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Revista Ciencia y Cultura

versão impressa ISSN 2077-3323

Rev Cien Cult  n.2 La Paz dez. 1997

 

Escritores del Pasado

 

Gabriel René-Moreno, bibliógrafo boliviano

 

 

Gunnar Mendoza Loza

 

 


Si se tratara de sugerir con una palabra el sentido de la empresa que circunstancias históricas inveteradas plantean a los bolivianos como un deber inexorable, esa palabra podría ser integración.

Donde quiera se vuelve la vista, Bolivia muestra en efecto el espectáculo de elementos dispersos y fragmentarios que para rendir fruto pleno esperan ser integrados en un sistema cabal: hay que integrar las diversas regiones bolivianas en una dinámica unidad; hay que integrar las parcialidades humanas que allí alientan si no en una síntesis biológica, en una voluntad resuelta de quehacer común; hay que integrar la productividad boliviana en un proceso armónico que haga espacio para el desenvolvimiento de las potencias individuales en el ámbito colectivo y para una veraz autonomía nacional; hay que integrar las virtudes trascendentes del ser boliviano, en un repertorio de cultura auténtica.

Circunscribiendo nuestra mirada al campo de la cultura en cuanto ésta depende del libro, o, mejor, del hombre sui géneris que la hace posible viviendo con, por y para el libro, encontramos en Bolivia un ejemplar prócer, a quien van consagradas estas páginas.

I

La cultura, recordémoslo, es el sistema de ideas y sentimientos de tal manera incorporados en y adecuados al propio ser, que gracias a él un hombre o un conjunto de hombres orienta su marcha a través de la existencia, y plantea sus problemas peculiares, y los resuelve: vive, en una palabra. Es así cómo la filosofía, la ciencia, el arte, la religión, la política, sirven ni más ni menos para que el hombre viva su vida en cuanto hombre, y como ningún pueblo por primitivo que sea carece de cultura, pues hasta el utensilio paleolítico supone un proceso previo de sistematización intelectiva o sea un contenido cultural.

En este sentido es lícito hablar de una cultura boliviana. Mas no se olvide que ella no ha sabido todavía incorporarse íntimamente aquellos valores que por su intensidad y su extensión han acabado por constituir un bien poco menos que universal: no podrá afirmarse, por ejemplo, que la música de Occidente haya sido asimilada por el espíritu boliviano, así haya algunos centenares de habitantes que se conmueven en este país escuchando a Bach; y lo que de Bach se dice, como de una egregia expresión estética occidental, puede aplicarse a otros valores culturales de afuera. Ni se olvide tampoco que no hemos sabido aún infundir orgánicamente en nuestra cultura elementos propios capaces de conferirle plena autenticidad; no están trazados hasta hoy, por ejemplo, los temas esenciales de nuestra historia: los documentos al margen de los cuales había de escribírsela yacen "silenciosos y cubiertos de polvo" en el fondo de los repositorios sin que alguien se decida, con algo más que la frivola prisa del colibrí, a recoger en ellos, y promulgarlo, el mensaje ejemplarizador del pretérito: no hemos puesto en claro los hechos de nuestra vida -como prueba están las tres centurias decisivas de la Conquista y la Colonia deformadas bajo una espesa costra de ignorancia y prejuicio-; es decir, carecemos del instrumento maestro de introspección colectiva, que ahí reside el sentido cultural de la historia, introspección sin la cual el boliviano seguirá siempre ignorándose a sí mismo e ignorando por consecuencia qué política, qué pedagogía, qué economía, qué leyes son las que le vienen. Nuestra cultura es, como tantas otras cosas bolivianas, algo por lo pronto inarticulado, un complejo necesitado de integración.

Huelga encarecer la importancia del libro, genéricamente concebido como la representación gráfica de las ideas y de los sentimientos humanos, en el proceso de toda cultura. Ni el más apartado o nimio trozo del ámbito cultural escapa a su imperio. El libro es el órgano propio de cohesión, conservación y propagación de la cultura. ¿No es pasmosa la transmisión de valores culturales siempre vigentes que la Biblia viene suscitando a través de milenios?

Mas si la misión del libro parece obvia, es de ordinario menos patente el papel de quienes tienen por tarea específica hacer posible su empleo cierto y permanente en el proceso de la cultura. Pues no basta con que el libro sea; es menester también que el libro prevalezca, y el libro prevalece gracias a la existencia de personas ocupadas en recolectar libros para que prevalezcan. Es menester además que el libro esté, en los establecimientos donde prevalece, presto para acudir al reclamo del artífice cultural, y el libro acude gracias a la existencia de personas ocupadas en ajustar y mover los sistemas de ordenación bibliográfica. Y en fin, es menester que el artífice cultural sepa pronto y bien qué libros son los que servirán mejor a sus propósitos, y lo sabe gracias a la existencia de personas que desde el diario y la revista, con sus recensiones y glosas bibliográficas, nos van orientando permanentemente entre la maraña de los innumerables libros que salen a luz todos los días.

Este proceso de preservación, ordenación y selección, que el lector casi siempre ignora aunque usufructúa, supone en quienes lo llevan a cabo aptitudes, aprendizajes y técnicas definidas, merced a las cuales se hace posible la integración cultural en cuanto ella depende del libro no de otro modo que los médicos hacen posible la salud, los ingenieros el confort, etc., de suerte que si los técnicos en las llamadas ciencias del libro decretaran una huelga general, aquella integración padecería el riesgo inminente de un colapso.

En el mundo de hoy cada una de las operaciones referidas suele ser ejecutada por especialistas. Aquellas ciencias han pasado empero por tiempos heroicos en que los precursores lo hacían todo en uno: así Menéndez y Pelayo en España, García Icazbalceta en México, Medina en Chile, Groussac en Argentina, fueron coleccionistas, catalógrafos y reseñadores a la vez. Ninguna calificación que sugiera especialidad en este campo les conviene y sólo deben ostentar, como un galardón a su vasto afán abarcador, el nombre genérico de bibliógrafos: trabajando en lugares distantes entre sí con sincronía casi matemática ellos montaron la estructura fundamental de la bibliografía hispanoamericana.

El bibliógrafo deviene así un pioneer que toma en el sector de su esfuerzo generoso los dos polos -análisis y síntesis- del conocimiento científico. Pudo quizá resolverse esto en el debilitamiento de puntos particulares, especialmente en la catalogación; mas esto es nada en vista de los resultados totales, y aun cabría decir que si con el especialismo se ha ganado en justeza y escrupulosidad, la desaparición del bibliógrafo clásico ha significado en cambio una pérdida sensible de iniciativa coordinadora, por lo menos en cuanto a Bolivia toca.

Porque en Bolivia hubo también quienes, adictos a una instancia de la época, se aplicaron entonces a la empresa común. Recordemos los trabajos de Valentín Abecia)* (1), Nicolás Acosta (2), José Rosendo Gutiérrez (3), Ernesto O. Ruck (4), Samuel Velasco Flor (5). Pero hubo alguien más que trabajando fuera de Bolivia levantó para Bolivia en estos dominios el edificio mas grande y perdurable.

 

II

Gabriel René Moreno (6) recibe de sus progenitores si no "la célula primordial del oficio" (7) cuando menos la inclinación temperamental, y del ambiente familiar y social de Santa Cruz de la Sierra donde nace en 1836 (8) los elementos formativos iniciales para ser antes de todo un bibliógrafo.

Su tatarabuelo Gabriel de Vargas (9) había sabido salirse siempre con la suya. "No hubo despropósito que no hiciese para alcanzar dos cosas que consideraba primordiales, una fundación y una fundición : la fundación de la fiesta anual del patrón de Santa Cruz, el mártir San Lorenzo; la fundición de la campana que desde entonces está llamado semanalmente á junta á los cabildantes de la ciudad" (10). En la línea colateral tenemos a un tío paterno que truncando la carrera eclesiástica en vísperas de coronarla va a soterrarse como "administrador al indierío de Magdalena á hablar lengua baure en los confines del mundo" (11), y a otro que también se retira de la ciudad a un campo apartado "donde se hizo labriego" (12). Una constancia llevada al grado de pertinacia y una capacidad resuelta de aislamiento son, como se sabe, disposiciones necesarias para el normal ejercicio del bibliógrafo.

En el padre preexisten virtudes de papelista y de escritor historiógrafo. Es allegador acucioso de libros (13) y ha compuesto cuando menos "una relación sobre el asiento de la capital de Santa Cruz [... ] según viejos papeles de familia" (14), lo cual da pie para asignar, sin trivial purito ancestralista, a la razón de ser entrañable que impera en toda la vida creadora del vastago buenos antecedentes de estirpe: bibliofilia, amor a la palabra escrita, nostalgia del pretérito -"aromática flor de los escombros" (15)-.

El hogar y la ciudad ofrecen nuevos alicientes para la afirmación de su destino: En el hogar la biblioteca paterna, única en la ciudad y no mal abastada en historiografía y geografía americanas (16), es el ámbito donde la vocación naciente hecha a andar por el mundo apasionante del libro. Y luego el latín : dentro de casa está el padre, que recita la Instituía en lengua original (17); y afuera la ciudad toda como postrer avanzada de Lacio en plena floresta americana: a más "del colegio de Ciencias, con sus seis años de asignaturas, cada uno perfectamente enlatinado, había cuatro (estudios) de latín á secas [...]. Allí enseñaban gramática á una totalidad de cien muchachos; latín con 24o centígrados por la mañana, latín a la siesta con 30o, á la tarde latín con 33o Ni faltaba algún canónigo que también lo enseñase bajo el corredor á una docena de señoritos patricios. Debe suponerse que el ilustrísimo obispo tenía asimismo sus latinistas tonsurados" (18): así desde la niñez, en el trato directo con los clásicos, aprende a cultivar la solidez constructiva, el rigor expresivo, la rotundidad del estilo, que exornan y dan jerarquía eminente a la parte escrita de su obra bibliográfica.

Moreno reside en su ciudad natal hasta la adolescencia; allí hace los estudios elementales y el curso primero de la enseñanza secundaria (19). En Santa Cruz, empero, no se ofrecen entonces perspectivas más lejanas a quien lleve dentro del impulso de quehaceres trascendentes: edénico vergel tropical olvidado en el corazón de Bolivia (20), "dicen que anacreóntica y epicúreamente se vivía allí á la de Dios, sin que á nadie le importara un guapomó o una pitajaya lo que en el mundo pasaba"(21)- En este punto sobreviene una circunstancia oportuna para alentar las nacientes inclinaciones de nuestro bibliógrafo: A comienzos de 1851 su padre, doctor en leyes ungido en la Universidad de San Francisco Xavier (22) como es sólito por entonces entre los jóvenes de casas principales en Santa Cruz (23), y que prevé para su hijo destinos tan altos como los por sí mismo logrados por el conducto de la abogacía en la política —diputado, prefecto (24)- y en la justicia -magistrado hoy a punto de culminar una antigua carrera con su ya decidida designación como vocal en la Corte Suprema de Justicia de la República- lo envía desde luego a proseguir sus estudios a la capital del país, asiento del tribunal y que lo será de la familia en adelante (25).

Sucre es ciertamente campo más propicio a los vuelos del intelecto (26) como asiento de una sociedad proclive por secular tradición universitaria y audiencial al estudio, la especulación y el debate en la plaza pública (27) y hacia estos años semiseculares en las columnas de sus varias gacetas más o menos estables (28) Ellas precisamente se encargan de transmitirnos la tónica intelectual ambiente: "Desde hace algún tiempo", proclama una, "se nota en la juventud [...] un desarrollo intelectual que ofrece para el porvenir resultados muy satisfactorios. Nunca como en la época presente han sido buscadas con mayor afán toda especie de obras literarias: jamás se han esforzado [tan] generosamente los jóvenes en salvar las dificultades que la ciencia ofrece y en destruir las vergonzosas cadenas de la ignorancia" (29); y otra marcando la fervida tensión que suele alcanzar esa tónica, se avanza cierto día no menos que a postular un "revolucionismo ó socialismo sucrense" justificándose con que "seriamos refractarios á la razon del hombre y á las leyes irrevocables de su perfectibilidad, si guiados por el espíritu que nos anima, no procuráramos á porfía colocarnos a la vanguardia del cuerpo triunfante de las ideas del siglo, anunciando á la generación actual y venidera con la trompeta de la revolución, las mejoras que se nos prestan" (30).

Entre tales circunstancias completa Moreno los estudios secundarios en el colegio Junín (31) y absorbe nuevas sugerencias estimulantes (1851-5). En el colegio cuenta ahora, aparte del latín, con el francés (32), idioma indispensable para la captación de la corriente bibliográfica en lengua extranjera quizá más caudalosa entonces en Bolivia (33). En el colegio mismo y afuera la relación con escritores e ideólogos jóvenes de la nueva promoción romántica, no mucho mayores que él mismo, como Daniel Calvo, su profesor de francés (34). En Sucre no faltaban bibliotecas particulares y hay también una pública (que andando el tiempo será la Biblioteca Nacional de Bolivia) (35) y si bien estos repositorios no tienen todavía el apoyo público necesario para rendir frutos óptimos, Moreno puede gustar allí en verdad algunos jugos tónicos. Por lo demás en la ciudad pervive dondequiera como por extraño acaso la presencia subyugante del pasado (36) que a las veces asoma en carne y hueso por las calles, tal en la persona de Juana Azurduy de Padilla, postrer reliquia viviente de la gesta guerrillera emancipatoria, a quien Moreno, todavía niño, gusta acercarse (37) con una instintiva curiosidad que es ya la del futuro "escrutador y restaurador de lo pasado" (38).

A la vuelta de esto Bolivia no tiene en definitiva con que promover el logro pleno de una vocación intelectual. Cuando Moreno egresa del colegio a fines de 1855 como bachiller en letras (39) se halla ante el drama del destino sin cauce por donde verificarse: tres direcciones exclusivas en orden a estudios — derecho, medicina, sacerdocio- (40) para ninguna de las cuales se siente apto, y un solo vórtice final -la política- en cuyo fondo el frenesí partidario sacude sin término el cuerpo de la balbuceante democracia republicana en "aquellos aciagos días de hierro y de discordia" (41) y ante cuyos altares tarde o temprano se rinden sin tregua las pensadoras frentes juveniles formadas para la especulación ideal, para la ensoñación lírica, para el análisis investigador (42). Espécimen de estas valerosas generaciones, cierto muchacho sucrense nacido "en un hogar turbado, cuando la madre lloraba la ausencia del esposo, y el esposo militaba peregrinando en las breñas de la política" y que "para no venir á menos ni bastardear de lo que rendía la tierra boliviana, un dia se hacía llevar del colegio á la cárcel por revolucionario, y de la cárcel al colegio para graduarse en leyes antes de salir al destierro [...]. Cuando el joven iba del consejo de guerra á la comisión de exámenes, dijo á uno que pasaba: (del aula á la jaula, y de la jaula al aula)" y no mucho después caía por fin en una de tantas contiendas civiles del tiempo (43).

Moreno -prueba peregrina de afirmación personal- no se rinde. Azorado al contemplar por todas partes en su patria "esas intermitencias del pensamiento i esas volubilidades de la pasión propias tan sólo de almas que alientan en una sociedad convulsionada habitualmente por la anarquía" (44), su alma de mozo sensible a la voz del instinto vocacional, quiere antes, dejando hogar y patria en una suerte de autoexilio por inexorable disconformidad espiritual con el medio, buscar un refugio salvador fronteras afuera. Tiene, sí, la fortuna de contar con un padre espiritual y materialmente dotado para comprenderlo y ayudarlo; pero no es menos cierto que otros muchos con tantas o mayores posibilidades no hacían lo que Moreno, y sucumbieron.

Chile, y desde luego su ciudad cabecera donde se establece a principios de 1856 (45), recoge ya entonces los frutos culturales producidos por sabias orientaciones que desde hora oportuna imparten en el país mentores tales como Bello y acaban por encontrar terreno propicio gracias a una relativa prosperidad económica y a una institucionalidad arrancada ya al imperio absoluto de la fuerza anárquica (46). Concrétanse estos frutos (47) sobre todo con la expansión y el ajuste de la enseñanza en todas sus formas; en la ardua todavía pero cada vez más segura y fecunda formación de cenáculos aplicados al fomento del trabajo intelectual, desde la decisiva Sociedad Literaria de 1842; y en la publicación más o menos sincrónica de periódicos en que la política cede por fin campo a instancias más trascendentes, y uno de cuyos ejemplares, la Revista de Santiago (1848), llega a merecer afuera concluyentes palabras consagratorias: "No tenemos noticia de que la América del Sur posea en la actualidad un papel mas interesante por su tono, redacción i tendencias" (48). Moreno, viendo concretarse las esperanzas que habíanlo llevado hacia extranjeras playas, recuerda con entusiasmo los primeros tiempos de su residencia en el país: "Santiago fue esos años en el Pacífico una palestra concurrida i brillante de literatura i de poesía, un centro amenísimo de conversación injeniosa e instructiva, i un laboratorio mui activo de ideas [...]. El afán literario levantó los ánimos sumidos en la apatía i fue el precursor del espíritu público [...]. Las fuerzas mas viriles del espíritu chileno empujaban al país por la gradiente del progreso intelectual y moral" (49).

En el Instituto Nacional de la capital chilena, que manejado por adalides de la integración cultural chilena bien pudiera ser en estos momentos uno de los mejores planteles humanistas en el hemisferio, prosigue de inmediato su formación intelectual (50): distinguiéndose como talento excelente en la clase de retórica de Miguel Luis de Amunátegui (51) mereciendo "que el propio director Diego Barros Arana lo tome bajo sus personales cuidados" (52) se gradúa de bachiller en filosofía y humanidades (1858) (53). Acatando caros deseos paternos (54) cursa luego la facultad de leyes hasta titularse de abogado (1866) (55), ministerio que no ha dejado de ejercer nunca. Un escritor chileno coetáneo hace de él un expresivo retrato moral correspondiente a esos días: "Desde los bancos del colegio supo atraerse la estimación y el cariño de excelentes amigos merced a su conducta seria, honorable, inteligente, pero altiva [...]. Desde entonces se relacionó con las primeras familias de Santiago llegando a ocupar en esa sociedad una posición respetable" (56).

De aquí manará durante medio siglo (1858-1908) la producción intelectual de Moreno: Su obra docente se extiende desde el profesorado de retórica en el colegio de San Luis (1858) (57) hasta la cátedra de literatura, como sucesor de su maestro Miguel Luis de Amunátegui, en el Instituto Nacional (1887-1908) (58) donde además funda (1877) y preside la Academia Literaria (59), "puesto que repunta el mas honroso de su carrera, i que le permitía influir en el espíritu i opiniones de una juventud ya bien preparada para las luchas de la prensa y la tribuna" (60). En Valparaíso, donde suelen transcurrir sus vacaciones estudiantiles gana la amistad temprana de "casi todos los literatos y escritores de Santiago que durante la temporada de baños iban anualmente al puerto (61) y ocupa pronto "un puesto de amigo y compañero de las sociedades literarias" (62) que forman en la primera línea de la lucha por la cultura: es miembro fundador (1854) y activo cooperador en el Círculo de Amigos de las Letras (63), en su tiempo el cenáculo intelectual mas alto del país, "hogar predilecto de su espíritu y de su corazón, [...] sociedad espiritual y distinguida donde fraternizaba noblemente en el culto del saber y del ingenio, donde se verificaba un roce tranquilo de opiniones y un cambio abundante de ideas útiles y elevadas" (64); su nombre figura en la Sociedad de Amigos de la Ilustración de Valparaíso (1860) (65); cuéntase entre los fundadores de la Academia de Bellas Letras (1873) (66). A partir de 1858 impone su prestigio de escritor con una sostenida y sólida serie de publicaciones (67). Se hace acreedor a muestras honrosas de confianza intelectual: es designado (1868) director de la Biblioteca del Instituto Nacional (68) que gracias a sus esfuerzos y a la influencia y autoridad que sabe conquistarse llega a ser uno de los repositorios americanos más valiosos (69); dirige por algún tiempo la Revista Chilena, "publicación histórica i literaria la mas reputada desde cinco años atrás en el continente" (70); el gobierno y la universidad encomiendan a sus cuidados (1876) la edición de las obras completas de Bello (71), "monumento magnífico de la gratitud nacional" (72). Situaciones y tareas todas éstas que directa o indirectamente acaban confluyendo, y la enriquecen, en la misión entrañable de bibliógrafo boliviano, objeto capital de sus mejores esfuerzos.

 

III

Tres hechos decisivos en Chile estimulan y conforman el cumplimiento de la obra.

Desde sus años de estudiante Moreno se relaciona en Valparaíso con Gregorio Beeche (73), argentino de Salta, cónsul de su país y -bibliófilo impenitente- (74) dueño de "la mejor i mas completa biblioteca americana que jamás haya existido en este continente i aun en Europa en manos de un simple particular" (75). No poco bolivianizado -había residido por varios lustros (1820-40) fundado familia, trabajado intensamente incluso con una imprenta en Sucre y participado hasta en las facciones políticas del país- sus sentimientos para con el joven estudiante boliviano tendrían algún toque de afecto acentuado por la afinidad vocacional, en pleno auge la del uno y aprendiendo la del otro a dar sus primeros pasos. Muchas de las más valiosas piezas altoperuanas y bolivianas, manuscritas e impresas, de la colección como los papeles originales sobre el 25 de mayo de 1809 en Chuquisaca, la Coronica de Calancha, el Vocabulario de Marbán, los incunables de la imprenta de nuestro país (76) habían sido como es obvio acopiados durante su dilatada residencia boliviana. Imagínese la doble repercusión del caso en el ánimo de Moreno: de pesadumbre al considerar que aquellos tesoros no volverán más a la patria, y de incitación a poseer otros iguales algún día.

En 1859, como brote nacional en la intensa germinación contemporánea de las investigaciones bibliográficas en el mundo hispanoamericano y como remate de tanteos antecedentes en el país (77), el gobierno chileno decide la formación de la primera bibliografía general de publicaciones chilenas desde la introducción de la imprenta en 1812; el trabajo se encarga a Ramón Briseño, exprofesor y amigo de Moreno, y al cabo ve la luz pública en dos partes (1862 y 1879) (78) Es en esta parte del continente la primera iniciativa orgánica hacia la inventariación de las producciones impresas de todo un país y es idóneo pensar que obrase como otro impulso vigoroso para estimular la vocación de Moreno en una dirección definida.

El acceso de Moreno como Director a la biblioteca del Instituto Nacional (79) lo sitúa en posición estratégica ideal para dominar la técnica bibliográfica y aprovechar otros elementos igualmente propicios.

 

IV

Cuenta Moreno que desde niño había sido aficionado a recolectar papeles (80): "vocación de allegador coleccionista [...] inexorable y temprana" (81). Sus "primeros ejercicios literarios" (82), consagrados todos desde 1858 al estudio de obras y autores connacionales denotan ya "la avidez con que siempre acoge cualesquiera suertes de publicaciones bolivianas" (1868) (83). En 1871 orienta por fin la labor recolectóra con un criterio concreto y exhaustivo: "acometí el año 1871 desde Chile las tareas de coleccionista boliviano" (84), "contraído [...] a allegar un ejemplar de cuanto sale impreso en Bolivia" (85).

Aquí viene al caso apuntar las ideas y los sentimientos que presiden su entrega a ese destino. Véase ante todo cómo contempla Moreno el cuadro de la vida coetánea en su patria: "Bolivia vive en plena edad de hierro. Habita de ordinario los despeñaderos donde dragonea, contra el derecho escrito, el brazo fuerte. No ha salido de ese período estéril i turbulento que suelen atravesar los pueblos, antes de conquistar para su estado político el reposo fecundo de la libertad" (86) Ahora bien: la obra bibliográfica, "la organización de todos los elementos que constituyen por decirlo así el museo de los anales patrios, es simple tarea de pueblo previsor, para quien la voz de su pasado tiene siempre enseñanzas peculiares i advertencias que le tocan de cerca. Conservar con algun respeto ese tesoro de experiencias domésticas [...] es acto serio de buen sentido, propio de sociedades que no queriendo encerrarse en una infancia perpetua, desearían recojerse algunas veces a examen en horas de entusiasmo ó desaliento, para buscar dentro de sí mismas cordura ó entereza" (87). Particularizando el examen a las etapas del proceso biliográfico, "el espíritu coleccionista figura entre los gustos refinados de orden i la prosperidad, de que aun no disfruta Bolivia" (88). Ni es este el único mal que allí conspira contra el prevalecimiento de los documentos bibliográficos. Porque "donde la actividad mercantil con sus desechos, envoltorios, anuncios, etc. suministra mayor cantidad de papel al uso doméstico [...] figuran los impresos del día en una parte menos considerable", pero "en Bolivia el rigor adverso de esta lei se aplica sobre casi la totalidad de la pobre gacetería i folletería [...] por cuanto no se conoce en las familias el uso de papel de envolver, lo gasta con suma medida el comercio, i en los bolsillos no se asila todavía el papel hijiénico" (89) Y si "á lo anterior se agrega el hecho de que por lo regular las tiradas mas grandes en Bolivia no pasan de 500 ejemplares tendremos esplicado el hecho deplorable de haber desaparecido por completo los impresos de 1825 a 1840 cuando allá no hai archivo, biblioteca ni oficina que haya conservado un ejemplar siquiera de una colección nacional de publicaciones" (90). He ahí por qué "los que en Bolivia i fuera de Bolivia gustan de coleccionar impresos bolivianos, prestan á los anales americanos un servicio mui importante de suyo, i por motivos especiales mas precioso que el debido, por ejemplo, a coleccionistas de papeles chilenos, arjentinos, peruanos" (91). Y no puede decirse menos por lo que atañe a los documentos manuscritos (92).

Que Moreno vio el cuadro certeramente lo muestran hoy los vacíos incolmables que a pesar de todos sus esfuerzos han quedado en la bibliografía boliviana, correspondientes a piezas de las cuales apenas si se conserva el título(93).

Coleccionista boliviano desde Chile... Pronto cae no obstante en la cuenta de que es imprescindible acudir en persona a Bolivia siquiera precariamente para alcanzar los depósitos inaccesibles de lejos en procura de materiales quizá los más consistentes. Así emprende un primer viaje en dicho año de 1871. El que saliera adolescente volvía hombre "a la inolvidable patria boliviana"."y tornaba á ver, el corazón palpitante de emoción, sus mediterráneas y estacionarias ciudades llevando todavía, con majestad secular, impreso en sus frentes el sello de la dominación española". Sucre constituyó su cuartel general como tradicional cabeza intelectual del país. En la ciudad donde parecía alentar aún la sociedad de la colonia "letrada, togada, condecorada, primada, encopetada, privilegiada y desocupada" saturóse con las esencias que su alma de adolescente había aprendido a aspirar. "Alucinado por la magia de esta impresión dominante, la cabeza llena de imágenes antiguas y sombras de otro tiempo, uno recorre las calles, plazuelas, templos, claustros y sitios señalados con fijeza por las crónicas, y ve levantarse al paso hombres y cosas de esa época como diciendo (aquí estoy) al solitario interrogante [...]. Así es que habitando entre vestigios de toda especie, pesquisando desvanes ruinosos, revolviendo caducas testamentarías, allegando manuscritos y pergaminos, me sentí poseído del espíritu local de las edades, ardí en deseo de experimentar las impresiones ausentes, paladeaba con delicia todo lo añejo, rastreaba entre la descendencia los postumos renuevos de otra sociabilidad". "Mi vocación transitoria dentro de la noble ciudad quedó al punto fijada irrevocablemente" (94).

Con los materiales que de vuelta a Chile después de algunos meses lleva consigo puede ya dar al trabajo recolector un sentido de coordinación orgánica. En 1873 "los documentos bolivianos que para su conservación [...] recoge en esto momentos" (95) constituyen ya una nutrida colección. En 1874 nos dice: "he conseguido reunir una colección boliviana tan copiosa, que su catálogo sería ya por sí solo un buen ensayo bibliográfico de la imprenta en Bolivia"; "en la sola sección de folletos tengo ya no menos de 102 gruesos volúmenes en 4o español, i 53 del [tamaño en] folio correspondiente" (96); cuenta además con "un cúmulo de periódicos y hojas sueltas" (97) y manuscritos profusos (98).

En este año 1874 emprende otro viaje a Bolivia "como coleccionista de toda suerte de impresos bolivianos"(99). Simultáneamente hace públicos por vez primera sus propósitos que en el momento se dirigen a "la formación de una estadística de la tipografía nacional en sus tres formas habituales, folleto, periódico, hoja suelta" como inexcusable "primer paso hacia el inventario jeneral e ilustrativo de la bibliografía boliviana"; acompaña una lista de las publicaciones que aún están ausentes en su colección y desea obtener; recurre al espíritu de ayuda de "los bondadosos señores que quisieren favorecerme con sus dádivas, como los que tuvieren interés en enajenar algunos impresos de importancia"; y finalmente, "con el título", dice, "que me da tan alto propósito, me presento ahora yo mismo en persona ante mis queridos compatriotas, solicitando rendidamente su cooperación [...] Para el efecto no promuevo suscripciones ni exijo adelantos pecuniarios, ni desplego programa de ricas promesas, ni propalo anuncios para la novelería. En la actualidad pido impresos i mas impresos bolivianos. En seguida solicito datos e informaciones sobre los verdaderos autores de ciertos opúsculos anónimos, i acerca de la impresión, circulación, etc. referentes a impresos importantes de las tres formas. Los dias presentes son preciosos i fatales, en el plazo de duración que la naturaleza ha fijado a las fuentes vivas i orijinales, propias de este linaje oral de investigaciones. Comienzan ya a enrarecerse las filas de la jeneración que figuró en los tres primeros decenios de la república, i esa jeneración es el único testigo sabedor de las oscuras menudencias que constituyen el jérmen de ciertos esclarecimientos brillantes, i a veces soprendentes, que la bibliografía hace brotar para la historia" (100).

Estos viajes representan dos vastas expediciones de recolección. "Compré cuanto de nuevo o de desconocido encontré; pero en jeneral deudos i amigos mui jenerosos que no me es dado nombrar por ser muchos, acudieron en mi obsequio con dádivas mas o menos importantes" (101). Léanse las páginas en que relata aquellos episodios: algo así como el informe de un buzo emergido desde las honduras ácueas, henchida la bolsa de muestras incógnitas (102).

El examen del primer catálogo de la Biblioteca boliviana (103) permite apreciar lo que en orden a impresos pudo lograr el campo mismo la solicitud previsora de Moreno. Y por vía de muestra gráfica véase lo que él mismo nos dice sobre los resultados obtenidos en incunables de la tipografía boliviana, uno de los renglones más importantes para su afán: "aquí debo mencionar [...] a uno de mis favorecedores mas esplendidos en papeles impresos de la época consabida: don Tomas Frías [ a la sazón presidente de Bolivia], quien, en un gran cajon lleno, pasó bondadosamente a mis manos un acopio considerable de los folletos, hojas sueltas i periódicos, que durante los cuatro años primitivos de la fundación i organización de Bolivia, había juntado él mismo con esa prolijidad que le es característica" (104); papeles de los que, por ejemplo, proviene la colección de El cóndor de Bolivia, primera gaceta estable en nuestro país (1825-8) y que actualmente no existe ya sino en el ejemplar completo conservado por Moreno (105). Es lícito presumir asimismo que lo más importante de la bibliografía altoperuana colonial en la Biblioteca boliviana, debe de ser cosecha levantada en estos viajes a Bolivia, donde es fuerza que prevaleciesen todavía como en tierra casi virgen al impulso allegador (106).

Cuanto a manuscritos Moreno obtiene en Sucre por obsequio de su antiguo amigo y profesor Daniel Calvo "dos grandes cajones" de documentos acumulados por Pedro Antonio de la Torre, representante peruano ante el gobierno de Santa Cruz: "eran nada menos que los borradores autógrafos y papeles particulares del fundador de Bolivia [el mariscal Sucre], muchedumbre de oficios coetáneos de los presidentes departamentales y otras autoridades, el archivo completo del ejército unido libertador que ocupó el Alto-Perú después de Ayacucho i un gran acopio de documentos referentes a la administración del gran mariscal Sucre en la nueva República", nutrido acervo en el cual, entre otras piezas curiosas, se encuentra uno de los tres ejemplares autógrafos de las capitulaciones de Ayacucho, uno de los originales del acta de la independencia de Bolivia y el borrador de una carta de Sucre a Bolívar (abril, 1825)"donde contra los escrúpulos y designios de éste aboga aquél vigorosamente en favor de la independencia autonómica del Alto Perú" (107). Por "dádiva magnífica del poeta i literato don Mariano Ramallo" viene a sus manos otra buena cantidad de manuscritos relativos a las postrimerías coloniales altoperuanas, a la fase inicial de la independencia y a la fundación de Bolivia (108).

"Otro amigo tan estimado como respetable, el doctor don Manuel de Cuéllar, puso en mis manos todos los papeles de Castelli" relativos a su comisión de 1810-11 en el Alto Perú (109). Por sí mismo y valiéndose de amanuenses toma numerosas copias y anotaciones en los archivos del Congreso, del Estado, en la biblioteca pública donde yace depositada la enorme papelería de la antigua Audiencia de Charcas, y en la biblioteca del oratorio de San Felipe que gualda otros importantes papeles republicanos. Aparte de todo esto logra también material decisivo sobre el famoso pronunciamiento de mayo 25 de 1809 en Chuquisaca y una serie riquísima de expedientes oficiales sobre la administración de las antiguas misiones jesuíticas de Mojos y Chiquitos desde el extrañamiento de los regulares hasta la guerra de independencia (110).

Gracias estos viajes Moreno puede por otra parte establecer para en adelante un sistema de recolección proyectado a vencer las dificultades de la distancia que media entre el sujeto paciente -Bolivia- de la gran encuesta bibliográfica y el sujeto operante -Moreno- retraído en su "quieto y apartado gabinete de la Biblioteca del Instituto Nacional" (111) en Santiago. El sistema funciona a caigo de corresponsales situados estratégicamente en los centro bolivianos principales de población; cuéntame entre aquéllos los coleccionistas que a la sazón operan ya fronteras adentro, como Valentín Abecia, Luis Mariano Guzmán, Samuel Velasco Flor, en Sucre, Cochabamba y Potosí respectivamente (112). Dada la inseguridad de los correos -"la administración de Cobija es el pozo de Airón" (113)- debe ajustarse también una especie de servicio propio de estafeta por medio del cual conducir a salvo hasta Chile lo recolectado, servicio cometido a empresarios de comercio por lo general, cuyos nombres es justo recordar: en Sucre y Potosí la Casa Harriague y compañía, en La Paz Mariano Pero, en Tacna Calisto Valverde, en Cobija la casa Aguirre Zabala y compañía... (114) Henos así con prietos paquetes de impresos bolivianos transmontando al tranco de las acémilas las empinadas y abruptas distancias desde las ciudades bolivianas hasta la costa del Pacífico y luego por mar y tierra hasta la capital chilena; y otros paquetes de impresos de todas suertes recorriendo en reciprocidad esas mismas distancias en sentido inverso. En la biblioteca que fue de Valentín Abecia fragmentariamente conservada hoy en la Universidad de San Francisco Xavier (Sucre) aprécianse no pocas muestras de este intercambio.

Como Moreno colecta igualmente papeles de cualquier manera relacionados con Bolivia no importa si publicados en el extranjero, sus no escasos recorridos por otros países vienen a ser otras tantas campañas de recolección. Lima, ingente emporio documental estrechamente vinculado al Alto Perú y Bolivia desde los días del virreinato, siente el impulso de su afán: "pasé á Lima en 1873"; "allí saqué copias prolijas y allegué cuanto papel impreso o manuscrito estuvo al alcance de mis pesquisas" (115); de entonces su relación fructífera con ilustres colegas peruanos de oficio, como Ricardo Palma y Mariano Felipe Paz Soldán (116). Más de una vez se traslada a Buenos Aires (117), otro vasto depósito, a su vez, de papeles atañederos a nuestro país desde los días del virreinato ríoplatense comprensivo de las provincias altoperuanas; allí encuentra amplias posibilidades de explayar sus propósitos y de trabar lazos de amistad con el "gremio de los papelistas" (118), Mitre, Carranza, Zinny, Pelliza, Lamas, Trelles, Casavalle (119). Un buen día, en procura de ciertas copias acaba cruzando el Atlántico rumbo a repositorios europeos, en particular el Museo Británico, "espléndido palacio donde junto con tantos tesoros diversos se guardan preciosos papeles" y en cuyas "urnas labradas y conservadas por la munificencia británicas están los documentos listos al examen i copia de todos los hombres estudiosos sin distinción de razas" (120).

Aquella organización recolectora bibliográfica que en su alcance inmediato abarca siquiera el haz de medio continente americano, es en teoría muy concebible y su existencia parece simple y natural. Mas si sopesamos el tremendo esfuerzo -tiempo, actividad, dinero-que supone y la regularidad y el beneficio con que funciona, a estar con las pruebas materiales hoy visibles, admira, y aún más conmueve, el caso de aquella vigilante conciencia misional consagrada al servicio de un ideal trascendente.

Ni falta en tan peregrina aventura bibliográfica el feroz contraste de la suerte adversa que un día se complace en someter a Moreno a una prueba de fuego literal. A la sazón él se encuentra muy lejos de Chile, cuyo territorio ha dejado voluntariamente, en su condición de boliviano, al desencadenarse la llamada guerra del Pacífico entre aquel país, por una paite, y Bolivia y Perú por la otra (121). "Toda mi Biblioteca boliviana, cuando partí de Chile el 4 de Agosto de 1879 quedó encajonada convenientemente en 24 cajas de madera hechas ex-profeso. Estos bultos fueron acomodados para su conservación en el sótano del laboratorio químico de don Uldarico Prado, en su casa esquina de San Diego (hoi Arturo Prat) i Carrascal (hoi calle de Eleuterio Ramírez). Esta casa se incendió el 28 de diciembre de 1881, i el fuego comenzó por el laboratorio. En este incendio pereció mi biblioteca. Con todo, mis amigos lograron salvar alguna cantidad de libros impresos. Los tres cajones de manuscritos de documentos orijinales sobre la fundación de Bolivia y administración del jeneral Sucre, perecieron casi completamente" (122). Huelga encarecer la repercusión que en el ánimo de Moreno suscitaría el siniestro que casi arruina su obra entrañable. Está dicho empero que en ese ánimo preexiste el enérgico tesón capaz de imponerse a tales trances. " Al dia siguiente de mi regreso a Chile el [Fecha en blanco] febrero de 1883, fue mi primera diligencia inspeccionar los restos del desastre, i desde ese mismo momento di comienzo a la tarea de remontar las pastas que lo admitian en ciertos volúmenes, ordenar de nuevo aquellos cuyas hojas andaban dispersas, en una palabra, proceder a la reorganización de lo salvado, conservando el sistema distributivo que antes tenia. /Estas pajinas en blanco y este volumen donde escribo las presentes líneas, son restos ya restaurados. Sucesivamente iré consignando aqui las reparaciones que se fueren haciendo en las cuatro series de volúmenes uniformes que componen los (Documentos bolivianos)./ Santiago, abril 7 de 1883". y en su pertinaz tarea de reposición no pára hasta llenar dentro de lo humanamente posible los claros abiertos por las llamas. Con todo, en los compartimientos de manuscritos, ejemplares únicos, y de hojas impresas sueltas, y en la misma condición por su rareza, el daño era irreparable (123).

Restablecida su residencia en Santiago después del evento bélico (124) Moreno prosigue haciendo funcionar activamente su sistema de recolección. Y cuando en 1908 la muerte rinde su cuerpo maltrecho por accidentes del trabajo, lo encuentra marchando sobre la línea que le había deparado la conciencia de su propio destino (125).

Resultado de este esfuerzo ingente es la Biblioteca boliviana o Colección de documentos bolivianos, nombres que indistintamente usa su progenitor, compuesta por impresos y manuscritos. Los impresos comprenden, dentro de un plan de proyección exhaustiva, libros folletos, periódicos (revistas y diarios) y hojas sueltas publicados en Bolivia, y en el extranjero por bolivianos o por extranjeros sobre asuntos de algún modo relacionados con Bolivia, en cualesquier géneros de asuntos y en cualquier épocas hasta 1908 (126), con un número total de 7,460 títulos, contando las publicaciones de serie (diarios, revistas, etc.) por colecciones y no por números sueltos. Los manuscritos comprenden las dos grandes épocas de nuestra historiografía escrita -Colonia y República- en número imposible ya de precisar pues en el incendio es lo que más padece; hoy cuenta unos 2,000 ítems (127). Obra a la vez de inteligencia y de amor, no le falta por cierto la acuciosidad de disposición formal -sus piezas están ordenadas en cuatro series uniformes de tamaños (8o, 4o. folio y gaceta) (128) ni el ansia solícita de prevalecimiento contra la injuria de los días -todos sus volúmenes se encuentran reciamente "acorazados contra el tiempo" (129) gracias a una pasta "uniforme y lujosa" (130)-.

"Los que nos damos al oficio de colectadores" (131) suele decir Moreno. Lo que de su obra hasta aquí se ha mostrado permite identificar en él al coleccionista de noble extracción, que uniendo el sentido indeliberado de la vocación al responsable reflexivo de la misión vuelca su vida, "como quien camina al cumplimiento de un deber sagrado"(132), sobre el propósito de ser antes de todo y sobre todo el allegador de impresos bolivianos por antonomasia.

 

V

Moreno, empero, no es de aquellos coleccionistas que hacen del libro el fin supremo. Antes bien, su obra está imbuida en la doctrina de que el libro es para el hombre y no el hombre para el libro. Hemos podido ver ya que un vivo sentimiento de servicio humanista, dígase patriótico, preside a sus afanes. Por eso se precia singularmente de que su colección boliviana "no sin frecuencia consultada en mi modesto gabinete por amigos y por otros que no lo son [...] ha prestado ya, en provecho de Bolivia, importantes servicios a la verdad histórica y a las empresas del intrépido capital extranjero en Corocoro, Huanchaca, Caracoles, Mejillones, etc" (133).

Su calidad de catalógrafo adjunta a la de coleccionista deriva de esa elevada ética profesional. El catálogo, clave ordinal de un repositorio, es el medio específico gracias al cual el hombre, para quien es la biblioteca, penetra en ella, la hace plenamente suya: de esta suerte, cuando el catálogo se publica además, acrecienta hasta el máximo sus posibilidades de eficacia para el pleno aprovechamiento humanista del repositorio.

Poco tiempo después de iniciar formalmente su empresa de recolector de documentos bolivianos, también los ordena Moreno "metódicamente [...] para su mejor consulta" y en 1874 están "ordenados por materias" los libros y folletos; "un joven esperto en trabajos bibliográficos ha formado bajo mi direccion un excelente catálogo de toda esta importante sección. Es tan expeditiva la consulta de este rejistro, que reduce a pocos segundos el tiempo necesario a cualquiera investigación o consulta" (134). Anhela publicarlo desde luego, pero "despues que se le ha dado cima, he venido a notar que él forma un grueso volumen, i que el costo de su impresion seria mui dispendioso": recuérdese que Moreno trabaja por exclusiva cuenta propia, sin ayuda oficial ni institucional de ninguna clase. Cuanto a la sección de periódicos y hojas sueltas, en este mismo año "mi trabajo personal i el de algunos ayudantes, han logrado por fin introducir algun orden [...] Un nuevo esfuerzo bastaria a [...] consignar su filiación en un catálogo metódico" (135).

Empeño adelante, llega el momento en que están concluidos los originales correspondientes a los tres catálogos completos que contempla el plan de Moreno para la Biblioteca boliviana: uno de libros y folletos, otro "de los impresos sueltos i de las gacetas y el otro el inventario razonado e informativo de los manuscritos". Aún más: a comienzos de 1879 Moreno ha encontrado por fin un Mecenas boliviano comprensivo y eficaz que va a hacer frente al propósito de publicar estos registros, y están "acopiados los materiales de impresión i hechos casi todos los gastos" (136).

Moreno pasa en efecto a la imprenta los originales del primero de los catálogos; los otros vendrán por su orden. Pero otra vez la adversidad sale al paso contra sus propósitos. Avanzada la impresión estalla la guerra del Pacífico. Apenas puede concluirse esta edición. En Julio 31 de 1879 Moreno pone en el colofón: "La guerra del Pacífico [...] impide la publicación de los dos volúmenes más de que debía constar el catálogo de la Biblioteca Boliviana [...]. Pero a duras penas se ha podido concluir el presente volumen hoi día de la fecha, cuando ya no es posible prorrogar por mas tiempo la permanencia del autor en el país; habiendo él hasta ahora proseguido imperturbablemente la tarea tan sólo por los motivos morales que se indican en el prólogo (137), i para corresponder con esfuerzos supremos de dilijencia a la proteccion eficacísima dispensada a esta empresa i al que esto escribe por un antiguo y querido amigo [...] el esclarecido patriota boliviano Aniceto Arce" (138). Aparece, pues, en letras de molde el gran catálogo de libros y folletos de la Biblioteca boliviana, colectados hasta 879: un total de 3.529 ítems con doble entrada, alfabética de títulos y alfabética de autores, y con profusas glosas informativas y críticas (139). Restituido a Chile y conforme al crecimiento de su coleccion, en 1900 se publica un primer suplemento al catálogo de esta sección, que asciende el número de ítems a 6.176, con entradas cronológica y alfabética de autores y títulos (140) El segundo suplemento, publicado en edición postuma, amplía el alcance cronológico de los materiales hasta 1907 y el número de ítems a 6.815, con entrada alfabética de autores o títulos (141)-

Por lo que atañe a los catálogos de las otras secciones está dicho que en el incendio de 1881 había desaparecido casi por completo el material de hojas sueltas y de manuscritos, quedando así trunco el primitivo plan de publicación, pues Moreno siempre tuvo cuidado de ofrecer en sus catálogos sólo aquello que poseía efectivamente.

Con todo, en 1888 sale a luz el catálogo de la única serie completa de manuscritos que escapara a las llamas, un conjunto de documentos originales y coetáneos sobre las misiones de Moxos y Chiquitos (142), procedentes del archivo de la audiencia de Charcas, tribunal a cuyo cargo había quedado la administración de aquéllas desde el momento de la expulsión de los jesuítas, sus fundadores. Comprende un total de 942 ítems, 1767 a 1825. Los resúmenes catalográficos, razonados y descriptivos, están distribuidos en sendas secciones relativas a ambas provincias, Moxos y Chiquitos, y ordenados cronológicamente según la sucesión de períodos relativos a sus gobernadores. Cada sección esta ilustrada con un estudio preliminar sociológico e historiográfico sobre estos famosos establecimientos misionales y con notas informativas en número de 338. Material rebosante de noticias las más substanciosas sobre la geografía, la etnografía, la sociología, la lingüística, la historiografía de las regiones amazónicas y platense bolivianas, y cuyo interés trasciende a un plano general en razón de referirse a países y pueblos que sirvieron de material experimentable para una de las evoluciones sociales dirigidas más sorprendentes que registra la historia humana. Será muy difícil presentar otro ejemplar americano en el género, equiparable a este catálogo en valor de sistematización, síntesis y consistencia (143).

En 1905 se publica el tercero de los catálogos de la Biblioteca boliviana, correspondiente a la sección de periódicos (144), completado con un suplemento en 1908 (145). Con doble entrada, cronológica y alfabética de títulos, inscribe 650 colecciones de gacetas de todo el país dentro del lapso comprendido entre 1825 y 1907. Supuesta la colosal función enciclopédica desempeñada en la vida intelectual boliviana en fuerza a razones peculiares por las gacetas, sobre todo en los cinco primeros decenios republicanos, se sopesará la gravitación informativa de este acervo. Avaros, en efecto, aquellos días para el libro, el folleto y la revista, sea por escasez material o por inconsistencia intelectual, todo se vuelca a los periódicos. "La prensa es allí, mas bien que en cualquier otro estado democrático, el aparato respiratorio que juntamente recibe y da la vida a todo el organismo social. Allá se dice todo lo que se siente, que para mayor desgracia todavia, es mucho [...]. Los negocios privados, la administración, las cuestiones esternas, las letras, la manía versificadora, tambien tienen sus armas, sus paladines, su campo, sus bombos y cornetas, sus guerrillas i sus lides" (146). El investigador de temas bolivianos en cualquier época y aspecto tendrá inexcusablemente que ir a interrogar a esas columnas que "si para los contemporáneos mienten y yerran [...] dicen la verdad (hasta la verdad misma de su errar y de su mentir) para ante la historia" (147)

Así queda completo el ciclo de catálogos de la Biblioteca boliviana.

Mas junto a él es indispensable mencionar todavía los registros de la Biblioteca peruana de libros, folletos y revistas, correspondientes a las secciones organizadas en la Biblioteca Nacional y en la biblioteca del Instituto Nacional en Santiago de Chile (148). "[...] tan solo por llevar una contribución cualquiera á los estudios americanistas contemporáneos" se habia impuesto Moreno "fuera de obligacion el trabajo de este Catálogo" (149). Un total de 3.474 items de la bibliografía colonial y republicana de Perú hasta 1895, sobre toda clase de temas, se inscribe allí con doble entrada alfabética de títulos y de autores. El repertorio asume una importancia substancial para Bolivia. Aparte las patentes semejanzas y aun identidades genéricas que en más de un plano muestran Bolivia y Perú, un entrecruzamiento no menos patente de las sendas lineas históricas concretas en repetidos y extensos períodos de sus cursos respectivos determina la consiguiente y vasta comunidad de elementos bibliográficos. Algo más: Moreno ilustra el catálogo con profusas notas, particularmente en el segundo volumen, que proyectadas sobre motivos nítida y peculiarmente bolivianos autorizan a pensar en una deliberada intención de destacar las piezas mejor adecuadas a interés boliviano. Según esto, la colección misma y su catálogo entran por fuerza lógica en la ya enorme contribución bolivianista bibliográfica de Moreno, y la consulta del registro es inexcusable para el investigador de temas relativos a nuestro país.

Una sola vez cruza por el ámbito de esta región de la obra Moreniana cierta ráfaga de escepticismo, que al propio tiempo es conformidad al considerar desde un alto del camino el largo y trabajoso curso recorrido y el que todavía espera: "Por modesto que sea su cargo, por triste el afán de estar contando con los dedos y midiendo con varilla métrica las páginas que otros escribieron, es la verdad que el catalogador bordea los umbrales de la vejez con más desencantos que encantos"(150).

 

VI

Que Moreno, a más de coleccionista y catalógrafo fuese anotador y comentador de libros y autores, consecuencia es también de su sentido humanista de la bibliografía, en connivencia íntima esta vez con su vigorosa vocación de escritor.

Aquí está el origen de esas "notas bibliográficas" tan propias de él, tan incorporadas en su personal estilo. Además de las que en número de unos dos millares ilustran los catálogos propiamente dichos, lo más de la obra escrita restante de Moreno, publicada o inédita, debe comprenderse dentro de esta categoría: las publicaciones con que Moreno inaugura su carrera de escritor son en realidad notas bibliográficas sobre autores bolivianos (151); cuando la Biblioteca boliviana está en proceso de formación, él no se descuida de difundir desde la tribuna literaria, la revista y el libro, comentarios bibliográficos y documentos bolivianos (152) todo un ciclo de libros que atesoran quizá las páginas mejores de su obra literaria, se cobija bajo el modesto epígrafe de "notas bibliográficas" (153); a las veces de esta vena vienen a fluir dechados nobles de creación tan intensa con original (154); algunas, desenvolviéndose, llegan a constituir libros enteros, como el consagrado a uno de los acaecimientos mas patéticos de la historia política de Bolivia, nutrido haz de notas puestas al margen de las gacetas coetáneas (155); otras no pasan de tres líneas pero siempre manifiestan una impronta sugestiva: "No conozco otra edición anterior de esta obra hoi todavía mui usada por los que quieren prepararse a una confesión suavísima i que deje limpia el alma como patena sagrada" (156).

Dos virtudes confieren a Moreno anotador bibliográfico una jerarquía única en los dominios de la especialidad: La primera es su condición de escritor nato, bien lograda por un persistente, ininterrumpido, inflexible y cierto cultivo de las técnicas de la palabra escrita. Moreno, por cierto, no cree en los milagros exclusivos de la inspiración ni de la intuición. "El instinto poético es impotente por sí solo [...] El estudio paciente [...] y la meditación profunda [...] son quienes desenvuelven los gérmenes del ingenio y llevan por un camino más largo, es cierto, pero más seguro, a las eminencias en que la mente encuentra sin esfuerzo la fórmula genuina y la imagen sensible de su pensamiento" (157); "la palabra hablada y la palabra escrita, como todo lo que produce el ingenio humano, consisten en algo que se puede hacer bien o se puede hacer mal, y para eso está el arte de hacerlas bien" (158). En este punto Moreno es implacable: "En otros lugares he dicho que [Vicente Fidel López] posee una genuina de escritor hasta ser primero entre los prosistas actuales del Río de la Plata. Pero no ha sido esto mucho decir, porque al mismo tiempo he puesto el correctivo de que escribe, como ellos, castellanoide bonaerense [...]. Si es en esta forma como queren los del Plata apartar dialecto, sea en buena hora, y tanto peor para los soberbios"(159). Qué mucho, pues su rigor empieza por casa: "Si usted ha tomado a lo serio unas cuantas notas con que en Chile acompañé la publicación de algunas poesias bolivianas, hará mui mal; pues es la pura verdad que a la vuelta de unas cuantas evidencias de Pedro Grullo, dichos borrones son un hatajo de faltas gramaticales i de galicismos que ni censura merecen por haber salido de un colegial imberbe. /En prueba de que esto no es falsa modestia, diré a usted que yo mismo voi a pronunciar en alta voz el yo pecador cuando de a la estampa un libro de crítica sobre nuestro poetas, el cual sera sometido al yunque, no nueve meses, como manda Horacio, sino nueve años, en expiación de aquella ligereza infantil" (160). Quien sabía exigirse así era fuerza que llegase a ser, como Moreno es, un señor, y si bien se quiere un señor feudal por virtud de dominio absoluto, en el arte de escribir; y era fuerza también que acabase cobijando toda su ciencia y toda su arte de anotador bibliográfico bajo una sentencia fulminante: "La bibliografía es fría como el hielo y dura como el diamante" (161).

La otra virtud de Moreno anotador bibliográfico reside en la pluralidad de su preocupación intelectual. Con él no pudo la presión achatante del especialismo. Esto debe atribuirse tanto a la robustez de su originalidad creadora como a la rigurosa cultura que incorpora en su patrimonio espiritual desde los años propicios de la adolescencia y sigue atesorando asiduamente a lo largo de toda su vida: sabio ejercicio que mantiene su mente vivaz, inquieta, flexible, imaginativa, aun en los linderos de la senectud. Y así, mientras otros proclaros practicantes del oficio en el ámbito americano marchan casi siempre por el invariable camino de una erudición unilateral, Moreno incursiona largamente con impulso seguro en los amplios campos marginales de la especulación abstracta, la sociología, la psicología, la literatura, la historiografía, y acaba, aunque él no se llama sino "simple apuntador bibliográfico" (162), instalándose en la eminente atalaya de la crítica magistral desde donde escudriña las perspectivas de obras y autores con aguda mirada captadora. "Algo ha visto ya por esta América en materia de papel impreso [...] y hay por lo mismo que aguantarle i no más el desenfado con que juzga y opina" (163).

A su cantidad, las notas bibliográficas de Moreno añaden, pues, la calidad y la variedad. Constituyen desde luego una cierta y generosa fuente informativa sobre el objeto propuesto. Representan luego un repertorio de temas fundamentales sugeridos para la consideración y la discusión. Representan a la vez una rigorosa guía crítica. Si existe una doctrina moreniana del ser nacional boliviano como peculiar sujeto histórico, será imposible circunscribirla y comprenderla sin recurrir a las notas bibliográficas de Moreno. Y allí el estudioso debe ir también a buscar los elementos con que reconstituir el sentido de la vida del autor y, más aún que eso, los hechos de su vida misma.

 

VII

Una vista sumaria del proceso bibliográfico boliviano permitirá circunscribir el valor objetivo que la obra de Moreno entraña.

La Colonia (1539-1809) representa principalmente un paso adscrito a los inicios -recolectar, conservar- de la obra bibliográfica. No existen entonces bibliotecas públicas propiamente dichas, mas en las numerosas conventuales y privadas vanse atesorando elementos hoy preciosos para el país; en los archivos del gobierno se depositan por su parte rutinaria y generosamente los documentos oficiales (164). La resaca del tiempo arrastra hasta nuestros días por entre peripecias sin cuento restos a las veces considerables de aquella papelería, restos más bien náufragos y dispersos, pues aquellos no son repositorios organizados ex profeso con miras a la posteridad. En la Biblioteca Nacional de Bolivia se conservan aún piezas de significación altoperuana procedentes, verbigracia, de las colecciones acopiadas en las postrimerías coloniales por el doctor Pedro Vicente Cañete (165) en Potosí y por el arzobispo Moxó (166) en La Plata hoy Sucre; el antiguo archivo oficial de la Audiencia de Charcas, materia prima inexcusable para la reconstitución historiográfica de aquel tiempo, viene a parar al Archivo Nacional de Bolivia y los papeles administrativos de Potosí al archivo de la Casa de la Moneda en dicha ciudad; etc. (167).

Establecida la República (1825) y si bien, después de una primera tentativa frustránea por fundar biblioteca pública en Sucre (168), pueden a partir de 1838 (169) establecerse arduamente repositorios de esta clase en las capitales de departamentos, ellos padecen por muchos lustros una vida azarosa y de provecho escaso para el propósito de conservar y organizar materiales destinados a la integración cultural: un entendido en la materia arguye en 1874 que "no hai archivo biblioteca ni oficina que haya conservado un ejemplar siquiera de una colección nacional de publicaciones" (170); otro informante idóneo observa en el propio año con respecto a la biblioteca de La Paz que "la fundó el Obispo Indaburo con obras propias, a las que se agruparon las de los conventos extinguidos, tres mil volúmenes traidos de Europa i varios donativos. Hoi no tiene tres mil volúmenes: ha sido espantosamente saqueada" (171); todavía en 1883 un tercero depreca: "En un país en que han sido crónicas las convulsiones políticas, no hai archivos, la documentación histórica no existe. Los archivos públicos mismos son truncos o están en pleno desorden; y esos tan solo se hallan en Sucre o en La Paz. En Cochabamba no posee la Biblioteca pública ni las colecciones de los periódicos de la localidad" (172). El Archivo Nacional, que recolecta la documentación gubernativa sedimentada desde la Colonia, no se funda formalmente hasta 1884 (173). La empresa privada tampoco parece conformarse por de pronto a plan ni concierto bibliográfico estricto sino al acaso o la satisfacción de meras proclividades de solaz personal, como en Tomás Frías, Daniel Calvo y Mariano Ramallo cuyos materiales confluyen luego (174) en la colección de Moreno, o como en Gregorio Beeche (175) de quien la colección no llega a beneficiar a Bolivia. Sólo dentro del último tercio del siglo XIX el impulso cobra cuerpo y sentido orgánico, por lo cual ha menester una pausa en dicha etapa:

Las primeras publicaciones de trabajos con positiva trascedencia bibliográfica sobre elementos bolivianos impresos y manuscritos son los de Moreno en 1868-74 (176) desde Chile; en particular las notas adjuntas a la biografía de Galindo constituyen en absoluto el primer ensayo formal bibliográfico boliviano de que tengamos noticia. Pero ya entonces, como respuesta local ante el interés por estas disciplinas en el continente, otros bolivianos operan también fronteras adentro.

En La Paz José Rosendo Gutiérrez (1840-83) (177) colecciona desde 1864 papeles de autores bolivianos o sobre asuntos bolivianos (178). Por fines de 1874 los datos resultantes, aunque "no coordinados ni puestos en orden formaban ya un grueso montón" (179). Al anuncio hecho por Moreno desde Chile, Gutiérrez, pareciéndole "lícito y necesario hacer constar que el autor del (Proyecto) de Bibliografía boliviano no era el primero ni el único que habia concebido tal propósito" (180) comienza presuroso a publicar por entregar sus apuntes catalográficos hasta formar un registro de 2,203 ítems con entradas alfabéticas de autores y de títulos (1875) (181) completado años después (1880) con suplementos que amplián el número a 3,089 ítems (182). Moreno valora así tal empeño: "Este libro es el primero en su especie publicado en Bolivia, i su autor es un coleccionista infatigable desde largos años atras. Ha logrado reunir un rico i valioso cúmulo de libros, folletos, gacetas i hojas sueltas del país i sobre el país, que no sé si están ya debidamente encuadernados en pasta formando una verdadera colección de espedita consulta" (183). Habíanse propuesto Gutierrez culminar sus propósitos "dando a la estampa nuevos apéndices sucesivos" (184) y asimismo los catálogos de la sección de periódicos bolivianos; de "todas las publicaciones americanas escritas por americanos o sobre asuntos de América, que sin tener relación directa con los de Bolivia deben consultarse por la homojeneidad de costumbres, raza e instituciones"; y, en fin, el de "la no escasa coleccion de manuscritos relativos a la Historia, Estadística y Jeografica Nacional, que tambien se encuentran en nuestra librería" (185) La muerte siega temprano esta existencia; mas, la muerte aparte, otras cosas distraen a Gutiérrez -elocuente espécimen ilustrativo sobre el caso de un bibliógrafo boliviano trabajando en Bolivia- de la bibliografía. El se define alguna vez como "abogado, literato i propietario" (186) nada más, y nosotros debemos agregar que también se entrega impenitentemente a la politica, "borrasca donde naufrago mi fortuna, mi posición social, creo que hasta mi honra" (187). Prefecto de La Paz durante la presidencia del celebérrimo general Melgarejo -"fui melgarejista o me hicieron tal" (188)- y diputado desde 1863 "multitud de veces" (189), cobra todos los gajes del oficio: acusaciones, prisiones, exilios, asaltos (190); en un incendio y saqueo a su casa (1871.15.1) pierde lo mejor de su colección: "he visto desaparecer mis unicos amigos -mis libros-, mi unico tesoro acumulado a tanta costa -mi archivo-" (191). Un cetáneo pinta el caso exactamente: "La política lo arrancaba a cada instante del gabinete literario y el estudio forense cortando o aplazando la conclusión de trabajos de indisputable mérito" (192). Si hace acto formal de contricción -"después no he sido, no soi, ni quiero ser nada en ista, ni quisiera gutierrizta" (193)- pronto se le ve de nuevo en medio del torbellino, y acaba por confesar melancólicamente: "he salvado apenas mi vida i mi conciencia sacrificando todo lo demás", lo cual dara "a entender si en Bolivia es posible ocuparse de literatura siquiera sin esponerse a que lo compliquen en la política" (194). La coleccion de Gutiérrez consérvase fragmentariamente en la Universidad de San Andrés, en La Paz.

Simultáneamente trabaja en esta ciudad Nicolás Acosta (1844- 93) (195). Como testimonio de sus esfuerzos queda un catálogo de periódicos paceños en el lapso 1822-74 con un total de 168 colecciones (196). Acosta supera, si cabe, a Gutiérrez en peripecias ajenas a la bibliografía: abogado, funcionario gubernativo, magistrado judicial, miembro de legaciones diplomáticas, ministro de gabinete, revisitador de tierras, periodista, y "entregado en cuerpo y alma a la política", revolucionario más de una vez, perseguido otras y diputado incontables (197). Los materiales de su librería han sucumbido a la fragmentación y la dispersión.

Tenemos luego por el mismo tiempo entre Potosí y Sucre a Samuel Velasco Flor (?-?) (198). Por 1872 Gutiérrez dice de la colección de Velasco: "tiene Ud. un tesoro" (199). Igualmente traído y llevado por los azares de la vida boliviana, se queda en la instancia recolectora y no alcanza a componer una elaboración propiamente bibliográfica, aunque en 1875 había anunciado, nada menos, la publicación inminente de una Estadistica bibliográfica de la literatura boliviana (200) oferta nunca cumplida. Su colección aventada en todas direcciones muerto el autor, proyecta unas pocas reliquias hasta la Biblioteca Nacional de Bolivia donde se conservan actualmente.

Ernesto O. Ruck (?-1909) (201), ingeniero alemán avecindado en Bolivia, alcanza coetáneamente a constituir en Sucre una importantísima colección de materiales impresos y manuscritos. Sólo publica una lista de éstos que inscribe 577 ítems, algunos de valor inapreciable, como 33 volúmenes de los libros originales de acuerdos del cabildo de Potosí entre los años 1585 y 1817 (202). La bibliografía no llega tampoco a conformarse en Ruck acabadamente: es quizá una pasión, mas una pasión que sólo puede llenar el tiempo libre entre afanes profesionales y que apenas sobrepasa los linderos del coleccionista. Sus materiales se conservan en la Biblioteca Nacional de Bolivia (203). Ruck es el primer director (1884-9) del Archivo Nacional de Bolivia (Sucre); en tal carácter inicia la organización formal de los documentos allí conservados y la difusión de los catálogos y de los documentos mismos (204), obra de importancia decisiva para la conservación y empleo de materiales con destino a la historiografía boliviana.

Valentín Abecia (1846-1910) (205) acumula en Sucre otra notable colección. Tributario generoso él también de la política militante — accede hasta la vicepresidencia de la República- y entregado a otros loables objetivos culturales, como la organización de institutos y sociedades científicas y la publicación de revistas corrrelativas (206) deja -unico trabajo de elaboración bibliográfica- un registro de adiciones al primer catálogo de la Biblioteca boliviana de Moreno, con 350 ítems correspondientes a libros y folletos bolivianos o sobre asuntos bolivianos hasta 1879, registro publicado por Moreno en Chile (207). La colección de Abecia se conserva parcialmente en la Universidad de San Francisco Xavier (Sucre).

Ninguna de estas empresas, si bien las más serias que se han intentado hasta hoy en nuestro país, llega como se ve a cumplir todas las instancias del progreso bibliográfico. En toda la energía del impulso recae casi exclusiva en la recolección; pierde fuerza hasta desaparecer en la catalogación; ninguna toca en forma la anotación; y ni aun se benefician de los requisitos formales y postreros, como un adecuado acondicionamiento en pasta. Ello explica en mucho el que sucumban o poco menos entre los azares que el tiempo depara al libro, el folleto, el periódico y la hoja volante sueltos.

La Biblioteca boliviana de Moreno que, se ha visto, adelanta el acopio de materiales hasta 1908, cuenta en sus secciones diversas con registros metódicos, comentados y publicados, y prevalece en volúmenes empastados, deviene así el edificio más vasto y mejor construido, el único que queda entero en pie como testimonio de un esfuerzo no repetido en Bolivia. Moreno lo levanta en el extranjero, y ahora sabemos bien que esto, aparte de honrar doblemente la hazaña por las dificultades de hecho a vencerse, es la condición indefectible del buen suceso, pues sólo así pueden aplicarse en todo a la obra valores -estudio, consagración, paz- que la patria a la sazón no puede ofrecer.

Sería fácil -más de una vez las hemos escuchado a amadores un poco platónicos de la bibliografía-acusar manquedades en la Biblioteca boliviana. Uno de estos reparos se dirige a señalar vacíos en el capítulo de la recolección: debe recordarse, empero, que la distancia de Bolivia en que trabaja Moreno, a la vuelta de asegurar ventajas positivas, tenía por fuerza que suscitar lagunas; las más importantes se encontrará en los años de la guerra de Pacífico (1879-83) durante los cuales, ausente de Chile y sin residencia estable, el recolector no puede atender como antes al funcionamiento de su mecanismo. Otro reparo aduce que los catálogos de libros y folletos de Moreno carecen de entradas por materias, sin advertir que en el lapso que abarca su composición no existe un sistema clasificatorio riguroso, pues si bien Dewey, en tomo a cuyos trabajos se organizará el más extendido hasta hoy, empieza a difundirlos desde 1876, la difusión no alcanza a nuestros países; por otra parte, la primera edición del repertorio decimal universal data de 1905, cuando Moreno esta concluyendo prácticamente su obra. Obra personal, sin respaldo colectivo ni institucional, triunfadora sobre adversidades de guerra, fuego y gente como aquel respetable amigo santiaguino, "diputado [...] que gasta muy mala ortografía", quien al hojear el primer catálogo de la Biblioteca boliviana se vuelve al autor "con una mirada terriblemente injenua" y le pregunta: "I para qué sirve todo esto?" (208). Se explica, pues, que Moreno sobreseyese en algunos particulares que, por otro lado, balanceados con el volumen positivo implícito en el conjunto, pesan poco. Imbuido de una rígida probidad profesional, Moreno advierte desde luego: "Con la humildad que le toca como inventariante prolijo, solicita disculpa por los defectos, sobre todo por las ignorancias, de que debe estar plagado este primer ensayo en la materia" (209).

 

VIII

Es obvio que algunas renunciaciones debe hacer Moreno a cambio de su entrega a la bibliografía: por de pronto la de una actividad práctica como la abogacía, fuente de apropiaciones materiales inmediatas más caudalosa ciertamente que el en este sentido estéril y aun contraproducente ejercicio de allegar papeles. No parece sin embargo que el hecho suscitase mayor conflicto en el sujeto, y ello se explica: la profesión con respecto al alma es algo bien postizo y aun quitadizo, pero la vocación y la misión, que desde lo incognito descienden como el espíritu santo sobre la vida de un hombre, son algo indefectible; y hase visto que Moreno es un alma enérgicamente polarizada en un sentido vocacional y misional. Sea lo que fuere es evidente que hay aquí un vencimiento de instancias situadas en la palpitante entraña diaria de la vida, vencimiento nada frecuente y que unge la obra en cuestión con un halo de levantada nobleza ética. Temprano había formulado Moreno la suya: "Ante todo el espíritu. Siempre el espíritu" (210).

Sondeando en lo más íntimo llegaremos a un punto en que Moreno viene a referir su obra de bibliógrafo a instancias eróticas y en fin de cuentas al imperativo supremo de la creación. Algunos amigos, en efecto, habían dado en la flor de preguntarle "por qué no se casaba". "La respuesta sincera", explica Moreno, "equivaldría a una de esas revelaciones íntimas del alma que comunmente se acostumbra hacer en verso, pero que yo no estoi dispuesto a hacer ni en verso ni en prosa". Se encubre en lo recóndito de este pasaje alguna otra y más intensa renunciación? Quizá nadie lo sepa nunca. Eso sí Moreno, aunque esconde las causas del celibato impenitente en que siempre vivió, acaba sintiendo el reproche "de que el hombre celibatario en la sociedad es punto menos que un ser inútil para sí mismo i para los demas. / Reconozco que esa consideración muda seriamente la faz del asunto. Tanto la jeneracion que en conjunto hoi crece multiplicándose para poblar la tierra, como los individuos particulares que se consagran a las tareas augustas de la procreación, llenan un fin providencial i pudieran, hasta cierto punto, pedir al socio estéril la cuenta del uso que hace del don magnífico i fecundo que se llama vida. /La respuesta en todo caso no podría ser satisfactoria sino obras en mano./ De aquí para los individuos constituidos en soltería el deber de exhibir algo, que en las esferas de lo verdadero, lo bueno o lo bello, contribuya al sustento de la admirable economía de las sociedades humanas, organizadas para existir duraderamente, i cuya plenitud de actividad no puede ménos que consistir, i consiste con efecto, en caminar subiendo sin descanso hasta por las vias mas estrechas i oscuras del progreso i del engrandecimiento". Y aquí la entrega a la bibliografía: "Bajo el imperio de esta idea i por si me tocaba morir sin haber cambiado de estado, quise dejar, constancia de que era capaz de algo i de que había hecho yo algo para la utilidad de alguien. /Firme en esta resolucion, como quien camina al cumplimiento de un deber sagrado, acometí el año 1871 desde Chile las tareas de coleccionista boliviano [...]. No sintiéndome apto para mucho en la esfera intelectual, pero ciertamente para algo más que copiar en órden alfabético los títulos de lo que otros escribieron, he acometido al presente inventario penetrado de una modestia infinita, llevádolo a cabo con heroica paciencia i en mitad de los mas grandes conflictos. /Al publicarlo creo con satisfacción que, sin haber hasta aquí alcanzado uno solo de los lauros de un benemérito entre los productores i los reproductores de nuestra especie, quedo por lo menos exento del cargo categórico de poltron egoista, i dejo constancia de que no he sido ni con mucho un viviente del todo inútil para mi tiempo ni para mi patria. [...] este catalogo, por sí mismo, con solo abrir sus páginas, demuestra que no sale en pos de nombradía sino a satisfacer en derechura mi deuda de conciencia" (211).

Pago de una deuda con que a sí mismo se carga con respecto a la vida y a la patria: tal el sentido íntimo que para su autor asume la Biblioteca boliviana.

¿La patria? en Bolivia Moreno ha padecido fama de mal boliviano. "Yo denuncio a Moreno como a un difamador de Bolivia; todo nuestro desprestigio en el exterior se lo debemos a él": imprecación patética exhalada en el más encumbrado recinto de esta república por Franz Tamayo al tratar de resistir la consignación de recursos con que publicar un tomo de páginas escogidas de nuestro bibliógrafo. Por que? "Es el autor de aquella lápida que se llama (el doctor, el cholo altoperuano). Y esa fama infame, que arrastra el boliviano por todas partes, se la debemos exclusivamente a Moreno" (212). La obra escrita de Moreno contiene, sí, no pocas páginas que pudieron irritar -¿irritan aún?- vanidades, prejuicios y conciencias en Bolivia, páginas por lo demás no bien estudiadas hasta hoy: en particular sobre el cholo y el doctor, ejemplares sui géneris hasta cierto punto en la sociedad boliviana, Moreno apunta observaciones que antes de un pronunciamiento con pretensiones de irrecusable deben examinarse bajo la fría luz de los hechos; observaciones, por otra parte, con las cuales Tamayo mismo -paradoja de notar- no está disconforme en absoluto (213). Verdad que el celebrado ideólogo boliviano salió derrotado en su intento parlamentario de condenar a nuestro bibliógrafo a pena de muerte intelectual para ante las altas consideraciones oficiales, y que se votaron los recursos; verdad también, no obstante, que después de quince años el tomo sigue nonato. La actitud de Tamayo expresa sin duda un estado de ánimo boliviano general, dígase un complejo colectivo por resentimiento, quiza mitigado al paso del tiempo mas no remitido en definitiva. "Hijo desnaturalizado" es el cargo tácito o expreso que iracundos compatriotas han traído a cuento repetidas veces. "I sin embargo de que la sociedad chilena me invadia de todos lados, tendia a absorber mi persona, a asimilarse mis sentimientos, creo que no necesito demostrar lo que a todos consta: i es que en mi huraña soledad, en los libros que cubrían los muros de mi modesto gabinete, en los temas que de preferencia ocupaban mi pluma, en servicios positivos que no me está bien a mí recordar, he opuesto sin descanso un dique a esta inmensa i jenerosa creciente, permaneciendo incontrastablemente boliviano i negándome a tomar la carta de ciudadanía que me aconsejaban conveniencias de adelanto i bienestar. Hice bien o hice mal? Dios lo sabe. Yo sólo sé que ni aqui ni allá tendré ya quizá una patria a quien servir" (214): nadie ha podido comparecer nunca en Bolivia para sacar a duda con razones la verdad de estas palabras. Coleccionista, catalogador y anotador boliviano en Chile durante cincuenta años, con lo mejor de su trabajo y lo más de su hacienda gastada en ello, impávido contra imperativos pugnantes de provecho personal y de fama en la tierra que le ha dado albergue, sin nada que esperar de la suya propia, pero "incontrastablemente boliviano" hasta lo último: como negar lo peregrinamente noble y notable del caso, sublimación postrera tal vez de una consabida recia pertinacia de estirpe?

 

IX

Conocidos ya los sentimientos que inspiran la obra de la Biblioteca boliviana, es idóneo pensar que Moreno quisiese verla sirviendo en definitiva a su patria. Célibe, sin descendientes, más de una vez le inquietaría la suerte del fruto de un medio siglo de desvelos (215).

Así es como en 1888 se deshace de un trozo de sus manuscritos obsequiándolo a Bolivia. "El gobierno", dice en julio de 1888, "ha aceptado el donativo, que por intermedio de su Ministro en Chile, tuve por conveniente ofrecerle, de todos los papeles que yo poseía sobre las misiones de Mojos y Chiquitos. /Convínose, con tal motivo , en que estos manuscritos fuesen precisamente destinados á conservarse en el Archivo Nacional de Sucre, que en todo tiempo se conservasen en dicha ciudad, que se empasten metódicamente en Chile bajo mi dirección, y que á costa del tesoro boliviano se publicara el catálogo que gratuitamente me ofrecí á formar" (216). Los 41 volúmenes en folio de documentos originales existen, en efecto, en el Archivo Nacional de Bolivia.

Cuando al grueso de la colección, en 1906 en la Cámara de Diputados de Bolivia se formula un proyecto para la adquisición de la Biblioteca boliviana por el Estado (217) y en 1908 se perfecciona el trámite, por 40,000 pesos de nuestra moneda, equivalentes entonces a unos 13,335 dólares, con destino a la Biblioteca Nacional de este país (218).

No hemos conseguido establecer satisfactoriamente para nosotros el origen de la gestión. A tono con lo dicho al comienzo de este parágrafo nos inclinamos a pensar que Moreno mismo es quien la promueve, proyecto ya, achacoso, y previendo su próximo acabamiento (219).

La actuación parlamentaria correspondiente no deja de brindar algunos puntos interesantes como expresión del sentimiento colectivo en Bolivia ante la obra cultural. El proyecto de marras se limita a proponer escuetamente la adquisición (220). En su informe favorable la comisión de hacienda de la Cámara de diputados expresa que "por referencias de viajeros, así como por los catálogos publicados por el señor Moreno, se viene en conocimiento de que no existe en América una biblioteca tan rica en documentos bolivianos como aquella, consistente en libros, folletos, periódicos y hojas sueltas, pacientemente coleccionados desde hace más de cincuenta años. [...] Nuestra historia es deficiente, porque deficientes y oscuras son las fuentes de donde ha sido tomada, por la falta de documentos que den la luz necesaria al historiador [...]. En nuestras bibliotecas públicas no se encuentran á veces ni los folletos nacionales de reciente publicación, sucediendo lo propio con las ediciones periodísticas, por el descuido en el cumplimiento de las leyes de imprenta. /La cantidad que se fija como precio á dicha biblioteca, es hasta módica, dada su importancia y la riqueza de sus documentos" (221). Al discutirse el proyecto en la legislatura ordinaria de 1907, el diputado Soria Campero hace una confesión en la cual quizá está demás el plural: "En este asunto estamos obrando sin conocimiento de causa, no tenemos noticias de los catálogos ó índices de la Biblioteca que se trata de adquirir; tampoco tenemos seguridad si existen documentos autógrafos, así como las obras de Urcullo, Casimiro Olañeta, Manuel María de Aguirre [...]; es pues necesario que en resguardo de los dineros del Estado, se conozca previamente el mérito de esas obras" (222): sabido es que para entonces han visto la luz pública, menos uno (223), todos los catálogos de la colección (224) que permiten formar juicio pleno sobre el valor de ella. El escepticismo radical del señor Soria Campero con respecto a la Biblioteca boliviana le lleva también a jalonar juicios que suenan a definitivos si bien se advirtió ya que se obraba "sin conocimiento de causa": "No ignoro que el señor Gabriel René Moreno haya tenido muy buen cuidado para seleccionar folletos jurídicos y otros que se refieren á polémicas políticas; pero jamás esa Biblioteca puede competir con la del señor José Rosendo Gutiérrez cuya Biblioteca podría adquirirse con mayores ventajas" (225): también están desde varios lustros atrás publicados los catálogos de la colección de Gutiérrez y basta el cotejo cronológico del material boliviano abarcado en ella y la de Moreno para sacar una conclusión idónea (226). El diputado Escobari dice por su parte que "La Biblioteca del señor Moreno es una verdadera catalogación de todas las obras bolivianas y peruanas, obras en su mayor parte político-sociales celosa y cuidadosamente buscadas por su propietario; varias veces tanto los gobiernos de Chile como el del Perú han tratado de adquirir esas obras (227) y solo el patriotismo del señor Gabriel René Moreno ha hecho que hasta la fecha queden todavía en su poder" (228). El diputado Marcó, único que puede levantarse a decir que conoce positivamente la Biblioteca boliviana agrega que ella "puede prestar inmensos beneficios al país y especialmente a la juventud estudiosa", que "no solo se compone de folletos, ni de obras de polémicas políticas, su fuente es muy superior de lo que se supone; tiene sus índices respectivos perfectamente catalogados los que son muy conocidos" y que en suma "esa Biblioteca viene á ser una verdadera riqueza nacional" (229).

Finalmente (1907.16.XI) apruébase una resolución legislativa según la cual se destinan en el presupuesto nacional de 1908 40,000 bolivianos para pagar la adquisición de la Biblioteca boliviana "con destino á la Biblioteca Nacional de la capital Sucre" (230); otros 20,000 se votan luego para "gastos de transporte e instalación" (231).

Moreno había fallecido entre tanto (232) de suerte que la operación se verifica con sus hermanos, únicos herederos, y en particular con su hermano Arístides (233). La Biblioteca, embalada en 82 cajones de madera (234), anda y en parte desanda, la dilatada distancia mediante entre Santiago de Chile y Sucre.

El 26 de mayo de 1909, en una ardua y casi meridiana pausa en la plétora de fiestas con que se celebra en la capital de Bolivia el centenario del 25 de mayo de 1809 (235) el Ministro de Instrucción pública hace al rector de la Universidad de San Francisco Xavier la entrega oficial (236) un poco, simbólica, pues no disponiéndose todavía de un sitio adecuado ni de anaqueles, la colección yace en sus cajas (237); este acto se lleva a cabo en una escuela de niños donde aquéllas están provisionalmente depositadas, y en su discurso el representante del gobierno pide que se conserve este acervo "por entre todas las vicisitudes contra las bandalajes políticos" (238).

No son éstos en verdad los males que ahora acechan: como no pueden arbitrarse "los medios pecuniarios suficientes para su instalación",(239) las cajas deben cambiar asilo provisorio por un depósito en el Archivo Nacional (240). Allí yacen por más de dos años. En el curso de éstos hay vez en que por causas que quedan inexplicables sobreviene en el depósito un cuasi incendio que por milagro sólo alcanza a dañar superficialmente uno de los cajones, por casualidad el que contiene los manuscritos salvados en el incendio de 1881(241).

Por noviembre de 1911 la Biblioteca boliviana queda al fin hábil para el servicio público (242). Incorporada en la Biblioteca Nacional de Bolivia, con personería autónoma, constituye hoy el núcleo fundamental de la sección boliviana, y núcleo, además, de imperecedera edificación cívica.

 

X

La vida de Gabriel René-Moreno, bibliógrafo boliviano, muestra el caso ejemplar de la vocación que encontrándose temprano a sí misma no se desvía por nada de su propio curso y llega triunfante al término postrero.

Su obra bibliográfica es la construcción más completa y perfecta con que Bolivia cuenta hasta hoy para la integración de su propia cultura en cuanto ella depende el libro.

Sucre, Septiembre de 1951.

 

 

De: "Universidad de San Francisco Xavier. Nos. 34-40. Julio - Diciembre, 1951."

 

Notas

* La referencia Fuentes en las notas remite a los números correlativos de la sección así Intitulada que se inserta a continuación de este estudio.

1      Infra, parágrafo VII; Fuentes, n. 1.

2     Infra, parágrafo VII; Fuentes, n.3.

3     Infra, parágrafo VII; Fuentes, ns. 27-9.

4     Infra, parágrafo VII, Fuentes, Ns. 8 y 10.

5     Infra, parágrafo VII. Velasco Flor no tiene publicaciones bibliográficas.

6     Este nombre plantea más de un problema: Gabriel René- Moreno había tenido un hermano mayor nacido en 1834 y fallecido a poco; andando el tiempo la identidad de nombres suscita la confusión consiguiente hasta el extremo de haberse acordado oficialmente en Bolivia celebrar en centenario de nuestro bibliógrafo en 1934; lo evita la intervención oportuna de Julio Salmón (Fuentes, n. 106). Hasta 1860 Moreno lleva sólo el primer nombre de pila (Fuentes, ns. 76, 61, 66 y 68). A partir de 1861 agrega el segundo nombre de pila (Fuentes, ns. 50 y 67) al parecer por haberle salido un homónimo en Chile (Fuentes, n. 106) donde a la sazón reside. Desde 1868 (carta cit. infra, nota 83) entre el segundo nombre de pila y el apellido entra el guión cuyo origen queda incógnito, y asi queda constituida la grafía final.

7     Fuentes, n. 73, p. 303.

8     Partida de bautizo de Moreno: "En el año del Señor de 1837, el 1º. de Mayo en esta ciudad de San Lorenzo de la Barranca Santa Cruz de la Sierra, Yo el cura Rector propietario y canónigo honorario Don José Vicente Duran, puse óleo y crisma a Gabriel René segundo, nacido el día 7 de Noviembre de 1836 y bautizado por mi en caso necessitatis hijo legítimo del abogado don Gabriel José Moreno y de doña Sinforosa del Rivero. Fueron padrinos de agua y óleo don Benigno Frías y doña Guadalupe Vaca y para que conste lo firmo José Vicente Duran " (Fuentes, n. 106). La homonimia con el hermano fallecido (supra, nota 6) explica el ordinal anexo a los nombres de pila.

9     Fuentes, n. 64, p. 299.

10   Loc. cit.

11    Ibid., p.298.

12 Loc. cit.

13    Infra, texto y nota 16.

14   Fuentes, n. 52, p. 532.

15   Fuentes, n. 72, p. 91.

16   El conde de Castelnau había pasado durante su estancia cruceña "largas horas" en la biblioteca paterna allegando noticias para su Expedition (Fuentes, n. 52,p. 533).

17   Fuentes, n. 79, p. 129.

18   Loc. cit.

19   Resuelto por referencia autobiográfica (Fuentes, n. 79, passim) que Moreno pasa por el Colegio de Ciencias y Artes (tal el nombre coetáneo de los colegios secundarios bolivianos) de Santa Cruz, y correspondiendo la primer acta de exámenes de él en el Colegio Junín de Sucre a la quinta clase (Fuentes, n. 125) o segundo curso según la cuenta actual, lo dicho en el texto es obvio.

20   Una amplia expresiva descripción de los caracteres físicos y sociales de esta ciudad hacia 1830, en Fuentes, n. 24, t. II, pp. 59 y ss.

21    Fuentes, n. 52, p. 545. Guapomó y pitajaya: frutas de la flora cruceña.

22   Graduado en 1828.24.XI (Fuentes, n. 113, p. 15).

23   "[...] aussi envoie-t-on les jeunes gens les continuer [les etudes] á Chuquisaca [Sucre], oú ils entrent á l'université de droit, pour en revenir, quelques années plus tard, avec le titre de docteur" (Fuentes, n. 24, t. II, p. 577).

24    El gobernador de Santa Cruz al Ministro del Interior, en 1834.28.VI: "Habiéndose resuelto el [...] Dr. Gabriel José Moreno ocuparse desde el 16 de este mes en los asuntos que han de ser la materia de su diputación como representante al Cuerpo Lejislativo"etc. (Fuentes, n. 120, t. 51, leg. 27, nota 65). Gabriel José Moreno en 1846.18.111: "me hallé a la cabeza de este Departamento [Santa Cruz] durante el gobierno de la rejeneración [1841]" (Fuentes, n. 87, p. 7).

25   Gabriel José Moreno en 1855: "dedicado a la carrera del foro, logré ser admitido desde muy temprano en la de la majistratura que he desempeñado con rectitud desde simple Juez de Paz hasta obtener la vocalía de ministro de la [...] Corte Suprema como representante en ella del Departamento de Santa Cruz" (Fuentes, n.97, 1855.21 .VII). Designado en los primeros días de Enero de 1851 para la mencionada vocalía (Fuentes, n. 120, t. 116, leg 2, nota de 1851.11.1) no toma posesión de ella hasta 1851.6.III (Fuentes, n. 121, t. II, f. 207), lo cual arguye que no está presente en Sucre antes de esa fecha. En cambio es de presumir que el hijo fuese enviado antes, a fin de estar a tiempo para la iniciación de las clases que comienzan en Enero.

26   Las raíces profundas de esta proclividad intelectiva y especulativa de la capital boliviana han sido magistralmente estudiadas por el propio Moreno (Fuentes, n. 86). El general Miller, que visita a esta ciudad con Bolívar en 1825, dice que ella "puede llamarse el Oxford del Perú" (Fuentes, n. 40, p. 278). En 1832 d'Orbigni observa: "On trouve a Chuquisaca une société trés-bien composée de magistrats, de professeurs, demployés civils et militaires, du haut clergé, du commerce et des gros propiétaires. On y trouve de plus, lors deu congrés, les députés de tous les départeménts. II en resulte que cene ville renferme les plus grand nombre de gens intruits, et l'on y peut vivre aussi agréablement que possible" (Fuentes, n. 24, t. III, pp. 281-2).

27   Por lo que toca a los temas públicos en particular un periódico coetáneo apunta que en Sucre ellos son el "eterno y jeneral asunto de todas las conversaciones y disputas en que, desde el literario y el artista hasta el albañil y la placera, no hay quién no se crea autorizado para discutir y sentenciar" (Fuentes, n. 88, 1849.I. XII, p. 4).

28    En el lapso de la estancia de Moreno en Sucre publícanse los citados en Fuentes, ns. 5, 20, 25, 88, 90, 91, 92 y 105.

29   Fuentes, n. 5, 1852.1 .IV, p. 1.

30   Fuentes, n. 105,1855.16.IX, p. 1.

31    En el archivo de este colegio constan todas las actas de sus exámenes desde el segundo curso, o quinta clase (diciembre de 1850) hasta el sexto curso, o primera clase (1855) (Fuentes, n. 125, fs. 52, 75,93, 104, 117).

32   En Fuentes, n. 93, una muestra de lo que incluye el plan de estudios de esta asignatura desde el curso primero. A la sazón Moreno cursa el cuarto, cuyo programa trae entre otros puntos unos ejercicios de traducción de "los siguientes capítulos: Les Prisons, les invalides au pied des autel [sic], La mort, L'Atheisme, La priere a bord d'un Vaisseau" (p. 20). Infra, nota 34.

33    Una encuesta sobre la procedencia de las fuentes citadas más a menudo en los escritos de la época lo manifiesta claramente. El plan de estudios secundarios lo corrobora incluyendo el francés como única lengua viva extranjera (Fuentes, n. 93).

34    Uno de los representantes más conspicuos de la generación romántica boliviana. Como profesor de francés tiene para entonces publicado el opúsculo inscrito en Fuentes, n. 13, y como poeta los citados en Fuentes, ns. 14 y 15. Por estos años interviene además activamente en los debates intelectuales periodísticos (Fuentes, ns. 90 y 92; intra, nota 42). Hay dos estudios biográficos y críticos de Moreno sobre Calvo (Fuentes, ns. 61 y 80).

35   Establecida en Julio de 1825 lleva una vida intermitente y precaria hasta su afirmación definitiva en 1838 (Fuentes, n. 38).

36   Véase la evocación que a estos rasgos de la capital boliviana consagra Moreno en Fuentes, n. 72, pp. 92 y ss.

37   Fuentes, n. 43 pp. 250-3.

38   Fuentes, n. 74, p. 109.

39   Su diploma original, fecha 1855.20.XI, en Fuentes, n. 128.

40   Si bien el plan de estudios universitarios contempla cinco facultades, a saber: de teología, de derecho y ciencias políticas, de medicina, de ciencias matemáticas y física, y de humanidades y filosofía, (Fuentes, n. 23) sólo las tres primeras están seriamente establecidas; las dos últimas prácticamente no existen.

41    Fuentes, n. 43, p. 2.

42   Daniel Calvo publica por aquellos días un artículo periodístico que es todo un intenso y veraz documento de época: Bolivia es hoy como la nave que batida por recias tempestades, arrojada sobre peligrosos escollos, ya levantada por el furor de las olas, ya precipitándose en insondables abismos, ha ido al capricho de los vientos dejando su fugaz huella en la estensión de los mares. Cuando se han roto las lonas, cuando la quilla ha crujido para quebrarse, y el trueno ha arrojado su bramido retumbante en el fondo de las nubes; el rayo con estallido terrible, destrozando jarcias y velas, ha sembrado la muerte en la tripulación conternada. Y cuerpos yertos é insensibles han sido arrojados á las ondas... y la nave ha seguido su curso. Han brotado mil otras borrascas del elemento indócil; mil otras nubes negras se han apiñado en el cielo preparando la tormenta; ha habido nuevas tempestades, y nuevos peligros, y nuevas víctimas... [...] Nuestra cuna ha sido mecida al clamor del infortunio, á los roncos bramidos del huracán de mar. Hemos crecido como las tiernas gaviotas en medio del torbellino, y solo hemos oido en torno nuestro jemidos" de dolor. En nuestras frentes de niño ha estallado alguna vez el rayo, y se ha estremecido nuestra alma al oir los gritos de la angustia ajena [...] Si la nave de los Argonautas surcaba los mares en pos del vellocino de oro, que no pudo descubrir, al entregarnos nosotros al capricho de los vientos y á la corriente de las olas, vamos buscando la isla donde mora la Diosa Libertad, con esperanzas de poseerla. No la buscamos cantando la dulce canción de los felices, porque siempre fuimos desgraciados: nuestra voz es triste como los lamentos de la errante tortolilla, dolorosa como el jemir de las brisas al través de nuestras velas, bronca como el clamor del marinero. No hemos aprendido otro tono en nuestra vida: no nos han enseñado nuestros padres las notas de la alegría... Buscamos la Libertad... Cuando de lo alto de nuestra embarcación divisemos en lontananza la isla anhelada, viraremos hacia ella con presteza, trasponiendo la distancia con mas rapidez que el ala de la golondrina: cerca de la ribera fondeará la nave y arrojará sus anclas, y postrados nosotros en la tierra bendecida, elevaremos nuestras manos al cielo con gratitud inmensa, y veremos después de nosotros una jeneración dichosa. Que la mano de Dios sea nuestra brújula" (Fuentes, n. 92,1855.1 .VI,p.1)

43    Fuentes, n. 43, pp. 304-5.

44   Fuentes, n. 44, p. 471.

45    Infra, nota 121. "Enviado por su padre á educarse en Chile" (Fuentes, n. 6).

46    Fuentes, n. 107, pp. 321-2.

47   Con la reserva a que obliga la posición política beligerante del autor, la obra inscrita en Fuentes, n. 35, ofrece buena substancia de hechos relativos a este decisivo momento del desarrollo intelectual chileno.

48   Bartolomé Mitre, citado en Fuentes, n. 35, p. 302.

49   Fuentes, n. 45, pp. 78-9.

50   Fuentes, n. 6. existe alguna incongruencia en los datos que sobre los estudios de Moreno provee este informante: "Era todavía un niño cuando fué puesto bajo la dirección del presbítero don José Manuel Orrego, entonces rector del colegio de San Luis. En este establecimiento hizo casi todos sus estudios de humanidades" (Ibid): el "casi todos" constituye un evidente lapsus de información pues hemos visto sin lugar a dudas a Moreno cursar en Santa Cruz el curso primero y en Sucre los otros cinco hasta optar su diploma de bachiller en letras (supra, notas 31 y 39); quizá para su ingreso en el Instituto Nacional Moreno recibe alguna preparación de Orrego en San Luis y ello ha inducido a la confusión.

51    Fuentes, n. 6.

52    Ibid.

53    Diploma original, fecha en 1858.9.1, en Fuentes, n. 128.

54   "[...) para satisfacer el anhelo de su padre, estudió [...] la carrera de Leyes. Su padre ocupaba un respetado asiento en la alta majistratura judicial de Bolivia y no cesaba de recomendar a su hijo que siguiera la profesión del foro. Merced a estas instancias, el señor René Moreno llegó a obtener el título de abogado chileno" (Fuentes, n. 6).

55   Diplomas originales de bachiller y de licenciado en leyes y ciencias políticas, fechas en 1864.9.1 y 1865.30.XII (Fuentes, n. 120). Titulo de abogado, fecha en 1866.9.1 (Fuentes, n. 2, p. 471).

56   Fuentes, n. 6.

57   Ibid.

58    Ibid. Designado en 1887.6.VII y 1888.271 (Fuentes, n. 124). Fruto de la obra docente de Moreno en el Instituto Nacional es su trabajo inscrito en Fuentes, n. 69.

59   Acta de fundación, fecha en 1877.3.VI, y reglamento provisorio de esta institución en Fuentes, n. 7, t. III, pp. 405-6. Discurso inaugural de Moreno en su calidad de director, en Fuentes, n. 41.

60    Fuentes, n. 62, p. 4.

61    "Por los años que venimos recordando, el que esto escribe solía pasar sus vacaciones veraniegas de estudiante en Valparaíso. En la biblioteca del americanista don Gregorio Beeche [...] se juntaban con frecuencia casi todos los literatos y escritores de Santiago [...] No faltaba jamás el joven estudiante que ha compuesto [estas notas]" (Fuentes, n. 73, p. 422).

62   Fuentes, n. 62, p. 3.

63    Establecido en agosto de 1859. El nombre de Moreno figura en los documentos originales de la fundación (Fuentes, n. 35, p. 365, nota). "Los estudios crfticos eran sin duda los mas adecuados a los fines de la institución, i por eso merecían preferencia: distinguiéronse entre otros, los de Moreno sobre varios poetas y prosadores de Bolivia [...]" (ibid., p.413).

64    Fuentes, n. 45, p. 179.

65    Establecido en 1860 (Fuentes, n. 35, p. 411). Moreno se relaciona con este grupo en sus estancias veraniegas de Valparaíso (Fuentes, n. 73, p. 422) y publica en la revista del mismo sus primeros trabajos (Fuentes ns 76, 61, 68 y 50).

66    Fuentes, n. 35, p. 488.

67   Tenemos formada una lista preliminar de escritos de Moreno que abarca unos 90 ítems, entre 1858 y 1908, relativos a libros, folletos y artículos de revista y periódico.

68    Decreto presidencial n. 571, de 1868.30.111 (Fuentes n. 124).

69    Desde su designación hasta su muerte Moreno desempeña esta dirección con la única laguna de los años en que se retira voluntariamente de Chile (infra, nota 121) durante la guerra del Pacífico. A su retorno en 1883 se le confía nuevamente dicho cargo (decreto presidencial n. 879, de 1883.21 .IV en Fuentes, n. 124). En Fuentes, n. 77, fragmentos de la memoria que en esta oportunidad somete a las autoridades del Instituto con proposiciones para promover el adelanto del plantel, documento ilustrativo además sobre las ideas de Moreno en punto a bibliotecas. Gracias a esfuerzos de Moreno este repositorio recibe excelentes aportes gubernativos, como el edificio propio adquirido y adaptado durante la administración Santamaría, y la colección americana de Beeche: "Puedo asegurar", dice Moreno de esta última en 1901, "con algún conocimiento comparativo de causa que es acaso el más rico y variado depósito de publicaciones de Hispano-América y publicaciones extranjeras sobre Hispano-América que existe en el continente del Sud" (Fuentes, n. 73p. 423).

70  Fuentes, n. 62, p. 3.

71   Designado al efecto por el gobierno a indicación resuelta en consejo de la Universidad en 1876.27.X (Fuentes, n. 7, f. p. 418). Desempeña este cargo hasta su salida de Chile con el motivo referido, nota 121.

72   Fuentes, n. 62, p. 4.

73   Supra, nota 61.

74   Datos sobre la persona y la obra de Beeche en Fuentes, n. 115.

75   Ibid., p. V.

76   Véase el catálogo de la biblioteca Beeche en los capítulos XXI y XXII correspondientes a Bolivia y Perú respectivamente (Fuentes, n. 114, pp. 285 y ss).

77   Véase el capítulo relativo a Chile en Fuentes, n. 34, pp. 141 y ss.

78    Fuentes, n. 12. Briseño describe así los antecedentes y el plan de su obra:"En virtud de un acuerdo celebrado por el Consejo de la Universidad de Chile el 17 de diciembre de 1859, por oficio del 21 del mismo mes i año me encargó el señor Rector don Andrés Bello la formación de un Catálogo de todas las publicaciones hechas por la prensa [imprenta] nacional desde la introducción de la imprenta en Chile, en 1812, hasta el fin del citado año de 59. Este Catálogo debía ser, según el acuerdo del Consejo, completamente detallado, pues había de formársele siguiendo el orden cronológico y alfabético, i comprender los títulos de los impresos tales como se encuentran en sus respectivas portadas, los volúmenes de dichos impresos, i los números de los periódicos, el número de pajinas de cada impreso, su tamaño, el año de la impresión, el nombre del lugar i de la imprenta por donde esta se hizo, i el nombre de los autores" (ibid., t. I, p. V). "Veamos ahora la razón del título de la obra, i la del plan, bajo el cual ha sido formada. Toda ella consta de tres partes principales i de cuatro accesorias, fuera de un lijero apéndice a la primera de aquellas. /Las principales constituyen otros tantos Catálogos correspondientes a la bibliografía nacional, a saber: 1º de todas las obras publicadas en Chile: 2º de todas las obras i documentos que se refieren a Chile, publicadas en el estranjero o inéditas. Siendo asi, parece que ningún título les conviene mejor que el jenérico que se ha colocado en su portada: Estadística bibliográfica de la literatura chilena" (ibid. ibid. p. IX).

79   Supra, notas 68 y 69.

80    Fuentes, n. 83, p. 5.

81    Palabras de Moreno sobre el bibliógrafo argentino Angel Justiniano Carranza (Fuentes, n. 65, p. 278-9).

82    La designación es del propio Moreno (Fuentes, n. 124).

83    Moreno a Samuel Velasco Flor, Santiago, 1868.24.XII (Fuentes, n. 122).

84    Fuentes, n. 51, p. VI.

85   Fuentes, n. 83, p. 5.

86   Fuentes, n. 46, p. 137.

87   Ibid., p. 138.

88   Fuentes, n. 83, p. 7.

89   Loc. Cit.

90   Ibid., p.8.

91    Ibid., p. 7.

92   Véanse las sabrosas páginas que Moreno consagra a la rutinaria destrucción de manuscritos en Bolivia para fines comerciales en el escrito citado en Fuentes, n. 46.

93   A guisa de muestra puede citarse la gaceta Veinticinco de mayo, publicada en Chuquisaca, hoy Sucre, en 1826 (Fuentes, n. 19, 1826.6.VII, p. 4), de la cual no se conoce hoy un solo ejemplar.

94    Fuentes, n. 72, pp. 92-4

95    Fuentes, n. 71, p. 121.

96    Fuentes, n. 83, p. 5.

97   Loc. cit.

98    Infra, nota 107 y texto.

99    Fuentes, n. 46, p. 123.

100 Fuentes, n. 83, pp. 5-8.

101  Fuentes, n. 46 p. 123.

102  Fuentes, ns. 46 y 72.

103  Fuentes, n. 51.

104  Fuentes, n. 46, p. 123.

105  Esta pieza no se encuentra al presente en la colección de Moreno. Consérvase en la biblioteca de la sociedad geográfica de Sucre como donación del Sr. Mamerto Urriolagoitia, nieto de una hermana de nuestro bibliógrafo.

106  En este caso estarían obras como las crónicas de Calancha y Mendoza, las obras de los arzobispos San Alberto y Moxó, etc. etc.

107 Fuentes, n. 46, pp. 120-1.

108  Ibid.,p. 126.

109  Loc. cit.

110  Ibid., pp. 123 y 131-3.

111  Fuentes, n. 53,t.I, p. 37.

112  Respecto a Abecia, ver infra. cap. VII. Luis Mariano Guzmán está mencionado en diversos apartes de la Obra de Moreno. Su relación bibliográfica con Samuel Velasco está acreditada por varias cartas autógrafas en Fuentes, n. 122.

113  Moreno a Velasco Flor, Santiago 1873.23.XI (Fuente, n. 122).

114  Fuentes, n. 83, p. 8.

115  Fuentes, n. 46, p. 122.

116  Con Palma habíase conocido durante la estancia de éste en Valparaíso en los años 1861-3 (Fuentes, n. 73. p. 418); Moreno, en 1896 a propósito de Palma: "mi compañero el director de ese establecimiento [la Biblioteca Nacional de Perú] con quien por motivos de vieja amistad y asuntos del servicio me comunico frecuentemente" (Fuentes, n. 53,1.1, p. 108). Sobre Paz-Soldán: "Traté a Paz Soldán en Lima el año 1873, y después me correspondí por cartas con él hasta 1878" (ibid., p. 137). Respecto a este último en cuanto bibliógrafo no es favorable la opinión de Moreno: "este benemérito servidor de los estudios é investigaciones historiográficas del Perú, no tenia concepto sobre la bibliografía ni como arte ni como ciencia" (loc. cit).

117  Por lo menos en tres oportunidades: en 1879 (Fuentes, n. 58), en 1882 (Fuentes, n. 79, p. 133) y en 1896 (Fuentes n 64, p. 295).

118   Fuentes, n. 74, p. III.

119  Fuentes, n. 79, pp. 167, 277 y ss.; n. 52, p. 531; n. 123. Una anécdota alusiva, relatada por Moreno: "Una noche departían con don Bartolomé Mitre en su casa Trelles, Lamas y el que esto escribe. El general dijo: "Habría que cerrar las puertas; estamos aquí juntos cuatro locos". Lamas agregó: (solo falta Carranza y ese si que es loco de atar)" (Fuentes, n. 65, p. 278).

120 Fuentes, n. 123, f. 126.

121  "Establecimiento es éste [la biblioteca del Instituto Nacional] que corre á mi cargo desde 1868, sin más interrupción que los cuatro años de la guerra del Pacífico, en que le renuncie y me retiré voluntariamente de Chile, donde residía desde 1856. Volví cuando los ajustes de paz y de tregua [183]" (Fuentes, n. 73. p. 423).

122  Fuentes, n. 126.

123  Moreno en 1899; "La biblioteca del suscrito pereció en un incendio el año 1882, ausente de Chile el dueño. Algunos amigos lograron salvar gran parte de la colección boliviana de impresos. Los manuscritos se quemaron en su totalidad. /A aquel noble y acertado esfuerzo se debe que la Biblioteca boliviana sea todavía para su autor un inventario positivo. Signando en un ejemplar las piezas que perecieron y no han sido reemplazadas resulta que hacen falta hoy entre libros y folletos sólo 116 números" (Fuentes, n. 82, p. VII). La hoja suelta impresa (boletines ocasionales, cartas, "manifiestos", etc.) constituye en una extensa época de la imprenta en Bolivia, cuando menos hasta las postrimerías del Siglo XIX, una categoría bibliográfica socorridísima por las mismas razones que el período (infra, notas 144-7 y texto).

124 Supra, nota 121.

125 Advertencia de los editores Enrique Barrenechea y Enrique O'Ryan G. en el segundo suplemento al catálogo de libros y folletos de la Biblioteca boliviana: "Comenzóse la impresión de esta obra semipóstuma el 26 de Marzo y se ha terminado hoy día 16 de Mayo de 1908 bajo la dirección de los suscritos, por causa del fallecimiento de su autor, el señor don Gabriel René Moreno, acaecido en Valparaíso la noche del 28 de Abril último" (Fuentes, n. 85, al reverso de la portada).

126  Una parte del fondo de esta colección está constituida además por obras americanas de referencia.

127 "La Biblioteca Boliviana consta de impresos i de manuscritos. Los impresos están repartidos en tres secciones: libros i folletos; hojas y pliegos sueltos; gacetas. [...] Además de las publicaciones bolivianas por su autor o lugar, comprende las extranjeras en todo o parte sobre el país, o sobre los elementos naturales i sociales que lo constituyen" (Fuentes, n. 51, p. Vil). Compúlsense los catálogos inscritos en Fuentes, ns. 51, 82, 85 y 70.

128 "En esta Biblioteca la folletería, la gacetería y los sueltos están por especies encuadernados en pasta, formado [...] volúmenes de lomo uniforme, divididos en cuatro series según su tamaño, cada serie con su numeración, los tomos por materias, i cada pieza en los tomos con su número de orden. Una P en el catálogo significa primera serie (folio común de oficio); una S, segundo serie 4o español); una T. tercera (folio mayor o de gaceta); una C cuarta serie (8o español)" (Fuentes, n. 51, p. VIII).

129  Fuentes, n. 71, p. 130.

130  Fuentes, n. 83, p. 5.

131  Fuentes, n. 51, pp. V-VI.

132  Fuentes, n. 51, pp. V-VI.

133 Fuentes, n. 83, pp. 5-6.

134  Fuentes, n. 71, p. 121, y" 83, p. 6.

135  Fuentes, n. 51, colofon.

136  Infra, cap. VIII.

137  Fuentes, n. 51, colofón.

138  Fuentes, n. 51.

139  Supra, nota 121.

140  Fuentes, n. 82.

141   Fuentes, n. 85.

142  Fuentes, n. 52.

143  El catálogo por sí solo ha servido ya como base fundamental para la composición de obras como las citadas en Fuentes, ns. 22 y 26.

144  Fuentes, n. 70.

145  Fuentes, n. 85, pp. I—XVII.

146  Fuentes, n. 49, pp. 441 y 442.

147  Fuentes, n. 43, p. Vil. Ya en plena labor colectora, Moreno encarece asi el sentido documental del periódico en Bolivia: "Ya se comprende la importancia histórica que a la vuelta de una jeneración comenzará a tener el acopio de todas estas hojas volanderas. No sabemos cómo los anales de aquel país, tan menesteroso de enseñanzas elocuentes, pudieron más tarde establecer su tesoro de experiencias domésticas, sin atender á la crónica humana i civil de errores y estravíos que se encierra en todos esos periódicos, sin asistir á sus rudos debates sobre los actos oficiales y los hechos públicos, sin pesquisar la intención i sus móviles, rastreando en sus páginas esos arrebatos irreflexivos e indiscretos que al disimulo arranca el ardor instantáneo de la polémica. /En ventaja del arte histórico estos escritos encierran ademas una riqueza magnifica. Cuando pretenda la verdad sustancial presentarse con sus adherencias pintorescas, son estas hojas las que darán las telas i moldes mas curiosos i característicos para vestir el cuerpo de los hechos al uso de su época./ Que matices i que figuras! Considerada en este punto de vista, la gacetería será una fuente pura i orijinal contra esos polvos sepulcrales del tiempo, que empañan i oscurecen a la distancia el aspecto de lo pasado. No es exajeracion asegurar, que bien usadas sus aguas, reverdecerían no pocas arideces en el campo de la narrativa, limpiarían algunas cosas hasta dejarlas flamantes, i bañarían ciertas fisonomías con la frescura de la vida" (Fuentes, n. 44, p. 472).

148  Fuentes, n. 53.

149  Ibid., t. I,p. VI.

150  Loc. cit.

151   Fuentes, ns. 76, 61, 66, 68, 47, 50, 67, 75, 80 y 81.

152  Fuentes, ns. 60, 49, 71, 48, 44, 46, 42, 78, 72, 63, y 59.

153  Fuentes, ns. 54-7.

154  Como ejemplo, el ensayo citado en Fuentes, n. 71, fusión entrañable de las virtudes de Moreno coleccionista, catalógrafo y comentador bibliográfico

155  Fuentes, n. 43.

156  Nota puesta a la pieza Voces del pastor en su visita, que dirige a todos sus diocesanos el llustrisimo Señor D. Fr. Antonio de S. Alberto, Arzobispo de la Plata. Madrid, en la Imprenta de Agapito Fernandez Figueroa, calle de las Aguas, año de 1806 (Fuentes, n. 51, p. 856).

157  Fuentes, n. 81 pp. 18-9 y 21-2.

158  Fuentes, n. 41, p. 284.

159  Fuentes, n. 74, pp. 94-5.

160  Moreno a Samuel Velasco Flor, Santiago, 1867.12.XII, (Fuentes, n. 122).

161   Fuentes, n. 127.

162  Fuentes, n. 73, p. 302.

163  Fuentes, n. 53, p. VI.

164  Fuentes, n. 38.

165  Podemos mencionar, entre otras piezas impresas de esta colección, el Novus orbis de Laet, Lyon, 1633, cuyo libro XI esta consagrado al Alto Perú: el ejemplar lleva la firma autógrafa de Cañete; de paso observemos que esta obra no figura en la Biblioteca boliviana de Moreno. En la colección Ruck de manuscritos se encuentran también varios volúmenes de anotaciones autógrafas de Cañete sobre la minería y la legislación coloniales en el Alto Perú, incluso un buen lote de apuntes destinados a su importante libro Historia física y política de Potosí.

166  de Moxó, que era un consumado coleccionista, se conservan en el primer repositorio boliviano las piezas mencionadas por Moreno en Fuentes, n. 51, p. 150. El inventario de la librería de Moxó, en Fuentes, n. 112.

167  Fuentes, ns. 38 y 4.

168  Fuentes, n. 38.

169  la primera disposición formal sobre la materia es de junio 30 de dicho año (Fuentes, n. 16, año 1838, pp. 241 y ss.). Los periódicos coetáneos dan cuenta positiva de que, mal o bien, dicha disposición comenzó entonces a llevarse a la práctica.

170  Fuentes, n. 83, p. 8.

171   José Rosendo Gutiérrez a Samuel Velasco Flor, La Paz, 1874.8.1 (Fuentes, n.122).

172  Fuentes, n. 30.

173  Fuentes, n. 10.

174  Supra, notas 73 a 76 y texto.

175  Supra, notas 104, 107 y 108, y texto.

176  Supra, nota 100 y texto. Fuentes, ns. 81, 49,83.

177  Datos sobre la persona y la obra de José Rosendo Gutiérrez en Fuentes, n. 116.

178  Fuentes, n. 29, p. 7.

179  Loc. cit.

160  Ibid., p. 8.

181   Fuentes, n. 28.

182  Fuentes, ns. 27 y 29.

183  Fuentes, n. 51, p. 272.

184  Fuentes, n. 29, p. 2.

185  Fuentes, n. 28, p. III.

186  José Rosendo Gutiérrez a Samuel Velasco Flor, La Paz, 1875.I. X. (Fuentes, n. 122).

187  El mismo al mismo, La Paz, 1872.9.V (ibid).

188  Carta cit, supra, nota 186.

189  Fuentes, n. 116.

190  Ibid.

191  Carta cit. supra, nota 187.

192  Fuentes, n. 116.

193  Carta cit. supra, nota 186.

194  Gutiérrez a Velasco Flor, La Paz, 1872.23.XI (Fuentes, n. 122).

195  Datos sobre la persona y la obra de Acosta en Fuentes, n. 21.

196  Fuentes, n. 3.

197  Fuentes, n. 21.

198  No hemos podido determinar exactamente los años extremos de la vida de Velasco Flor. Por una carta que le dirige a su padre, el general Lorenzo Velasco Flor, en 1856.7.XI (Fuentes, n. 122), sabemos que estaba próximo a rendir examen de la sexta clase, o curso primero, de secundaria, lo cual sugiere que podría tener entonces unos diez a doce años. La colección epistolar de Velasco Flor mencionada en estas notas, formada por él mismo, llega hasta el año 1879; dada la escrupulosidad con que al parecer guardaba aquél sus cartas, si pudiera su muerte coincidir con este dato.

199  Carta cit. supra, nota 187.

200  Lo hace mediante este aviso periodístico a doble columna, que se mantiene desde 1875.20.V hasta 13.VII inmediato: "Estadística bibliográfica de la literatura boliviana por Samuel Velasco Flor. Dividida en siete partes. Con una introducción histórica y seguida de Apéndice. Un grueso volumen en folio, de esmerada edición. Precio del ejemplar 5 Bs. pagadero a tiempo de recibirlo. Mui en breve se dará a luz en la capital [Sucre]"; siguen las Agencias en Bolivia y en Buenos Aires, Salta, Santiago y Lima (Fuentes, n. 96). José Rosendo Gutiérrez, encarta inédita de La Paz, 1875.9.VII a Velasco Flor (Fuentes, n. 122), califica de "omposo" este aviso y se muestra un poco renuente a creer en la completa materialización del anuncio: "solo falta que su libro no se quede en el pródromo. Lo deseo vivamente, en bien de V., en bien mió, i en el de la literatura nacional". En junio anterior Moreno había publicado ya por su parte en Santiago un comentario no menos escéptico: "Si este anuncio no ha de quedarse en la categoría de una de tantas promesas editoriales pomposas, que nunca se cumplieron en Bolivia, donde pocos años há no faltó quien comenzase la impresión en castellano de todos los códigos franceses comentados por Rogron, de seguro que a su tiempo tendremos aquí asunto para una noticia tan curiosa como importante" (Fuentes, n. p. 526).

201   Fuentes, n. 37,1909.5V, p. 2.

202  Biblioteca Nacional de Bolivia, Manuscritos, Colección Ruck.

203  La colección de manuscritos forma cuerpo aparte, de acuerdo con su catálogo. Los impresos fueron distribuidos en el fondo común del repositorio.

204   Fuentes, n. 10. Ruck publica 38 números de este Boletín, desde 1886.6.III hasta 1889.23.VIII inclusive. En el n. 1 se encuentra un informe de Ruck que contiene los puntos de vista generales que orientaron su labor.

205  Datos sobre la persona y la obra de Abecia en Fuentes, n. 32.

206  Facultad de Ciencias Medicas, Instituto Médico, Sociedad Geográfica (Sucre); Revista del Instituto Médico "Sucre", Boletín de la Sociedad Geográfica "Sucre".

207  Fuentes, n. 1.

208  Fuentes, n. 51, p. VI.

209  Fuentes, n. 53, p. VI.

210  Fuentes, n. 68, p. 402.

211 Fuentes, n. 51, pp.V-VI.

212  Palabras textuales de Tamayo en la Cámara de diputados de Bolivia, sesión de 1934.9.1 (Fuentes, n.95, 1934.6.1, p.5).

213  Revisando los textos de ambos autores se llega a constataciones, en efecto, inesperadas:
Moreno sobre el cholo o mestizo: "Los mestizos [...) con su tórax levantado por los apetitos, y su espíritu uncido por instinto al proselitismo del caudillaje" (Fuentes, n. 73, p. 143). "El cholo, ó es célula morbosa por insuficiencia ingénita ó es célula pervertida juntamente por insuficiencia y por dolencia" (loc cit.) "Cabe alimaña más dañina en la sociedad que el cholo abogado, ni gato montes más rapaz y bravio que el cholo mandón? La propensión de la casta tiende como es notorio al ocio, á la reyerta, al servilismo y á la intriga, gérmenes del bochinche y del caudillaje" (loc.cit.). Tamayo sobre lo mismo: "Nadie más que el cholo necesita de una educación moral, de una refección de costumbres [...]. Es una naturaleza floja, incoherente, desordenada. Su vicio fundamental: la pereza" (Fuentes, n. 110, p. 211). "Sus actos no tienen carácter, sus pensamientos no tienen estilo" (ibid., p. 115). "Podemos formular la cuestión: el cholo recibe más de lo que da. Hay, pues, parasitismo en la clase" (ibid., p. 66). "Él cholo, en sus condiciones actuales y pasadas, no siempre ha sido ni es un sano elemento de orden y de estabilidad sociales. En resumen: socialmente hablando, es o tiende a ser parasitario; políticamente, ha sido o puede ser un peligro; como factor económico su exponente es bajísimo" (ibid., p. 169).

Moreno sobre el doctor:"[...] la clase especial de los doctores, plétora proveniente del excesivo desarrollo de la enseñanza superior -antes sólo tres y hoy con menos habitantes ya siete las Universidades con cátedra de derecho mientras yace desorganizada la instrucción segunda y no da paso la primaria-" (Fuentes, n.73, p. 447). "Dos categorías de doctores á cual más perniciosa: una de empleo-maníacos inexorables y otra de ideólogos incorregibles. /Sumando como suma el abogadil intelecto una actividad desocupada enorme, infundía en sus proletarios más sobresalientes de talento, menos que la avidez común por los empleos á toda costa, un ardor por toda suerte de utopías sociales y políticas; con que esos escritores y oradores alejaban cada vez más de la verdad de su suerte al ignorantísimo país, y eran con eso coadyuvantes del lisonjero engaño popular y de la propensión sediciosa muy vehemente por aquel entonces en Bolivia" (loc. cit). Tamayo sobre lo mismo: "En Bolivia hay veinte veces más universidades que en Francia y Alemania juntas, proporcionalmente a la población y a todo género de necesidades pedagógicas. Este es otro de los sarcasmos de nuestro estado" (Fuentes, n. 110 p. 63."[...] estas ridiculas universidades y liceos de que estamos plagados en Bolivia" (loc. cit.). "[...] Como la concebimos y enseñamos hoy; como tendremos que enseñarla aún mucho tiempo, [la instrucción primaria] vale nada o poco menos" (ibid., p. 92). "Que en ellos [en los colegios secundarios] se enseña todo y no se aprende nada, es cosa innegable e irremediable por el momento" (ibid., p. 64). "Cuando no hay un fondo moral, la instrucción es un peligro y la ciencia puede llegar a ser una plaga. El abogado de mala ley, el juez improbo, el sofista astuto, el periodista logrero, el político inconsecuente, etc. no son otra cosa que gente instruida, pero sin costumbres, o con malas costumbres, y con un carácter negativo, respecto de los intereses constantes y ulteriores de la vida" (ibid., p. 14)"[...] lo hemos dicho ya vivimos de mentira y todo miente en Bolivia" (ibid., p. 98).

214  Fuentes, 62, p. 4.

215  Hacemos el cómputo desde el año 1858, punto de partida de las publicaciones con sentido bibliográfico, de Moreno (Fuentes, ns. 76, 61, 66, etc.)

216  Fuentes, n. 52, p. 5.

217  Proyecto suscrito en La Paz, 1906.29.X, por los diputados Angel Vásquez y Benigno Lara (Fuentes, n. 94, p. 69).

218  Ley aprobada en 1907.16.XI y promulgada en 19.XI inmediato (Fuentes, n. 11, pp. 8-9)

219  Jaime Mendoza conoce a Moreno en Santiago en 1907 y dice que tenta la "faz casi macilenta"; al despedirse de él en el curso de dicho año para retornar a Bolivia lo encuentra "con la salud muy quebrantada. Caminaba con cierta dificultad. Díjime que estaba enfermo de la vejiga" (Fuentes, n. 39, pp. 105 y 106-7).

En apoyo de nuestra presunción sobre la iniciativa referente al destino de su colección viene el dato relativo a una cláusula coincidente que luego se encuentra en su testamento (infra, nota 241).

220  "Consignase en el Presupuesto Nacional la suma de cuarenta mil bolivianos, para adquirir por cuenta del Estado, la biblioteca boliviano-americana del señor Gabriel René Moreno" (Fuentes, n. 94. 69).

221 Ibid., p. 70. El informe está suscrito por los diputados Carlos Flores Quintela, Antonio Marcó, A. Ortega, N. Vázquez, J. Fernández, Luis Ballivián, E. Salinas R. Benigno Lara y A. Reyes Ortiz. 222

223  Fuentes, n. 85.

224   Fuentes, ns. 51, 52, 70, 82, 85.

225  Fuentes, n. 36 p. 397.

226  Supra, parágrafo VII

227  No hemos podido establecer la efectividad de este aserto.

228  Fuentes, n. 36, p. 397.

229  Ibid., pp. 375 y 397-8.

230  Fuentes, n. 11, p. 8.

231   Fuentes, n. 98, p. 118. Esta suma no se hizo efectiva de inmediato y en el todo.

232  Supra, nota 125.

233  Los documentos de envío están suscritos por éste; infra, nota 234.

234  "Demostración del contenido, por volúmenes, de 81 cajas que contienen la Biblioteca (Boliviano- Americana) de G. René Moreno", 14 páginas mecanografiadas, suscrita en Iquique, 1909.4.V por Arístides Moreno (Fuentes, n. 124).

235  Casualmente las mejores páginas consagradas por la historiografía a este famoso evento inicial de la revolución emancipatoria en América del Sur corresponden precisamente a Moreno (Fuentes, ns. 86, 64 y otras).

236  "El día 26 de mayo, á horas 1 de la tarde, tuvo lugar la inauguración de la biblioteca comprada por el gobierno nacional á los herederos del Sr. Gabriel René Moreno. [...] El Sr.[Daniel Sánchez] Bustamante, ministro de Instrucción, hizo la entrega oficial de la biblioteca, que la recibió el Sr. Rector de la Universidad de Chuquisaca. Dr. Carlos Calvo" (Fuentes, 118, f. 335).

237  "La Biblioteca permanece encajonada, bajo la custodia del Rector de la Universidad, hasta que se arbitren los medios pecuniarios suficientes para su instalación" (Fuentes, n. 11, p. clxv).

238  "El acto se realizó en el local denominado la Casa de Piedra" (Fuentes, n. 118, f. 335); "El día 26, ante numerosa concurrencia y [en] el local del colegio primario de niños, el señor Ministro de Justicia hizo entrega oficial de la biblioteca" etc. (Fuentes, n. 37, 1909.5.VI, p. 3). La referencia al discurso de entrega en Fuentes, n. f. 335.

239  Supra, nota 237.

240   Fuentes, n. 89.

241   "A horas 1 de la tarde de ayer, los empleados de los tribunales de justicia fueron sorprendidos por un insólito alboroto, muy raro en la apacible atmósfera de sus vetustas oficinas. Las voces y el ruido partían del archivo nacional y un enorme público se apiñaba junto al estrechísimo despacho. Una nube de humo hizo comprender inmediatamente que se trataba de un incendio, que puso zozobra en todos los espíritus sabido como es que en el local de esa repartición se encuentran guardados tesoros de antigüedad [...] y, ante todo, la hermosa biblioteca de libros y folletos bolivianos coleccionada con civismo sin ejemplo y con paciencia admirable, por el genio de nuestras letras, el primer historiógrafo y bibliófilo de que podemos enorgullecemos, don Gabriel René Moreno; biblioteca codiciada por la nación chilena, vendida en cumplimiento de la última voluntad del egregio extinto, por la suma de 40.000 Bs. al gobierno de Bolivia [...] Los rápidos procedimientos empleados para apagar el incendio tuvieron feliz éxito, y se pudo comprobar que los cajones de libros estaban superficialmente quemados. Sólo uno había sufrido la fuerza de las llamas como si el fuego hubiera sido puesto en él: el cajón que contenía los manuscritos y libros raros [...)" (Fuentes, n. 89). "Hecha la constatación se ha visto que solo algunos libros estaban chamuscados por la orilla siendo por consiguiente sencillo tomar razón de ellos" (Fuentes, n. fs. 227-8).

242   Fuentes, n. 37, 1911.16.XI, p. 2.

 

FUENTES

1. Editas

1      ABECIA, VALENTÍN, Apéndice á la Biblioteca Boliviana de Gabriel René Moreno. Con un apéndice del editor [Enrique Barrenechea] 1602-1879. Santiago de Chile, Imprenta Litografía y Encuadernación Barcelona, 1899, 144 pp.

2     "Abogados chilenos. Matrícula de los que, a la sazon, existen en toda la República hasta el 13 de agosto de 1880, con expresion de las fechas de sus respectivos títulos". Publicada en el n. 7 de estas Fuentes, t, LVII, pp. 462-85.

3     ACOSTA NICOLAS, Apuntes para la bibliografía periodística de la ciudad de La Paz. La Paz, Imprenta de la Unión Americana, 1876, 57 pp.

4     ALBA, ARMANDO, "Los archivos coloniales del Museo Nacional de la Casa de Moneda", Potosí, 1943.VII. Publicado en el n. 109 de estas Fuentes, pp. 165-208.

5     El amigo de la verdad. Sucre, quincenal, 1825-4.

6     AMUNATEGUI SOLAR, DOMINGO, "La biblioteca del Instituto Nacional". Publicado en el n. 31 de estas Fuentes.

7     Anales de la Universidad de Chile, Santiago de Chile, ts. 1856; XXV (1864, julio-diciembre); Lll (1877); LVII (1880); LXIV (1883); XCIII (1896), enero-junio); XCIV (1896, julio-diciembre); XCVII 1897, enero-junio); C 1898, enero-junio).

8     Biblioteca de Ernesto O. Ruck Catálogo. Epígrafe en la p. 1: "I parte Manuscritos: por orden cronológico. Desde el año de 1560 hasta el presente de 1897". Lima, Imprenta y Encuadernación de Guillermo Stolte, 1898, 72 pp.

9     Boletín de la Sociedad Geográfica "Sucre", t. XXXI, Sucre 1937.

10    Boletín y catálogo del Archivo Nacional. Publicación periódica eventual. Redactor: Ernesto O. Ruck. ns. 1, de 1886.6.III, a 38, de 1889.23.VIII. pp. 1-323.

11    Bolivia Memoria del Ministro de Justicia é Instrucción Pública doctor Juan Misael Saracho al Congreso Ordinario de 1908. La Paz, 1908.

12    BRISENO, RAMÓN, Estadística bibliográfica de la literatura chilena. Santiago de Chile, 2 ts. 1862 y 1879.

13   CALVO, DANIEL, Exercices de traduction. Morceaux choisis des principaux auteurs francais. Sucre, 1851.

14   -Melancolía. Poesías de D. Daniel Calvo. Cuaderno 1o. dedicado a los poetas M[anuel]. J[osé]. C[ortés]. i M[ariano]. R[amallo]. Sucre, 1851.

15   -Un pensamiento, Sucre, 1851.

16   Colección oficial de leyes, decretos, órdenes y resoluciones supremas que se han expedido para el régimen de la República Boliviana. Sucre, ts. V y X, 1857 y 1863.

17   Comercio, El. La Paz, trisemanal, 1883, 1893.

18   Comercio de Bolivia, El. La Paz, diario, 1903.

19   Cóndor de Bolivia, El. Sucre, semanal, 1825-8.

20   Constitucional, El. Sucre, eventual, 1855.

21    CRESPO, LUIS S., "El Dr. Nicolás Acosta". Publicado en el n. 18 de estas Fuentes, 1903.7.VI.

22   CHAVEZ SUAREZ, JOSE, Historia de Moxos, La Paz, 1944.

23   "Decreto orgánico de universidades", La Paz, 1845.25.VIII. Publicado en el n. 16 de estas Fuentes, pp. 154-77.

24    D'ORBIGNY, ALCIDE, Voyage dans l'Amérique Meridional, Estrasburgo, ts. II y III (parte primera), 1839-43 y 1844.

25    Eco de la opinión. El. Sucre, eventual, 1850-5

26   FINOT, ENRIQUE, Historia de la Conquista del Oriente boliviano, Buenos Aires, 1939.

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28   -Datos para la bibliografía boliviana. Primera sección. Imprenta de la Libertad, 1875, cuatro + VI + 255 pp. Epígrafe en la anteportada: Biblioteca americana de J.R. Gutiérrez Parte Primera Bibliografía boliviana Primera Sección Libros y folletos de autores bolivianos o relativos a Bolivia.

29   -Datos para la bibliografía boliviana [...] Segundo suplemento Ultimas adiciones y correcciones a la primera sección. La Paz, Imprenta de la Unión Americana, [1880], una + 24 + 126 pp.

30   GUZMAN, LUIS MARIANO, "Campo neutral", Cochabamba, 1883.21.V. Carta relativa al libro Historia de Bolivia, por este autor. Publicada en el n. 17, 1883.4.VII de estas Fuentes.

31    Heraldo, El. Santiago de Chile, diario 1892.

32    Homenaje a la memoria del doctor Valentín Abecia, Tarija, 1913.

33   "Inauguración de la Academia literaria del Instituto y su reglamento". Publicado en el n. 7 de estas Fuentes, t. LII pp. 405-6.

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35    LASTARRIA, JOSE VICTORIANO, Recuerdos literarios. Datos para la historia literaria de la América española i del progreso intelectual en Chile, ed. 2a., Leipzig, 1885.

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37   Mañana, La. Sucre, diario, 1909 y 1911.

38    MENDOZA GUNNAR, "La Biblioteca y el Archivo Nacional de Bolivia". Publicado en el n. 95 de estas Fuentes, 1947.25.V, sección segunda.

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40    MILLER, GUILLERMO, Memorias del general Miller al servicio de la República del Perú, Londres, t.ll,1829.

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42   -"El Alto-Perú en 1873. Documento histórico importante". "Advertencia" suscrita por Moreno en Santiago, 1877.V, e inserción del "Informe reservado del gobernador intendente de Potosí [don Juan del Pino Manrique] sobre la nueva real ordenanza de intendentes del virreinato del Río de La Plata", Potosí, 1783.16.11, documento, documento procedente de la colección de Moreno. Publicado en el n. 99 de estas Fuentes t. VIII, pp. 207.34.

43   -Anales de la prensa boliviana. Matanzas de Yáñez (1861-1862). Santiago de Chile, Imprenta Cervantes, 1886, IX + 449 pp. Los capítulos I-VII publicaronse previamente en el n. 100 de estas Fuentes, ts. I-V.

44   -["Apuntes para una bibliografía periodística de la ciudad de La Paz por Nicolás Acosta"]. Nota bibliográfica en el n. 99 de estas Fuentes, t. IV, pp. 471-4.

45   -"Arcesio Escobar (Estracto de una biografía inédita)". Suscrita en 1873.1, por G. RENE-MORENO. Publicado en el n. 102 de estas Fuentes, t. II, pp. 160.88.

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51    -Biblioteca Boliviana. Catálogo de la sección de libros i folletos. Santiago de Chile, Imprenta Gutenberg, 1879, VIII + 880 pp.

52   -Biblioteca Boliviana. Catálogo del Archivo de Mojos y Chiquitos. Santiago de Chile, Imprenta Gutenberg, 1888,627 + una pp.

53   -Biblioteca peruana. Apuntes para un catálogo de impresos. Santiago de Chile, Imprenta Cervantes, 2 ts, 1896, VIII + 558, y 618 pp.

54   -Bolivia y Argentina. Notas biográficas. Santiago de Chile, Imprenta Cervantes, 1901, 549 pp.

55   -Bolivia y Perú Notas históricas y bibliográficas. Santiago de Chile, ed, 2a. aumentada, 1905, X + 335 pp. Ed. 1a., Santiago de Chile, Imprenta Cervantes, 1900.

56   -Bolivia y Perú Más notas históricas y bibliográficas. Santiago de Chile, Imprenta Litografía y Encuadernación Barcelona, 1905, cuatro + 311+ una pp.

57   —Bolivia y Perú Nuevas notas históricas y bibliográficas. Santiago de Chile, Sociedad Imprenta y Litografía Universo, 1907, X + 676 pp.

58   -"Buenos Aires en 1879". Publicado en el n, 54 de estas Fuentes, pp. 5-20.

59   -El cerco de La Paz por los sublevados de 1811". Publicación del manuscrito intitulado "Apuntamientos hechos en forma de diario por don Ramón Mariaca, presbítero, abogado de la Real Audiencia de Charcas, en virtud de prevención i encargo del señor Gobernador Intendente don Don Domingo Tristan, de los sucesos de la ciudad de La Paz en el cerco puesto a ella por los indios i cholos sublevados el día 14 de agosto de 1811". Nota al pie "simple copia coetánea, sección de Mss. en la (Colección Boliviana) del señor G. René-Moreno, en Santiago". Publicado en el n. 99 de estas fuentes, t. X, pp. 101-38/264-73.

60   -"Crónica literaria". Suscrita por G[ABRIEL]. R[ENE]. MORENO. Noticia bibliográfica sobre cinco publicaciones bolivianas. Publicada en el n. 102 de estas Fuentes, t.1, pp. 949-57.

61    -"Daniel Calvo". Suscrito en Santiago de Chile, 1858.XI por RENE MORENO. Publicado en el n. 104 de estas Fuentes, t.1, pp. 568-92.

62   -Daza y las bases chilenas de 1879. Sucre, Tipografía del Progreso, 1881, cuatro + III + 18 pp. Otra ed. La Paz, 1938, cuatro + III + 214 + tres pp.

63   -"Documentos sobre el primer atentado del militarismo en Bolivia". Publicados en el n. 99, de estas Fuentes, t. IX, pp.246-87 y 394-408. Procedentes de la colección de Moreno.

64   -"Documentos sobre la revolución alto-peruana de 1809". Publicado en estas Fuentes, n. 54, pp. 283-99 y como "Prólogo" en estas Fuentes, n. 86, t. II, pp. 5-12.

65   -"Don Angel Justiniano Carranza Necrología". Publicado en el n. 54 de estas Fuentes, pp. 277-81.

66   -"D[on]. Manuel José Tovar" Suscrito en Santiago de Chile, 1859.12. I. por RENE MORENO. Publicado en el n. 104 de estas Fuentes, t. pp. 689-702 y 735-55.

67   -"Don Mariano Ramallo". Suscrito en Santiago de Chile, 1862.V, por G[ABRIEL]. RENE MORENO. Publicado en el n. 103 de estas Fuentes, pp. 81-90.

68   -"D[on]. Ricardo José Bustamante". Suscrito en Santiago de Chile, 1860.V, por RENE MORENO. Publicado en el n. 104 de estas Fuentes, t. II.pp. 266-84 y 739-57.

69   -Elementos de literatura preceptiva por [...] Profesor de Literatura en el Instituto Nacional. Santiago de Chile, Imprenta Gutenberg, 1891, VI + 530 pp.

70   -Ensayo de una bibliografía general de los periódicos de Bolivia 1825-1905. Santiago de Chile, Imprenta y Litografía Universo, 1905, XIV + 336 pp. Suplemento correspondiente a 1905-1908 en el n. 85 de estas Fuentes, al final XVII pp.

71    -"Fúnebres (Lectura hecha en la Academia de Bellas Letras)".Publicado en Fuentes, n.108,t.II. pp.121-41.

72   -"Informaciones verbales sobre los sucesos de 1809 en Chuquisaca", Santiago de Chile, 1877.IX Publicado en el n.99 de estas Fuentes, t. IX, pp. 27-60, y en el n. 56, pp. 87-172.

73   -"Juan Ramón Muñoz Cabrera o aventuras de un periodista en cinco repúblicas. 1819-1869". Publicado en el n. 55 de estas Fuentes, pp. 300-548.

74   -"Letras argentinas". 1884.X. Publicado en el n. 100 de estas Fuentes, t.1, pp. 544-58 y, en el n. 54,pp. 93-115.

75   -"Literatura americana. Introducción al estudio de los poetas bolivianos.- Comunicación dirijida a la Facultad de Humanidades por don G. Rene Moreno, i leida en la sesión que celebró dicha facultad el 14 de Octubre de 1864". Publicado en el n. 7 de estas Fuentes, t. XXV.pp. 678-90. Otra edición separada: Introducción al estudio de los poetas bolivianos. Leida en la Sociedad Literaria de San Luis, Santiago. Imprenta de la Unión Americana, noviembre de 1864 20 pp.

76   -"María Josefa Mujía". Suscrito en Santiago, 1858.28.IX por RENE MORENO. Publicado en el n. 104 de estas Fuentes, 1.1, pp. 414-29.

77   -["Memoria pasada por don Gabriel René-Moreno, director de la biblioteca del Instituto Nacional de Santiago de Chile, al rector del establecimiento sobre el estado del repositorio a su cargo"]. Publicado en el n.7 de estas Fuentes, t. LXIV.pp. 318-8.

78   -"La mita en Potosí en 1795". Con una "Advertencia" de Moreno se registran dos piezas documentales de su colección de manuscritos. Publicado en el n. 99 de estas Fuentes, t. VIII, pp. 391-430.

79   -"Nicomedes Antelo". publicado en el n.100 de estas Fuentes,t.III, pp. 313-54, y en el n. 54,pp.117-79.

80   -Poetas bolivianos. Biografía de D[on]. Daniel Calvo. Santiago de Chile, Establecimiento Tipográfico de El Independiente, 1870, 26 pp. Fecha en la p. 26: "Santiago de Chile, enero 1o. de 1871".

81    -Poetas bolivianos. Biografía de don Néstor Galindo. Santiago de Chile, Imprenta Nacional, septiembre de 1868, 66 pp. Nota autógrafa de Moreno en el ejemplar de la Biblioteca boliviana: "Esta biografía fue reproducida oficiosa y espontáneamente en la Revista de Buenos Aires, añio VI, núms. 67 y 68, pájs. 321 i 496 del tomo XVII, correspondientes los núms. a noviembre i diciembre de 1868" (Fuentes, n. 101).

82   -Primer suplemento á la Biblioteca Boliviana de [...] Epítome de un Catálogo de libros y folletos 1879- 1899. Santiago de Chile, Imprenta, Litografía y Encuadernación Barcelona, 1900, VII + 349 + una pp.

83   -Proyecto de una estadística bibliográfica de la tipografía boliviana. Santiago de Chile, Imprenta de la de la librería de El Mercurio. 1874, 43 pp. Suscrito en Santiago de Chile, 1874.30.X por G[ABRIEL]. RENE MORENO.

84   -"Revista bibliográfica. Casimiro Olañeta Obras". Publicada en el n. 99 de estas Fuentes, t X, pp. 333-5.

85   -Segundo suplemento á la Biblioteca de [...] Libros y Folletos 1900-1908. Santiago de Chile, Imprenta y Encuadernación Universitaria, 1908, cuatro + 349 + XVII. Edición postuma dirigida por Enrique Barrenechea y Enrique O'Ryan G.

86   -Ultimos días coloniales en el Alto-Perú. Santiago de Chile, 2 ts., 1896 y 1901, 498, y 12 + VLII + 352pp.
Ediciones anteriores: "Últimos días del coloniaje en Chuquisaca", fragmentariamente, en el n. 99 de estas Fuentes, ts. IV y V; "Últimos días coloniales en Chuquisaca" y "Últimos días coloniales en el alto-Perú", todo el contenido del t.I, en el n. 7 de estas Fuentes, ts. XCIII, XCIV, XCVII y C. Ediciones posteriores: La Paz, 2 ts., 1940 (ns. 9 y 10 de la "Biblioteca Boliviana, Publicaciones del Ministerio de Educación"): Buenos Aires, 1 t. (solo el I de la edición original), 1946 (n. III de la "Colección panamericana").

87   MORENO, JOSE GABRIEL, cuatro palabras a mis compatriotas, Sucre. 1846.

88   Nacional, El Sucre, eventual, 1850-4.

89   "Notas del día. El incendio de ayer en la Biblioteca Moreno depositada en el Archivo Nacional se quema el cajón de manuscritos. Misterio... Intervención de la justicia". Publicado en el n. 37 de estas Fuentes, 1911.21.X, p. 2.

90   Nueva era, La. Sucre, eventual, 1854-7.

91    Patriota, El. Sucre, eventual, 1850.

92   Porvenir, El. Sucre, eventual, 1855.

93   Programa jeneral de los ecsámenes que los alumnos de Junin rinden Al fin del presente año Escolar, Sucre. 1852.

94   Proyectos de ley é informes de comisiones de la H. Cámara de Diputados en la Legislatura ordinaria de 1907, La Paz, 1908.

95   Razón. La. La Paz, diario, 1934 y 1947.

96   Reforma, La. La Paz, diario, 1875.

97   [Representación del doctor Gabriel José Moreno para que se tomen en cuenta sus servicios como juez y magistrado en el próximo arreglo constitucional]. Sucre. 1855.13.VII. Publicado emel n.25 de estas fuentes, 1855.21 .VII, p. 2.

98   República de Bolivia Presupuesto para 1909 La Paz. 1909.

99   Revista chilena. Fundada por Miguel Luis Amunátegui y Diego Barros Arana. Santiago de Chile. Imprenta de la República, ts. II (1875); IV (1875); V (1876); VI (1876); VII (1877); X (1878).

100  Revista de artes y letras, Santiago, ts. I (1884, julio-octubre); II (1884, noviembre-?); III (1885); IV (1885); V (1885).

101  Revista de Buenos Aires, Buenos Aires, t. XVII.

102 Revista de Santiago. Directores Fanor Velasco i Augusto Orrego Luco. Santiago de Chile, ts. I (1872); 11(1872-3).

103 Revista de Sud-América. Anales de la Sociedad de Amigos de la Ilustración, Valparaíso, t. IV (1864).

104 Revista del Pacifico. Literaria y Científica, Publicación quincenal. Valparaíso, ts. I (1858),11(1860), V(1861).

105 Revolucionario, El. Sucre, eventual, 1855.

106 SALMÓN, JULIO, "Un centenario anticipado". Publicado en el n. 95 de estas Fuentes, 1934.23.1, p. 4.

107 SANTAMARÍA, DOMINGO, "Discurso leido al incorporarse en la Facultad de Filosofia i Humanidades de la Universidad de Chile en la sesión del 19 de abril de 1856". Publicado en el n. 7 de estas Fuentes, año 1856". Publicado en el n. 7 de estas Fuentes, año 1856, pp. 321-9.

108 Sud-América Revista científica i literaria, Santiago de Chile, t. II, 1873-4

109 Sur Boletín oficial de la Sociedad Geografía y de Historia "Potosí". Segunda época, Potosí, diciembre de 1943.

110  TAMAYO, FRANZ La creación de la pedagogía nacional, ed. 2a., Buenos Aires, 1944.

111  The Hispanic American historial review, Duke University, vol. XXIX, n. 4, noviembre de 1949.

112  VARGAS UGARTE S. J., RUBEN, Don Benito María de Moxó y de Francoli arzobispo de Charcas, Facultad de Filosofía y Letras, Instituto de Investigaciones Históricas, Buenos Aires, 1931.

113  VELASCO FLOR, Samuel, Foro boliviano. Matrícula estadística de abogados, 3 de junio 1753-diciembre 1876, Sucre, 1877.

114  VICUÑA MACKENNA, BENJAMIN, bibliografía americana. Estudios i catálogo completo i razonado de la Biblioteca americana coleccionada por el Sr. Gregorio Beéche (Cónsul general de la República Argentina en Chile), Valparaíso, 1879.

115  -"Don Gregorio Beeche (Rasgos biográficos)". Publicado en el n. 114 de estas Fuentes, pp. V-XXV.

116  YORIK [seudónimo], "Borrones y perfiles. José Rosendo Gutiérrez". Artículo necrológico, publicado en el n. 17 de estas Fuentes, 1883.29.VII.

117  ZENGOTITA, JUAN DE, "The National Archive and the National Library of Bolivia at Sucre". Publicado en el n. 111 de estas Fuentes, pp. 649-76.

 

2. Inéditas

118  Album del centenario del 25 de mayo de 1809 (Biblioteca Nacional de Bolivia, Manuscritos).

119  Archivo Nacional de Bolivia, Libro copiador de comunicaciones expedidas por la Dirección, Sucre. 1909-15.

120 Archivo Nacional de Bolivia, República. Ministerio del Interior.

121  Archivo Nacional de Bolivia, República. Tesoro Público de Potosí, comprobantes.

122  Biblioteca Nacional de Bolivia, Manuscritos: Archivo epistolar de Samuel Velasco Flor.

123  Biblioteca Nacional de Bolivia, Manuscrito: Colección Moreno, "Reliquias de un copista".fs. 125-40.

124  Biblioteca Nacional de Bolivia. Manuscritos: Papeles de Gabriel René-Moreno.

125 Colegio Nacional Junín. Libros de Actas de exámenes, n. 22.

126  Memorándum autógrafo suscrito por Gabriel René-Moreno en Santiago de Chile, 1883.1 .IV (Biblioteca boliviana, p. 1, f.3).

127 Papeles inéditos de Gabriel René-Moreno en la colección de Humberto Vázquez-Machicado.

 

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