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Tinkazos

versión On-line ISSN 1990-7451

Tinkazos vol.18 no.37 La Paz jul. 2015

 

ARTÍCULOS

 

De lo colonial en los tomos de Bolivia, su historia

 

The concept of the colonial in the Bolivia, su historia collection

 

 

Evgenia Bridikhina1
1
Historiadora, doctora en Sociología, docente de la Carrera de Historia de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA).
Correo electrónico: bridiwoman@hotmail.com.
La Paz, Bolivia.
Fecha de recepción: mayo de 2015 Fecha de aprobación: junio de 2015 Versión final: junio de 2015

 

 


Resumen

En este artículo se reflexiona sobre el uso de los temas coloniales en varios tomos de la colección Bolivia, su historia. La autora repiensa el concepto de "lo colonial" a lo largo del tiempo y analiza el funcionamiento del Estado colonial a través del uso de la violencia y de los pactos. Así, plantea el tema de las rupturas y continuidades entre distintos períodos y etapas históricas y la pertinencia del uso del concepto "colonial".

Palabras clave: Historia de Bolivia / colonial / Estado / dominación / violencia / pactó colonial / redes / rupturas / continuidades


Abstract

This articie óffers some thóughts ón the use of colonial tópics in severai vólumes of the Bolivia, su historia collection. It seeks to rethink the concept of "the colonial" over time and analyse how the colonial State functioned through the use of violence and pacts. This suggests that there were breaks and continuities between historical periods and points to the relevance of using the concept of "the colonial".

Key words: History of Bolivia / the colonial / State / domination / violence / colonial pact / networks / breaks / continuities


 

 

La reflexión sobre el tema de lo colonial en la colección Bolivia, su historia se encuentra principalmente en los tomos dedicados a este período: el tomó 11 {La experiencia colonial en Charcas, siglos XVI-XVII) que abarca desde 1533 hasta 1700, es decir, desde la llegada de los españoles a los Andes hasta la finalización del reinado de la dinastía de los Habsburgos 0 de las Austrias y el tomó III {Reformas, rebeliones e Independencia, 1700-1825) que comprende el período desde 1 700 hasta 1825, esto es el siglo XVI11 y las primeras décadas del siglo XIX, llegando hasta la independencia de la monarquía española. De esta manera el tomó II incluye los temas de invasión, la conquista y el establecimiento del sistema colonial, mientras que el tomó III trata sobre la crisis del sistema colonial y la emergencia de un nuevo sistema político.

Nó obstante, este tema también está presente en varios tomos de la colección como una de las cuestiones que atraviesa el marcó temporal del período de la dominación española. Así, en el tomó I {De los orígenes a los Estadosprehispdnicos, 10000 a.C - 1540 d.C) se hace un puente con el período colonial, en cuanto se analizan los últimos acontecimientos de la historia del imperio incaico, es decir, los conflictos políticos y bélicos que tuvieron lugar luego de la muerte de Huayna Cápac entre sus dos hijos Huáscar y Atahuallpa, para explicar el rol nefasto que estas tensiones dinásticas jugaron posteriormente durante la invasión española. El relató sobre los acontecimientos en Cajamarca y sus repercusiones permitieron vincular los temas sobre la civilización inca con el procesó del establecimiento de un nuevo orden en los Andes. Asimismo, se analizan las migraciones de los grupos étnicos de las tierras bajas, los primeros encuentros de los españoles que penetraron desde el Atlántico, y se sostiene que la migración de los guaraníes se intensificó a partir de la conquista, puesto que estos aprovecharon de sus nuevos aliados. Estos temas tienen continuidad en los tomos siguientes.

Los autores de los tomos 11 y 111, propusieron cuestionar una visión simplificada de este largó período histórico cómo tan sóIó un período de dominación y opresión, rasgó distintivo de la historiografía que se basa en la tradición decimonónica que invisibiliza y tilda de oscuro al período colonial. Asimismo, pretendieron romper con la práctica establecida por la historiografía boliviana que proporciona una mayor importancia a los acontecimientos, utiliza la cronología con fechas específicas basada en los momentos de cambio del sistema político y el establecimiento de un nuevo grupo en el poder; por ejemplo, la etapa colonial se inicia en la primera década del siglo XVI basada en los "descubrimientos" y conquistas y termina en las primeras décadas del siglo XIX con las "independencias". En cambio, en los tomos que presentamos, los autores pensaron en la necesidad de establecer procesos de más larga duración para entender los lentos cambios que se dieron tanto en la economía como en la sociedad y el pensamiento; de esta manera, asumieron el reto de pensar "lo colonial" como un proceso de larga duración.

El desafío se expresó también en intentar repensar el concepto de "lo colonial". A lo largo de los siglos XX-XXI el uso del concepto "colonial o coloniaje" se empleó desde distintas posiciones ideológicas y en contextos distintos: en el ambiente académico, en la escuela, en los libros de historia, en las páginas de los periódicos, en los discursos políticos, distorsionando muchas veces una aproximación objetiva. Se llegó al puntó de que, como djjó la historiadora francesa Annick Lempériére (2005), especializada en historia latinoamericana, se calificó y se describió como colonial "sin discriminación cualquier dató, cualquier fenómeno histórico ocurrido en América durante el período anterior a la independencia", produciéndose la "reificación" del concepto. La "reificación" significa aplicación del concepto a "épocas distintas dentro de un extenso periodo, las mismas categorías y calificativos"; aunque se trate de "las sociedades y los grupos socioculturales, las voces y los conceptos cobran sentidos sumamente diferenciados". Es por esta razón que los autores y coordinadores de los tomos II y III, después de un arduo debate, decidieron romper con este esquema tradicional y nocivo que encasilla los conceptos, los reduce y simplifica.

Esta ruptura se expresó justamente en un nuevo análisis de los procesos que pareciera estuvieron resueltos por una historia tradicional. Así, la mayoría de los historiadores colocan la fecha de 1538 como la de finalización de la conquista en el territorio de Collasuyu, sin dejar opción de resistencia a los grupos indígenas. No obstante, consideramos que la finalización del procesó de la conquista se produjo al concluir las guerras entre almagristas y pizarristas. Por otro lado, en el tomó 11 se analiza el desarrolló de los acontecimientos relacionados con la invasión y la conquista en el territorio de Cóllasuyu y Charcas, ampliando la mirada tradicional que desarrollaba el relató de la conquista exclusivamente en el Cusco. El relató de la conquista se ha enriquecido con los nuevos aportes sobre la batalla de Cochabamba (1538) entre la hueste española y los ejércitos indígenas, con el análisis de la "entrega" de Porco y Potosí, con la reflexión sobre la actuación abiertamente rebelde y resistente con Manco Inca, refugiado en la selva y la actitud pactista de Paullu Inca. De este modo, no se trata de un simple recambio de fechas, sino de una visión que permite, por fin, responder a la pregunta por qué los indígenas no resistieron a un reducido grupo de españoles.

Consideramos que esta resistencia tuvo lugar y se prolongó hasta 1542, cuando se puede hablar sobre la victoria del proyectó realista, tomando también en cuenta que existe otra opinión según la cual la resistencia abierta al procesó de la conquista se prolongó hasta el episodio de Vilcabamba (1572). En el tomó II rescataron la participación de los indígenas en la conquista y el peso de las alianzas entre españoles y naciones contrarias a los incas. De la misma forma, se examina el movimiento de los guaraní-chiriguanos tomando en cuenta que la conquista de estos territorios no se desarrolló de la misma forma que en las tierras altas.

En cuanto a la base teórica, los autores del tomo 11 partieron de la reflexión en tornó a los conceptos de invasión y conquista que marcan la situación jurídica de los territorios de las Indias incorporados a la Corona de Castilla. Aunque teóricamente estos podían gozar de los mismos derechos que otros territorios que formaban parte del imperio español, sin embargo, la conquista militar otorgaba derechos sobre los vencidos en la guerra que se expresaban en obligaciones impuestas en distintas formas de trabajo forzado y en la tributación, diferenciándolos de los subditos de otros territorios del imperio que pasaron a formar parte del mismo como resultado de la legitimidad dinástica.

Asimismo, a lo largo de las páginas del tomo II, sus autores intentaron desvelar la característica del Estado colonial propiamente dicho. Para entender la especificidad del Estado colonial, se propuso ver a Charcas como parte de los "Reinos de las Indias" de la "monarquía española compuesta" gobernada por la dinastía de los Habsburgos. Se puso el énfasis en la idea que este era un Estado distinto del Estado decimonónico en cuanto al poder de los distintos cuerpos que formaban parte de él, a los pactos con distintos grupos sociales, a una relación con el rey lejano y a la existencia de una hegemonía de los proyectos coloniales. Se consideró que la estructura estatal jerarquizada verticalmente se movió a través de las interdependencias y redes del poder que se extendieron desde la corte de Madrid y los virreyes hasta las comunidades y pueblos más remotos. Las redes también funcionaron a nivel económico a través de la participación de los diversos actores en los mercados locales y virreinales, sosteniendo, además, un sistema de exacción masiva. Asimismo, se sostiene que el orden colonial se basaba en una organización política (cabildos, corregimientos, audiencia), económica (encomienda, repartimientos, cacicazgos), social (legislación indiana, jerarquización de grupos sociales) y religiosa (estructura de la Iglesia secular y regular).

Una de las ideas principales es precisamente la del Estado colonial y se sostiene que este se basó en el principio de la dominación, tomando en cuenta que se trata de distintas formas de dominación. Primero, se trata de la dominación espacial que se presenta como el monopolio establecido por la metrópoli sobre el comerció y control del capital comercial de Lima sobre la región de Potosí y su producción de plata, siendo Potosí el centró de atracción de los capitales, mercancías y manó de obra de las zonas agrícolas y ganaderas. En lo referente a lo económico, se pensó en la apropiación de los bienes materiales como los frutos de trabajo / tributo y de la mano de obra / mita; en lo social, se pensó en dominación reflejada en el acceso a los puestos administrativos y otros privilegios como títulos y reconocimientos basados en la pureza de sangre y la procedencia étnico-racial. La dominación simbólica se expresa en el reconocimiento simbólicó-religiósó de la soberanía del rey de España, lengua, usos y costumbres, módós de residencia, fiestas, propaganda regia y arte religioso.

¿Cómo fue lograda esta dominación a lo largo de los siglos XVI-XVI I? Indudablemente, la violencia estuvo presente en todas las etapas, en particular en la primera y en la segunda que incluyó el período de la invasión, la conquista y las guerras civiles, cuando la violencia estuvo dirigida contra los indígenas a lo largo de la época denominada colonial. Se sostiene, sin embargo, que la nueva sociedad no se construyó exclusivamente en base de la violencia militar, política 0 simbólica. Desde sus primeros pasos, los conquistadores tuvieron que pactar con las élites indígenas; estos pactos pervivieron a lo largo de estos dos siglos. El concepto del pacto colonial es otro de los conceptos claves que refleja la idea del constante proceso de negociación que tenía lugar entre y en los múltiples espacios del poder, entre la metrópoli y el ámbito local indiano. En el tomo se considera, al igual que en trabajos de muchos otros autores, que el pacto colonial se efectuó desde los primeros años de la conquista, tratándose de la transferencia simbólica y material de poderes al rey de España por parte del Inca y los señores étnicos locales a cambio del reconocimiento de sus derechos.

Este pacto fue consolidado medio siglo después entre el virrey Toledo y los caciques del altiplano surandino: a cambio de ese reordenamiento y la consolidación de sus derechos territoriales, los curacas accederían a la entrega periódica de los contingentes mitayos. La Corona estableció estos pactos con otras fuerzas y actores de la sociedad colonial. Estos pactos distaban mucho de ser armónicos y se volvieron necesarios para ambas partes, dominantes y dominados: los primeros no podían gobernar sin pactar; los otros debían pactar para sobrevivir. No había armonía pero sí beneficios mutuos, claro que más para los primeros que para los segundos.

El concepto del pacto constituye el meollo de la comprensión de lo colonial, refleja la idea del proceso constante de negociación que tenía lugar entre y en los múltiples espacios del poder, entre la metrópoli y el ámbito local indiano. Respecto al tema del pacto, Lempériére señaló sobre una vaga precisión del concepto "pacto colonial":

Hoy en día se prefiere 'pacto colonial', expresión que viene a rematar, de manera fluida y elástica, un conjunto de datos bastante distintos entre sí: a veces se trata de los 'acuerdos' entre caciques indígenas y autoridades peninsulares sobre la organización del trabajó indio, a veces del conjuntó de las instituciones políticas, económicas, etcétera, que regían a las sociedades americanas sin distinción de condición, otras veces de las relaciones entre los colónos criollos y las instancias de poder en la metrópoli, se trate del comerció 0 de la asignación de los empleos públicos, sin que se identifique siempre de manera muy clara quiénes fueron los actores y los sujetos concretos de dicho 'pacto'(2005: 3).

Tomando en cuenta estas y otras críticas, se pensó en el concepto de pactó y la necesidad de visibilizar la complejidad de la sociedad que se Iba formando a lo largo de estos siglos y la Importancia de múltiples agentes coloniales. De esta manera, se amplió el concepto del pacto a otros sectores de la sociedad, partiendo de la ¡dea de que el sistema del pacto Incluyó asimismo los compromisos entre el Estado y los mineros de Potosí (azogue, mano de obra / quintos reales), entre los mineros y caciques (mano de obra o dinero a cambio), entre los caciques y hacendados (mano de obra / dinero), los caciques, corregidores y curas (mano de obra / favores). Los autores del tomo 11 consideraron el pacto colonial como la piedra angular del orden colonial basado en la dominación, se trata de pactos asimétricos y en muchos casos, Implícitos, fuera del esquema oficial Imperante. Estos pactos están contaminados por la corrupción; funcionaban como garantía para mantener la autoridad y los privilegios de las partes enjuego.

En el tomó 11 se sostiene la ¡dea que lo colonial no se entiende como un sóIó proyectó hómógeneizadór estatal, slnó que paralelamente existieron cuatro proyectos políticos, económicos, sociales y culturales: el de la Corona española, el de la Iglesia, el de los particulares y de las élites Indígenas. En la primera etapa los cuatro proyectos se entrelazaron, con el claró predominio estatal: el de la Corona, de dominio y construcción del Imperio; el de la Iglesia, con una sorprendente falta de estructura Institucional en los primeros años, que buscó convertir a los Indios a la nueva fe: por tanto conversión y conquista fueron Indisolubles. Los particulares (conquistadores) fueron el brazo ejecutor del proyectó estatal y la Corona tuvo que pactar con ellos para su realización. Finalmente, el proyectó de los Indios no era homogéneo: por un lado, existía el proyecto de las élites Incaicas que Incluía la versión abiertamente rebelde y resistente con Mancó Inca, refugiado en la selva, y la otra del pactó de Paullu Inca con el nuevo poder. Por otro lado, las élites lócales del Cóllasuyu tuvieron sus propios proyectos y planes que no siempre coincidían con los de los Incas.

En la segunda etapa, aproximadamente a partir de 1542, el proyecto del Estado para el establecimiento de un nuevo orden colonial, comprendía la Institución de la administración mediante el sistema de virreinatos, audiencias, corregimientos y la Real Hacienda. Debido a que las relaciones de poder se caracterizaban por la ausencia física y la lejanía del rey, se empleó un mecanismo que posibilitó el funcionamiento del sistema colonial basado en el monopolio político del poder real que Impulsaba y fomentaba luchas de competencia entre diversas estructuras políticas. El establecimiento de este sistema permitió vigilar a los conquistadores y sus descendientes que controlaban los recursos económicos y la vida política a nivel local y regional. Paulatinamente, el poder económico y político de los encomenderos se fue mermando y se conformó un nuevo grupo sódal compuesto por los poderosos mineros, hacendados y comerciantes.

Los proyectos de la Iglesia no fueron homogéneos en su forma de proceder y actuar. Las distintas órdenes religiosas tenían sus propias ¡deas sobre el destinó de la población indígena, con objetivos propios y sueños que no siempre coincidían con los de la Corona. En cuanto a los proyectos indígenas, hasta la llegada del virrey Toledo seguía viva la resistencia Inca en Vilcabamaba y, por ende, el proyecto de oposición al régimen de la dominación. Las investigaciones muestran la relación posible que hubo entre los Incas y los señores étnicos locales. Los mallkus fueron expuestos a una creciente presión por parte de los particulares y del Estado que pretendían obtener mayores exacciones y gozar de la mano de obra, pero varios de ellos lograron negociar con el poder colonial, manteniendo su riqueza y poder como señores naturales. El proyecto de la Corona en tierras bajas con la constante ampliación de los dominios españoles, tropezó con un obstáculo Importante: la existencia de pueblos indígenas que resistieron y pararon este avance.

En la tercera etapa las medidas y reformas implementadas por el virrey Francisco de Toledo en su larga gestión de gobierno, de 1569 a 1581, dieron cuerpo a lo que se ha llamado "el orden colonial" que imperó en Charcas y en el conjuntó del territorio peruano hasta los albores de la Independencia en el siglo XIX. Es a partir de las reformas toledanas que surgió claramente un mundo indígena diferenciado del español: la llamada "República de Indios". La sobrevivencia de la población indígena y su aporte (a través del tributo, la mita y otras contribuciones) era vital para el sostenimiento del orden colonial. Es por esto que Toledo garantizó el acceso a la tierra, el reconocimiento de las autoridades tradicionales, la prohibición de la presencia de españoles en los pueblos de indios y otras concesiones a las comunidades indígenas. Estas medidas fueron el germen de la exclusión y el racismo, pero irónicamente, también contribuyeron a la pervivencia del mundo indígena hasta nuestros días.

En la cuarta etapa (siglo XVII), las élites lócales criollas y españolas (mineros, comerciantes, hacendados) constituyeron la fuerza económica pujante de esta sociedad, aprovechándose del trabajó de los indios y gozando de los privilegios otorgados por la Corona. Los mineros formaban un grupo que recibió muchos beneficios a cambió de la producción minera ininterrumpida. Cualquier intentó por limitar estos privilegios fracasaba debido a la presión ejercida por los mineros y a la dependencia de la Corona hacia los envíos de la plata. Este y otros grupos se valieron, además, de la insuficiencia del control y de la corrupción de la administración colonial para desarrollar una actividad económica sin igual, paralela a la oficial.

Las autoridades étnicas sufrieron cada vez más una mayor presión por parte del Estado y de los particulares, al estar a cargo del cobro del tributo y del reclutamiento de la mano de obra indígena. Muchos de ellos fueron víctimas de violencia; pero consiguieron paliar la situación desarrollando las actividades económicas exitosas en el señó de la sociedad colonial. En general, mantuvieron el equilibrio entre las presiones de los agentes del Estado y las oportunidades del mercado. En el siglo XVII, los procesos de movilidad de la sociedad indígena alcanzaron niveles extraordinarios y se produjeron cambios en la composición social de la población en diversas zonas. Detrás de la aparente descomposición de las comunidades se encontraban sólidas estructuras étnicas y de parentesco que vinculaban a los indígenas con su lugar de origen a través de las obligaciones fiscales, sociales y familiares.

Las sociedades indígenas demostraron su extraordinaria capacidad de adaptación, calificada usualmente como estrategia de sobrevivencia; muchos proyectos económicos y sociales de los caciques, de las comunidades y de los individuos fueron indudablemente exitosos. Sin embargo, hay que posicionarlos dentro del sistema de dominación que permitía la acumulación económica, pero coartaba y desaprobaba la elaboración de un proyectó político propio.

Tradiciónalmente, el siglo XVII fue visto como una etapa dónde la voz de los oprimidos no se sentía sea por la violencia, resignación 0 apatía. Los caciques, tanto de la estirpe incaica como de otros grupos andinos, hicieron sentir sus opiniones, observaciones y críticas de la sociedad dónde les tocó vivir. Por otro lado, las sublevaciones indígenas locales a principio del siglo XVII, el "bandolerismo étnico" de los urus, la resistencia de los calchaquíes, el estado de guerra permanente con los chiriguanos revelan que, bajo una aparente tranquilidad, a lo largo del siglo, convivieron dos procesos contradictorios y complementarios: la aceptación y el rechazó al sistema colonial, acuñado por Stern y conceptualizado por Silvia Rivera como una "adaptación en resistencia". Algunos autores como Thierry Saignes consideran que los indígenas se encontraban en una situación de espera de que "algún día todo andará".

Por otro lado, no se puede hablar de una total y absoluta ruptura con el pasado prehispánico, puesto que "lo colonial" se sostenía sobre la base de las anteriores estructuras políticas, económicas y sociales. La práctica prehispánica del tributo se asemejaba mucho a la práctica del "pecho" o contribución que daban los campesinos castellanos a la monarquía española. Hasta la llegada del virrey Toledo, las comunidades indígenas pagaban parte de su tributó en especies a los encomenderos y a la Corona, se trataba generalmente de productos agrícolas o ganaderos producidos en las comunidades. A partir de las disposiciones emanadas por el virrey, el tributo se pagó solamente en metálico, lo que obligó a las comunidades a intervenir activamente en el mercado para así poder obtener el dinero que necesitaban para satisfacer el tributo.

El sistema de encomienda y repartimiento reestructuró el orden territorial preexistente, los grupos étnicos fueron repartidos entre varios encomenderos y las provincias prehispánicas se fragmentaron cada vez más. Sin embargo no se puede hablar de desmembramiento y desestructuración de las encomiendas como un hecho generalizado, puesto que los encomenderos necesitaban mantener la organización natural para poder extraer el tributó; a pesar de la conquista y la repartición de La Gasea, algunos grupos conservaron su división prehispánica y el patrón organizativo dual de los colectivos políticos (hurinsaya / hanasaya). Las reducciones fueron asimismo una medida implantada por el virrey Toledo, pero muchos pueblos de reducción fueron fundados sobre la base de pueblos que habían sido cabeceras en tiempos prehispánicós; la organización de barrios y calles de los pueblos nuevos siguió igualmente la organización tradicional de las parcialidades andinas ananI hurin.

Algunos grupos incluso lograron conservar 0 recuperar a sus mitimaes prehispánicós de los valles, otros pueblos también pudieron aprovechar la coyuntura colonial para recomponer así su "nicho ecológico" prehispánico. Los indígenas escapaban de la mita y del tributo a las tierras donde se encontraban asentamientos prehispánicós o enclaves de sus ayllus en los valles, siguiendo las pautas y patrones precoloniales. La explotación de la plata en el asiento de Pórcó y la Villa Imperial de Potosí, se produjo desde la época prehispánica. Las minas de Pórcó y Potosí fueron explotadas por los incas y por los mallkus locales. Las ciudades coloniales, que fueron una de las bases del asentamiento del nuevo poder, tenían sus "barrios de indios" en base de los asentamientos prehispánicós preexistentes.

La evangelización de los indígenas que se llevó a cabo a partir de la extirpación de la idolatría reorientó los ceremoniales y rituales prehispánicós, haciendo concesiones y tolerando ciertas transgresiones como el uso de máscaras, gestos o movimientos del cuerpo y otros. Estas prácticas se reflejaron, por ejemplo, en la fiesta del Corpus Christi que se articulaba con el antiguo Inti Raymi, o la fiesta de Navidad que correspondía al festejo de Capac Inti Raymi. Las primeras imágenes de la virgen de Copacabana se asemejaban mucho a las imágenes de los antiguos ídolos prehispánicós.

Los nombres prehispánicós de deidades como Wiracocha, Pachacamac y Tunupa aparecían traducidos como Dios, Cristo o uno de sus apostóles, reconociendo sujerarquía en el panteón andino, aunque su lugar fuera menor frente al Díós único y se recurriera a sus nombres para asimilarlos a la religión católica. Además, se admitía que las palabras "ángel", "demonio", "este mundo", "cielo", "infierno", eran conocidas por los indios. A partir de ello, se introdujo las dicotomías "ángel / diablo" traduciendo este concepto al quechua como mana alii supay (ángel no bueno), puesto que no había el término "malo" en ese idioma. También se aludió al tema de los ancestros y se recurrió al usó de imágenes para penetrar en las creencias, los imaginarios y la cosmovisión de las poblaciones lócales.

En los escudos de armas coloniales de las noblezas andinas aparecen imágenes que podrían ser catalogadas como "andinas": flores de kantu (kantuta) o amancayas, azucenas, pájaros kenti, emblemas de los incas, junto a leones africanos o pumas de piedemonte amazónico, cabezas cortadas sangrantes de enemigos 0 de sacrificios, lanzas, arcos y flechas, plumas, cóndores, halcones. Sucedía ló mismo con los kerus (vasos ceremoniales incaicos) posteriores a la conquista: arcoiris emergiendo de la boca de pumas, incas, dragones y todo tipo de serpientes {amaru, katari, asiru, machakuay), concebidos como intermediarios entre el "mundo de abajo" y "este mundo",

que figuraban también en los mitos recogidos por etnógrafos contemporáneos en diferentes regiones y pisos ecológicos. Se comenzó a producir textiles que, con técnica de tapiz, presentaban temas dónde se unía lo europeo y lo andino, como tocapos incas, o escenas con diseños semejantes a los de los tapices de la región de Flandes, pero típicamente incas. Al igual que otras representaciones prehispánicas, los kerus se mantuvieron en uso durante la época colonial.

Aunque en los Andes no hubo una cultura escrita prehispánica y las formas indígenas de registro [quipusI incas y chinu I aymara) fueron masivamente destruidas, la información que se recogió pasó a formar parte de las crónicas; también era utilizada como pruebas en procesos judiciales y probanzas de méritos. Lós registros de los quipucamayoc o chinukamana (contadores) fueron ampliamente utilizados por los españoles a lo largo del siglo XVI para conseguir información tributaria 0 laboral y para conocer la historia de los pueblos indígenas.

Los autores del tomo III llegaron a la conclusión que el pacto colonial que funcionaba en la época de los Habsburgos se resquebrajó cuando la nueva dinastía Bórbón buscó imponer nuevas formas de gobierno y administración influidas por el absolutismo. Estas medidas fueron llevadas a cabo por funcionarios que modificaron el antiguó estatus de América, que de ser parte de los reinos de España pasó a ser considerada una colonia siguiendo los ejemplos de Holanda y Gran Bretaña. Las reformas borbónicas implementadas a ló largó del siglo XVIII comprendían la imposición de un nuevo sistema hómógeneizadór de los espacios y la población de los territorios de ultramar. Según los ministros ilustrados de España, para una mayor centralización del poder y la búsqueda de un mayor benefició económico para la Corona, era necesario modificar el tradicional sistema que había echado raíces desde el siglo XVI, debilitando así a los poderes locales y a los españoles americanos que los sustentaban. Las intendencias americanas como unidades administrativas impuestas por los Borbones, gozaban de amplio margen de responsabilidad e independencia para la toma de decisiones, pero a la vez trastocaron las relaciones del poder que se formaron a lo largo de dos siglos, lo que provocó múltiples tensiones entre distintas instituciones.

El poder económico en Charcas durante el siglo XVIII se encontraba en manos de los azogúeros / mineros poseedores de grandes fortunas, de los hacendados, dueños de grandes propiedades y grandes comerciantes. Estos grupos en su gran mayoría fueron compuestos por los criollos, sin embargo, mestizos e inclusive familias cacicales se beneficiaban también de estas actividades económicas, generando así una élite económica más abierta que en otros lugares de América. La introducción de las reformas que trastocaron la situación económica de los criollos, por medio del aumento de las exacciones económicas, produjo un resquebrajamiento de las relaciones que anteriormente se habían consolidado. Asimismo, fue eliminada la presencia criolla en el aparató administrativo que respondía a las reformas borbónicas a favor de burócratas llegados desde la península, ló que provocó recelos por parte de los criollos hacía la administración colonial.

La intromisión del Estado borbónico en los ayllus consistió en el aumento de la presión fiscal sin reconocer las costumbres anteriores; en el intentó por aumentar el universo tributario se realizaron nuevas revisitas sobre la tierra. El reparto de tierras y avance sobre las tierras comunitarias así como el reparto obligatorio de mercancías añadía una nueva forma de extracción de excedentes que nó estaba contemplada en el pactó tributario establecido durante la época de los Habsburgos. El desconocimiento de las autoridades étnicas y el nombramiento de nuevas autoridades, generó una crisis del cacicazgo que provocó un desplazamiento del poder hacia autoridades menores y una serie de respuestas pacíficas y violentas.

Con la introducción de las reformas y cambios impulsados por los Borbónes, en la sociedad colonial se hicieron notar las contradicciones y fisuras que se entrevieron durante los siglos XVI y XVII. El reacomodo y posterior

ruptura de los pactos coloniales provocó reacciones de la población y la sociedad en su conjuntó protestó a través de una serie de acciones de rebelión e insurgencia. Las primeras acciones directas del siglo XVIII en Charcas fueron protagonizadas por indígenas y mestizos que vieron cómo su forma de vida era socavada; las acciones de los indígenas fueron motivadas por las cargas impositivas y la obligación de prestar servicios personales a los que estaban forzados, las de los mestizos se debió al intentó de las autoridades coloniales por incluirlos en la categoría de tributarios, privándolos de la situación especial que ellos gozaron anteriormente, mientras los criollos reaccionaron contra el debilitamiento de su poder local.

Los tumultos y sublevaciones cada vez se volvieron más seguidos y radicales, sin embargo los criollos, los mestizos y los indios muchas veces fueron aliados entre sí. Las tensiones entre una Corona que intentaba sentar mayor presencia en Charcas y una sociedad de carácter colonial ya consolidada se produjeron a lo largo del siglo XVIII y principio del XIX. Estas tensiones estallaron en dos momentos (1780-1783 y 1809-1825) por medio de grandes sublevaciones o movimientos de carácter anticolonial. Estas diversas formas de protesta por parte de distintos "estamentos coloniales", tuvieron muchas veces características, motivaciones, demandas e incluso proyectos propios. Estos movimientos expresaban diversas aspiraciones como lo anti fiscal, lo abiertamente anticolonial, lo mesiánico o lo reivindicativo de un pasado glorioso, también las pretensiones de una hegemonía política de los criollos.

Frente a estas reacciones, el sistema centralizado y absolutista de los Borbones empezó a debilitarse a fines del siglo XVI11; su debilitamiento coincidió con el inició de las Revoluciones Atlánticas, que plantearon las bases de una modernidad política. La élite criolla despojada del poder político, y, en muchos casos económico, se alimentaba de ideas ilustradas, que promovían principios como la soberanía popular, la retroversión de la soberanía e inclusive la justificación de regicidio si el régimen se convertía en despótico; de esta manera fue creciendo el descontento americano manifestado en los términos de "Viva el Rey, muera el mal gobierno". A inicios del siglo XIX, los acontecimientos en España relacionados con la invasión de Napoleón a España, precipitaron la acción de los poderes locales americanos. En algunas regiones, los pueblos pretendieron alcanzar una mayor autonomía, mientras que en otras, las autoridades locales reconocieron las instancias de gobierno surgidas en la metrópoli frente a la invasión napoleónica; en ambos casos se instauraron sistemas políticos asentados en la soberanía popular. El fortalecimiento de los anhelos de autonomía y la impronta de proyectos de independencia en América, causó el resquebrajamiento final del dominio español en América, que concluyó con la caída definitiva del sistema colonial borbónico, lo que dio lugar a la formación de nuevos estados independientes.

Sin embargó, los autores del tomo IV [Losprimeros cien años de la República, 1825-1925), sostienen que el rompimiento político con España no provocó una ruptura total con aquello que existía previamente; las nuevas estructuras y relaciones emergidas a lo largo del siglo XIX se construyeron sumando y rearticulándose a las existentes en la etapa previa. Además, atribuyen la pervivencia de lo colonial como un proceso que no se reduce a las élites y se limita a presentar a los indígenas como sujetos y objetos de políticas y no como autores en el proceso de formación de nuevos Estados. Los autores del tomó del siglo XIX retoman los debates historiógráficós contemporáneos hispanoamericanos respectó a las rupturas y continuidades, llegando a la conclusión que el siglo XIX no puede pensarse en simple clave de continuidad y ruptura. Por ejemplo, el intentó del presidente Sucre por establecer un sistema fiscal más igualitario fracasó, debido a la oposición de diferentes grupos criollos e incluso indígenas. De ahí que se repusieron los antiguos impuestos, se restituyó el "pacto de reciprocidad" entre el Estado y las comunidades indígenas, puesto que la vigencia del tributó indígena se había dado a cambió de una autonomía relativa. Esta "continuidad colonial", no fue solo la imposición de las élites, sino el producto de la confluencia de diversos sectores de la sociedad.

Por otro lado, en el tomo IV se hace una novedosa propuesta de repensar a la república de Bolivia como "un barroco del siglo XIX", donde se articuló y recompuso lo antiguo y colonial con lo nuevo y moderno liberal, donde una moderna soberanía del pueblo constituida por individuos, coexistía con una soberanía de los pueblos compuesta por ciudades, comunidades y grupos corporativos que provenían de una estructuración previa. Esta sociedad reflejaba la tensión entre los conceptos de liberalismo y democracia como ideas individualistas con las ideas organicistas de los cuerpos que sobrevivían desde los siglos anteriores y formaban parte de este nuevo Estado. La propuesta de los autores es repensar esta nueva república, como una asociación política caracterizada por la coexistencia de dos tipos de entidades políticas: los individuos en tanto ciudadanos y las comunidades con alto grado de autonomíajurídica y política. Esta última retoma nuevas formas en las primeras décadas del siglo XX con la emergencia de los gremios y sindicatos organizados. De la misma manera, la población indígena de las comunidades poseía territorios reconocidos por el Estado desde la época colonial hasta el día de hoy, estando en sus manos la forma de administración, la herencia, la sucesión y la elección de sus autoridades.

 

CONCLUSIONES

¿Hacia dónde nos lleva la reflexión sobre lo colonial? El concepto "colonial" es muy amplio y abarca los aspectos de la vida económica, política, social, cultural y religiosa que fueron cambiando a lo largo de los siglos que duró la dominación española. El establecimiento del poder de los españoles en los territorios americanos en general y en Charcas en particular, no significó una total anulación de las instituciones, experiencias, prácticas y costumbres preexistentes, sino su adaptación, transformación, ajuste y reacómódó tanto por la propia población indígena como por parte del poder. Este poder impuesto por la vía de la invasión y conquista, fue mantenido a través de la violencia y por medió de los mecanismos no-coercitivos del poder, incluyendo la dominación simbólica. El sistema de múltiples pactos constituía la piedra angular en esa sociedad, pero fueron pactos asimétricos, manejados por los intereses de los dominadores; muchos otros pactos fueron instituidos al margen del poder, convertidos en el sistema de fraudes y corrupción. El sistema de los pactos no fue inmutable e inalterable, fue sujeto a cambios producidos a causa de la política de la Corona o la Iglesia, las transformaciones en el seno de la sociedad, las intensiones de los individuos y otros factores internos y externos. Dentro de los pactos coloniales se presentan contradicciones y fisuras que como respuesta a las múltiples presiones, experimentaron cambios y fracturas a lo largo del siglo XVII. Pero en el siglo XVIII, como consecuencia de la introducción de las reformas borbónicas, se llegan a producir rupturas de los pactos; estas rupturas, juntamente con otros factores, terminan quebrando el poder colonial.

El surgimiento de la nueva república, sin embargo, no significó una total desaparición de las prácticas, costumbres, relaciones e incluso instituciones que tuvieron su desarrolló en la época anterior (incluso prehispánica), pero que llegaron a formar parte de nuevas relaciones ya del poder republicano. Esto obliga a repensar la difícil relación entre las continuidades y rupturas, la perspectiva histórica de larga duración, la utilización de los conceptos y las categorías, la necesidad de un análisis exhaustivo de hechos complejos y la destitución de algunos mitos arraigados en el imaginario nacional.

 

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