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Revista Ciencia y Cultura

versión impresa ISSN 2077-3323

Rev Cien Cult  n.2 La Paz dic. 1997

 

Ideas y Pensamientos

 

El ratón en dos mundos

 

 

Félix Layme Pairumani

 

 


El shock andino

Vivimos tiempos muy conflictivos para la integridad cultural andina. De hecho hemos visto una especie de imposición de una manera distinta de ver las cosas. El instrumento para eso se llama la escuela y su curriculum es ajeno. En los inicios del advenimiento de la escuela tenían seguridad de que los nuevos valores del industrialismo eran la solución, una solución definitiva de los problemas bolivianos. Por eso implantaron la "civilización" y la "castellanización" es decir la homogeneización, creyeron que su civilización era la mejor y que las andinas eran bárbaras. Para ver mayores detalles basta leer la polémica que hicieron Felipe Segundo Guzman y Tamayo en 1910.

Los paradigmas de esta civilización, es decir del industrialismo, son opuestos a los de las culturas andinas.

Esa es la causa del shock que nuestros pueblos han sufrido durante la escolarización y aun ahora se mantienen los problemas del encontronazo de dos maneras de ver el mundo; según J. A. Barker: Un paradigma es un conjunto de reglas y disposiciones (escritas o no) que hace dos cosas: 1) establece o define límites, y 2) indica cómo comportarse dentro de los límites para tener éxito.

La escolarización suponía la homogeneización, y ésta era considerada como la solución a los problemas de los indígenas. Entonces además del currículo escolar oculto llevaba otros valores de la Revolución Industrial, tiempo lineal, centralización, verticalismo, espacio tiempo separados, la enajenación de la tierra y otros. Eso, reitero, ha producido un shock insospechado en las comunidades indígenas: la aculturación en los años de la iniciación de la escolarización y aun hasta ahora.

Ya en la introducción hemos señalado un instrumento de cambio muy conocido cual es la escuela. Aunque eran hijos de sociedades en donde la subestimación social y económica no estaban reñidos, en la Colonia surgió un otro prejuicio: el racismo con más intensidad. Recalco, en el siglo XX, no creo que hayan tenido una malévola intención al implantar una educación ajena y extraña a las realidades culturales indígenas, sino que eran hijos de la época y en sus actitudes paternalistas pensaban que ese curriculum escolar era mejor para los indígenas. Lo hicieron bajo el pensamiento que entonces estaba vigente y por supuesto parecían prósperos en sus madres patrias y sobre todo porque desconocían la relatividad cultural. Pero lamentablemente esos valores ahora han entrado en una especie de desmoronamiento y surgieron otros. Vino la crisis educativa. Eso hace que pongamos en duda el sistema educativo y las contradicciones culturales actuales, antes de continuar despersonalizando.

En esta oportunidad tocaremos un hecho, uno solo, que está cambiando la manera de ser andino, la acumulación por acumulación y el maltrato al medio ambiente.

"Somos ratoncitos"... cantaban en la escuela.

Cuando gobernaba el país el Gral. René Barrientos, enviaban del Ministerio de Educación a las escuelas del campo, unos libros grandes y bellamente empastados, con tapa de cartón y vistosos colores amarillo y azul, titulado "El quesin". Era la historia y andanzas del ratón. Los niños, afanosos, algunos hojeaban, otros intentaban leer y algunos comentaban en lengua aymara. Algunos maestros, aun hasta hace pocos años, para enseñar a hablar hacían repetir dichos textos a los niños en las horas de lenguaje, como si fuese texto de enseñanza.

Así mismo en las escuelas rurales los niños de los primeros cursos cantaban, dirigidos por sus maestros, la ronda denominada "Somos ratoncitos...". Cantaban diariamente, especialmente niños de 5 a 6 años de edad del pre-básico, primero y segundo cursos. Si se pregunta, por ahí, a algunos maestros sobre esta canción seguro que recuerdan dicha ronda. La pregunta es: ¿la característica y personalidad del ratón era o está acorde con la cultura aymara y quechua?

 

El ratón en los cuentos aimaras

Existe una fábula en la cultura aymara donde protagonizan el ratón y un ave llamada carpintero (yayaka, yarakaka o ñuxtu ). Hubo un ratón que recogía todo lo que es comestible en la época de la cosecha, aun lo que pertenecía a otros. Nunca iba sin llevar nada a su casa. El ratón tenía todo, su casa estaba llena de cosas y especialmente comida. Odiaba a las mujeres, porque cuidan con esmero los productos agrícolas en su casa y sentía simpatía por los hombres y cuando éste moría se ponía luto, porque el hombre más se ocupa de cultivar el campo y no se ocupa de la cocina, esto le favorecía al ratón.

Un día un ave decidió casar a su hijo, y fue a visitar al ratón para solicitar apoyo (ayni, arku o apxata). Entonces el ratón enojado lo despachó insultándolo:

—¡Qué producto ni qué nada! Aquí todavía tienes el descaro de venir a solicitar ayuda. En tiempo de cosecha hay que cosechar y recoger, tú cada día estas cantando y riendo. ¡Vayase de aquí!— le botó.

En otro lugar y oportunidad, al ave chingólo (ch'utukullu o phichhitanka) le tocó casar a su hija, entonces esta ave fue a suplicar apoyo al ratón. —Por favor señora ratona, voy a casar a mi hija, nos colaboraremos pues (aynjf asikiñäni, nayaxa apxatt' xarakchïmaxaya)— le decía. La ratona no quería saber nada. —¡Qué!, ¿qué producto o comida mi pides? En la época del escarbe se escarba, en tiempos de apthapi se recoge. ¡Chistoso! Todavía vienes aquí a pedir ayuda! ¡Trae esa bolsa! (¡uka kustäla iqanma!)— le quitó la bolsa, dice el cuento, y con ella le arrojó, y el costal justo quedó como gorro en la cabeza del ave y para siempre ahí. Hasta hoy se puede ver el característico costal aymara en la cabeza de la avecilla chingolo. Eso dicen y nos enseñan los cuentos, las fábulas y leyendas aymaras y quechuas son pues instrumentos educativos andinos.

 

La simbolización del ratón en los dos mundos

¿Qué es el ratón en el mundo castellano y qué en el aymara? Aquí debemos comprender que las culturas son relativas, esto se llama justamente la relatividad cultural. Esto en principio quiere decir que cada cultura es distinta y tienen valor ambas; y en cada cultura los animales simbolizan un valor positivo o negativo y, generalmente, no son iguales.

Para la gente aymara achaku, significa ratón, pero metafóricamente, significa ladrón. En quechua el ratón se llama juk'ucha y esta palabra en la lengua aymara significa "acumulación". Proviene del verbo juk'uchaña y quiere decir acumular.

El ratón para la cultura española y occidental puede significar a un ser débil e inofensivo. Mientras que en la cultura aymara representa a un ser repugnante, semánticamente simboliza al ladrón, a la acumulación; el ratón no da jamás ni ayuda, es decir no practica la reciprocidad, es un ser sucio e individualista, no es comunitario.

 

Lógica económica

Para todos es sabido que la lógica económica aymara es de reciprocidad, es decir practicar el ayni: te doy cuando necesitas y me devuelves cuando yo necesite. Es decir, en una situación comunitaria el que da más recibe más. Los científicos sociales dicen "complementariedad antagónica" es decir, aliados y contrarios en la comunidad. "La lógica de la economía que se desarrolló en estos territorios está basada en el Don, Dar, que llamamos redistribución. Se da en función de la necesidad del que pide. Entonces, tenemos que las relaciones se establecen mediados por la necesidad. El servicio será retornado, devuelto cuando el primero lo necesite y es lo que llamaremos reciprocidad." Dice Dominique Temple.

Mientras para la cultura española y occidental vale más aquello de: "tanto tienes tanto vales" (proverbio español en Quijote de la Mancha) para el aymara es al revés: Cuanto más das más eres, sería. Justamente el ratón es acumulador a cualquier precio e individualista a toda costa. El intercambio es eso, aprovechar la situación insostenible que sufre el otro, la necesidad y dificultad del otro, para aprovechar e incrementar sus ganancias. Y aquí nacen justamente las desigualdades y las penalidades de la población andina.

 

Algunas consideraciones sociales

Los libros que pintan al ratón como animalitos lindos y las canciones que representan a los niños como a dicho animal, subliminalmente, enseñan las características del ratón; pues sienten cariño y toman como modelo su personalidad, de hecho consideran que el ratón es bueno, así como sus actos, por tanto se debe imitar, bailar como ratoncito; un ejemplo: hasta ya no es malo aun para el propio maestro de origen aymara o quechua civilizado.

Decir achaku a una persona es ofensa. Es decir es un insulto. Ningún aymara hablante puede tolerarlo si le llaman achaku, pues están llamándole ladrón. De la misma manera que la palabra qamaqi, el insulto achaku es tan grave que puede merecer golpiza si no prueba porque le llama achaku.

Aparentar ser ratoncitos en el mundo andino es una aberración. Con esta clase de enseñanzas se logra simpatizar con este animal, y se está logrando familiarizarse con el hurto, además de que en una sociedad comunitaria se induce a ser acumuladores aun a costa de ser ladrones. Este puede ser en el futuro la raíz de la corrupción. Los recursos comunales (y ahora municipales) en adelante pueden ser vaciados sin ruborizarse, y así mismo en esta carrera será difícil cuidar la ecología, puesto que ella sufrirá la loca carrera de la depredación.

Uno de los paradigmas más importantes para el aymara fué y es todavía el medio ambiente. Es más, en esta cultura se considera sagrado, puesto que es su Diosa Pacha Mama. Pero así como están las cosas, ahora ya se sabe qué va a pasar. Habrá que pensar sobre estos tópicos en la producción literaria aymara y quechua y en elaboración del curriculum escolar de la nueva era.

Tenemos que aprender a respetar al otro, tenemos que saber ser distintos y respetar lo distinto, sobre todo saber vivir en ella con justicia, sólo así podremos encontrar la paz.

 

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