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Revista Ciencia y Cultura

versión impresa ISSN 2077-3323

Rev Cien Cult  n.3 La Paz jul. 1998

 

Cosas de la Universidad

 

 

Fueron tiempos difíciles...

 

 


Estimado Alfonso:

A tiempo de saludarlo atentamente, y agradecerle de corazón, su gentil invitación para impartir, junto con usted, el Taller, debo informarle que por las razones que paso a mencionar, me es inevitable, luego de concluir con los primeros tres grupos que me corresponden, dejar el curso.

Como ya lo hablamos a grandes rasgos en la primera reunión evaluativa, en general los talleres de creatividad se encuentran poco comprendidos por sus destinatarios, y supongo que la principal razón se debe al triste mito que la "verdadera" enseñanza se guarda en sendos cuadernos de apuntes llenos de datos que se memorizan a corto plazo.

El resultado de este mito en uno de mis cursos (que coincidentemente también es el más numeroso) es la existencia de una resistencia parecida al boicot, en torno a lo que se les enseña. Este hecho me ha obligado a recurrir a varias "tácticas" de enseñanza que van desde el parecer sumamente divertida —cosa que no ha funcionado— o el ser una especie de dictadora, cosa que ha funcionado a medias.

Nótese que hablo de "tácticas", como una obligación de mover las cosas dependiendo de los resultados, hecho nada novedoso en las relaciones humanas, pero bastante desalentador cuando uno trata de comunicarse entre personas que hablan otros lenguajes (de espectativas, de generación, de poder, etc.) Y por eso es que estas tácticas se concentran mucho más en maneras de relacionarse que en maneras de "enseñar".

Dentro de esas tácticas, viendo que "a las buenas" no funciona, sin pensarlo mucho, he recurrido a aquellas que el poder brinda; botar al alborotero; concluir antes de tiempo; ir a tocar el hombro de los alumnos para recordarles que no tienen ojos en la nuca y que se den la vuelta para mirar el televisor o, decirles que no es hora de dormir, que para eso sirve la noche.

(¡Y que contradicción si bien estos alumnos con su comportamiento quiere demostrar la poca credibilidad que tienen a este tipo de enseñanza, aún son incapaces de darse cuenta que también pudiesen rebelarse al poder de una profesora poco-creíble!).

Personalmente me resulta infinitamente triste, sacar ese lado de mi socialización que me recuerda que tener poder es ejercerlo; pues considero que se trata del tipo de poder que somete y no enseña; es el tipo de poder que ha creado varios presidentillos-dictadores bastante simplones alrededor de todo el planeta. Y, lo que es peor, me recuerda que dentro de mí, tengo la semilla que dice que yo también pudiese ser una presidentilla o dictadora si es que dejo que esa semilla crezca.

Y si bien mi formación profesional debería permitirme llevar adelante con bastante solvencia esas clases, mi desconocimiento de las reglas de juego a las que estoy sometida hacen que esa labor sea difícil. Y como gasto toda mi energía en tratar que se mantengan callados, cuando los chicos se callan, ya no sé enseñarles.

Este desconcierto de las reglas me persigue incluso cuando los alumnos que no se interesan por el tema tratan de manifestarse en actos parecidos al boicot, pues, considero que hacer boicot precisa de cierta aptitud intelectual, capacidad de liderazgo y reivindicaciones concretas, hechos que aún no existen en cursos tan poco regulados, de tal forma que estas actitudes se quedan a un nivel de reacción vesicular, sin existir caminos donde ellos y yo, podamos profundizar en razones y ejercitar el diálogo. Y por eso cuando veo a un alumno que se dedica a tamborillar la mesa mientras uno trata de llevar adelante la materia, me da la leve impresión que me confunde con sus padres a los que seguro convence de esa forma, para que le presten el auto pintón el fin de semana, así que no sé si acercarme a explicarle su confusión o prestarle las llaves del auto que no tengo.

Vuelvo de nuevo a insistir que para un curso práctico es un escollo estructural la existencia de tantos alumnos, donde ni siquiera se puede recordar sus rostros, y donde el seguimiento de aquellos chicos que muestran mayor interés es inútil ante tanto desorden.

Y pese a que sólo me he referido a uno de los tres cursos, olvidando que los otros dos son llenos de experiencias alentadoras, donde el trabajo conjunto dentro el aula demostró que los grupos pueden apoyarse mutuamente y, sobre todo se pudo comprobar que hay otras maneras de ejercitar la cabeza fuera de las clases magistrales (y como prueba de ello hay varios grupos que, voluntariamente están filmando sus ejercicios en video, las copias de dichos trabajos las haré llegar oportunamente al Departamento de Cultura). El riesgo y miedo de encontrarme nuevamente con una gran masa de estudiantes a la deriva y comportarme como una capitana demasiado apta a dejarse llevar por la marea, me obliga a desistir de seguir dando el taller en estas condiciones.

Por otro lado, sigo manifestando mi interés de participar en el proyecto, cuando mutuamente encontremos la forma de explicarles —y explicarnos— esa otredad de enseñanza tan libre, tan útil y tan productiva, donde el poder (y su otra cara lo magistral o lo que es igual el sometimiento), sea una palabra que podamos sacarla de la cabeza y de los actos. Pero al parecer, alcanzar esa libertad-enseñanza es mucho más complejo que decir "sean libres; creen".

Sin otro particular, me despido atentamente.

Sofía

 

Fueron tiempos difíciles...

La primer aventura fue en Cine, cuando me enteré que pasaría de alumna a cineasta, me hizo mucha gracia: "una economista aspirante a productora de películas", pensé. Pero, a medida que avanzaba la primera clase, vi mis sueños truncados, no haríamos ninguna película, sólo crear una historia (podía ser un comercial) que luego iríamos "trabajando", trabajando relativamente formando poco a poco una idea de lo que es hacer una película, en realidad de lo pesado que puede ser.

Las siguientes clases, me iba pareciendo que la maestra no era muy amigable y creo que todo el curso opinaba lo mismo, las clases que al principio fueron muy agradables, se fueron transformando en una lucha por el poder de mando en el curso, mis compañeros (y alguna veces yo) estuvieron rebelándose en contra de una materia "aburridísima, inservible, etc.". Cada clase de las tres siguientes se transformó en una lucha: la maestra vs. los alumnos, fueron tiempos difíciles.

Llegada la quinta clase, algo pasó, algo que transformó de pronto a la tan aburrida clase en una clase más amena, donde cada uno podía sentirse tranquilo sin la presión de los primeros días. La maestra habló con nosotros. Sus palabras fueron como un despertador que te anuncia que un nuevo día comienza, ella nos dijo que en ningún momento trataba de forzarnos a que nos interese su materia que simplemente trataba de enseñar algo de lo que sabía a un grupo de muchachos rebeldes que no querían poner nada de su parte para lograr un buen desempeño. Aquello fue como un baldazo de agua fría, quizás porque nadie sospechaba que para la maestra, aquella situación también era difícil.

La sexta y última clase fue para mí muy triste, era como dejar algo que te había comenzado a estusiasmar; así era cuando mis aburridas clases de cine terminaron, me sentí tan tonta por no haber aprovechado al máximo esas clases, por no haber dado lo mejor de mi, y me sentí culpable por la conducta asumida, como si de alguna forma, parte de mi vida se hubiera quedado sin cultivar, sin cosechar, sólo pensando en lo maravilloso que hubiera sido el trabajo.

No puedo ya quejarme, el trabajo que hicimos en grupo obtuvo un 90, y me pregunto hasta qué punto merecía esta nota, que, me doy cuenta no me costó ningún trabajo, simplemente, un momentito de esfuerzo, de diversión y un momento de reunión con mis compañeros (aunque la verdad es que casi me cuesta un examen de contabilidad, por un retraso de cinco minutos)

Aprendí mucho, quizás no terminé la materia con un rollo de película en las manos, ni con un título de cineasta, pero sí terminé con una bonita experiencia, un bonito recuerdo de mi primer semestre de carrera; algo acerca del cine aprendí: nada de lo filmado es cierto, es tan sólo ficción, tú puedes ver lo que el director quiere que veas (esta es mi regla de cine).

 

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