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Tinkazos

versión On-line ISSN 1990-7451

Tinkazos v.15 n.31 La Paz jul. 2012

 

 Lorenzo Calzavarini

(1939-2012)

IN MEMORIAM

 

Alfonso Hinojosa Gordonava1


La construcción del porvenir

Recordar y valorar la vida de Lorenzo Calzavarini tiene necesariamente múltiples dimensiones, como las de cualquier persona, pero en el caso específico de Lorenzo estas dimensiones adquieren particularidades muy precisas y admirables. Existen dos aspectos que a mi modo de ver son determinantes en su vida: su ser religioso y su ser intelectual; ambas inseparables una de la otra, ambas complementarias de la plenitud del ser humano que fue Lorenzo.  

El Padre Calzavarini, sacerdote franciscano, expresaba una vida íntegra de dedicación y servicio hacia los demás a través de la fe, del compromiso con el prójimo heredado y exaltado del santo de Asís que se tradujeron en casi medio siglo de sacerdocio, en una vida de “paz y bien”. El Dr. (PhD.) Calzavarini, sociólogo, antropólogo y lingüista contenía un universo de sabiduría, conocimiento, sensibilidad y empeño hacia su entorno que era Bolivia en general y la región del Chaco y Tarija en particular, y se expresaba en aportes de comprensión etnohistórica y de realidades locales de enorme valía. Es sobre todo esta segunda dimensión la que nos interesa resaltar en el presente texto, aunque como ya mencionamos, no se la puede desligar de su ser religioso; esa totalidad que Josep Barnadas definió como “estilo de finura humanística”.

Lorenzo Calzavarini fue un académico e intelectual como muy pocos. Siendo sociólogo y antropólogo, los derroteros de su actividad y de su orden religiosa lo llevaron a hacerse historiador, siguiendo una prolífera tradición de misioneros franciscanos ligados a la historia del territorio chaqueño e iniciada con fray Mingo de la Concepción, Antonio Comajuncosa, Alejandro Corrado, Angélico Martarelli, Bernardino de Nino, Doroteo Giannecchini, Pedro de Anasagasti y Geraldo Maldini, entre los más célebres.  

Desde muy temprano, en Lorenzo estuvo presente lo que sería su gran pasión: el Chaco y los ‘chiriguanos’ (así llamados los guaraníes en la historiografía nacional). Siendo aún estudiante de teología en Italia, el horizonte de Bolivia se le presentó a partir de las lecturas de los documentos que los sacerdotes de Florencia, misioneros en el chaco boliviano, enviaban a sus superiores respecto a su labor evangelizadora entre los indígenas de dicha región. En palabras de Lorenzo, la decisión de venir a Bolivia no fue ni rápida ni fácil. Dicha determinación, tomada ya en 1966 teniendo como destino específico Tarija, tuvo que esperar y madurar hasta el año 1973, “tenues luces de un ocaso que retrasaba el día y no invocaba la noche”, escribiría Lorenzo al respecto. Tiempo que implicó una mayor formación y preparación académica en universidades de Italia y Bélgica.  

A su llegada a Bolivia, en plena dictadura militar y luego de pasar muy rápidamente por Potosí, se estableció en Cochabamba donde comenzó a dictar cátedra en las aulas de la Universidad Mayor de San Simón y construyó allí, junto con otros destacados académicos, uno de los primeros centros de investigación multidisciplinaria regional, el Instituto de Estudios Sociales y Económicos (IESE), lo cual en esas épocas ya significaba un avance importante en el mundo académico al priorizar la reflexión local y regional desde disciplinas diversas. Luego de veinte años de fructífera labor intelectual en esa casa superior de estudios asumió la jubilación.  

Tal como le enseñó uno de sus maestros -Mons. Giovanni Benelli- el “tiempo precisa coraje y paciencia”. En el año 1994 finalmente Lorenzo se establece en el Convento Franciscano de Tarija, lugar que desde su juventud en Italia estaba planificado en virtud a esas lecturas que le cautivaron sobre las misiones religiosas entre indígenas, ya que el Convento de Tarija alberga el archivo que contiene los documentos históricos más importantes del chaco, de los guaraníes y las misiones entre ellos. Allí fundó el Centro Eclesial de Documentación (CED) espacio desde donde desarrolló sin duda alguna su más importante y fecunda labor intelectual y cultural. 

Los largos tiempos del investigador  

Ya en su formación académica en Europa a finales de los años sesenta realizó trabajos sobre América Latina y el cambio social que en esas épocas y con sus particularidades vivía la región, pero sobre todo continuó y potenció sus indagaciones bibliográficas sobre el chaco boliviano, siendo este tema su tesis de licenciatura en Teología (1967). Durante su estadía en Cochabamba, y a la par de su producción intelectual, como docente publicó Nación Chiriguana: Grandeza y ocaso (Los Amigos del Libro, 1980), texto altamente innovador para la época que ponía ya en debate la ‘cuestión de los pueblos originarios de tierras bajas’, diríamos hoy. La presentación del libro fue realizada por el Dr. Gunnar Mendoza, el célebre archivista de Sucre y a quién Lorenzo recordaba con gran cariño y asumía como maestro. Si bien este texto puede considerarse como su “presentación ante la sociedad intelectual boliviana” se trataba solo de un primer paso en un camino muchísimo más largo y profundo.  

Desde el Centro Eclesial de Documentación en Tarija edita la Guía de fuentes franciscanas en el Archivo y Biblioteca Nacional de Bolivia (Sucre: ABNB, 1994), la obra del padre Doroteo Giannechinni, Historia natural, etnográfica, geográfica, lingüística del Chaco boliviano, 1898 (Sucre, Túpac Katari, 1996), así como la obra del padre León de Santiago, Diccionario guaraní-castellano y castellano-guaraní 1791 (Tarija: CED, 1998). De su autoría tenemos Los franciscanos en la hora de Bolivia. Ensayos de lectura sociológica (Cochabamba, Arol, 1990); Teología narrativa. Relatos antropológicos de la fe popular en Bolivia (Tarija: CED, 1995); Música y cantos tradicionales de Tarija (Tarija: CED-AFT, 1999); así como múltiples artículos publicados en el Suplemento Cultural Cántaro de la ciudad de Tarija. En el año 2003, por su aporte al campo de la archivística y al conocimiento de la historia y la cultura boliviana, se le otorgó la distinción nacional Dr. Gunnar Mendoza Loza. En el año 2007 fue nombrado miembro de la Sociedad Boliviana de Historia; así como destacado componente de la Academia Boliviana de Historia Eclesiástica.

Ya desde 1996, pensando en las celebraciones del IV Centenario de la fundación del Convento Franciscano de Tarija (1606), da inicio a lo que sería su obra máxima construida en diez años de meticulosa y exhaustiva labor, Presencia franciscana y formación intercultural en el sudeste de Bolivia según documentos del Archivo Franciscano de Tarija, 1606-1936. I-VII (Centro Eclesial de Documentación, 2004-2006). El conjunto de documentos editados en estos siete tomos (tres coloniales y cuatro republicanos) y que abarcan más de 3.500 bellas páginas meticulosamente cuidadas que combinan textos (266 documentos del Archivo Franciscano de Tarija) e imágenes (1.400 ilustraciones iconográficas), se constituyen en un aporte inconmensurable en las ciencias sociales del país que abre posibilidades extraordinarias de investigaciones y de reflexión en diversos campos académicos sobre una sucesión también muy amplia de temáticas donde se visibilizan variables sociológicas, antropológicas, etnográficas, políticas, etcétera, del sudeste boliviano.  

En todo caso, este legado contenido en Presencia franciscana es una invitación ineludible para estudiosos de múltiples disciplinas a recurrir a sus páginas en pos de mejorar los conocimientos y comprensión de nuestras realidades locales. “Ahora estos libros esperan estudios específicos”, ya nos advirtió Lorenzo. 

Ética de trabajo y compromiso intelectual  

Pero Lorenzo Calzavarini iba más allá, siempre fue más allá. También en el marco de las celebraciones del IV Centenario del Convento de Tarija se dio a la tarea de retomar e impulsar la iniciativa del Complejo Cultural Franciscano ya concebido por el P. Geraldo Maldini, conformado por el archivo, las bibliotecas y el museo, a lo que el P. Lorenzo agregó la pinacoteca de arte sacro y un museo arqueológico. Todo esto bajo la coordinación del Centro Eclesial de Documentación y con una nueva infraestructura que reúne en absoluta armonía la dimensión estética y el espíritu de la tradición franciscana. Según la última catalogación, el CED cuenta con 42.663 unidades bibliográficas, distribuidas en una biblioteca antigua, una moderna, la universitaria y aquella personal y especializada de Lorenzo hecha en sus años de docencia en Cochabamba donde era motivo de ‘sana envidia local’ entre los intelectuales. Sin embargo, la importancia y la centralidad de este conjunto está dado por el archivo y sus documentos mantenidos celosamente a lo largo de cientos de años, y que ahora, gracias a Lorenzo, los tenemos en el siglo XXI. 

Su labor pastoral también lo llevó a realizar obras magníficas en comunión cultural con el pueblo. La iglesia de Tolomosa en el valle central tarijeño fue refaccionada y bellamente trabajada en su interior con grandes aportes estéticos de los artistas Gonzalo Rivero (su gran amigo) y Jaime Calizaya. Es también altamente significativa su contribución al suplemento cultural Cántaro de la ciudad de Tarija, aspecto que se traduce en más de cien artículos especializados y de enorme importancia, muchos de ellos desde una reflexión antropológica e histórica de la cultura regional.  

Muchísimo más se podría decir de Lorenzo ya que su labor y fortaleza eran inagotables, solo la sin razón devenida de la enfermedad fue capaz de parar físicamente su compromiso y trabajo. Dependerá ya de nosotros en tanto ‘académicos e intelectuales’ el retomar y llevar más allá su ejemplo. En todo caso, a aquellos que lo conocimos o que fuimos beneficiarios de sus conocimientos y saberes, no nos queda más que agradecer desde lo más profundo del alma al gran maestro.  

 

Adiós Lorenzo. 



1 Sociólogo. Trabajó, investigó y colaboró con el P. Lorenzo Calzavarini por más de diez años en el Centro Eclesial de Documentación en Tarija. Correo electrónico: alf_hg@yahoo.com. La Paz-Bolivia.

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