1. Introducción
Desde mediados de la década de los años 2000 hasta 2019, Bolivia experimentó un crecimiento extraordinario debido -en buena medida- al sustantivo aumento en los precios internacionales de sus principales productos de exportación. Entre 2006 y 2019, el Producto Interno Bruto (PIB) registró una tasa promedio anual del 4.7%. Con todo, como es señalado en el libro Evaluación de la calidad del crecimiento en Bolivia Muriel y Velásquez-Castellanos, 2020, la dinámica de esta producción se hace importante en la medida en que haya promovido mejoras en términos de desarrollo y bienestar.
Dentro del ámbito laboral, los empleos dignos -similares a los empleos decentes- forman parte del bienestar socioeconómico y son relacionados de manera explícita con el crecimiento en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, definidos por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En particular, en el objetivo número ocho se menciona que “un crecimiento económico inclusivo y sostenido puede impulsar el progreso, crear empleos decentes para todos y mejorar los estándares de vida” (ONU, 2015b).
El presente estudio busca indagar empíricamente cuán inclusivo fue el crecimiento entre 2006 y 2019 para generar empleos dignos en las zonas urbanas de Bolivia, tomando en cuenta posibles diferencias por género. La inclusividad es estimada a partir de las funciones de oportunidades de Ali y Son (2007), donde se considera tanto el aumento de los empleos dignos para toda la población ocupada como la mejora en términos de equidad, principalmente para los estratos más pobres. Los empleos dignos son aproximados por cinco indicadores propuestos por Muriel (2014,2019, 2020a, 2020b) para el país: tasa de estabilidad laboral, tasa de trabajadores con aguinaldo, tasa de trabajadores con protección social, tasa de trabajadores con ingresos laborales suficientes y tasa de afiliación a alguna asociación laboral.
Los indicadores mencionados han sido identificados a partir de dos criterios. Por un lado, se ha revisado la literatura en torno a la conceptualización de los empleos dignos o decentes, que sienta sus bases en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (ONU, 2015a) y en la memoria presentada por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en la 87a Conferencia Internacional del Trabajo en 1999 (OIT, 1999). Por otro lado, se ha tomado en cuenta la normativa laboral boliviana relacionada con esta definición; que parte de la Constitución Política del Estado (Sección III), la Ley General del Trabajo de 1942 y la política salarial -que es modificada anualmente mediante decreto supremo.
Cabe mencionar que la literatura empírica cuenta con algunas aproximaciones para estudiar de manera cuantitativa el concepto de empleos dignos o decentes Anker et al., 2002;Diaz, 2013;Burchell et al., 2013;Farné y Vergara, 2015;Moussa, 2017;Mackett, 2017;Yan et al., 2023;Ferraro et al., 2023; sin embargo, las variables no se encuentran estandarizadas y, en la mayoría de los casos, están sujetas a la región bajo estudio.
Por otro lado, las investigaciones que relacionan empleos decentes y crecimiento inclusivo -con metodologías de Ali y Son (2007) o parecidas- son escasas. Algunas se relacionan con los empleos productivos McKinley, 2010;Enang y Bassey, 2016 y otras incluyen variables como la tasa de empleo, la tasa de desempleo e índices de remuneraciones Asghar y Javed, 2011;Trivedi, 2012;Herrera, 2014;Adeosun y Tabash, 2022. En la revisión de la literatura solamente se encuentra el trabajo de los mismos autores del presente artículo Muriel y Mansilla, 2020, que analizan, a nivel nacional, los indicadores de empleos no vulnerables, con protección social, con pertenencia a alguna asociación laboral y con ingresos al menos iguales al salario mínimo nacional. Bajo este marco, el estudio redefine los indicadores de relevancia y realiza un análisis para un grupo poblacional más específico: zonas urbanas de Bolivia diferenciando por género.
Los resultados del estudio muestran que el crecimiento fue inclusivo en la generación de empleos dignos entre 2006 y 2011, pero que no lo fue posteriormente. Aun así, los porcentajes de trabajadores con aguinaldo, con ingresos laborales suficientes y con afiliación a alguna asociación laboral son menores en 2019 en relación a 2006. En cuanto a las brechas por género, resalta aquélla asociada a la tasa de trabajadores con ingresos laborales suficientes. Con todo, las mayores diferencias se asientan en los problemas de equidad en el acceso a las oportunidades dentro de la población femenina.
Además de esta introducción, el estudio se divide en cuatro secciones. La sección 2 describe el marco de análisis, donde se detalla la metodología de Ali y Son (2007). La sección 3 detalla los indicadores aproximados de empleos dignos por género y muestra los promedios estimados para los años 2006, 2011, 2014, 2016 y 2019, con uso de las Encuestas de Hogares del Instituto Nacional de Estadística (INE). La sección 4 expone los resultados del crecimiento en términos de empleos dignos, a partir de la metodología de Ali y Son (2007) y la información utilizada en el capítulo anterior. Por último, en la sección 5 se delimitan las conclusiones más importantes.
2. Marco de análisis
Los conceptos del crecimiento económico inclusivo y los empleos dignos sientan sus bases en la necesidad de medir ambos elementos desde una perspectiva de valores o de calidad. Por un lado, el crecimiento económico inclusivo se constituye como una respuesta a la medida del incremento del Producto Interno Bruto (PIB) per cápita. Así, su incidencia sobre los resultados socioeconómicos se internaliza en su misma definición, incluyendo aspectos como “participación y beneficio”, “creación de oportunidades” y “bienestar y equidad” (ver, para una revisión de la literatura, a Herrera, 2014).
Por otro lado, los empleos dignos -también asociados con los empleos decentes o de calidad- son aquéllos que cumplen con las aspiraciones de las personas durante su vida laboral. Es decir que cumplen con una fuente laboral estable, con el acceso a una protección social -e.g, seguro de salud, sistema de pensiones, seguro de riesgos laborales, seguro de desempleo, etc.- e industrial, con una remuneración satisfactoria para el sustento familiar, con la libertad de crear organizaciones para mejorar las condicionales laborales, con el ejercicio de otros derechos fundamentales del trabajo OIT, 1999;Ghai, 2003;Muriel y Ferrufino, 2012,Muriel et al, 2014;ONU, 2015b.
Bajo este marco, y siguiendo a Ali y Son (2007), el crecimiento económico inclusivo es determinado a partir de la capacidad de crear cada vez más oportunidades de empleos dignos -o mejores empleos- para toda la población ocupada; de modo que, al mismo tiempo, se promueva la equidad en el acceso a estas oportunidades, especialmente para la población ocupada más pobre.
2.1. Curvas de concentración de oportunidades
Ali y Son (2007) 1 relacionan el crecimiento inclusivo con las oportunidades socioeconómicas -de obtener empleos dignos- a partir de una función de oportunidad social (O) que contempla la evaluación de dos factores: i) las oportunidades promedio disponibles para la población; y ii) la distribución de estas oportunidades entre la población, ordenadas de acuerdo a los niveles de ingresos.
La función
En términos de una función de distribución acumulada sobre los promedios se tiene:
donde
Con el fin de capturar la magnitud de los cambios en la distribución de oportunidades y evaluar si el crecimiento ha sido inclusivo en el tiempo o no, los autores especifican un índice de oportunidades (
I*)
a partir de la función
que es igual a la sumatoria de los promedios de las oportunidades para las subpoblaciones 1, 2, hasta n. Además, los autores proponen un índice de equidad de oportunidades a partir de I* y el promedio poblacional:
El índice puede ser interpretado de tres maneras: i) si todos los individuos gozan del mismo nivel de oportunidad -i.e., las oportunidades se distribuyen de manera equitativa-, entonces
donde el signo y la magnitud de dI * evalúan si el crecimiento fue inclusivo o no, y en qué medida. La primera expresión del lado derecho de la ecuación (5) representa el cambio del crecimiento sobre el promedio de las oportunidades cuando la distribución relativa de oportunidades no cambia; la segunda expresión corresponde al cambio en la distribución de oportunidades cuando el promedio se mantiene constante.
El Gráfico 1 presenta dos posibilidades en la Curva de concentración de oportunidades - explícita de manera continua- de Ali y Son (2007), considerando un crecimiento económico positivo entre dos periodos t y t+1o. El eje horizontal corresponde a una normalización de la población p, que va desde o (cero, ningún individuo) hasta 1 (uno, toda la población), ordenada ascendentemente de acuerdo a sus niveles de ingreso correspondientes. El eje vertical representa el promedio acumulado de las oportunidades correspondientes a cada p .

Fuente: Extraído de Muriel (2020b) con base en Ali y Son (2007).
Gráfico 1: Curvas de concentración de oportunidades
El Gráfico 1a muestra que el promedio de las oportunidades entre
t
y
t+
10 ha aumentado de
El Gráfico 1b muestra que el promedio de oportunidades de toda la población no ha cambiado entre t y t+10 (
Por último, el estudio realiza análisis de la robustez del cambio intertemporal en el promedio y en el índice de oportunidades a partir de intervalos de confianza estimados bajo la técnica de Bootstrap. De acuerdo a Greene (2003), la metodología parte de la obtención de la distribución empírica del estimador
Los intervalos de confianza son entonces estimados a partir del método de percentiles propuesto por Cameron y Trivedi (2005), el cual corresponde al cálculo de un estadístico t (m) en cada réplica m (=1, 2, ..., M ) del Bootstrap:
donde
En el presente estudio se realiza un total de 5000 réplicas de Bootstrap, y tomando en cuenta un nivel de significancia α = 0,05, se escoge el 125° valor t más alto para el límite inferior y el 4875° para el límite superior.
3. Descripción de los datos
La información utilizada proviene de las encuestas de hogares de los años 2006, 2011, 2014, 2016 y 2019, desarrollada por el INE. Estos años corresponden a un crecimiento económico destacable en el país y, por lo tanto, permiten evaluar su carácter de inclusividad en términos laborales2.
En relación a los empleos dignos, siguiendo a Muriel (2014,2019, 2020a, 2020b), se proponen cinco indicadores aproximados:
Tasa de estabilidad laboral. Se mide como la proporción de los trabajadores que declaran que “en su institución o unidad productiva actual trabajaron más de un año”.
Tasa de trabajadores con aguinaldo. Es igual al porcentaje de trabajadores que cuentan con este bono navideño, uno de los derechos laborales más apreciados Muriel y Ferrufino, 2012.
Tasa de trabajadores con protección social. Se mide como el porcentaje de los empleos que cuentan, al mismo tiempo, con una afiliación a las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) -que cubren riesgos laborales y pensiones en la jubilación- y con algún tipo de seguro de salud (sea éste público o privado).
Tasa de trabajadores con ingresos laborales suficientes. Evalúa si los ingresos laborales (por hora) son al menos iguales a algún umbral mínimo aceptable, establecido a través del salario mínimo (por hora).
Tasa de afiliación a alguna asociación laboral. Se aproxima con la libertad de crear organizaciones para mejorar las condicionales laborales.
Los indicadores mencionados han sido delimitados a partir de la conceptualización de los empleos dignos o decentes aplicada a la realidad urbana boliviana, tomando en cuenta la normativa laboral OIT, 1999;Ghai, 2003;Muriel y Ferrufino, 2012,Muriel et al, 2014;ONU, 2015b. En la literatura revisada, se observa que la tasa de desempleo es un indicador utilizado para valorar la situación laboral bajo la metodología de Ali y Son (2007) Asghar y Javed, 2011;Herrera, 2014 y en otras aproximaciones de inclusividad se considera la tasa de empleo Trivedi, 2012;Adeosun y Tabash, 2022. Sin embargo, en el caso de Bolivia estas medidas no reflejan cabalmente la falta de empleos debido a los elevados niveles de informalidad (Muriel, 2019).
Además, cabe mencionar que la tasa de trabajadores con ingresos laborales suficientes se diferencia de las propuestas de otros autores que estiman el acceso a las oportunidades laborales a través de las remuneraciones Asghar y Javed, 2011;Herrera, 2014. Por un lado, la tasa considera a la población con un ingreso laboral positivo, como lo proponen estos autores; pero también a aquélla que no recibe ningún ingreso laboral, una vez que participan en actividades económicas que crean valor. Por otro lado, la comparación se realiza en este caso mediante horas de trabajo, lo que permite incluir a aquellos que trabajan menos de una jornada completa.
La propuesta se aproxima al estudio de Muriel y Mansilla (2020), que aplica la metodología de Ali y Son (2007) a nivel nacional para Bolivia, en los indicadores relativos a protección social, pertenencia a alguna asociación laboral e ingresos al menos iguales al salario mínimo nacional. El Cuadro 1 presenta los indicadores aproximados de empleos dignos para las áreas urbanas de Bolivia durante los periodos bajo estudio, tomando en cuenta las desagregaciones por género.
Cuadro 1 Áreas urbanas de Bolivia: indicadores aproximados de empleos dignos, 2006-2019 (en porcentaje)
2006 | 2011 | 2014 | 2016 | 2019 | |
---|---|---|---|---|---|
Tasa de estabilidad laboral | 80.1 | 85.3 | 85.5 | 83.8 | 89.0 |
Hombre | 79.6 | 85.5 | 86.1 | 84.4 | 89.0 |
Mujer | 80.7 | 85.1 | 84.7 | 83.2 | 89.0 |
Tasa de trabajadores con aguinaldo | 23.2 | 25.6 | 23.0 | 21.0 | 21.7 |
Hombre | 24.5 | 26.6 | 23.3 | 21.2 | 21.9 |
Mujer | 21.7 | 24.5 | 22.6 | 20.7 | 21.4 |
Tasa de trabajadores con protección social | 15.8 | 19.3 | 18.0 | 17.9 | 23.2 |
Hombre | 16.7 | 20.7 | 18.9 | 18.5 | 24.7 |
Mujer | 14.7 | 17.5 | 16.8 | 17.2 | 21.3 |
Tasa de trabajadores con ingresos laborales suficientes | 67.3 | 72.4 | 63.3 | 56.6 | 56.1 |
Hombre | 76.0 | 80.6 | 71.3 | 64.3 | 63.7 |
Mujer | 56.2 | 61.9 | 53.3 | 46.6 | 46.5 |
Tasa de afiliación a alguna asociación laboral | 21.9 | 22.1 | 17.1 | 13.9 | 13.7 |
Hombre | 22.8 | 23.6 | 17.6 | 15.2 | 14.7 |
Mujer | 20.7 | 20.3 | 16.6 | 12.1 | 12.3 |
Fuente: Elaboración EMINPRO-INESAD, en base al Instituto Nacional de Estadística, Encuestas de Hogares 2000 al 2019.
La tasa de estabilidad laboral presenta valores altos a lo largo del periodo, comenzando con un 80.1% en 2006 y llegando a un 89% en 2019, lo que muestra una baja movilidad laboral en un corto plazo, tanto para los trabajadores que tienen un empleador como para aquéllos que no lo tienen. La brecha por género no es clara; por ejemplo, en el año 2006 favorece a las mujeres; pero en 2014 y 2016 a los hombres.
Por otro lado, la tasa de trabajadores que percibe un aguinaldo es, en todos los años, baja, pues se sitúa, en promedio, alrededor del 22.9%. Entre 2006 y 2011, esta tasa aumenta del 23.2% al 25.5%, pero cae en 2014 al 23%, de manera coincidente con la implementación del doble aguinaldo desde 2013, y no se recupera en los años posteriores. A nivel de género, la brecha disminuye en el tiempo, ya que pasa de 2.8 puntos porcentuales en 2006 a 0.5 puntos porcentuales en 2019.
Al igual que en el caso anterior, la tasa de trabajadores con protección social es baja en todos los años, aunque muestra una mejora entre 2016 y 2019, llegando al 23.2%. Este salto es explicado por la implementación del Sistema Único de Salud (SUS), que aumentó la cobertura del seguro de salud de manera destacable en todo el país Alondra, 2022. La brecha por género se sitúa en un promedio de 2.4 puntos porcentuales en favor de los hombres, lo cual se explica principalmente por la afiliación al sistema de pensiones ya que, en el caso de la salud, la población femenina ha presentado una tasa relativamente más alta.
En lo que respecta a la suficiencia de los ingresos laborales, el indicador medido por el salario mínimo aumenta entre 2006 y 2011, del 67.3% al 72.4%; sin embargo, cae posteriormente hasta llegar al 56.1% en 2019. Esto muestra que algo menos de la mitad de los trabajadores urbanos cuenta con un ingreso insuficiente para su sustento y el de su familia. Con todo, cabe notar que el gobierno de Bolivia incrementó el salario mínimo a tasas destacablemente mayores a la inflación, sobre todo a partir del año 2011. En 2006 este salario fue de Bs. 500; en 2011 llegó a los Bs. 815 y en 2019 se situó en Bs. 2,122, con un crecimiento promedio anual para el periodo del 10%; por otro lado, la inflación promedio anual fue del 3.7%. Además, desde 2014, los ingresos laborales reales cayeron, acompañando la desaceleración de la economía Muriel, 2019. En este caso, la brecha por géneros se destaca por ser alta -con 19.8 puntos porcentuales a favor de los hombres en el año 2006 y 17.1 en 2019-, lo cual se explica tanto porque las mujeres perciben menores ingresos laborales como por una mayor participación de ellas en las ocupaciones familiares que no tienen una remuneración, entre otros motivos.
Por último, la tasa de afiliación a alguna asociación laboral -i.e., a algún gremio, sindicato o asociación laboral- presenta un leve aumento de 2006 a 2011, pero posteriormente sigue una tendencia negativa. A nivel agregado, en el año 2006 aproximadamente 22 de cada 100 personas pertenecen a algún tipo de asociación, mientras que en 2019 esta tasa llega a 14 por cada 100. La caída puede ser explicada en el hecho de que los jóvenes trabajadores engrosan a la población económicamente activa cada año y que están, en buena medida, desvinculados de estas asociaciones Muriel y Mansilla, 2020. En todos los años, los hombres presentan una tasa más alta en relación a las mujeres, con una brecha promedio del periodo de 2.4 puntos porcentuales.
4. Resultados del crecimiento sobre los trabajos dignos
Siguiendo la secuencia de los indicadores establecidos en la sección anterior, el Gráfico 1 presenta las curvas de concentración de oportunidades del acceso a trabajos estables por género en las áreas urbanas de Bolivia. Para ambos sexos, las curvas muestran niveles de acceso altos en todos los años, con leves incrementos entre 2006 y 2014, reducciones moderadas entre 2014 y 2016, y luego unos modestos desplazamientos hacia arriba hasta 2019. Para ambos sexos, en promedio, la mejora entre 2016 y 2019 es estadísticamente significativa, de acuerdo a los intervalos de confianza estimados bajo la técnica del Bootstrap (Cuadros A1 y A3 del anexo).

Fuente: Elaboración EMINPRO-INESAD, en base al Instituto Nacional de Estadística, Encuestas de Hogares 2000 al 2019.
Gráfico 2: Áreas urbanas de Bolivia: curva de concentración de oportunidades de la tasa de estabilidad laboral, 2006-2019 (acceso a la oportunidad en porcentajes)
El índice de oportunidades (I*) sigue una tendencia creciente entre 2006 y 2019, tanto para hombres como para mujeres -aunque de manera volátil-, pasando de 0.79 a 0.88 (ver Cuadro 2 al final de la sección). Como en el caso de los promedios, los valores entre 2006 y 2019 son también estadísticamente diferentes de acuerdo a la técnica del Bootstrap (Cuadros A2 y A4 del anexo). A su vez, el índice de equidad (j) se sitúa alrededor del 0.99 para ambos sexos, lo que refleja una distribución equitativa en cuanto a la oportunidad de contar con estabilidad laboral a lo largo del periodo. Así, las personas de ingresos bajos y altos permanecen en sus fuentes de trabajo por más de un año.

Fuente: Elaboración EMINPRO-INESAD, en base al Instituto Nacional de Estadística, Encuestas de Hogares 2000 al 2019.
Gráfico 3: Áreas urbanas de Bolivia: curva de concentración de oportunidades de la tasa de trabajadores con aguinaldo, 2006-2019 (acceso a la oportunidad en porcentajes)
El Gráfico 2 presenta las curvas de concentración de oportunidades para la tasa de trabajadores con aguinaldo (para ambos géneros). En los dos casos, la curva se desplaza notoriamente -y con una diferencia estadísticamente significativa- hacia arriba entre 2006 y 2011, lo que muestra una mejora en el acceso a esta oportunidad, especialmente en los deciles de ingresos más bajos. A partir de 2011, el acceso en todos los niveles de ingresos disminuye hasta 2016, sobre todo en la población ocupada masculina, que llega inclusive a participaciones más bajas que en el año 2006 en los deciles con ingresos más altos. Entre 2016 y 2019, la curva tiene un leve aumento en los deciles de ingresos más bajos para las mujeres; y no hay cambios destacables para los varones (ver también Cuadros A1 y A3 del anexo para las significancias estadísticas).
En general, la distribución en el acceso a la oportunidad de contar con un aguinaldo (j) muestra problemas de inequidad al ser mucho menor a 1 en todos los años, lo que se refleja también en la pendiente de la curva (ver el Cuadro 2 al final de la sección). En el caso de la población masculina, j mejora de 0.64 en 2006 a 0.74 en 2014, pero cae nuevamente en 2019 a un valor parecido al de 2006 (0.65). En el caso de la población femenina, el índice j muestra mayores problemas de equidad, tiene una leve mejora entre 2006 (0.52) y 2019 (0.55) y alcanza su valor máximo en 2011 (0.66).
Los cambios anteriormente descritos se reflejan en un ligero aumento en el índice de oportunidades (dI*>0) para el caso de las mujeres -de 0.11 en 2006 a 0.12 en 2019-, pero que no es estadísticamente significativo (Cuadro A4 del anexo); y en una caída significativa (dI*<0) para los varones, de 0.16 en 2006 a 0.14 en 2019 (Cuadro A2 del anexo). Esto muestra que el crecimiento económico ha sido deficiente en términos de inclusividad con relación al bono de navidad.
El Gráfico 3 presenta la curva de concentración de oportunidades en el acceso a la protección social para la población ocupada urbana (por género). Al igual que en el caso anterior, las curvas se desplazan hacia arriba entre 2006 y 2011, y se contraen hasta 2016. Sin embargo, en 2019 vuelven a dar un salto ascendente, como resultado del registro de los trabajadores al SUS ya mencionado. Entre 2006 y 2019, las mejoras, para ambos sexos, son estadísticamente significativas -de acuerdo a los intervalos de confianza estimados bajo la técnica del Bootstrap (Cuadros A1 y A3 del anexo).
El Cuadro 2 (al final de la sección) muestra que el índice de equidad en las oportunidades (j) es bajo para los hombres, siendo aún peor para las mujeres. Esto muestra que las medidas de protección social en las zonas de análisis han sido excluyentes. Sin embargo, el índice mejora de manera significativa entre 2006 y 2019, de 0.54 a 0.65 para el caso de los varones y de 0.39 a 0.49 para las mujeres.
El aumento del promedio y el índice de equidad muestra que el crecimiento económico fue inclusivo en el periodo de análisis (dI*>0), aunque esta mejora entre 2011 y 2019 fue marginal, explicada por el aumento en el promedio.

Nota: Los empleos con protección social son aquéllos que cuentan con afiliación a las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) y con algún seguro de salud (privado o público).
Fuente: Elaboración EMINPRO-INESAD, en base al Instituto Nacional de Estadística, Encuestas de Hogares 2000 al 2019.
Gráfico 4: Áreas urbanas de Bolivia: curva de concentración de oportunidades de la tasa de trabajadores con protección social, 2006-2019 (acceso a la oportunidad en porcentajes)

Nota: La comparación se basa en los ingresos por hora incluyendo a toda la población ocupada masculina de áreas urbanas.
Fuente: Elaboración EMINPRO-INESAD, en base al Instituto Nacional de Estadística, Encuestas de Hogares 2000 al 2019.
Gráfico 5: Áreas urbanas de Bolivia: curva de concentración de oportunidades de la tasa de trabajadores con ingresos laborales suficientes, 2006-2019 (acceso a la oportunidad en porcentajes)
El Gráfico 4 presenta la curva de concentración de oportunidades para el acceso a ingresos laborales suficientes. De manera parecida a los casos anteriores, la curva se desplaza hacia arriba entre 2006 y 2011; sin embargo, se revierte en los años posteriores, en respuesta -como se mencionó anteriormente- tanto al incremento del salario mínimo como a la desaceleración económica. Cabe resaltar que entre 2011 y 2019, el acceso promedio cae de manera importante: 17 puntos porcentuales para el caso de los hombres y 15 puntos para el caso de las mujeres, siendo la diferencia, en ambos casos, estadísticamente significativa (Cuadros A1 y A3 del anexo).
La tendencia positiva de la curva, en todos los años, muestra problemas de equidad. La población más pobre es, en mayor proporción, menos aventajada, con ingresos laborales al menos iguales al salario mínimo, siendo esta distribución peor para la población femenina. Entre 2006 y 2011, el índice de equidad en las oportunidades (j) mejora para ambos sexos -de 0.83 a 0.87 para el caso de los varones y de 0.70 a 0.77 para las mujeres-, pero posteriormente esta situación se revierte y en 2019 llega a valores menores que los de 2006 -0.79 para la población masculina y 0.67 para la femenina. Este resultado, acompañado por la caída del promedio general, conduce a un peor acceso a las oportunidades (dI*<0) en el periodo de análisis, que se demuestra con la estimación estadística de diferencias en el indicador (Cuadros A2 y A4 del anexo), mostrando así que el crecimiento económico y la política del salario mínimo nacional no fueron inclusivos.
Finalmente, el Gráfico 5 presenta la curva de concentración de oportunidades relacionada con la afiliación a alguna asociación laboral, que corresponde al último indicador bajo análisis. En el caso de los varones, después de un modesto desplazamiento hacia arriba entre 2006 y 2011, la curva baja sistemáticamente en los siguientes años, y entre 2006 y 2019 se tiene una caída estadísticamente significativa (Cuadro A1 del anexo). En el caso de las mujeres, la curva no presenta un cambio destacable entre 2006 y 2011, pero luego también desciende -de manera significativa- hasta 2019 (Cuadro A3 del anexo).
La distribución acumulada muestra cierta equidad, siendo mejor para la población masculina (Cuadro 2). En ambos casos, el año 2014 destaca por tener el índice j más alto, tanto para los varones (0.93) como para las mujeres (0.83); el valor baja en los siguientes años, sobre todo para la población femenina. Para ambos sexos, el índice de oportunidades entre 2006 y 2019 disminuye (dI*<0) de manera significativa, lo que se explica principalmente por la reducción en el acceso promedio a esta oportunidad (Cuadros A2 y A4 del anexo). El resultado muestra que, si bien hay una apertura de la sociedad y la normativa bolivianas para generar gremios o asociaciones laborales, los jóvenes trabajadores -como se señaló anteriormente- no practican este derecho, y por lo tanto el crecimiento no es inclusivo en relación a este acceso.

Fuente: Elaboración EMINPRO-INESAD, en base al Instituto Nacional de Estadística, Encuestas de Hogares 2000 al 2019.
Gráfico 6: Áreas urbanas de Bolivia: curva de concentración de oportunidades de la tasa de afiliación a alguna asociación laboral, 2006-2019 (acceso a la oportunidad en porcentajes)
Cuadro 2 Áreas urbanas de Bolivia: promedio de acceso, índice de oportunidades y de equidad en las oportunidades de los indicadores aproximados de empleos dignos, 2006-2019
2006 | 2011 | 2014 | 2016 | 2019 | |
---|---|---|---|---|---|
Estabilidad laboral | |||||
Hombre | |||||
Índice de oportunidades | 0.79 | 0.85 | 0.86 | 0.84 | 0.88 |
Índice de equidad en las oportunidades (φ) | 1.00 | 0.99 | 1.00 | 0.99 | 0.99 |
Mujer | |||||
Índice de oportunidades | 0.79 | 0.84 | 0.84 | 0.81 | 0.88 |
Índice de equidad en las oportunidades (φ) | 0.98 | 0.99 | 0.99 | 0.98 | 0.99 |
Trabajadores con aguinaldo | |||||
Hombre | |||||
Índice de oportunidades | 0.16 | 0.21 | 0.17 | 0.14 | 0.14 |
Índice de equidad en las oportunidades (φ) | 0.64 | 0.79 | 0.74 | 0.67 | 0.65 |
Mujer | |||||
Índice de oportunidades | 0.11 | 0.16 | 0.14 | 0.11 | 0.12 |
Índice de equidad en las oportunidades (φ) | 0.52 | 0.66 | 0.64 | 0.54 | 0.55 |
Trabajadores con protección social | |||||
Hombre | |||||
Índice de oportunidades | 0.09 | 0.15 | 0.13 | 0.11 | 0.16 |
Índice de equidad en las oportunidades (φ) | 0.54 | 0.70 | 0.68 | 0.59 | 0.65 |
Mujer | |||||
Índice de oportunidades | 0.06 | 0.10 | 0.09 | 0.08 | 0.11 |
Índice de equidad en las oportunidades (φ) | 0.39 | 0.56 | 0.52 | 0.46 | 0.49 |
Trabajadores con ingresos laborales suficientes | |||||
Hombre | |||||
Índice de oportunidades | 0.63 | 0.70 | 0.55 | 0.49 | 0.50 |
Índice de equidad en las oportunidades (φ) | 0.83 | 0.87 | 0.78 | 0.76 | 0.79 |
Mujer | |||||
Índice de oportunidades | 0.39 | 0.48 | 0.37 | 0.30 | 0.31 |
Índice de equidad en las oportunidades (φ) | 0.70 | 0.77 | 0.69 | 0.64 | 0.67 |
Trabajadores de afiliación a alguna asociación laboral | |||||
Hombre | |||||
Índice de oportunidades | 0.20 | 0.21 | 0.16 | 0.13 | 0.13 |
Índice de equidad en las oportunidades (φ) | 0.87 | 0.89 | 0.93 | 0.88 | 0.87 |
Mujer | |||||
Índice de oportunidades | 0.17 | 0.17 | 0.14 | 0.09 | 0.09 |
Índice de equidad en las oportunidades (φ) | 0.80 | 0.82 | 0.83 | 0.78 | 0.75 |
Notas: i) los empleos con protección social son aquéllos que cuentan con afiliación a las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) y, al mismo tiempo, con algún seguro de salud (privado o público).
Fuente: Elaboración EMINPRO-INESAD, en base al Instituto Nacional de Estadística, Encuestas de Hogares 2000 al 2019.
5. Conclusiones
El presente estudio analiza el carácter inclusivo del crecimiento económico en términos de empleos dignos en las áreas urbanas de Bolivia por géneros entre 2006 y 2019, utilizando la metodología de Ali y Son (2007) y analizando la robustez de las diferencias de los resultados entre años a partir de la construcción de intervalos de confianza mediante la técnica de Bootstrap Cameron y Trivedi, 2005. Estos empleos han sido aproximados mediante cinco indicadores, siguiendo a Muriel (2014,2019,2020a,2020b): i.e., tasa de estabilidad laboral, tasa de trabajadores con aguinaldo, tasa de trabajadores con protección social, tasa de trabajadores con ingresos laborales suficientes y tasa de afiliación a alguna asociación laboral.
Los datos muestran resultados mixtos, los cuales se respaldan con los intervalos de confianza estimados bajo la técnica del Bootstrap, que evalúan las significancias estadísticas de las diferencias o semejanzas apuntadas. Por un lado, la tasa de estabilidad laboral presenta una cobertura elevada que mejora en el tiempo, y el valor del índice j refleja equidad en el acceso a esta oportunidad en todos los años de análisis. En este caso el crecimiento ha sido inclusivo para ambos sexos de manera similar.
La tasa de trabajadores con protección social también aumenta entre 2006 y 2019, principalmente debido al salto observado en el último año con el registro al SUS; aun así, la tasa continúa siendo baja, dada la insuficiente afiliación al sistema de pensiones: pasa del 16.7% al 24.7% en la población masculina y del 14.7% al 21.7% en la femenina. El índice j refleja fuertes problemas de equidad, más aún en la población femenina: mejora en 2011, pero empeora posteriormente de manera sistemática. El índice de oportunidades (I*) muestra un cierto grado de inclusividad, con un valor algo más destacable en el caso de los varones.
Por otro lado, los indicadores aproximados de empleos dignos restantes mejoran hasta 2011, pero luego se deterioran y llegan a promedios incluso más bajos que en 2006. Entre 2006 y 2019, la tasa de trabajadores con aguinaldo cae del 24.5% al 21.9% para los hombres y del 21.7% al 21.4% para las mujeres, aunque la brecha de género se reduce en el tiempo. Además, el índice j muestra inequidades en el acceso a esta oportunidad, sobre todo dentro de la población femenina, y mejora marginalmente entre esos años.
La tasa de trabajadores con ingresos laborales suficientes presenta un alto deterioro entre 2006 y 2019: cae del 76.0% al 63.7% en la población masculina y del 56.2% al 46.5% en la femenina. Esto se aprecia en un desplazamiento sistemático hacia abajo -desde 2011- de la curva de concentración de oportunidades. El índice j muestra problemas de equidad y llega a valores aún menores en el último año, siendo la distribución peor para las mujeres. En este caso, el crecimiento no ha sido inclusivo, lo cual se asocia tanto con el incremento del salario mínimo nacional -que es aplicado al reducido grupo de trabajadores cubiertos por la norma- como con la desaceleración económica.
Por último, la tasa de afiliación a alguna asociación laboral cae desde el año 2011, llegando el 2019 a los valores más bajos de cobertura de todo el periodo. En el 2006, las tasas son del 22.8% y del 20.7% para los hombres y las mujeres, respectivamente, y en 2019 estas se sitúan en el 14.7% y 12.3%. Con todo, el índice j muestra cierta equidad, que mejora en 2011 pero empeora posteriormente, sobre todo para la población femenina. En este caso, el crecimiento tampoco ha sido inclusivo, lo cual se explica, en buena medida, porque los jóvenes trabajadores practican marginalmente este derecho.
En resumen, la información anterior muestra que el crecimiento ha sido inclusivo en la generación de empleos dignos entre 2006 y 2011, aumentando los indicadores aproximados y mejorando la equidad en el acceso de estos empleos para la población ocupada. Sin embargo, en los años posteriores la mayor parte de los indicadores se deterioraron, e inclusive los porcentajes de trabajadores con aguinaldo, ingresos laborales suficientes y con afiliación a alguna asociación laboral llegaron a ser menores en 2019 en relación a 2006.
Finalmente, en relación a las brechas por género, resalta aquella asociada a la tasa de trabajadores con ingresos laborales suficientes, lo cual se explica, en alguna medida, porque hay mujeres que trabajan en negocios familiares sin recibir una remuneración directa. Con todo, las mayores diferencias se encuentran dentro de la población femenina, donde -a excepción de la tasa de estabilidad laboral- los problemas de inequidad son más altos en comparación con la población masculina. La elevada exclusión del acceso a la protección social que sufren las mujeres de estratos más pobres es, sobre todo, preocupante, y se explica por su baja afiliación al sistema de pensiones.