SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.3 número1Metáfora conceptual de una colonización sutil: el fenómeno sincrónico de una (super) cultura consumista y enajenación globalInterculturalidad en las Fuerzas Armadas? índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Revista Integra Educativa

versión On-line ISSN 1997-4043

Rev. de Inv. Educ. v.3 n.1 La paz ene. 2010

 

Avances de investigación de los cursos de postgrado relacionados a la temática de interculturalidad y descolonización

 

Descolonización del enfoque descolonizador

 

 

Alfonso Chávez Rodríguez
Licenciado en filosofía
roderhp@gmail.com

 

 


RESUMEN

Todas las formas de abordar los temas de la colonización y la descolonización tienen un enfoque determinado de la historia. En Bolivia, como en otros países, el punto de vista predominante, el secularmente oficial, fue marcado profunda y extensamente por los cronistas colonialistas, el mismo que fue presentado y aplicado como objetivo, científico y neutral. Este posicionamiento epistemológico fue replicado con otro contrario que, sin embargo, contiene las mismas creencias y las mismas pretensiones de objetividad, cientificidad y neutralidad. Dicho enfoque es, paradójicamente, el de los que se esfuerzan en descolonizar los modos de ser y pensar heredados de la colonia. Frente a esta contradicción, hubo quienes cuestionaron y cuestionan el enfoque de los cronistas colonialistas, sin incurrir en idealizaciones del pasado, en concepciones maniqueístas, en distorsiones de la historia contemporánea del país, ni en exclusivismos etnocéntricos.

Palabras clave: colonización, descolonización y enfoque descolonizador.


ABSTRACT

All forms of addressing the issues of colonization and decolonization answer a particular approach to history. In Bolivia, as in other countries, the predominant view, the officially secular one, was deeply and widely marked by colonial chroniclers, while presented and applied as an objective, scientific and neutral point of view. This epistemological position was replicated with a contrary one, which, however, contains the same beliefs and the same claims of objectivity, scientific approach and neutrality. This approach is, paradoxically, the one from those whoare striving to decolonize the ways of being and thinking inherited from the colony. Faced with this contradiction, there were those who questioned and question the approach of the colonial chroniclers, without incurring in idealizations of the past, in Manichean conceptíons, distortions of contemporary history of the country or ethnocentric exclusivism.

Keywords: colonization, decolonization and decolonizing approach.


 

 

En Bolivia, el tema de la descolonización ha emergido de las nuevas condiciones políticas creadas por las luchas sociales populares, que han acelerado, raudamente, la descomposición política de los partidos tradicionales de la derecha. El hecho sobresaliente lo constituyen las luchas campesinas e indígenas que, en el terreno electoral (el cual no pertenece a sus tradiciones de lucha), han hegemonizado coyunturalmente, en el ámbito nacional, con la emisión del voto. La consecuencia es que hay un presidente campesino-indígena en el país, que ganó dos elecciones nacionales con más del 50% y que encabeza un gobierno de composición social y política diversa, con orientación política pro indígena y campesina, que ha recibido inicialmente el apoyo parcial de algunos sectores medios, de algunas organizaciones políticas de izquierda y de intelectuales que simpatizan con lo que significa el hecho en sí mismo, o bien con las potencialidades del proceso. Es un acontecimiento histórico de mucho significado para los pueblos originarios, los indígenas, los campesinos del país, para todos aquellos que sufrieron y soportaron, en cuerpo y espíritu, en su historia particular, el peso de más de quinientos años de colonización.

Entre los varios problemas que el gobierno se plantea a partir de su propio carácter político y de cómo interpreta la actual coyuntura, dentro del "proceso de cambio" que emprende programáticamente, el de la colonización tiene gran relevancia por lo que representa históricamente, por sus efectos persistentes en el tiempo y sus consecuencias negativas en los procesos de una emancipación real. Como información, como parte de la conciencia popular, el tema de la colonización, en el ámbito latinoamericano y boliviano, es de larga data, ha sido parte constitutiva de la enseñanza oficial en las asignaturas de ciencias históricas y sociales, cuyos contenidos eran tomados directa, y casi exclusivamente, de las versiones de los cronistas españoles. El enfoque subyacente del hecho histórico de la colonización era sustancialmente el mismo que aplicaron los antiguos cronistas, el mismo que adoptaron, con toda naturalidad, los primeros colonizadores, los vencedores y conquistadores. Un punto de vista que llegó a contagiar al de los vencidos.

La producción de conocimiento en las disciplinas de la historia, arqueología, antropología, etnohistoria y sociología bolivianas, que principalmente debía ser encarada por bolivianos, por razones de falta de financiamiento y por falta de visión gubernamental, ha sido ejercida por un reducido número de tenaces y esforzados intelectuales connacionales, entre ellos algunos muy destacados y con aportes muy significativos. En cambio, un apreciable número de investigadores extranjeros, de variada nacionalidad, ha realizado estudios en las mismas disciplinas con resultados que representan una gran contribución a las ciencias sociales bolivianas. Hay que subrayar un hecho muy singular y de gran significación en una sociedad como la boliviana, en la que la voz que narraba la historia era la de los vencedores y sus herederos históricos y no, directamente, la de los vencidos, que ya existen intelectuales de extracción o ascendencia aymara y quechua, particularmente en el campo de la investigación histórica y social, con importantes contribuciones en el esclarecimiento de los hechos del pasado, en particular, de los pueblos andinos. Contra lo colonial, este hecho, ya es de consideración. Pero es justo también destacar que existieron y existen investigadores interesados en develar el hecho colonial que provienen de otros sectores de la sociedad.

La colonización, ejercida durante siglos por los invasores españoles, ha aplicado o, en su caso, inventado formas de explotación y opresión del indio, y formas retorcidas de imaginarlo o definirlo, desde posiciones de poder y de dominación, como un ser "inferior", pero también como imprescindible para la tributación, para el trabajo de mina y de hacienda, para la fábrica, para los servicios y como ejército de reserva del capital. Secularmente segregado y postergado, no ha ejercido jamás plenamente sus derechos.

Las actitudes del colonizador han sido reproducidas, continuamente sin tregua, han sido institucionalizadas hasta convertirse en una especie de función estructural de los sistemas de dominación que han persistido en la historia del país. Los efectos de la colonización española son parte constitutiva tanto de la vida institucional como de la vida cotidiana de sus habitantes, son parte orgánica de la historia. Los que la han padecido más y aún la padecen directamente tienen hoy un gobierno que pretende combatirla y contrarrestarla sistemáticamente, a través de programas educativos en las entidades encargadas de impartir educación e instrucción en todo el país. En su tiempo, la colonización española ha creado y fomentado las más funestas desigualdades sociales, ha cultivado privilegios de toda índole, ha hecho posible el amasamiento de grandes fortunas por criollos y extranjeros, y en el transcurso de los siglos se ha sedimentado en la sociedad boliviana, y aún tiene sus agentes reproductores en ella, incluso en quienes la padecen por tener alienada su identidad.

El colonialismo está íntimamente vinculado a las funciones estructurales e históricas de los agentes reproductores del colonialismo, tanto internos como externos. En los lugares que otrora fueron colonias de España, en los tiempos en que ésta los colonizó, las prácticas coloniales eran la forma de dominación. Ésta devino colonial. La explotación y la opresión adquirieron formas coloniales. Dominar fuera de la metrópoli (en las colonias), bajo condiciones históricas de mundialización del mercado y del comercio, y de constitución del sentimiento y de la noción de superioridad de lo español y de lo europeo sobre los nativos "descubiertos", era implantar un dominio con rasgos de colonialismo eurocéntrico, de "superioridad" que se afirmaba sobre la "inferioridad" atribuida a los vencidos. Enrique Dussel (1994: 41-42), en el caso de la "conquista" de México por Hernán Cortés y su gente, habla del momento inaugural de la negación del otro y de la afirmación del yo conquistador, de la incorporación del otro a la totalidad dominadora en calidad de cosa, de instrumento, de encomendado, de oprimido, de asalariado, de esclavo: es el encubrimiento del otro. Es la configuración del imaginario colonial de la superioridad racial. El invasor Cortés, un pobre hidalgo extremeño, aventurero, es tomado por Quetzalcoatl, como un dios, por el que serían vencidos. Los invasores pensaron bien el significado de ese modo de ver al invasor (Ibíd.: 43). Desde los primeros contactos, se fueron proyectando dos psicologías, la del dominador y la del dominado, dos formas de entender y sentir la realidad. Los invadidos engrandecieron la figura del invasor, mientras que los invasores desfiguraron la identidad del invadido. A la postre, los invadidos fueron invadidos doblemente, fueron invadidos sus modos de ver y percibir el mundo. Aprendieron a ver y a verse con ojos ajenos, con los del conquistador; con el tiempo, en los vencidos, el modo de ver las cosas fue colonizado.

La cuestión, pues, es la colonización, y frente a ella el proceso inverso. Hay que descolonizar. ¿Es posible? ¿No es irrevocable el pasado? ¿No es una ilusión ir contra lo que ya ha ocurrido? Esto es una petición de determinación del carácter de la colonización para, en consecuencia, determinar el carácter de la descolonización. Carlos Mamani, del Taller de Historia Andina (THOA), manifiesta que "la colonización significa para nosotros la pérdida de control sobre el tiempo; es decir, sobre la historia, pero sólo parcialmente sobre el espacio. Nuestra lucha sobre la ruptura colonial significa para nosotros volver a reunir nuestro tiempo y espacio en la unidad pacha" (Mamani en: Tapia, 2006: 77). Luis Tapia, que es quien cita a Mamani, interpreta que para los del THOA, la colonización ha detenido el tiempo histórico de los aymaras; que este tiempo histórico no es una cara de la historia nacional criolla, no es "la cara india y campesina" de esta historia (en alusión a un libro escrito por Albó y Barnadas) no hay contacto entre las dos historias. Se quiere recuperar una historia autónoma, propia, independiente de la criolla, conocer para reconstituir los sujetos históricos, individuales y colectivos. Aquí hay un posicionamiento político, un proyecto (Ibídem). Una "pérdida de control sobre el tiempo; es decir, sobre la historia". ¿Significa detención del tiempo histórico, como afirma Tapia, o significa ausencia de historia? ¿Cuándo se detuvo la historia para los aymaras? ¿Desde el primer momento de la colonización?, ¿Quinientos años sin historia? Entonces, ¿de qué historia particular o propia se habla? Pero, en realidad, hubo tiempo histórico, hubo historia, aun sin tener conciencia de ella, aun sin controlarla. Decir que no controlamos nuestra historia es como decir que hacemos una historia que no es nuestra porque no la controlamos. ¿Quiénes son los sujetos que la controlan si no somos nosotros? Si no la controlamos, marcha a la deriva u otros la controlan, y así resulta que nuestra historia no es tan nuestra sino de otros, la cara campesina de otra historia. Un intríngulis que parece surgir de considerar que nuestra historia se ha detenido y que, por tanto, somos "gente sin historia", una forma de decir lo mismo que se quiere rebatir. Tiene razón Tapia al sostener que "estamos, así, en el otro polo de la idea de pensar todo como parte de la modernidad-mundo" (Ibídem). Sí, donde no hay contactos entre las historias, donde no hay intercambios. ¿Es esto real? ¿No es un error consentido a título de que hay varias formas de interpretar la historia? ¿Los vencidos dejan de hacer su historia?

¿Los vencidos dejan de ser sujetos históricos? ¿La gente no hace historia por no tener conciencia de ella? Si hacen su historia, ¿la hacen solos, como si estuviesen solos en el mundo?

Eric R. Wolf (2009) basa su libro Europa y la gente sin historia justamente en la idea-tesis, resultado de una vasta investigación, de que en general en el mundo no existen historias particulares separadas entre sí, sin nexos económicos, comerciales y culturales. Para Wolf las historias locales están entrelazadas, interrelacionadas, son interdependientes en el tiempo y en el espacio. En un mundo donde, además de producir mercancías, había que comerciar para sobrevivir, haciendo así historia sin pretenderlo, había que crear rutas comerciales por donde fuera necesario, en un espacio geográfico donde se cruzan las rutas, recurrentemente, es decir, históricamente. Si las rutas y los intereses comerciales se entrecruzan, las historias se entrecruzan. Esto también vale para el caso del intercambio entre explotadores y explotados, dominantes y dominados; entre los que ponen la fuerza de trabajo y los que la administran, en mutuo intercondicionamiento, espacio donde las rutas que se entrecruzan son de distinta índole. En una historia de dominantes y dominados, de colonizadores y colonizados, el punto de vista histórico pertenece al dominante colonizador, pero sólo el punto de vista, no la historia. Hoy, a la vuelta del tiempo, devinimos integrantes del sistema-mundo capitalista. En un mundo de relaciones no hay lugar para las historias aisladas, únicas, especiales, excepcionales. No hay gente sin historia, no hay pueblos sin historia, por muy insignificantes que sean o parezcan ser.

Por tanto, al parecer, la colonización significa el truncamiento de nuestra historia y su continuación bajo formas institucionalizadas y de dominio, que se reproducen constantemente o que cambian en los contextos de nuevos sistemas de explotación y opresión, y que obstaculizan los procesos de emancipación de los dominados. Ahora bien, el pasado es irrevocable; no lo podemos cambiar. Pero un proceso de descolonización no pretende cambiar el pasado, sino el presente, es decir, los efectos de la colonización que permanecen activos hoy, sus fuertes residuos, que se reproducen en nuestros modos de ser y de pensar cotidianos. Vale decir, que el sistema de colonización, reforzado continuamente, ha penetrado en la sociedad. La descolonización aparece como una inmensa empresa a seguir, y la misma tiene que ver con la política y, por tanto, con objetivos y un proyecto determinado en un contexto determinado. Ante todo, el enfoque debe ser descolonizador. Es necesario disponer de un enfoque descolonizador tanto de la colonización como de la descolonización.

Un enfoque descolonizador tendrá que estar desprovisto de algunas ideas preconcebidas que suelen interferir o distorsionar algunas formas de considerar la historia y la realidad del país. Considerar, por ejemplo, que la historia nacional, conocida tradicionalmente como tal, no tiene nexos con la historia de los pueblos llamados originarios; esto ocasiona que no se halle ningún sentido ni valor en aquélla para estos pueblos indígena originario campesinos. Si los hechos históricos acontecidos dentro de un mismo país -hayan sido interpretados o no- presentan visos de conexión mutua en todos sus componentes sociales y políticos (clases, estratos, etnias, partidos), el sinsentido estará en buscar una historia particular de ensueño.

Esta forma de abordar la historia puede ocasionar, por ejemplo, la creencia de que hechos históricos como la fundación de la República, la Guerra del Chaco, la Revolución de 1952, la Reforma Agraria, la Reforma Educativa, el voto universal no significan nada para los indígenas bolivianos. ¿Pero, cómo no ver, por ejemplo, en el voto universal, una conquista importante en perspectiva, aunque las primeras votaciones hayan sido para el MNR1? ¿Sin el voto universal sería hoy presidente Evo Morales? ¿Las tomas directas de tierras previas a la dictación de la Ley de Reforma Agraria, en una situación creada por la revolución de abril, no significaron nada? ¿Haber aprendido a leer y escribir, aunque mal, en las escuelas, no significa nada? ¿Haber incursionado sindicalmente en las decisiones de la política del país desde las movilizaciones sociales, desde los bloqueos de caminos, no significa nada? Por otra parte, haber sido excluidos de los beneficios, no significa estar excluidos de la historia. Es estar en la historia como excluidos, como los dominados de siempre, aunque no para siempre. En este punto cabe una observación, es notoria la extraña actitud de buscar y mostrar, con cierta avidez, en la historia oficial la participación directa de los indígenas en los acontecimientos más relevantes, siendo que a su vez menosprecian la historia criolla del país.

Establecer la verdad histórica, recuperarla, es descolonizar. En el tema de las clases sociales en el país, ¿es correcto intelectualmente despachar el asunto aduciendo que los mineros, fabriles y otros asalariados son en el fondo indios, campesinos, hermanos? Todos los que somos de extracción o ascendencia aymara, quechua o tupiguaraní somos hermanos, seamos o no asalariados; basta la identidad étnica. La condición de clase y el sistema económico, social, político y cultural que la sustentan devienen insustanciales.

Según este punto de vista, una formación social precapitalista subsume al capitalismo, y no es el capitalismo que subsume a la formación social precapitalista. Entonces, este enfoque dice que individuos de distinta condición social clasista están hermanados si gozan de la misma condición étnica. Pero, es necesario contar con la más clara idea posible acerca del capitalismo como sistema-mundo y como realidad local en sí misma y dentro del sistema.

La descolonización no debe ignorar el capitalismo y las clases que engendra y cría dentro y fuera del país. Sin embargo, a pesar de las clases sociales, del modo de producción capitalista, cabe preguntarse teórica y políticamente, dada la conformación de la correlación de fuerzas actuales, no ya en el poder ejecutivo, sino en el poder legislativo, si los campesinos e indígenas son o no capaces no sólo de gobernar el país, sino de hegemonizar y dirigir a los demás sectores del pueblo boliviano; es decir, ser apoyados y seguidos por tales sectores. Y aquí cabe formular una pregunta puntual, ¿pueden los indígenas originario campesinos emanciparse solos? Una respuesta, la más simpática podría ser: mineros, fabriles, campesinos, comerciantes minoristas, todos somos indios, hermanos; somos mayoría, somos todos, no estamos solos. La tesis de que todos somos indígenas, borra al capitalismo se lo absorbe. Pero la burguesía y el proletariado tienen sus propios fundamentos estructurales, sus propios intereses económicos y político-ideológicos y sus objetivos históricos, sus propios problemas, su propia historia e identidad social. Sería deseable resolver un problema de conocimiento histórico, económico, sociológico, político e ideológico, con sólo declarar "hermanos", indígenas o campesinos a todos los desposeídos del país. Desdichadamente, el capital, como dice Marx, es una fuerza social que divide a la sociedad en clases. Además, posee la capacidad de subsumir, formalmente, el trabajo característico de otras formas de producción no capitalistas en el capital, bajo la dirección de éste, y también de subsumirlo realmente, siendo asimilado completamente por el capital (Marx, 1974: 54-77).

La mercantilización y el comercio de la matriz capitalista son de larga data en el mundo, y de efectos modificadores, tal como observa Eric R. Wolf en su obra ya citada2, que, sin embargo, no descansan, fundamentalmente, en el dinero que compra mercancías, sino en la estructura económica que produce mercancías y el mercado mundial... y el dinero. ¿Cuáles son las consecuencias de la acción corrosiva del capitalismo en la vida de los pueblos indígenas, en su posibilidad de vivir bien?.

En lo concerniente a la descolonización, ya representa un paso efectivo que varios investigadores historiadores sean de extracción indígena. Algunos podrán errar en la interpretación de los hechos históricos a través de los documentos o de la tradición oral, cosa que no es extraña a la indagación científica. El conocimiento hipotético es signo general de muchas ciencias. Pero algo que es necesario advertir es que, como dice Luis Tapia, en su interpretación de Carlos Mamani, el punto de partida en la investigación puede constituir un posicionamiento político, que implique objetivos y proyecto políticos. La cuestión, para quienes pensamos así, es cómo producir conocimiento histórico, antropológico, arqueológico, sociológico veraces y verificable. Una condición moral es la honradez intelectual ante la verdad histórica y cambiar las creencias que haya que cambiar, actitud muy diferente a la de los cronistas españoles que, a decir de Guarnan Poma de Ayala, no eran confiables. John Murra asevera que Guarnan Poma se vio impulsado a escribir por "presenciar el sufrimiento de su gente y ante las distorsiones que aparecían en los relatos de los observadores extranjeros" (Murra, 2004: 378). La actitud de Guarnan Poma parece ser un reclamo de que el enfoque de la descolonización sea descolonizador.

Por otra parte, es curioso encontrar en el libro La formación del Estado prehispánico en Los Andes, de Juan Albarracín-Jordán, la expresión "arqueología nacionalista". Lo cierto es que, según el autor, la política cultural del MNR, posterior a la Revolución de 1952, indujo al arqueólogo boliviano Carlos Ponce Sanginés, en su calidad de funcionario de Estado, a ejercer políticas restrictivas (nacionalistas) con relación a proyectos extranjeros, para "evitar la sustracción del patrimonio cultural"3. Contra esta actitud, Juan Albarracín-Jordán pretende explicar que en la percepción indianista, el nacionalismo boliviano (en tiempos de la revolución) no es más que un fervor pasajero que usa el pasado indígena para sacar un beneficio actual propio (Ibíd.: 39).

La ideología y la política, pues, pueden estar presentes en la administración de la cultura, pero no pueden distorsionar los resultados de una investigación. Hoy, las verdades anticoloniales no han de ser más verdades por mucho que el régimen actual se encuentre al mando de un presidente campesino indígena. Las verdades forzadas no harían posible una descolonización de la mente ni de la cultura, ni de la ciencia.

Otro tema para analizar es el referente a las alianzas. Según Pilar Mendieta, en la historia hubo dos alianzas estratégicas entre indios y criollos, como sostiene la autora en el capítulo "Alianzas y estrategias políticas indígenas. Siglo XIX" (Mendieta, s/a: 75-97). La primera alianza, acordada después de la derrota de Melgarejo, presenta datos sobre que las comunidades indígenas aymaras apoyaron al régimen militar populista de Manuel Isidoro Belzu, y que colaboran, a través de sus apoderados, con los opositores a Melgarejo. Se llegó a hablar de "causa común", que debía ser asumida de modo práctico organizativo, con intervención de los corregidores. Era la "causa de Morales" la que se tomaba en conjunto. Los batallones armados de Morales tenían el apoyo de miles de indígenas comandados por Luciano Willka, apoderado de la zona de Huaycho, nombrado Comandante General de Indios. ¿Cómo consiguieron los criollos el apoyo de gente que despreciaban? Lo más probable es que se les haya ofrecido la devolución de sus tierras, afectadas por el régimen melgarejista.

La segunda alianza estratégica, la concertada entre indígenas y liberales, es la alianza de 1899, en la que intermediaron varios factores. Uno de ellos fue que Pablo Zarate Willka4 era compadre de José Manuel Pando5. El Willka Zarate le pedía favores a Pando por escrito, el trato mutuo era como entre familiares. Algo semejante se planteaba entre vecinos de los pueblos y los indígenas, aunque las relaciones no eran muy fluidas. La principal oferta de Pando a los indígenas fue la devolución de sus tierras comunales reclamadas durante años por sus apoderados. Se sabe que en ambos casos los criollos incumplieron. En realidad, la devolución de tierras era lo último en que podían pensar, es decir, que desde un principio los criollos mentían en algo de gran valor y significado para la vida de los comunarios. Tenían que conseguir el apoyo a como diera lugar, con mentiras. Por tanto, las alianzas eran planteadas por iniciativa de los criollos y, por supuesto, en su exclusivo beneficio.

La propiedad privada sobre la tierra era fundamental, pues proporcionaba medios de enriquecimiento y poder. En cambio, para los indígenas representaba un medio de subsistencia vital. ¿Hay que desechar las alianzas? Al parecer, no. Las dos experiencias mencionadas fueron un engaño, pero son una gran enseñanza, una gran advertencia. No había condiciones para alianzas favorables, pero igual había que aliarse. Ninguna victoria está garantizada. Hay circunstancias que interpelan y a las que hay que responder. ¿Cuál habría sido la suerte del país, de los departamentos del occidente, cuál la suerte de los indígenas aymaras si las tropas de Severo Fernández Alonso hubieran vencido? ¿Hoy sería presidente Evo Morales? Los indígenas, al final derrotados, hicieron posible la victoria que, en lo más inmediato, benefició efectivamente a los criollos pero hicieron una gran campaña, fueron vencedores de las tropas del sur que confrontaron. Pablo Zárate y los suyos hicieron historia.

Lo ocurrido con el Pacto Militar-Campesino bajo el régimen del general René Barrientes6, fue una alianza en otro momento, bajo una dura confrontación clasista entre el ejército y los mineros. Fue también una alianza política estratégica. Para Barrientes y los militares era imprescindible neutralizar las acciones políticas de los mineros. Usaron a los campesinos como contrapeso conservador de las manifestaciones revolucionarias antiestatales de los mineros. René Zavaleta Mercado afirma que "el régimen de Barrientes se fundó en lo que se bautizó como "pacto militar-campesino", es decir, entre el sector menos politizado del movimiento democrático y el sector de la burocracia estatal más penetrado por el imperialismo. Demuestra ello, sin dudas, hasta qué punto los campesinos se habían convertido en el núcleo conservador del país, en su calidad de productores independientes" (Zavaleta, 1992: 104-105). La respuesta a la pregunta de por qué los campesinos no apoyaron a las guerrillas del Che, obtiene una respuesta más que implícita. Los movimientos sociales, particularmente los movimientos indígenas, han cambiado las circunstancias históricas y políticas a su favor sólo de la única manera en que fue posible: la movilización social en los caminos y en las calles.

Otro aspecto, referente a un enfoque que idealiza el pasado, idealización como efecto de las brutales e inmorales características de la colonización y de la necesidad psicológico-étnica de diferenciarse radicalmente de los colonizadores, en la creencia maniquea de que hay etnias buenas y etnias malas. ¿Conocían la crueldad nuestros ascendientes, viendo ésta desde nuestra perspectiva actual? Sí. John Murra, en el capítulo VII, "Los intérpretes", de su obra citada, escribe a partir de los testimonios directos que ofrece Guarnan Poma: "Los crueles castigos impuestos a los que forzaban a las aklya, pertenecían a la misma categoría de los castigos que se imponía a otros criminales" (Murra, 2004: 421). Y dice más: "El Estado inka, al igual que las comunidades campesinas anteriores a él, preferían infligir castigos corporales. En casos de "traición" o rebelión, el Estado aplicaba, además, la sanción de eliminar a todo el linaje del culpable" (Ibídem). "Estado", "criminal", "castigo", "traición", "rebelión", ¿existe alguna diferencia sustancial con la historia política de Florencia que estudió Maquiavelo? Y lo dicho de la crueldad diríamos casi lo mismo en relación a otros aspectos. No idealizar, pues, para no padecer un enfoque distorsionado de la descolonización.

 

Notas

1 Partido político fundado el 7 de junio de 1942, gestado después de la Guerra del Chaco (1931-1935), ocurrida entre Paraguay y Bolivia.

2 Así cuando se refiere a "las características determinantes del capitalismo y de los modos que lo procedieron", a la "evolución de la expansión mercantil europea", a los "efectos mundiales de la expansión suropea", a la "transición al capitalismo", a las gentes que se consideran dueñas de su historia y a las gentes a quienes se les ha negado una historia propia, ambas "como participantes en la misma trayectoria histórica" (Ibíd.: 39).

3 Ver, Juan V. Albarracín-Jordán (2007: 37). Carlos Ponce era político nacionalista y arqueólogo investigador. En su libro Tiwanaku hay una fotografía donde se lo ve entregando títulos agrarios en una localidad de Potosí, en su condición de Ministro de Asuntos Campesinos. Pero su libro Tiwanaku fue premiado en 1972 por ser considerado como la mejor obra científica producida en Bolivia.

4  Comunario de Sicasica.

5  Presidente de Bolivia (1899-1904).

6  Presidente de Bolivia en tres oportunidades, entre 1964 y 1969.

 

Bibliografía

Albarracín-Jordán, J. (2007). La formación del Estado prehispánico en Los Andes. Origen y desarrollo de la sociedad segmentaria indígena. Fundación Bartolomé de las Casas.         [ Links ]

Dussel, E. (1994). 1492. El encubrimiento del Otro. Hacia el origen del "mito de la Modernidad". La Paz: Plural/Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad Mayor de San Andrés. Colección Academia número uno.         [ Links ]

Marx, K. (1974). El Capital. Libro I. Capítulo VI. Inédito. Presentación de José Aricó. Traducción y notas de Pedro Scaron. Argentina: Siglo XXI.         [ Links ]

Mendieta, P. (s/a). Indígenas en política. Una mirada desde la historia. Colección de Investigadores "Mundo Abierto". La Paz: Instituto de Estudios Bolivianos.         [ Links ]

Murra, J. (2004). El mundo Andino. Población, medio ambiente y economía. Lima: Instituto de Estudios Peruanos.         [ Links ]

Tapia, L. (2006). "Formas de pensar la modernización, la mundialización y la descolonización en América Latina". En: De los Ríos, N. y Sánchez, I. (coords.). América Latina: historia, realidades y desafíos. México: UNAM, postgrado. Estudios Latinoamericanos.         [ Links ]

Wolf, E. (2009). Europa y la gente sin historia. México: Fondo de Cultura Económica.         [ Links ]

Zavaleta, R. (1992). 50 años de historia. Bolivia: Editorial Los Amigos del Libro.         [ Links ]

 

 

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons