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Tinkazos

On-line version ISSN 1990-7451

Tinkazos vol.16 no.34 La Paz Feb. 2013

 

Diálogo

Desafíos del Vivir Bien, para enfrentar los impactos del cambio climático

Discussion Forum

New subjects and new social actors in early 21st century Bolivia, their networks and hopes for the future

  

Marco Octavio Ribera y María Renné Pinto[1]

 

T’inkazos, número 34, 2013, pp. 9-25, ISSN 1990-745

Fecha de recepción: octubre de 20131

                                                                                  Fecha de aprobación: noviembre de 2013

Versión final: noviembre de 2013


Después de varios años de debates casi estériles sobre la presencia o no del cambio climático a nivel global y en Bolivia, la realidad nos muestra, a fines de 2013, numerosas evidencias de efectos que repercuten en la vida de los pobladores, tanto rurales como urbanos. Seis especialistas analizan el problema del cambio climático en Bolivia, a la luz del paradigma del Vivir Bien, de las políticas gubernamentales y del contexto internacional. 

Palabras clave: cambio climático / prevención y mitigación / impacto ambiental / vulnerabilidad / Vivir Bien / Madre Tierra 

After several years of practically sterile debates about whether or not climate change is taking place globally and in Bolivia, the reality at the end of 2013 shows us plentiful evidence of how its effects are impacting on the lives of people in both rural and urban areas. In this issue, six specialists analyse the problem of climate change in Bolivia, in the light of the paradigm of Living Well, government policies and the international context. 

Key words: climate change / prevention and mitigation / environmental impact / vulnerability / living well / Mother Earth


 


Daniela Rico. La nena. Xilografía sobre papel, 2006.

En Bolivia, en los últimos quince años, se ha producido un proceso acumulativo de eventos diversos, desde los denominados extremos, como grandes inundaciones, riadas, granizadas o sequías, mayormente asociadas a las variaciones de la oscilación sur Niño-Niña (ENSO) o los efectos que tienen un carácter crónico y que especialmente son más visibles en las regiones áridas como las tierras altas o los valles secos. Uno de estos eventos crónicos más llamativos es la progresiva reducción de la disponibilidad de agua, fenómeno que comenzó con la desaparición de glaciales y campos de hielo de las zonas cordilleranas, situación más acuciante en el sur del país. La percepción de la gente local en las diversas regiones ecológicas del país sobre los efectos del cambio climático y especialmente la forma que estos afectan a sus medios de producción y subsistencia, han concitado la atención de la academia y de investigadores, así como del propio Estado, que ha empezado a incorporar mayores esfuerzos para agendar la temática en el campo normativo, en la planificación de procesos de gestión y en las dinámicas de negociación internacional. Esto no ha estado exento de otro debate, relacionado a las contradicciones entre los postulados del Vivir Bien o la protección de la Madre Tierra y los procesos de desarrollo que implican aspectos controversiales como megaproyectos o las políticas favorables al avance de la frontera agroindustrial.

A las preocupaciones de los efectos del cambio climático, sean extremos o crónicos, se suman los grandes impactos que afectan o amenazan a la estabilidad ecológica de regiones en el país, tal es el caso de los procesos de cambio de uso del suelo a gran escala, o eventos de contaminación, los cuales pueden efectivamente sinergizarse con los efectos del cambio climático y generar escenarios cada vez más críticos. En muchas regiones de Bolivia, las poblaciones locales enfrentan ambas incertidumbres, como en el norte amazónico del Beni, donde el temor a la inminencia de eventos extremos de inundación se mezcla con los temores de las grandes represas del Brasil o las que el propio Estado boliviano quiere construir.

Todos estos elementos confluyen en un debate ineludible, relacionado con el rol o posición de los países más vulnerables, como Bolivia, frente a los paneles de negociación internacional en las Conferencias de Partes (COPS) del Cambio Climático, donde temas como la justicia ambiental, la mercantilización de los sumideros de carbono y los fondos de mitigación son referentes de análisis y posicionamiento central. Cabe destacar, más allá de las controversias, que Bolivia ha ejercido un rol preponderante y de liderazgo en posiciones reivindicativas y principistas, ante la pasividad de los países del  mundo industrializado.

En esta oportunidad, nos es grato presentar a un grupo de panelistas con notable raigambre académica y compromiso frente al cambio climático y los desafíos ambientales, quienes gentilmente han respondido a una invitación de T’inkazos para dialogar sobre los desafíos del Vivir Bien, para enfrentar los impactos del cambio climático. A continuación se comparte los resultados de este conversatorio, realizado el 15 de octubre de 2013. 

Mario Baudoin es Master y Doctor (phD) en Zoología. Fue profesor de Ecología en la Escuela de Ciencias Ambientales y Director de la Carrera de Ciencias Ambientales de la Universidad Nacional Heredia, Costa Rica. En Bolivia, fue Coordinador del Postgrado en Ecología y Conservación y Director del Instituto de Ecología de la UMSA. Ha sido tutor o revisor de más de 70 tesis de pregrado y postgrado. En la gestión pública fue Director Nacional de Conservación de la Biodiversidad y responsable del Sistema Nacional de Áreas Protegidas. 

Julio Rosendo Mantilla es Master en Desarrollo Humano, con postgrado en Comunicación y Educación; Licenciado en Comunicación Social; docente de Comunicación para el Desarrollo. Es crítico y promotor de la Política Social y Pública, además de defensor de los Derechos de la Madre Tierra. Actualmente es Coordinador de la Tercera Comunicación Nacional sobre Cambio Climático en Bolivia. 

Oscar Loayza es ingeniero agrónomo con mención en Desarrollo Rural; tiene postgrados en Áreas Protegidas y Geografía Humana. Lleva 18 años trabajando en conservación y gestión territorial integral a nivel de áreas protegidas, territorios indígenas y municipios. Actualmente es Subdirector del Programa de Conservación del Gran Paisaje Madidi en WCS-Bolivia. Ha realizado varias investigaciones y publicaciones, entre ellas, con el PIEB, en gestión compartida de áreas protegidas con pueblos indígenas, y en el manejo y conservación del bosque y el agua. 

Oscar Paz es Master en Recursos Hídricos de la Universidad Católica de Lovaina, profesor de Ingeniería del Medio Ambiente de la Facultad de Ingeniería de la UMSA; actual Coordinador del Programa de Reducción de Riesgos de Desastres (PRRD) de la COSUDE. Fue Coordinador del Programa Nacional de Cambio Climático de Bolivia, miembro del roster de expertos de la Convención del Cambio Climático.  

1. Julio, desde la perspectiva del gobierno, ¿cuáles son los caminos para concretar el paradigma del Vivir Bien frente a los impactos del cambio climático?  

Julio Rosendo Mantilla

Desde el Estado Plurinacional, más que hablar de un paradigma, se está trazando una ruta, un camino para concretar un horizonte civilizatorio del Vivir Bien. Ese horizonte civilizatorio, que tiene su propia metodología y que incluye el concepto de la Madre Tierra y de Desarrollo Integral, está buscando sus propios indicadores, los está construyendo a partir de la participación de la sociedad civil pero además desde los ministerios y otras instituciones (Medio Ambiente, Planificación, Instituto Nacional de Estadística, etcétera).

Primero, estamos buscando concretar o cristalizar los derechos de la Madre Tierra que no solo incorporan el tema del cambio climático, sino, más bien, se habla de una intersectorialidad que incluye gestión de riesgos, medio ambiente y salud familiar comunitaria intercultural, además de cambio climático que son los componentes del Desarrollo en Armonía y Equilibrio con la Madre Tierra, que tienen como eje la visión del Vivir Bien. En ese sentido es que  a partir de reconocerse de forma universal los derechos de la Madre Tierra, lo que planteamos es el derecho a la vida y a la diversidad, el derecho a la estabilización de concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que impida interferencias antropógenas peligrosas en el sistema climático y tener lazos suficientes para permitir que los componentes de la Madre Tierra se adapten naturalmente al cambio climático. Se asume la posición de no mercantilización de las funciones ambientales; pero, el punto principal en el que está basada la Ley, es en el derecho a la restauración y al sostenimiento de las capacidades de regeneración de todos los componentes de la Madre Tierra, que permitan la continuidad de los ciclos de vida además del derecho a vivir libres de contaminación y con un aire limpio. En este sentido, las rutas no son simplemente para enfrentar el cambio climático, sino para empezar a atacar diferentes frentes y consolidar este paradigma del Vivir Bien en armonía y equilibrio con la Madre Tierra como un componente fundamental que es el Desarrollo Integral. Si bien hablamos de los Derechos de la Madre Tierra, es importante también mostrar como Estado Plurinacional que apuntamos a la consecución del Desarrollo Integral. 

COMENTARIOS

Oscar Paz

Julio nos está planteando un momento de transición muy interesante en la vida política del país, pero muy vinculada a este nuevo paradigma. Tal vez el gran reto está en ver cómo el nuevo paradigma se articula al nuevo reto del cambio climático. Pienso que valdría la pena hacer un análisis histórico, porque el proceso del Vivir Bien no aparece de la noche a la mañana, es un constructo que viene desde atrás y que se plantea en la Cumbre Mundial de los Pueblos (realizada en Tiquipaya, Cochabamba, el 19 de abril de 2010). Creo que ese es un momento en el cual todos estos temas empiezan a discutirse en otra dimensión, porque son otros los actores que discuten una temática que en algún momento simplemente estaba planteada para algunos “elegidos”. Aquí la discusión ingresa en otros niveles y surgen nuevos temas y el mismo Estado Plurinacional empieza a aterrizar en cosas concretas, entre ellas, precisamente, la Ley de la Madre Tierra, que incluye retos frente al tema del cambio climático. Esta Ley nos permite ver cómo desde el Estado se concreta la temática, a partir de la implementación de tres mecanismos: mecanismo conjunto de mitigación y adaptación para el manejo sustentable de bosques, mecanismo de mitigación y mecanismo de adaptación.  

Oscar Loayza

Sin duda lo que nos expone Julio Rosendo Mantilla es muy importante porque es la visión oficial del Gobierno del Estado Plurinacional. Desde el primer gobierno del presidente Evo Morales se planteaban muchos de estos temas, claramente identificados y propuestos (Vivir Bien, derechos de la Madre Tierra, armonía y equilibrio con la naturaleza, etcétera), y que han generado una suerte de seducción en los sectores de conservación, que veíamos cómo en el proceso de cambio se contemplaban aspectos que antes no habían sido considerados en la magnitud adecuada y con la importancia que tenían.

En este marco, sin duda, el rol de Bolivia a nivel internacional es digno de destacar. Creo que no hay experiencias similares en procesos anteriores en los cuales Bolivia haya marcado la agenda internacional, incluyendo conceptos relevantes como los derechos de la Madre Tierra, como el derecho humano al agua, como el Vivir Bien, etcétera. Y generando, asimismo, propuestas alternativas, por ejemplo a los mecanismos de mercado para los procesos de mitigación del cambio climático.

También es importante que toda la rica construcción conceptual que se ha dado alrededor de estos temas y del establecimiento de una agenda internacional vaya aterrizando en cosas concretas en el país, vaya construyendo opciones efectivas a las que apunten todos los trabajos y experiencias de todos los involucrados en el tema del cambio climático, para que podamos tener un canal en el cual converger con las políticas públicas. En este marco, iniciativas como la Autoridad Plurinacional de la Madre Tierra y el Mecanismo Conjunto de Mitigación y Adaptación para el Manejo Integral y Sustentable de los Bosques, están permitiendo, después de varios años de gestión, tener un cauce de trabajo promisorio para orientar los esfuerzos para la  mitigación y adaptación a los efectos del cambio climático, que tantos impactos negativos está generando en las comunidades más vulnerables. Estamos bajando paulatinamente del marco conceptual que quedaba muy en lo ideal, a cosas concretas y promisorias.

Sin embargo, preocupa que aparezcan políticas o normas totalmente contradictorias con estos procesos, como, por ejemplo, la Ley 337 (Ley de Apoyo a la Producción de Alimentos y Restitución de Bosques) que nos lleva a pensar que estaríamos ante agendas diferentes e incluso contrapuestas. Este es un tema de debate en torno al cual debemos seguir trabajando para que podamos contribuir efectivamente a enfrentar el cambio climático. Los elementos contradictorios van a provocar mayores efectos a los que ya ocasiona el cambio climático actualmente, y son promovidos con la misma intensidad y entusiasmo que las alternativas que luchan contra este problema global. Pienso que en este punto es importante plantear un debate profundo. 

Mario Baudoin

Yo soy biólogo, entonces, con relación a lo planteado, hay algunos términos que siempre me ha costado digerir. Cuando se habla de un paradigma no sé si estoy enfrentándome a un monumento en granito, a algo analizable, o a qué. Para mí las situaciones en la realidad concreta son complejas y parcialmente conocibles, parcialmente manejables por los actores. Estamos en un proceso en construcción mucho más incluyente que en el pasado, pero no sé si queremos otros paradigmas porque la historia con los paradigmas es justamente toparse con paredes que no corresponden a la realidad. Nosotros, en el caso de tener problemas, llamamos al abogado como primer mecanismo de solución cuando debería ser la destilación de situaciones ya decantadas. La ley debería expresar un algo que funciona y no pedir a un pobre abogado que de las respuestas.  

Julio Rosendo Mantilla

A veces hablar de paradigmas es ponerse una camisa de fuerza. Nosotros vemos el Vivir Bien como un horizonte civilizatorio que incluye procesos altamente dinámicos y que, a la vez, se convierte en un eje que ya ha permitido concretar líneas de acción y actividades con las que está trabajando el Estado Plurinacional. Más allá de los componentes teórico filosóficos que manejamos, el hablar de un nuevo paradigma sería un error, a lo mejor es un paradigma anterior. Dentro de los ejes articuladores que manejamos en el Vivir Bien está, precisamente, lo intercultural, la recuperación, la valoración de los saberes y conocimientos, lo descolonizador, lo socio-productivo  comunitario. Como indicadores del Vivir Bien, tenemos el habitar bien, el conocer bien, el sentirse bien, el arte, el deporte, el convivir bien, la identidad, el trabajo digno, el ingreso digno, entonces, es toda una estructura que se va formando en torno a un proceso dinámico que no está escrito en piedra. Esta visión del Vivir Bien tiene cuatro componentes fundamentales vinculados al cambio climático: el vivir bien a partir del ser, del saber, el hacer, pero además, el componente político, que es el de decidir. Se ha tomado como parte de los campos de saberes y conocimientos el tema político y la decisión para llamar a las organizaciones sociales a que tomen una posición. Esto se refleja en los mecanismos que se están construyendo: el mecanismo conjunto de mitigación y adaptación para el manejo integral y sustentable de los bosques y la Madre Tierra, el mecanismo de adaptación para vivir bien, el mecanismo de mitigación pero, además, tenemos un fondo plurinacional de la Madre Tierra, que es el que va a permitir contar con recursos del Tesoro General de la Nación (TGN). A partir del Decreto Supremo 1696 se dispone de catorce millones de bolivianos para el trabajo de la autoridad de la Madre Tierra. 

El cambio climático está inmerso en el pensamiento con el que trabaja el Vivir Bien, con Cosmos y Pensamiento, Ciencia-Tecnología y Producción, con Vida Tierra y Territorio, con Comunidad y Sociedad. Entonces, a partir de estos componentes, hablo de medio ambiente y cambio climático, salud comunitaria, que se complementa al cambio climático y la gestión del riesgo, estamos trabajando en temas articuladores y los proyectos no solo están en Educación sino también en el Ministerio de Medio Ambiente y Aguas, en Planificación  y en el Ministerio de Salud. Los proyectos que se están llevando a cabo en el Ministerio de Medio Ambiente y Aguas, como Mi árbol, Mi agua, pertenecen justamente a esta línea.  

2. De acuerdo a su experiencia, Mario, ¿cómo se vienen y/o se irán manifestando los efectos del cambio climático sobre los ecosistemas y la base de recursos en las tierras bajas de Bolivia y otras regiones, y cómo esto afecta los medios de vida?  

Mario Baudoin

La pregunta empieza con una afirmación delicada. Mi experiencia, evidentemente, es absolutamente incapaz de conocer todo el país; pero, como la ignorancia es insolente, voy a meterme al agua. La discusión sobre si hay o no hay cambio climático está fuera de lugar; a los sectores o personas que dicen que no hay cambio climático, se les ve la intención claramente: tienen intereses con relación al tema. El año 1992 ya había quienes decían que no habría cambio climático, es el caso de los petroleros, que hasta ahora no han cambiado sus intereses. Si partimos de la idea de que sí hay un cambio climático, entonces empezamos a formular algunas preguntas que no son tan sencillas. Para nosotros, por ejemplo, que suba la temperatura a un cierto número de grados a nivel global no nos dice nada porque Bolivia es un país extremadamente diverso y gran parte de su diversidad deriva justamente de la diversidad geográfica. Tenemos un escenario donde van a haber cambios en condiciones no necesariamente tan fáciles de predecir. Olvidémonos un rato del retroceso de los glaciales. En lo particular, en lo que se me ha preguntado, en las tierras bajas los cambios no son necesariamente tan claros. Uno de los elementos que sí aparece de manera evidente es el incremento en la frecuencia de eventos extremos, no solo sequías, sino también inundaciones; no es que no había estos eventos, lo nuevo es el incremento en la frecuencia. El Beni está y estará inundado toda la vida, pero parece que la frecuencia es mayor. Otros impactos se ven más hacia el sur, donde tenemos la gran actividad agrícola. En la deforestación del país, más del 50% ha sido producto de las grandes empresas agropecuarias del oriente. Pareciera que hay una cierta tendencia en la frecuencia de incendios, que se han ido extendiendo más hacia áreas boscosas. Las sabanas de todo el mundo, incluidas las nuestras, siempre han estado asociadas al fuego. Por otro lado, no han sido los factores medioambientales los que han definido las crisis en relación a cobertura vegetal en el país, han sido procesos de ocupación como el de las grandes empresas y el resto suma menos que eso a todos los pequeños productores y ganaderos. La lógica del capital es más manejable en situaciones simplificadas como la soya y no en la complejidad de un bosque natural. Quienes pueden cambiar la situación son los que viven ahí y manejan las cosas de forma fina y dedicada; me refiero a las poblaciones locales, los pueblos indígenas, los que no se han ido a la ciudad y que tienen conocimientos relacionados. Pero, en estos nuevos escenarios, es necesario apoyar con gestión, que entiendo, no es un no a la mercantilización, porque nadie está fuera del mercado, no existen poblaciones humanas en este momento que estén fuera del mercado, a no ser que sean no contactadas. Para un capitalista es un dolor de cabeza tener doscientos recursos, mejor tener solo soya, una maquinaria, una tecnología, un proveedor de semillas, etcétera. En cambio para manejar un bosque natural necesitas muchas variables, pero también esa es la única garantía de sostenibilidad. Respecto a la agricultura, nosotros tenemos grandes ventajas comparativas en el país para enfrentar el cambio climático y lograr sostenibilidad; tenemos agricultura de la papa en áreas que son marginales para la agricultura, pero donde siempre ha habido inseguridad climática, entonces ahí no, no creo que vaya a ser tan grave la cosa.

En nuestros escenarios, especialmente en las tierras bajas, el manejo del capital lleva a la destrucción del sistema. La castaña es un ejemplo; su manejo todavía no es sostenible y se están dando impactos de largo plazo por afectación de la demografía del árbol de la castaña, la destrucción de los animales dispersores o  la destrucción de los polinizadores de la castaña. No sabemos cómo va a resultar el impacto del cambio climático en los bosques del norte, pero se tiene que fortalecer a esos actores que son capaces de manejar ese sistema en detalle, eso quiere decir los pueblos indígenas, con apoyo económico, con acceso a mercados, con eliminación de intermediarios, con todas las cosas que implique que reciban más beneficio y supongo que en su estructura, que se ha mantenido contra viento y marea, van a encontrar los elementos necesarios para no prostituirse y mantener los otros componentes del Vivir Bien. El tema de la eficiencia es un fetiche capitalista, es la justificación de las empresas. Por ejemplo, ¿cuántos genotipos de papa se cultivan en Europa? Es un número muy limitado, pequeñísimo, pero sí son eficientes en producir gran cantidad de almidón. Nosotros tenemos una seguridad alimentaria basada en la productividad de pequeños productores, porque la soya tiene poco que ver con seguridad alimentaria, es comida para animales en Europa, incluso aquí, un bajo porcentaje va como comida de pollos, otro va al aceite. Usando la  mejor tierra de Bolivia, no se está alimentando a la población boliviana.  

COMENTARIOS 

Oscar Loayza

Un primer elemento a considerar es que si bien Bolivia, en cierta medida, es un país muy grande, no es infinito. La realidad nos muestra que siendo pocos, somos bastante eficientes en destruir, contaminar y depredar y lo hacemos, por ejemplo, en temas de deforestación, a un ritmo bastante acelerado. Otra idea que se tiene bien metida en la cabeza de mucha gente es que los bosques solo son potenciales áreas agrícolas ociosas que se necesitan habilitar para producir. Lo que dice Mario es cierto: puede ser más sencillo hacer un monocultivo que una gestión integral del bosque, pero esto último tiene un mayor efecto en el bien común y no, como en el primer caso, en el bien o interés particular o sectorial. Un tercer elemento que creo motiva este proceso de auto afectación que nos generamos, es pensar que solo podemos garantizar la seguridad alimentaria con la ampliación de la frontera agropecuaria. Es muy claro que nuestro país tiene superficies productivas mayores a otros países, incluso vecinos, pero tenemos rendimientos mucho más bajos, o sea que en lugar de trabajar en la eficiencia productiva, trabajamos más en la expansión; ese es un tema bastante sensible y que realmente influye en los procesos de deforestación que, en realidad, repercuten negativamente en la seguridad alimentaria, ya que en realidad, para garantizar seguridad y soberanía alimentaria, necesitamos mejorar la eficiencia productiva y trabajar en la diversificación aprovechando nuestra riqueza en agrobiodiversidad. En todo este proceso de construcción del Vivir Bien, estas situaciones  tienen que ir cambiando. 

Oscar Paz

Pienso que al querer encontrar algunas respuestas sobre los impactos de los efectos del cambio climático en tierras bajas, estamos visibilizando, especialmente, los eventos extremos, como es el caso de inundaciones, pero es necesario empezar a reflexionar sobre los impactos crónicos del cambio climático, esos impactos que merecen empezar a estudiarse desde la academia, pero de una manera sistemática. Un último estudio de la Universidad de Hawai establece que los cambios notorios en los patrones de temperatura en Bolivia ya se van a registrar a partir de 2025 hasta 2030; es un estudio que indica que cambios bruscos se van a producir en diferentes ciudades. Esto nos debe llamar a una primera reflexión sobre la necesidad de contar con investigaciones respecto de los cambios crónicos del cambio climático, que seguramente afectarán otros componentes que tienen que ver con el tipo de producción agrícola, etcétera. Posiblemente también los grandes problemas que se están presentando no necesariamente tienen origen en el cambio climático. Creo que el tema de la deforestación es muy fuerte y determinante de lo que está pasando, y no solo en zonas bajas, sino también en las zonas de transición, con factores en el incremento de ciertas amenazas y, por tanto, naturalmente, de una ampliación de los niveles de vulnerabilidad. En tal sentido considero que algunas medidas como los corredores naturales son una necesidad como medida de adaptación para los ecosistemas. 

Julio Rosendo Mantilla

El planteamiento de la Ley de la Madre Tierra no solo se ocupa del cambio climático sino de la conservación, el manejo de la diversidad biológica y el desarrollo integral. Sí incorpora el tema económico dentro la planificación que se hace de los posibles eventos extremos que se tiene dependiendo de los escenarios. Pero además, dentro del desarrollo integral, no se deja de lado la visión del desarrollo socio-productivo comunitario, y me refiero a la participación justamente de los pueblos indígenas, de aquellos que perciben estos eventos extremos y que son parte fundamental en la planificación de las medidas ya sea de adaptación o de mitigación.

Uno de los objetivos que buscamos es incorporar el tema del cambio climático, el tema de la Madre Tierra, dentro de la visión de mercado, y no tomarlo como una externalidad. El mundo, el capitalismo, los neoliberales la asumen como externalidad que afecta tu posibilidad de generar las ganancias, cuando más bien desde el nuevo horizonte del Vivir Bien debe ser visto como una internalidad, para crear una nueva forma de transacción económica. Hay que empezar a asumir una visión económica del cambio climático como de internalidad; ese es el gran reto que estamos persiguiendo ahora. 

Marco Octavio Ribera

Existen varios trabajos, varias aproximaciones sobre las percepciones de la gente local en las regiones en torno al cambio climático, por ejemplo, la investigación realizada por Mario Baudoin sobre incendios y fuego en el Beni. Otros datos, resultado de investigación, son más puntuales por zonas o por sitios pero de alguna manera actúan como indicadores. Testimonios de la gente del Beni hablan, por ejemplo, de que hay muchos más árboles que se están muriendo de pie que antes; también manifiestan que hay mayor desecación de yomomos y iunquillares, que son formaciones de vegetación de pantanos. También la gente habla del tema de las aguas superficiales, que ahora son más calientes y los animales no beben de ellas o se mueren porque no encuentran otra agua. Manifiestan que hay más sures secos que húmedos y esto deseca las pampas y los bosques. En Santa Cruz, por ejemplo, en la zona de la gran mancha soyera, la gente dice que el tiempo ha cambiado y no es como antes cuando llovía fresquito, y que ahora hay solazos u olas de calor. La gente se queja de que ha habido un cambio, que evidentemente más que estar asociado al cambio climático, parece estar asociado a la pérdida masiva de la cobertura boscosa, que al final de cuentas es la gran atenuante al tema, uno de los grandes elementos mitigadores para el cambio climático.

 

Daniela Rico. Numius 1. Tinta china sobre papel, 2006.

Mario Baudoin

Si hay algo que es evidente es que la frecuencia de los eventos extremos ha aumentado, pero eso no quiere decir que es lo único que hay que enfrentar; quisiera llamar la atención sobre la gravedad de la situación de los bosques naturales, pues si desaparecen no se pueden reemplazar. En el caso de los bosques yungueños, estos no se pueden restaurar solos si se degradan, tiene que haber una inversión, colectar semillas, tratamientos, etcétera, que requiere un esfuerzo de un actor de largo plazo que es el Estado. Entonces, hay unos actores que viven ahí, particularmente en el caso de las TIOCS (Tierras Indígenas Originario Campesinas), en las zonas bajas de la Amazonía, son los que pueden hacer la diferencia. Es pues un problema integral, no es solo un problema técnico; hay que hacer una serie de cosas que tienen que ver con el apoyo a las organizaciones, con la búsqueda de mercados para que eso funcione y puedan enfrentar los cambios crónicos o los eventos extremos. Generalmente las alcaldías enfatizan los eventos extremos, porque es una forma de obtener plata, es decir, tenemos una emergencia, por lo tanto, dennos dinero. Las inundaciones en el Beni son de toda la vida y hay que enfrentarlas como parte del entorno.  

3. Oscar, ¿cómo la gente local del Madidi, del paisaje Madidi, para no hablar solamente del área protegida, interpreta los cambios del cambio climático en sus formas de vida, organización en el manejo de sus recursos y su percepción del Vivir Bien? 

Oscar Loayza

Bueno, sería un poco presuntuoso querer interpretar lo que los pueblos indígenas piensan y sienten. Yo solo puedo rescatar algo de lo que he podido comprender estos años que he estado vinculado a la región del paisaje Madidi.  En primer lugar, no he visto una sola interpretación del Vivir Bien, veo más bien que hay muchas interpretaciones; pero creo que no es del todo necesario precisar un concepto único, sino más bien entender que hay elementos comunes en las percepciones sobre el Vivir Bien relacionados a equilibrio con la naturaleza, a la relación armónica con los recursos naturales, a la relación más dialéctica con la Madre Tierra, a cuestionar patrones de desarrollo que no son sostenibles, a contrarrestar los efectos negativos de procesos extractivistas, etcétera, que son elementos comunes que hacen a la percepción del Vivir Bien.  

En el marco anterior, la percepción local que se observa sobre el cambio climático no se complejiza en conceptos, sino se basa en elementos concretos que muestran que las cosas ya no son como eran antes. Por ejemplo, la disponibilidad del agua ya no es la misma que la que había antes en calidad ni en cantidad; las épocas de fructificación de los árboles del bosque ya no son regulares como eran antes, o se adelantan o se retrasan, igual que con la aparición de los animales: las crías nacen prematuras y más débiles. Las épocas de siembra están variando, o se adelantan o se atrasan. Si bien la intensidad de las lluvias o las llegadas de los ríos son cosas naturales, porque la gente ribereña convive con las inundaciones, ahora ven que duran más, que son más fuertes y frecuentes. O sea, hay una variación en las cosas, que no responde al patrón de antes; eso también hace que haya una motivación por querer encontrar respuestas a cómo pueden contrarrestar estos cambios.

Tal vez uno de los intentos por responder sea tratar de promover procesos relacionados a la gestión territorial integral y al manejo integral y sustentable del bosque, y que tenga efectos tanto en la mitigación como en la adaptación al cambio climático. Estos procesos necesitan seguir una serie de pasos y de condiciones que van desde la seguridad jurídica sobre las tierras, que en muchos casos está pendiente de definición. Hay procesos de saneamiento que vienen desde hace quince años o más y que no concluyen hasta ahora, por ejemplo, los casos de los pueblos Lecos de Apolo o Larecaja, que no tienen todavía su territorio totalmente saneado y titulado.

Otro proceso importante es el de la lectura apropiada del territorio. Este diagnóstico normalmente trata de describir el territorio e identificar problemas y potencialidades del mismo pero en una perspectiva de poder generar un diálogo de saberes entre las lecturas técnicas y el conocimiento local. Si bien, a veces las lecturas técnicas son hasta contradictorias, porque hay muchos modelos predictivos de los efectos del cambio climático, que no son concordantes entre ellos, más bien la lectura local puede atenuar y facilitar la comprensión de lo que está ocurriendo. Hay impactos que están siendo muy evidentes, por ejemplo, en un estudio promovido por el PIEB, se vio que en comunidades como Irimo en la TCO del pueblo Leco de Apolo, hay una disponibilidad de agua de 5.6 litros por persona por día cuando lo mínimo que la Organización Mundial de la Salud recomienda es 7.5 litros, o sea, ya son problemas reales; o el caso de Munaypata en la misma TCO que tiene 21.9 litros que si bien superan los 7.5 recomendados para el consumo esencial no cubren los 50 litros por persona que se recomienda para cubrir las necesidades generales esenciales para el consumo y uso humano.

Otro elemento que es importante en los procesos de gestión territorial, es el ordenamiento del territorio. La mayor parte de los pueblos indígenas de la región del Madidi, los tacana, los leco, los mosetenes o los chimanes, han hecho sus planes de gestión territorial o planes de vida y han tratado de hacer un ordenamiento de su territorio, han identificado zonas de uso y de no uso, en función a las potencialidades del territorio y esto tiene efectos muy interesantes tanto en la mitigación, como también en la adaptación. En el caso de estas TCO, al menos 1.2 millones de hectáreas están cubiertas de bosques y ese bosque está en un 42% dentro de áreas de no uso, o de uso restringido no extractivo, que los mismos pueblos han decido ponerlo así, por razones de servicios ambientales, por razones culturales, etcétera; si sumamos a esto las áreas de aprovechamiento moderado o uso extractivo para recolección y cacería, estamos hablando casi del  77%  de sus territorios que contribuyen  a procesos de mitigación. Estos procesos de gestión territorial nos permiten identificar además una serie de alternativas de medios de vida, por ejemplo, zonas de potencial productivo de cacao, de café de calidad y otros que pueden ser realmente alternativas para generar medios sustentables y que puedan ser compatibles con la adaptación y dar mayores alternativas de vida.

Finalmente, en esta región se está trabajando también para generar sistemas de monitoreo lo más sencillos posibles, pero que permitan a los pueblos identificar cómo están marchando los cambios que están percibiendo en su territorio y en su población. Hay cosas concretas que ya se pueden demostrar, por ejemplo en el caso de la TCO Tacana, después de casi doce años de gestión territorial, tienen tres a cuatro veces menos deforestación en comparación con las zonas sin gestión territorial y eso se lo puede demostrar con datos. Lo que falta es que todo este esfuerzo de gestión territorial pueda ser reconocido formalmente como un instrumento de articulación con los mecanismos de mitigación y de bosques, y así contribuir a este proceso. 

Oscar Paz

Sin duda creo que acá se está planteando un tema de planificación de procesos en escenarios bastante estables, sin embargo, las contradicciones se las encuentra en tierras altas, en tierras de montaña. Creo que si contamos con esa información tenemos una ventaja comparativa, ya que se puede empezar a hacer planificación regional territorial, que también es un rol fundamental del Estado, para poder implementar medidas de adaptación y mitigación en esta zona. Quiero vincular esto al hecho de que el Plan Nacional de Desarrollo del Estado Plurinacional marca políticas de forestación y de reforestación  y con solo cumplir con este plan estaríamos dando pasos interesantes.  

Julio Rosendo Mantilla

Es importante recuperar el conocimiento local, pero surge una duda: si bien el reto es recuperar las percepciones y conocimientos de los actores, ¿cuál es la función del Estado?, ¿asumir un paradigma positivista en el que a partir del muestreo empezaremos a ver determinadas realidades locales para proyectar, o más bien vamos a darle un enfoque racionalista, donde se consideren las diferentes visiones de las regiones por efecto del Vivir Bien?, ¿qué paradigma vamos a asumir para poder aplicar instrumentos? Si bien es importante recuperar la información del nivel local, también se debe rescatar esta información e instrumentos para determinadas realidades y fortalecer a nuestros gobiernos municipales con esa información.  

Mario Baudoin

Para mí los actores reales son los que viven en el lugar; los municipios están un paso más afuera, son un nivel mayor de agregación. No sé si es cierto o no que se respetan las formas de hacer de la gente, si esto es cierto, entonces los lecos tendrán su forma de hacerlo y los tacanas la suya, y no se necesita a los municipios heredados de la colonia. A lo que voy es que hay estructuras sociales que funcionan todos los días, y han funcionado desde la República. Eso es diferente al municipio, donde están ganaderos, además de pueblos indígenas…Pero claro, hay distintas agrupaciones en los municipios, no todos son iguales. 

Marco Octavio Ribera

Coincido con Mario, en sentido de que la gente no se siente representada por el nivel municipal. En muchos casos se da un vacío entre las comunidades que viven tierra adentro y las poblaciones que viven en los pueblos o ciudades y participan del quehacer de las alcaldías, porque se trata de élites, e incluso son gente que viene de afuera y como en el caso de los menonitas en Villamontes, impone sus lógicas productivas dentro del municipio, en los planes de desarrollo municipal, a espaldas inclusive de las poblaciones indígenas que viven en el entorno. 

Julio Rosendo Mantilla

Tenemos una Ley de la Madre Tierra y del Desarrollo Integral y desde esa base estas realidades locales deben rescatarse, pero la intervención debe también ser en todo el Estado Plurinacional. 

4. Oscar, en ese marco, ¿cuáles son las expectativas reales para que los pueblos y comunidades en Bolivia sean incluidos en procesos de diálogo y decisión y accedan a recursos para el cambio climático disminuyendo así las asimetrías de poder que se han construido en este tema?

Oscar Paz

Esta es una doble pregunta y bastante controversial, pero su respuesta puede ser simple. Creo que el tema de inclusión en los procesos de diálogo, principalmente en el marco de la Convención del Cambio Climático (marzo de 1994), ha sido un proceso más que todo formal, donde los actores, los pueblos, las comunidades, desde que se ha iniciado el proceso de negociación internacional del cambio climático, han estado presentes, pero para cumplir una especie de formalismo, ni siquiera a través de una presencia a través de sus instituciones, sino a través de organizaciones no gubernamentales, que de alguna manera tenían voz dentro del marco de la convención. Esta ha sido una forma común de manejar el proceso de negociación, es decir, escuchamos lo que piensas, tomamos en cuenta algunos temas, pero, el momento de la decisión, no eran ni son sujetos para tomarlos en cuenta; sin embargo, creo que el proceso ha ido cambiando paulatinamente, cada vez más se ha hecho sentir la presencia de los pueblos indígenas, especialmente en el marco de la Convención. El cambio en la política de Bolivia, donde han empezado a revalorizarse estos temas, desde la perspectiva de las comunidades, ha hecho que se sienta una presencia mucho más sostenible, más contundente de los pueblos, que de alguna manera ha generado cambios y remesones en el proceso de la negociación internacional. La Cumbre Mundial de los Pueblos (abril de 2010) sobre el Cambio Climático, más allá de haber sido un evento hecho en Bolivia, ha marcado un proceso bastante interesante de reflexión en los mecanismos internacionales. Con todas sus cosas positivas y negativas, esta cumbre ha empezado a posicionar cuestiones reales de la vida misma de la gente y cómo ven estos temas, cómo los interpretan y cómo deberían tomarse en cuenta. Temas que antes eran intereses de países, intereses de políticas de Estado, de grupos donde había un enfrentamiento o confrontación y no se tomaban en cuenta a los actores locales; ahora existe un proceso de apertura, pero falta mucho por hacer. El marco de las negociaciones internacionales es específico a los estados, y creo que el mecanismo más evidente es que esos estados reflejen la voz de las poblaciones. En el tema de los recursos, creo que la figura es exactamente la misma, o sea, los diferentes fondos que existen en el marco de la negociación internacional del cambio climático, están sujetos a las prioridades que marcan los países, por ejemplo, el Fondo Especial del Cambio Climático es uno de los primeros fondos que ha surgido para llevar adelante algunos proyectos referidos al cambio climático. Son fondos que están para los países a través de los puntos focales y son sus puntos focales ministerios, quienes irán decidiendo de acuerdo a sus prioridades y sus políticas cómo presentar proyectos a estos fondos. Hay que reconocer que de alguna manera se han estado desarrollando pequeños proyectos que han servido para algunas comunidades y algunas iniciativas, pero queda claro que es a través de los estados. El Fondo de Adaptación, que es otro fondo dentro del marco de la convención, tiene recursos de un porcentaje de los certificados de carbono que se negocian internacionalmente, creo que está llegando a cuatrocientos millones de dólares, y los estados tienen que presentar proyectos para poder acceder a estos, entonces sigue siendo el mecanismo a partir del Estado. Algo que hay que establecer aquí es quiénes administran estos fondos especiales climáticos, por ejemplo, el GEF (Fondo para el Medioambiente Mundial) pone una serie de restricciones, y en los hechos son ellos los que deciden a dónde, en última instancia, van estos fondos, con sus sistemas de elección, sus sistemas de puntaje y eso quita a los estados cierta capacidad de poder acceder a estos fondos. En el caso de los Fondos de Adaptación, es más bien un comité de los países, formado dentro de la convención, que desde mi punto de vista podría dar una oportunidad más amplia para que realmente, desde los países, se pueda controlar este uso y esta llegada de los recursos. Pienso que en este momento, hay una expectativa muy grande en el Fondo Verde, que ha sido parte del proceso de discusión desde Copenhague, Doha, Durban, etcétera; ahora creo que es el momento en el cual se va a establecer los mecanismos de este fondo. Los países desarrollados muy hábilmente han creado una burbuja de expectativa muy grande; se decía que ya en 2012 se iba a disponer de veinte mil millones de dólares al año y que eso iba a subir el 2020 a cien mil millones de dólares; lo cierto es que ahora, con el apoyo de algunos países europeos, esto apenas ha llegado a cinco mil millones de dólares. Estos fondos también se viabilizan a través de los estados, pero además, en este momento se ha decidido que transitoriamente sea el Banco Mundial quien administre estos fondos. A eso yo sumaría la posibilidad de otros fondos locales que se están marcando a partir del Decreto Supremo 1696, esos catorce millones de bolivianos para la Autoridad Plurinacional de la Madre Tierra. En estos mecanismos internacionales son los estados los que priorizan el acceso a fondos, y seguramente, en el contexto nacional, estos fondos tendrán un mecanismo de articulación a las diferentes entidades e instituciones, aunque el Fondo Verde no es reconocido por nuestro Estado.

Al finalizar, señalar que posiblemente a través de otros mecanismos de ayuda bilateral, están llegando recursos a comunidades y a pueblos indígenas, por ejemplo cooperación bilateral u Organizaciones No Gubernamentales, donde sí se ha empezado a promover una serie de proyectos y experiencias que están ligadas al ámbito local. 

COMENTARIOS 

Mario Baudoin

Yo siempre escucho esta objeción a la preponderancia de los estados y hasta ahora no logro captar cual es la objeción: es una mesa en la que se sientan los estados, llámese Naciones Unidas o sus organizaciones. Las ONG no tienen ninguna representatividad; otra cosa es que tengan protagonismo o vigencia a través de la validez de sus acciones, pero en el caso de los estados hay un mecanismo establecido y puede ser revisado al interior de cada estado y es representativo de alguna manera, no hay un proceso equivalente en el caso de las organizaciones no gubernamentales. En Bolivia, nosotros tenemos un nivel de gobernanza en nuestros pueblos indígenas que es mucho más desarrollado al de otros países que también tienen pueblos indígenas; ellos se comunican a través de sus organizaciones dentro del Estado. Por otra parte, si vemos el contenido del Convenio de Biodiversidad, es un logro para el fortalecimiento de actores locales, con la participación de actores locales, que antes no había. Sí, es a través de nuestro Estado que tenemos que plantear nuestras cosas. 

Oscar Paz

La explicación que hice no iba en el sentido de decir que estaba bien o estaba mal, simplemente que es a través de los estados que se articulan todos estos procesos y que debería al interior de los estados trabajarse este tema para que se refleje en el proceso de la negociación. 

Oscar Loayza

Es importante relevar que en la agenda internacional Bolivia lleva la batuta en estos temas de cambio climático, aunque en un momento hubo bastante cuestionamiento sobre la no total coherencia entre el discurso internacional con la realidad local, pero ya con la Ley 300 (Ley Marco de la Madre Tierra y Desarrollo Integral para Vivir Bien) y su Decreto 1696 sobre la Autoridad Plurinacional de la Madre Tierra, esta incoherencia puede llegar a superarse. Al parecer la Autoridad y sus Mecanismos van a ser el canal principal para que las comunidades puedan recibir recursos y puedan trabajar en temas de mitigación y adaptación. Un desafío es cómo el Estado puede guiar y fortalecer estos procesos. Un camino es rescatar los procesos exitosos, que necesitan justamente esa inyección de fondos para que puedan tener una mayor sostenibilidad. 

Julio Rosendo Mantilla

Como Estado nos sentimos orgullosos al decir que la posición boliviana frente al cambio climático se construye a partir de los pueblos. Es la base de la construcción de la propuesta boliviana frente al cambio climático, pero no solo en las negociaciones de cambio climático, sino también en el tema de los mercados, y de allí emerge el rechazo al Fondo Verde (Fondo aprobado en la XVII Cumbre de la ONU o COP 17 de Durban para apoyar a los países con mayor vulnerabilidad ante el cambio climático). La posición boliviana trata de rescatar la visión de desarrollo integral y de la Madre Tierra en todas las cumbres, no solo en la de cambio climático, y creo que sí ha habido avances dentro de la posición boliviana, sobre todo en el reconocimiento de la integralidad de la Madre Tierra y los derechos de la Madre Tierra. Esto es lo que alimenta también la posición boliviana en cuanto a justicia climática. Los mecanismos que estamos presentando, son mostrados a nivel internacional en las COPS (Conferencia de las Partes), sobre todo en la de Doha, con un enfoque que no está basado en los mercados, sino aplicado, más bien, a través de la movilización de recursos públicos como parte de la justicia climática. Lo que se quiere es tratar de operativizar el trabajo en los mecanismos de adaptación, el mecanismo conjunto de mitigación o el fondo plurinacional.  

Marco Octavio Ribera

Vamos desembocando en un elemento central, el proceso constructivo en el que está empeñado el Estado Plurinacional bajo una visión de integralidad, y eso es lo que ha expresado Julio en sus intervenciones y también, bajo esa misma lógica, Oscar Paz cuando habla del constructo. Se percibe que este proceso de construcción no es nada fácil, presenta muchas dificultades y complejidades, tanto en lo externo, hacia lo internacional, como en lo interno. Uno de esos desafíos puede ser el de las contradicciones que Oscar Loayza ha manifestado. El esfuerzo de construir esas agendas, esos horizontes civilizatorios, puede generar contradicciones. Una megarrepresa como El Bala o Cachuela Esperanza, es una pesadilla frente a los eventos extremos ocurridos en 2007 y 2008 en la Amazonía boliviana, con la sucesión de los eventos Niño-Niña. Eso ocurrió sin represas de por medio.

Respecto al tema de distribución de recursos de los fondos de lucha contra el cambio climático, me viene a la memoria un comentario que hizo un guaraní en la zona de Villamontes, hablando sobre el tema de los recursos que llegan para la gente para la mitigación de la sequía, una expresión del cambio climático, y se refería a cómo evitar que ocurra lo del IDH, donde la plata va a parar a la gobernación o a los municipios pero no llega a los indígenas. Son desafíos que deben ser atendidos. 

Julio Rosendo Mantilla

Yo no interpretaría la situación como una contradicción, más bien como una problemática que busca respuesta. La respuesta a este tipo de  problemas planteados, será la concreción de la Autoridad de la Madre Tierra, que es la que va a confrontar estos problemas. A partir de la información y esos conocimientos existentes, se debe empezar a transformar este tipo de realidades, empezar a rescatar herramientas o instrumentos para poder llegar a nuestros pueblos.  

María Renné Pinto

Las intervenciones de los panelistas han visibilizado que el cambio climático es uno de los problemas ambientales más graves que enfrenta el país, en vista de que amenaza a todos los ecosistemas, principalmente aquellos ocupados por pueblos indígenas, aspecto que compromete, además, el desarrollo sostenible y el bienestar de los mismos rompiendo la lógica del Vivir Bien y en Armonía con la Naturaleza, que se percibe como uno de los principales caminos para hacer frente a esta problemática global.

Se ha mencionado que es relevante tomar en cuenta todas las investigaciones desde la academia, entre ellas la más reciente, el Quinto Reporte del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático – IPCC, muestra que el planeta se enfrentará a desastres humanos y naturales irreversibles si la concentración atmosférica de CO2 continua subiendo, lo que repercutirá en la pérdida de ecosistemas con las consecuentes afectaciones en los medios de vida: acceso equitativo al recurso hídrico, seguridad alimentaria, salud y actividad económica en general. 

Desde lo nacional, el Estado boliviano plantea una nueva visión, “horizonte civilizatorio”, como alternativa al modelo consumista y desarrollista que se ha ido dando hasta el momento, el mismo que incluye cuatro ejes: ser, hacer, saber y decidir. Estos ya se presentan en un marco legal a partir de la Ley 300 de la Madre Tierra y Desarrollo Integral para el Vivir Bien, constituyendo la Autoridad Plurinacional de la Madre Tierra, una entidad estratégica en la temática de cambio climático, encargada de la implementación de los Mecanismos de Bosques, Mitigación y Adaptación, además del Fondo Plurinacional, este último como el articulador del tema financiero.

Sin embargo, hay que reconocer que frente a los impactos exacerbados y acelerados del fenómeno global, ecosistemas como la Amazonía en Bolivia corren un gran peligro si no se trabaja de manera conjunta desde el Estado con los pueblos que han vivido desde siempre en los bosques, generando acciones que aumenten la resilencia y mejoren las capacidades adaptativas de estas poblaciones.

A nivel internacional, es importante apoyar la visión del Estado frente a las COP, para disminuir los impactos del cambio climático, promoviendo la justicia climática y la ‘no’ mercantilización del bosque, así como los Derechos de la Madre Tierra.

 

Daniela Rico. Numius 2. Tinta china sobre papel, 2006.

 


[1]  Marco Octavio Ribera, biólogo transdisciplinario con especialidad en Conservación y Gestión de Impactos Ambientales; Coordinador de Investigación y Monitoreo Ambiental LIDEMA; correo electrónico: marcor@lidema.org.bo. María Renné Pinto, bióloga, especialista en Calidad Ambiental; Coordinadora del Programa de Reducción de la Vulnerabilidad LIDEMA/ASDI; correo electrónico: maria@lidema.org.bo. La Paz-Bolivia.

 

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