EDITORIAL

 

Artículo editorial un corazón, un compromiso, una vida

 

 

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El presente año, denominado por la Iglesia, para las instituciones La Salle del mundo "Año Jubilar" en memoria de los 300 años de la pascua del Fundador, san Juan Bautista de La Salle un 7 de abril de 1719 en la ciudad de Ruan. A la par, en nuestro país conmemoramos el primer centenario de la presencia de los Hermanos de las Escuelas Cristianas - La Salle en Bolivia.

La medalla conmemorativa para la ocasión en fondo azul en la parte central resalta, con números grandes "300" y, en la parte circular periférica, la leyenda: UN CORAZÓN, UN COMPROMISO, UNA VIDA 1719-2019"; como queriendo indicar que estas tres palabras integran el INDIVISA MANENT lasallista, que por muchas generaciones ha inspirado a los seguidores de La Salle para vivir juntos y por asociación.

En este sentido, el recordar estos acontecimientos, es una ocasión para agradecer a Dios por concedernos el gran don, en la persona de nuestro Fundador su carácter inspirador para formar hombres íntegros, colmados del espíritu de fe y celo, para dedicar la vida a la noble tarea de la formación y educación humana y cristiana.

La trayectoria terrenal del Fundador, en las postrimerías del s. XVII y comienzos del XVIII, marca el advenimiento de una nueva sociedad europea ilustrada, que permanentemente va dando importancia a la lectura-escritura-aritmética, y con ello, hace asequible el mundo de la educación (de manera sucesiva: a la elemental, la secundaria, la técnica y la superior) a las grandes mayorías, que por muchos siglos fueron postergadas del conocimiento. La meta educativa

de La Salle fue la de formar niños y jóvenes con principios y valores, dotados de capacidades prácticas para su realización personal, profesional y social (cfr. Med. 160).

La obra del Fundador, difícilmente se puede entender sin tomar en cuenta cómo el Espíritu de Dios lo fue guiando y modelando, de modo especial, desde su entrada en el Seminario de San Sulpicio hasta su postrer momento (cerca de 50 años); despidiéndose de sus Hermanos, antes de entregar su alma a Dios, con las palabras "Adoro en todo la voluntad de Dios para conmigo".

De igual modo, no se puede comprender la obra de La Salle sin profundizar sus obras escritas de carácter teológico, catequístico y pedagógico, dedicadas a la formación de maestros; los grandes responsables para que "la escuela marche bien". Por ello, el Papa Pío XII lo declara "Patrón principal ante Dios de todos los maestros" (Breve de Pío XII Quot ait, 15 de mayo 1950).

Así, hoy, los sucesores de La Salle, para los continuadores de su obra, sean Hermanos o seglares, se espera que vayan comprometiéndose cada vez más y de esta manera den "sentido a sus vidas" por la dedicación a una educación humana y cristiana de calidad, con énfasis en sectores menos favorecidos. La misma lectura de fe que inspiró a La Salle, debe seguir motivando a sus seguidores para que comprometan sus vidas en la formación y educación de niños y jóvenes.

Nuestra Universidad, en este contexto, tiene un doble desafío para responder al carisma institucional: Integrar una comunidad educativa de docentes implicadas con la educación y, dotar de competencias a los estudiantes para que sean personas de bien, comprometidas en emplear sus talentos y conocimientos en crear una sociedad más justa y equitativa.

Anhelamos que la efeméride del Jubileo lasallista, sea un nuevo aliciente para renovarnos y caminar en las huellas del Fundador; así como pensamos que lo haría, si estuviese en nuestro lugar.

 

Hno. Dr. José Antonio Diez de Medina
Rector