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Tinkazos

versión On-line ISSN 1990-7451

Tinkazos v.15 n.31 La Paz jul. 2012

 

RESEÑAS

 

Puente Calvo, Rafael

 2011

 

Recuperando la memoria. Una Historia crítica de Bolivia, Tomo I.La Paz: UPS Editorial.

413 páginas.

 

2011

 

Recuperando la memoria. Una Historia crítica de Bolivia, Tomo II. La Paz: Plural. 322 páginas.

ISBN 978-99954-1-430-6

 

Mauricio A. Pol P.1


Recientemente se publicaron dosvolúmenes con el título Recuperando la memoria. Una Historia crítica de Bolivia, de Rafael Puente. Su publicación hoy no solo responde a los años de trabajo y reflexión personal del autor en su preocupación por la historia de este país; sino que, a mi juicio, fundamentalmente responde al tiempo presente que vivimos, que exige como necesidad urgente, entre otras cosas, enriquecernos de lo acumulado en la historia boliviana2.

No siempre se ha entendido la historia boliviana, y mucho menos, por tanto, se han extraído lecciones de ella. De hecho hoy se podría decir, con relativo acierto, que en el contexto presente estamos encarando el desafío titánico de construir otra historia (inédita por cierto) sin muchas lecciones extraídas de la historia. Esto es, estar enfrentando un proceso histórico-político sin mucha experiencia política de la historia. Esto último no tiene que ver tanto con un conocimiento de la historia, ello podría ser mera historiografía (importante, pero insuficiente en este reto); tiene que ver más con un conocimiento político de la historia, que nutre y fortalece al propio sujeto que está transformando su realidad: nutre su potencia histórica, su capacidad de concretar el proyecto. Y esto se hace evidente también en el discurso intelectual de hoy. No siempre se escucha de parte de estas voces la experiencia histórica acumulada alumbrando el presente con pertinencia. Se oye más bien un eco de ausencia de aquello. 

Si la experiencia política del nacionalismo revolucionario a mediados del siglo pasado ha mostrado, entre otras cosas, que el sujeto que pretendió construir un proyecto (nacionalista, de Estado nación, homogeneizante, modernizante, además de todavía no trascender un umbral colonial, etcétera) no tuvo la potencia histórica necesaria en el largo tiempo como para poder concretar su proyecto en una realidad como la boliviana, con un antagonista político claro como la rosca minera oligárquica y los agentes imperialistas externos, en un contexto regional adverso, con una insuficiencia de claridad en su proyecto y sin ir cediendo poco a poco al poder dominante y dejándose constituir por él. Entonces mucho más atentos y vigilantes debemos estar ahora, cuando el proyecto que se intenta construir supone exigencias, desafíos y dificultades radicalmente mayores e insospechadas a las que este otro proceso tuvo que enfrentar a mediados del siglo XX en Bolivia3.  

Lo plurinacional, lo comunitario, lo inter-intracultural, la descolonización, el Vivir Bien, el ñandereko, etcétera, son sentidos inéditos en la historia política boliviana, además de suponer una radicalidad que ningún proyecto boliviano anterior había tenido. 

Es la primera vez que aparece la oportunidad y la posibilidad de construir conjuntamente un proyecto de estas características. De modo que lo titánico de la labor se presenta en todos los planos de construcción, en todos sus ámbitos y niveles. Y es aquí donde rescatar lo acumulado de la historia política boliviana es fundamental. Aprender de los errores que ha habido en los intentos de construir otros proyectos por otros sujetos, de las evoluciones que han tenido sus procesos, de su desenvolvimiento en el tiempo, de los procesos de constitución y des-constitución que iban dándose. Esto es central. Reconocer, por un lado, la novedad e ineditud (si vale el término) que significa el proceso que vivimos en la historia política boliviana (para darle la importancia que tiene la oportunidad histórica que estamos atravesando); pero, por otro lado, no creer o suponer que éste es el único intento de transformación de la realidad, el único intento de liberación que ha habido, y por tanto no habría nada, o habría poco que aprender de la historia política boliviana.  

Esto segundo sería un error fatal en el contexto presente, y un contrasentido que se invalida solo. De hecho, la propia fundación de “la república” de Bolivia supuso un intento de “independencia” del poder colonial monárquico (ahora que éste haya sido o no acertado, es una discusión aparte) y si uno ve las dinámicas internas de conformación del proceso independentista, co-mo lo muestra Rafael Puente en el primer volumen, había más de un sentido en este proceso, y quizás más que ser uno eran muchos procesos.  

La reconstrucción que hace el autor deja ver que el propio proceso de liberación de los pueblos indígenas es, por un lado, más fuerte, más constante, además de ser más antiguo cuando menos treinta años antes del primer grito de independencia “criollo mestizo” que se da concluida la primera década del siglo XIX. Y que además fueron varios intentos sostenidos no solo de los pueblos andinos, sino también amazónicos, principalmente guara-ní, por liberarse del dominio y sometimiento colonial (esto hablando solamente en el plano de las luchas y rebeliones). Sin embargo, hay otro proceso que se va formando después, impulsado principalmente desde sectores criollos mestizos aunque también con participación indígena -de hecho fue la participación de los pueblos indígenas la que le dio mucha fuerza y sostén-, que tiene un sentido diferente de rebelión. Y es éste último el que, de cierto modo, termina imponiéndose en este proceso de rebelión frente a la corona española, es el que termina imponiéndose en el umbral de la “independencia”. Se termina fundando el proyecto con el sentido que le daba la realidad dominante , y no necesariamente con el sentido contenido en las luchas de liberación de los pueblos indígenas, que fueron más antiguas, con una capacidad de rebelión mayor, además de ser sostenidas en el tiempo. Se impone otro proyecto distinto a este. Y la república de Bolivia nació en estas circunstancias, en este ambiente de caos, de confusión, en el que todo se concreta muy rápido, algo así como momentos de arrebatamiento. 

Ha habido y hay, desde su propia fundación, momentos decisivos, nudos en los que se determinan los devenires históricos, que contienen los enredos con que se tejió el momento, de lo que fue y de lo que no pudo ser. A esos nudos, a esos momentos, a esas coyunturas decisivas hay que prestarles la atención que merecen, a sus procesos internos que son parte del mismo proceso mayor, a sus dinámicas constituciones internas,etcétera; y en la historia política boliviana hay varias como para aprender y estar un poco más “preparados”, un poco más a la altura de lo que implica construir o transformar la historia.  

En este sentido, el trabajo de Rafael Puente constituye un aporte valioso para el momento presente que vivimos. Debe ser de los pocos intentos de proyectar una visión crítica y global de la historia de Bolivia desde los vencidos, desde los pueblos indígenas principalmente. Y que, aunque tiene ese locus¸ no por ello deja de tener una visión panorámica del conjunto de la historia boliviana. Un trabajo que tiene importancia en muchos planos, además del político también lo tiene en el plano pedagógico (cuyo despliegue no deja de tener significación política), en tanto contribuye a aperturar y desarrollar la mirada de los sujetos respecto a su historia4. 

Esta visión crítica y global recorre la historia de este país, desde sus antecedentes coloniales, necesarios para entender la Bolivia de hoy, pasando por su fundación como república, y deteniéndose en hechos que han marcado y constituido la historia boliviana. Historia que aún con muchas rupturas y acontecimientos no trascendió un telos de Estado republicano liberal monocultural (colonial). Y hoy nos encontramos ante la oportunidad de construir otro proyecto que responda y se corresponda con la realidad que la subyace. 

Es en este desafío presente de construcción que debemos recuperar de la historia las lecciones que nos sean pertinentes para este proceso que no está dado, ni definido su rumbo, sino es un caminar en el que la memoria tiene importancia fundamental: la memoria cultural (ancestral) y la memoria política. Estos dos volúmenes son un aporte valioso en ello: un intento de enriquecer el presente con las lecciones que ha dejado la historia.


1 Estudió ciencias políticas en la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA). La Paz-Bolivia.

2 Que no empieza en su fundación, claro está, sino que es en gran manera una continuidad de la historia y la realidad precedente sobre la cual se funda la república: la realidad colonial.

3 El nacionalismo aunque fue un proyecto revolucionario, fue un proceso que no traslució las vibraciones más profundas de nuestra historia y de nuestra realidad, y no la abrió como de algún modo fue abierta en este proceso que vivimos.

4 Mirada que, en la mayoría de los casos, está parametralmente determinada por una “historia oficial” que sigue siendo la dominante en la enseñanza que se transmite a los sujetos. Lo cual, claro está, tiene consecuencias existenciales y prácticas (también políticas), cuando ese sujeto ve su realidad y se relaciona con ella desde esa historia.

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