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Ajayu Órgano de Difusión Científica del Departamento de Psicología UCBSP

versión On-line ISSN 2077-2161

Ajayu v.11 n.2 La Paz ago. 2013

 

 

Indagación del mundo experiencial de la relación abuela-nietos

 

Focusing como instrumento de investigación de la experiencia de la “abuelidad”

 

 

Por: Blanca Lebl[1]

Universidad Católica Boliviana San Pablo

 

 


 

Capitulo I.  Introducción

“No lamento no haber tenido hijos, lamento no tener nietos”, “ser mamá fue más un esfuerzo que una felicidad, pero ser abuela es un placer indecible”, “a los nietos se los goza a los hijos se los sufre”, “a los nietos se los ama doblemente, son los vástagos de tus vástagos”,   “a los nietos se los ama libremente, sin responsabilidad”, ”Existe un placer en malcriar a los nietos”, “los nietos ya no se interesan por los abuelos cuando entran en la pubertad” (Frases del repertorio común)

“Growing old or old and growing? “(Rogers, C.R.)

I.1 Planteamiento del problema y justificación

En el estudio de los diferentes ciclos de la vida la psicología se ha interesado mayormente en los estadios tempranos de la niñez y la adolescencia y en la edad adulta. Comparativamente, la atención que se prestó al ciclo vital llamado tercera edad es menor y  relativamente reciente.

Las estadísticas muestran que en los países desarrollados  el segmento poblacional que corresponde a la tercera edad es cada vez mayor y que, dentro de éste,  las mujeres sobreviven a sus maridos en muchos años.  Los aspectos más indagados se refieren al deterioro físico y mental de los viejos y en menor medida a las variables que dan cuenta cómo a pesar del inevitable deterioro existen adultos de avanzada edad que se mantienen psíquica y físicamente activos y con experiencias de vida saludables.  Todavía no hay mucho sobre la experiencia de ser viejo con vitalidad en los aspectos relacionales que se crean con los miembros de la familia. Específicamente, no hemos podido decir aún cómo en una etapa de involución las mujeres podemos seguir creciendo en el contacto con los nietos. En consecuencia, no sabemos cómo potencializar la “abuelidad” para enriquecimiento de ambos y de la comunidad.

Es de interés individual y social conocer la experiencia de la abuelidad, saber cómo se van creando y recreando los significados de la vida que guían conductas constructivas en esta etapa donde el tiempo y la tarea de vivir parecen haberse terminado y los proyectos no tener largo alcance.

I. 2 Objetivo general

Conocer la experiencia que las abuelas describen en relación a sus nietos.

I. 3 Objetivos específicos

· Favorecer el acceso de las co-participantes, en términos nuevos y más allá del repertorio conocido, a la experiencia de la relación abuela-nietos

· Identificar aspectos significativos en la relación abuela-nietos

· Descubrir pautas de dirección hacia el crecimiento

 

Capítulo II.  Fundamentación teórica                                                                                            

II.1 La abuelidad y la vejez

La “abuelidad” es un vocablo inexistente en los idiomas que conozco pero la experiencia es universal y eterna.  Es un concepto que denota un cambio en la vida de una persona mayor, un estado al que se ingresa cuando nuestros hijos tienen sus propios hijos.  Al momento de su concepción y nacimiento se inicia la paternidad-maternidad de aquéllos y comienza el proceso de convertirnos en abuelos.  Ser abuelos, padres o madres es un hecho biológico pero cuando esa emergencia se hace cualidad el concepto se transforma.  En el ejercicio de la paternidad-maternidad  los padres o madres se convierten en tales al cumplir el rol y la función de progenitores. Este ejercicio implica trabajo cotidianidad, esfuerzo, obligación, responsabilidad.  En la abuelidad se desliza el goce libre de la relación que se va estableciendo.

Inicialmente se instala un asombro ante la noticia del milagro de la renovación de la vida.  Se  evoca las propias experiencias, se compara y contrasta, se sigue la evolución del embarazo. Se constata el milagro de que todo sea igual y todo diferente (esto sucede especialmente con las hijas mujeres).

La noticia “vas a ser abuela” sacude, estremece.  Se impone el hecho ineludible del paso del tiempo, de ser vista como vieja.  El sonido de la palabra “abuela” es pesado, el vocablo lleno de connotaciones de ancianidad, de desplazamiento hacia otra categoría de persona, de cesación de pretensiones juveniles, de cabello blanco peinado en moño en la nuca, de espalda encorvada y de silla mecedora, de voz quebrada, de arrinconamiento.  Sí, me dirán, estas son evocaciones de las abuelas de antes.  Ahora, la abuela llega con las canas escondidas, vestida de jogging y zapatillas de tenis, viene de su caminata o del gimnasio, contando sus planes de viaje. Se está redefiniendo la abuelidad.

¿Qué pretendemos?  ¿Hacia dónde nos dirigimos?  A una concepción de abuelidad sin significado de vejez.  Se está transformando la abuelidad.  Queremos despojarla de las evocaciones de decrepitud y conservar únicamente la alegría  del ingreso de un nuevo ser en la tribu familiar,  sangre de tu sangre y arteria de tus arterias. No sé si se puede desprender la abuelidad de la vejez en la representación individual y colectiva  pero nos estamos encaminando a ello. Veo en la vejez-abuelidad dos líneas que ascienden no en paralelo rectilíneo sino entrelazadas la una en la otra como las columnas de los patios de algunos conventos, como troncos de vid. Deseamos disfrutar de ser abuelas sin entrar en la categoría perteneciente a la tercera edad, sin embargo, abuelidad y vejez están ligadas ineludiblemente. 

* (aunque conozco abuelas y abuelos de apenas cuarenta años en los sectores desfavorecidos de nuestra sociedad)

He pensado muchas veces en las razones por las cuales la vejez da vergüenza. La piel ya no es suave y firme, el pelo ralea, el volumen alrededor de la cintura se agranda, el tono muscular decrece y recapacito varias veces antes de trepar en un banquito.  También están las confusiones mentales, las frases cortadas tratando de ocultar que he perdido la idea central de lo que quería decir o los silencios para ganar tiempo hasta que venga el nombre que busco en mi pantalla.  Luego me disculpo con el argumento de la edad. Quiero que los otros sepan que estoy consciente de que estoy vieja y que deseo que me comprendan y perdonen por ello, que me encantaría no estarlo. Me esfuerzo por borrar las evidencias y me simpatizan los comentarios convencionales de consuelo. ¿Cómo estar cómoda en esta camisa con tantos parches y costuras?

¡Qué relativo es el concepto de vejez!   Somos viejos a los 20 para los niños de 6.  Somos viejos a los 40 para los de 20 y así en adelante. Se va corriendo el concepto.  Cuando antes pensaba que 70 era muchísimo, ahora me parece relativamente poco.  No sé si esto será compartido pero las personas de mi edad me parecen mayores que yo, no en su aspecto o en el número, por supuesto, sino desde una perspectiva interna personal que tiene una mirada sin tiempo. ¿Es un autoengaño?  O es la presencia calmada y tranquila que observa de atrás lo que va apareciendo (Tolle, 2002). En la fase de encontrar la propia presencia en el proceso de focusing (Weiser-Cornell, 2005), ¿qué edad tiene esta “Presencia?  ¿Quién es este observador, este testigo viviente en el momento presente?  Se siente sin edad pero miro al otro en su vejez externa. Tal vez estoy siendo testigo del tiempo desde una dimensión sin tiempo.

El  comportamiento amable de la gente me envía señales evidentes, me ceden el paso, me ofrecen ayuda con mi valija o lo contrario, si tardo mucho cuando me toca el turno luego de una larga fila de espera puedo oír comentarios peyorativos hacia los viejos.  

¿Y qué hay del proceso sentido de envejecer?  ¿va en concordancia con el aspecto externo? ¿Es diferente?  La experiencia interna de envejecer es un proceso callado, se va asomando por momentos, luego retrocede.  Tiene mucho que ver con el espejo y la actitud de los otros hacia uno.  Mientras estamos sanos y caminamos con vigor tenemos la vejez a raya. Pero llega no más el período en que debemos asumir que somos y estamos viejos. 

La vejez no es una sola.  Se desliza en una progresión, se manifiesta en distintas cualidades.  Hay vejeces no una vejez.  Está la vejez del cuerpo biológico, la vejez temprana, tardía, la joven vejez, la vejez joven, la vejez del alma, la vejez mental, la vejez natural.  Si fuera un mueble tendría más valor si me envejecieran, hasta existe entrenamiento para hacerlo pero soy un cuerpo humano.  Cuando se lee que en las sociedades primitivas los viejos son venerados y apreciados es porque la expectativa de vida era muy corta.  Muy pocos llegaban a viejos.  Ahora somos muchos y vamos a ser cada vez más.  En cualquier mercado la abundancia abarata los valores, la escasez los incrementa. No estoy segura de que por viejos seamos más sabios sólo convengo en que –como dijo Ingrid Bergman- envejecer es como escalar una montaña, a medida que subes el camino se hace más difícil pero la vista es más amplia y más hermosa.  A lo cual puedo agregar que en el ascenso vamos dejando caer con goce algunos fardos y pesos de la vida para agilizar nuestra marcha y hacer cumbre. En esta camisa de la vejez cada vez me aparecen más parches y costuras.

La vejez va emparejada con pérdida, declive, deterioro (Ballesteros-Fernández, Rocío, 2002), las funciones cognitivas se ven afectadas, el tiempo de reacción se ralentiza.  Sin embargo hay investigaciones que cuestionan estos conceptos y muestran cómo se amplía nuestro vocabulario y cómo articulamos mejor y logramos un balance entre el afecto positivo y negativo.  Se establece que hay crecimiento y declive a lo largo de toda la vida, en todas las etapas, no únicamente en la vejez  y, en todas, hay una enorme variabilidad. 

En todas estas descripciones los estereotipos  juegan un papel importante.  Esto influye no sólo en cómo los menores perciben a los viejos sino también en cómo los mayores se ven a sí mismos, en lo que esperan vivir al ingresar y transitar por esta etapa evolutiva.  Atendemos constantemente a nuestras falencias y ausencias de belleza, salud y rapidez.  Establecemos  la profecía del auto cumplimiento y nos ocupamos de confirmarla.

Es innegable que el tren de la vida a lo largo de su marcha evolutiva va acoplando vagones, la independencia, el dominio del lenguaje, las competencias y capacidades.  Así uno tras otro se van enganchando los vagones.  Cuando el tren se acerca a la estación final se revierte el proceso.  Se desprenden los vagones: la jubilación, la muerte de seres queridos, el vuelo de los hijos, la disminución de  nuestras capacidades, el estrangulamiento de nuestra independencia.  La locomotora va quedando sola.  En el momento en que aminora su andar y constata sus desprendimientos, como un regalo del universo, toma forma y acompaña el vagón de la abuelidad.

II. 2 Enfoque Experiencial

Intentaré comprender y contestar la pregunta de por qué y cómo se inserta la presente indagación en la postura filosófica del existencialismo.  En qué aspectos la marca y la circunscribe. 

Existir es estar fuera, estar arrojado (“yecto”) en el mundo, con las cosas y los otros seres, estar en relación con. Existencialismo viene de ex sistere, de salir afuera, de estar fuera de, salir de nosotros a otro, ir al encuentro de. La existencia se va constituyendo momento a momento con todo lo que sucede dentro del organismo en estos encuentros y que está accesible a la conciencia.  Se conoce (me relaciono, salgo de mi hacia el otro o dejo al otro entrar en mi) la realidad (el mundo) a través de la experiencia inmediata, concreta, individual y única.  Mi existencia es mi continuo experienciar-experimentar.   Experimento cuando me doy cuenta de, cuando presto atención a.  Este darme cuenta es mi conciencia que nunca está vacía, siempre es conciencia de.  Mi conciencia no es el objeto que percibo sino aquello a partir de lo cual me refiero a lo otro que no soy.  El mundo es un mundo fenoménico, es lo que aparece en mi conciencia, lo que mi conciencia aprehende cuando se dirige a algo.

Como mi experiencia está sucediendo en un movimiento continuo, cuando me refiero a ella no puedo envolverla en ningún sustantivo.  El sustantivo encarcela el concepto, lo cosifica e inmoviliza.  Es mejor expresarlo con un verbo: existir, y mejor aún, ponerlo en gerundio: ir existiendo, experienciando. Y llego a lo que Gendlin denomina “experiencing”  que captura la idea de algo personal, concreto, inmediato, siempre fluido, interactuante.

Como dice Alemany en su artículo “Despejar un Espacio en Focusing” (Riveros, 2010), Gendlin buscó traducir el término filosófico de “existencia” en “experiencia” y, a la experiencia que se desarrolla incesantemente la llamó “experiencing”.  El experiencing  es el caudal del río de la experiencia (existencia) que no cesa de fluir: vivencias subjetivas, actuales, lo que percibimos y sentimos, lo que hacemos, todo en el presente inmediato.  Por otra parte, Gendlin (en Alemany, 1997) apuntó que hay que ampliar el sentido de “experiencia” y agregar a su dimensión lógica y de sentido de la percepción,  su dimensión sentida que es prelógica y que acontece en un plano preconceptual, diferenciable internamente, dotado de significado  corporal,  quiere decir que nuestra ”conciencia de” es siempre significante.  ¿Cuál es esa fuente significante? Como afirma Sartre seríamos en cada momento presente, la sumatoria de los momentos de nuestro pasado que prefigura nuestro futuro.  “El experiencing es el constante, siempre presente fenómeno soterrado del vivir interior” (p.135).

Me surge también el interrogante de por qué el experiencing es significante, por qué preconceptual y por qué diferenciable. Por qué  este enfoque experiencial coloca en el cuerpo el asiento de la función significante.

 “Una razón –por la que se dice que es el cuerpo el que da significado-  es que no puede encontrarse si no se atiende al centro del propio cuerpo.  La sensación corporal surge allí” (Gendlin, en Alemany, 1997, p. 382).  Aunque está ubicado y se lo siente ahí en el cuerpo no es sólo del cuerpo, es del cuerpo-en-situación.   La sensación sentida es preconceptual y prelógica , existe internamente como una masa que no tiene forma pero que podría tener múltiples formas. Existe antes que le asignemos palabras para describirla.  Las palabras y los conceptos que empleamos para expresarla dentro de la situación vivida le imprimen la lógica. Es una complejidad implícita , está plegada en sí misma lista para desplegarse como la gota de aceite introducida en un frasco con agua (Barceló, 2006). Esa sensación conduce a, demanda algo nuevo y más preciso de lo que ya existe.

Cada situación supone también categorías lingüísticas que permiten la diferenciación de sus aspectos.  Produce asombro constatar que cada sensación sentida pueda ofrecer diferenciaciones de sí misma de una manera inagotable.  El tiempo de atención que le asignamos puede interrumpir o prolongar su desenvolverse.  El lenguaje simbolizante rechazado y el que es aceptado está también implícito, se desarrolla en el futuro inmediato. El cuerpo va produciendo novedades significativas, las sensaciones sentidas y sus significados no son fijos van cambiando en la interacción .

El significado  frente a una situación cualquiera está en la sensación que nuestra conciencia capta en nuestro cuerpo.  Cuando nuestra conciencia “va hacia” la cosa y atiende a la resonancia que esa cosa tiene en el espacio interno permitimos la simbolización de ese encuentro.  Esa simbolización no es definitiva ni acabada, no es un producto final.  

II. 3 Focusing

El experiencing funciona de forma importante en lo que pensamos, percibimos y nos comportamos y el focusing viene a ser un método, una manera sistematizada y muy valiosa  de acceder a él. Gendlin dedujo sus pasos de su extensa experiencia clínica y del análisis de innumerables sesiones de psicoterapia.  Los mismos clientes señalaron en el acto terapéutico los pasos que tomaban cuando conseguían cambios en el problema que los aquejaba.

El Focusing es un procedimiento terapéutico que ayuda a experimentar la versión corporalmente sentida de un tema de nuestra vida. Esta versión corporal es lo que el cuerpo siente desde dentro frente a, en relación a algo.  Al prestar esta atención especial a algún dato organísmico que se muestra a nuestra conciencia, podemos quedarnos en él sintiéndolo concreta y corporalmente y esperando que venga algo de él.  Ya el acto de prestar atención es una simbolización. De ahí emerge una palabra, una imagen o acción. El Focusing nos guía en este ejercicio de prestar atención a esta sensación sentida.

La persona debe ser instruida o modelada para captar bien el procedimiento.  Es importante que experimente la diferencia entre hablar de, hablar sobre algo y hablar desde la sensación sentida de algo, y pueda permanecer en silencio, escuchando, sintonizándose con la dimensión corporal  y así sepa que las palabras surgen de una sensación corporal. 

II. 4 Focusing e investigación

El Focusing es un procedimiento que está siendo aplicado extensamente en diferentes áreas: toma de decisiones, creatividad, negocios, espiritualidad, autoexploración, educación, reducción del stress, y otros ( Klagsburn en Riveros, 2011) y, especialmente, en psicoterapia.  Puesto que cualquier individuo tiene posibilidades de tomar contacto con la sabiduría que emana de su experiencing también podemos utilizarlo para tareas de investigación. Gendlin (en Riveros, 2006, p.149)  creó un “modo sistemático de articular, en términos nuevos, algo que necesita ser dicho pero que al principio aparece sólo como en un estado embrionario sentido corporalmente”, y que se llamó “Pensando desde el Borde (PDB)”.  Ya sea por nuestra formación o por experiencias de vida todos somos expertos en ciertos temas vividos pero  pocas veces nos detenemos a prestar atención a la sensación sentida poco clara de esos temas para que nos brinde mayor información. 

En nuestras interacciones comunes y diarias generalmente expresamos lo que nos parece claro respecto de algún asunto,  actuamos como si ya supiésemos todo lo que hay que saber respecto de ello y raras veces tenemos la oportunidad de desacelerar nuestros tiempos y atender a lo que “sensacionamos”* respecto de ese tema que atisba a través de sensaciones sentidas que parecen poco importantes.  Siempre se puede decir más sobre lo mucho que hay implícito en cualquier experiencia corporalmente sensacionada. Así lo que necesita decirse se expande.

El otro punto importante es que “puesto que somos propiamente criaturas en interacción, nuestra complejidad se muestra y se devela cuando hablamos a otra persona que desea escucharnos” (Gendlin, en Riveros 2006, p. 158).  En la pesquisa el investigador sigue en silencio con su comprensión corporal y habla sólo para reflejar lo que hay, darle nombre a lo que el otro nombra provisoriamente y lo comunica (Barceló, 2006) y verificar si lo va siguiendo.  Es aquí donde la empatía tiene su lugar como importante herramienta complementaria para la investigación.

*El término “sentir” es muy estrecho y mayormente entendido como sentimiento-emoción (alegría, miedo, tristeza, etc.). Nuestro idioma está huérfano de un vocablo más totalizante que englobe lo sentido-afectivo y lo sentido corporal significante.  Considero que “sensacionar” puede servir para ampliar la significación de sentir y precisar mejor su significado.

 

III. Método

Como siempre nos experienciamos en función a nuestras relaciones y conocemos que lo implícito es altamente constructivo (Barceló, 2006), el focusing puede constituirse en una metodología adecuada para acceder al espacio interno donde constantemente se van elaborando significados.  Además la postura empática que acompaña al focusing es, en la investigación, un modo de acercarse a los datos para descubrir en vez de verificar hipótesis.  Si escuchamos bien desenterramos lo que no esperamos y disminuimos la distancia entre el que desea conocer y el que está dispuesto a ser conocido (Josselson y Lieblich, 1995).

Tal como establece Gendlin (Riveros, 2007), en su planteamiento del PDF (pensando desde el borde) las abuelas pueden acceder en términos nuevos, más allá del repertorio conocido a lo que necesita ser dicho en la experiencia de la abuelidad.

En la recolección de datos se trabaja con tres abuelas individualmente con una postura focalizadora  introduciendo situaciones referidas a la relación con los nietos.  Luego del cierre de la entrevista se transcriben las grabaciones y se prosigue con la sistematización y análisis fenomenológico de los datos.

Este estudio tiene características fenomenológicas al tratar de comprender las experiencias vividas de las personas, sus significados e intenciones, contestarse cómo es vivir esta experiencia y descubrir la esencia de lo vivido para cada abuela y captar cómo podemos sentirnos en crecimiento en esta relación.  Respeta el requisito de no restringirse a ideas preconcebidas, expectativas o encuadres que lo guíen.  Se apunta a tener una descripción lo más certera posible aceptando las experiencias tal como existe en la conciencia de los individuos (Morse and Field, 1995).

III. 1 Participantes.  Tres co-participantes pertenecientes a la clase media alta realizaron una entrevista, las elegí por conveniencia, dos fueron invitadas por mí y la otra escogida a través de esta última.  Yo también participé al realizar mi epoche* del tema de mi abuelidad.  La primera co-participante aún no tiene nietos y los desea por lo tanto me interesaba acercarme a la ausencia de la experiencia y las otras son personas conocidas que les atrajo el tema.  Todas son profesionales entre 57 a 72 años: # 1 es profesora de sordos, (57 años), sin nietos; # 2 es psicóloga (72 años) con cuatro nietos entre 17 y 2 años y la tercera, es psicóloga (73 años) con 10 nietos, 8 mujeres y 2 varones.

III. 2 Ambiente, instrumentos y materiales: Dos de las sesiones las realicé en el domicilio de las co-participantes y una en mi casa, buscamos una hora conveniente para ambas, apagamos los teléfonos e inhibimos otras interrupciones.  Invertimos aproximadamente 50 minutos en cada sesión grabada, con el añadido de algunos minutos para el cierre de la experiencia. Se las realizaron en el lapso de diez días aproximadamente. Utilicé una grabadora con cassettes para registrar las interacciones y hojas en blanco donde iba anotando respuestas en la medida que se podía consignarlas por escrito.

III. 3 Procedimiento

Inicialmente elaboré en la Fundamentación Teórica unas páginas donde me pregunté qué conocía  acerca de la abuelidad por propia experiencia y a través de relatos de otras personas, de mis voces paternas, de mi cultura, de búsqueda de literatura (no encontré estudios sobre abuelidad) para identificar cuáles podrían ser en general mis consideraciones acerca del significado de ser abuela. Este paso me ayudó a tomar conciencia de mis creencias, prejuicios y preconceptos relacionados con el problema y ponerlos a un lado, (Moustakas, 1994), quedando así más abierta, receptiva al escuchar a las co-participantes en la descripción de su experiencia y a la hora del análisis de los datos.

Con las mismas intenciones, en una esfuerzo disciplinado y sistemático en una segunda instancia realicé una epoché (ver Anexo II) más profunda, más experiencial , en un contacto focalizador conmigo misma, luego hice una reducción de estos datos llegando a su categorización.

* Epoché: poner a un lado las propias preocupaciones, prejuicios, predilecciones, predisposiciones, conocimientos anticipados  para ver lo que realmente está ahí (Moustakas, 1994).

Después de transcribir las grabaciones de la entrevista con las tres co-participantes, eliminé las repeticiones y los comentarios sobrelapados, los reduje a categorías o temas, me pregunté acerca de la importancia, consecuencias y significado de cada tema y regresé a una nuevas lecturas reflexivas para buscar la dinámica de los temas cuestionándome cómo se dan éstos para ser lo que son y para asegurarme de que todas las descripciones estuvieran representadas en los temas. Presté atención a estructuras universales que precipitan sentimientos, pensamientos en relación al fenómeno tales como tiempo, espacio, preocupaciones corporales, materialidad, causalidad, relación con el self, relación con otros (Moustakas, 1994).

III. 4 Análisis fenomenológico de los resultados

El análisis está asentado en dos momentos de captación de datos.  El primero es cuando las co-participantes acceden a la conciencia de su experiencia de abuelidad en condiciones de focalizadoras y la investigadora recibe las descripciones y las refleja empáticamente, empleando también respuestas-guía que invitan a dejar que se forme la sensación sentida, a hacer silencio y acompañar lo que describen. Estas personas no fueron entrenadas rigurosamente en focalización, solo experimentaron una situación-ejemplo para identificar la fuente desde la cual emanan sus descripciones y a la que vuelven para verificación. En un segundo momento, estas descripciones luego de ser transcritas y analizadas, fueron entrando a mi conciencia reflexiva para encontrar los temas, categorizarlos y buscar su dinámica subyacente.

Co-participante # 1

Las sensaciones del significado de abuelidad se presentan con gran nitidez precisamente en la co-participante #1 que aún no tiene nietos. Siente el vacío “como un círculo que no se ha cerrado en la vida familiar” y constata la imposibilidad de  trascender y culminar a través de ellos. Tener nietos “es un deseo antiguo pero ahora más urgente porque estamos solos y  vislumbro la vejez y temo que no nos alcance el tiempo”. “Mi esposo me dice, me encantaría tener un nieto para poderle enseñar a montar a caballo, enseñarle a hachar”, es la consideración de la  inexorabilidad temporal  y de la inutilidad de habilidades y capacidades cuando los abuelos no las pueden  transmitir a sus nietos.

Desea que los nietos sientan la pertenencia y continuidad de la familia, la unión, comprensión y diversión que las generaciones anteriores conocieron.

El afecto se despliega en múltiples matices. Describe la añoranza del afecto experimentado con sus abuelos, “me encantaría ser una abuela como mi abuela y como mi mamá”.  Con ese cariño que “ vos das sin esperar nada”, “por eso es un cariño más fresco, sin, sin, sin esperar absolutamente nada,  sin la obligación de la educación”, “sin tener que retar”.  “Es también un vacío de mi madre y mi abuela”, “me encantaría estar con mis papás y sentirlos físicamente, abrazarlos y besarlos”, por ello desearía un bebito que “me ponga los brazos al cuello, que se deje abrazar, que se ría conmigo, cante conmigo”, “por eso me da un poco de congoja de no tenerlos”.  Está también “la parte maternal que uno tiene que pasa de ser materna a ser de abuela” . . . “volverla a repetir (la experiencia) con los nietos pero con otros parámetros”.   “En la vejez sería lindo poder cumplir los sueños, no ya profesionales, sino de afecto”.

(Hermoso relato, ve aquí la nueva identidad que se erige en forma implícita)

El vacío de la ausencia de nietos retrotrae dolorosamente la partida de los padres y abuelos amorosos y evidencia el espacio que dejaron los hijos. No hay posibilidad de extender a la próxima generación la calidad de relación que ella vivió y que sus hijos disfrutaron. (Aquí hay otra oportunidad de diseñar una nueva identidad)

Co-participante # 2

Frente a la experiencia de tener nietos la primera sensación sentida es de amplitud en el pecho y de un color lila detrás de los ojos. Los siente “como algo sonriente, los contemplo sonriente. Y eso que están distantes”, le encanta “tenerlos”.  Los percibe en el momento como un “grupito”,  juntos o alejados geográficamente. “Se me compromete mucho el cuerpo porque tengo gusto cuando los abrazo”.  La frecuencia de interacción es alta con las nietas cercanas y baja con el nieto que vive lejos.

En referencia a este nieto varón la relación ha estado dada a la distancia y generada por el padre del niño, quien constantemente la incentivó a través de viajes y visitas costosas para él . Distingue fases en la evolución de la relación: inicialmente sentido “no muy nieto” debido a la distancia geográfica, la turbulencia de la relación de sus padres y la interferencia de la madre.

Más adelante el nieto “fue apareciendo como una persona”, no como “producto de” la relación turbulenta y  de sus padres.  Se delinean sus características: gusto por el dibujo, independencia, libertad, capacidad de ejercer su derecho de decir no.  Lo ve como un adolescente simpático, siente por él admiración y orgullo, asombro por su sensibilidad social y artística, lo concibe como “una caja de sorpresas”.  Se siente insegura, cautelosa al tomar iniciativa de contacto, quiere ser delicada, respetuosa porque tiene presente su crianza, sabe que hay que esperar que él lo haga.  El padre ayuda. Ella debe “ubicarse”.  Ahora siente más tranquilidad respecto de este nieto, no hay peligro de que se rompa el vínculo.

Descubre que siempre que evoca a los nietos, simultáneamente evoca al padre o la madre del nieto,  “los padres vienen ligados. Son parte de la misma situación”.

En segundo lugar evoca a su nieta C de 17 años.  Constata una inquietud interna relativa a  la  extrema responsabilidad de la joven y sus reacciones corporales. “La veo con una ternura . . . me encanta abrazarla”.  La siente especial, la admira por su responsabilidad, su criterio para juzgar las situaciones, es perceptiva, se ríe de la abuela.  Tiene un desempeño correcto, la ve bien equipada para vida, sabe discriminar.  La compara con su hija,  (madre de la niña) quien era más jocosa, buscaba la broma, la risa.  La ve más responsable.  Sin embargo constata en sí misma una ambivalencia, una inquietud hacia estas características. Se  pregunta si no es ella la que está poniendo las cosas.  Rememora con deleite el tiempo compartido con su nieta en sus diferentes edades. Combinaba la enseñanza con el disfrute y la diversión.  Ahora es más sólo enseñanza.

En tercer término se pone frente a “la Ana”, a la cual le puso apodos: Anamor . . . Amorada,  la ve todavía niña (13 años), se interroga cómo se comportará en situación de adolescencia y si sabrá discriminar como su hermana mayor.  Es artista, pinta, hace cosas decorativas.  Se permite mostrar cierta impaciencia a veces, malos modos y expresar burlas simpáticas hacia la abuela. No lo dice, sin embargo, al describir las características de estas sus tres nietas nota la gradiente descendente de responsabilidad y buen comportamiento y su inquietud en ascenso. Parece sentir cierta desazón en cada caso.

Hay una inquietud, una preocupación en su interior ante su tercera nieta (T, 9 años).  La describe bien desarrollada físicamente pero psicológicamente niña, consentida, con el rol asignado de quedarse pequeña.  Como abuela siente que debe exigirle modales, reglas, deberes.  A veces interviene, no segura si debe o no, es una espectadora, sabe que deben ser los padres lo que tendrían que darse cuenta. Quiere ella hacerlo con cariño, muchos abrazos, llegar a su “personita”.

Finalmente llega a la última nietita “la Cuchimochi” de dos años, bella, simpática. Otro deleite pero que no vive cerca. Tiene una pequeña sensación que se traduce en la pregunta de si quedará hija única (su hija, madre de la niña no puede concebir otro bebé) “ya que los procedimientos para concebir no son “fluidos”.

Hace algunas consideraciones más sobre la relación con sus nietas ligadas a sus padres después que  la grabación se termina.  Recupero un comentario significativo cuando dice “los nietos son la consecuencia del amor”.

Co-participante # 3

La Co-participante #3 describe las circunstancias en que nació su primer nieto que explican porqué lo sintió más “suyo”. Antes de su nacimiento, “yo era el único contacto con mi nuera y ella no se sentía bien”. La invitan a vivir con ellos, y cuando nace “fue la experiencia más linda que yo te pueda decir”.

Las resonancias del afecto que ella reconoce hacia  el primer nieto la sorprende, “no sé por qué te digo esto pero ahora relaciono esta emoción con la falta de hermanos varones”.  “Yo tuve a mis hijos a quienes debía educar, exigir, querer mucho, pero con responsabilidad”.  “Con el nieto era como con un hermano, sin responsabilidad, con quien tienes ganas de jugar, hasta de pelear en juego”.

Antes del año el nieto se va de la casa con sus padres y este desprendimiento es un poco doloroso.  Paradójicamente, con el alejamiento se produce un acercamiento más intenso porque ella ayuda llevando y trayendo al niño debido a que la madre no tiene auto. Hay también otras situaciones que la favorecen para conservar esta “pertenencia”.  Evoca memorias del niño en su casa de campo, en sus reacciones divertidas hacia la hermana que le nace poco después.

Con la segunda nieta, llora porque no puede estar ahí en el momento de su nacimiento y a partir de allí se juega abiertamente el sentido de “pertenencia” por parte de los abuelos maternos. Declaran “esta va a ser nuestra”.  Este anuncio la shoquea pero entiende, sin embargo, ella tiene ventajas de  mayor espacio y comodidad para competir con los consuegros en la cercanía y “pertenencia” de ésta y de los otros nietos.

Cuando la hija se casa no puede tener hijos por una enfermedad, el proyecto de adopción le suscita sentimientos en contra, le aconseja no hacerlo con diferentes argumentos lógicos. ¿Qué sentimientos remueve en ella como abuela? A nivel explícito sólo rechazo con buenos argumentos.  Al proseguir la hija con el plan, la abuela siente que se enciende su nivel de alarma: no hay antecedentes de las niñas en el orfanato, cuando las conoce detecta problema visual, son morochitas.  Minimiza el tema de raza.

Recuerda que más adelante el primer nieto rubio, de ojos celestes, le dice a una de las adoptadas que es el patito feo y que se tiene que ir.  Ella se conduele por ambos, “los celos del chiquito que no lo habían preparado, su bronca”.  Las instituciones en Salta no preparan bien a los padres y a la familia, había que hablar con los primitos, con los tíos”. Interviene mostrando a los niños una foto con distintos tipos de raza, todos valiosos. La crianza se hizo muy difícil, las gemelas eran muy traviesas, “las tres eran salvajes como en un show de TV”

Ve triste a su hija quien se pregunta cómo habría sido el rostro de una hija propia. La abuela se tensa y hace todos los esfuerzos de aceptación pero el tema de adopción y de la “raza” sigue en juego. “Yo quería ser igual con todos” pero se da cuenta de su rechazo al no poder recordar el rostro de las adoptadas.  Al mismo tiempo siente bronca y desafía a la gente que las discrimina.  Ella tiene nietos blancos, blancos rubios y las morochas. Siente con bronca la discriminación ajena, entonces “los sacaba a la calle porque quería mostrar que todos eran míos”.

Al casarse el tercer hijo tienes dos nenas y un varón.  “Ellas blancas, blancas y él con la piel mate”.  Lo atribuye a que su marido siendo de Almería tenía que haber tenido algo de sangre árabe. El “desprendimiento de los nietos coincide con la muerte de mi marido”, “yo escribí un libro contando las anécdotas de los nietos”. Cada nieto ha iniciado su camino, su carrera.  “Ahora la casa que antes estaba llena ha quedado vacía”. “Reviví el ser mamá cuando ellos eran más chicos”.  “Cuando adultos no los entiendes”.

 

Capítulo IV.  Conclusiones

El hecho biológico de tener nietos imprime la categoría de “abuelidad” pero no la define ni  capta su esencia.  La evocación de los nietos en su conjunto se manifiesta con sensaciones corporales de placer del contacto físico, los besos y abrazos.

Es interesante constatar que en ausencia de nietos la abuelidad imaginada es descrita con marcada nitidez (Co-participante # 1).  La abuelidad se la conoce desde el polo de la nietidad.   Ante la posibilidad de no vivirla se siente “que el círculo de la vida no se ha cerrado”, que la trascendencia no puede darse al no poder replicar la calidad de la relación vivida con los propios abuelos ni ser capaces de transmitir habilidades, valores y experiencias que dan sentido a la propia existencia y confieren continuidad personal y familiar. 

Al preguntar cómo es su experiencia de abuelidad enseguida las abuelas refieren sentimientos placenteros, en conjunto e individualmente, con frases como “es la experiencia más linda que te pueda decir”,  “los contemplo sonriente” y relatan las circunstancias de su nacimiento, su historia, sus características y las preocupaciones y pensamientos respecto de cada uno.  La abuelidad sentida en forma individualizada da lugar a comparaciones en el sentimiento frente a cada nieto y respecto de sus padres.  Sólo en la primera Co-participante se nota comparaciones con la propia nietidad vivida.

El sentimiento global es de un amor muy grande hacia todos pero la intimidad y sentido de pertenencia viene marcado por el tiempo y la distancia.  Algunas veces la relación se da en forma fluida y sin esfuerzo, en otras, hay que construirla. Hay fases en la calidad de la relación a lo largo del tiempo y cualidades diferentes según sus características e historia. Con aquellos que se ha compartido cotidianamente, la relación es más segura, más tranquila, más rica, con menor riesgo de romper el vínculo.  El sentido maternal se lo revive con mucho placer cuando son pequeñitos.  Es difícil entenderlos cuando se hacen adultos. 

La figura que se delinea en relieve contra el fondo de la experiencia de abuelidad es el tipo de amor que se conoce en esta vivencia.  Es un sentimiento de renuncia gozosa, de placer puro que se acerca al amor incondicional que no espera nada de vuelta, de regocija si hay reciprocidad pero no está teñido de exigencias de responsabilidad, le basta poder compartir el tiempo y jugar sin tener que retar y educar.  Expresan la maravillosa sensación de salir de sí mismas e ir al encuentro de ellos con todas las diversiones y goces del amor libre.

 La evocación de los nietos viene ligada a la figura de sus padres, sentida como una misma situación. 

En el caso de la Co-participante # 3 la experiencia de abuelidad no fluye naturalmente como con sus otros nietos cuando su hija decide adoptar a tres niñas.  La adopción y el color de su piel pone a prueba su capacidad de verdadera aceptación Atraviesa etapas difíciles pero hace esfuerzos para sentirlos y hacerlos ver como que todos son suyos.   

Ninguna experiencia se agota totalmente en una investigación por más amplia que sea, tan solo representa la esencia de un tiempo en particular y un espacio determinado, un lugar desde el punto de vista, siempre deja un camino abierto a algo nuevo. Esta pesquisa pide ser completada indagando sobre la experiencia de “nietidad” para redondear mejor el significado de esta relación. Se enriquecería haciendo entrevistas de seguimiento después de algún tiempo sobre el mismo tema para profundizar y llenar “los vacíos marcados” detectados luego de leer la transcripción que le fuera enviada.

 A la pregunta de cuán prejuiciadas pueden ser las conclusiones, debo contestar que sí deseaba  reconfirmar que la abuelidad es un regalo valioso y que me gustaría propiciar experiencias que favorezcan una toma de conciencia de los diferentes aspectos en los que crecemos en el contacto con los nietos.

 

Anexos

Anexo I.  Consignas de la sesión

Anexo II.  Epoché de la investigadora

 

Referencias bibliográficas

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Weiser Cornell, A.(2005). The Radical Acceptance of Everything.Ca: Calluna Press

 

Articulo recibido en: 07/05/2013
Manejado por: Editor en Jefe - IICC
Aceptado: 12/06/2013

No existen conflictos de interés


Notas

[1]Blanca Lebl ha sido profesora del pregrado y postgrado de la U.C.B., actualmente radica en Salta, es especialista en Focusing e hipnosis clínica.

La correspondencia dirigirla a: blancalebl@hotmail.com

 

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