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Tinkazos

versión On-line ISSN 1990-7451

Tinkazos v.12 n.26 La Paz jun. 2009

 

El compromiso de la investigación

Eduardo Córdova1


Estados de la investigación Cochabamba2 es un libro múltiple. Examina los avances y los límites de más de dos décadas de investigación social sobre —y en— el departamento de Cochabamba. En tal virtud, aspira a ser insumo de investigaciones que se ejecuten los próximos años. Al mismo tiempo, es producto de la confluencia de esfuerzos desplegados por un grupo de instituciones y profesionales de la llajta que apostaron firmemente por promover la investigación en la región. Reflexivamente, contribuye a la constitución de la comunidad intelectual que lo elaboró.

La iniciativa que dio origen al libro incluye a varias instituciones: principalmente, la Dirección de Investigación Científica y Tecnológica (DICyT); el Centro de Estudios Superiores Universitarios (CESU), ambos de la Universidad Mayor de San Simón, en Cochabamba; y el Programa de Investigación Estratégica en Bolivia (PIEB), que en 2004 formalizaron la intención de conformar una plataforma de investigación y formular un plan estratégico de investigación para Cochabamba. Un colectivo de investigadores provenientes de distintos ámbitos concretaron siete ejes temáticos para el plan —definidos en función de la producción bibliográfica existente, de la complejidad del objeto de estudio y de las posibilidades futuras de investigarlo— y se realizaron estudios del estado de la investigación en cada uno de los mismos. Esos estudios son los capítulos del libro que ahora revisamos.

El esfuerzo rindió sus primeros frutos con la convocatoria del PIEB a un concurso de proyectos de investigación para Cochabamba en el marco de las líneas señaladas en Estados de la investigación… Entre  2006 y  2007 se realizaron ocho investigaciones, y en 2007 se presentaron seis libros como parte de una serie de ediciones del PIEB, el CESU y la DICyT, dedicada a Cochabamba.

Investigación sobre la investigación, resultado e insumo, logro y compromiso del grupo de profesionales de las ciencias sociales que aportaron a su realización, Estados de la investigación… presenta en sus siete capítulos un balance de la diversidad de los objetos que encaró y los enfoques que usó la investigación social en Cochabamba en el período 1980-2005. Pese a que las revisiones privilegian las investigaciones que estudian el departamento, también se incluyen otras hechas en Cochabamba sobre asuntos más generales o sucedidos en otros lugares. Tratándose de un objeto de enorme complejidad, las dimensiones encarnadas en los ejes no son necesariamente del mismo espesor analítico: hay procesos (las políticas públicas, la gestión local); hay sujetos (los partidos políticos y actores sociales), y en todos los casos se cruzan las fronteras de los campos disciplinarios.

Las investigaciones revisadas por José M. Gordillo y Jaqueline Garrido-Cortés en “Región de Cochabamba” (p. 11-48), se ordenan en tres áreas: histórica, sociopolítica y de planificación. El área histórica es la más nutrida y variada. El área sociopolítica es la menos cubierta y menos delimitada —los vacíos de investigación no están planteados de manera tan explícita—; se enmarcaría en la definición de la región en relación con el resto del país y especialmente con el centro de poder nacional. En el área de planificación se incluyen investigaciones sobre las nociones de región, la especificidad de Cochabamba en el contexto nacional, la conformación de subregiones y los cambios en las orientaciones de la planificación. En la lectura sobresale el desajuste entre una discusión intelectual novedosa que tuvo en Cochabamba uno de sus inicios, y la incipiente e insuficiente articulación de un discurso regional.

“Cultura e interculturalidad”, de Wálter Sánchez y Alejandra Ramírez (p. 49-149), delimita cuatro etapas en el estudio de las problemáticas culturales desde 1952: una etapa antropológica y arqueológica (1952-1973); una etapa que incorpora el turismo, el patrimonio y la cultura en la historia regional (el resto de la década de los setenta); una etapa (los años ochenta) que abre nuevos temas —las artes, la religiosidad, la salud— y encuentra soportes institucionales en ONGs y centros universitarios; una cuarta etapa (a partir de los noventa), con mayor amplitud disciplinaria y nuevos sustentos académicos universitarios. El examen detallado de siete ejes —patrimonio y turismo, antropología, arqueología, artes, prácticas y consumos culturales, industria cultural y expresiones culturales populares; no hay un apartado de cultura política— permite a los autores presentar un conjunto preciso de “brechas y vacíos” que deberían cubrir futuras investigaciones.

“Recursos naturales, Estado y sociedad”, de Pablo Regalsky (p. 153-185), considera cuatro categorías: estrategias sociales de manejo de los recursos, conflictos sociales derivados de estrategias diferenciadas, políticas públicas de gestión, conflictos en la sociedad o con el Estado derivados de la incompatibilidad de estrategias sociales y políticas públicas. La clasificación de este capítulo es la más explícita del libro (emplea los descriptores de un tesauro especializado; indica cantidades y proporciones de investigaciones por categoría y tema). Las estrategias campesinas constituyen el tema más estudiado. Algunos recursos y temas específicos que fueron objeto de investigación son la coca, el territorio, la tierra, el agua, el género y el petróleo. El capítulo dedica un apartado específico al marco institucional de la investigación. Según Regalsky, se observa un incremento de rigor en el estudio y la sustanciación de prácticas de manejo alternativas, frente a una visión fragmentaria expresada en las políticas estatales (p. 168).

“Economía y población”, de Óscar Zegada (p. 187-252), dedica sendos apartados a los estudios sobre la economía y sobre la población. Tal como observa el autor, en economía los énfasis de la investigación del desarrollo sufrieron varios cambios, entre la economía agraria y la competitividad. La variedad de estudios del sector agrícola proporcionaría una visión suficiente de la estructura agraria. En el estudio de las manufacturas sobresalen los trabajos sobre la pequeña y microempresa. Los estudios de la pobreza son informativos aunque carecen de discusiones teóricas. El tema laboral fue mucho menos estudiado en el área rural que en las ciudades. La participación de las mujeres en la economía es examinada con interés y rigor creciente. Siguiendo siempre a Zegada, el Trópico mereció investigaciones generales, diagnósticos del desarrollo alternativo y estudios sobre la problemática coca-cocaína. En cuanto a la población, son notables los trabajos dedicados a la migración interna e internacional.

“Políticas sociales: salud, educación y vivienda”, de Rosse Marie Cruz, Ruth Quintanilla y Griselda Salomón (p. 253-313), enfatiza desplazamientos temáticos y de enfoque. En cuanto a la salud, destaca un desajuste entre la investigación (dominada por el paradigma patogénico: se estudia la enfermedad y no la salud) y un cambio de políticas aparentemente orientado hacia la salud (basado en el paradigma salutogénico). Según el examen de Cruz, Quintanilla y Salomón, los estudios de medicina tradicional y políticas de salud son pocos. En relación con la educación, reconocen una amplia producción con escaso cambio de enfoque. Las políticas de vivienda sufrieron un desplazamiento de la concepción de “vivienda-casa” a una visión aparentemente más sistémica de hábitat, aunque las investigaciones serían fragmentarias y no expresarían ese giro sistémico. Las autoras afirman que, en general, pese a que las investigaciones se entrelazan con las políticas, no fueron su insumo principal ni muestran los cambios de paradigma que se da en la formulación de políticas.

 “Democracia, partidos políticos y actores sociales”, de Carlos Crespo (p. 315-360), parte de la observación crítica de la importancia de las relaciones de poder en la definición de lo que se conoce y cómo se conoce. Inicia su análisis con una revisión histórica de las formas de acción colectiva predominantes: la “forma COB”, la política en canales institucionales y los movimientos sociales. Un segundo corte es temático; incluye los estudios sobre la gestión de los recursos naturales, la gestión local y el sistema político regional y los asentamientos urbanos. En tercer lugar, se distinguen los enfoques historicista, clasista, institucionalista y de nuevos movimientos sociales. Existiría déficit en el arraigo histórico de los textos y un vacío en cuanto a la resistencia frente a las dictaduras. No se considerarían las relaciones de poder ni se discutirían los presupuestos de los enfoques que adoptan. Para Crespo, pese al interés mundial sobre la guerra del agua, persiste el riesgo de que los estudios incurran en “provincianismo” y no tomen en cuenta el contexto global.

“Gestión local”, de Gonzalo Vargas (p. 361-400), presenta su revisión en cinco apartados: la dimensión técnica de la gestión local, la dimensión social, la dimensión política, la relación entre gestión local, conocimiento local y transferencia de tecnología, la descentralización y su influencia en las políticas públicas y en el desarrollo. Según Vargas, los estudios de la dimensión técnica privilegian la gestión municipal y las cadenas productivas; la dimensión social fue estudiada sobre todo en la participación derivada de la reforma municipal; la dimensión política, en los conflictos y en el surgimiento de actores políticos campesinos. En cuanto al conocimiento local, se observaría principalmente una valorización creciente de los saberes campesinos. El proceso de descentralización hace emerger la problemática de la escala. En todos los casos se habrían desarrollado esfuerzos de análisis empírico notables sin similar profundidad en la discusión teórica.

Lo que se investiga y publica es parte de lo que acaece y está sobredeterminado por una multiplicidad de elementos. Aunque nuestro interés principal es el libro y no tanto las investigaciones que son objeto de los capítulos que lo conforman —algunos capítulos incurren ocasionalmente en el riesgo análogo de hablar del objeto de las investigaciones y no tanto de las investigaciones examinadas—, con la información provista es posible trazar un trayecto de la investigación en Cochabamba, de sus temas y enfoques, alrededor, principalmente, de las modificaciones en la política nacional y regional. A simple vista, sobre todo a partir de mediados de la década de los noventa hay reflexiones cronológicamente más próximas a los hechos que estudian, como si la región —contradiciendo una premisa difundida en algunos círculos intelectuales en Bolivia— no fuera parte de un objeto de estudio insuperablemente indescifrable.

A pesar de muy escasas omisiones en los textos revisados, el material presentado es valiosísimo. Por ejemplo, la relación de venas de investigación explotables —dispersa a lo largo de todo el libro— no puede ser más pertinente, a la luz de lo ocurrido en los años posteriores a la publicación del libro. Incluye, por ejemplo: elites regionales, redes de migración transnacionales, justicia comunitaria, actores sociales urbanos, nuevas tecnologías, tenencia de la tierra, importancia de la cooperación internacional en la economía departamental, estructuras de poder locales.

En Bolivia, la investigación suele subordinarse a factores extraacadémicos. Por ello es indispensable reafirmar y sostener este esfuerzo, que es también un reclamo de autonomía de la investigación guiada por la discusión entre pares académicos y en el seno de una comunidad intelectual —una comunidad cuyos intereses exceden los temas de Cochabamba y que excede necesariamente a los investigadores cochabambinos—. La confluencia de la universidad pública y el PIEB es el paso más significativo en ese sentido.

Estados de la investigación… muestra el intento de articular una plataforma de investigación alrededor de un conjunto de líneas definidas colectivamente. Señalando los logros y límites de la producción de las últimas décadas, promueve el compromiso de continuar investigando y animando la discusión intelectual. Este compromiso es insoslayable en el caso de Cochabamba, que en pocos años pasó de un estallido social aparentemente unánime —la guerra del agua de 2000—, a un conflicto intestino —el 11 de enero de 2007— que expresa los procesos políticos que atraviesa el país y modifica necesariamente la perspectiva con que se observaron las manifestaciones de lo social en las últimas décadas.

DATOS

1   Sociólogo y docente del Centro de Estudios Superiores Universitarios (CESU-UMSS).

2   Varios autores (2005) Estados de la investigación Cochabamba. La Paz: PIEB y DICyT/CESU-UMSS.

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