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Ajayu Órgano de Difusión Científica del Departamento de Psicología UCBSP

versión On-line ISSN 2077-2161

Ajayu v.6 n.1 La Paz mar. 2008

 

ARTÍCULO

 

UN CASO DE TRANSFERENCIA (ENFOQUE PSICOANALITICO)

 

 

Paula Saldías(1) y Delia Solíz

Universidad Católica Boliviana "San Pablo"

 

 


 

La clínica psicoanalítica, en sus fundamentos teóricos, responde a los diferentes postulados que Freud y Lacan han aportado en base a su propia experiencia clínica en la dirección de la cura. En esta amplia base teórica que el psicoanálisis nos proporciona, uno de los conceptos fundamentales para la cura y el trabajo clínico, es el concepto de transferencia.

La transferencia es lo que posibilita el pasaje de un momento identificatorio e imaginario donde el paciente se encuentra en un momento especular, a uno otro momento en el que el paciente se encuentre como sujeto. Esto puede ser visto con claridad en el proceso de análisis, cuando en un primer momento el amor de transferencia instalado entre el paciente y el analista, puede llevar al analizante a tomar al analista como Otro, con quien se identifica de forma narcisista. Pero luego el analista se retira de este lugar de receptor de amor -u odio- para que surja el Sujeto Supuesto Saber, y por tanto se comience con el trabajo analítico en sí mismo.

En este artículo se trata la viñeta de un caso en el que se ilustra la transferencia en su vertiente imaginaria y simbólica. Se trata de un caso en el que puede hacerse evidente el giro del eje imaginario al eje simbólico en un trabajo de entrevistas preliminares.

Recorrido teórico. Transferencia en Psicoanálisis

El término transferencia aparece primero en la obra de Freud como una marca de desplazamientote afecto de una idea a otra.

Esta primera conceptualización de la transferencia corresponde a su texto "Interpretación de los sueños" (1900), en este primer momento toma el sentido de una transferencia bancaria: es decir, transferencia en el sentido de cuando uno transfiere dinero de una cuenta a otra en el banco. A diferencia de una transacción bancaria que se mueve dentro de lo material y contable, la transferencia a la que Freud hace referencia se desarrolla entre dos recuerdos, dos representaciones inconscientes, las llamadas huellas que pueden ser acontecimientos reales o imaginados por el sujeto y que quedan como marcas, como huellas imborrales.

La idea inicial de Freud fue que la carga correspondiente de esta huella se transfiere a otra y, de esta manera, ésta primera huella queda desprovista de sus cargas libidinales y es la segunda huella la que pasa a investirse de una carga que no le corresponde. Este retiro de la carga libidinal de la primera huella traía como consecuencia que la misma dejara de ser relevante para el sujeto y que la segunda huella adquiera una importancia mayor gracias a la transferencia.

En este primer momento la noción de transferencia se plantea como un fenómeno intrapsíquico, una economía de las huellas mnémicas, como un mecanismo del aparato psíquico. En este primer momento el trabajo de análisis consiste en devolver la carga libidinal en la huella de origen y, de este modo, deshacer la transferencia.

En un segundo momento, en el texto "Recuerdo, repetición y elaboración" (1912) Freud da una nueva idea de la transferencia, que hace referencia a la relación del paciente con el analista a medida que se desarrolla la cura. A partir de este momento el empleo del término transferencia tiene la función de designar la relación particular entre el paciente y el analista, en la que el analista mismo funciona como "cuenta bancada" a la que le son transferidas cargas libidinales; que pueden ser deseos de lo mejor o lo peor, pensamientos amorosos, sexuales, hostiles que pasan a jugarse en el analista. Graciela Brodsky (2000) hace referencia a esta particular relación cuando afirma:

"...el analista mismo podía ser el que recibía el depósito de una carga libidinal, un monto que no tenía nada que ver con él y que un paciente podía de alguna manera investir a su analista..." (Pág. 14).

Es decir, que el analista puede ser investido con una cantidad de representaciones y afectos que no le corresponden. A partir de este momento Freud designa a la transferencia como una falsa conexión entre la representación y el analista. En este último momento la transferencia no es considerada solamente como fenómeno intrapsíquico, como interno del sujeto; sino también como un mecanismo psíquico en el que el sujeto establece una relación con su analista en base a cargas libidinales.

Freud plantea desde este momento a la transferencia de dos maneras distintas: primero como resistencia que impide el surgimiento de recuerdos reprimidos, como un obstáculo para la cura que debía ser eliminado; y segundo, como un factor positivo que ayuda en el proceso de la cura.

Lacan también trabaja sobre la transferencia y pasa, al igual que Freud, por diferentes momentos.

En un primer abordaje en "Intervención sobre la transferencia" Lacan describe a la transferencia en términos dialécticos que son tomados de Hegel. Afirma que aunque la transferencia a menudo se manifiesta en forma de afectos particularmente fuertes, como el odio y el amor, no consiste en tales emociones, sino en la estructura de una relación intersubjetiva. Esta definición estructural de la transferencia permanecerá constante en el resto de su obra, situando la esencia de la transferencia en lo simbólico y no en lo imaginario, aunque deja claro también que tiene poderosos efectos imaginarios. Lacan también observa que si bien la transferencia se manifiesta bajo la apariencia de amor, este amor se trata en realidad de un amor al saber.

Posteriormente Lacan continúa elaborando la naturaleza simbólica de la transferencia y la identifica con la compulsión a repetir -la insistencia de los determinantes simbólicos del sujeto-. La transferencia es igual a la repetición, es este sentido, es freudiana, porque lo que hace el sujeto es reeditar en su relación con el analista la relación que tuvo con sus prototipos infantiles. Al respecto Silvia Tendlarz (2002) dice:

"En la transferencia surge la inercia libidinal generando un bloqueo, son resistencia imaginarias que impiden que parezca la verdad del sujeto porque queda entrampado en el espejismo de la transferencia. La transferencia así pensada es un obstáculo, pero que, a la vez, permite relanzar el tratamiento de un movimiento dialéctico que apunta a revelar la verdad del sujeto." (Pág, 44)

En este momento para Lacan la verdad puede ser dicha por medio de la palabra plena.

Este aspecto simbólico de la transferencia debe distinguirse del imaginario, que es el de las relaciones afectivas -amor, odio-. En su aspecto simbólico -de repetición-, la transferencia contribuye al proceso de la cura al develar los significantes de la historia del sujeto; mientras que en su aspecto imaginario -amor y odio-, actúa como resistencia.

En 1964 lacan aporta a la transferencia el concepto de Sujeto Supuesto Saber (SSS), es decir, la transferencia consiste en la atribución de un saber al Otro, se basa en la suposición de que el Otro es un sujeto que sabe. Lacan afirma: "En cuanto el sujeto que se supone que sabe existe por algún lado (...) hay transferencia" (Evans. 1997. Pág. 192). Por tanto y como afirma Silvestre en 1986: "... el analista solo está obligado a responder. Está obligado a responder al amor en términos de saber." (Pág. 46)

El término Sujeto Supuesto Saber (SSS) es introducido por Lacan en 1961 para designar la ilusión de la autoconciencia, esta ilusión que se genera en el Estadio del espejo, es cuestionada por el psicoanálisis ya que el saber no puede ubicarse en ningún sujeto en particular, el saber es un hecho intersubjetivo. En este sentido lo que inicia el proceso analítico es la suposición por el analizante de un sujeto que sabe y no así del saber que tiene realmente el analista.

Sólo cuando el analista es percibido por el analizante como encarnando esta función -SSS- puede decirse que se ha establecido la transferencia. El analizante supone que el analista detiene la significación de su síntoma, la pregunta al dialectizarse en el deseo deviene pregunta del sujeto sobre su propio ser. Al respecto Cevasco dirá: "El analista ha de "hacer de..." objeto causa, no ha de serlo." (Cevasco. 1986. Pág. 67) Es decir que el analista deba hacer de objeto causa de deseo, colocarse como semblante de objeto a para el analizante.

Esto se explica en la medida en la que al estar en transferencia el Otro del saber, por vía del amor, es asentado también como Otro del deseo. Otro del deseo, él también afectado entonces por una falta.

Para explicar la transferencia simbólica y la imaginaria, Lacan hace uso del esquema L o esquema Z que da cuenta de que la relación simbólica -entre el Otro y el sujeto-, está siempre bloqueada en cierta medida por el eje imaginario -entre el yo y la imagen especular-.

Las dos vertientes de la transferencia. El eje Simbólico e Imaginario

La existencia de la transferencia es una condición necesaria de la cura, el analista debe evitar caer por medio de ella en la sugestión. La transferencia tiene dos vertientes conflictivas, Silvestre en 1987 las menciona en su calidad contradictoria; por una parte, la transferencia sostiene la llamada del sujeto al saber inconsciente y, por otra, bajo el disfraz del amor, mantiene al sujeto separado de este saber. Ambas vertientes, la de apertura y cierre del inconsciente marcan al analista el desarrollo de la cura.

En la obra de Lacan, haciendo un seguimiento de Freud respecto a la transferencia, las huellas mnémicas a las que Freud hace referencia se nombran como S o SI. la transferencia pone en evidencia que cuando se enviste a éste S1 con una carga de otro SI se da paso no sólo a una forma de desplazamiento, sino también de sustitución:

Lacan retoma a Freud cuando afirma que la transferencia es una fuerza de resistencia que impide hacer consciente lo inconsciente, que impide llenar las lagunas mnémicas provenientes de la represión; y da un giro a esta afirmación cuando otorga al inconsciente su característica de repetición e insistencia.

Lacan asevera que lo único que hace el inconsciente es repetir e insistir, es una cadena que enlaza una representación con otra, un S1, con otro a partir de los mecanismos de condensación y desplazamiento; por tanto, si algo se interpone o es un obstáculo a esta asociación en el proceso de análisis éste obstáculo es el analista mismo, no así la transferencia. (Brodsky. 2000. Pág. 20). Para Lacan la forma de mover este obstáculo es por medio de la interpretación en el proceso de análisis.

Para poder dar cuenta de cómo opera la transferencia en el proceso de la cura, Lacan ubica a la sesión analítica en el esquema L y define cómo debería ser un proceso de análisis idealmente:

Donde el eje a-a' es el eje imaginario (del yo y la imagen especular) y A-S es el eje simbólico o de la dialéctica de la cura (del Otro y del Sujeto). De acuerdo a este esquema el analista debe salir del eje imaginario a-a' para colocarse en el eje simbólico A-S y así posibilitar la emergencia del Sujeto en un análisis. Para poder dar paso a este tipo de análisis las respuestas que busca el analizante deben provenir del Otro, no del otro semejante -o especular-, sino del Otro que da una respuesta inesperada, y contraria a la representación yoica del analizante.

Lacan ubica a la transferencia en la vertiente imaginaria y a la dialéctica de la cura en el registro de lo simbólico.

La vertiente imaginaría es lo que impide que la palabra del Otro sea recibida por el sujeto. Es fácil deducir que el eje imaginario del esquema L se constituye en el obstáculo, la resistencia, la barrera que solo se sortea a partir de la palabra del Otro.

En la dialéctica de la cura, la transmutación de la verdad se da por medio de las inversiones dialécticas por medio de la palabra, esto significa que, dependiendo de la intervención del analista, el eje simbólico puede o no surgir en un análisis. Tendlarz (2002) afirma que: "la transferencia estanca este proceso: la transferencia no es nada real en el sujeto, sino la aparición, en un momento de estancamiento de la dialéctica analítica." (Pág. 24).

La diferencia entre encontrarse en el eje imaginario o simbólico determinan si el proceso que se sigue es o no un proceso analítico. La transferencia leída desde el psicoanálisis marca la diferencia existente entre la sugestión y la cura como producto de la elaboración inconsciente de un sujeto.

Como se afirmó anteriormente, la transferencia, en el proceso de análisis, adquiere la significación de la relación que se establece entre el analista y el analizante. Por tanto, es parte del trabajo del analista hacer devenir esta transferencia imaginaria inicial en una relación simbólica, en la que él haga de Otro y de esta forma se dirija al paciente como sujeto. La posición que el analista debe asumir en relación a la transferencia está determinada por dos lugares que el analista asume frente al analizante: la del Sujeto Supuesto Saber y la del Deseo del analista.

El lugar del analista como Sujeto Supuesto Saber (SSS) implica una función que el analista llega a encarnar en la cura, cura en la que el paciente atribuye un saber en la persona de su analista.

El "suponerle un saber a alguien" corresponde a la intersección entre lo simbólico y lo imaginario, concordando con la pasión de amor, Amo al Saber, luego amo a quien supongo un saber (Fischman. 1994. Pág. 16) El amor en este caso no es sólo un fenómeno imaginario, sino que revela una dimensión simbólica en su relación al saber y no sólo al narcisismo, por esta razón se dice que cuando el analista está en el lugar de SSS, la transferencia ha sido instalada -la transferencia simbólica-.

El SSS es un estatuto que Lacan plantea para la relación entre el Sujeto y el Saber que tiene la función de suplir la falta. Fischman en 1994 dirá de este amor de transferencia que se instala con el SSS: "El amor pretende el reemplazo absoluto del objeto perdido y la recuperación total del goce" (Pág. 20) éste amor es por lo que el analizante está dispuesto a brindar al analista lo que espera de él.

En el caso del analista, la transferencia surgida en análisis debe ser regulada por el deseo del analista. Así como el analizante le atribuye un saber al analista también le atribuye un deseo; por lo tanto el analista no es solamente un SSS sino también un sujeto que se supone que desea (Evans. 1997).

En el transcurso de la cura el analista debe hacer imposible que el analizante sepa que es lo que el analista quiere de él. El analista debe asegurarse de que su deseo siga siendo un enigma para su analizante, de esta manera el deseo del analista se convierte en el motor de la cura haciendo que el analizante trabaja para descubrir el deseo del analista. Sin embargo, el analista debe tener claro que su deseo se asienta en no hacer consistir al Otro como omnipotente.

Cuando el sujeto se encuentra dentro del eje simbólico, el analista es posición de SSS, posibilita con cada intervención la apertura del inconsciente y el devenir del sujeto, llegando a una entrada en análisis y al seguimiento de la cura analítica.

El Caso

El caso que se presenta a continuación es producto del trabajo en una institución para niñas y adolescentes que viven en la calle. La paciente, a quien se llamará Mabel se encuentra en entrevistas preliminares y sin entrada en análisis.

La paciente

Mabel es la cuarta hija de una mujer indigente. La Madre de la paciente es quien la ingresa en la institución cuando ella tiene 7 años de edad. La institución en la que la paciente vive es una institución para niñas y adolescentes mujeres de la calle.

A pesar de vivir en la institución Mabel no pierde contacto con su familia y su madre de forma definitiva, la paciente visita a su familia una vez por mes, sin embargo, la familia sólo visitó a la paciente en tres ocasiones desde que ella está en la institución.

Actualmente Mabel tiene 18 años, ha pasado por tres de las cuatro etapas que tiene la institución y se encuentra en transición a la última etapa, lo que implica independizarse de la Institución y conseguir un empleo estable y un lugar para vivir por fuera de la vivienda común que ahora ocupa con otras chicas de la tercera etapa.

Motivo de consulta

Mabel solicita comenzar con las entrevistas debido al "miedo" que dice sentir por dejar la institución. A lo largo de las entrevistas preliminares la paciente no abandona la "queja" en su discurso respecto a la relación que establece con sus amigos, familia, educadores y la sociedad en general. Mabel no encuentra en ellos otro que la sostenga y por tanto no se siente acogida. Es por esto que al haber creado una fuerte identificación con la Institución vive la demanda de ésta a su independencia como un rechazo, un no lugar en el Otro, un Otro que la deja caer.

Sin embargo, a lo largo de las entrevistas Mabel despliega otros significantes que serán los que nos mostrarán la dinámica de la transferencia en un trabajo de análisis.

El caso en transferencia

Se comienzan las entrevistas con Mabel por este "miedo" que dice sentir por dejar la institución. A lo largo de las entrevistas la paciente trae unos dibujos como "regalo" que son usados en la entrevista para trabajar un poco más sobre este miedo que siente.

La paciente relaciona el miedo que ahora siente a otras situaciones anteriores en las que ella ha sentido miedo. A este "miedo" (que la paciente dice sentir) le siguen "escapes" de estos diferentes lugares y situaciones, Mabel identifica estos momentos como momentos de "descontrol". Sin embargo, aunque la paciente relata estos eventos como momentos de "miedo" en su vida, luego, al avanzar en las entrevistas se puede ver que estos "escapes" son también usados por Mabel como una prueba dirigida a los otros o al Otro para ser buscada.

Estos eventos de "escape" adquieren esa significación para Mabel luego de que la paciente relata un evento especifico: el rompimiento reciente de Mabel con su novio que causa en ella el deseo de dejar el colegio para no volverlo a ver -la paciente relaciona este deseo como un deseo de "escapar"-, en base a una marcación que se le hace: "¿Cuál es tu posición frente a estas situaciones?", la paciente termina la entrevista con la frase: "escapo, siempre escapo" (frase que repetirá en otras entrevistas).

Es entonces el rompimiento lo que le plantea a la paciente el tema de "escapar". En su discurso, Mabel mantiene el significante "escapar" y comienza a relatar diferentes momentos en los que ella "escapa". Relata, por ejemplo, las relaciones que mantiene con los hombres y menciona dos situaciones en particular donde ella "escapa".

Paralelamente a esta temática de sus parejas la paciente refiere eventos anteriores de su vida en los que "escapa" y comienza a formarse un patrón en la escena de escape: La paciente escapa de un lugar o situación para que las personas la busquen y le pidan que vuelva. En el momento en que el patrón de "escape-búsqueda" se evidencia, se procede a una marcación y corte de la entrevista: "¿quieres escapar, o que te busquen?".

Esta marcación causa que, en la siguiente entrevista, la paciente dirija un reclamo sobre este corte indicando que el mismo era incorrecto y falso. Luego de esta queja Mabel continua relatando eventos de "escape" que siguen el mismo patrón de escape-búsqueda, por tanto, se interviene nuevamente en este sentido, con la misma marcación y corte de sesión.

Luego de esta segunda marcación Mabel deja de asistir a las entrevistas.

En un primer momento no existe un intento de mi parte por contactar a la paciente ya que esta ausencia se interpreta como un intento por repetir las escenas de "escape-búsqueda" con el analista.

Esta ausencia de búsqueda del analista, causa que la paciente provoque situaciones dentro de la institución para encontrarse con el analista "casualmente" y de alguna manera hacer una demanda tácita de búsqueda para continuar con las entrevistas preliminares.

Es en uno de esos encuentros casuales con la paciente se hace un intento por saber si continuará con las entrevistas es donde aparece un poco de esta relación transferencial imaginaria y hostil hacia el analista que se había consolidado en las entrevistas ya que la paciente responde con la frase: "Claro que quiero seguir yendo a las entrevistas, seño, no creas que te vas a librar tan fácilmente de mí".

Luego de este encuentro y en base a una supervisión se recomienda intentar reestablecer las entrevistas dejando de lado el lugar imaginario en el que el analista ocupaba, pero sosteniendo a la paciente como sujeto. Se hace una invitación a la paciente quien contesta positivamente un tiempo después.

Desde su retorno Mabel inicia una nueva dinámica en las entrevistas. Comienza haciendo relatos retrospectivos de su vida desde su infancia en los que se profundiza detalles que habían sido mencionados en las primeras entrevistas ligados especialmente a los afectos. Retoma el tema de su hermana muerta y su familia y cuenta una etapa en la que ella se quedaba sola en su casa: "estaba sólita y me sentía triste"

A lo largo de este recontar de su historia, la paciente llega a mencionar otro punto en el que narra una etapa en la que ella convive con una de sus parejas. La paciente se interroga sobre el porque de esta convivencia y asocia el momento en el que decide convivir con este hombre como igual al momento en el que queda sola en su casa cuando era niña: "estaba sólita...me sentía sólita, igual que cuando era niña y estaba en mi casa"

A partir de este punto Mabel comienza con un trabajo diferente, relata "he salido de aquí y he ido a leer los poemas que escribo y me he escuchado a mi misma, me he mirado sola en un desierto, había todo pero yo estaba sola...cuando yo era chiquita tenía miedo de estar sola, me comía la soledad... cuando estaba chiquita en la casa...esas cosas como reflejo se te quedan! (mira con sorpresa)" se corta la sesión.

Este caso ha sido elegido porque muestra a la transferencia desde sus dos vertientes -simbólica e imaginaria- y de la importancia del posicionamiento del analista frente a ella.

En este sentido, y en este caso particular, podemos concluir que:

Existen dos momentos en el desarrollo del caso Mabel: Un primer momento que se mueve dentro de la transferencia imaginaria en la que el analista no logra salir del otro especular y que culmina con la suspensión de entrevistas de la paciente.

Un segundo momento en el que el analista se coloca en una posición distinta a la del otro especular y logra posicionarse como Otro. Posición desde la cual sostiene al sujeto, y que comienza a partir de la invitación que se hace a la paciente.

En el primer momento la transferencia simbólica no estaba instalada, no había una implicación subjetiva de la paciente en tanto el sujeto todavía no estaba presente. Por tanto, no era un momento adecuado para la intervención que se hizo.

La segunda intervención, en el primer momento del caso, estaba fuera de tiempo, no debía insistirse en la marcación mientras la transferencia simbólica no estaba instalada. Es esta segunda marcación la que causa la suspensión de las entrevistas.

Sin embargo, el analista logra hacer un viraje en su posición frente a la paciente y colocarse como Otro (aunque todavía no esté instalado el Sujeto Supuesto Saber) ya que existe este segundo momento en el caso donde se comienza un trabajo analítico como tal que puede posibilitar en un futuro la emergencia del sujeto y un inicio de análisis.

El segundo momento se diferencia claramente por el trabajo que la paciente comienza en las entrevistas. La aparición del sujeto se esta dando de manera gradual.

El trabajo de asociación y de resignificaciones que la paciente realiza en las entrevistas muestran que el surgimiento del inconsciente se esta dando gracias a un trabajo de asociación.

El analista, en este cambio de otro imaginario a Otro simbólico puede estar en camino a la instalación del Sujeto Supuesto Saber, en tanto la paciente ya ha dejado la queja y existe una implicación subjetiva en su discurso. Sin embargo, todavía no existe un síntoma.

Este caso ilustra claramente que la posición del analista frente al analizante marca el tipo de transferencia y a dirección de la cura en un trabajo analítico.

A partir de este momento se puede pensar en retomar el impasse que se tuvo con la paciente gracias a la marcación inoportuna.

 

Notas

1 ajllapeonia@yahoo.es

 

Referencias

Brodsky, G. (2000) "La transferencia en neurosis y psicosis". Plural Editores. La Paz-Bolivia.

Cevasco, R. (1986) "El umbral del Análisis" EN: Umbrales de Análisis I. Manantial. Buenos Aires - Argentina.

Fischman, M. (1994) "El despecho. La lógica del tiempo transferencial" EN: Los Rostros de la Transferencia. Ediciones Manantial SRL. Buenos Aires - Argentina.        [ Links ]

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