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Revista Ciencia y Cultura

versión impresa ISSN 2077-3323

Rev Cien Cult  n.5 La Paz jun. 1999

 

 

 

Andamios para una nueva ciudad: Comunicación, educación y espacio público*

 

 

Rossana Reguillo

Rossana Reguillo (México), Profesora investigadora del Departamento de Estudios Socioculturales del Iteso, Departamento de Estudios de la Comunicación Social de la Universidad de Guadalajara, México.

 

 


Resúmen

Para Rossana Reguillo la comunicación es una competencia culturalmente adquirida, es decir que la comunicación enseña a apropiarse del mundo de una manera crítica, existiendo entre comunicación y educación un vínculo político. Y el espacio privilegiado para ver la densidad de estas relaciones políticas es la ciudad.

La ciudad, organiza lo diverso -como dispositivo complejo y profundo: nos interpela y nos comunica por medio de su arquitectura, sus espacios, plazas, dolores, etcétera. Entrega proyectos comunicativos que sedimentan y anclan en la memoria colectiva, demanda ser entendida e investigada, por ello la ciudad debe ser estudiada por especialistas de la significación.

Sigue explicando que hoy el espacio público está enfrentado a los partidos políticos. Las personas participan en lo público haciendo productos culturales como la artesanía, el rock, y otros. Para la autora hace falta tematizar la comunicación en otros términos, producir preguntas y construir problemas ya que son los medios de comunicación los que asumen este lugar de lo público. Éste sería un desafío muy importante porque hace falta encontrar fisuras en la sociedad que permitan el debate colectivo. Fisuras como las encontradas por las ONG's que trabajan en redes internacionales para presionar a los gobiernos, o como en el uso que han hecho los zapatistas de Internet.

Lo más importante entonces, es la reconfiguración del espacio público que se da por un uso político de los medios de comunicación de masas, que deberían buscar la "disciplinarización de los cuerpos ciudadanos para su optimización en función de proyectos".


 

 

La comunicación es una competencia culturalmente adquirida en un ámbito político

Estoy por primera vez en este país extraño y maravilloso. Extraño porque a medida que profundizo paulatinamente en algunas cosas, me da la impresión de que conozco cada vez menos, lo cual siempre es para mí un reto sumamente interesante. Tengo la percepción de que tanto la ciudad de La Paz, como los paceños, son profundamente herméticos y eso me invita a venir aquí a hacer una estancia larga de etnografía profunda en la ciudad.

La idea que quiero compartir con ustedes de manera muy sencilla, es la que titulé "Andamios para una nueva ciudad". Me interesara plantear la relación entre comunicación, educación y espacio público. Es un tema profundamente complejo, no es un tema que se pueda desarrollar de manera muy sintética, sin embargo haré un esfuerzo sintético para que queden algunas cuestiones claramente planteadas.

¿Por qué pensar la relación entre educación, comunicación y espacio público? ¿Por qué la relación entre educación y comunicación a partir de la ciudad? y ¿por qué a partir o desde el espacio público?

En términos generales no es una relación que sea abordada de manera frecuente en los estudios, ni desde la comunicación, ni desde la educación, mucho menos en los estudios de carácter antropológico o de carácter sociológico. Son relaciones no incorporadas en el debate, más que de manera muy paulatina.

Una primera respuesta provisoria tendría que ver con el hecho de que estoy convencida de que la comunicación, más allá de sus dimensiones procesales y más allá de ser un producto como tal, es centralmente una competencia culturalmente adquirida. La comunicación es para mí centralmente una competencia en la medida en que no todos nacemos espontánea y naturalmente, dotados de una capacidad comunicativa. Es la sociedad, a través de complejos procesos culturales, la que nos va habilitando para desarrollar o perfeccionar esta competencia comunicativa.

Se puede comprobar esto a través de la forma como los niños van siendo, más allá de una concepción restringida y formal de la educación, culturalmente orientados para adquirir las competencias comunicativas que su grupo social considera válidas y necesarias. Por lo tanto, eso nos llevaría a una primera dimensión en el sentido de que la comunicación, al ser una competencia cultural, es una competencia que puede ser enseñada, lo cual nos coloca en la relación entre comunicación y educación.

En tal sentido estoy igualmente convencida de que la educación no se restringe a un proceso neutro de transmisión de saberes, sino que es necesariamente un proceso complejo y cuya función u objetivo, cuyo sentido profundo, es el de hacer posible para los actores, para los sujetos sociales, la apropiación del mundo de manera crítica. Si algo tiene que hacer la educación, especialmente en estos momentos de crisis de fin de siglo, de desdibujamientos de lo político, de desdibujamientos de grandes instituciones, es precisamente favorecer, a través de procesos complejos, esta apropiación crítica del mundo.

Por lo tanto, -y esto sería casi una declaración de principios- la comunicación y la educación, están ancladas o unidas por un vínculo densamente político. Cuando planteamos la relación entre comunicación y educación, necesariamente estamos hablando en el terreno de lo político. Es muy importante colocar de entrada esta afirmación y tomar distancia con algunas posiciones o perspectivas que reducen la educación a un proceso de transmisión de saberes.

No creo en la educación, salvo cuando es para constituir relaciones dialógicas en donde los dos participantes o los muchos participantes en esta relación, van apropiándose del mundo de manera acordada y crítica.

 

La ciudad, un dispositivo de comunicación que demanda ser entendido y estudiado

Un espacio muy pertinente y privilegiado para observar la densidad de estas relaciones políticas es, precisamente, la ciudad a la que, en términos generales, no solemos observar o contemplar como un dispositivo de comunicación. Si hay un dispositivo de comunicación complejo, completo, profundo y denso ese es la ciudad.

Una ciudad que nos interpela de maneras diversas en función de los lugares de posicionamiento que estemos ocupando en la estructura social. Una ciudad que nos comunica a través de su arquitectura, a través de su historia, a través de sus espacios, de sus plazas, de sus risas, de sus dolores profundos, proyectos comunicativos que van sedimentándose y siendo anclados en la memoria colectiva de aquellos que la habitan.

Por lo tanto, la ciudad es para mí centralmente un dispositivo de comunicación que demanda ser estudiado en toda su complejidad precisamente por los especialistas de la significación, que desde mi perspectiva serían los comunicadores.

Si esa razón no fuera suficiente, es decir, si dijeran sí es cierto pero de todas maneras hay otros muchos espacios, lo que dijo Marsal, un antiguo Alcalde de Barcelona, nos sirve para responder que: el siglo XXI será el siglo de las ciudades o no será.

Evidentemente si uno analiza en términos más duros los datos estadísticos de cómo se están moviendo las sociedades en este momento, podríamos afirmar de manera muy clara y nítida, que la ciudad se convierte hoy en el entorno privilegiado de fin de siglo.

El 75% de los latinoamericanos, incluidos los caribeños, viven hoy en las ciudades del continente y si hay resistencias al argumento hermenéutico, los que gusten de los resultados estadísticos encontrarán ahí una respuesta tranquilizadora. Hay mucha gente en las ciudades y la tendencia a que cada vez exista más, no solamente porque la ciudad se constituye en un espacio de oferta de servicios, sino también porque grandes sectores de la población que quedaban en los entornos rurales o campesinos, están siendo expulsados por un proyecto político económico que optó por invertir o favorecer intereses económicos, en detrimento de los sectores rurales.

Además, las terribles condiciones de guerra y de miseria que están atravesando algunos de los países del continente han provocado la expulsión de sectores campesinos a las ciudades. El mes pasado una comunidad de 2500 indígenas en la región del Urabá colombiano, pidió asilo ante la Embajada española, fíjense en el símbolo que eso significa, o sea un conjunto de indígenas pidiendo asilo en la Embajada de España porque estaban en medio de la guerra cruzada entre las Farc (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) y las fuerzas del narcotráfico.

Esto lo puedo ilustrar empíricamente con muchos ejemplos, pero en realidad me interesa colocarlo como una imagen que quede muy dibujadita, porque considero, más allá de mis propias pasiones y perversiones personales, que la ciudad es un entorno fundamental que demanda ser entendida y que demanda ser urgentemente estudiada.

Detalle de "El triple filo de un reflejo" (Minotauro) Grabado sobre hierro

 

Los medios de comunicación asumen el espacio perdido por los partidos políticos

¿Por qué el espacio público? Porque el espacio público que vamos a entender aquí, o al que les propongo entender aquí, como el espacio de la conversación y el acuerdo colectivo de una sociedad consigo misma y con otras sociedades, ha entrado en estos momentos de fin de siglo en un proceso acelerado de reconfiguración.

El espacio público ha dejado de ser este espacio concebido en la Polis griega que permitía, lo que los griegos llamaron, el principio de isegoría. Era un principio muy interesante, que daba lugar a que cada uno de los ciudadanos se representara a sí mismo en el Agora, en la plaza pública. Entonces yo me podía representar a mí mismo y entrar al debate colectivo dentro de la plaza para defender mis propios intereses, eso dicen eufemísticamente los griegos.

Cuando uno analiza bien la historia Griega se da cuenta de que esos ciudadanos, que tenían derecho a este principio de autorepresentación, eran en términos generales los señores, es decir, los patricios pero nunca las mujeres y por supuesto no los esclavos. Este principio de autorepresentación tenía una población excluida, quizá por ejemplo, la mitad de la población que serían las mujeres.

Retomando el ejemplo en la dimensión más positiva del espacio público así concebido, hemos entrado a una fase donde se vuelve absolutamente imposible un principio de autorepresentación y para eso las sociedades inventaron, en un acuerdo, lo que serían los partidos políticos, los puestos de representación popular, que se constituyeron en una especie de mediadores entre los intereses colectivos y el poder que iba tomando decisiones a partir de lo que estos representantes iban colocando como temas o agenda de interés colectivo.

Sin embargo, hemos entrado a un proceso de crisis en el ámbito de la política, es decir si uno analiza, por ejemplo, la dimensión más estadística se encuentra con datos interesantes.

Una reciente encuesta para jóvenes argentinos, patrocinada por el Deutsche Bank en Buenos Aires, descubre que estos jóvenes han disminuido en su reconocimiento de la democracia como forma política organizativa. En 1992 estaba valorada positivamente en 82% y en 1997 baja al 68%, que fue la última fecha de aplicación de la encuesta.

El enorme bajón en el discurso de los jóvenes sobre el reconocimiento de la democracia formal, hablando de los votos, de los representantes partidistas, ha entrado en un fortísimo proceso de deterioro. La encuesta es muy compleja, pero no solamente es la encuesta argentina, sino son las encuestas mexicanas, son las conversaciones del día a día en la calle donde uno descubre que la gente tiene cada vez menos confianza en los partidos políticos, menos confianza en la democracia formal y en el voto como una estrategia de participación colectiva.

Entonces los formalistas o los normativos dicen ¡oh pecado terrible! los jóvenes no participan, son unos apáticos. Luego se inventaron aquello de la generación X que es una estupidez, porque la generación X es una famosa y excelente novela del canadiense Douglas Kuplan que se llama así Generación X. Esa generación X, del título de libro, se convierte de pronto en etiqueta clasificadora para nombrar el nihilismo y la apatía de ciertos jóvenes que se hacen cómplices involuntarios de esa manera de ser entendidos por los adultos.

Cuidado con ese tipo de etiquetas. El problema es que probablemente los jóvenes no participen por vía de la democracia formal, pero estén participando de mil maneras diversas a través de empresas culturales de la producción de vídeo, a través de la producción y las nuevas cooperativas artesanales, a través del rock, o sea, estén buscando culturalizar la política.

Esto me lleva a plantear cómo, ante este deterioro no gratuito de las instituciones de gestión y representación política, aparecen unos entes, no flotando en el aire, sino anclados de manera histórica, convirtiéndose en los nuevos agentes políticos de representación y de gestión.

Me refiero a los Medios de Comunicación que se convierten hoy en más que una metáfora del espacio público. Son los medios de comunicación: la televisión, la radio y la prensa, en concreto, los que están haciendo el trabajo político, los que están recibiendo en buena medida la credibilidad de las sociedades, no necesariamente de los jóvenes. Y ¿están los medios de comunicación, está la televisión, realmente cumpliendo el papel de gestor político en esta dimensión densa de la educación comunicación de la que hablamos en principio?

 

Desafíos actuales de la reconfiguración del espacio público

Uno de los grandes problemas es precisamente que hoy las sociedades ya no le apuestan a lo más bueno sino a lo menos malo. Eso ha sido dramático y se ha visto mucho en la expresión del voto en toda América Latina. Este espacio de conversación ciudadana está erosionado por esta falta de credibilidad, pero dejemos de pensar en términos melodramáticos y mejor pensemos cómo este espacio público está irreversiblemente desafiado por tres cuestiones: las tecnologías, la globalización y la crisis de la política.

Primera cuestión, desafiada por las tecnologías de información. No hay vuelta de hoja, llegaron para quedarse, no se van a ir, no vamos a poder otra vez reinventar la plaza de los griegos, esas son nostalgias que no nos van a llevar a ningún lado más que a hacernos daño. El pensar un espacio público tecnologizado no sustituye nunca la calle como el lugar político por excelencia, ya que el mejor termómetro político es la calle y seguirá siendo la calle. No nos asustemos o tengamos miedo de un espacio público virtual, a condición de no confundir virtual con simulado. Una cosa es virtual otra cosa es un espacio público simulado.

Jesús Ibañez, un español brillante ya fallecido, autor de libros muy importantes como "El más allá de la sociología", un psicoanalista, sociólogo historiador, un tipo de primer nivel, decía que una sociedad civil simulada por el Estado es una sociedad que no existe. Jugaría con esa frase y diría: una sociedad que es simulada por la televisión, los talk shows, los reality shows, es una sociedad que no existe. Entonces primer desafío, no para rasgarnos las vestiduras sino para implicarnos en términos de nuestra propia formación, en términos de nuestros saberes, de nuestras competencias, de como vamos a trabajar ahí.

Segundo desafío irreversible la globalización. La globalización se ha convertido en el nuevo fantasma que recorre el mundo, no hay que tenerle tanto miedo porque no puede controlar todo. Todo proceso lleva en sí mismo sus propias contradicciones, es un principio marxista que cada proceso lleve en sí mismo el germen de su propia contradicción y esté lleno de fisuras y hoyitos.

Entonces no podemos pelear con grandes monstruos, pero sí podemos apuntar finamente, como hicieron los zapatistas en el caso mexicano, cuando encontraron donde estaba la vulnerabilidad en el sistema y, con un solo tiro de rifle de madera, desataron un debate colectivo que no ha parado en cinco años.

Un proceso global también es el uso que los zapatistas han hecho del Internet. Un proceso global es el hecho de que hoy las Ong, puedan trabajar en redes internacionalizadas que le ponen color hormiga a los problemas y a los gobiernos nacionales. También es un elemento no previsto en los procesos de globalización.

Detalle de "El triple fílo de un reflejo" (Baco) Grabado sobre hierro

La globalización no es el ente contra el cual tengamos que luchar a lo quijotesco, sino a través del cual entender cuales son sus propias flaquezas y servirnos de esas flaquezas para poder potenciar una otra comunicación. Pero la globalización no se va a ir, es un proceso que avanza inexorablemente, que tiene implicaciones durísimas en su dimensión económica pero que comporta una dimensión cultural que es fundamental. Ahí es donde debemos dar la batalla, por supuesto, sin ignorar todo lo otro. Es un desafío.

El tercer desafío es la crisis de la política para este espacio público. Hoy estamos entrando a fases aceleradas de lo que podríamos denominar la ciudadanización de lo político, o puesto en términos del chileno-mexicano Norbert Legner, de lo que el denominaría lo político cotidiano. También lo podríamos denominar la culturalización de la política.

Hoy la gente está harta, enfadada hasta el cepillo, diríamos en México, de los discursos planos, retóricos, vacíos y sin contenido de la política. Los lenguajes de la política tienen que ser reinventados, tienen que ser reconfigurados, recodificados, porque un subcomandante Marcos que aparece en una zona alejadísima de México, de pronto es capaz de interpelar a numerosos sectores de la sociedad civil mexicana que, durante por lo menos una década o década y media, habían estado al margen de toda participación política.

¿Por qué los toca?, porque Marcos empieza a hablar de la política en otro tono y es capaz de hacer poesía con la política y es capaz de reírse, capaz de hacer bromas cuando en la cultura seria se supone que todo debe ser rígido y duro. Marcos se da el lujo de rapear en MTV las consignas del zapatismo. Me atrevo a decir que muchos jóvenes latinoamericanos conocen el movimiento indígena chiapaneco, no por la prensa, sino por los programas especiales que salieron en MTV.

Eso es metérsele al gigante en sus propias piernas y enredarse ahí y desde ahí potenciar nuevos lenguajes. Si están atentos y analizan la movilización civil a todo lo largo y ancho del continente van a descubrir como se está carnavalizando la marcha política.

Acabo de estar en Colombia y me topé con una marcha excepcional con mojigantas, que son unos gigantes que les llamamos en México, que son estos gigantes con zancos y la gente bailando estaba criticando al Presidente Andrés Pastrana y todo era una fiesta, era una fiesta política, que evidentemente era muy llamativa para CNN, para todas las cadenas internacionales porque son elementos sumamente novedosos de la estrategia política.

 

Uso político de los medios de comunicación de masas

Estamos en un momento de reconfiguración del espacio público muy fuerte. Desafiado por estas tres formas o por estos tres elementos, evidentemente hay más, pero quiero rescatar estos y descubrir como la gente está como muy en sintonía, la resistencia, los movimientos sociales están aprendiendo a utilizar los medios de comunicación de una manera distinta para volverse visibles.

Fíjense por ejemplo, como los indígenas zapatistas tienen que invisibilizarse para volverse visibles. Ese es el símbolo más fuerte del pasamontañas zapatista, que solamente cuando este grupo social se esconde, se hace visible. Fíjense la contradicción y la metáfora potente que existe en este tipo de cosas, pero fíjense también como vamos avanzando hacia modos de saber hacer de competencias comunicativas, de las cuales éramos absolutamente desconocedores en décadas pasadas.

Como por ejemplo hoy día los movimientos sociales ya no optan por los llamados medios pobres, los que estudiaron hace mucho tiempo comunicación se acordarán que habían materias en las curriculas de algunas Escuelas latinoamericanas, no solo en México, que se llamaban medios pobres, donde uno tenía que hacer papelógrafo y tenía que aprender como hacer un periódico mural.

Entonces parecía que la única manera de combatir al imperialismo era a través de estas pequeñas estrategias de hormiga que jamás llegaban a ningún lado, ni a la esquina, o sea uno andaba con su papelógrafo muerto del cansancio y no pasaba absolutamente nada y la televisión seguía creciendo, y creciendo, y creciendo y no pasaba nada.

Bueno los movimientos sociales fueron mucho más rápido. Con todo el respeto a los estudiosos y los profesionales de la comunicación, vamos como diez años tarde de lo que va la sociedad. Todo esto que estoy platicando ya se reconfiguró hace diez minutos, o sea hay tal velocidad de movimientos que no podemos seguir pensando en ponernos de acuerdo, a ver si como le hacemos para entender, porque entonces sí el imperialismo y la globalización (ininteligible en la grabación).

La gente aprende y hace cosas, los movimientos sociales aprendieron se autoeducaron y aprendieron a utilizar los grandes medios de comunicación para volverse visibles, porque los movimientos sociales aprendieron hace mucho tiempo que hoy ninguna toma de la Bastilla puede existir, sino existe también a través de los medios de comunicación. Ahí hay un elemento fundamental.

 

La lógica de la ciudad frente a lo diverso

Ese sería el conjunto de desafíos que encuentro para la ciudad y para el espacio público, pero que quisiera ahora hacer un desplazamiento hacia el punto de vista de los actores sociales. Suena muy bien, suena interesante, suena que es posible, sin embargo estamos viendo también otro conjunto de fuerzas que emergen que se hacen visibles, donde no cabe un optimismo excesivo.

Por un lado tendríamos como tensiones constitutivas de la ciudad contemporánea de manera general, no solamente para América Latina, que estamos ante la explosión de proyectos societales diversos. Saben que la ciudad se define por ser la organización de la diversidad, una ciudad organiza lo diverso, esa es la lógica de lo diverso, esa es la lógica de una ciudad.

La ciudad tal como la conocemos, va a aparecer en un período posterior al medioevo donde va convocar o aglutinar a todos aquellos parias que vienen huyendo y entran a los muros de la ciudad para protegerse del bandidaje y cuando la puerta de esta ciudad feudal se abre, entra simultáneamente el sacerdote mendicante, entra la prostituta, entra el bandido, entra el niño, o sea entra una diversidad enorme donde no está codificado como debemos vivir los unos con los otros, eso es un problema muy fuerte.

A partir de esta diversidad es en la ciudad donde deben aparecer las primeras ordenanzas o prescripciones que puedan ordenar la vida en este nuevo entorno. La gente va a la ciudad en busca de protección se encuentra ahí con sus otros diversos y tiene que aprender a vivir y a coexistir con esos diversos, durante el proyecto de la modernidad, en el cual todavía estamos, podríamos formularlo como una tardo modernidad o en términos de Antony Giddes, que a mí me gusta muchísimo más esa conceptualización, como una modernidad reflexiva.

Una modernidad que ha empezado a reflexionar sobre sí misma, lo que estamos viendo, lo que hizo posible esa modernidad con todo y sus fracasos y sus errores fue precisamente la regulación de esa diversidad quizá por la vía más cara y más costosa, que fue la invisibilización de aquellos otros que no cabían en la ciudad, que priorizó un proyecto masculino.

Las ciudades, en términos generales, son espacios muy masculinos, un proyecto católico, un proyecto heterosexual, un proyecto blanco, por encima de todos los mestizajes y los pueblos indígenas. Aparecía hasta hace muy poco tiempo, quizá hasta principios de esta década, que estos esquemas de organización ciudadana, que estos esquemas de organización en la ciudad, podían funcionar por muchísimo más tiempo. Sin embargo lo que estamos hoy viviendo, es precisamente la explosión de ese modelo controlador y la reemergencia o la reedición, de conflictos añejos, que han estado ahí latentes de formas diversa.

Lo que estamos viendo es una disputa simbólica y a veces no tan simbólica, a veces hay sangre aquí, por definir cual será el proyecto social que se imponga en las distintas ciudades del continente.

Quisiera preguntar, por ejemplo, ¿quién socializa para el uso de la ciudad?, ¿quién nos educa para el uso de la ciudad?, ¿quién nos orienta en la adquisición cultural de competencias comunicativas, para vivir en el entorno urbano?

He podido comprobar en doce largos años de investigación empírica, ahí donde las cosas suceden, que en términos generales, la única competencia habilitadora que tenemos para vivir en la ciudad es la defensa ante el miedo y ante lo sospechoso. Nuestra única competencia comunicativa en el espacio de lo urbano es nuestra capacidad para descifrar el gesto amenazante, más allá de eso, además de las formas de cortesía elementales no podríamos encontrar nada.

La pregunta fuerte aquí, otra vez, es que relación existe, entre la educación, la comunicación, la cultura y la ciudad, porque evidentemente no se vive en la ciudad de manera igual cuando se es hombre que cuando se es mujer, para nada.

Hay sentidos muy diversos de habitabilidad otorgados por esta diferencia de género. No es lo mismo habitar, la ciudad, vivir la ciudad, usar la ciudad, decir la ciudad cuando se tienen quince años, que cuando se tienen cuarenta. No es lo mismo vivir, decir, usar, sentir la ciudad, cuando se posee un rostro blanco, que cuando se posee un rostro indígena. Muchos de los grandes problemas de las ciudades hoy y la violencia institucionalizada, es decir, la violencia policiaca, tiene que ver con el delito de portación de cara.

Detalle de "Giransoles"

Quería marcar esta socialización del espacio, para el uso del espacio ese desarrollo de la competencia comunicativa y quien, por ejemplo, está educando a ese nuevo ciudadano de esa ciudad que declaramos como la ciudad multicultural de fin de siglo.

Aquí sí hago un salto mortal, pero en esas tensiones constitutivas de las que yo hablaba estarían centralmente el modelo de la ciudad unívoca, uniforme de lo propio: nosotros los paceños auténticos y originales versus todos esos otros que ya llegaron y nos descompusieron la ciudad.

Supongo que eso pasa, lo digo de oídas, porque pasa mucho en México, en mi ciudad, en Guadalajara le echamos la culpa de todos nuestros problemas a los pobres chilangos, que son los habitantes de la ciudad de México, que son los que vienen con sus costumbres perversas y cochinas.

Vienen a entorpecer la vida plácida de la provincia. El problema es que se está dando una pugna muy fuerte entre esta ciudad unívoca, uniforme, y lo que sería una ciudad multicultural donde caben todos, donde puede haber una expresión múltiple diferenciada de estas identidades diversas, pero con respeto a la igualdad. Nunca confundir en esta tónica posmoderna lo diferente con lo desigual.

Hoy día el discurso de la diferencia está siendo apropiado por una cierta clase social con una cierta tendencia ideológica, que no digo cual es, para no meterme en problemas, donde se habla de la diferencia, pero esta diferencia se traduce en una enorme desigualdad. Sí que los indígenas se queden diferentes, pero iguales, o sea "diferencia con equidad" es el grito de batalla en este fin de siglo.

 

Educación en la ciudad multicultural

Como lo formula en este libro espléndido de Alain Touraine, el de Podremos vivir juntos, iguales y diferentes. El asunto es como construir estas cosas y a este desafío de esta ciudad multicultural, la pregunta es ¿quién está educando a este nuevo ciudadano multicultural?, ¿está haciendo la escuela este trabajo?

Si reviso muchos de los libros de texto con los cuales se trabaja con las escuelas primarias en el continente, que es un trabajo que he venido haciendo en los últimos seis meses, las imágenes con las que se educa a los niños, son imágenes profundamente racistas. La televisión sigue trabajando con imágenes profundamente racistas ofreciéndonos un conjunto de estereotipos de reconocimiento que no tienen nada que ver con nosotros.

¿Qué tengo que ver con Claudia Schiffer? ¡pobrecita ella no! No hay una verdadera reflexividad en el plano de lo educativo Y de cuales son los desafíos que nos está lanzando este mundo en transición. Seguimos empeñados en contar cuantas radios, cuantos periódicos, luego cuantas veces en un artículo aparece la palabra pobre, porque entonces eso quiere decir que no se cuanto...

A la comunicación no se la puede seguir estudiando así, no podemos seguir estudiando así, porque en lo que nosotros estamos haciendo estos conteos afuera la cosa está terrorífica. Tenemos que ser capaces de volver visible el conjunto de conflictos que están azotando la sociedad contemporánea, azotando en un sentido no peyorativo, sino también en un sentido positivo.

Esta crisis de sacudimiento de fin de siglo puede ser profundamente ventajosa y quiero pensarlo con George Valandier, cuando él dice que estamos en este momento entrando a una etapa de profundos riesgos y un riesgo es simultáneamente un peligro, pero con la posibilidad de un nuevo comienzo.

Si algún profesional, y créanme que lo digo no de manera retórica, está llamado a ser el especialista del siglo XXI, ese profesional es el comunicador.

Si uno revisa las formas de conformación urbana de la sociedad, uno se va a dar cuenta como hemos aprendido la urbanidad, a través de clasesitas de civismo que no nos llevaban a ningún lado nuestra Biblia de comportamiento urbano fue el manual de Carreño. Políticamente el Manual de Carreño se convirtió en todo un imaginario político.1

Nuestra educación ciudadana se reduce a darle el paso a alguien, a saludar, a bajar de la banqueta cuando viene una persona con bastón, etcéte ra, etcétera. Pero más allá de eso no hay una educación ciudadana, que nos permita hacernos cargo de la diversidad. Eso es algo que no esta haciendo la escuela, eso es algo que no están haciendo los periodistas, eso es algo que no estamos reflexionando adecuadamente en nuestras escuelas de comunicación.

Quiero compartírselos de manera muy emocionada, muy emotiva, porque creo que lo que va en juego es durísimo, quiero de veras volverlos conversos de que lo que está en juego en este tipo de fenómenos, es quien va caber y quien no en el nuevo proyecto planetario que se impone.

Lo que se está definiendo ahorita es el próximo proyecto social y estamos en guerra, estamos en guerra y hay que asumirlo, como una metáfora o sea hay que ser muy civilizados. Mi opción violenta no va por ahí, pero la guerra implica poner al servicio de todo esto la inteligencia y la sensibilidad ser capaces de tematizar la comunicación en otros términos, construir preguntas, construir problemas.

Detalle de "EI triple filo de un reflejo" (Ariadna) Grabado sobre hierro

 

La biopolítica y la planificación urbana

Nuestro trabajo no es proveer respuestas, nuestro trabajo es construir las preguntas para que sea la sociedad, en un proceso de autoreflexión crítica, quien pueda decir para donde, aunque a mí no me guste, porque puede ser que a mí no me guste el resultado, pero entonces ya no soy analista, ya no soy comunicadora y me vuelvo militante, que son dos cosas diferentes, que sí, a veces se tocan, pero no son lo mismo, nunca son lo mismo.

Entonces en esta lucha, en esta batalla, en esta disputa, de los proyectos societales, que se está haciendo cada vez más visible en las ciudades del continente, en el caso mexicano es impresionante, en el caso colombiano es impresionante, empieza a aparecer lo que he venido denominando, tomando una conceptualización desarrollada por Michel Foucault, a propósito de la biopolítica, que es una dimensión del trabajo de Foucault, que ha sido muy poco atendida en América Latina. De él hemos aprendido toda la cosa de la microfísica del poder, la arqueología, la deconstrucción, etcétera. Pero esta parte de su trabajo de la biopolítica no ha sido suficientemente atendida y me parece que ahí hay una propuesta clave para poder entender el conjunto de procesos que están pasando.

La biopolítica para Foucault sería como la disciplinarización de los cuerpos ciudadanos, para su optimización en función de un proyecto. Traducido al cristiano, la biopolítica es el proceso mediante el cual los poderes dominantes disciplinan vía el manual del Carreño, vía Thalía, vía el libro de texto, vía la regla de "muchacho no haga eso", vía el castigo, vía el diseño de la ciudad, o sea de cómo se diseñan las aceras, como no se diseñan, etcétera.

Para ordenar los cuerpos en función de ese proyecto social, el cuerpo de hoy día es un proyecto disciplinado por las fuerzas de consumo.

¿Qué cuerpo, para qué proyecto, en qué espacio, cómo se están tomando las decisiones de planificación urbana hoy día? ¿quiénes las están tomando, sobre qué tipo de esquemas, sobre qué tipo de concepciones políticas, cuáles son los proyectos que se están imponiendo?

Cómo vemos cada día adelgazar el espacio urbano del encuentro colectivo, a favor, por ejemplo, del surgimiento de lo que en México llamamos plazas comerciales y que aquí se denominaba Shopping Center. En la medida en que los índices de violencia se incrementan en algunos lugares de América Latina de maneras geométricas y aceleradas, los centros comerciales están siendo redotados de un sentido de encuentro. Por ejemplo, muchos padres de familia de Bogotá sólo dejan ir a sus hijos a encontrarse con otros amigos al cine que está dentro de la plaza comercial. Piensen lo que eso implica en términos de experiencia urbana.

En la investigación en curso que estoy trabajando, que se llama "Mitologías urbanas, la construcción social del miedo", que es un proyecto comparativo entre México y Colombia hasta el momento y espero incluir a Bolivia, lo interesante es que he ido descubriendo como a medida en que la gente es más joven, más aumenta la precariedad de la experiencia urbana.

Los más jóvenes no conocen la ciudad, porque se convierte en un punto de tránsito entre dos puntos fijos, punto final, es background a estilo cine hollywoodense. El automóvil es una prótesis del habitante urbano que tiene acceso a este tipo de recursos.

Piensen en este conjunto de implicaciones y veamos que si nos preguntamos ¿qué cuerpos, cuáles cuerpos, para qué proyectos, en qué espacios?, podríamos acercarnos a una lectura del espacio urbano que conecta de manera muy central la relación entre comunicación y educación.

 

Territorios en disputa

¿Cuáles son entonces esos territorios en disputa que tendríamos que estar entendiendo, para ver por donde se están consolidando y configurando los nuevos sentidos. Por un lado el orden de lo corporal es un aspecto del biopoder. La biopolítica es un espacio clave para entender muchas cosas de todo este discurso de normalización. Por ejemplo, de la sexualidad, de todo este discurso de la normalización del vestuario. En México con el ascenso del partido más tradicional a ciertos Estados, en el país han sacado un conjunto de ordenanzas para prohibir las minifaldas, ¡en México a estas alturas del partido!

Otro segundo territorio en disputa es el de los lenguajes. Cómo el lenguaje hoy inventado ya no nos alcanza en los nombres tradicionales. Cómo los jóvenes cada día están inventando palabras nuevas, cómo la tecnología nos está trastocando los modos de pensar incluso cuando decimos faxear, accesar que son palabras que no existen en realidad y sin embargo empiezan a conformar cierto tipo de ordenes sociales.

Otro elemento fundamental lo podríamos denominar en términos de territorios en disputa. El de la socialidad territorializada, es decir, cómo empieza a aparecer en la ciudad una disputa por ciertos espacios urbanos, ciertas clases, de ciertos estratos socioeconómicos que cada vez son más capaces de cerrar las calles y de contratar custodios privados. Como estamos viendo aparecer en toda América Latina estos grandes bunkers, estas grandes fortalezas de habitación que tampoco es un dato para los arquitectos, es un dato central que nos revela elementos a la gente de comunicación.

Por otro lado, la tendencia a defender ciertos territorios del uso de los otros y la pregunta de quién es el que tiene más derecho al uso y al disfrute de la ciudad hoy día; los que aquí estábamos desde hace mucho, o los que apenas llegan. Aquí hay una pregunta en términos de la migración acelerada que estamos experimentando y por otra parte el aspecto sociopolítico cotidiano. Estas formas de relación que nos están transformando.

La pregunta aquí me lleva a plantear el hecho de que parece que hubieran dos tipos de tendencias fuertes, que no vamos a poder enfrentar, sino entendemos como se están constituyendo, lo que yo llamaría la ciudad fortaleza, esta ciudad fortaleza donde todo el espacio público no es virtual, sino esta simulado, si es un espacio público que es un simulacro donde cada vez más hay una tendencia hacia el repliegue de lo privado.

La gente no quiere participar, está cada vez más aislada en sus propias dinámicas, en sus propias perspectivas, muy acelerada también o muy favorecida por las grandes tendencias del consumo cultural domiciliario, donde ya no hay que salir a la calle para ciertas cosas, como tendencia procesual en algunas ciudades.

La otra muy fuerte sería lo que denominaría la ciudad fábrica, que ha instrumentalizado el espacio público, es decir, donde la ciudad se convierte solamente en un elemento instrumental y pragmático a los fines de cada grupo social, de cada actor social, pero no hay posibilidad de un intercambio de mayor densidad. La pregunta es ¿Es inevitable el desastre? Creo que no.

 

Notas

* Transcripción de la conferencia dictada por Rossana Reguillo en el Seminario Internacional "Educación y Comunicación" realizado en La Paz en Mayo de 1999

1 Hay un colega puertorriqueño brillante Ángel Quientero, que acaba de publicar un libro ampliamente recomendado para la biblioteca, porque es un poco caro, que se llama "Salsa, sabor y control" donde hace un estudio de la conformación del cuerpo caribeño a través de la salsa por un lado y a través del manual de Carreño.

"Sin ti caigo o aprendo a volar" Grabado sobre cobre

 

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