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Revista Integra Educativa

versión On-line ISSN 1997-4043

Rev. de Inv. Educ. v.6 n.2 La paz ago. 2013

 

Artículos de investigación originales

 

Acumulaciones social y simbólica de derechos:

Su importancia para el ejercicio de los derechos económicos y políticos en las organizaciones de la ciudad de El Alto1

 

Social and symbolic accumulation of rights:

Its importance for the exercise of economic and political rights in the social organizations of the city of El Alto

 

 

Edgar Cala Chambi

Licenciado en Sociología y Magister en Desarrollo Humano
Docente y Coordinador del Instituto de Investigaciones Sociales "Pablo Zárate Willka"
Carrera de Sociología de la Universidad Pública de El Alto (Bolivia)
calaedgar@yahoo.com

Recibido: Julio de 2013 /Aprobado: Septiembre de 2013

 

 


RESUMEN

La acumulación social y simbólica de derechos es importante para comprender el ejercicio de derechos económicos y políticos al interior de las organizaciones vecinales y gremiales de la ciudad de El Alto (Bolivia). Son derechos que se forjan con la obtención de suficientes niveles de reconocimiento social, proveniente del cumplimiento de un conjunto de acciones propias de la organización. Dichas acciones se enmarcan en usos sociales y simbólicos compartidos, que van desde el cumplimiento de aportes económicos, la participación en acontecimientos que involucran a sus miembros (sociales, culturales), hasta la demostración pública de capacidades formativas que potencialmente pueden ser de beneficio para la organización. Superada esta etapa, en adelante los miembros tienen previsto un camino que vaticina el cumplimiento de otro conjunto de deberes sociales y culturales, a las cuales se suman las de tipo económico y político, que permitirán reproducir y reforzar la condición miembros de la organización como tal.

Palabras clave: Organización, acumulación social, acumulación simbólica.


ABSTRACT

The social and symbolic accumulation of rights is important in order to understand the exercise of economic and political rights within neighborhood and trade associations in the city of El Alto (Bolivia). These are rights are built up when sufficient levels of social recognition are won, which, at the same time, are obtained with the accomplishment of several actions for the organizations. These actions are included within the social and symbolic traditions of the members, and include financial contributions, participation in (social and cultural) events where members are also involved and public demonstration of educational capacity that eventually could be of benefit for the organization.

Once this phase has been passed, the members of these associations will start a new phase in which several other social, cultural, financial and political duties will need to be accomplished. These will allow the strengthening of the "member" condition within the organization.

Keywords: Organization, social accumulation, symbolic accumulation


 

 

Introducción

¿Cuáles son las características de la acumulación social y simbólica de derechos previos al ejercicio de los derechos económicos y políticos al interior de las organizaciones gremiales y vecinales? Esta es la pregunta que intentaremos responder en el presente artículo. Es importante el conocimiento de estas características, porque la obtención de determinados derechos económicos y políticos encuentra su justificación en la consumación de ciertos derechos sociales y simbólicos. Es decir, la realización de los derechos sociales y simbólicos facilita la conformación de un campo de legitimidad requerida por la organización y sus miembros para la realización e implementación de los derechos económicos y políticos. Entre otros, nos referimos descriptivamente a los distintos tipos de reconocimiento social que emplean los mismos actores, la realización como miembros activos y miembros pasivos de la organización, sus alcances y limitaciones en términos de derechos, que en unos casos fortifican y en otros disminuyen la fuerza que lleva consigo la condición de las organizaciones de estudio.

El presente artículo toma en cuenta en el análisis a las asociaciones de gremiales en general y a las juntas de vecinales que se encuentran en la etapa de constitución en la ciudad de El Alto-Bolivia. En el caso de las juntas vecinales, nos referimos a aquellas que se encuentran situadas en contextos territoriales donde la gente que vive en ellas enfrentando marcada vulnerabilidad en los servicios urbanos, y es a partir de esas carencias que se organizan para superar su condición

 

1. Las obligaciones iniciales de los miembros de la organización

Las personas que finalmente logran formar parte de las organizaciones gremiales y vecinales2, logran sus derechos y obligaciones económicas y políticas no sin antes asumir obligaciones de carácter social y simbólico. Su cumplimiento incide directamente en la calidad de las relaciones entre los miembros de dichas estructuras organizacionales, convirtiéndolos en miembros3 reales de las organizaciones. Este proceso social y simbólico previo implica someterse a un proceso de reconocimiento social exigido por la colectividad que la conforma. Operativamente, por ejemplo en el caso de los vecinos, consiste en la acción de presentarse ante la vecindad, a registrarse y/o afiliarse formalmente en la organización y cumplir con los aportes económicos que normalmente son exigidos. En el caso de los gremiales, el reconocimiento regularmente se la formaliza en las asambleas periódicas, una vez tomado posesión de su puesto de venta que le obliga a cumplir también con todos los aportes respectivos. En ambos casos, el cumplimiento de estas obligaciones puede adquirir rasgos particulares sujeto a circunstancias organizativas y sociales también particulares.

Los espacios y momentos en los que se efectiviza el proceso de reconocimiento social no se encuentran normados formalmente. Es parte de una práctica implícita o parte del habitus4, y está regida por los ritmos de la organización y el grado de proactividad propuesta por sus dirigentes. Sin embargo hay casos en los que, por ejemplo en las zonas, se realizan presentaciones en varias instancias que van desde la calle donde está ubicado su lote o vivienda, el manzano al que corresponde, e incluso en la asamblea zonal que es la instancia que aglutina al conjunto de los actores. Estas primeras obligaciones impuestas a las personas que llegan a las organizaciones no solamente se incluyen a los titulares de lotes/casas/puestos/anaqueles, sino también aquellos que se incorporan en condición de inquilinos y/o arrendatarios.

Según sea el caso, el proceso de afiliación a la organización se la realiza de manera simultánea y/o posterior a la presentación social. Dicha afiliación se refleja en la inscripción a un libro de actas donde generalmente están registrados los nombres de los titulares de la organización. Como prueba del registro, los nuevos miembros reciben una tarjeta de asistencia, que además de constituirse en símbolo de los nuevos derechos, en ella se registran las futuras obligaciones que debe cumplir. La tarjeta resulta ser el instrumento de mayor utilidad para realizar el control del cumplimiento de las obligaciones. Es el recurso a través del cual se verifica el comportamiento que cada uno de los miembros tiene en términos de sus compromisos ante la organización.

Además de tener una función por excelencia operativa, las tarjetas y su uso al interior de las organizaciones llevan consigo orientaciones ligadas a la sujeción de sus miembros individuales en el marco de los propósitos de la organización. Simboliza, incluso para los mismos miembros de base, el instrumento colectivo de "coerción" donde se registran explícitamente las intenciones de resistencia individualista a la fuerza organizacional. Se constituye en un dispositivo que prueba las iniciativas que eventualmente puedan dar motivo de objeción a la fuerza de la colectividad. Por ejemplo en las juntas vecinales, para ser integrado plenamente como un miembro vecino de la zona, se requiere haber mostrado su acatamiento al conjunto de aportes o multas económicas provenientes de las instancias de decisión. De lo contrario, su condición de "miembro" vecinal sería cuestionada.

El registro de las contribuciones económicas en las tarjetas como parte de las obligaciones iniciales de los nuevos integrantes de la organización, es de suma importancia para los intereses de la organización y sus miembros. Los montos que se pagan pueden variar según la organización específica al cual nos refiramos. Si bien cuantitativamente dichos montos pueden ser poco significativos, lo cual depende del tamaño y de las necesidades materiales de la organización, la justificación central de parte de los representantes para que se realice este pago es reparar en cierta medida las inversiones que hasta ese momento se habría realizado por parte de los miembros antiguos. La lógica que en este caso se activa es la de la compensación. Es decir, el reconocimiento material a los esfuerzos en trabajo y la inversión material y financiera realizada por parte de aquellos miembros que iniciaron la construcción de la organización. Es un acto de resarcimiento y retroalimentación permanentemente expresado en un proceso de equilibrios sociales que finalmente se expresa, también, en beneficio hacia los miembros recientemente llegados a la organización. Son pagos que, en parte, contribuyen al reconocimiento social que la colectividad otorga a los nuevos integrantes.

Las obligaciones preliminares de los nuevos integrantes de la organización se manifiestan, también, en otras dimensiones económicas. Por ejemplo en las vecindades, los nuevos poseedores de terrenos o casas pueden encontrase con deudas ante la organización vecinal adquiridas por los anteriores titulares. En estos casos, dichas contribuciones pendientes deben ser horradas por los titulares actuales como parte de sus obligaciones económicas extraordinarias. La lógica que se maneja internamente es que los derechos del nuevo miembro implican también asumir sus obligaciones pendientes de su antecesor. Dadas estas condiciones sociales y organizacionales, al momento de establecer las condiciones en la transacción final de los recursos, los nuevos poseedores cuidan no asumir dichas responsabilidades extraordinarias informando a los representantes zonales. Similar situación sucede en el caso de los gremiales, donde el socio de la asociación que está vendiendo su puesto de venta va a la oficina y comunica su decisión, operación conocida como "transferencia".

 

2. El reconocimiento social de derechos

El acatamiento social se constituye en una de las premisas fundamentales dentro de la dinámica de reproducción de las relaciones entre los miembros de la organización. Tiene que ver con la asistencia y participación en las diferentes actividades sociales, culturales, la asistencia a las asambleas, entre otros. En este contexto, el reconocimiento social de derechos está asociado a la acumulación5 social y simbólica de derechos. Una vez que el miembro ingresa a la organización poseyendo algún lote, casa, puesto y/o anaquel (acumulación económica) con ciertos derechos y obligaciones originarios, se predispone a recorrer un largo camino para ampliar sus derechos hasta consolidar su condición de miembro pleno. Para ello recurren a la acumulación social, que implica el reconocimiento de la gente, y también la acumulación simbólica, que está relacionada a la adscripción en determinados valores compartidos por la colectividad. A continuación realizamos una breve descripción de las características de estos dos tipos de acumulación que reproducen los miembros de las organizaciones.

2.1. La acumulación social de derechos

La acumulación social de derechos está relacionada con el respeto social que los miembros van ganando ante los ojos de los otros miembros, en la perspectiva de establecer relaciones de reciprocidad6 en el ámbito intra organizacional. Dicho respeto se exterioriza a través de algunos atributos que generalmente son reconocidos socialmente. Estos atributos pueden ser: la integración familiar, la actitud cortés y de buen trato, la experiencia y/o antigüedad como componente de la organización, la cantidad de bienes privados con las que se cuenta, la capacidad financiera que se demuestra, la formación académica, entre otros.

El proceso de integración familiar7 se refleja principalmente a la reproducción de pautas de comportamiento relacionados a la vida del núcleo familiar al que se pertenece. Se valoran -por ejemplo- las relaciones de respeto hacia la esposa y de afecto a los hijos, la dedicación y esfuerzo que se demuestra para precautelar el bienestar económico de los suyos. Al respecto, la integración familiar adquiere mucha importancia si se la ejerce en relación a la cantidad de miembros. A mayor capacidad de sostener una familia con varios miembros, mayor consideración a los jefes de dichas familias. El esfuerzo que la gente invierte en la crianza de los hijos e hijas, sumada a la capacidad de mantener unificada físicamente a los suyos, es altamente valorado por la colectividad. Más aún si un mismo núcleo familiar logra transitar conjuntamente de manera íntegra, de una generación a otra, donde los hijos se convierten en padres y sus padres en abuelos.

A la integración familiar como factor que produce el respeto social, se suma la calidad de las actitudes reflejada en el comportamiento cotidiano de los miembros. El saludo, por ejemplo, como una muestra de la predisposición para establecer relaciones comunicativas entre sus pares, es altamente valorado. Son pautas8 sociales de comportamiento propio de las comunidades rurales que son reproducidos en contextos urbanos, y donde prevalece la consideración hacia los demás; se constituye en un elemento ético básico de las relaciones sociales que comparten un mismo espacio de vida.

La experiencia que los miembros demuestran en la organización, es otro de los factores que se toman en cuenta para lograr el respeto. Desde el imaginario social, dicho respeto está inmediatamente relacionado con la antigüedad con la que se cuenta en la organización. Se alude a la mayor o menor cantidad de tiempo que se es parte de la organización. El criterio de antigüedad en la zona incluso ha logrado posesionar en la imagen de la colectividad grados de consideración y respeto al punto de ser referencia para la resolución de problemas de carácter privado. La antigüedad se ha constituido en uno de los capitales sociales que en muy pocos casos ha podido ser superado por los nuevos integrantes de la organización. Operativamente, los vecinos antiguos reciben un reconocimiento especial por su condición de fundadores, contrariamente a los nuevos que deben recorrer un camino largo para obtener dicho reconocimiento.

La ostentación del poder económico a partir de la tenencia de bienes también tiene su importancia para lograr respeto social. Esto se ve más en el caso de miembros de las organizaciones vecinales, donde la exhibición de bienes materiales, como son el tipo de casa o vivienda con la que se cuenta, la cantidad de pisos que la misma tiene, si se cuenta con movilidades, o finalmente algunos bienes productivos (maquinaria o similares), los posesionan como miembros merecedores que reciben consideración, y por lo tanto de ser aceptados fácilmente en la organización. Desde el punto de vista del imaginario colectivo, la exhibición que hacen de sus bienes materiales está íntimamente relacionada con la tenencia de recursos financieros, que a su vez contribuye a montar una idea de consideración hacia ellos.

Además de la importancia del capital económico como factor que genera respeto social, sale también a luz la importancia de la formación académica como parte del capital cultural (Bourdieu), que a su vez está vinculada con la condición generacional o las edades de los miembros de la organización. Los que cuentan con alguna profesión mínima, son altamente valorados porque se constituyen en una de las fuentes de consulta para encarar problemas cotidianos que las organizaciones alteñas encaran. Este fenómeno se ve más claramente en el caso de las juntas vecinales, que no desaprovechan la oportunidad de incorporar a los profesionales en cargos de la directiva donde se requieren ciertas competencias para efectivizar trámites y gestiones ante las distintas instituciones. A la profesionalidad está directamente relacionada la condición juvenil de los miembros de la organización. La lectura que se hace al respecto, es que los jóvenes tienen mucha más energía e inquietud respecto de los profesionales mayores. En la valoración, está implícito el supuesto de que los miembros jóvenes pueden trabajar mucho más que los mayores, sin que ello implique desestimar la importancia que tiene los mayores en su aporte con la experiencia y conocimiento.

2.2. Acumulación simbólica de derechos

La acumulación simbólica9está relacionada a dos dimensiones centrales a saber: la exteriorización pública de capacidades de liderazgo y la confraternización en las fiestas sociales. La primera está destinada a generar confianza en los otros miembros con el objetivo de ser depositarios de la voluntad de la colectividad en condición de representante. La segunda está orientada a fortalecer la confianza, reforzando las relaciones afectivas y de familiaridad10 organizacional.

Uno de los indicadores concretos que llama la atención respecto de las capacidades de liderazgo, es la demostración del uso público de la palabra. Este componente parece estar ligado a criterios prácticos que tienen las bases, como por ejemplo la permanente necesidad de contar con representantes que enfrenten sus problemas con argumentos verbales iguales o mejores a las de dirigentes de otras organizaciones y/o personeros de instituciones. El contexto en el que se mueven las organizaciones estudiadas, se caracteriza por enfrentar permanentes hostilidades que provienen de otras organizaciones vecinas, de los dirigentes de las entidades matrices a las cuales se encuentran afiliadas, e incluso de las autoridades y burócratas de las diferentes instituciones del Estado.

En la mayoría de los casos, el hacer uso de la palabra conlleva a ser elegido en algún momento como responsable de algún nivel de la dirigencia. Los que incursionan inicialmente en este campo, lo hacen a partir de dos motivaciones: i) el ganar experiencia, que se lo entiende como acumulación de capacidades y; ii) lograr cierta reputación o prestigio ante la gente. Particularmente en el caso de las juntas de vecinos, son los miembros jóvenes de la organización los que asumen algún cargo de representación a fin de acumular capacidades de liderazgo. Sus perspectivas en el mediano plazo son que en algún momento capitalicen dichas capacidades para proyectarse a otros niveles dirigenciales de mayor responsabilidad. Es una especie de acumulación originaria de capital simbólico vinculado al conocimiento, susceptible de ser utilizado para proyectarse en el campo político.

En relación a la organización de fiestas sociales, los miembros se adjudican dichos compromisos a partir de dispositivos económicos y socioculturales. Respecto del primero, están relacionados con la cancelación de cuentas por concepto de multas, sanciones u otras que provienen de la misma colectividad; respecto del segundo, están relacionados con aspectos éticos reproducidos desde parámetros sociales y culturales propios del contexto de vida organizacional. De cualquier modo, las responsabilidades en la organización de las fiestas se constituyen en acciones que contribuyen a canalizar la solución de problemas emergentes en las relaciones sociales entre miembros con la organización, que al final se refleja en infundir confianza hacia los otros miembros. Son en estos espacios en los que se afianzan las relaciones de amistas e incluso se establecen relaciones de compadrazgo, que en adelante serán activados para desarrollar juntos proyectos económicos y políticos de beneficio mutuo. Específicamente en relación al campo político, la organización de estos eventos sociales (fiestas) tiene mucha importancia para la construcción de liderazgos de estas organizaciones sociales.

A las fiestas sociales se suman actividades de tipo deportivo, entre otros, que llevan consigo objetivos implícitos cual es de la cohesión11 social intra organizacional, reflejado en el conocerse, el compartir preocupaciones comunes, e incluso encaminar proyectos comunes. La particularidad que consta en los contextos organizacionales, particularmente vecinales, es la convivencia entre paisanos de una misma región, provincia o municipio. Tal cual se ha visto en la literatura acerca de El Alto, incluso gran parte de las zonas comparten territorios entre paisanos que originalmente provienen de una misma comunidad, municipio o provincia.

 

3. Los vecinos paisanos12

La población que habita en las zonas vecinales estudiadas, asume su condición de miembros tomando muy en cuenta el término "paisanos"13 basados en una imagen construida de procedencia común. En general, las referencias sociales para establecer dicha procedencia común están vinculadas al origen rural/provincial de donde provienen, que es determinado de manera referencial tomando ámbitos geográficos próximos. Específicamente, algunos de ellos son familiares y tienen relaciones próximas de consanguinidad, lo cual refuerza socialmente el argumento del paisanazgo y sus implicaciones en términos de los procesos de adscripción mutua. Los vecinos de las zonas intentan reproducir pautas de comportamiento propios de los lugares de origen. Se abren hacia un reconocimiento a los patrones de comportamiento que fueron acumulados en sus pueblos y comunidades. Uno de estos patrones discursivamente planteado es el bien común de los habitantes; la preocupación por la zona donde viven, muy similar cual estuvieran viviendo en su propia comunidad.

Desde el punto de vista de los actores, la construcción ideológica del ser vecino se encuentra fuertemente inspirada por el argumento de la familiaridad y de la comunidad. Como una comunidad ideológicamente construida en la que todos "deben" colaborarse, dadas las necesidades básicas de la zona. En este contexto, de paisanazgo y de proximidad familiar, se conforma un escenario en el que las relaciones cotidianas de los vecinos adquieren características altamente sociales. Dicha socialidad en las relaciones vecinales se refleja en la participación mancomunada en determinados momentos de la vida privada y la vida común del contexto zonal, entre los cuales resaltan: la participación en los techados de casas, las visitas entre vecinos en momentos festivos y de dolor, la participación conjunta en las fiestas y la eventual cooperación en el trabajo de algunas obras zonalmente organizadas.

El compartir un mismo espacio territorial donde hay carencias, una misma calle y/o manzano con diferentes problemas, crea en los vecinos la necesidad de cuidar en la medida de lo posible relaciones de amabilidad y respeto en la perspectiva de vivir con suficiente "sosiego". En este contexto de carencias, los vecinos utilizan muy bien las condiciones de paisanazgo y familiaridad para profundizar sus relaciones y así evitar conflictos personales o familiares. Para ello, asumen acciones que expresan indicios de atención y sumisión, no solamente entre personas mayores, sino de todos los miembros de la familia. Es decir, se crea entre los miembros una forma de vida social que recupera la "memoria" de prácticas predominantes en sus comunidades con las que muchos no han perdido el contacto físico, económico, social y cultural.

 

4. Miembros activos y miembros pasivos

Una de las primeras clasificaciones que las mismas personas realizan de los miembros de las organizaciones estudiadas, es la condición de miembros activos y pasivos. Esta diferenciación está relacionada con el tipo y el grado de cumplimiento o incumplimiento de las obligaciones emanadas desde las distintas instancias de la organización. A su vez, los factores que explican la calidad del cumplimiento de dichos deberes, se encuentran relacionados con el tipo de tenencia de los recursos más importantes (casas, terrenos, puestos, anaqueles) por parte de los miembros. Veamos con detalle lo indicado.

Todos los miembros tienen un lote, una casa, un puesto o anaquel; pero no todos lo usan de igual manera. Por un lado, en el caso de los vecinos algunos le dan un uso permanente, viviendo todos los días; mientras que otros solamente lo utilizan ocasionalmente, valiéndose de su condición formal de ser propietarios legales. El grupo de vecinos que viven permanentemente en la zona se encuentran con más posibilidad de estar supeditados a la organización, mientras que el grupo de vecinos que no viven establemente cuenta con opciones de eludir el control de dicha organización vecinal. Si bien al interior del primero de estos grupos de vecinos hay diferencias internas en el cumplimiento de sus deberes, en general es a ellos a quienes se los cataloga como vecinos activos y a los segundos como vecinos pasivos.

Por otro lado, en el caso de los gremiales la condición de miembro activo se la construye tomando en cuenta el uso directo y la frecuencia del puesto de venta o anaquel. El uso directo tiene que ver con el control que el mismo poseedor realiza sobre el recurso, sin intermediación de ningún tipo. Si bien los que logran alquilar el recurso también están obligados a cumplir con todas las obligaciones emanadas desde la organización, sin embargo el grado de confianza lograda hacia la colectividad dificulta conceder la condición de miembro activo en sentido pleno.

En general, el cumplimiento de los deberes de los miembros activos se lo plasma de acuerdo a parámetros socialmente aceptados por la organización. El accionar de estos miembros está guiado por dos campos de interés que les son propios: un interés individual/privado y otro interés colectivo/común. Desde el punto de vista político, el cumplimiento de las obligaciones supone estar afiliado (integrado) a la organización, que a su vez otorga los derechos correspondientes para que en su momento puedan ser habilitados para diputar el poder de la organización. Es decir, en el miembro activo siempre está latente la expectativa de tomar parte en estructura de poder vigente. Desde el punto de vista económico, el interés individual está centrado en la provisión de servicios. En las zonas vecinales y las asociaciones de gremiales de estudio, la mejor manera de efectivizar los servicios básicos es a través de los mecanismos de presión que se ejercen desde sus organizaciones.

Complementariamente al interés individual, se suman otros intereses colectivos que ideológicamente son presentados como muestra de conciencia, desinterés y espíritu de cooperación. En este campo, el miembro activo es visto como aquel que asume su rol con "responsabilidad"; como aquel que está predispuesto a trabajar por el bien común de la organización. Es en esta línea que el miembro activo contribuye -públicamente - con iniciativas hacia la organización. La valoración del trabajo de los "miembros activos", no se restringe a la contribución con trabajo manual, sino también con trabajo intelectual. Los aportes con orientaciones vinculadas a la resolución de problemas que normalmente tienen las organizaciones, es altamente valorada. El término "activar" significa contribuir en las asambleas con ideas nuevas orientadas a resolver los problemas de las zonas, de sus necesidades, sus esperanzas. El que activa es aquel, como han expresado en las entrevistas, el que "no le interesa nada y activa; que coopera en organización". Las acciones de los miembros activos que son expuestas en función de los intereses de la colectividad, son comparadas a las acciones comunitarias propias de las comunidades rurales de donde provienen los componentes de las organizaciones. Recurren a una especie de rememoración práctica de las formas de organización propias de los antepasados, solamente que en este caso refuncionalizadas en contextos urbanos y modernos como es El Alto.

En contraposición, sucede lo contrario con los miembros pasivos. Por ejemplo en las juntas vecinales son aquellos dueños de casas o terrenos que por distintos motivos viven en otras zonas, y por tal motivo disponen las mismas en condición de préstamo, alquiler o anticrético. En casos extremos, solamente tienen lotes baldíos que no son habitables. Esta condición material entorpece la integración plena de este tipo de miembros a la organización, generando adicionalmente un contexto de debilitamiento de la misma organización. En casos extremos, la predominancia de estos actores pueden incluso generar condiciones para cierto tipo de desequilibrios organizacionales que anulen la capacidad misma de los actores organizados.

 

Conclusiones

La adquisición integral de derechos (derechos económicos, políticos, sociales, culturales, entre otros) es progresiva y paulatina. Es progresiva porque se la adquiere gradual y sucesivamente, iniciándose desde pequeños quehaceres de los campos social y simbólico, hasta llegar a espacios donde confluyen aspectos trascendentales de la vida económica y política de las organizaciones. Simultáneamente es paulatina, porque individualmente cada uno de los miembros logra lentamente los derechos que finalmente le son reconocidos para ser miembro pleno de la organización.

Las obligaciones sociales y simbólicas tienen diferentes formas y deben ser reconocidas por la colectividad, mismas que van desde el cumplimiento de obligaciones económicas (cuotas, contribuciones) hasta el despliegue deliberado de capacidades (conocimiento en el manejo organizacional, liderazgo, por ejemplo) que contribuyen al conjunto de la organización y sus miembros. A la vez, el reconocimiento al cumplimiento de obligaciones y al esmero por contribuir a la organización se la realiza de manera implícita, inicialmente, para luego transitar a la manifestación explícita de dicho reconocimiento, al punto de traducirse en la asignación de responsabilidades trascendentales para la colectividad en el campo económico y político.

En este contexto, una comprensión adecuada de los derechos y las obligaciones entre los miembros de las organizaciones alteñas, no puede dejar de lado el análisis de los derechos sociales y simbólicos. Más aún, si constatamos que su realización incide en gran medida a la construcción de determinada calidad de relaciones sociales al interior de la organización, puede también ser fundamental para explicar la calidad de la construcción de las relaciones entre ciudadanos.

 

Notas

1 Este artículo presenta avances que el autor viene trabajando como tesis doctoral titulado La construcción cotidiana de la ciudadanía en contextos locales: análisis de las prácticas en relación a la gestión de recursos económicos y la organización del poder político al interior de las organizaciones en la ciudad de El Alto, en el marco del Doctorado Internacional en Ciencias y Humanidades del Instituto Internacional de Integración del Convenio Andrés Bello (IIICAB) y la Universidad Nacional "Siglo XX".

2 Los rasgos de estas zonas estudiadas son: a) infraestructura física de las casas y/o edificios, en general, se encuentra en construcción; b) a pesar de las diferencias económicas, políticas, sociales y culturales de sus habitantes, la gente se organiza para facilitar y en muchos casos promover autónomamente el acceso a los servicios insatisfechos; c) físicamente, aún existen terrenos/lotes baldíos pendientes de regularización formal ante las instancias legales (Derechos Reales y Municipio) que pueden ser encaminadas individualmente por los mismos vecinos y/o por las instancias orgánicas de las organizaciones vecinales. Ante esta indefinición, en este tipo de zonas suelen presentarse acciones individuales y colectivas tendientes a la ocupación arbitraria de espacios/lotes no utilizados; d) regularmente, las vías de acceso públicas (calles, avenidas) se encuentran incompletas y/o en proceso implementación (enlosetados, pavimentos, empedrados, etc.); e) el equipamiento de servicios sociales básicos (alcantarillado, gas, iluminación pública, infraestructura educativa y de salud, resguardo policial, acceso a servicio de transporte, entre otros) es insuficiente en relación a la demanda de la población que habita en su jurisdicción.

3 En la presente investigación asumimos el concepto de miembro planteado por (Coulon, 2005), que textualmente indica: "Convertirse en miembro supone afiliarse a un grupo, una institución, lo que requiere el manejo progresivo del lenguaje institucional común. Esta afiliación descansa en la particularidad de cada uno, su manera singular de debatirse con el mundo, de "ser en el mundo", en las instituciones sociales de la vida cotidiana. Una vez afiliados, los miembros no tienen necesidad de interrogarse sobre lo que hacen. Conocen lo implícito de sus conductas y aceptan las rutinas inscritas en las prácticas sociales. Esto es lo que hace que no seamos extraños a nuestra propia cultura y, a la inversa, que las conductas o las preguntas de un extraño nos resulten extrañas... un miembro no es sólo una persona que respira y que piensa. Es una persona dotada de un conjunto de procedimientos, de métodos, de actividades, de savoir-faire, que la hacen capaz de inventar dispositivos de adaptación para dar sentido al mundo que le rodea" (:51-52).

4 Según P. Bourdieu al habitus se los entiende como a ".. los sistemas de disposiciones duraderas y transferibles, estructuras estructuradas predispuestas para funcionar como estructuras estructurantes, es decir, como principios generadores y organizadores de prácticas y representaciones que pueden estar objetivamente adaptadas a su fin sin suponer la búsqueda consciente de fines y el dominio expreso de las operaciones necesarias para alcanzarlos, objetivamente reguladas y regulares sin ser el producto de la obediencia a reglas, y, a la vez que todo esto, colectivamente orquestadas sin ser el producto de la acción organizadora de un director de orquesta" (Bourdieu, 1991: 92)

5 La acumulación, según J. Valenzuela, no es un concepto que tenga necesariamente que ver con su carácter capitalista. Al contrario, "...no todo patrón de acumulación es de carácter capitalista" (Valenzuela, 1990: 65). En este contexto, si en economía se puede concebir una acumulación no capitalista, es posible también concebir acumulaciones sociales y simbólicas no capitalistas, pero que además obviamente van más allá del campo económico y/o que se encuentren vinculados con éste.

6 Las interpretaciones de los datos empíricos muestran que los miembros de nuestras organizaciones estudiadas deambulan de manera combinada entre los dos modelos de reciprocidad propuestos por Sahlins. Es decir, la reciprocidad: "En un extremo del espectro tenemos la ayuda voluntaria, la dádiva menuda de la relación familiar, de la amistad y de las relaciones entre vecinos, 'dádiva' pura para usar el término de Malinowski y que no admite ninguna estipulación abierta de reciprocidad. En el polo opuesto tenemos la expropiación interesada, sea por astucia o por fuerza. Estos extremos son notablemente positivos y negativos en un sentido moral. Los intervalos entre ellos no son solamente grados de equilibrio material del intercambio, sino también intervalos de socialidad. La distancia entre los polos de reciprocidad, es entre otras cosas, la distancia social" (Adler, 1994: 38).

7 La construcción de las relaciones familiares se la debe concebir como parte de la construcción de Capital Social, entendida ésta última por Pierre Bourdieu (1985) como "el agregado de los recursos reales o potenciales ligados a la posesión de una red durable de relaciones más o menos institucionalizadas de reconocimiento mutuo", que coincide con la idea de Coleman (1990) como "los recursos socio-estructurales que constituyen un activo de capital para el individuo y facilitan ciertas acciones de individuos que están adentro de esa estructura". Coleman comprende al capital social como un capital productivo, posibilitando el logro de ciertos fines que no serían alcanzables en su ausencia.

8 Las pautas están relacionadas con toda actividad humana sujeta a la habituación. "Es decir, todo acto que se repite con frecuencia, crea una pauta que luego puede reproducirse con economía de esfuerzos y que ipsofacto es aprehendida como pauta por el que lo ejecuta. Además, la habituación implica que la acción de que se trata puede volver a ejecutarse en el futuro de la misma manera y con idéntica economía de esfuerzos. Estos es válido tanto para la actividad social como para la que no es" (Berger & Luckmann, 2001: 75).

9 Nos referimos al capital simbólico, el mismo que según Gilberto Giménez (Giménes, s/f) consiste en ciertas propiedades impalpables, inefables y cuasi-carismáticas que parecen inherentes a la naturaleza misma del agente. Tales propiedades suelen llamarse, por ejemplo, autoridad, prestigio, reputación, crédito, fama, notoriedad, honorabilidad, talento, don, gusto, inteligencia, etc. Haciendo alusión a Bourdieu, Giménez indica que el capital simbólico así entendido "no es más que el capital económico o cultural en cuanto conocido y reconocido" (Bourdieu, 1987: 160). "En efecto, lejos de ser naturales o inherentes a la persona misma, tales propiedades sólo pueden existir en la medida en que sean reconocidas por los demás. Es decir, son formas de crédito otorgados a unos agentes por otros agentes" (Giménes, s/f: 16).

10 En general, el uso de la categoría "familiar" es recurrente en las organizaciones alteñas, especialmente en las organizaciones gremiales que se autodefinen públicamente como: "La Familia Gremial".

11 De manera general, por cohesión social podemos referirnos a varias dimensiones, tales como inclusión, igualdad, legitimidad, participación, reconocimiento y/o pertenencia. Específicamente, en este estudio que se realiza en contextos microlocales, enfatizamos la pertenencia y/o el sentido de pertenencia como un factor de cohesión social, pero un sentido de pertenencia "plural y múltiple".

12 Los datos del presente acápite están referidos específicamente a las organizaciones vecinales.

13 Según Hirabayashi (1995) "...el paisanazgo puede ser pensado como una forma incorporada al capital cultural". El paisanazgo, como capital cultural, puede asociarse a dos orígenes complementarios: las raíces formadas por las tradiciones rurales y la naturaleza urbana porque es lo que motiva respuestas a las condiciones sociales, económicas y culturales en que viven los vecinos de las zonas alteñas.

 

Bibliografía

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