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Revista Ciencia y Cultura

On-line version ISSN 2077-3323

Rev Cien Cult  no.7 La Paz July 2000

 

 

 

Una cruz sobre la ciudad

 

 

Víctor Moscoso

 

 


Vamos a observar la constelación más destacada en el hemisferio: la Cruz del Sur, la que nos permitirá entender, de mejor manera, el pensamiento y las actitudes del hombre aymara. La Cruz del Sur es una maravillosa constelación del hemisferio austral, muy conocida por los autóctonos y nítidamente vista en mayo, coincidiendo con la festividad del Día de la Cruz. Durante esas noches se la puede ver derecha, no oblicua como el resto del año (figura 1). A su izquierda se encuentran dos brillantes estrellas, representando el Karwa Nayra (Ojos de Llama, que en occidente se las conoce como el alfa y beta del Centauro), ellas con las tres estrellas del Triángulo Austral y dos de los compases dejan ver claramente el cuello y la cabeza del noble animal, seguida de una interpretación estelar de su cría y del llamero. Casi al pie de la Cruz está Chiar Kota (Lago Negro) en plena Vía Láctea, que los marinos llamaron el Saco de Carbón. Al sur de la Cruz está situado el Huari (Vicuña, la constelación del Camaleón).

Las cuatro estrellas que forman la Cruz del Sur tienen su reflejo en las cuatro estaciones, en los cuatro puntos cardinales, y también como origen del Pusisuyu o Tawantinsuyu (los cuatro suyus o regiones), quedando como ombligo de la Cruz el Cosco o Taipikala que estaría ubicado en Tiahuanacu. Este reflejo territorial se ha aplicado de igual manera en varias ciudades andinas como lo veremos más adelante en la hoyada de La Paz.

Los desconocidos astrónomos aymaras han podido establecer, mediante la "teoría de los espejos", la imagen de la Cruz en la superficie de alguna laguna o de la tierra, para así poder realizar algunas mediciones que dan lugar a un análisis interesante como es la "cuadratura de la circunferencia". Este análisis parte de los jeroglíficos de Salinas del Chao y de su similar en el Altar Mayor del Templo del Sol en Coricancha (Perú), donde muestran las estrellas alfa, beta, gama y delta (figura 2) orientadas norte-sur y encontrando en sus medidas la relación proporcional de los brazos menor y mayor similar a la que existe entre un cuadrado y su diagonal (Carlos Milla Villena, Génesis de la cultura andina).

A partir de aquí, los amautas determinaron en los años 2000 A.C. el de PI (= 3.16) y más tarde con los conceptos de la unidad (cuadrado unitario), el sistema de medida (geométrico proporcional, decimal en occidente) y la razón de cambio (2 para submúltiplos y pi=para múltiplos), se llegó a establecer la siempre mostrada Cruz Cuadrada, como expresión ritual y "plan territorial" (figura 3).

 

El concepto de "plan territorial" lo explicaremos con referencia a nuestra ciudad. Los achachilas o cerros majestuosos (grandes, mayores) son a los que por tradición el hombre aymara guarda profunda veneración en todas las cordilleras, imaginando que sus antepasados duermen bajo las nieves perpetuas. Los sublimes achachilas que controlan la ciudad de La Paz han sido por siempre los nevados Illimani y Mururata, quedando algunas otras cumbres disminuidas, no por su pequeñez, sí por la inmensidad de las anteriores (podemos citar algunos otros achachilas que circundan la ciudad: Huayna Potosí, Tiquimani, Chacaltaya, Wila Manquisillani, Mikhaya, Atipata, Serkhe Kollu, Khasiri, Muela del Diablo y otros).

Los puntos estratégicos que los amautas (sabios) o los yatiris (sabedores) buscaban para realizar sus ofrendas (los centros ceremoniales) han sido llamados: apachetas, chacanas, huacas o pucaras (punto guerrero); para este trabajo nos quedaremos con el nombre de apachetas1. En la ciudad de La Paz hay varias apachetas, pero se destacan las cuatro que forman la Cruz y que aplican el "plan territorial", indicado anteriormente como medida en escala grande de un ayllu o región (figura 4). Las cuatro apachetas principales son: la Jacha Apacheta, situada en alto Munaypata, coincide con el gama (X) de la Cruz del Sur; la apacheta Auki Kollo (Cerro Anciano, mal llamado Muela del Diablo) en las alturas de la comunidad Chiaraque, ascendiendo por lo que hoy se llama El Pedregal en la zona sur, es el alfa (a) de la Cruz, formando ambos el brazo mayor; la apacheta Nayra Ulla (Ojo Blanco), ubicada en el primer mirador, al borde de la ciudad de El Alto, cerca de Ciudad Satélite, es el delta (y) de la Cruz, y por último la apacheta de Killi Killi (Ranuras), en el cerro Calvario cerca de la zona de villa Pabón, es el beta (B) conformando el brazo menor.

Como referencia podemos nombrar otras apachetas frecuentadas hoy en día: Cóndor Samaña, entre Llojeta y Següencoma; Cuchilla Chuquiaguillo, en las alturas de villa Copacabana; Huaripampa, en el cerro Calvario en la ladera Norte; Huallatani Pampa, en las alturas de Ovejuyo y Ánimas (al Sur); Laguna de Ánimas, camino a Palca y otras.

Las cuatro apachetas que dibujan la Cruz en la ciudad de La Paz, hacen similitud a un mallcu (cóndor en aymara, en este caso es la autoridad, el que gobierna) comandando la ciudad en su plenitud: el brazo mayor es el cuerpo con la Jacha Apacheta en la cabeza y la Muela del Diablo en los pies; en la transversal están las manos, a la derecha el Nayra Ulla (la energía positiva) y a la izquierda el Calvario (la energía negativa o Teka).

 

Días festivos y ceremonias

Algunas festividades, que son importantes para el hombre aymara, están a la mitad de cada cuadrante solar y tienen un significado híbrido o entremezclado con las del calendario católico, pero no dejan de tener su realce llegando a perder su identidad. Es así que el 2 de agosto (mes de los sacrificios) se realiza la wilancha, que es el ofrecimiento de la sangre de las víctimas a la Pachamama y a los Uywiris (lares), combinando con la festividad de Nuestra Señora de los Ángeles; después el 2 de noviembre es consagrado al amtawi (recordación) de los Shakhatas o Hiwatas (difuntos), llamado Todos santos o Día de los muertos; el 2 de febrero está dedicado a la adoración al dios Uma (dios del Agua), a la Pachamama y a los Aywiris, por la época de halanta (escasez de alimentos a causa de las torrenciales lluvias), al mismo tiempo se celebra la fiesta de la Virgen de la Candelaria; y por último el 3 de mayo conocido como el Día de la Cruz, día en el que los aymaras hacen su homenaje a la Constelación e inician la cosecha y los católicos están festejando la fiesta de la Cruz de Cristo. En todas estas fiestas se realizan ceremonias y rituales, que ofrendan según el caso al dios Willka (dios Sol) o a la Pachamama, para tener buenos augurios, protección o seguridad en su trabajo, las ofrendas son realizadas por un yatiri que hace la huajta o challa, tendiendo la "mesa" en una apacheta determinada para la ocasión.

Los cuadrantes solares determinan las fechas festivas de los aymaras, regidos por Willka el dios Sol (Luis Soria Lens, Calendario Aymara). El mara (año) se inicia con el mara khallta (comienzo del año), solsticio de invierno o año nuevo aymara (21 de junio) y es cuando ocurren las heladas; luego viene el Auti Willka Chika (igual duración del día y de la noche), Equinoccio de primavera o fin del invierno (21 de septiembre) y es la época de las lluvias intermitentes; continúa el Willka Kuti (fiesta del dios Sol), Solsticio de verano o Mara Chincancha (medio año) (21 de diciembre) y es el día más largo del año; finalmente es el Hallu Willka Chica (igual duración del día y de la noche), Equinoccio de otoño o fin del verano (20 de marzo); para luego llegar al 15 de junio, comienzo de las celebraciones en honor de Willka Hatchalaimi o fin del año aymara, hasta el siguiente año, para comenzar de nuevo con el auti (invierno). Los solsticios y equinoccios, sus fechas y su conocimiento, eran parte íntima del diario vivir y para la construcción de los cuadrantes solares (figura 5), que dan lugar a los relojes solares, como el de Laja, donde se fundó la ciudad. Los mismos que conformarán las cuatro estaciones, que en la práctica llegan a ser sólo dos principales: el auti (invierno) y el hallupacha (verano); y las dos secundarias michua (primavera) y kjhopa (otoño).

 

Monumentos naturales de La Paz

La idea del ciudadano común respecto a los Monumentos Naturales debe ser de apropiación, viéndolos como patrimonio natural y cultural de La Paz, por ser de uso ritual y sagrado. El Monumento Natural2, tiene por principal objetivo la protección permanente de sitios que albergan especies de fauna y flora silvestres endémicas, amenazadas o en peligro de extinción. Incluye la conservación de la diversidad biológica que el área contenga y es prohibido el uso extractivo de sus recursos renovables y no renovables.

Para lograr la protección de algunas áreas alrededor de nuestra ciudad, que podían ser declaradas Monumentos Naturales, se ha creado en enero de 1999 el Comité Pro Parques La Paz, que luego pasaría a llamarse: Comité de Defensa de Áreas Protegidas La Paz (CODAP La Paz), con la participación de varias instituciones y personas, destacándose la Liga de Defensa del Medio Ambiente (LIDEMA), Asociación para el Desarrollo Sustentable (ADESU), el Club de Excursionismo, Andinismo y Camping (CEAC), los Comités de defensa del Cañón de Chuwaqueri (Palca) y del Valle de Ánimas, con el objetivo de lograr la declaración de Monumentos Naturales a sitios que por su interés paisajístico, natural, ecológico, turístico o de su biodiversidad ameriten su preservación y manejo. Estos sitios fueron: a) cerro Challaloma o Colorado, serranías de Azusinani y Amor de Dios; b) Muela del Diablo, serranías de La Florida y Aranjuez; c) el Cañón de Chuwaqueri (o Cañón de Palca); d) Las Ánimas y Huallatani Pampa, y así gestionar la creación del Parque de La Paz, como un cinturón verde que comprenda a los municipios de Achocalla, El Alto, La Paz, Mecapaca y Palca.

Como primera acción se ha logrado emitir la Resolución Prefectural No. 372 en fecha 27 de julio de 1999, declarando Monumentos Naturales, Ecológicos y Turísticos los cinco sitios antes indicados, añadiendo luego a Huaripampa (al norte de la ciudad y además área protegida declarada anteriormente) y los cerros Llucancari y Taraqui (en las cercanías de Mallasilla).

Para concluir, dejaremos bien establecido que los paceños en nuestro diario vivir debemos cambiar de actitud, para que impulsados por esa energía ancestral y la belleza que nos rodea, lleguemos a tener respeto por el cosmos, el sol, la luna, la tierra, a nuestros semejantes y esencialmente al pasado. No tenemos que alejarnos del origen genético del cual provenimos, somos mestizos pero ante todo nos debemos al lugar que nos vio nacer.

 

Notas

1 Para aclarar más sobre la visión espacial, recurrimos a observar algo espiritual y ritual, el significado del Alajpacha, Akapacha y Mankapacha. Alajpacha es el cosmos, lo de arriba o la inmensidad del cielo; Akapacha es aquí en nuestra morada, el intermedio o donde vivimos como hijos de la Pachamama; y finalmente Mankapacha es el lugar de origen (nacimiento), adentro donde está el dios Huari (dios de las profundidades) o el vientre de la Pachamama, del cual germina la vida y se extrae la riqueza. Se debe aclarar que Huari no tiene nada que ver con el Tío de las minas, relacionado con Satanás o el diablo de la creencia cristiana pagana.

2 Llamado así según el Reglamento General de Áreas Protegidas (D.S. 24781, 31 de julio de 1997).

 

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