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Revista Ciencia y Cultura

versión impresa ISSN 2077-3323

Rev Cien Cult  n.5 La Paz jun. 1999

 

 

 

Relación continental entre comunicación y educación*

 

 

Luis Núñez G.

* Transcripción de la Conferencia dictada por Luis Núñez en el Seminario Internacional "Educación y Comunicación" realizado en la Paz en mayo de 1999.

Luis Nuñez (México), Presidente de Felafacs (Federación Latinoamericana de Facultades de Comunicación Social), y profesor de la Universidad Iberoamericana de México, División Ciencias del Hombre, México D.F.

 

 


Resúmen

Un texto ameno, que explica la importancia de la comunicación en la era de la información, dando pautas de lo que ésta era es y de lo que será en el futuro, con lo cual el papel del profesional de la comunicación cambia, pues hace falta alguien que seleccione lo verdaderamente importante para enfrentar los problemas que supondría un "enciclopedismo de la información". Se evidencia una cultura del momento presente, de lo efímero, y de la fragmentación, que produce un "individualismo frenético, opuesto a lo colectivo (e) interesa lo que piensan los demás de nosotros, no lo que nosotros podemos hacer por los demás". De lo que se trata entonces, según el autor, es de cambiar esto.


 

 

No hay que olvidarse de los lugares comunes, el primer lugar común que quiero evocar es el hecho de que esta es la primera vez que estoy en Bolivia, que tengo el gusto de estar aquí, y que desde el día de ayer en que llegué, este cielo azul, este cielo limpio y la vista de las montañas nevadas, me evocan en gran medida mi infancia.

La ciudad de México es una ciudad que está a 2400 metros de altitud, y el Valle de México está rodeado también por montañas y por algunos volcanes nevados. Anteriormente era llamada la región más transparente del aire y los recuerdos que tengo de mi infancia son de este cielo límpido, de este cielo azul, con las montañas y la nieve alrededor. Eso es algo que quienes vivimos ahora en la ciudad de México lamentablemente ya no podemos contemplar, por los grandes índices de contaminación que tenemos. Mi deseo es que no le vaya a pasar esto a estos cielos azules de La Paz.

Relataré una anécdota de mi vida personal de hace 30 años, que tiene que ver con lo que está sucediendo y con lo que estamos viviendo en nuestra región en los últimos años. En el año de 1969, cuando llegó el hombre por primera vez a la luna, -recuerdo que estábamos en casa viendo televisión en familia esperando ese momento que marcaba un hito en la historia de la humanidad. Uno de mis sobrinos estaba jugando con autos muy cerca de donde estaba la familia reunida. Mi sobrino tendría por entonces dos años y medio o tres y mi hermana preocupada por que su hijo fuera testigo de este acontecimiento, incluso a tan temprana edad, lo llamó y le dijo: ven Carlitos, mira está llegando el hombre a la luna. Carlitos se acercó, se quedó viendo el televisor y después de unos segundos dijo: "esa película ya la vi" y con la misma naturalidad regresó a jugar.

"Esa película ya la vi", me recuerda pues lo que se ha dicho sobre la credibilidad que damos o que hemos dado tradicionalmente a muchas cosas. Hay quienes todavía a la fecha dicen, lo leí en un libro, lo escuché en la radio y, más recientemente, lo vi en la televisión. Hay quienes no dan crédito a que algo suceda o a que algo sea real si no lo han visto en televisión, o todavía hay quienes creen ciegamente en los profesores universitarios y dicen me lo dijo un profesor. Yo lamento decirles que la radio, la televisión, la prensa y los profesores también se equivocan y también mienten.

Reiteradamente se ha dicho en múltiples foros, que lo que estamos viviendo en estos días, con el desarrollo tan acelerado de la tecnología, hace apenas unos años sonaba a ciencia ficción. Recuerdo hace 20 años cuando leí un artículo sobre telefonía celular, en dicho artículo se afirmaba que en el futuro, en cualquier lugar del mundo donde uno estuviera podría traer consigo un pequeño teléfono y podría recibir o hacer llamadas a cualquier lugar. En aquel entonces eso me pareció como una película de James Bond -que eran las que veía en mi infancia- pero no, ahora es una realidad que la estamos viviendo todos, y los constantes repiques de teléfonos en todas partes y en todas las reuniones nos lo demuestran.

Está también la era de los robots que ya realizan operaciones en donde uno ni siquiera se da cuenta de qué es lo que le están haciendo, porque todo es a través de un cable, que trae una pequeña cámara de televisión, y desde ahí se hacen los cortes o lo que se tenga que hacer dentro del organismo humano.

También hay ya lo que se llama los agentes inteligentes del ciberespacio, todos hemos tenido algún contacto mayor o menor con Internet. Esos agentes inteligentes del ciberespacio cambiarán la forma de trabajar en la red. Se trata de pequeños programas que están en el mercado, que automatizan las tareas intensivas, es decir, son entrenados para que el cibernauta encuentre exactamente lo que necesita y le ahorre visitar miles de sitios. Cada vez es más fácil seleccionar o encontrar lo que se busca a través precisamente de estos agentes, los pronósticos indican que estos agentes del ciberespacio llegarán a negociar en nombre del propio usuario.

Uno de nuestros grandes investigadores de la comunicación en América Latina, Alejandro Pissiteli, sostiene que de lo que se trata es de que la computadora nos simplifique la vida, que estudie nuestros hábitos y rituales, analice nuestra agenda, conozca nuestra dieta, descubra cuales son nuestras pautas de entrenamiento, de entretenimiento, nuestras preferencias en la lectura de las noticias de los diarios o las direcciones de correo electrónico que recibimos, y nos permita tomar decisiones de lo que hay que priorizar, jerarquizar, en qué concentrarnos y qué descartar.

Los japoneses han puesto en el mercado las mascotas virtuales los famosos Tamagochis que entrenan a incautos para atender necesidades virtuales de alimento, atención, hábito, necesidades fisiológicas, enfermedades, cariño, recompensas, demandas de perros, gatos, dinosaurios o cualquier clase de mascota o ser viviente o virtual.

Los robots el día de mañana podrán ingresar al cuerpo humano y empezar a restaurar tejidos dañados por el congelamiento, cuando se llegue a tener la tecnología de revivir nuestros cuerpos, parece y suena a ciencia ficción, pero posiblemente esté a la vuelta de la esquina.

Se habla de peligros y ventajas de este desarrollo tecnológico, dentro de los peligros el desarrollo que estamos viviendo nos puede llevar a un riesgo que yo llamaría de la información light. Me da la impresión de que mucho de lo que podría ser llamado o que se pudiera conocer como Internet a la medida, llegará a convertirse en algo así como el Selecciones del Reader's Digest, en el que de alguna forma alguien selecciona para nosotros la información y nos la simplifica al grado de que nos dice qué es lo que según ellos es lo verdaderamente importante, por simple o complicado que sea.

Detalle de "Espera", grabado sobre cobre

 

Los estudiantes de hoy en día se rehusan a leer, todo lo quieren ver en la televisión, ¿no hay un vídeo sobre esto?, o quieren que el profesor digiera, analice, resuma y transmita exactamente lo que el estudiante quiere obtener de una manera simplificada. De igual forma todo este acceso a la información puede llevarnos a un nuevo enciclopedismo, de hecho así lo es, en donde nos perdamos en un mar de información y no tengamos la capacidad de seleccionar lo verdaderamente importante. Lo que es muy cierto también es que esta nueva realidad aumenta la brecha de la información entre ricos y pobres, entre los que tienen acceso a la información o a los medios para llegar a ella y los que no.

En el caso de las Universidades o de las Escuelas de Información, pondría dos ejemplos extremos, particularmente en el caso de América Latina.

Hace unos tres años aproximadamente tuve la oportunidad de conocer en Lima, una Universidad llamada de las Ciencias Aplicadas que presumía entonces de ser la primera universidad -por lo menos en la región-completamente informada y computarizada. Ahí no existen libros, no existe el papel, todo se hace a través de la pantalla del computador. La biblioteca en vez de libros tiene terminales de computadora a través de las cuales los estudiantes pueden tener acceso a toda clase de información. Los salones de clase están habilitados con computadoras, mediante las cuales los profesores preparan y presentan previamente en un CD-ROM con sus materiales didácticos y datos que enseñan a los alumnos las modalidades de la asistencia a clases, las notas, los trabajos que tiene que hacer el estudiante; todo se maneja vía Internet.

En el otro extremo estarían muchas de nuestras Universidades latinoamericanas donde para la enseñanza de la comunicación se siguen manejando -exagero un poco la nota- con abacos y máquinas de escribir mecánicas desvencijadas.

Pero también los desarrollos tecnológicos tienen ventajas y tal vez la más importante es esta nueva forma de ver las cosas, esta nueva manera de manejar la información, de tener acceso a ella, a toda información, a un cúmulo infinito de información, donde cada quien puede ir seleccionando lo que considera verdaderamente importante, lo cual de alguna forma abre una puerta a la posibilidad de democratización de la información.

A nuestros abuelos todavía, por lo menos a mis abuelos, les maravilló la telegrafía inalámbrica, como a nosotros, los de mi generación, nos maravilló la telefonía inalámbrica, y sin embargo ya hemos perdido y cada vez perdemos más la capacidad de asombro, ya nada nos asombra, todo lo que sucede, lo que se anuncia, nada nos sorprende, todos estamos perdiendo la capacidad de asombro y cada día lo vemos más. Vemos la guerra en el momento en el que está sucediendo, vemos la muerte en el momento en que está sucediendo, aquí o a miles de kilómetros de distancia, y ya no nos asombra.

Esto hace pensar que nuestras mismas profesiones, las distintas profesiones del comunicador, tendrán también que cambiar en el futuro como de hecho lo están comenzando a hacer.

Hay otras profesiones que están también en peligro y que tienen que ver fundamentalmente con quienes tienen los medios económicos, yo diría que una profesión que está en peligro es la de los empresarios de los medios. En el futuro muy probablemente ya no sea un buen negocio ser empresario de los medios, a menos que sea un acaparador de medios, puesto que en la medida en que la sociedad, en la medida en que todos y cada uno de nosotros, reclamemos nuestro derecho a la información, podremos convertirnos eventualmente en empresarios de los medios. En tanto tengamos los recursos técnicos y por supuesto económicos para tener nuestra propia terminal de computadora, podremos tener nuestro propio medio.

En el momento en que este bien público, este bien común, pueda ser utilizado en igualdad de condiciones y circunstancias por todos, así también todos podremos convertirnos en empresarios, -si ya no en periodistas como lo entendemos ahora- en comunicadores, pudiendo tener nuestro propio medio de comunicación.

Los periodistas efectivamente tendrán que buscar una metamorfosis. El propio Gabriel García Márquez, alguien que ha estado tan interesado en la formación de periodistas, cuando expresa su percepción del periodista actual tiene una visión nostálgica. El periodista, al menos como lo vemos recientemente, tendrá que cambiar su forma de ser, de actuar, de ejercer su oficio.

Los profesores universitarios tendremos también que cambiar. Ya no es posible seguir pensando en el profesor universitario como poseedor de la verdad, poseedor de la información y, por tanto, el único que la puede transmitir a los demás. Debe más bien volver a lo que fue originalmente, un maestro en la tradición de la Universidad; del ágora griego.

El maestro no es el poseedor de la verdad, sino el que te ayuda a encontrar por ti mismo la verdad. En la medida en que seamos conscientes de estos cambios los profesores universitarios podremos subsistir, como podrán subsistir los periodistas y como podrán subsistir los empresarios de los medios.

Quiero referirme a esta necesidad de diálogo entre las Universidades y los dueños de los medios, no creemos ya los unos en los otros. En América Latina se ha dado un fenómeno muy peculiar; el de los principales diarios, periódicos, y medios que no creen, o no confían, en la formación que se está brindando en las Universidades. Las grandes cadenas de televisión no creen en lo que estamos formando en las Universidades, relativizando también lo que han formado sus propias escuelas de capacitación, e incluso en algunos casos sus propias universidades.

En América Latina cerramos el diálogo, no sé por que razón, entre los empresarios y las universidades, puesto que las universidades tampoco creemos en lo que hacen los empresarios de los medios. Quizás este es un momento de diálogo sobre nuestras profesiones y es también el momento de decir: señores se acabó el tiempo en que nosotros presentamos y decimos y ustedes aceptan, tampoco es el momento ni el tiempo de decir nosotros somos ahora los que tenemos la palabra y ustedes escuchan y aceptan. Debe haber diálogo, comunicación. Ahora los medios tecnológicos, el desarrollo tecnológico, nos abre la posibilidad de dar voz a los que no la han tenido, brindando la oportunidad de que respondan y digan señores esa no es mi verdad o eso no es lo que yo digo, tú dices esto, yo digo esto otro.

Una anécdota más, un profesor de Filosofía nos dijo en una ocasión: Miren ustedes, los profesores jóvenes enseñan más de lo que saben, pues por regla general se preocupan por buscar información más allá de la que tienen para transmitirla a los demás. Los profesores ya no tan jóvenes, más experimentados, enseñan efectivamente lo que saben, es decir llegan a una situación en la que tienen la información que consideran que es la que tienen que transmitir y enseñar. Nosotros, los profesores mayores, enseñamos lo que consideramos verdaderamente importante, es decir, un trabajo similar al papel de ese robot o agente inteligente del ciberespacio que en algún momento podrá seleccionar para nosotros todo lo necesario, éste es muchas veces el papel que tienen los profesores más sabios o de mayor experiencia; los profesores que ya han vivido y que saben quitar la paja y dar lo que verdaderamente consideran importante.

Si seleccionamos efectivamente lo verdaderamente importante, si sabemos descubrir qué es lo verdaderamente importante para cada uno de nosotros, podemos evitar el peligro de perdernos en el enciclopedismo de la información, o de llegar a grados de una simplificación tal que nuestra información sea completamente light. En ese sentido los profesores universitarios tenemos que convertirnos en líderes y en líderes con pasión puesto que, como diría San Agustín, "más pierde el que pierde la pasión que el que se pierde en la pasión".

Quiero referirme a la cita de un autor brasileño, Octavio Yani, que en un libro reciente sobre globalización dice: "la idea de la globalización está en muchos lugares, por los cuatro rincones del mundo aparece en los hechos e interpretaciones relativas a todo lo que es internacional, multinacional, transnacional, mundial y planetario. Está presente en la vida social y en las producciones intelectuales, resuena en toda la reflexión sobre el capitalismo, socialismo, oriente, occidente, islamismo, cristianismo, modernidad y posmodernidad. En la escala creciente, las ciencias sociales están siendo desafiadas por esta problemática. En varios aspectos, la globalización confiere nuevos significados a individuos y sociedad, modos de vida y formas de cultura, etnia y minoría, reforma y evolución, tiranía y democracia; permite pensar el presente, rebuscar el pasado e imaginar el futuro. Todo puede ganar otra luz cuando se ve desde la perspectiva abierta por la globalización".

Y cuando hablamos en estos momentos de Comunicación y Educación, puedo decir que para mí el binomio comunicación y educación es inseparable, y es inseparable si partimos de la concepción de lo que se entiende como comunicación; esa capacidad que tenemos los seres vivos de relacionarnos entre nosotros mediante el intercambio de la información. Todo proceso de educación es necesariamente un proceso de comunicación.

Aquí nos situamos frente al peligro que ha habido en el desarrollo de las ciencias sociales en los últimos años, el ver la comunicación como la panacea, como un todo, o querer ver todo desde la óptica de la comunicación. No es raro por ello que así como en los años sesenta una de las carreras, una de las profesiones que tuvo mayor demanda fue la sociología, en los últimos años sea la carrera de comunicación la que tenga mayor demanda prácticamente a nivel mundial. La importancia de la comunicación ha desplazado a la que tuvo la sociología. En muchas Universidades actualmente hay carreras de sociología que han muerto por inanición o se han quedado simplemente en centros de investigación.

No podemos disociar la comunicación de las ciencias sociales, en ningún momento podemos disociarla tampoco de la propia sociología, porque finalmente lo que estudia la comunicación es simplemente un aspecto -que tiene que ver con el intercambio de la información- de todo lo que abarcan las ciencias sociales. Sin embargo como estamos en la era de la información, no es por demás que sea una de las carreras que tenga mayor demanda.

Esto nos lleva a distintas posibles paradojas. Una de ellas es la de pensar la unidad en la diversidad; otra es el pensar en lo local, en lo regional y a la vez en lo nacional, lo continental, lo mundial; el pensar lo que sería una sociedad nacional a diferencia de una sociedad mundial, lo que es nacional es también eslabón de cadenas globales, moneda, capital, trabajo, tecnología, división del trabajo de empresa, corporación, conglomerado, mercado, todos son términos que de alguna forma han cambiado el objeto de las ciencias sociales.

Hay nuevas realidades, nuevos modelos que no han sido hasta ahora suficientemente explorados. Juan Plaza, profesional español experto en crítica del arte, al hablar en una reciente conferencia sobre los albores del tercer milenio hacia referencia al milenarismo. Plaza indicaba que al llegar al año mil el mundo se encontraba dentro de una cultura del miedo, se hablaba del fin del mundo, del acercamiento del fin, del advenimiento del anticristo. Esto modificó en gran medida todas las relaciones sociales, sin embargo la cultura del miedo llevó también a la creación de nuevas formas de expresión, nuevas formas de comunicación, fundamentalmente en el arte, y a la creación del arte que conocemos como el arte románico; uno de los grandes aportes a la cultura universal en aquella época.

Mientras más nos acercamos al año 2000 y discutimos si el siglo XXI empieza en el año 2000 o 2001, si efectivamente estamos terminando el siglo o no, vemos que nos interesa simplemente lo que estamos viviendo ahora. Esto nos lleva a pensar y reflexionar sobre lo que hablábamos recientemente con relación a las ciencias sociales, al estudio de las ciencias sociales y el desenvolvimiento o desarrollo de las carreras universitarias, que se fue dando, así como en el arte se fue dando la fragmentación, y su disociación en pintura clásica, figurativa, etc. Se fue llegando paulatinamente a la fragmentación, y aquí tenemos algunos ejemplos en los cuadros que están en esta habitación, que no son figuras de la Universidad Iberoamericana de México, división ciencias del hombre, ya que las puedo ver ahí en frente, las puedo ver en el patio de mi casa, las puedo ver en cualquier parte.

En el campo de la comunicación corremos también el peligro de irnos a cosas tan específicas, tan particulares que perdamos de vista la totalidad. En el arte se da la materia pura carente de estructura espacial y material, y así como en el arte también en la comunicación y en nuestras relaciones sociales, hemos ido a lo meramente efímero y coyuntural, a lo que llamaría Juan Plaza, la primacía del gerundio, los happenings, lo que pasa, lo que no queda, lo que podría llamarse de alguna manera la cultura de la pasarela. Lo que veo en este momento, lo que hay detrás, lo que hay antes, no importa, lo único que importa es lo que en este momento estoy viendo, lo que está sucediendo, en contra de lo que sería lo sólido y lo permanente, en contra de lo que sería lo que queda. El poder de los medios es pues precisamente uno de los poderes que se ha apoderado de esta cultura del graffitti y la pasarela.

Incluso las expresiones artísticas de los jóvenes, de muchos de ustedes y de los más jóvenes que ustedes, son de lo que pasa ahora, de lo que este momento puedo hacer, no de lo que puede permanecer, no de lo que puede quedar para el futuro.

En la comunicación también se ha dado lo que podríamos llamar la primacía de las "campañas", todo queremos solucionar con "campañas", si algo no funciona hagamos una "campaña", en lugar de ver cuales son las causas, los motivos para que algo no funcione, y remediarlo desde la estructura, desde la base. Hagamos una "campaña" porque la cultura de la imagen deje de ser una cultura que tiene en este momento primacía, "no importa lo que seas, lo que importa es lo que los demás perciben de ti" lo cual nos ha llevado a un individualismo frenético opuesto a lo colectivo. Interesa lo que piensan los demás de nosotros, no lo que nosotros podemos hacer por los demás. Cambiémoslo.

"Noctumario" Grabado sobre cobre

 

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