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Tinkazos

versión On-line ISSN 1990-7451

Tinkazos v.14 n.30 La Paz dic. 2011

 

La quinua y la necesidad de realizar investigación agroambiental

 Quinua and the need for agro-environmental research

 Roger Carvajal Saravia[1]


Uno de los recursos más importantes de la agrobiodiversidad andina está constituido por la especie Chenopodiumquinoa, pseudo-cereal que, por sus características nutricionales, nutracéuticas y organolépticas, ha pasado a ser de un alimento para marginados a un elemento de alto valor en la alimentación humana en el ámbito mundial.

Este hecho es producto de la constatación científica de que la quinua cuenta con valiosos nutrientes, como los aminoácidos esenciales y varios ácidos grasos esenciales, vitaminas y oligoelementos. El conocimiento de estas potencialidades para la preservación de la salud ya existía desde tiempos inmemoriales, como parte del patrimonio cultural de los pueblos andinos, pero recién a partir de la década de 1980 es que se valora el grano en la cultura occidental como efecto de una investigación universitaria[2]. Aquello parece significar que, en la actualidad, los saberes locales y conocimientos ancestrales sobre las propiedades de estos recursos y sobre sus procesos agrícolas -el laboreo y modo de siembra, los procedimientos de cosecha, la rotación de cultivos, el uso de abonos de estiércol de camélidos, el manejo de laderas, el cultivo conjunto con otras especies, el manejo de suelos y praderas, la conservación de bofedales para el ganado, etc.-  no son aceptados ni aprobados mientras no sean demostrados o “validados” por la experimentación e investigación ejecutadas según los métodos científicos occidentales.

Mientras esto no ocurra, los productores de granos andinos desprovistos de estos conocimientos y sin asumir una actitud respecto a la naturaleza, seguirán insertos en un modelo productivo que se guía solo por precios, mercado, rendimiento, etc., sin considerar el manejo del ecosistema como una unidad integrada y compleja. Las consecuencias de esto están a la vista: caída persistente del rendimiento por hectárea, degradación y desertificación de los suelos, eliminación de praderas nativas para el aumento de la frontera agrícola que incluye la afectación de bofedales con la afectación de la reproducción de camélidos y la producción de estiércol, mecanización con procedimientos de agresión a la microflora edáfica -que expone los microorganismos del suelo a la radiación ultravioleta del sol-, eliminación de otras especies nativas como el cauchi y la thola, con el monocultivo, etc.

Preocupadas por este hecho, diversas entidades académicas, reparticiones estatales y organismos de cooperación han impulsado procesos de investigación que aporten con evidencias científicas al conocimiento del proceso agrícola integral que incluye el manejo del ecosistema circundante y la generación de bases científicas para el desarrollo tecnológico en el mejoramiento de los suelos, en la prevención de la desertificación, en el manejo de plagas, en la siembra, cosecha y postcosecha, en el manejo de variedades con ventajas respecto a trastornos climáticos y adversidades varias que, en general, son producto de acciones antrópicas tales como el cambio climático, el monocultivo y la depredación de la flora y fauna colindante. También se ha buscado impulsar el desarrollo tecnológico para la conservación, la transformación, el beneficiado, el envase, el procesamiento alimenticio, etc.

Como parte de este accionar, el PIEB, en coordinación con el Viceministerio de Ciencia y Tecnología y con el apoyo de la Cooperación Danesa, ha convocado a investigadores locales para proponer y ejecutar proyectos que generen conocimiento científico o tecnológico que permita desarrollar el proceso productivo y el de transformación para beneficio de productores y consumidores; pero también, y fundamentalmente, para el adecuado manejo del ecosistema circundante como elemento central de lo que significa la sustentabilidad del proceso.

En los estudios presentados, el sustrato físico-biológico de este cultivo, el suelo, considerado tanto un recurso -en la cultura occidental- y como una parte de una totalidad viva -la pacha en la cultura andina- ha sido identificado como el elemento crítico del procesos productivo, por tanto, el objeto fundamental de la investigación. En ese marco, la investigación de Vladimir Orsag y su equipo provee información valiosa sobre la fertilidad y otros componentes que permiten determinar el valor del suelo en un enfoque integral que, desde una posición crítica, debiera ser considerado como insumo fundamental en la toma de decisiones sobre este recurso de la región estudiada y así extrapolarlo al resto del altiplano sur.

Por su parte, TiconaMuraña y su grupo, utilizando como modelo local el Municipio de Colcha-K (Potosí), muestra lo valioso de los insumos orgánicos en la fertilización del suelo. Asimismo, además de proponer procesos de obtención y distribución de agua, establece la importancia del uso de estiércol de camélidos como la estrategia mayor para recuperar la frágil fertilidad de los suelos de esta región. En este orden, su aporte va de la mano con lo descrito por los conocimientos ancestrales, pero ahora argumentado con datos precisos que respaldan procesos de intervención para mejorar la productividad.

En la misma línea, pero considerando elementos críticos del clima y otros componentes ambientales como la humedad (evapotranspiración), los vientos, la temperatura y otros elementos que han sido afectados por el cambio climático, Vallejos Mamani y sus colaboradores establecen con suficiente precisión parámetros globales y específicos que deben ser considerados para mejorar el manejo del ecosistema local. Su propuesta de intervención también incluye como estrategia el uso del estiércol de camélido pero lo amplía de manera innovadora con la posibilidad de incorporar humus de lombriz como elemento promotor de la fertilidad y el rendimiento.

Por último, el equipo de Morales avanza de manera certera en la búsqueda de elementos biológicos de fertilización en la microflora edáfica de la región, identificando particularmente cepas y variedades de microorganismos con capacidad para la captación de nitrógeno. Propone complementar estos procesos de investigación microbiológica y bioquímica sobre el tema para respaldar la innovación mayor: la biofertilización con inóculos[3] de microorganismos de alta eficiencia para mejorar la composición orgánica de los suelos del altiplano sur, altamente erosionados y afectados por elementos climáticos y antrópicos.

Como se ve, cuatro investigaciones abordan desde diferentes ángulos el problema del ecosistema a través del punto crítico central, el suelo, valorando su fertilidad y sus requerimientos para mejorar su uso y aprovechamiento. Aquello muestra que una visión integradora de base científica puede contribuir a la formulación de una estrategia global y sostenible para la toma de decisiones sobre los problemas identificados. Dada la situación actual, estas deberán efectivizarse en el menor tiempo posible por parte de las entidades encargadas de tales acciones, en los ámbitos locales y regionales (altiplano andino). Tales medidas servirán también para abordar el problema global referido a la erosión de los suelos. En este orden, una posibilidad que no debe dejar de plantearse es la conformación del Instituto Nacional de Suelos, entidad que debe orientar su trabajo a poner en marcha las acciones propuestas y continuar y profundizar estos y otros estudios, recuperando a la vez los saberes locales y los conocimientos ancestrales.

En torno a los procesos de beneficiado, la propuesta de Carla Quiroga y su equipo apunta de manera consistente a un procedimiento que, si bien es utilizado en otros procesos de beneficiado, en el caso de la quinua muestra una gran potencialidad en términos de costos y eficacia. Todo indica que el proyecto en su fase de implementación industrial constituye la ruta a seguir, a corto plazo, por parte de los transformadores del sector industrial del país.

En fin, todo lo anterior ratifica la idea de que el camino de la investigación y el desarrollo tecnológico con innovación constituyen la ruta más importante para asegurar procesos productivos eficientes y sustentables para el desarrollo nacional, en la búsqueda del “vivir bien”.


 Bibliografía

Morales Belpaire, Isabel et al.
2011 Producción in situ de biofertilizantes para el cultivo de Quinua. La Paz: PIEB.

Orsag Céspedes, Vladimir et al.
2011 Evaluación de fertilidad de los suelos en la zona intersalar. Producción sostenible de quinua. La Paz: PIEB.

Quiroga Ledezma, Carla et al.
2011 Beneficiado en seco de la quinua. Proyecto de prefactibilidad para el beneficiado en seco de quinua con
un lecho tipo surtidor
. La Paz: PIEB.

TiconaMuraña, Edgar et al.
2011 Agua y abonos para mejorar la productividad de la quinua en Lípez. La Paz: PIEB.

Vallejos Mamani, Pedro Román 2011 Medio ambiente y producción de quinua. Estrategias de adaptación a los impactos del cambio climático.La Paz: PIEB.         [ Links ]

 

 


[1]  Médico, tiene una maestría en Ciencias Biológicas y Biomédicas y un doctorado en Bioquímica y Biología Molecular en la UNAM. Ha sido Viceministro de Ciencia y Tecnología del Ministerio de Planificación del Desarrollo. Investigador  emérito del SELADIS-UMSA. La Paz-Bolivia. Correo electrónico: rcarvajal@umsa.bo

[2]  En 1988, en el Servicio de Laboratorio de Diagnóstico e Investigación en Salud (SELADIS) de la Universidad Mayor de San Andrés UMSA se demuestra la existencia de siete aminoácidos esenciales y otros nutrientes en diez variedades de quinua de la colección del Instituto Boliviano de Tecnología Agropecuaria Patacamaya (La Paz).

[3]  Es una suspensión de microorganismos vivos que se han adaptado para reproducirse en un medio específico.

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