Incas, que va acompañada de una representación que muestra la muerte de Atahuallpa por los españoles. Así podemos decir que sólo a través del folklore se recupera, aunque mitificada, la historia virreinal perdida.

10. Algunos rituales aún se practican, como puede verse en la calle de los Brujos (calle Linares) y en los ritos callahuayas; lo que sí se olvida son las otras culturas; la occidental-española, la del Oriente boliviano (Moxos, chiquitos y chiriguanos, historia y cultura actualmente recuperadas). Los mestizos, por su parte, quieren hoy ser confundidos, ser considerados junto a los indígenas. En esta recuperación histórica se excluye el aporte de las colonias extranjeras que desde el siglo XIX trabajaron en nuestro país: me refiero a alemanes, japoneses, italianos, españoles y judíos, entre otros.

11. En fin, estamos ante una historia mutilada que da por resultado el país que hoy vivimos, con sus desconfianzas y sus dudas, con su constante amor a la utopía, en creer en lo que no existe, en magnificar un pasado irremediablemente perdido, en inculpar al otro de nuestra pobre realidad, que no acabamos de asumir. Es el caso de un país que intentó olvidar su historia con los resultados que conocemos.

 

Dra. Teresa Gisbert

Arquitecta de profesión y especializada en Historia del arte en España y Estados Unidos. Dictó cursos de arte virreinal en la Universidad Autónoma de México y en la Universidad Católica de Chile y de iconografía andina en la Universidad de La Rábida, España, y en la Escuela de Altos Estudios Sociales de París. Ha sido Directora del Museo Nacional de Arte y del Instituto Boliviano de Cultura. Es Profesora Honoris Causa de la UPSA de Santa Cruz. Es miembro Honorario de la Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política de la Universidad Católica de Chile. Algunas de sus múltiples obras son:

Iconografía y mitos indígenas en el arte
El paraíso de los pájaros parlantes
La imagen del otro en la cultura andina
Arte textil y mundo andino (en colaboración con Silvia Arce y Martha Cajías)
La Virgen y la Pachamama

 

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