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Revista Latinoamericana de Desarrollo Económico

versión impresa ISSN 2074-4706versión On-line ISSN 2309-9038

rlde  n.4 La Paz abr. 2005

 

ARTÍCULOS DE DEBATE

 

Existe una tendencia hacia la feminización de la pobreza?

 

 

Jorge G. M. Leitón Quiroga*

 

 


 

La pobreza es un concepto que fue abordado por numerosos estudiosos del desarrollo y que encuentra diversas formas de medición y definición. De la misma manera, al analizar la literatura correspondiente al tema, se observa que existe una diversidad de programas de alivio de la pobreza, los mismos que fueron implementándose paulatinamente y tuvieron resultados diversos, aunque en la mayoría de los casos su éxito fue bastante limitado.

De acuerdo a Sen (1992), la pobreza puede ser entendida como un estado de privación merced al cual la gente no satisface todas sus necesidades básicas. Al respecto, la reducción o eliminación de la pobreza puede ser entendida como un fin (objetivo), en el sentido de disminuir los niveles actuales de privación, o, desde otra perspectiva, como un medio por el cual se busque una mejora en la disponibilidad de recursos para evitar caer en privación.

Ahora bien, durante las últimas décadas ha surgido una tendencia a "feminizar" la pobreza, en la medida en que las mujeres parecen constituirse en la mayor proporción en los estratos pobres de los países en desarrollo. Esta evidencia ha provocado un creciente interés en problemas de género y, por lo tanto, se constituye actualmente en un común denominador al interior de las organizaciones internacionales enfocadas en la reducción de la pobreza. El empoderamiento de la mujer se ha convertido en un concepto difundido ampliamente y que tiene como objetivo la emancipación de las mujeres en términos de educación, empleo, salud y actividad social, entre otros.

Entre los análisis actuales sobre la pobreza en el mundo existen varios enfoques de género; autores como Dreze y Sen (2002), Jackson (1996) y Swaminathan (2002), entre otros, volcaron su atención sobre este tema de investigación, utilizando a la India como principal país de estudio. No es casualidad que la India haya sido elegida como el mejor ejemplo para identificar la hipótesis subyacente a este tipo de trabajos, pues la diversidad de culturas, religiones, idiomas y costumbres existentes en este país hace que la respuesta a la pregunta de investigación tenga mayores argumentos de sustento para posteriormente poder extender el estudio a otros países.

El objetivo de este documento es cuestionar la pertinencia total de esta correlación conceptual entre pobreza y condición femenina, e introducir nuevos escenarios de discusión, a través de los cuales posteriores trabajos de investigación puedan dilucidar preguntas similares para países distintos y con características diversas.

 

Feminización de la pobreza

En una aproximación a lo que puede ser entendido como feminización de la pobreza, se debe mencionar que los problemas de género son tornados en cuenta debido a que en los últimos anos las mujeres parecen constituirse en una mayor proporción en los estratos pobres de los países en desarrollo; o bien, se tiende a pensar que mientras más pobre sea una familia existe mayor probabilidad de que el jefe del hogar sea una mujer.

En muchos países en vías de desarrollo, en efecto, se toma por supuesto que en todos los hogares pobres el jefe de hogar es una mujer. Además, las mujeres viudas, divorciadas o separadas corresponden en general al segmento de la población más pobre, especialmente en el área rural. De hecho, estas mujeres estarían en desventaja dada la formación cultural a la que pertenecen, y por lo tanto tendrían un acceso limitado a transferencias de ingresos y mucho menos a derechos de propiedad. De la misma manera, Jackson (1996) resalta una investigación realizada por el Banco Mundial en Uganda, en el cual los resultados muestran que los hogares más pobres son proclives a tener un mayor número de miembros, el jefe de hogar tiende a ser de mayor edad y menos educado, y además existe una alta probabilidad de que el jefe de hogar sea una mujer.

Estos escenarios, que ponen interés especial en las mujeres, en tanto son consideradas el medio adecuado para reducir la pobreza, han llevado a un discurso que sugiere la feminización de la pobreza. Pero parece evidente que este planteamiento no puede generalizarse, pues la situación que puedan tener los hogares donde el jefe del mismo sea una mujer es muy variable de acuerdo a los países.

El hecho de que una mujer sea el jefe del hogar, en efecto, puede depender de otras razones, diferentes de la pobreza. Por otro lado, los estudios de Jackson (1996) muestran, por ejemplo, que en los casos donde la mujer es el jefe de hogar en países como la India o los comprendidos en la región del SubSahara la mujer recibiria de facto algún tipo de remesa por concepto de migración de otro miembro de la familia. Por lo tanto, estos hogares tenderían a ser menos pobres que otros donde el jefe del hogar es un varón.

En este punto del análisis, es importante introducir el concepto del Ratio Mujeres-Hombres (RMH). Este ratio es un indicador que muestra la proporción del número de mujeres por hombre que existe en determinadas áreas geográficas. Este indicador no puede ser analizado de manera aislada y es bueno realizar un contraste con los resultados de otras concepciones culturales y/o religiosas. Los resultados de Dreze y Sen (2002) muestran que en muchos países asiáticos existe un fenómeno de infanticidio 'oculto' que no se introduce en las estadísticas. Ahora bien, la evidencia antropologica sugiere una mayor presencia de infanticidio hacia el sexo femenino, que generalmente se realiza al momento de nacer; además, la mayor parte de la mortalidad infantil femenina sucede despues del cumplimiento del primer año de vida. Sin embargo, en la practica, al analizar las tasas de mortalidad, los resultados muestran que las tasas de mortalidad infantil y neonatal son las mismas para hombres y mujeres.

Un segundo resultado que llama la atención está relacionado con la influencia religiosa. Por ejemplo, la influencia de la religion musulmana tiende a estar relacionada negativamente con el RMH y, por lo tanto, este ratio es particularmente bajo en el Noroeste de la India, donde la religion dominante es la musulmana. Sin embargo, la aplicación de este análisis a otro estado de la India (Kerala), donde existe mayor proporción de mujeres-hombre y una supremacia de la religion musulmana, deja en duda los preconceptos en relación a la influencia de la religion. En definitiva, estos hallazgos sugieren que la feminización de la pobreza puede ser un concepto no adecuado y que puede causar confusión a la hora de realizar políticas sociales.

 

Género e indicadores de bienestar

Otro aspecto que se suele utilizar para robustecer la teoría de la feminización de la pobreza son los indicadores de bienestar. La pobreza puede representarse a través de las deficiencias existentes en la satisfacción de las necesidades básicas del ser humano y, por lo tanto, en dificultad para traducir las dotaciones de trabajo en un adecuado uso de los recursos, surgiendo así un círculo vicioso en el cual bajos niveles de salud y nutrición reducen la capacidad productiva del ser humano. Asi, Kabeer (1994) menciona que este fenómeno repercute sobre un menor retorno del trabajo y en la capacidad futura de mejorar el bienestar.

En efecto, es importante realizar un análisis de los niveles de nutricion, salud, ingresos, seguridad física y expectativa de vida controlando la posible presencia de sesgos introducidos por las diferencias de género existentes en las distintas sociedades del mundo. La interpretación de una mala nutrición, por ejemplo, es complicada por la interacción de los factores económicos con aspectos que tienen que ver con el género. La distribución de los alimentos al interior de los hogares se puede convertir en una fuente de discriminación, pues cuando aquellos son insuficientes, se prioriza la alimentación de los varones, particularmente los adultos hombres. Sin embargo, las desigualdades en la distribución de recursos al interior del hogar no solo se observan en los hogares pobres, sino tambien en las otras clases sociales.

En el mismo sentido, existe un fuerte nexo entre pobreza y salud, lo que ha hecho sostener que existe una amplia evidencia de discriminación por género respecto al acceso a los servicios de salud. En efecto, en su estudio sobre el Africa del Subsahara, Svedberg (1996) encontró que existe una pequeña incidencia negativa en terminos de 'robustez', 'tamaño' y 'peso de acuerdo a la edad' en los niños respecto a las niñas, lo que sugiere que se brinda un mejor trato a estas. Por lo tanto, y de manera significativa, en estos países se produce un efecto contrario al comúnmente pensado, originándose mas bien discriminación contra los varones.

Estos resultados son sorprendentes, y Klasen (1996) da una respuesta afirmando que el sesgo por género en términos de nutrición y acceso a servicios de salud entre niños permite identificar un 'status antropometrico'. Sin embargo, los resultados encontrados por Svedberg no son totalmente confiables y es dificil senalar si realmente existe un sesgo por género opuesto al pensado originalmente en todos los países estudiados.

Tambien la discriminación laboral hacia la mujer es reconocida a nivel mundial. El hombre en los países en desarrollo tiene un mayor acceso a trabajo remunerado que la mujer, quien muchas veces realiza trabajo no remunerado, o bien, si recibe un salario, este tiende a ser menor comparado con el salario masculino. Sin embargo, del análisis de los hogares pobres se puede comprobar que en general son varios los miembros del hogar (hombres o mujeres) que no tienen actividades remuneradas, ninguna de ellas estable en el tiempo, y que los niveles de ingreso son insuficientes como para garantizar un adecuado nivel de vida.

Del mismo modo, Swaminathan (2002) encontró que en muchos estados de la India existe una creciente participación femenina en el trabajo remunerado, especialmente en actividades fuera del sector agrícola, pero este hecho debe ser tornado con mucho cuidado, debido a que la población femenina que se inserto al mercado laboral se sitúa en los rangos de edad entre 5-14 y 15-19 anos de edad. Esto sugiere que el aumento de la participación de la mujer en el mercado laboral no garantiza necesariamente su emancipación, tal como planifican los programas de desarrollo. Por el contrario, estas características implican que un porcentaje alto de niñas y adolescentes no están asistiendo a la escuela.

Finalmente, para cerrar la discusión, queda mencionar la incidencia de la violencia intrafamiliar. Las muertes por causa 'natural' se constituyen en el porcentaje más importante de muerte entre las mujeres adultas, más que la mortalidad materna; de hecho, es mayor que las tasas de mortalidad de los hombres. Las muertes por causa no natural en muchos países no distinguen entre suicidio, asesinato, quemaduras, envenenamiento y/o accidentes en general. En ese sentido, en terminos de expectativa de vida, la evidencia mundial muestra que en muchos países las mujeres viven una mayor cantidad de anos que los hombres. Muchas mujeres viudas son marginadas socialmente y sufren de abuso psicológico sumado a la alta probabilidad de caer en la pobreza.

En contraste, un hombre viudo tiene la libertad de casarse nuevamente, dispone de mayor acceso a derechos de propiedad y mayores oportunidades de encontrar empleo remunerado.

 

Conclusiones

La discriminación por género todavía permanece en las sociedades del mundo. Esto ha provocado que, en el intento de objetivizar metas demográficas y económicas como temas centrales, se "feminice" el enfoque de muchos programas de alivio de la pobreza. Pero existen evidencias que sugieren que, mas allá de los problemas económicos, la discriminación hacia las mujeres esta íntimamente relacionada con la cultura, la religion y otros factores no económicos.

La feminización de la pobreza se ha convertido en un instrumento para atacar a este mal, además de constituirse en un camino para dar voz e igualdad de condiciónes a las mujeres pobres dentro de las sociedades en el mundo. Sin embargo, en la aplicación de este enfoque y al combinarse dos conceptos completamente diferentes (género y pobreza) se pueden originar confusiones en la políticas.

Por ejemplo, las políticas sociales implementadas en los países en desarrollo con la ayuda de los organismos internacionales procuran reducir las tasas de fertilidad, aumentar el status de la mujer y otorgarles el derecho a expresarse, pero de hecho, las únicas variables que parecen tener un impacto sobre la fertilidad son la educación femenina y la inserción de la mujer en la fuerza de trabajo.

La desigualdad de los géneros no es un problema de la pobreza y, en consecuencia, no puede ser abordada completamente mediante políticas de reducción de esta. La validez de la combinación de estos conceptos puede ser profundamente debatida, pero debe quedar por descontado que es necesario precisar y reconocer claramente la delgada línea que separa a los problemas de género y pobreza, de manera tal que las políticas sociales adoptadas obtengan los resultados esperados. El sesgo positivo hacia los hombres se mantiene a lo largo de distintas sociedades y es difícil introducir cambios en el nivel cultural y religioso. Futuras investigaciones ayudaran a deducir mejores caminos para superar los problemas de género y pobreza.

 

Notas

* Jefe de investigaciones del IISSEC-UCB.

Agradecimientos especiales al IISEC y a Iván Vargas, por sus valiosos comentarios y sugerencias.

1 Svedberg define la robustez como una insuficiencia en el peso de la persona respecto a su tamaño, indicando desnutrición aguda De igual manera, el tamaño está definido como una insuficiente altura de acuerdo a la edad como muestra de desnutrición crónica. Por último, el peso por edad está asociado a una desnutrición crónica y aguda.

 

REFERENCIAS

Dreze, J. and A. Sen. 2002. "Gender inequality and women's agency". In: Jean Dreze and Amartya Sen, India: Development and participation. Oxford University Press, pp.229-274. 2nd edition.

Jackson, C. I 996. "Rescuing Gender From the Poverty Trap" World Development. Vol. 24, No. 3. pp. 489-504.

Kabeer, N. 1994. "Beyond the Poverty Line: Measuring Poverty and Impoverishing Measures". In Kabeer, N., Reversed Realities: Gender Hierarchies in Development Thought. London & New York: Verso. Chapter 6, pp. 136-162.

Klasen, S. 1996. "Nutrition, Health and Mortality in Sub-Saharan Africa: Is There a Gender Bias?" Journal of Development Studies. Vol.32, No.6, August, pp.913-932.

Sen, A. 1981. Poverty and Famines: An Essay on Entitlements and Deprivation. Oxford: Clarendon Press. Chapters 1-3, pp. 1-38

Sen, A. 1992. Inequality Reexamined. Oxford: Clarendon Press. Ch.7 "Poverty and Affluence" (pp. 102-11 6); Ch.8 "Class, Gender and Other Groups" (pp. 117-1 2).

Sen, A. 2002. "Family and Food: Sex Bias in Poverty". In T.N Srinivasan. & P.K. Bardhan (eds.) Rural Poverty in South Asia. Chapter 1 4, pp.453-472.

Svedberg, P. 1996. "Gender Biases in Sub-Saharan Africa: Reply and Further Evidence" Journal of Development Studies, Vol.32, No.6, August, pp.933-943.

Swaminathan, P. 2002. "The violence of gender-biased development: going beyond social and demographic indicators". In Karin Kapadia (ed.) The violence of development: The politics of identity, gender and social inequalities in India. New Delhi: Kali for women, pp. 69-141.

 

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