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Revista Ciencia y Cultura

versión impresa ISSN 2077-3323

Rev Cien Cult  n.17 La Paz ago. 2005

 

Discursos protocolares de inauguración

 

Palabras del Embajador de la República Federal de Alemania en Bolivia,
Dr. Bernd Sproedt

 

 


Excelentísimo Señor Presidente de la República, Reverendísimo Señor Nuncio Apostólico, Reverendísimo Señor Arzobispo de la ciudad de La Paz, magnífico Señor Rector de la Universidad Católica, Hans van den Berg, Profesor Benz, estimados colegas del cuerpo diplomático, autoridades, señoras y señores:

Para echar una mirada al siglo XX tiene que partirse, por lo menos en lo que se refiere a su primera mitad, de una visión eurocentrista del mundo, pues los Estados nacionales clásicos de Europa todavía dominan el escenario mundial. Como símbolo de un nacionalismo creciente, el cual otorga a la nación el valor más importante, se precipitan los europeos con entusiasmo a la Primera Guerra Mundial, la cual les hace sentir por primera vez la tremenda fuerza de destrucción de la tecnología militar moderna. 800 mil muertos en pocos kilómetros cuadrados delante de Verdún muestran claramente el alcance de la catástrofe y confirman de manera dramática la profecía del poeta y escritor austriaco Franz Grillparzer, según la cual "el camino de la nueva humanidad conduce de la humanidad, a través de la nacionalidad, a la bestialidad".

Éste no es el lugar para tocar el tema, discutido con vehemencia, una y otra vez, sobre la relación entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial. El hecho es que Europa, después de dos guerras mundiales que causaron devastación y desolación humana económica y moral, en las cuales el país que represento ha jugado un papel nefasto, ha dejado de determinar el acontecimiento político mundial como actor principal.

El ordenamiento nuevo de la Europa de la posguerra, manifestado en los nombres de Yalta y Potsdam, demuestra claramente que los Estados Unidos, bajo el signo del inicio de la Guerra Fría, retornan definitivamente al escenario político mundial como potencia líder, y que un retorno al aislamiento elegido por propia voluntad, como sucedió después de la Primera Guerra Mundial, bajo la presidencia del Wilson, queda totalmente descartado.

La expresión simbólica de la permanencia de los Estados Unidos en Europa no es solamente la presencia constante de las tropas americanas, sino también el Plan Marshall, el cual ayuda a Europa occidental a rehacerse económicamente y alcanzar prosperidad, mientras que Europa oriental, de acuerdo a la visión profética de Winston Churchill, pronunciada en su famoso discursado de Zurich en 1946, desaparece detrás de la cortina de hierro.

El Plan Marshall demuestra rápidamente su eficiencia en Europa occidental y pone a los europeos en condición de desarrollar su propia iniciativa. Con la creación de la Comunidad Europea del Carbón y Acero, Francia y Alemania inician por primera vez, bajo la dirección de Robert Schumann y Konrad Adenauer, un modelo de integración, el cual cobra una importancia orientadora para el futuro. Al mismo tiempo, el entendimiento y la reconciliación germano-francesa gana en ambas naciones intensidad y aceptación. Con la creación de la Comunidad Económica Europea, el núcleo de Europa de los seis estados fundadores en el año 1958, se inicia una nueva época en la historia europea. Se despliega el milagro de la integración europea, lo que a un principio fue motivo de mofa para muchos.

La Comunidad Económica Europea resulta ser una historia exitosa sin igual; demuestra una dinámica, un hálito de vida, élan vital, para hablar con Henri Bergson, de la que no pueden rehuir los vecinos europeos. De esta manera, la segunda mitad del siglo XX simboliza la integración el entendimiento y el multilateralismo después de la oscura época de dos guerras mundiales sucedidas en la primera mitad del siglo XX.

Ya cinco años después de la creación de la Comunidad Económica Europea, Gran Bretaña solicita su ingreso como miembro, el mismo que tiene éxito recién después de 10 años, debido al rechazo de de Gaulle. En el transcurso de 45 años la Europa unida aumenta de los seis primeros miembros a nueve, luego a 10, pronto a 12, después a 15 y por último, el primero de mayo de 2004, a un total de 25 Estados miembros con el ingreso de 10 países de Europa Oriental. El sueño de la unidad europea parece hacerse realidad, sobre todo porque la caída del muro de Berlín, en 1989, y la apertura de Europa oriental hacia la democracia, no significaron solamente el final del modelo estatal socialista, sino también, al mismo tiempo, el final de la división ideológica de Europa y del mundo.

Sin embargo, contrariamente a lo que dice la tesis del filósofo Fukuyama, la superación del contraste ideológico no significa el fin de la historia. La comunidad internacional de los Estados y sobre todo Europa se enfrentan a nuevos desafíos. Es así que el siglo XX no ha podido responder a la pregunta tan discutida sobre la finalidad de Europa, es decir, respecto a la meta y el propósito de la Unión Europea, en cuanto a la confederación de Estados o Estado federado, y finalmente los problemas relacionados con los límites de la supranacionalidad.

De igual manera, el deseo de Turquía de ingresar como miembro a la Unión Europea ha desatado fuertes controversias entre los europeos acerca de la identidad europea, las mismas que, con seguridad, continuarán en la siguiente década.

Permítanme hacer un resumen. A principios del siglo XX, Europa fue factor importante, por no decir preponderante, en el escenario político del mundo. Después de dos devastadoras guerras mundiales, se demuestra que una visión eurocentrista del mundo es anticuada. La Europa integrada, la Unión Europea, busca al finalizar el siglo XX no solamente su identidad y finalidad sino también ocupar un lugar adecuado en un mundo no eurocentrista, que reconoce, junto a la única potencia mundial de los EEUU, a importantes actores como el Japón, la Federación Rusa, la India, y sobre todo la República Popular de China, cuyo auge económico no tiene precedentes.

Señoras y señores, como ustedes han podido observar, el siglo XX no significa el fin de la historia. Han quedado muchas preguntas abiertas que esperan una respuesta en el siglo XXI. Si este simposio internacional supiera responder una sola de estas preguntas eficazmente, podría ganar "fama mundial". En este sentido, apelo a la creatividad del auditorio y deseo mucho éxito a este evento. Muchas gracias.

 

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