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Tinkazos

versión On-line ISSN 1990-7451

Tinkazos v.14 n.30 La Paz dic. 2011

 

¿Realmente la inversión importa?

Suficiencia y eficacia de la inversión en Bolivia[1]

Does investment really matter?
 Adequacy and effectiveness of investment in Bolivia

Rubén Ferrufino G.[2]- Iván Velásquez C.[3] - Marco Gavincha L.[4]

 

Fecha de recepción: septiembre de 2011

Fecha de aprobación: octubre de 2011

Versión final: noviembre de 2011

T’inkazos, número 30, 2011,  pp. 25-50, ISSN 1990-7451


La inversión pública puede incentivar desplazamientos hacia adentro o hacia afuera dependiendo su grado de influencia a nivel sectorial. La presunción del desplazamiento hacia adentro corresponde al caso positivo en donde los aumentos de inversión pública producen incentivos para que también se aumente la inversión privada. Ello ocurrirá en la medida que existan complementariedades entre inversión pública e inversión privada. La investigación ha identificado que ha existido “desencuentro” entre la inversión pública y privada en Bolivia.

 Palabras clave: macroeconomía / microeconomía / inversión / inversión privada /  inversión pública / política de inversión / Bolivia

Public investment can encourage inward or outward displacements, depending on its degree of influence at the sector level. The presumption of inward displacement corresponds to the positive case where increased public investment produces incentives that also lead to an increase in private investment. This will happen when there are complementarities between public investment and private investment. The research has identified that there has been a "disconnect" between public and private investment in Bolivia.

Key words: macroeconomics / microeconomics / investment / private investment / public investment / investment policy / Bolivia


Introducción

A nivel internacional, más administraciones gubernamentales reconocen que sus políticas públicas y actuación son decisivas para configurar el clima para la inversión en sus sociedades. En este contexto, China e India son los ejemplos más elocuentes: las mejoras en el clima para la inversión en estos países han impulsado el crecimiento y las reducciones de la pobreza más extraordinarias de la década pasada. Sin embargo, los progresos en el ámbito de la inversión siguen siendo lentos y desiguales; América Latina es una muestra de ello.

Los gobiernos todavía imponen costos innecesarios a empresas y empresarios, generan un elevado grado de incertidumbre y considerables riesgos, y levantan barreras injustificadas a la competencia.

Una de las variables más estudiadas y monitoreadas por las autoridades económicas es el Producto Interno Bruto (PIB), aunque no mide directamente el bienestar de la población, toda vez que es un indicador de la producción de bienes y servicios al interior de un país, y podría eventualmente estar asociado con el bienestar general de la población. En esa perspectiva, una de las metas de la política económica es incrementar su tasa de crecimiento. Así extensos estudios se han planteado la pregunta: ¿qué factores permiten a los países aumentar sus tasas de crecimiento económico?

La literatura al respecto indica que entre otros determinantes está la variable inversión de la economía. Se asume que la inversión aporta al crecimiento económico en primer lugar, debido a que un mayor nivel de inversión puede aumentar en proporción el nivel de crecimiento de un país y permite una mayor acumulación de capital, el cual posteriormente es utilizado para aumentar el nivel de producción de bienes y servicios del país y, por lo tanto, del PIB; en segundo lugar, mientras mayor sea el stock de capital físico, otro tipo de inversiones como la inversión en capital humano (educación) pueden ser más rentables al existir más capital físico donde pueden aprovecharse.

Consecuentemente, en los últimos años, una de las áreas de mayor interés en el campo de la macroeconomía ha sido la del crecimiento económico, principalmente asociado al reconocimiento de la idea que a mayor producción (vía inversión) se genera un aumento en el nivel de vida y bienestar de la sociedad en su conjunto.

1. Marco teórico: inversión y su aporte al crecimiento

Amplia literatura ha establecido la relación positiva que existe entre la inversión y el crecimiento económico, pues la primera impulsa, promueve y estimula la expansión del crecimiento. La evidencia empírica ha cuantificado esta relación positiva y también se ha centrado en medir la causalidad entre estas variables: un crecimiento mayor puede estimular a una mayor inversión y viceversa.

La estimación y medición del crecimiento económico de largo plazo es un área de investigación que ha llevado al desarrollo de los modelos de crecimiento económico tales como: el modelo de acelerador fijo de la inversión asociado a los aportes de Harrod (1939) y Domar (1946), Solow (1956) y los Modelos de Crecimiento Endógeno (MCE), donde los factores relevantes de una función de producción siempre le dan gran relevancia al factor capital y su dinámica, entre otros (Barro et al., 1997).

La inversión, dentro de esos modelos y en el marco de las cuentas nacionales, se define como la adición a la masa física de capital de una economía, es decir, como la formación bruta de capital, que incluye la fabricación de maquinaria, la construcción de fábricas y viviendas y la variación de existencias. En este sentido, el capital es un factor productivo y, por tanto, a mayor crecimiento del capital, es decir a mayor inversión, necesariamente habrá un mayor crecimiento del producto. De esta manera, el crecimiento del capital está determinando por las perspectivas del crecimiento económico. Por estas razones, se espera que se observe una alta correlación entre el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) y el crecimiento del stock de capital.

Sin embargo, lo anterior no implica que la Formación Bruta de Capital (FBK) sea un determinante de la tasa de crecimiento del producto a mediano y largo plazo. Esto sugeriría la existencia de externalidades y sinergias, en virtud de las cuales el país con más capital tendería a crecer más. Así, en esta perspectiva es posible que el stock de capital no tenga un efecto duradero sobre la tasa de crecimiento de la economía y que, por el contrario, sea el crecimiento económico el que determine la tasa de crecimiento de la inversión y el capital. Sin embargo, si se incrementa el stock de capital aumentará el nivel del producto[5].

Este aumento puede significar incrementos relativamente prolongados en la tasa de crecimiento de la economía, dependiendo de cuanto demore el capital en llegar a su nivel óptimo y cuánto demore el aumento de capital en transformarse en aumentos del producto. En otras palabras, si bien el efecto de mayores tasas de inversión sobre el crecimiento de largo plazo puede ser mínimo, el efecto sobre el producto puede traducirse en tasas de crecimiento mayores por un período importante.

Por otro lado, si bien a largo plazo la relación entre el crecimiento económico y la inversión está explicada por la dinámica del trabajo, del capital y de la productividad global de estos factores, en períodos no tan extensos de tiempo esta relación de largo plazo experimenta desviaciones que son explicadas por choques coyunturales nominales o reales, impulsados o no por políticas económicas de manejo macroeconómico coyuntural.

Otro aspecto importante de destacar es que la relación entre la inversión y el crecimiento económico pueden estar más o menos correlacionados de acuerdo al nivel de la tasa de inversión, debido a que a mayor stock de capital la tasa de reemplazo (depreciación) requerida es mayor, por lo que la contribución de la inversión al crecimiento económico no debería ser mayor que en el caso de una economía con un stock de capital más bajo.

A nivel internacional la evidencia empírica ha demostrado una alta correlación entre inversión y crecimiento; estudios de Kuznets (1973), Madison (1983), Levine y Renelt (1992) mostraron que tasas elevadas de crecimiento van en general acompañadas de altas tasas de inversión en capital fijo.

Los estudios mencionados demostraron la existencia de una correlación de mediano y largo plazo entre crecimiento del PIB e inversión, ya que uno de los insumos importantes para la producción es el capital físico; a su vez el capital y la inversión dependen del nivel del producto deseado. Considerando la productividad de los factores y los otros factores productivos, se evidencia que mientras mayor es el producto deseado, mayor es el capital necesario y los agentes económicos querrán invertir más.

Sin embargo, no todo es consenso ya que todavía existen discrepancias sobre el papel que desempeñan la inversión y el ahorro en el proceso de crecimiento, pese a que los resultados econométricos son distintos para diferentes grupos de países. En esa perspectiva, se ha llegado a varios consensos en torno a los resultados econométricos obtenidos sobre la temática y es así que varios investigadores demostraron que:

De manera general, la teoría económica clásica postula que el capital, tanto para la economía como un todo como a nivel desagregado, tiene rendimientos decrecientes. En otras palabras, si se mantiene el resto de los factores constantes (ceteris paribus), cada unidad de capital contribuye a la producción en forma positiva, pero en menor magnitud que las unidades anteriores. Implica que la acumulación de capital se verá reflejada en tasas cada vez menores de crecimiento.

Pese a lo mencionado anteriormente,si bien los incrementos de la tasa de inversión y del stock de capital no tendrían efectos sobre la tasa de crecimiento de la economía en el largo plazo, sí tienen implicancias para el nivel del producto. Este cambio en el nivel del producto puede verse reflejado en tasas de crecimiento significativas para períodos relativamente prolongados.

Bajo esas consideraciones teóricas Young (1995) documenta el rol primordial que jugó la acumulación de factores, en particular la acumulación de capital expresado en las significativas tasas de crecimiento que mostraron economías como Hong Kong, Singapur, Corea y Taiwán tras la segunda guerra mundial.

Teorías alternativas sobre el crecimiento económico postulan que si bien los agentes privados observan rendimientos decrecientes para su capital, a escala del total de la economía se producen sinergias que podrían mantener estos retornos elevados en forma permanente y a largo plazo. De ser este el caso, un incremento de la tasa de inversión tendría efectos duraderos sobre la tasa de crecimiento de la economía.

De Long y Summers (1991) presentan evidencia de que la inversión en maquinaria y equipos induce incrementos en la tasa de crecimiento de la productividad. Estos autores sugieren que si bien el retorno privado de este tipo de inversión es similar al retorno de otros activos, el retorno social, en economías de mercado que funcionan bien, es de aproximadamente 30%, evidenciando importantes externalidades y efectos distributivos.

 

  

 La divergencia teórica sobre el rol de la inversión en el crecimiento a lo largo del tiempo en términos de mediano y largo plazo da lugar a que la evidencia empírica juegue un papel importante a la luz de las interpretaciones para grupos de países o regiones económicas. En este sentido, la evidencia empírica existente, ya sea casual o basada en métodos estadísticos más sofisticados, tiende a favorecer la visión de que el crecimiento de mediano y largo plazo aumenta como respuesta a políticas que no están necesariamente dirigidas directamente a incrementar la inversión.

Sin embargo, como efecto de mayores tasas de crecimiento, la tasa de inversión también se incrementa. En otras palabras, inversión y crecimiento estarían determinados conjuntamente en el largo plazo; estudios de Barro (1991), Blömstrom et al. (1993) y Barro y Sala-i-Martin (1995) corroboran esa relación positiva entre ambas variables. De hecho, en general, los estudios internacionales más recientes que analizan el impacto de distintas políticas o características de las economías sobre las tasas de crecimiento de mediano y largo plazo no incluyen la inversión como variable explicativa. Esto es coherente con argumentar que la fuente más importante de crecimiento de mediano y largo plazo es la productividad total de factores.

El rol de la inversión pública en el crecimiento

Extensa literatura ha demostrado que si bien se han hecho progresos significativos en términos de crecimiento económico y se ha mejorado el comportamiento de diversas variables macroeconómicas, la calidad de vida[6] de la población no ha mejorado significativamente.

En muchos países, las políticas han favorecido los intereses creados de las elites y por lo tanto no han promovido inversiones adecuadas en capital humano y capital natural, que son esenciales para un crecimiento de amplia base. La calidad de los factores que contribuyen al crecimiento exige una atención fundamental para poder reducir la pobreza y lograr una mejor calidad de vida para todos.

Sin duda, una mejor calidad de vida para la gente pobre exige que los países generen mayores ingresos, esto a su vez requiere de políticas públicas adecuadas e instituciones sólidas encaminadas a alcanzar un crecimiento sostenido. Alcanzar ingresos más altos y una mejor calidad de vida también exige mucho más. Desde la óptica de James D. Wolfensohn (2002) es vital:

1.  Oportunidades mejoradas y más justas en cuanto a educación y empleos,

2.  Mejorar la salud y la nutrición,

3.  Un ambiente natural más limpio y más sostenible,

4.  Un sistema judicial y jurídico mas imparcial,

5.  Mayores libertades políticas y civiles,

6.  Instituciones dignas de confianza y transparentes,

7.  Así como la libertad necesaria para tener acceso a una vida cultural enriquecedora y variada.

La inversión en general y la inversión pública en particular juegan un rol muy importante como factores de crecimiento en una economía. Dos requisitos son esenciales: su volumen y su rentabilidad.

Barro y Sala-i-Martin (1995) determinaron que una expansión del gasto y la inversión pública pueden aumentar la tasa de crecimiento de la economía, si el aumento de gasto e inversión pública tiene un efecto positivo sobre la productividad de las empresas privadas. Según los autores, el efecto estimado se produce si la inversión pública está orientada a infraestructura en carreteras o en instituciones que aseguren el derecho de propiedad privado y que, por lo tanto, tienda a asegurar y mejorar la rentabilidad de las inversiones del sector privado. Similares resultados pueden presentarse con inversión pública en salud y educación, que mejoran la calidad de la oferta laboral y aumentan la productividad del sector privado.

La transmisión de la inversión pública hacia el crecimiento económico se puede dar en varios ámbitos. Primero, la mayor inversión pública es un mecanismo para aumentar el capital (físico) del sector público, y este último puede ser considerado en algunos casos como insumo de producción para el sector privado. Ejemplo de ello es el caso de inversión pública en instituciones como la Policía, Fuerzas Armadas y tribunales de justicia; es decir, instituciones que ayudan al establecimiento del orden público y seguridad, y permiten un escenario estable y adecuado para los negocios, lo que genera una externalidad positiva para el sector privado. Segundo, la inversión pública puede contribuir a disminuir los costos de las empresas privadas. Por ejemplo, la inversión en infraestructura que facilita la operación del sector privado tiende a disminuir sus costos de operación y transporte e incentivar la entrada de nuevas empresas. Como resultado de ello la inversión pública tiende a aportar al crecimiento económico.

Los resultados encontrados en la revisión de la literatura presentan efectos positivos de la inversión pública en el producto pero para algunos países los resultados son ambiguos y mixtos aunque orientados a un efecto positivo sobre el PIB y su crecimiento per cápita. La tabla 2 muestra una relación de los principales estudios sobre la temática.

En general, la inversión pública y/o stock de capital público interviene como insumo en la función de producción privada y se orienta a disminuir costos en el sector privado. Otros estudios como el de Cerda (2009) demostró que el gasto fiscal tendría un efecto positivo adicional durante periodos de crisis, que serviría como atenuador de las caídas del PIB durante estos periodos.

Es importante considerar que los efectos positivos del gasto e inversión pública no sólo ocurren por medio de efectos positivos de productividad y/o disminución de costos en el sector privado, sino que además incrementan la disposición de los privados a realizar mayor inversión sectorial. En la literatura económica se conoce como el efecto crowding-in[7]. Sin embargo, su efecto contrario y hasta negativo se conoce como crowding-out[8], que implica que la inversión privada es desplazada por la existencia de inversión pública. 

Sinergias de la inversión privada y pública  

La presencia de un ambiente macro y microeconómico apropiado es un elemento clave para la toma de decisiones sobre inversión en el sector privado. Las condiciones adversas en materia de sistemas financieros, derechos de propiedad, tasas e impuestos, trabas burocráticas, códigos de comercio e intervención del Estado en la economía, entre otros factores, ahuyentan las corrientes de inversión hacia los países lo cual en el largo plazo hace que los países se vuelvan menos competitivos[9].

En este sentido, el desafío para cualquier país es atraer la Inversión Extranjera Directa (IED) de calidad la cual no solo exige objetivos claros de desarrollo nacional y una actividad de fomento a la iniciativa privada, sino que además requiere una institucionalidad y una cultura propicias para el establecimiento y buen desempeño de las actividades productivas que se instalen en el país, tanto las llevadas a cabo por inversionistas nacionales como por extranjeros. 

La teoría económica establece que la inversión pública puede incentivar desplazamientos hacia adentro (crowding-in) o hacia afuera (crowding-out) dependiendo de su grado de influencia a nivel sectorial, la presunción del desplazamiento hacia adentro (crowding-in) corresponde al caso en donde los aumentos de inversión pública producen incentivos para que también se aumente la inversión privada. Ello ocurrirá en la medida que existan complementariedades entre inversión pública e inversión privada.

Por el contrario, el desplazamiento hacia afuera (crowding-out) sostiene que la inversión pública desplaza y desalienta a la inversión privada. Ello se basa en primer lugar, en la posibilidad de competencia por fondos o recursos en el mercado financiero entre el sector público y el sector privado. En ese caso, la expansión del sector público deja menos espacios al sector privado para financiarse lo cual en el mediano plazo disminuye la inversión de este sector.

Asimismo, un incremento de la inversión pública es equivalente a un aumento en la demanda total por bienes y servicios en la economía, lo que produce un desequilibrio entre oferta y demanda de bienes, el cual debe ser restablecido por medio de aumentos en la tasa de interés que depriman la demanda de los privados por bienes y servicios, y en particular, deprime la inversión realizada por el sector privado.

Es así que un aumento de la inversión pública podría aumentar la inversión total, y afectar de manera positiva el crecimiento económico, en la medida que el efecto crowding-out no fuese demasiado grande.

En particular, es de esperar que el efecto desplazamiento crowding-out fuera tal que por cada boliviano de inversión pública, se desplazara menos de un boliviano de inversión privada. Se destaca que el análisis anterior parte de la base de un presupuesto público predeterminado con anterioridad, en el cual ya se extrajeron recursos del sector privado y por lo tanto, el financiamiento de la inversión pública compite básicamente con otros tipos de gasto fiscal.

La tabla 3 presenta una revisión de la literatura y los principales resultados encontrados de los efectos crowding-in y out; se advierte que los resultados son robustos respecto del efecto de crowding-in de la inversión pública en infraestructura. Para el resto, los estudios concluyeron con respuestas de carácter mixto.

2. EVIDENCIA EMPÍRICA: BOLIVIA

Durante los pasados 20 años, Bolivia ha realizado multiplicidad de esfuerzos e implementado una variedad de instrumentos de política pública para impulsar su desarrollo. Lamentablemente, la evidencia empírica muestra que no se ha alcanzado los objetivos deseados. Frente a problemas estructurales irresueltos, es pertinente preguntarse: ¿por qué durante los últimos 20 años no se pudo avanzar más en generar bienestar y reducir la pobreza?, ¿por qué a pesar de la relativa estabilidad política y ciertos equilibrios básicos en la macroeconomía, no se logró mayor desarrollo?

Sin duda, hoy, uno queda tentado de calificar al pasado por su escaso progreso. Sin embargo, una adecuada valoración implica revisar de dónde se venía antes de 1989 y cuál ha sido el proceso que ha acompañado la multiplicidad de transformaciones políticas y económicas que han impactado débilmente al bienestar y al desarrollo del país.

La volatilidad del crecimiento

El crecimiento de los años 1990 en Bolivia, según el Banco Mundial, redujo la pobreza y mejoró los indicadores sociales especialmente los de salud y educación. Los avances en la estabilidad económica a principios de los noventa, favorecieron la mayor afluencia de inversión extranjera directa y el mayor acceso al financiamiento externo.

 

Desde 1985, las reformas económicas implementadas en el país han tenido resultados positivos en materia de estabilidad macroeconómica, avances a nivel institucional y logros en la inserción del país en la economía global. Sin embargo, a 2009 persisten algunos problemas centrales: las reformas han tenido un lento impacto en el crecimiento de la economía y en el sector productivo la inversión privada es insuficiente. Persiste la vulnerabilidad del país a los shocks externos de precios, la dependencia de las exportaciones continúa basada en materias primas, el difícil acceso a los mercados internacionales de capital, el desempleo y los altos niveles de pobreza.

Durante el periodo 1989-2009, el crecimiento del PIB ha sido positivo pero volátil, con una marcada dependencia con el ciclo económico expresado en la variabilidad de los precios y la demanda de materias primas exportadas. El pico más alto de crecimiento está alrededor de 50% que excepcionalmente fue sobrepasado en tres oportunidades (1991, 1998 y 2008); dos en los años 1990 y una en la década pasada. En promedio, el crecimiento entre 1989-2009 fue 3,8%, cifra que muestra la modesta expansión económica alcanzada. A continuación se reporta el crecimiento promedio agrupado en subperiodos de cinco años y para el último intervalo se consideran seis, para completar los 20 periodos incluidos en este análisis (ver cuadro 1).

 

El subperíodo de menor crecimiento fue entre 1999 y 2003, el cual puede estar asociado a inestabilidad política y conflictividad. El de mayor expansión es el período 1994-1998 debido a la Inversión Extranjera Directa (IED) que aportó con capital y tecnología al producto. El excepcional contexto internacional hasta el primer semestre de 2008, con precios atípicamente altos en materias primas, permitió alcanzar un crecimiento promedio de 4,72% entre 2006 y 2009 cifra ligeramente inferior a lo obtenido entre 1994 y 1998.

Lo señalado responde particularmente a factores externos que se desataron con la crisis internacional y en particular la caída de la demanda mundial de materias primas junto con la baja del precio del petróleo, cuyo impacto es muy importante en el precio del gas que Bolivia exporta. En el gráfico 1, se aprecia el límite superior de crecimiento de 5% y la mayor parte de los datos correspondientes a la tasa de expansión del producto se encuentran por debajo de ella. La línea inferior corresponde a un ajuste de tendencia polinomial que refleja lo ocurrido; una desaceleración particularmente clara en 1999, que también coincide con el contexto externo, debido a un menor desempeño en países vecinos como Brasil, la ruptura de la paridad en Argentina y otras dificultades que llegaron producto de la crisis internacional desde México.

La desaceleración que tocó fondo en 1999 alcanzó un mayor dinamismo nueve años después, llegando al máximo en 2008 para luego volver a perder impulso en 2009 con la crisis reciente. Se partió en 1989 con un nivel de crecimiento de 3,79%, moderadamente bajo de acuerdo a los estándares de la región. Luego se bajó hasta un mínimo en 1999 para recuperarse hasta llegar en 2008 a una situación bastante similar a la que se tuvo al inicio del periodo.

  

 La tendencia de la Formación Bruta de Capital (FBC)

En el gráfico 2 se muestra el coeficiente de FBC respecto al PIB y se aprecia otra frontera significativa. Con excepción del período 1997 al 2000, la economía recibió inversiones menores a 16% con un promedio de 15,6 para todo el periodo. De hecho, si se hace el ejercicio de recálculo sin tomar los años mencionados, el promedio baja a 14,4%.

 

En síntesis, se observa que la proporción de la inversión con respecto al producto en la economía ha estado cerca de 15% y que este nivel ha sido la barrera superior excepcionalmente rebasada durante cinco años en la década de 1990 y los dos últimos periodos analizados (2008-2009). En 1990, punto de partida del análisis, se ubica en 12,5 % y 19 años después, en 2009 alcanzó 16,5%; es decir, solamente cuatro puntos porcentuales más, cifra que no revela un cambio suficiente ni tampoco significativo en la tendencia. En lo que respecta a la inversión pública, cabe señalar que luego de un sendero descendente entre 1990 y 1998, se retomó un año después un comportamiento ascendente y más dinámico que permitió llegar a 8,4 % del PIB, cifra un punto porcentual menor a la máxima del período registrada en 1992. Pero quizás igual de importante es que esto permitió suplir la deficiencia en la inversión privada. Los crecientes ingresos fiscales asociados a la renta del gas tienen relación con la subida a partir de 2005 y permitieron que parte de la bonanza fiscal sirviera de factor de impulso al crecimiento (ver gráfico 3).

En el gráfico 4, se presenta la relación entre la inversión pública y el total del Presupuesto General de la Nación (PGN). El gráfico permite medir el esfuerzo real que significó para el sector público la asignación de recursos para gastos de capital; en la medida que este ratio es alto, implica que una mayor parte de los ingresos y financiamiento se dedicaron a gastos de capital. En contraste, un ratio bajo implica que una parte más relevante se destinó a otros componentes de gasto como el corriente.

En este caso, se aprecia que la tendencia durante el periodo de análisis ha sido hacia la baja. Si se comparan las cifras más recientes contra las del inicio del periodo evaluado (1990-1994) se concluye que, independientemente de los niveles en valor absoluto, el esfuerzo de asignar mayores recursos a la inversión pública ha bajado. Este dato es importante pues refleja implícitamente que el gasto corriente ha venido ganando espacio; las holguras fiscales que se dedicaron al gasto de capital al inicio de los años noventa se han venido cerrando pese a la bonanza fiscal. 

 

El “desencuentro” entre la inversión pública y privada

Uno de los aspectos centrales del análisis es la evolución de la inversión privada que incluye tanto a la doméstica como la externa. El gráfico 5 refleja la evolución de la inversión pública y privada, ambas como porcentaje del PIB. Se empleó un gráfico con escala dual a efectos de poder contrastar las direcciones en la evolución de las dos variables de manera más explícita. Se aprecia la subida de la inversión privada total durante la década de los años 1990, partiendo en 3,4 para llegar a 18,1% del PIB. Luego de llegar a ese pico, la tendencia se revirtió y esta variable comenzó a disminuir en la década de 2000 para estancarse en 2006 en 7% del PIB.

En el gráfico se tiene además la evolución de la inversión pública que permite nuevamente apelar al concepto de “desencuentro”. En los años 1990, la inversión privada subía, mientras la inversión pública se contraía. En la siguiente década pasó exactamente lo contrario. En consecuencia, no hubo en estos 20 años un periodo en el que ambas inversiones hubieran crecido juntas y contribuido de manera concurrente al crecimiento económico y la mejora de otros indicadores sociales. Al contrario, entre 1999 y 2003, ambas variables tuvieron la misma pendiente pero hacia la disminución; se acompañaron una a la otra en la bajada y no se complementaron en la subida.

 

Con la información presentada hasta aquí se puede plantear un primer argumento en relación a la suficiencia de la inversión:

•  Durante los años 1990, hubo un importante flujo de inversión privada (en su mayoría extranjera) con una limitación grande en la inversión pública, proveniente de un problema de ingresos fiscales que en el fondo no está aún resuelto.•  En franco contraste, en la década de 2000 pasó lo opuesto, se produjo un aumento importante en la inversión pública y se contrajo la inversión privada. Sobre este último punto se ha escrito bastante en el país en relación a temas de clima para la inversión y variables como la incertidumbre, falta de seguridad jurídica, ausencia de apoyo al sector privado y otros factores que desincentivaron la inversión privada.

La teoría y extensa evidencia empírica ha demostrado que debe darse una complementariedad entre la inversión pública y privada. En ese marco, lo explicado párrafos arriba configura el concepto de “desencuentro” entre las inversiones, donde no hubo ocasión en que ambas, inversión pública y privada, se movieran juntas y con tendencia positiva. Hubo un momento que se movieron juntas, pero fue únicamente para la contracción.

   

 Inversión y PIB departamentales

La expresión asimetría y/o disparidad regional es utilizada para distinguir las inequidades de bienestar o desarrollo entre regiones, especialmente a nivel subnacional. Es decir se dan asimetrías o disparidades cuando existe un problema de asignación inequitativa de recursos, en el que indicadores económicos conocidos como el PIB departamental/regional, la inversión subnacional, la tasa de escolaridad, la tasa de mortalidad infantil, la tasa de desempleo sectorial o departamental, el grado de contaminación, el costo de vida, el ingreso per cápita entre otros, variables que se encuentran frecuentemente interrelacionadas, muestran avances o retrocesos en función a su asignación.

Las asimetrías e inequidades son una realidad en Bolivia y a nivel regional se evidencia disparidad en la contribución de los departamentos en el agregado nacional. Específicamente las diferencias estructurales, sectoriales y productivas muestran ese aporte diferenciado al producto y el menor desarrollo relativo de ciudades intermedias y departamentos que no tienen las condiciones de los departamentos del eje. Igual resultado se tiene en cuanto a la asignación de recursos para la inversión pública regional.

Barro (1995) demuestra que elevados niveles de desigualdad frenan el crecimiento de los países a nivel agregado; sin embargo ello también podría aplicarse al ámbito subnacional (local y departamental para el caso de Bolivia). Es decir, el acelerado crecimiento de los departamentos o municipios más productivos como Santa Cruz también podría verse acompañado de un menor ritmo de crecimiento de los departamentos más pobres como Pando. Además, se advierte la mala ejecución de los recursos, gastos corrientes muy elevados y proyectos de inversión sin impacto regional. No ha sido novedad que desde la implementación de la Ley de Participación Popular, el problema financiero más recurrente ha sido el de la ejecución presupuestaria.

El cuadro 2 refleja la asignación de inversión en dólares corrientes para cada departamento durante todo el periodo de análisis. Para el conjunto se tiene $us 13.500 millones invertidos en los 20 años considerados y del total acumulado entre 1989-2009, Santa Cruz (19,47%), La Paz (18,13%) y Cochabamba (14,45%) recibieron más de la mitad de los recursos de la inversión pública total acumulada del período (52,05%). Pando (2,14%) y Beni (4,99%) son los departamentos que recibieron en total bajos niveles de inversión, probablemente por su baja densidad poblacional. Sin embargo, no se debe olvidar que son departamentos con potencial productivo. Adicionalmente, departamentos que aportan al PIB minero como Oruro (6,24%) y Potosí (8,78%) no recibieron apoyo en términos de la inversión pública. Tarija (11,03%) llama la atención con un importante flujo de recursos de inversión en el período de estudio; sin embargo, no refleja en correspondencia desarrollo a nivel regional.

 

En suma, los datos en valores nominales reflejan a primera vista una concentración de recursos en los departamentos del eje central del país. Sin embargo, incorporando las dimensiones de población y producto, se podrían establecer diferentes resultados tal como se apreciará más adelante.

El cuadro 3 refleja la contribución de cada región al producto total y los cambios durante el periodo de análisis. Unas regiones disminuyeron su contribución mientras que otras la incrementaron. La Paz y Cochabamba son dos casos de reducción importante; si se suma Chuquisaca, Oruro y Beni, se tiene cino departamentos que redujeron relativamente su aporte, mientras que Santa Cruz y Tarija lo subieron de manera significativa por el crecimiento en el PIB regional por hidrocarburos de manera general y los aportes de la agroindustria cruceña en el agregado, de manera particular.

El cuadro 4 presenta el PIB per cápita departamental en bolivianos corrientes, mismo que es totalmente relevante para fines comparativos.

Tarija es el departamento con el mayor ingreso per cápita debido a su reducida población y elevados ingresos. También reporta el más acele-rado crecimiento en el periodo. En el otro extremo está Beni con el menor ingreso al cierre de 1989 y el más lento crecimiento entre todas las regiones. La diferencia entre el caso de más alto ingreso y el más bajo es de 237%, cifra que refleja disparidades y asimetrías regionales más pronunciadas en 2009. Comparativamente, en 1989 la asimetría más amplia en lo que corresponde al aporte al producto se registró entre Santa Cruz y Potosí, llegando a 120%. En 1989, cinco departamentos se situaron por encima del promedio del país mientras que en 2009 esta cifra se redujo a cuatro. Asimismo, las encuestas de hogares reflejan que a nivel departamental, si bien el PIB per cápita se ha incrementado en algunos departamentos, los niveles de desigualdad de los ingresos son elevados comparados con relación a estándares regionales.

 

 

 3. EVIDENCIA ECONOMÉTRICA

 Indicadores de eficacia de la inversión para expandir el producto

En la presente sección se discute la eficacia de la inversión para lograr crecimiento económico y se parte del concepto que la inversión permite la creación de valor agregado y esa es su contribución al crecimiento del producto. Sin embargo, existen dos aspectos que vale la pena estudiar.

El primero se relaciona con el peso que tiene cada uno de los componentes de inversión en el total invertido. Es decir, cuánto es privada y cuánto es pública y si existen diferencias en esta composición en función del grado de desarrollo de los países.

Segundo, importa saber cuál de las dos categorías de inversión es más efectiva en impulsar crecimiento del PIB y cuales las razones para uno u otro resultado. La evidencia empírica sobre las elasticidades o, como hemos llamado en este trabajo, “eficacia” de la inversión es limitada en general o inexistente para el contexto nacional.

Sin embargo, en lo internacional un reducido número de estudios han concluido que el impacto de la inversión privada suele ser mayor a la pública, particularmente en países con algún grado de avance en su desarrollo. Al contrario, en países con bajo desarrollo la inversión pública suele ser el actor central. Khan y Kumar (1997) concluyen que la inversión privada ha tenido un impacto positivo y mayor que el correspondiente a la inversión pública en el crecimiento. Es decir, la inversión privada ha sido más eficaz en promover expansión del producto.

En la misma línea están los estudios de Khan y Reinhart (1990), Coutinho y Gallo (1991), Serven y Solimano (1990). Sin embargo, una parte importante de estos estudios ha usado muestras relativamente pequeñas y más aún, para determinados subperiodos, han encontrado que los impactos entre inversión pública y privada son casi comparables, lo que cuestiona la robustez de los resultados a favor de la inversión privada. Puestos en el análisis los conceptos previos, vale la pena pasar a discutir el modelo consolidado que se usa para estimar la eficacia de los dos componentes de la inversión.

El objetivo en esta parte fue la valoración de los coeficientes correspondientes a inversión pública y privada para examinar el nivel de impacto en cada caso (eficacia) respecto al crecimiento del producto. La estrategia econométrica implica primero realizar el Test de Cointegración para verificar la existencia de una relación de largo plazo entre el crecimiento y las dos categorías de inversión (pública y privada). Este procedimiento da lugar a determinar los coeficientes de largo plazo de esta relación. Complementariamente, se estimó un modelo de corto plazo en diferencias con el propósito de evaluar los coeficientes y el grado de impacto (eficacia) de cada uno. Finalmente, se verifica la estabilidad del modelo de corto plazo como requisito para examinar la estabilidad de los coeficientes y así aplicar el filtro de Kalman para valorar la posibilidad de cortes estructurales que pudieran mostrar que los coeficientes cambian a lo largo del tiempo (por ejemplo, por rendimientos decrecientes).

El cuadro 5 presenta los resultados de cointegración donde se verifica que en efecto existe la relación de largo plazo entre las variables analizadas.

El análisis también permite identificar los coeficientes de largo plazo, mismos que se reflejan en el cuadro 6.

En consecuencia, en el largo plazo, el impacto de la inversión privada resulta mayor (0,4) que el correspondiente a la inversión pública (0,27) aspecto que es consistente con los resultados comentados previamente. El concepto de largo plazo empleado aquí hace referencia al equilibrio al que llegarían las variables, luego de llegar a ser estacionarias.

El vector de largo plazo fue estimado mediante la técnica de Cointegración de Johansen cuyos rezagos fueron determinados de tal manera que como mínimo los residuos con corrección de error sean ruido blanco.

 

Con el vector de largo plazo (previo) se estimó un modelo de corrección de error para evaluar la dinámica de corto plazo del crecimiento del PIB en función de ambas inversiones. Se especificó un modelo donde nuevamente el interés central es el valor de los coeficientes de la inversión pública y privada. Se especificó un modelo de corrección de errores y se fue simplificando hasta llegar a la expresión que se desarrolla en el cuadro 7:

El modelo tiene todas las propiedades deseables para los residuos (ruido blanco, homocedasticidad[10] y normalidad). La elasticidad impacto de corto plazo del crecimiento a la inversión pública real es de 0,033 en tanto que la correspondiente a la inversión privada es de 0,028. Así, se tendría que para el periodo estudiado, el impacto inmediato de la inversión pública es mayor al privado. Sin embargo, en el corto plazo, luego de tres rezagos, se produce un segundo efecto de parte de la inversión privada, de modo que al final (en el lapso de un año), la suma de los efectos privados (0,047) excede al efecto de la inversión pública (0,033).

Finalmente, importa verificar si en el caso boliviano también existe el comportamiento de rendimientos decrecientes en la inversión pública. Para ello, se realizó la prueba de Filtro de Kalman que muestra la estabilidad de los coeficientes público y privado en el tiempo.

Se esperaría encontrar en el pasado un valor de coeficientes públicos mayores a los más recientes o al promedio del periodo. Los gráficos 10 y 11, que se presentan en la página siguiente, muestran los resultados de la aplicación del filtro para la inversión pública y privada, respectivamente.

 

  

Mediante Filtro de Kalman, se observa que en el tiempo la elasticidad impacto de la inversión pública refleja un rendimiento decreciente. En cambio en el caso de la inversión privada, se observa una estabilización del coeficiente tras un fuerte aumento en el periodo de capitalización. Los gráficos de la evolución de los coeficientes muestran que el correspondiente a la inversión pública fue mayor en el pasado. ¿Cuál sería la explicación para este comportamiento?

La respuesta pasa por el análisis del punto de partida. En economías con importantes déficit de infraestructura vial, de apoyo a la producción e inclusive con rezagos fuertes en el campo social y de inversión en capital humano, el impacto de la inversión pública puede ser fuerte.

Para entender lo que se plantea, valga imaginar el efecto económico que ha tenido la carretera asfaltada Cochabamba-Santa Cruz y la puesta en escena de una región con potencial económico formidable como el Chapare. Aparte de lo relativo a la coca, esta región tuvo un desempeño importante en la producción de frutas, turismo, producción gourmet con las varias industrias de palmito enlatado, jugos, además de la ganadería y la producción de pollos. A eso, corresponde sumar el beneficio en cuanto a transporte de insumos, productos finales y pasajeros. En consecuencia, la inversión pública en la carretera ha tenido un impacto muy grande debido a la precariedad previa de la carretera antigua.

En materia de vialidad, se puede pensar en algo similar con la carretera Patacamaya-Tambo Quemado (frontera con Chile) que complementa el corredor interoceánico al Brasil o la carretera a la frontera con Perú (La Paz-Desaguadero) o la carretera que une Santa Cruz con Yacuiba (frontera con Argentina).

Todas estas son vías asfaltadas que no existían al inicio del periodo analizado. Otro ejemplo es la vía asfaltada Oruro-Potosí y de allí a Sucre. Igualmente los avances en la carretera asfaltada hacia Corumbá (Brasil). Todos los proyectos mencionados se realizaron entre 1990 y 2009. En otro frente, cabe recordar que el gasoducto al Brasil es una obra de inversión pública que fue inaugurada en 1999. El impacto económico de esta obra y su efecto en el producto son absolutamente indiscutibles. Lo propio es válido para los componentes de inversión en agua y saneamiento básico e inclusive la social que es menos visible pero igualmente importante.

Con base en lo anterior, se puede señalar que lo natural a esperar, en la medida que la inversión pública vaya cubriendo lo esencial y carente, que su impacto en el producto baje tal como ha sucedido. Por su parte, lo contrario debería acontecer con el coeficiente de inversión privada y este debería en algún momento rebasar el valor del público, tal como en los hechos ha sucedido.

En consecuencia, queda claro que a futuro se debería esperar no solo un mayor peso de parte de la inversión privada sino también una mejora en su eficacia medida como impacto en el producto.

Conclusiones

•  Después de una extensa revisión de literatura se ha verificado los efectos positivos de la inversión en el crecimiento de manera general y de manera particular la complementariedad que debe existir entre la inversión pública y rivada.

•  Para el caso boliviano se ha verificado el “desencuentro” entre la inversión privada y pública lo que significa que no ha habido complementariedad entre ellas y ambas se han movido separadas generándose una brecha negativa para el desenvolvimiento de la economía.

•  Se elaboró un diagnóstico respecto al desarrollo logrado durante el periodo 1989 - 2009 considerando los ámbitos económico y social. Frente al criterio inicial que afirma que el desarrollo fue escaso o estuvo ausente, se ha mostrado que lo logrado en estos años ha sido importante pero insuficiente.

•  A nivel regional, resalta que los ingresos a nivel departamental y municipal aún son muy dependientes de las rentas que dejan las exportaciones de materias primas. Por su parte el gasto de los gobiernos subnacionales ha tenido como variable importante la inversión en infraestructura.

•  El análisis econométrico examinó la relación de corto y largo plazo entre inversión pública y privada. El más importante resultado es que no existe vínculo entre estas variables. En consecuencia, estadísticamente se verificó que hubo desencuentro entre ambas variables. Además, la inversión privada no responde a variables como las tasas de interés y oferta de fondos prestables. Entonces, el problema de la escasa inversión privada no está vinculado a insuficiencia de ahorro o acceso al financiamiento. 


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[1] La información contenida en este artículo corresponde a la investigación “Suficiencia y eficacia de la inversión en Bolivia. Análisis macroeconómico y evaluación microeconómica subnacional (1989-2009)” desarrollada en 2011 en el marco de la convocatoria del PIEB “Factores económicos e institucionales y su incidencia en el escaso desarrollo nacional y regional: Bolivia 1989-2009 (Fuentes, distribución y uso de ingresos)”. El equipo de investigación agradece al PIEB por la iniciativa.

[2] Economista de formación con maestría en la Universidad del Estado de Arizona, Estados Unidos. Exsubsecretario y Viceministro en las áreas de Pensiones y Presupuesto Público. Investigador, docente y consultor internacional. Correo electrónico:  rubenferrufino@hotmail.com

[3] Economista. Obtuvo su doctorado (Ph.D.) en la Georg-August Universität Göttingen en Alemania. Investigador senior del Zentrum für Entwicklungsforschung (ZEF) dependiente de la Friedrich-Wilhelms Universität Bonn en Alemania. En la actualidad es Coordinador de Programa para Bolivia de la Konrad Adenauer Stiftung (KAS). Correo electrónico: velasquezivanomar@yahoo.com

[4] Economista, investigador de la Fundación Milenio. Correo electrónico: marcogavincha_77@yahoo.com

[5]Se debe considerar que el producto (y) puede expresarse como una función y = f(K, L, Ptf). Donde: K = Stock de capital; L = Trabajo; Ptf= Productividad total de los factores.

[6] Calidad de vida: bienestar general de la población. La calidad de vida es difícil de medir (sea para un individuo, un grupo o una nación) porque, además del bienestar material, incluye componentes intangibles como la calidad del medio ambiente, la seguridad nacional, la seguridad personal y las libertades políticas y económicas (Banco Mundial, 2004).

[7]Crowding: Desplazamiento. Crowding-in: Desplazamiento hacia adentro o al interior.

[8]Crowding-out: Desplazamiento hacia afuera o al exterior.

[9]Existen diversas definiciones de competitividad; para este caso la competitividad se refiere esencialmente a las condiciones institucionales, legales, políticas, económicas y sociales que ofrece un país o una región para el establecimiento de nuevos negocios. Así, un país será más competitivo en la medida en que cuente con instituciones más sólidas, que faciliten la actividad empresarial.

[10]La homocedasticidad se manifiesta en un modelo cuando los errores presentan en todas las observaciones de la variable endógena la misma varianza. Dado que hablamos de varianza, la homocedasticidad es un concepto estadístico. Un modelo estadístico relaciona el valor de una variable a predecir con el de otras.

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