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Tinkazos

On-line version ISSN 1990-7451

Tinkazos vol.19 no.39 La Paz May 2016

 

INVESTIGACIONES

 

Conflictos de género y cultura política en las "Bartolinas" de La Paz

 

Gender conflicts and political culture among the "Bartolinas" in La Paz

 

 

Sandra R. Ramos Salazar1
1Licenciada en sociología, docente en la Universidad Pública de El Alto (UPEA) y docente investigadora en el Instituto de Investigaciones
Sociológicas (IDIS) de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA). Correo electrónico: cheysandra@hotmail.com. La Paz, Bolivia.

Fecha de recepción: abril de 2016 Fecha de aprobación: mayo de 2016 Versión final: mayo de 2016

 

 


La autora identifica las características y los conflictos en la participación de las mujeres en los ámbitos sindical y político desde la cultura política y las relaciones de género. El análisis parte de la experiencia de la Federación Departamental Única de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de La Paz 'Bartolina Sisa', y su relación con la Confederación Nacional, los niveles provinciales de la Federación, y su par masculina, la Federación Departamental de Trabajadores Campesinos de La Paz "Túpac Katari".

Palabras clave: mujeres campesinas / organizaciones campesinas / participación política de las mujeres / conflicto político / cultura política


The authorof this article identifies characteristics and conflicts in women's participation in trade unions and politics, from the standpoint of political culture and gender relations. The analysis draws on the experience of the "Bartolina Sisa" Single Departmental Federation of Rural and Indigenous Women of La Paz, looking at their relationship with the National Confederation, the Federation at the provincial level and their male counterpart, the "Túpac Katari" Departmental Federation of Rural Workers of La Paz.

Key words: rural women / rural organizations / political participation by women / political conflict / political culture


 

 

INTRODUCCIÓN

El ámbito político en nuestro país expresa los conflictos y las dinámicas latentes y en muchos casos históricamente irresueltos de nuestra sociedad. En las últimas tres décadas, las organizaciones indígenas y los movimientos sociales, asumen un papel protagónico en el ámbito político, principalmente a partir del logro de articular su base social sindical a una estructura partidaria: el Movimiento al Socialismo, Instrumento por la Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP).

Esta apuesta orgánico partidaria, que no es la primera experiencia en la historia de los movimientos indígenas y campesinos en Bolivia, se presenta en un momento de apertura a nuevas opciones políticas, por la crisis de legitimidad del sistema político, la práctica de la democracia pactada, la institucionalidad estatal excluyente y la crisis del modelo económico aplicado por los diferentes gobiernos.

En este contexto, las organizaciones indígenas y campesinas posicionan un proyecto político partidario no solo en representación de los indígenas y campesinos del país, sino, también, de cualquier otro proyecto político de los sectores subalternos, principalmente de origen rural.

Ante la efervescencia del poder político indígena campesino nos preguntamos por el papel de las mujeres y de sus organizaciones. En ese sentido, realizamos un primer estudio en el Chapare sobre la experiencia de la participación política de las mujeres en las Federaciones del Trópico de Cochabamba (Ramos, 2014). El año 2015 trabajamos en La Paz en una segunda investigación, esta vez sobre "Conflictos de género y cultura política en el liderazgo sindical y político de la Federación Departamental Única de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de La Paz 'Bartolina Sisa'", estudio coordinado por Sandra Ramos, con la participación de tres estudiantes de la Carrera de Sociología, con el auspicio del Instituto de Investigaciones Sociológicas (IDIS).

Elegimos el conflicto de género y la cultura política para el análisis, porque las mujeres de la Federación "Bartolina Sisa" comparten, además de la vida sindical, dinámicas de relacionamiento con otros niveles organizativos, donde estas variables están presentes debido a que el campo sindical es un espacio asentado en una lógica patriarcal. Se puede decir que los hombres de los sindicatos son la cara pública del campesinado; la hegemonía fue y es masculina. El papel de las mujeres en la estructura sindical campesina fue invisibilizado porque se consideraba que cumplían un rol más de "apoyo", una extensión de su condición subalterna en la estructura social y familiar. Su voz fue silenciada aun cuando ellas representan la mitad de los movimientos campesinos.

En referencia al contexto de la investigación es necesario señalar dos eventos que alteraron el ritmo y la orientación de la misma. El primero es el nombramiento de Felipa Huanca —en el momento de la investigación Ejecutiva de la Federación— como candidata a la Gobernación de La Paz por el MAS-IPSP pocos meses después de haber acordado la realización del estudio; el ambiente de efervescencia electoral influyó en nuestro trabajo. El segundo evento se da en el mes de febrero de 2015, cuando el Contralor del Estado hace públicos los nombres de dirigentes vinculados a proyectos observados del Fondo Indígena Originario Campesino (FONDIOC)2; entre los nombres estaba el de la candidata dirigente Felipa Huanca. Esto desata una ola de susceptibilidades y desconfianza por todo tipo de información que se solicite, lo que nos obliga a diversificar nuestras estrategias para adentrarnos en la vida de la Federación.

La investigación se realizó durante nueve meses. En el trabajo combinamos las técnicas de entrevista (abierta y semiestructurada), observación (encubierta y a momentos participante) así como la revisión y el análisis documental y hemerográfico para recoger las percepciones y experiencias de la Federación "Bartolina Sisa". Buscamos recuperar información sobre los "significados" que las mujeres y hombres que se encontraban en cargos de dirigencia le daban al término "conflicto" o a lo que en su lenguaje llaman "tener problemas", "tener peleas". Para ello nos apoyamos en el enfoque del interaccionismo simbólico3 que nos permitió identificar los procesos de significación y resignificación que los sujetos despliegan en sus contextos de interacción y fuera de ellos.

A medida que el trabajo de campo se desarrollaba fuimos ampliando la base conceptual y teórica. Vimos que, por ejemplo, la "conflictividad" en la dinámica sindical de hombres y mujeres no es vivida como algo que se busca eliminar dentro de la cotidianidad, y en todo caso la percepción que se tiene de esta es que es propia del campo político en tanto que los conflictos permiten a los actores ir constantemente negociando y renegociando cada decisión, espacio, oportunidad, vinculación, etc. Esta percepción recogida en la investigación nos pareció muy cercana a lo que Chantal Mouffe plantea en relación a lo agonístico de la política cuando señala que la controversia y la conflictividad son propias del campo político (Mouffe, 1999). Retomando en este aspecto a Hanna Arendt diríamos que las pugnas y disputas por el orden son justamente el campo y expresión de la libertad política (Arendt, 1993, p.37 -83).

Respecto a "cultura política", y tomando como referente a Enrique Cuna, consideramos que es la forma de percibir, actuar, pensar y posicionarse frente a lo político, como espacio de disputa por el orden; estas formas están apoyadas en gran medida en aspectos culturales (Cuna, 2005). En el caso de nuestra investigación vimos que esa base cultural en la práctica puede corresponder a más de una matriz ya que encontramos articulaciones entre elementos de la cultura andina como la lógica del servicio, el turno y la rotación en el ejercicio del cargo, en combinación con elementos moderno-liberales como los mecanismos de selección por votación o la lógica de la carrera individual en el ámbito sindical y político.

Por su parte, la adscripción y las representaciones de género crean también estereotipos que los sujetos y las colectividades se forman acerca de los roles que deben cumplir tanto hombres como mujeres. El género en los sindicatos es —como en otros ámbitos— una construcción cultural. El orden patriarcal predominante se apoya en las diferencias biológicas, sexuales y reproductivas que son trasladas al campo de lo social y lo político.

En este artículo, presentamos los resultados de la investigación sobre las variables de conflicto de género y cultura política trabajadas en los espacios de vinculación de la Federación Departamental con el nivel provincial, con la organización paralela de hombres "Túpac Katari" y la organización nacional de mujeres "Bartolina Sisa". La investigación trabajó en torno a la gestión de la ejecutiva Felipa Huanca (2010 - 2015).

 

FEDERACIÓN DE MUJERES CAMPESINAS INDÍGENAS ORIGINARIAS "BARTOLINA SISA"

La participación de las mujeres en los sindicatos y en las organizaciones sociales se fue dando bajo los parámetros establecidos por la experiencia masculina. Después de la Revolución del 52, en los sindicatos se abre la cartera de "vinculación femenina" con actividades que reproducen los roles domésticos (Ramos, 2014). Luego vendría la "secretaría de género" para atender necesidades relacionadas a la familia (salud, educación, alimentación).

A fines de la década del setenta se empieza a revisar y visibilizar la participación de las mujeres en las organizaciones sindicales y los movimientos campesinos: "...reconocen que si bien la participación de las mujeres en los diversos conflictos políticos y sociales en Bolivia, relacionados con el movimiento indígena campesino había sido una constante, esto no se tradujo en un reconocimiento de éstas como agentes de cambio, como sujetos activos dentro del movimiento (Padilla, 2014, p.126).

La Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de Bolivia "Bartolina Sisa" surge el año 1980 y toma el nombre de la heroína aymara Bartolina Sisa, esposa de Tomás Túpac Katari, líder indígena. La Federación Departamental se crea el año 1982, ambas bajo la efervescencia e influencia del sindicalismo campesino masculino de la Federación Departamental de Trabajadores Campesinos de La Paz "Túpac Katari". Esta Federación nace el año 1952 como resultado del proceso de sindicalización campesina posrevolucionaria siendo, según Rivera (1984), uno de los núcleos centrales sobre los que posteriormente se gestará el movimiento aymara katarista a nivel nacional.

La creación de la organización de mujeres "Bartolina Sisa" tanto a nivel nacional como departamental muestra dos posturas en torno a la relación con la organización masculina: "Una propugnaba la creación de una instancia femenina que trabajara de manera autónoma; la otra, postulaba una organización de mujeres que trabajara de manera conjunta a la organización de varones" (Padilla, 2014, p.127). La búsqueda de autonomía es resultado del evidente relegamiento que las mujeres indígenas y campesinas decían vivir, tanto en relación a los cargos ejecutivos y espacios de decisión de la organización sindical en la etapa en que hombres y mujeres compartían una sola organización, como una vez que se separan.

La Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB) se manifestó a favor de la necesidad de integración en torno a un solo proyecto con el fin de no dividir a la organización sindical campesina a nivel nacional y departamental, y por ello mostraron su oposición a una organización autónoma de mujeres. Un argumento que legitimó en su momento la necesidad de mantener la integración entre organización de varones y mujeres habría sido —según Padilla que cita a Cecilia Salazar— el ideal andino de complementariedad denominado chacha/warmi reivindicado tanto por varones como por mujeres.

Es en la etapa política de los años 2000 - 2005 cuando la balanza se inclina hacia el lado autonomista. En ese momento, la Confederación Nacional "Bartolina Sisa" asume una condición de organización paralela a la CSUTCB, afiliada a la Central Obrera Boliviana (Padilla, 2014, p.133), hecho que repercutirá en todas sus afiliadas departamentales y sus niveles provinciales; niveles en los que la autonomía organizativa de las mujeres está menos institucionalizada, ya que las formas y resistencias masculinas se despliegan permanentemente, apoyadas en las relaciones de parentesco, las tradiciones culturales y en la división del trabajo.

A fin de contextualizar la dinámica sindical es necesario señalar que la estructura organizativa que asume la Confederación Nacional "Bartolina Sisa" es similar a la de CSUTCB, es decir que aglutina a las nueve federaciones departamentales del país, entre las que se encuentra la de La Paz. A su vez, cada departamental aglutina a las provinciales, en el caso de La Paz a 20 federaciones. En cada provincia están la Central que se divide en Subcentrales, que a su vez reúne a un conjunto de sindicatos, y todos asumen el nombre de "Bartolina Sisa" junto al del lugar al que representan.

Bajo esta estructura, cada nivel tiene su paralela de varones y sus ejecutivos que "deben coordinar" las acciones, hecho que implica una relación cotidiana entre dirigencias, aunque cada quien responda a su propia estructura orgánica.

Al igual que en el resto de la estructura, el Directorio de la Federación Departamental "Bartolina Sisa" es elegido en un congreso, en este caso por votación provincial. Esta elección muchas veces es complementada con un criterio de rotación para que no se repita la provincia, sin embargo depende en gran medida del peso político que en la coyuntura tenga la ejecutiva saliente, lo que puede dar lugar a que en algún caso se reelija a la ejecutiva y se cambie al resto del directorio, como sucedió con la reelección de Felipa Huanca en el Congreso del año 20124.

Pese a existir en el departamento de La Paz y en la zona del altiplano una tradición organizativa visible, las organizaciones provinciales, de central y subcentral, aún se encuentran en proceso de consolidación para conformar su representación de forma paralela a la de los varones. La tendencia es que a más distancia de la ciudad capital menos probabilidad de lograr organizarse, y, a más cercanía, son mayores las posibilidades aunque en ambos casos se registra influencia y condicionamientos masculinos.

 

CONFLICTOS DE GÉNERO Y CULTURA POLÍTICA EN/CON EL NIVEL PROVINCIAL

Las mujeres de la Federación Departamental "Bartolina Sisa", en su relación de coordinación con los niveles provinciales (y sus subniveles), perciben aspectos que se repiten. La participación de las mujeres es voluntaria o impuesta por el sindicato pero en ambos casos su accionar es vigilado, controlado e incluso evaluado por los hombres, pues las mujeres "deben respetar" la experiencia y los lineamientos de los varones. La cultura política, por otra parte, hace que se creen jerarquías entre mujeres donde prevalece la experiencia pero también donde se reproducen ciertos valores de acción sindical y política transmitidos por los varones.

Aceptar un cargo —en el caso de una mujer— implica tener tiempo (mejor si no tiene esposo, hijos, padres o hermanos que limiten su participación) y disponer de recursos, pues a diferencia de sus pares varones, para ellas el sindicato "no aporta económicamente" o lo hace en casos excepcionales. Los conflictos surgen cuando las mujeres no pueden cumplir con algunas obligaciones en la medida de las expectativas no solo de las otras compañeras del directorio, sino, también, de los varones que paralelamente a ellas ejercen su cargo pero con una base cultural, social y económica legitimada y apoyada por la sociedad y, en particular, por su provincia.

Gran parte de las entrevistadas rememoran y describen sus debilidades e inseguridades entre ellas el miedo y la falta de conocimientos que hacen que en cuestión de género los varones las hagan ver como "inferiores" o "aprendices" y las mujeres se vean como "incapaces".

...y ¿qué nos dicen los hermanos? ¡Qué cosa, ustedes bulto van!, ¡qué beneficio sacan! Nos dicen. Entonces de eso a veces [...] le rebajan a las hermanas, como nosotros no sabemos expresarnos bien, no sabemos las leyes, las hermanas nuevitas no pueden, se ríen los hermanos, otros les apoyan también: ¡qué bien! les dicen, no son todos... (Virginia Alanoca, Ejecutiva de la Provincia Los Andes, 26/ 08/15).

En el nivel provincial, más allá del discurso de complementariedad (chacha/warmi) o de equidad (igualdad de género), encontramos que en la práctica sindical la cultura política hace que las diferencias de género así como la equidad e igualdad de derechos sean asumidas de forma contradictoria, pues para ejercer los cargos las mujeres pueden ser obligadas como cualquier campesino (por ejemplo, para conservar su derecho a la tierra) pero para participar y decidir se dice: hombre o mujer "no es igual". En la investigación rescatamos hechos que articulan cultura política patriarcal y discriminación de género como ejemplo de generadores de conflicto.

En los lugares donde está en proceso o recién inicia la conformación de una organización de mujeres, aún se registra resistencia a la existencia de dos organizaciones: de hombres (Túpac Katari) y de mujeres (Bartolina Sisa). Tanto varones como mujeres frecuentemente llegan a considerarlo "innecesario" ya que las mujeres "participan" del sindicato y "no tienen tiempo". En estas situaciones el efecto es neutralizar cualquier iniciativa o interés de las mismas para organizarse, pues tampoco se visibiliza un "objetivo propio" de la organización.

...de ahí he tenido que ir en Sorata comunidad por comunidad, dando a conocer quién y qué es 'Bartolina Sisa' porque no conocían. Así hemos ido concientizando, y hablando con los hermanos de Túpac Katari' que son los esposos, explicándoles que no estamos organizándoles para dividir, para que se peleen entre marido y mujer, sino para apoyar, para capacitar, buscar, generar algunos proyectos productivos para fortalecer a la comunidad y a las familias. También concientizando a las hermanas porque hay esa susceptibilidad ¿no?: 'le van a enseñar después van a estar contra nosotros', decían. Nosotros les decíamos: 'no estamos viniendo para hacerles pelear'. Eso un poquito ha costado, concientizar, explicar (Maribel Ávalos, Ejecutiva de la Provincia Larecaja, 12/08/15).

En el caso de los lugares donde ya se conformó la organización de las mujeres, es usual la práctica de llevar adelante "ampliados" o reuniones de forma conjunta con los hombres por insistencia de estos últimos. Se puede decir que es un mecanismo de resistencia apoyado en la cultura política que apela a lo tradicional, es decir que aunque exista ya una organización y dirigencia campesina de mujeres, la población (varones y mujeres) no acepta que se reúnan y se tomen decisiones por separado, porque "por tradición" siempre se reúnen juntos. En pocos asuntos pueden tomar decisiones sectoriales en forma separada, como es el caso de un taller de "salud y alimentación integral" que las mujeres aceptaron como parte de un proyecto que venía para las escuelas en la provincia Ingavi, aunque en esta unidad las mujeres tienden a acatar las decisiones de los varones cuando de temas de interés político o económico se trate.

Cuando cada ejecutivo y ejecutiva rinde su informe en los ampliados, los hombres despliegan la estrategia de interrumpir o acortar las intervenciones de las mujeres o bien hacen notar que ellas dirán lo mismo que ellos ya expresaron.

...reunioncita llevamos cada veinte aquí. Él más palabra tiene. A mi 'corto', 'corto' me dice. Entonces con eso qué quiere decir: me quiere cortar mis palabras, pero mi informe todavía tengo. Como me dice 'corto', ya las ideas que tenía que informar se han perdido y ahí nomás ya me he quedado. De esa parte mejor es hacer mujeres apartito. Como dice el hermano 'al punto', 'al punto' ya las hermanas no preguntan nada, ahí nomás, entonces eso estoy diciendo por eso un ampliado con puras hermanas (Raymunda Molloni, Ejecutiva de la Provincia Inquisivi, 13/08/15).

Encontramos también que los hombres tienden a desvirtuar acciones que deben llevar a cabo ambos dirigentes, y ocultan información "a las compañeras": direcciones, actividades, decisiones, etc. Así manipulan el ejercicio sindical femenino y en caso de ser denunciados o descubiertos dirán en su defensa que la dirigente no entendió algo, no tuvo tiempo o que no era necesario que fuera.

...ahora me dice estoy yendo a Colquiri. Yo no sabía nada, [...] de tierra debe ser. Yo también como ejecutiva tengo que saber. A veces los hermanos ejecutivos siguen con la discriminación a las mujeres. Hasta cuándo sufriremos, digo también, pero en mi no hay eso. Así quiero coordinar con los hermanos y hacer todo el trabajo transparente. Si yo voy a trabajar sólita, ¿qué voy a hacer? [...]. Y ahora a veces digo a mi ejecutivo: ¿por qué no podemos coordinar?, ¿por qué andas sólito?, digo, pero parece que se molesta... (Raymunda Molloni, Ejecutiva Provincia Inquisivi, 13/08/15).

La actitud de las mujeres ante estos conflictos de género y cultura política autoritaria y excluyente varían. A medida que ellas cobran mayor experiencia y conocimientos asumen seguridad y en muchos casos ya logran tener "ampliados" paralelos, aunque las decisiones que se tomen no tengan los alcances que esperaban. Esto se traduce en una autonomía que aún no se logra pero que está en construcción, principalmente en provincias de mayor tradición organizativa donde podemos encontrar capacidad de convocatoria y liderazgos que van legitimándose con mayor fuerza en esta etapa en que las organizaciones campesinas son parte de la base social del gobierno y deben demostrar su compromiso con la asistencia a eventos políticos.

Los conflictos suelen ser socializados en el nivel de la organización departamental de mujeres. El compartir estas experiencias les permite a las mujeres fortalecerse mutuamente, sin embargo también genera algunos roces entre las dirigentes pues al interior de la directiva existen afinidades así como posicionamientos de poder. Uno de ellos es la jerarquización entre lo que se llaman "provincias grandes" y "provincias chicas", que se refiere no solo a la extensión geográfica sino también a la tradición histórica y organizativa que puede provenir incluso de experiencias anteriores al sindicato, como fueron los ayllus como base organizativa. A mayor experiencia en la organización mayor poder de decisión e influencia en el discurso, en la legitimidad de sus dirigentes, etc.

La división física de la provincia es la que determina la representación y por lo tanto la participación política. En el departamento de La Paz, son consideradas "grandes" las provincias Ingavi, Pacajes, Omasuyos, Aroma, Murillo y, en algunos casos, Los Andes o Manco Kapac (más cercanas al espacio de poder político de la ciudad, o "las provincias más rebeldes") y el resto son consideradas "pequeñas", no solo por la distancia en relación a las ciudades de El Alto y La Paz sino también porque sus dirigentes y organizaciones casi no influyen en la departamental y nacional ("tienen menos experiencia"). Esta jerarquización se expresa en el momento de la selección de las carteras ejecutivas o de secretaría general de la departamental, cargo que se busca que recaiga en las provincias "grandes", y esto se logra con la clara tendencia a que en los congresos las delegaciones más numerosas sean justamente las de las provincias grandes5. Aun cuando la votación sea por provincia, las provincias grandes son las que tienden a buscar el apoyo de "las pequeñas".

En la cotidianidad de las "Bartolinas" de La Paz esta jerarquización muchas veces se expresa en una supuesta incomprensión de la debilidad organizativa de unas provincias frente a otras. La imagen de la organización departamental de mujeres es que su base de organizaciones sociales aún está en proceso de conformación, lo que es una debilidad frente a su paralela de varones e incluso ante la nacional. Un ejemplo reciente se dio en el último Congreso de las Bartolinas (2015), donde dos provincias grandes, Ingavi y Aroma6, se disputaban la cartera de ejecutiva —llegando casi al enfrentamiento— por haber empatado en una primera vuelta de votación. Ante esta situación el resto de provincias deciden votar por una candidata de una provincia considerada pequeña, Loayza, de la que sale la actual ejecutiva, Graciela Villca.

La conflictividad entre la Federación Departamental y las federaciones provinciales se da también por el accionar que vaya a tener la líder de la organización en su relación con las provincias. En la gestión 2010-2015 los conflictos se dieron principalmente por razones de género, es decir, por el apoyo y respaldo constante que las dirigentes provinciales y de los subniveles central y subcentral requieren ante las limitaciones que en sus provincias se les presentaba para el funcionamiento de la organización de mujeres. La ejecutiva, en muchas ocasiones, debía acompañarlas, ir a posesionarlas o ir a "hacerlas respetar", "hacer respetar la organización" apoyada en discursos que posicionaban la necesidad de que las mujeres deben y "pueden" organizarse para acceder a más derechos y oportunidades.

Los conflictos de las mujeres eran con los varones que no reconocían ni respetaban a las mujeres elegidas, apoyados en que "ellas no saben"7, ante lo que la dirigente señalaba que tienen derecho de aprender. En este campo se vio que una ventaja del liderazgo de Felipa Huanca es el manejo que tiene de códigos urbanos y rurales como la cultura escrita, así como la postura crítica ante la condición de las organizaciones campesinas y de las mismas mujeres campesinas. Su discurso es de empoderamiento de las mujeres en el espacio propio y en el campo de la modernidad señalando: "hay que capacitarse hermanas".

La expectativa de "capacitación" es parte de un discurso que atraviesa la historia de las organizaciones de mujeres campesina desde su origen. Surge no solo por la interpelación de las organizaciones masculinas a las organizaciones de mujeres desde que se crearon, sino también por la "inferiorización" cultural con la que en sociedades poscoloniales se estigmatiza a quienes provienen de culturas como la aymara. El tema de la capacitación va de la mano con el accionar de las ONG vinculadas con las organizaciones campesinas mediante proyectos de "desarrollo con enfoque de género". En la investigación encontramos que las mujeres dirigentes provinciales reunidas en la departamental pasan gran parte de su tiempo en la ciudad en talleres, seminarios, charlas, capacitaciones, etc. que son resultado de la ejecución de proyectos en temáticas de sexualidad reproductiva, derechos, liderazgo, etc. para las mujeres campesinas y su "fortalecimiento". Un ejemplo interesante lo vimos en la provincia Aroma, cuya ejecutiva logró llevar a su provincia un seminario sobre liderazgo femenino (posteriormente el resto de las provincias lo fue a solicitar), debiendo para ello juntar una cantidad mínima de 50 mujeres. En el procedimiento, la ejecutiva, de acuerdo a planillas, recibió un monto de dinero destinado a cubrir un refrigerio para las participantes. Por lo general esta es la manera en que las organizaciones provinciales acceden a proyectos que ya se encuentran gestionados, donde ellas solo se articulan en una etapa de ejecución y en condición de beneficiarías8.

Finalmente, el último campo de conflictividad que encontramos se da en la articulación de las organizaciones campesinas sindicales de mujeres a un partido político, en tanto que el pasar por un cargo de las "Bartolinas" también se convierte en capital político, que desemboca en que algunas asuman el cargo sindical con la expectativa de alguna futura candidatura. Al entrevistar a las ejecutivas provinciales (gestión 2015) encontramos que muchas de ellas fueron candidatas, y algunas registran una experiencia negativa, por: a) la manipulación de la que eran objeto sus nombres y trayectoria, b) la lectura moralista con que se entra al campo político y que en la competencia choca con prácticas desconocidas para ellas como el prebendalismo y el clientelismo, y c) por el manejo de códigos de relacionamiento político como "alianzas" o "amarres políticos" que deben "saber hacer" y que en los hechos desconocen.

De allá me han traído como primera concejala. Aquí he aparecido en la lista borrada. De allá el hermano ejecutivo a cuarto puesto también me ha llevado y he perdido también [...]. Ahí nomás de esa parte ya no quiero mirar, ya parece que me han aplastado. Plata nomás ahí adentro juega. ¿Qué estamos haciendo nosotros mismos? Estamos enseñando cómo ser aprovechadores [...], no tiene que ser así. De ahí nunca no me ha gustado y hasta aquí nomás sería para mí (Raymunda Molloni, Ejecutiva Provincia Inquisivi, 13/08/15).

En la actualidad, en su inserción al campo político, las mujeres se ven "obligadas" a aceptar candidaturas, pero, si pertenecen a las "Bartolinas" 9 , debe ser "exclusivamente" del partido oficialista. En esa línea encontramos ejecutivas que habiendo recibido ofertas de candidaturas de Sol.Bo, Unidad Nacional (UN) o alguna agrupación ciudadana (en la gestión 2014 - 2015), ya sea por propia voluntad o por presión sindical, debieron desistir para no ser tomadas como "traidoras". Muchas de ellas señalan que es mejor no entrar en política, pero otras sí lo hicieron porque asumieron que "pueden" y también porque tienen expectativas de ascenso social y económico; en estos casos es una decisión de carácter más individual que colectivo. De todas maneras para ser nombrada candidata por el MAS - IPSP se debe tener trayectoria y vínculos sociales y políticos con varones influyentes, algo que no es frecuente en las mujeres campesinas; asimismo, en caso de ser candidatas en el nivel provincial, en función a los resultados, quedan sujetas a las acciones que sus provincias y comunidades asuman hacia ellas, sea en forma de demandas como de sanciones.

...he querido entrar como [candidata] 'pluri', pero política había sido grave, grave. Ahora he visto, he vivido, entonces mi nombre ha llegado a ser candidata para ser alcaldesa y no me han dejado, me han amenazado, de todo me han amenazado. Toditos los varones se han reunido y ahí han acompañado unas cuantas hermanas, entonces me han dicho: renuncia [...]. Llegar a las mujeres es difícil hermana, no podemos llegar (Elizabeth Vargas, Ejecutiva Provincia Loayza, 25/08/15).

Los conflictos en este campo también se dan porque las dirigentes llegan a ser la "competencia" de los varones y esto genera roces. Cualquier muestra de mayor capacidad es vista como una amenaza y por lo tanto la dirigente puede vivir distintas formas de exclusión o discriminación para frenar su posible carrera política.

Otro aspecto que no es conflictivo pero que es parte del imaginario actual de las mujeres dirigentes del nivel provincial y departamental de La Paz es el reconocimiento de que esta etapa de apertura a la participación política y sindical de la mujer, se debería paradójicamente a un varón, como es el presidente Evo Morales, tanto por ser de "la misma clase", como también porque reconoce la importancia de las mujeres. Es paradójico porque muestra una lógica patriarcal, implica una condición de "indefensión" y una prerrogativa que tenía que darles un varón, hecho que deja ver la falta de "conciencia" de una lucha y logros propios.

 

CONFLICTOS DE GÉNERO Y CULTURA POLÍTICA CON LA PARALELA "TÚPAC KATARI"

El accionar estrecho o separado, dependiente o autónomo, de la práctica dirigencial de las mujeres puede ser fuente de conflictos. La gestión de Felipa Huanca, elegida el año 2010 y reelegida el año 2012, se caracterizó por la búsqueda de la "autodeterminación", presente en el estatuto de las "Bartolinas" como parte del discurso katarista. En tal línea asumió posiciones políticas y planteó objetivos de gestión que generaron conflictos. Se identificó un discurso y decisiones políticas autónomas, vínculos con instancias de poder político (Presidente, ministerios, ONG, etc.) de forma "no coordinada" con la Federación "Túpac Katari"; proyectos, financiamiento, convenios, dotaciones, equipamientos, etc. para su organización, para las provincias e incluso para la organización de varones.

Esta forma de ejercicio autónomo de la gestión sindical al subvertir un orden establecido en cuanto a la dependencia que suelen mostrar las organizaciones de mujeres de las organizaciones de varones, genera para las "Bartolinas" momentos de conflicto latente, aunque no siempre manifiesto en los tres espacios más usuales de relacionamiento entre ambas organizaciones: en espacios de decisión orgánicos como ampliados, congresos, reuniones, etc.; en eventos llamados de "capacitación" como ser seminarios, talleres, etc.; y en espacios de movilización como marchas, proclamaciones y en general eventos políticos.

En los últimos años, la movilización de las organizaciones indígenas campesinas no solo obedece a objetivos reivindicativos de sus derechos sino también al apoyo político o no al partido gobernante. Este aspecto se convierte en motivo de conflicto. A continuación, recuperamos un fragmento de la entrevista con Felipa Huanca, a propósito de la posición asumida por la Federación "Túpac Katari" por la nueva delimitación de circunscripciones del Tribunal Supremo Electoral el año 2014:

...Túpac Katari ha marchado contra el Presidente, han votado para marchar, y yo le he dicho: no vamos a marchar. Y me han empezado a criticar: ¡la Felipa Huanca nos ha dividido a Túpac Katari!, ¡fuera de Federación Felipa Huanca! Así gritaban pues, desde Erbol grave todos me han sacado y me han insultado, pero así he aguantado. Las hermanas cuando alientas se ponen fuertes, entonces esas cosas han visto; por eso también estos apoyos hemos recibido en la gestión de gobierno. ¡No vamos a marchar nosotros sino vamos a proponer qué cosa no ha cumplido! Mejor es hablar, vamos ir a hablar. Entonces cuando dices eso ya eres de derecha, [los hombres] ya te miran así, ya te atacan [...]. Entonces no pensamos lo que dicen los hermanos, [...] estamos peleando también, después nos abuenamos nomás. Ustedes se han equivocado mal han quedado pues, nosotros ahí bien parado salimos (se ríe) de eso a veces te buscas envidia, te molestan (Felipa Huanca, Ejecutiva de las Bartolinas La Paz, 9/07/15).

El accionar de la federación de mujeres es apoyado por algunos hombres y criticado por otros. Esto se observa en los ampliados, pero también en hechos particulares, como la detención del diputado Jorge Choque por el caso FONDIOC. En este caso los representantes de la provincia Omasuyos planteaban la necesidad de una marcha de protesta por esta detención, mientras que otros cuestionaban la decisión señalando que no habiendo dicho ni hecho nada en ocasión de la acusación a Felipa Huanca — por el mismo caso— la "Túpac Katari" no tendría que decir ni hacer nada por el diputado Choque. Las dos posiciones merecieron un amplio debate pero dejaron entrever los diferentes criterios con que se juzgan acciones de hombres y mujeres.

Los conflictos que surgen muestran nuevamente la articulación de una cultura política autoritaria y hegemonica de los varones frente a una cultura política colectiva y de tendencia a la autonomía de las mujeres que tiende a ser subvertida. Las posiciones machistas y patriarcales pugnan por volver a un orden establecido tradicionalmente.

El tema económico es otro elemento de conflicto. Felipa Huanca en su gestión plantea el fortalecimiento orgánico10 y político11 de la Federación, y, habiendo tenido éxito en ambos aspectos, propone un tercer objetivo: el fortalecimiento económico12, que rompe nuevamente con el esquema de acción sindical. Los varones empiezan a ver con susceptibilidad los logros en la aprobación y gestión de proyectos y el manejo de recursos, mientras ellos se encuentran en ampliados y congresos con otros sectores sociales, en debates políticos e ideológicos. Es así que reclaman por los "privilegios" de las mujeres, pero también se sienten interpelados por la expectativa que en este caso la organización de mujeres despierta con su accionar más pragmático, frente a la práctica sindical masculina más ideologizada y discursiva.

El estereotipo de incapacidad femenina comienza a ser desmontado, más aun cuando Felipa Huanca es invitada a ser candidata para la Gobernación, siendo que ellos postulaban a un varón13, Eugenio Rojas, y se ven obligados por la fuerza del "instrumento" a apoyar a una mujer, aunque según entrevistas a los dirigentes de la "Túpac Katari", ellos "no creían" que Felipa "pueda" ganar la elección.

Cuando surge la denuncia del FONDIOC nace un nuevo argumento, el de "corrupción"14, que reemplaza al de la incapacidad de las mujeres en los sindicatos, apoyados ambos en la desconfianza de varones (y también mujeres) hacia las mujeres. En ese sentido no es casual que ante el conflicto del FONDIOC, la "Túpac Katari" se mantuvo silenciosa, por lo menos hasta que detienen al diputado Choque, ex ejecutivo de esta Federación, por el mismo caso, que es cuando se sienten afectados y se pronuncian.

Los conflictos que se dan entre ambas organizaciones, y que hemos podido identificar en la investigación, muestran dos culturas políticas aparentemente similares por la vinculación sindical y político partidaria, pero que en la práctica son diferentes. Los varones despliegan un accionar sindical más ideologizado donde asumen un rol de participación política como representación de clase, como sector que debate y apoya políticamente, y sus dirigentes tienen un accionar más orgánico pero individualizado, es decir, orientado hacia lo que cada quien considera que debe hacerse. La práctica sindical masculina busca la coordinación y acuerdos con otros sectores sociales sindicales y sujetos del campo político como la Central Obrera Boliviana (COB), los interculturales, etc.; este accionar es facilitado porque estas otras organizaciones son también masculinas y responden al mismo tipo de práctica tradicional del sindicalismo que genera cúpulas masculinas para reunirse y decidir entre ellas, y de una manera probablemente naturalizada excluir a las mujeres de los medios y espacios de decisión.

Por su parte, el accionar sindical y político de las mujeres tiende a ser más autónomo y corporativo, también más grupal, y se vincula poco con otros sectores ya que las mujeres aún no son reconocidas como sujetos políticos con legitimidad. Ellas, entonces, asumen objetivos orgánicos y políticos mucho más pragmáticos que los varones. Aprovechan su condición de grupo de mujeres y movilizan los vínculos que la organización y la situación política les permiten. Así, según Felipa Huanca, mientras ellos están discutiendo, "nosotras estábamos haciendo proyectos". Los varones se sienten desplazados y hasta relegados pero al mismo tiempo, afirma la dirigente de las "Bartolinas", en proyectos que ellas gestionaban y lograban15 que se financie, los de "la Túpac" terminaban adhiriéndose y, por lo tanto, también beneficiándose.

 

CONFLICTOS DE GÉNERO Y CULTURA POLÍTICA CON LA CONFEDERACIÓN NACIONAL

La jerarquización orgánica, intermediada por citaciones, invitaciones y comunicados pero principalmente por las relaciones interpersonales e interdirigenciales, marca la relación entre la Federación Departamental y la Confederación Nacional "Bartolina Sisa". Aunque se supone que al existir una estructura, esta debería favorecer la "coordinación", en la práctica las relaciones tienden a la subordinación de los niveles departamentales y a la instrumentalización de los niveles provinciales, que pueden ser vistos solo como una masa de "apoyo" y de "movilización".

La conflictividad surge porque la vinculación es por lo general de arriba hacia abajo16. Una fuente de conflictos es la toma de decisiones exclusivamente en el nivel nacional para actividades o eventos en los que las departamentales deben "acatar", como por ejemplo "asistir a concentraciones acompañadas de sus bases" (tal como señalan los instructivos), hecho que genera descontento pues las posibilidades de convocatoria del nivel departamental dependen de las condiciones y la disponibilidad de las provinciales, por lo que las demandas del nivel nacional no siempre son posibles de satisfacer. Este conflicto es de cultura política ya que la jerarquización de las relaciones no permite una articulación real de intereses, convirtiendo a las departamentales en satélites de la nacional.

Por otro lado, en el nivel de la dirigencia sindical existen usualmente pugnas de liderazgo en torno a "quien y de qué departamento" asume las secretarías ejecutivas de las federaciones nacionales ("Bartolina Sisa" y "Túpac Katari"). Esta pugna interdepartamental, en el imaginario de las dirigencias campesinas de varones y ahora de mujeres, avanza hacia una pugna étnica entre aymarás y quechuas. De acuerdo a lo que señalan las dirigentes de La Paz en las últimas décadas17 las organizaciones campesinas han sido dirigidas por quechuas18, logro alcanzado a través de estrategias como establecer pactos de apoyo entre "las quechuas", pero también debido a que las organizaciones provenientes de zonas aymarás tienden a la confrontación y al resentimiento, aspectos que influyen para que estos espacios políticos queden a su cargo. En este caso la expectativa aymara sería recurrir a la rotación. La ejecutiva nacional Juanita Ancieta, sin embargo, señala que esta frecuencia de dirigencia en manos quechuas no se debería a diferencias o intereses étnicos o culturales sino a la democracia de mayorías y minorías, además del reconocimiento al papel que ciertas líderes habrían jugado en relación a los logros políticos que el campesinado alcanzó hasta la fecha.

Estas dos percepciones contradictorias expresan el escepticismo con que se aceptan los liderazgos, pero también las diferentes prácticas orgánicas y políticas. Las mujeres de la Federación atribuyen a la cultura política aymara la tendencia a la fragmentación o faccionalismo en contraste con la imagen de concertacion que tiene la cultura política quechua. Finalmente también es claro que en este campo la unidad de clase puede terminar encubriendo esta posible contradicción.

...no falta envidia. A nivel nacional hay miramiento. Nosotras como La Paz, como somos sede de gobierno, somos veinte provincias entonces [tenemos] fuerza, pero la nacional a veces mira: ¿por qué siempre La Paz? Hay otros departamentos. Y a mí dos veces me han [dicho] que Felipa solo piensa por La Paz. Soy ejecutiva del departamento de La Paz, tengo que pensar eso, a pesar que he sido secretaria general de la nacional, y no te dejan, no te dejan, los quechuas se unen, Oruro. La Paz nomás es aymara; entonces a veces Oruro una parte quechua también es entonces se unen y a veces lo dejan a La Paz sólito... (Felipa Huanca, Ejecutiva de las Bartolinas de La Paz, 9/07/15)

...como nueva generación yo no quisiera que pequeñas diferencias o por pequeños malos entendidos nazca entre nosotros "miramientos", entre quechuas o aymarás. No tiene que haber eso [...]. Seamos quechuas o aymarás estamos en una lucha y tenemos que estar preparadas, unidas frente a la derecha, al imperio capitalista, ¿no? Nos tiene que llamar la atención. No es casual que nuevamente la derecha, la injerencia de Norteamérica nos ataca a Latinoamérica [...] no es conveniente seamos quechuas, aymarás entre nosotros pelear; más bien tenemos que unirnos. A veces no es fácil entendernos, es el idioma, nada más, después somos los mismos, pero... nuestra cultura se respeta [...] más allá la lucha es en conjunto hombres y mujeres... (Juanita Ancieta, Ejecutiva nacional de las "Bartolinas", 13/08/15).

Finalmente, una última fuente de conflictos identificada en el estudio, surge por la estrecha relación sindical-político partidaria de la Confederación Nacional con el actual gobierno, que hace que este nivel organizativo termine siendo uno de los más importantes operadores del apoyo orgánico al "proceso de cambio". Se puede decir que la Confederación Nacional subordina abiertamente el accionar sindical al objetivo de apoyo al gobierno, mientras que esta subordinación es mucho más tenue en el caso de las departamentales; sin embargo, al estar apoyadas las relaciones en la estructura jerárquica el apoyo termina siendo diseñado e impuesto hacia el nivel departamental.

En este tema, las dirigentes de las "Bartolinas" de La Paz señalan que en alguna ocasión hicieron notar al nivel nacional que "no todo tiene que ser política o proceso de cambio, también somos sindicato y tenemos que trabajar para las compañeras", sin embargo esto es asumido como "traición" y en muchos casos las dirigentes que cuestionan cualquier decisión de la nacional son estigmatizadas como "de derecha" o como "traidoras al proceso", por lo que se ven obligadas a callar. Esto es parte de una cultura política autoritaria en lo político e ideológico ya que antepone el interés político al orgánico:

...el hermano Presidente es de nuestra gente, ya no se puede apoyar a otra gente. No vamos a apoyar a Samuel Doria Medina. Presidente es otra cosa, pero dentro de eso ya han metido a la organización, eso ahora puede traer problemas, hasta [que continúe] presidente Evo va a estar bien nomás las organizaciones [...]. Un partido político con el tiempo puede morir, puede terminarse. La organización es otra cosa. En esto hemos tenido con la nacional muy fuerte choque. Cuando ya dices y quieres plantear [que] realmente no estamos preocupándonos de la verdadera organización [...], eso cuando quieres plantear ya te atacan nomás, ya eres de la derecha, así serios problemas tenemos también (Felipa Huanca, Ejecutiva de las Bartolinas de La Paz, 9/07/15).

Para Felipa Huanca estos conflictos entre lo sindical y lo político partidario ponen en riesgo la legitimidad de la organización, cuya construcción histórica va más allá de los partidos políticos; desde este tipo de discurso nuevamente emerge la pugna por un apoyo no subordinado o una integración total entre sindicato y partido, relación que aparentemente es más sólida a nivel de las organizaciones nacionales de campesinos/as que a nivel provincial y subprovincial.

 

CONCLUSIONES

Aparentemente en los últimos años la exclusión de la que han sido objeto las mujeres indígenas y campesinas del país en el ámbito sindical y político, empieza a cambiar mediante mecanismos estatales normativos, así como por discursos que plantean como parte de la modernización la equidad de género, mientras que por el lado de las organizaciones andinas se postula que esta equidad siempre existió bajo la lógica de la complementariedad llamada chacha/warmi.

Estos mecanismos y acciones quedan limitados en la medida que observamos que en la cotidianidad, la inserción de las mujeres en política no es fruto ni de la lógica andina ni de la norma jurídica, por el contrario, se puede decir que como un resultado probablemente no esperado, estos mecanismos terminaron y terminan reforzando el papel subalterno de la mujer en tanto que no cuestionan las estructuras y mecanismos patriarcales de exclusión de las que son víctimas. Así, tener el 50% de acceso a los cargos o tener derecho al voto, no necesariamente permite que las mujeres tengan una participación real, como tampoco el hecho de que exista un dirigente varón y una mujer a su lado no asegura que el ejercicio del poder o de la toma de decisiones será equitativo.

A partir de la investigación, vemos que es en la cotidianidad que las mujeres van negociando o probablemente imponiendo y asumiendo sus espacios y formas de participación en el campo sindical y político, pero paradójicamente esto parece estar condicionado no solo por hombres sino también por mujeres, no solo por su propia cultura sino también por la cultura dominante, no solo por sus organizaciones sino también por el Estado.

En la misma línea de razonamiento, en la relación entre organizaciones sindicales, que hoy en día está marcada por procesos de urbanización y modernización de la población indígena y campesina, vemos que estas subsumen los intereses de género al interés de clase, y que al mismo tiempo se articula la subordinación de género a la subordinación cultural, donde las mujeres a través de los sindicatos al igual que los hombres inician un camino de autonegación y aspiran a la modernidad, al ascenso social y económico, aunque ello implique masculinizar su inserción en política o ingresar en política de forma subordinada.

Otro elemento de análisis son las implicaciones de cultura política y género que para las mujeres tiene esta apertura a su participación. Durante la investigación percibimos una especie de "forma femenina de hacer política en construcción" principalmente cuando veíamos un actuar grupal frente a un accionar colectivo pero a la vez individual masculino, un accionar más pragmático frente a un actuar ideologizado y esquematizado masculino, un énfasis en la negociación femenino frente a la demanda e imposición masculina; lo que podría dar cuenta de una aparente cultura política femenina, que sin embargo requiere de otros estudios que profundicen en esta idea, en la medida que la investigación se basó en una experiencia sindical política. Aunque también las experiencias muestran la tendencia a las relaciones prebéndales, la elitización y la exclusión en las organizaciones de mujeres.

Un punto de reflexión se orienta a las condiciones en que se encuentra el imaginario y la mentalidad de la sociedad urbana y rural ante el ingreso de la mujer campesina e indígena en espacios sindicales y políticos. Aunque no deja de haber una apertura masculina, nos preguntamos por la mentalidad social en que se apoya esta apertura. Y las hipótesis van más por el lado de que la sociedad fue adoptando un imaginario que otorga el derecho individual a participar tanto a indígenas como a campesinos pero sin dejar de estigmatizar su condición de subalternidad. En el caso de la mujer indígena o campesina el ingreso en política es mucho más difícil pues debe atravesar además de la barrera racial la de género. Claramente los varones aceptan que las mujeres se organicen y participen de la vida pública sindical cuando son útiles para masificar sus movimientos y fortalecer sus proyectos, pero cuando ellas tienden a tener un accionar y proyecto autónomo o ya no necesiten de ellas, asumen que las mujeres "no saben" o "no pueden" participar.

Estas narrativas son reforzadas por el peso racial en el ámbito urbano y profundizadas por los medios de comunicación. En este contexto, la subjetividad de la mujer campesina dirigente se re-crea, pues está entre el mundo urbano y el mundo rural, entre el mundo de la cultura propia y la impuesta, entre nuevos códigos de la "forma del ser mujer" y sus raíces culturales, esencialismos de género que cada cultura tiene y que a su vez las constriñen para una real participación.

Finalmente, las posibilidades de participación de las mujeres campesinas e indígenas de las "Bartolinas" también dependen de una estructura de organizaciones nacionales igualmente jerárquicas que subsumen su expectativa de "participación real" a un procedimiento representativo y simbólico. Y a pesar de la creciente conciencia de capacidad organizativa (condición colectiva) y la conciencia de condición de exclusión y manipulación de las mujeres (condición más individual) que encontramos en nuestra investigación, la Federación Departamental de las Bartolinas de La Paz llegaría a ser solo un ente legitimador de una experiencia de participación política de la clase campesina encarnada en un partido político que según las entrevistadas se vincula con su base social solo en etapas electorales.

 

NOTAS

2 El Fondo Indígena Originario Campesino, cuya denominación legal es Fondo de Desarrollo para los Pueblos Indígenas, Originarios y Comunidades Campesinas, nació el año 2005 por DS 28571, pero su funcionamiento comienza el año 2010, con el objetivo de "financiar proyectos de desarrollo productivo y social que beneficien de manera directa a los Pueblos Indígenas, Originarios y Comunidades Campesinas". Los beneficiarios de este Fondo son cinco organizaciones nacionales: Confederación Indígena del Oriente Boliviano (CIDOB), Consejo Nacional de Ayllus y Marcas del Qullasuyu (CONAMAQ), Confederación Sindical única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), Confederación Sindical de Comunidades Interculturales de Bolivia (CSCIB), Confederación Nacional de Mujeres Campesinas, Indígenas Originarias de Bolivia "Bartolina Sisa" (CNMCIOB - BS) y tres regionales: Asamblea del Pueblo Guaraní (APG), Coordinadora de Pueblos Étnicos de Santa Cruz (CPESC), y la Central de Pueblos Étnicos Mójenos del Beni (CPEM-B). Actualmente el FONDIOC es objeto de investigación por denuncias de corrupción.

3 Corriente sociológica de comprensión de los comportamientos a partir de la construcción de significados. Ver: Flick, 2007.

4 Según Felipa Huanca, su reelección se dio porque muchas iniciativas podrían quedar a medias, ya que gran parte de su primera gestión pasó haciendo trámites jurídicos para regularizar la situación de la Federación Departamental (Entrevista 18/11/2015).

5 Que a su vez son las que también predominan en la organización de varones Túpac Katari.

6 Un dato que muestra la diferencia y distribución numérica en el congreso de 2015 es la cantidad de credenciales solicitadas y recogidas por cada provincia. En el XVI Congreso se dispusieron 4.000 credenciales, y se registran 810 titulares y 500 adscritos (mayoría varones). La provincia Ingavi recogió 318 credenciales, Aroma, 420 y Los Andes, 63 credenciales.

7 Una de las ejecutivas de las provincias grandes que solicitó permanecer en el anonimato, señala que en su provincia, por lo general, los varones elegían con anterioridad a quien irá para ejecutiva, y ellas solo respaldan la decisión, lo que evitaba problemas. Mientras que en otras provincias los problemas se dan porque las mujeres no aceptan estas imposiciones.

8 Esta situación ajena a la gestión de los proyectos por parte de las dirigentes provinciales es muy diferente en el nivel departamental en el que sí se empiezan a gestionar proyectos, sin intermediación de ONG, aunque el presupuesto por lo general es desembolsado directamente a la empresa adjudicada o bien a dos o tres representantes de base de las o los beneficiarias/os.

9 Las "Bartolinas", la CSUTCB y la Confederación de Comunidades Interculturales en su nivel nacional son parte de la base orgánica del MAS - IPSP y por lo tanto también sus subniveles organizativos.

10 Logra que las 20 provincias tengan sus ejecutivas y promueve la creación de los niveles de central y subcentral.

11 Para esto, visita lugar por lugar, con lo que su capacidad de convocatoria crece a diferencia de la de los varones. Impulsa la formación política del liderazgo de las mujeres creando una escuela propia, según ella, para dejar de depender de las ONG que "siempre" captan financiamiento de proyectos a nombre de la capacitación para las mujeres campesinas, sin que ellas conozcan los objetivos de tales capacitaciones ni el monto de financiamiento.

12 Generar financiamiento para proyectos productivos para las mujeres de las provincias.

13 Según Felipa Huanca, las "Bartolinas" también postulaban a un varón, es decir apostaban por la reelección de Cocarico, sin embargo, ante la sugerencia de su nombre por parte del Canciller a la Coordinadora Nacional para el Cambio (CONALCAM), y al haber "rechazado invitaciones" anteriores, consideraron como Directiva, junto a las ejecutiva provinciales, que debían aceptar. Decidieron que no podían seguir negándose a entrar como organización a la carrera política, además a Felipa Huanca "solo le faltaba dar su informe para acabar su gestión".

14 En el Congreso en el que presenta su informe de gestión, Felipa Huanca, acompañada de documentos, afirma que siendo ella ejecutiva de una organización departamental, no es parte de la directiva del FONDIOC, por lo tanto no tiene control sobre el dinero de dicho fondo. Señala también que se adjudicó un proyecto para "fortalecimiento y equipamiento de las oficinas de las Bartolinas", del cual recibió un desembolso, y entregó un informe de descargo que no tuvo respuesta de los técnicos del FONDIOC; restando un desembolso de Bs 30.000, motivo por el que su nombre salía entre el total de proyectos observados. El reglamento del FONDIOC establece que la dirigencia departamental solo debe avalar los proyectos presentados por sus provincias, por lo que la departamental es solo una instancia más de aprobación y gestión de proyectos.

15 En el Congreso en el que Felipa Huanca presentó su informe de término de gestión, identificó los siguientes logros: el equipamiento de la Federación Departamental incluida una radio y movilidad, la documentación de la organización y del inmueble que ocupan, la firma de 12 convenios con instituciones para que las mujeres "se formen y se capaciten", la ejecución de más de 22 proyectos y otros por ejecutarse con financiamiento comprometido, junto a otras actividades realizadas. En respuesta, recibió una importante aprobación de las delegaciones (22 - 23 de junio, 2015).

16 Mientras que en el nivel departamental - provincial las relaciones tienden a ser más horizontales, principalmente entre mujeres, esto debido a que en estos dos niveles fluyen demandas que por lo general van de abajo hacia arriba.

17 Según Felipa Huanca desde que Felipe Quispe dejó de ser ejecutivo de la CSUTCB, esta organización fue manejada por quechuas o por quienes apoyan a quechuas.

18 En el caso de las "Bartolinas", se refiere a que quienes han asumido la secretaría ejecutiva son del Chapare (Silvia Lazarte, Leonilda Zurita, Juanita Ancieta) o Tarija (Julia Ramos).

 

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