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Ajayu Órgano de Difusión Científica del Departamento de Psicología UCBSP

On-line version ISSN 2077-2161

Ajayu vol.6 no.1 La Paz Mar. 2008

 

ARTÍCULO

 

EL ESTATUTO DEL JUEGO EN LA CLÍNICA PSICOANALITICA CON NIÑOS

 

 

Estefanía Asturizaga(1) y Carla Unzueta

Universidad católica Boliviana "San Pablo"

 

 


 

El juego, se supone es tan antiguo como la misma humanidad cuando se analizan usos, costumbres, leyes, etc. En la historia, emerge como una actividad conectada a la cultura, no solo entre los niños sino también entre los adultos.

El juego es el primer escalón del desarrollo de la creatividad, la creatividad podemos definirla, de manera general, cómo el realizar algo nuevo y valioso entendiendo el término valioso, al producir cambios nuevos en las actitudes de un ser humano. (Trigo Aza, 2005) Nacemos creativos, juguetones pero la vida, las circunstancias, las "normas" nos van imponiendo una forma de actuar "normal", que bloquea todo ese espíritu lúdico base del desarrollo humano. Jugar es experimentar.

El juego es también utilizado en el consultorio clínico, allí donde la palabra falta, el juego adviene como un modo de comunicación y expresión. Desde un punto de vista psicoanalítico, el jugar forma parte de la evolución psíquica del niño y siempre al servicio del despliegue sistemático de todo tipo de fantasías. Cuando una fantasía se desarrolla en el juego, una enorme cuota de placer deviene como consecuencia. Algunos de los autores más relevantes en la temática infantil respecto al juego son:

M. Klein: pionera en utilizar al juego como técnica psicoanalítica, considera que el juego es retorno de lo reprimido y con valor fantasmático, es la vía al inconsciente como los sueños en los adultos, es el lenguaje típico infaltable en los niños.

Winnicott: en "Realidad y juego " menciona el jugar es hacer, en vías de lo placentero, en tanto actividad creadora y del orden cultural. Le permite al niño expresarse. Cuando el paciente no puede jugar, el terapeuta debe esperar este importante síntoma antes de interpretar.

M. Mannoni: se refiere al juego como la operación de reordenamiento del presente y el pasado, de lo que el niño quiere o desea.

J. Lacan resalta de estos teorizadores el estatuto del juego en la cura con niños y subvierte el concepto de transferencia que fue tomado como una relación entre dos, es decir, intersubjetiva. Es allí donde ubica su crítica y no si se usa dibujo, juego, espejos u otros elementos. La actividad lúdica es una emergencia del lenguaje.

Respecto del juego, Freud creador del Psicoanálisis, lo toma, como uno de los referentes clínicos en "Más allá del principio de placer". Define el juego infantil como: una de las prácticas normales más tempranas del aparato anímico. Al decir de Freud (1930): "Allí donde el niño juega, el adulto construye fantasmas". Tanto en el juego como en el fantasma se pone en escena la respuesta del sujeto ante el enigma y la angustia que despierta el deseo del Otro. El fantasma está equiparado al sueño diurno. Para Lacan el fantasma es el tesoro del sujeto, su bien más íntimo; no es el caso del síntoma que molesta y hace sufrir.

Con el juego el niño construye una ficción donde el sujeto del inconsciente se realiza como efecto de significación. Si Freud concibe al juego análogo al fantasma, es porque el juego del fort-da (juego del aparecer y desaparecer) concretiza la estructura del fantasma. Distancia que es introducida entre presencia y ausencia. En el juego del fort-da el niño tapona el efecto de desaparición de su madre, convirtiéndose en su agente.

Por lo que en la clínica infantil una estrategia posible es el juego para que advenga un Sujeto del Inconsciente, ya que posibilita la transferencia y escenifica la relación del sujeto con el objeto. Con el juego el niño juega sus propias significaciones, interpretaciones que apuntan a dar sentido a aquello que de lo real se presenta como trauma. El analista hará operar a la interpretación en tanto, corte, escansión a nivel del dicho, apuntando a la falta de significante en el otro para dejar vacío el lugar de la respuesta ante la pregunta por la sexualidad. El niño, a través de sus juegos, es tomado en sus palabras como sujeto, lo que es diferente de estar en posición de soporte de objeto hablado por el Otro o bien identificarse al objeto. Por ello es mediante las fantasías, es decir, lo que el niño expresa a través del juego que se comunica con el Otro.

Los analistas, pueden captar en la repetición de los juegos, la posición de goce del niño. Es decir, el modo de satisfacción pulsional que puede leerse en ese juego en particular. Por un lado, en esa repetición, se trata de una pérdida, ya que siempre habrá diferencia entre lo buscado y lo encontrado por la pulsión; y por otro lado, hay recupero de goce, ya que se obtiene un plus de goce. Si bien la pulsión no tiene un objeto de satisfacción predeterminado (como sí lo tiene el instinto animal, por ejemplo, en el cual las conductas están genéticamente fijadas), sabemos que la satisfacción pulsional, el goce, se alcanza en el recorrido que se hace en la búsqueda del objeto perdido. Nunca se halla lo que se busca (esto es, el objeto mítico que habría colmado las necesidades del sujeto), pero la pulsión se va satisfaciendo en la búsqueda misma. Esta concepción del juego como repetición de goce tiene sus consecuencias en la clínica, ya que el trabajo se orientará a ir recortando cuál es la modalidad de goce en ese sujeto.

Por otra parte, el juego tiene su importancia intrínseca, más allá de un dispositivo propuesto por una disciplina en particular. El niño que juega va incorporando el entorno a su psiquismo a la vez que va insertándose él en dicho entorno. A través del juego el niño se expresa, elabora situaciones, crea, aprehende, se alegra. Es su modo, por excelencia, de "ser" en el mundo. Por tal motivo, cuando esto no sucede, es decir, cuando el niño no juega o su juego se observa bizarro, una luz se enciende alertándonos sobre la necesidad de consultar a un profesional, ya que el juego cumple un papel fundamental en la subjetivación del niño.

Asimismo para poder hablar de una subjetivación del niño y su relación con el juego en la clínica psicoanalítica, es necesario replantear la noción tradicional de niño que se tiene desde otras disciplinas. Es posible ubicar al niño desde la perspectiva del sujeto del inconsciente, tomando en cuenta que el niño no solo se constituye como nominación, sino con una sexualidad efecto de aquello que es el producto del significante y que tiene que ver con lo real de la pulsión. Por lo tanto es posible revertir la noción tradicional de niño que mantiene la psicología, cuestionando las concepciones establecidas, que lo describen como una denominación cronológica y de desarrollo. Se trata pues del vaciamiento de ese contenido para poder construir un nuevo concepto operativo de niño, que no sea un dato a priori, dado por la observación; un concepto que si bien no plantea descartar el tiempo de maduración cronológico, permite reflexionar sobre el tiempo lógico para ubicar al niño como un sujeto del inconsciente.

Retomando la enseñanza de Lacan, existe una clara referencia a la estructura a partir de la cual puede entenderse la emergencia del sujeto del inconsciente. Lacan después de dar cuenta de la constitución y determinación de la estructura opone a ésta, la noción de desarrollo. Esta oposición es determinante para la comprensión de que la constitución del sujeto no es pura consecuencia de la maduración o desarrollo. Por ello desde el psicoanálisis se hace necesario recuperar un concepto operativo del niño.

Partiendo del hecho de que el lenguaje preexiste al sujeto, es posible pensar en que este Otro del lenguaje, adquiere una dimensión de exterioridad al sujeto y guarda con él una función determinante. Esto significa que el niño aún antes de nacer, de contar con una existencia biológica, ya cuenta con un lugar simbólico en el Otro, a partir de la palabra, que a manera de un tercero mediará cualquier relación dual en la que el niño participe. Así por ejemplo, el hecho de que el niño hable, hable poco, o hable de manera fragmentada, no le impide estar ubicado en el lenguaje como tal.

Por otra parte, el sujeto esta representado por un representante parcial en la cadena significante así pues su advenimiento depende de sus primeras identificaciones, a partir de su entrada en el campo del Otro, es decir, del lenguaje, es así como el niño deviene un sujeto en tanto su primera relación con el lenguaje le otorga su lugar. En esta relación dialéctica a la vez, podemos establecer como el sujeto surge representando lo que un significante (S1) representa para otro significante (S2).

La niñez será entonces entendida en sentido lógico y estructural antes que como momento cronológico, no se trata de aspectos madurativos, ni del desarrollo acabado. Se trata de un tiempo de subjetivación dependiente de la estructura del lenguaje, lógica ligada a la dimensión significante de la estructura, del objeto a y su articulación al Otro.

Justificación

Cuando se trata de darle un sentido "corriente" o usual a la palabra juego o a la actividad del jugar, encontramos que varios "definidores" encuentran en el juego un cúmulo de conductas sin importancia ni trascendencia alguna. Existe una tendencia a nombrar como juego casi cualquier conducta cotidiana que realizan los niños, sobre todo los más pequeños. En este sentido, saltar, correr, podría ser supuestamente un juego. El que Freud (1907) en "El poeta y los sueños diurnos", le haya otorgado al juego un carácter de ocupación comparable a la poética, impide de entrada, cualquier concepción del mismo como descarte filogenético, instinto o recurso de adaptación evolutiva. Por lo tanto, el niño distingue muy bien la realidad del mundo y su juego, a pesar de la carga de afecto con que lo satura, y gusta de apoyar los objetos y circunstancias que imagina en objetos tangibles y visibles del mundo real. Este apoyo es lo que aún diferencia el «jugar» infantil del «fantasear». Por lo que la poesía como el sueño diurno son la continuación y el sustituto de los juegos infantiles.

Es para el psicoanálisis que el juego y el jugar adquieren una dimensión tan singular como lo es cualquier otro tipo de discurso, porque puede posibilitar la expresión de problemáticas. Quizá, uno de los sentidos más importantes que tenga el juego es el de pretender, hacer "como si", estar actuando una realidad que es propia de esa misma situación y que probablemente tenga que ver con algún aspecto de la realidad del niño que juega. Así mismo, J. Lacan en su Seminario XI "Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis": se refiere al juego como la posibilidad que tiene el niño de tomarse distancia de la exigencia del Otro. Si responde a la exigencia del Otro con el juego, entonces el lugar del juego será el de la respuesta. A partir de aquí se dice que no se trata de un despliegue de imaginación pura y simple, sino de una respuesta de lo real del trauma.

Eric Laurent, Marc Strauss, R. Lefort y Estela Solano en "El Psicoanálisis con niños" hacen referencia al juego en los siguientes términos: el juego es una respuesta de la estructura, del lado de la estructura, el juego es una respuesta de lo real. El fantasma es la primera respuesta que da cuenta de la castración del Otro y el fantasma es lo que permite al sujeto superar la angustia que le provoca la castración del Otro, y por lo tanto su deseo. Entonces se piensa que el juego estará en el lugar del fantasma, porque el fantasma está más allá de los significantes.

Otro punto que capto la atención de Freud (1919) en "Más allá del principio del placer" fue la neurosis traumática que se manifestaba en una de sus más tempranas actividades normales, los juegos infantiles. Observó que el juego (fort-da) está en conexión a la renuncia de la satisfacción pulsional, al permitir el infante que su madre se ausente sin oponer resistencia. El niño había convertido en juego un suceso desagradable. Los niños repiten en sus juegos todo aquello que en la vida les ha causado una "intensa impresión" y de este modo tratan de darle salida a la energía de la misma adueñándose de la situación. El juego infantil se encuentra bajo la influencia del deseo dominante de su edad: ser grandes. Por ejemplo cuando el médico ha reconocido la garganta del niño o le ha hecho sufrir alguna pequeña operación, es seguro que este suceso aterrorizante se convertirá en seguida en el contenido de un juego. Por lo tanto, la concepción común y cotidiana que la mayoría de la gente tiene respecto al juego como algo irrelevante que todo niño hace con el fin divertirse es errónea, ya que el acto de jugar es un concepto que va más allá de lo lúdico. Es decir que el juego y sobre todo su calidad, tienen una significación principal en el desarrollo del infante y en la consecución del sentimiento, de ser, en la constitución subjetiva de ese sujeto. En tanto se da la inscripción del niño en la estructura del lenguaje, al responder desde su juego a la demanda del Otro. El presente proyecto se centrará en tomar como base estas definiciones para elaborar la concepción del juego como un aporte científico desde una perspectiva psicoanalítica. Otro punto de gran relevancia es tomar al juego como una técnica tanto diagnostica como terapéutica en la clínica con niños, ya que se constituye en una herramienta necesaria para poder abordar el inconsciente infantil. Por un lado como elemento diagnóstico para poder identificar el síntoma del niño (separándolo del discurso de los padres), los efectos y la estructura del niño. Y por el otro lado como técnica terapéutica, ya que el juego se constituye terapéutico en sí mismo, es el propio niño quien en el dispositivo analítico encontrará el camino en la dirección de la cura.

Entonces tomando en cuenta esta nueva perspectiva, el presente proyecto brindará un aporte contemporáneo al ser la primera investigación, al menos, en la Universidad Católica Boliviana, en la carrera de Psicología, que abordará la importancia del juego en la clínica con niños desde un psicoanálisis lacaniano. En consecuencia, éste proyecto también podrá brindar un conjunto de conceptos que permitirá a la población, pensar en el juego en un sentido más allá de la simple actividad recreativa. Y más bien poderlo concebir como un elemento significativo a la hora de observar el jugar de los niños.

Objetivos.

Establecer y analizar el estatuto del juego en la clínica psicoanalítica con niños.

Más específicamente:

•    Establecer el concepto de niño desde una perspectiva psicoanalítica.

•    Identificar y analizar el juego como técnica de asociación libre en la clínica con niños.

•    Identificar y analizar el juego como técnica diagnóstica en la clínica con niños.

•    Identificar y analizar el juego como técnica terapéutica en la clínica con niños.

El juego como vía al inconsciente.

No hay concepto fundamental de la teoría psicoanalítica que no esté articulado al del juego, Freud no le dedica un escrito propio pero se encuentra sus elaboraciones en distintos artículos como en "El poeta y los sueños diurnos" (1907), donde Freud define al juego como:

"La ocupación favorita y más intensa del niño es el juego. Acaso sea lícito afirmar que todo niño que juega se conduce como un poeta, creándose un mundo propio, o, más exactamente, situando las cosas de su mundo en un orden nuevo, grato para él. Sería injusto en este caso pensar que no toma en serio ese mundo: por el contrario, toma muy en serio su juego y dedica en él grandes afectos."

El que Freud le otorgue al juego un carácter de ocupación comparable a la poética, impide de entrada, cualquier concepción del mismo como descarte filogenético, instinto o recurso de adaptación evolutiva. (Abalo, et al. 1993).

El poeta hace lo mismo que el niño que juega: crea un mundo fantástico y lo toma muy en serio; se siente íntimamente ligado a él, aunque sin dejar de diferenciarlo resueltamente de la realidad. Pero de esta irrealidad del mundo poético nacen consecuencias importantes para la técnica artística, pues mucho de lo que, siendo real, no podría procurar placer ninguno puede procurarlo como juego de la fantasía, y muchas emociones penosas en sí mismas pueden convertirse en una fuente de placer para el auditorio poético.

Cuando el niño se ha hecho adulto y ha dejado de jugar; cuando se ha esforzado psíquicamente, en aprehender con toda la gravedad exigida las realidades de la vida, puede llegar un día a una disposición anímica que suprima de nuevo la antítesis entre el juego y la realidad. (Freud, 1907). Así, pues, el individuo en crecimiento cesa de jugar; renuncia aparentemente al placer que extraía del juego, pero al conocer la vida anímica del hombre se sabe muy bien que nada le es tan difícil como la renuncia a un placer que ha saboreado una vez. El fantasear de los adultos es menos fácil de observar que el jugar de los niños, desde luego, el niño juega también solo o con otros; aun cuando no ofrece sus juegos, como un espectáculo al adulto, tampoco se los oculta. En cambio, el adulto se avergüenza de sus fantasías y las oculta; preferiría confesar sus culpas a comunicar sus fantasías.

El juego como respuesta a lo real del trauma

Desde el comienzo del psicoanálisis los analistas se han interesado en el juego que hacen los niños. S. Freud (1919) en "Más allá del principio del placer", estudia el funcionamiento del aparato psíquico en una de sus actividades más tempranas: los juegos infantiles, el jugar infantil como acción de conseguir placer, observando a su nieto de un año y medio, señala: Cuando la madre se ausenta varias horas el niño no llora entonces comienza a arrojar en un rincón del cuarto, lejos de sí objetos con expresión "satisfecha" e "interesada" mientras que producía el sonido de o-o-o (fort) fuera. Este juego lo había inventado el niño y los juguetes eran utilizados solamente para jugar con ellos a estar fuera. Luego el niño tenía un carrete de madera atado a un hilo, sostenía, el niño, el extremo de la cuerda y lo arrojaba exclamando el o-o-o (fort), después tiraba la cuerda para traer el carrete y al verlo reaparecer exclamaba alegremente a-a-a (da) aquí. El juego completo es la "desaparición y reaparición": pero la mayoría de las veces solamente realizaba la primera parte del juego (desaparición), a pesar de que le producía más placer la segunda parte del mismo (reaparición). Entonces el niño durante este tiempo en el que permaneció solo, encontró el modo o medio de "hacerse desaparecer a sí mismo": haciendo desaparecer su imagen en el espejo al agacharse hasta que desapareciera de sus ojos (quedarse fuera). Luego cuando la madre se ausenta muchas horas, al regresar el niño la recibe con las palabras "Nene o-o-o (fort)".

La interpretación que hace Freud (1919) del juego es2:

a)   Que el juego está en conexión a la renuncia a la satisfacción de la pulsión, al permitir que la madre se ausente sin oponer resistencia.

b)  El niño había convertido en juego un suceso desagradable, en este suceso el niño representaba un papel pasivo (objeto del suceso) papel que trueca por activo repitiendo el suceso a pesar de ser penoso el juego para él.

c)   Los niños repiten en sus juegos todo aquello que en la vida les ha causado una "intensa impresión" y de este modo tratan de darle salida a la energía de la misma adueñándose de la situación.

Al respecto Lacan también hace un recorrido sobre algunos antecedentes desde el juego repetitivo del niño hasta conceptualizar el objeto a. Esta pareja modulada de la presencia y ausencia en el juego infantil, en tanto acto del niño, le permitirá a Lacan ubicar una escansión esencial, de las que restan las marcas, las trazas, prosiguiendo con el recorrido en el "Seminario de la Etica", nos deja Lacan en las puertas de su descubrimiento: el objeto petit a, y en relación al juego del fort - da indica3: "Hay allí una hiancia ".

Ahora bien en la teoría del significante, el sujeto está dividido ciertamente entre S1 y S2. Pero mas adelante Lacan menciona una spaltung en el sujeto causada por el objeto, correlativa a la sesión del objeto, es decir, que el sujeto está también dividido entre su existencia significante y su ser, su cadáver viviente, su organismo: el objeto a. El sujeto entonces es una falta en el significante (- 1) o un objeto, el "a"

Es el juego del fort - da que permitirá desarrollar estos conceptos, se sabe dada la observación de Freud, que lo que causa el juego es la ausencia de la madre. Ausencia que Lacan situará como significante: Deseo de la madre, significante oscuro, que fabrica un vacío, localización de un hueco, mecanismo original de la alienación en tanto permite concebir que el sujeto aparece en primer lugar en Otro, ya que el primer significante surge en el campo del Otro, la madre entonces es sólo un significante que engendra un borde. El encuadramiento del objeto, es producto de ese primer significante ya que el vacío no existe en el plano natural, lo que sí así se ubica es lo que el niño cede su objeto, su trauma. (Abalo, et al. 1993).

Lo que cae en esa hiancia (borde de la cuna), introducido por la ausencia de la madre, es el objeto que asume la forma del carretel en el fort - da, trocito del sujeto que se desprende, se separa, sin embargo, sostenido por un cordel. El carretel no es una representación de la madre, es un a' del a, parte del propio cuerpo del niño (auto mutilación), cedido al borde fabricado por el Deseo del Otro, ese carretel designa al $ como a minúscula. Ahora ese primer significante, primera marca del $, lo representará para otro significante S2, representante de la representación que falta S1, situada en el campo del Otro a la que el sujeto se aliena. La repetición de la partida de la madre como causa de una spaltung en el Sujeto, será separada por el juego alternativo del fort - da, busca aquello que no está en tanto que presentado porque el propio juego, es el representante de la representación. (Abalo, et al. 1993).

Lacan afirma que si bien los dos fonemas encarnan los mecanismos de la alienación, es el fort! donde paradójicamente se expresa, entonces ¿cómo pensar esta afirmación de Lacan?, Freud ubica a los fonemas en distinto nivel, el fort! que se repite incansablemente, es situado como ese punto de encuentro con lo real, donde es ubicable el goce. En la compulsión de repetición se repite lo no significado, lo no ligado, la pulsión de muerte que exige la literalidad del significante Fort, por eso Lacan sitúa en la repetición del fort el verdadero secreto de lo lúdico. Por otra parte el fort!, es llamado a otro significante: S2, la vuelta del carretel acompañada de una da!, es ubicada por Freud dentro del principio del placer, el da! hace cesar el juego ya que al establecerse la ligadura se produce cierre, significación.

Se presenta a través de lo lúdico la constitución de un sujeto, así como las respuestas que los niños dan frente a lo real del trauma, desde el juego el niño responde a las exigencias y demandas del Otro, transformando en la repetición lo displacentero en placentero.

El juego como técnica auxiliar en la clínica con niños.

El juego como técnica de asociación libre. La disposición para la asociación libre es igual a la disposición para la producción poética, es decir, a la disposición necesaria para llegar a un estado creativo que conduce a un descubrimiento. El espacio psicoanalítico representaría todo lo que hace y dice el paciente, nada allí es insignificante, por el contrario, todo es significante, la razón es un espacio estructurante que liga elementos dispersos en un todo significativo. El analista, y a medida que avanza el análisis, el mismo paciente, desarrollan la tendencia a construir un todo a partir de los elementos dispersos de la situación analítica, a lo largo del tiempo de sesión. A eso se llamará Interpretación - o en algunas circunstancias construcción - y será el producto de la aplicación del método psicoanalítico. (Waserman, 2003).

Así como se hace asociar al soñante sobre cada una de las partes del sueño, de igual manera se busca hacer asociar al niño durante el juego, sin embargo el problema en el análisis de niños radica en cómo hacer para que el infante asocie puesto que aparentemente él no sabe asociar, va a ser Melanie Klein (1972) la que va a dar la respuesta, ella afirma que: a través de la técnica de juego se ve que el niño proporciona tantas asociaciones a los elementos separados de sus juegos como los adultos a los elementos separados de sus sueños. (Waserman, 2003). El juego sería entonces un equivalente al sueño más las asociaciones. La riqueza del juego y las asociaciones verbales permiten formular interpretaciones que sacan a la luz la fantasía sobre la que el juego se teje, el tan buscado complejo de Edipo, nuclear para la compresión de la neurosis, aparece escenificado en el juego con mil representaciones diversas.

El juego como técnica diagnóstica.

El juego es la vía regia para acceder al tiempo de constitución de un niño y a las fallas o los puntos de detención en su constitución. En principio, si un niño juega, y más aún lo hace como sus pares, a su tiempo, se puede pensar que se está estructurando correctamente, que se está apropiando, en tiempos lógicos de la estructura que está desde el inicio, la del Otro, y en una cronología que es la esperable.

El niño tiene que descubrir lo que más allá de él es amado por la madre, es decir, el deseo de falo de la madre. Este descubrimiento nos es mostrado por el niño pequeño, en los tiempos iniciales del jugar en donde se juega la presencia-ausencia. El objeto materno es llamado cuando está ausente, escansión esencial del llamado que muestra el comienzo del orden simbólico. Si un niño juega es porque la demanda del Otro se ha inscripto en el cuerpo, porque hubo un Otro deseante que marcó ese cuerpo biológico haciéndolo pulsional, ya que si el niño está en posición de objeto, no juega.

El juego se trata sólo de una diferencia de técnica, no de los principios del tratamiento, los criterios del método psicoanalítico propuestos por Freud, es decir: que se use como punto de partida la transferencia y la resistencia, que se debe tomar en cuenta los impulsos infantiles, la represión y sus efectos, la amnesia y la compulsión a la repetición y además, que se debe descubrir la escena primaria. Todos estos criterios se mantienen íntegramente. La instrumentación clínica del juego y del dibujo, respecto del trabajo con niños permite en el primer nivel, la implementación como una función para estructurar, en el segundo como la vía regia de acceso al inconsciente infantil. Básicamente, lo primero supone la consideración teórica del jugar como una función estructurante del psiquismo temprano. La intervención analítica deberá llevar al niño a restablecer ese espacio potencial donde el jugar sea posible. En esta misma dirección, que un niño pueda plasmar un trazo sobre un papel, supone una marca de su subjetividad. Lo segundo, supone la consideración teórica del valor de mensaje, y medio de elaboración se da al juego y al grafismo como expresiones del inconsciente. (Donzino, 2006). Asimismo el juego como técnica diagnóstica es una herramienta que ayuda a establecer la estructura de un niño que llega a consulta, es decir, si se trata de una neurosis, psicosis o perversión.

El juego como técnica terapéutica.

Parte de la base de que el niño expresa sus conflictos a través del juego. Lo importante es que trabaje el paciente y que la interpretación del analista no se anticipe o perturbe ese trabajo, que él descubra aquello de lo que se trata. Ya que el niño es él que sabe, se produce a sí mismo como sujeto. Freud argumenta que mediante este trabajo el niño se resarce, se compensa, del sufrimiento y obtiene una nueva ganancia. Se puede decir: él niño pierde por aquí y logra inventar algo, porque acá hay una invención, hay una creación. Crea, poniendo en escena, una ficción que además domina él. Por eso se menciona que el niño es el amo de la escena. En la escena del juego el que manda es el niño, el amo es él, y el esclavo es el objeto que le obedece. Esto le da un pasaje de posición y se recompone de la pérdida, creándose por intermedio del juego una realidad satisfactoria para compensar la insatisfacción y el dolor de perder a la madre. Y lo hace "escenificando", en dirección a su cura. (Tkach, 2006). Por eso Freud dice: "se resarce", esta frase quiere decir que se compensa, pero en otro lugar. Pierde aquí y para compensarse de lo que perdió aquí, que no quería, en otro lugar se da "un gusto". Pero este darse ese "gusto" para compensar la pérdida del placer perdido en otro lugar (en este juego hay una dimensión económica de satisfacción-insatisfacción), implica que él crea una nueva realidad, porque eso lo obliga a crear algo que no existía. Está creando una ficción que tiene todo el valor simbólico e imaginario.

El juego es un dispositivo que hace trabajar al inconsciente, lo hace producir. Ahora bien, que produzca elementos del inconsciente no es suficiente para que haya trabajo analítico. Sin eso no hay análisis, pero sólo con eso tampoco. Aquí vendría la presencia necesaria y la intervención del analista. De esta presencia el mismo niño a través del juego encontrara la dirección del camino a la cura ya que el juego se resarce en sí mismo, es decir, es terapéutico en sí mismo.

 

Conclusiones.

Desde el psicoanálisis es posible ubicar al niño como sujeto del inconsciente, tomando en cuenta que el niño se constituye con una sexualidad efecto de aquello que es el producto del significante y que tiene que ver con lo real de la pulsión. Por lo tanto, es posible revertir la noción tradicional de niño cuestionando las concepciones que lo describen como una denominación cronológica o desarrollo únicamente.

El niño deviene como sujeto en tanto su primera relación con el lenguaje le otorga su lugar. En esta relación dialéctica el sujeto surge representando lo que un significante (S1) representa para otro significante (S2). Por todo ello, en el niño también se pueden evidenciar formaciones inconscientes como ser: sueños, síntomas, lapsus.

Respecto al estatuto del juego, no hay concepto fundamental de la teoría psicoanalítica que no este articulado al del juego, son las variables que se encuentran en el juego, bajo la forma de regla y estrategia, en tanto que la regla propone una ficción y la estrategia hace la manera de conducirla. Ambas dan cuenta de porque tanto Freud como Lacan lo toman.

El método del juego conserva todos los principios del psicoanálisis y lleva a los mismos resultados. Permite identificar y aprehender al sujeto en la cadena significante. Asimismo, se constituye en una técnica diagnóstica ya que lleva al analista a poder avalar la estructura a la cual pertenece el niño. El juego como técnica terapéutica parte de la base de que el niño expresa sus conflictos a través del juego, lo más importante es que trabaje el sujeto, ya que el niño se produce a sí mismo como sujeto. El niño mediante el juego se resarce ya que jugando el niño convierte lo displacentero en placentero.

Se puede concluir que en la técnica del juego no se trata de objetos (juguetes), sino que el objeto cobrará sentido de significante en sus asociaciones, por lo que no se hace una lectura imaginaria como lo hace Melanie Klein. Sino que, desde J. Lacan el juego equivale a un texto, es un discurso. Por tanto la lectura que se hace es una interpretación, de igual manera como se realiza en un análisis con adultos, esto, mediante la necesaria intervención y presencia del analista. El juego es un texto en el cual los significantes toman lugar de juguetes y en donde la significación que deviene nos lleva al inconsciente develando el fantasma, goce, deseo, síntoma, de un sujeto.

 

Notas

1estefaniaasturizaga005@yahoo.com

2 Grosso, M. L. (1995). Juego y estructura en la clínica con niños. En Centro Pequeño Hans asociado al campo freudiano, Psicoanálisis con niños, (pp. 124). Buenos Aires: Atuel.

3 Abalo, N., Farinatti, A., Grosso, M., Nemaric, A. C, Nizcaner, D. y Piotte, N. (1993). El juego: una a-puesta. En Miller, J. A, Desarrollo y estructura en la dirección de la cura, (pp. 44). Buenos Aires: Atuel.

 

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