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Tinkazos

versión On-line ISSN 1990-7451

Tinkazos v.12 n.26 La Paz jun. 2009

 

La crisis internacional y los desafíos del desarrollo: tres miradas

 Silvia Escóbar de Pabón1


 El capitalismo ha entrado en una etapa que avasalla las condiciones estructurales de los países del orbe. La crisis evidencia un problema de sobreproducción de capitales y, por tanto, de sobreproducción de mercancías, que impiden que el ciclo del capital pueda cumplirse  y genera condiciones en las cuales  el proceso de valorización se ha estancado y se reduce la tasa de ganancia. Como resultado, todos los indicadores económicos están en descenso: la producción agrícola e industrial, el comercio, los servicios, el empleo, la inversión, las tasas de interés, el consumo, los salarios, etcétera. A la par, otros indicadores aumentan, como la precariedad del trabajo, el desempleo y la pobreza, evidenciando que las crisis se acompañan de la profundización de las desigualdades sociales.

Y, por si fuera poco, el estancamiento en el desarrollo de las fuerzas productivas sociales lleva a otras crisis que empeorarán la crisis económica. Se observan conflictos crecientes en materia de energía, desgaste excesivo de los recursos naturales, falta de agua, contaminación ambiental generalizada, epidemias, etcétera. Todo ello repercute en una mayor presión sobre los recursos naturales, el abaratamiento de la mano de obra, la disminución de los salarios y del gasto público orientado al desarrollo.

Esta crisis, que apareció como producto de las dificultades hipotecarias y financieras, las cuales crearon una gran burbuja especulativa, se inició a mediados de 2007, avanzando en 2008 y consolidándose en el último trimestre de ese año y en lo que va de 2009.

Para promover el análisis y debate sobre esta cuestión, cuyas raíces estructurales exigen soluciones de largo plazo, se ha invitado a tres expertos del área económica a participar en una entrevista virtual. Ellos desempeñan sus actividades profesionales en los ámbitos de la gestión pública, académica y empresarial, y son:

Gabriel Loza Tellería, economista e ingeniero comercial, tiene una maestría en Administración de Empresas. Radica en La Paz. Ha sido Director de la Unidad de Análisis de Políticas Sociales y Económicas (UDAPE) y Ministro de Planificación del Desarrollo. Actualmente es Presidente a.i. del Banco Central de Bolivia. También se desempeña como docente en la Universidad Católica Boliviana (UCB) y en cursos de postgrado en otras universidades. Es autor de varios libros y artículos en revistas especializadas.

Luis Carlos Jemio, ingeniero comercial, doctorado en Desarrollo Económico. Radica en La Paz. Fue Ministro de Hacienda, Economista Senior de la Corporación Andina de Fomento y Consultor en diversas organizaciones internacionales. Es Director del  Grupo Integral SRL, empresa consultora en temas de empleo, equidad y pobreza y políticas públicas. Ejerce la docencia en la Universidad Católica Boliviana, Univalle y la Universidad Andina Simón Bolívar. Ha publicado libros y artículos en temas de su especialidad.

Gary Antonio Rodríguez, economista, tiene una maestría en Comercio Exterior. Radica en Santa Cruz. Ha sido Gerente Técnico y Jefe del Departamento de Promoción del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE). Actualmente es Gerente General del IBCE. Es docente de postgrado en la Universidad Nur y en la Universidad Gabriel René Moreno. Es autor de libros y publicaciones periódicas sobre comercio exterior e integración.

A continuación se presenta la lectura que tienen sobre la crisis y una reflexión final.

1. ¿Cuál es el origen  y perspectiva de la crisis internacional?

GABRIEL LOZA

La crisis financiera empezó con los problemas del mercado hipotecario estadounidense que, debido a la baja calidad de los préstamos otorgados, se extendió a los bancos de inversión, al mercado de valores y a los bancos comerciales que tenían inversiones indirectas en dicho mercado. Esta crisis posteriormente se expandió al resto de los países desarrollados. Los mercados emergentes sintieron sus efectos por la reducción de las entradas de capital y luego salida de capitales, debido al fenómeno de “huída a la calidad” que orientó las inversiones hacia activos seguros como los títulos públicos de las economías desarrolladas, principalmente de Estados Unidos, lo que generó una apreciación del dólar.

A principios de 2008 comenzó a desacelerarse el crecimiento económico en los países desarrollados debido a las repercusiones reales de la crisis financiera, los cuales ingresaron a una fase recesiva. Al final del año, las economías emergentes también registraron una desaceleración de sus tasas de crecimiento y algunos países en América Latina entraron en recesión. En términos globales, la actividad mundial se contraería en 2009 en 1,3%.

En cuanto a las perspectivas financieras, existen síntomas de estabilización de los mercados financieros, recuperación de las bolsas de valores y una disminución de la volatilidad financiera y del riesgo. Empero, todavía nadie sabe cuántos activos tóxicos existen y en qué estado real se encuentran los bancos.

A pesar que el anuncio del Gobierno estadounidense sobre los resultados de la situación financiera de los 19 principales bancos fue menos dramático que lo esperado, los inversionistas aún se mantienen cautos. En Europa, los bancos están mostrando resultados financieros mixtos.

Respecto a las perspectivas sobre la actividad económica, se prevé que la recuperación empezaría en 2010. En el caso de las economías desarrolladas, el impacto de la crisis aún no se habría sentido plenamente, pues se estima que el desempleo seguirá aumentando y las tasas de crecimiento del PIB seguirán siendo negativas hasta finalizar el primer semestre del año. En el caso de los países emergentes, destacan China e India que empezaron a recuperarse más rápido que las economías desarrolladas, mostrando un posible desacoplamiento.

Por su parte, la caída de los precios de las materias primas se ha detenido con signos de recuperación en varios productos, principalmente petróleo y minerales, dando señales favorables para las economías latinoamericanas.

LUIS CARLOS JEMIO

La crisis financiera global se origina en la crisis del mercado de bonos hipotecario de los Estados Unidos, el cual a su vez se había originado en las políticas monetarias activas aplicadas por el Sistema de Reserva Federal (FED, por su sigla en inglés) para prevenir la recesión económica que podría haber originado la explosión de la burbuja tecnológica de principios de la década y los ataques del 11 de septiembre. Esta política monetaria de bajas tasas de interés, incentivó el crecimiento desmesurado del mercado de bonos hipotecarios y la capacidad del sistema financiero para crear crédito, a partir de una regulación financiera inexistente y de una mala evaluación del riesgo de estas operaciones por parte de las agencias de evaluación de riesgo.

En la primera mitad de la década de los 2000, un entorno económico favorable hizo que los inversores, empresas y consumidores vislumbraran un futuro panorama económico brillante, que los condujo a subestimar el riesgo. Los precios de las viviendas y otro tipo de activos subieron desmesuradamente, activos altamente riesgosos fueron creados y vendidos como si fueran prácticamente activos con cero riesgo y el grado de apalancamiento de los bancos creció significativamente. Cuando la tendencia al alza del precio de los activos se revirtió, y las hipotecas subprime, y los derivados basados en estos se volvieron activos tóxicos, se crearon las condiciones para el surgimiento de la crisis financiera. En este contexto, debido a la gran integración global y a las profundas y complejas interconexiones  existentes entre instituciones financieras, la crisis rápidamente se transmitió a través de activos, mercados y economías.

En 2007 y 2008 las economías de la mayor parte de los países industrializados entraron en una profunda recesión, catalogada como la peor crisis vivida en los últimos sesenta años. A partir del segundo semestre de 2008, la economía norteamericana experimentó caídas en el producto y un aumento en la tasa de desempleo.

Los gobiernos y bancos centrales de varios países desarrollados del mundo han aprobado medidas para hacer frente a la crisis internacional. Se ha aprobado la creación de paquetes económicos que inyectan recursos a la economía para evitar una caída más profunda en la actividad económica. En la reunión de abril de 2009 en Londres, los países del G-20 han realizado compromisos importantes para contrarrestar los efectos de la crisis, que incluyen recursos importantes a ser canalizados por el Fondo Monetario Internacional  y los bancos de desarrollo mundiales.

GARY ANTONIO RODRÍGUEZ

Según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), la crisis actual —siendo sistémica— es la consecuencia de las falencias existentes en materia de regulación financiera, las constantes inestabilidades mundiales, la inexistencia de un sólido sistema monetario internacional y las profundas discrepancias entre las políticas comerciales, financieras y monetarias entre los países.

Si bien la génesis de la crisis actual se ubica en el estallido financiero de septiembre de 2008, el problema de las hipotecas “subprime” en los Estados Unidos data de mediados de 2007.

 

La complicación para los bancos estadounidenses —con el efecto de “transmisión” a otros del mundo desarrollado, pero también en los emergentes del Asia— se dio más de un año después, provocando graves problemas a las Bolsas del mundo, empezando por Wall Street.

Para mal de muchos, lo que fue un problema de índole financiero se ha convertido en una severa crisis en el sector real con rasgos de una posible recesión mundial, multiplicada 1.000 veces respecto a la que se dio en llamar la primera “gran crisis de la globalización” a mediados de 1997 con el problema financiero y cambiario que se presentó en Asia (Japón, Tailandia).

El brusco freno al crecimiento económico mundial es brutal y afecta a todos, a unos más que a otros según sea mayor o menor su vinculación con las Bolsas, según se esté más o menos conectado a los flujos del comercio internacional, y según se esté más o menos preparado institucionalmente para afrontar el reto de la crisis —hay que recalcar— la mayor después de la posguerra, solo superada hasta ahora por la Gran Depresión de 1930.

2. ¿Cuáles son los principales efectos —actuales y previsibles— de la crisis sobre la economía y el empleo en los países desarrollados?

GABRIEL LOZA

La crisis financiera desvalorizó buena parte de la riqueza de los agentes económicos de los países desarrollados debido a  las pérdidas de capital observadas en los mercados de valores e inmobiliarios. También incrementó la aversión al riesgo, contrajo la oferta de créditos y afectó adversamente la disposición al gasto de las familias y empresas. A pesar de la elevada inyección de recursos de los gobiernos y bancos centrales para intentar amortiguar los efectos de la crisis, la actividad económica en estos países tendió a deteriorarse rápidamente desde mediados de 2008.

Las estimaciones de crecimiento económico para las economías desarrolladas prevén una contracción de 3,8% en 2009 y un nulo crecimiento en 2010. Los datos al primer trimestre de 2009 muestran un decrecimiento de la actividad económica respecto al trimestre previo de 1,6% en Estados Unidos, 4,0% en Japón, 2,5% en la Zona del Euro y 1,9% en el Reino Unido. Para la zona del Euro se estimó que hasta fines de 2010 ocho millones y medio de personas perderían sus empleos. En Estados Unidos, la tasa de desempleo, en abril de 2009, fue de 8,9%, el doble de lo observado en diciembre de 2006 (4,4%).

LUIS CARLOS JEMIO

Las consecuencias y duración de la crisis son aún difíciles de prever. Los indicadores económicos al primer trimestre muestran también una caída de la actividad. La tasa de desempleo, en lo que va del año, continuó incrementándose aunque a un menor ritmo del inicialmente previsto. Es muy probable que se tenga un desempleo superior al 10% en la segunda mitad de 2009.

Sin embargo, existen algunos analistas que estarían encontrando signos respecto a que las principales economías del mundo habrían alcanzado ya su punto más bajo de caída, y que por lo tanto se evidenciarían signos de recuperación en el último trimestre de este año.

La Organización para la Cooperación para el Desarrollo Económico (OCDE) sostiene que existen signos que las economías más desarrolladas —desde el área del Euro, Estados Unidos y Japón— estarían entrando a un periodo de recuperación en lugar de a una caída fuerte que es lo que ha ocurrido desde agosto de 2008. Si bien es aún prematuro afirmar si éste es un cambio de tendencia coyuntural o más permanente, de acuerdo a la OECD los datos muestran que el ritmo de deterioro en la mayor parte de las economías de la OECD se ha reducido, e incluso se observan signos positivos en Canadá, Francia, Italia y el Reino Unido.

Sin embargo, todavía existen riesgos significativos que podrían impedir una pronta recuperación de la economía mundial, como es el caso de los elevados precios de los carburantes. Los sistemas financieros mundiales también requerirán una nueva arquitectura, lo cual puede tomar años en lo referido a su diseño e implementación.

GARY ANTONIO RODRÍGUEZ

La economía mundial está sufriendo, luego de varios años de crecimiento ininterrumpido, como pocas veces en la historia. Tres de cada cuatro economías desarrolladas se hallan ya en recesión y el freno al crecimiento global se está sintiendo a niveles alarmantes.

El comercio, las inversiones y el crédito se están contrayendo y lo harán aún más hasta que la crisis toque fondo, pues esto apenas empieza. Ni el más crédulo podría decir que la crisis se superará este año. Los más optimistas dicen que la economía mundial podría salir de su atolladero el último cuatrimestre de 2010, pero otros pronostican que se prolongará hasta el año 2013. Y aún así si la economía se recuperara, no ocurrirá lo mismo con los empleos que se están perdiendo por decenas de millones.

La crisis será larga y penosa, especialmente para quienes no supieron aprovechar la bonanza de los últimos años para fortalecer sus aparatos productivos, modernizar sus instituciones y consolidar mercados. La época de las “vacas flacas” ha llegado, y si bien algunos creen que fue suficiente el haber acumulado grandes cantidades de divisas —lo que está bien— definitivamente no lo será para enfrentar el aumento del desempleo.

Si bien el golpe para los países desarrollados vendrá más por el lado financiero, también ellos sienten ya los rigores de la crisis en su sector real. Estados Unidos ha perdido casi 6 millones de empleos, mientras que China tiene ya más de 30 millones de desempleados por dicha causa, solo por citar dos ejemplos, y el desempleo en Europa se acerca a los dos dígitos.

3. ¿Cuáles son los efectos —actuales y previsibles— de la crisis  sobre la economía y el empleo en América Latina y Bolivia?

GABRIEL LOZA

Según la Comisión Económica para América Latina, los efectos de la crisis en la región se están propagando a través de cinco canales de transmisión, dependiendo de las circunstancias particulares de cada país:

•  El contagio financiero, que se ha traducido en un mayor costo de financiamiento externo y una relativa escasez de crédito.

•  La caída de los precios de los productos básicos, que bajaron debido a la contracción observada y esperada de la demanda mundial, y a la apreciación del dólar.

•  La disminución del volumen de las exportaciones regionales, que afectará tanto a los sectores productores de bienes básicos como a los  de manufacturas.

•  Las menores remesas de los trabajadores emigrantes, que sufrirán una caída debido al menor crecimiento de los países desarrollados desde donde provienen.

•  La disminución de los flujos de inversión extranjera directa.

Estos efectos se traducirían en una contracción de la actividad económica de América Latina del orden de 1,5% y un aumento del desempleo.

Sin embargo, en el caso de Bolivia, la situación es diferente. No hubo contagio financiero, debido al bajo grado de integración con los mercados de capitales internacionales. Los efectos vinieron por la caída de los precios internacionales hasta principios de año y la consecuente disminución del valor de las exportaciones, que se mitigaría posteriormente con la recuperación de los precios internacionales. Por ejemplo, desde diciembre de 2008 hasta fines de mayo de 2009 los precios internacionales de los minerales subieron 34,3%, los de la agricultura 1,3% y el del petróleo repuntó 60%, registrando solo una caída diferida en el precio del gas de 26,1%.

La balanza comercial, que había sido negativa en enero de 2009, en un monto de 40 millones de dólares, revirtió esta situación entre febrero y abril, cuando se registraron tres meses consecutivos de superávit, en torno a un promedio de 50 millones de dólares mensuales. Las remesas de los trabajadores del exterior durante el primer trimestre disminuyeron solamente en 7%. No obstante, tanto los precios como el nivel de las exportaciones y remesas están retornando gradualmente a los niveles de los años que precedieron al auge de 2008.

Pese a la crisis, el nivel de las reservas internacionales se mantuvo en torno a 7.800 millones de dólares a fines de mayo. El mercado de divisas se estabilizó, puesto que de una compra de divisas de 273 millones de dólares en el Bolsín del Banco Central de Bolivia en octubre de 2008 bajó a 0,4 millones de dólares. Lo propio sucedió con las transferencias al exterior, que de un nivel de 150 millones de dólares en octubre de 2008 fueron prácticamente nulas en mayo de este año. Finalmente, el sistema financiero continuó sólido, incrementándose los depósitos del público de 6.667 millones de dólares en septiembre de 2008 a 7.338 millones de dólares a fines de mayo de 2009.

LUIS CARLOS JEMIO

Las economías de América Latina ya están experimentando los efectos de la crisis internacional, pero de manera diferente. La crisis ha tendido a afectar en mayor medida a los países más diversificados, con mayor incidencia de producción de manufacturas, como es el caso de México, Brasil, Chile, Argentina. En cambio, los países exportadores de materias primas, sobre todo de petróleo, han experimentado en menor medida los efectos de la crisis, debido a que si bien los precios de las materias primas han tendido a caer, no lo han hecho en la magnitud inicialmente prevista, e incluso han mostrado incrementos en los últimos meses como es el caso del petróleo.

En el caso particular de Bolivia, la economía se verá afectada por la crisis internacional, pero la bonanza de recursos externos experimentada en los últimos años permitirá afrontar la crisis en una mejor posición. El país ha acumulado un nivel significativo de reservas internacionales y la deuda externa se encuentra en niveles muy manejables. Por otro lado, el sistema financiero no ha expandido excesivamente su cartera en los años del boom, por lo que éste no se encuentra sobreexpuesto al riesgo. Los mayores efectos de la crisis se darán a través de un menor crecimiento y mayor desempleo, debido a la falta de dinamismo del sector externo y la falta de inversión privada observada en los últimos años.

Es muy probable que el gobierno incremente el gasto público para compensar los efectos de la recesión internacional, sin embargo la actividad económica y el empleo serán los principales afectados con la crisis internacional.

GARY ANTONIO RODRÍGUEZ

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha indicado que más de tres millones de personas podrían quedar desempleadas en América Latina y el Caribe este año, a consecuencia de la crisis económica global. El mayor o menor impacto dependerá de cómo estén los países preparados para enfrentarla, y de cuán oportunas y efectivas sean las políticas públicas que hayan implementado ya, o que vayan a implementar. Los que más tarden en reaccionar, serán los que más sufran las consecuencias.

Y, si bien la crisis financiera también podrá golpear a los países latinoamericanos por el lado de la escasez del crédito externo, lo cierto es que el principal golpe lo recibirán por el lado real de su economía, exactamente como ya está ocurriendo con Bolivia, demostrando que el país no había estado “blindado” como se dijo por tanto tiempo.

La Organización Mundial del Comercio (OMC) ha pronosticado una caída del 9% del comercio en términos de volumen, con un mayor impacto en los países en desarrollo. Que el comercio baje por el “efecto precio” resulta lógico de esperar. Pero que caiga el volumen, significará menos posibilidades de crecimiento económico y empleo. Esto tornará aún más dramática a la crisis, considerando que el comercio hizo crecer la economía mundial de forma sostenida en los últimos años.

Según un último informe del Fondo Monetario Internacional, la región latinoamericana verá caer su economía en un 1,5% este año, después de varios años de constante crecimiento. El pronóstico es que para 2010 la región pueda volver a expandirse pero solo en un 1,6%, “si todo va bien”.

En lo que respecta a Bolivia, los vaticinios de crecimiento del PIB en la gestión 2009 varían de una fuente a otra: la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) pronostica un crecimiento del 3%; el FMI dice que lo hará solo en un 2,2%, mientras que The Economist le acaba de asignar apenas un 1%, en su edición de mayo de 2009. Solo el Gobierno boliviano piensa que la economía crecerá al 4% ó 5%. Sin embargo, hay que recordar que si la economía boliviana vino creciendo a las altas tasas como lo hizo en los últimos años, fue gracias al comercio exterior, sector de la economía que ya está en problemas a estas alturas debido a la crisis. Solo entre enero y abril, las exportaciones se derrumbaron en 630 millones de dólares, comparativamente al año pasado.

4. ¿Cuáles son los paradigmas emergentes como respuesta a la crisis y los desafíos para las políticas públicas  en Bolivia?

GABRIEL LOZA

El problema de fondo es que la actual coyuntura económica es una crisis del paradigma hegemónico y globalizado iniciado a fines de los ochenta. Éste se basaba en cuatro pilares: elevado nivel de consumo promovido por las facilidades crediticias; el alto endeudamiento de los Estados Unidos para cubrir los déficit fiscales y de balanza de pagos, convirtiendo a este país en el mayor deudor del mundo; la globalización e innovación financiera no acompañada con una regulación prudencial adecuada; y, el excesivo énfasis en el mercado global, descuidando los mercados internos.

A diferencia de otros países, los efectos de la crisis en Bolivia fueron menores debido a las políticas aplicadas. Por ejemplo, la política monetaria otorgó la adecuada liquidez a la economía y la política cambiaria fue prudente, evitando sobrerreacciones del tipo de cambio como las observadas en varios países emergentes. Además, la economía boliviana, por sus características particulares y la presencia del sector informal, es mucho más flexible y más resilente para enfrentar los efectos adversos de la crisis mundial.  

LUIS CARLOS JEMIO

Entre 2005 y 2008, la economía boliviana ha experimentado una de las situaciones de bonanza externa más favorables de su historia, como resultado de una coyuntura externa extremadamente favorable, que se tradujo en incrementos de precios de los productos de exportación. Además, también se produjo un incremento en las remesas externas de migrantes bolivianos al exterior. Esto ha permitido a la economía revertir las situaciones de déficit crónicas, externas y fiscales, y acumular reservas internacionales. Esto, sin embargo, fue posible gracias a inversiones de magnitud que se realizaron anteriormente en la economía en sectores estratégicos, sobre todo en el de hidrocarburos y minería.

Estas inversiones se han interrumpido debido a la inestabilidad política e institucional en la que está viviendo el país desde hace ya varios años. El país necesita aumentar en forma significativa sus tasas de inversión privada, no solamente en estos sectores estratégicos, sino también en sectores que generan empleo, como es el caso de manufactura y agroindustria. También es importante tener una política clara con respecto a la inserción externa y el acceso a mercados con mayor poder adquisitivo, lo cual tendrá un efecto benéfico sobre las exportaciones con mayor valor agregado, fundamental para aumentar el empleo y los ingresos.

GARY ANTONIO RODRÍGUEZ

Pese a todo lo que se diga sobre lo imperfecto que es el sistema capitalista, muy pocos quieren a estas alturas que el sistema se derrumbe, ya que de ocurrir esto, arrastraría a todos los países a una debacle sin precedentes. Los chinos, por ejemplo, siendo comunistas y los principales acreedores de los Estados Unidos, son los más interesados en que la economía estadounidense se recupere, porque de ello depende en gran parte su crecimiento, las inversiones que reciben y los empleos que generan.

Aquello de que “cuando Estados Unidos se resfría, todo el mundo estornuda” es hoy más evidente que nunca, y la muestra palpable de ello, es el contagio de la crisis financiera y sus efectos, provocando una crisis “sincronizada y global” a escala planetaria. Por tanto, lo previsible es que seguiremos viendo con asombro para algunos, cómo las medidas intervencionistas sobre la economía —de corte socialista o estatista para muchos— estarán paradójicamente encaminadas ¡para salvar al sistema capitalista y perfeccionarlo!

Otra enseñanza válida de esta crisis es que, “Estado” y “mercado”, como instituciones, deben coexistir en armonía, cada uno en lo suyo. Frente a la fracasada sacralización del Estado que dio lugar a tanto sufrimiento a una parte importante de la humanidad que apostó por el atávico socialismo y comunismo, que benefició solo a las elites del partido gobernante, se sataniza hoy al mercado, sin embargo éste ha demostrado que con todas sus imperfecciones reparte mejor las oportunidades y no conculca las libertades… Un punto de encuentro, en la tónica de “tanto mercado como sea posible y tanto Estado como sea necesario” (Alfred Müller Armack), es lo que se avizora a futuro.

Otra gran enseñanza: Gobierno y Sector Privado deben trabajar juntos. Como alguien dijo, la crisis es de tal magnitud que ninguno de los dos podría enfrentarla solo; no hacerlo, la profundizará y prolongará, y quienes sufrirán serán los ciudadanos, si bien tal descuido también podría perjudicar a los Gobiernos, como advirtió el Director General de la OIT: “La falta de empleo y de protección social nutre la inestabilidad. Los gérmenes de la violencia, de los disturbios sociales, de la tormenta política proliferan”.

El gran desafío para los hacedores de políticas públicas es tomar buenas decisiones poniendo los dos pies sobre la tierra, sin cálculo político y con alto pragmatismo. Pensar que la solución es el socialismo, ha llevado a la desintegración de la URSS en el pasado, y tiene aún sumidos hoy en una vida paupérrima a muchos seres humanos. Si esa vieja praxis hubiera sido la solución, de ninguna manera habría sucumbido ante la historia.

Reflexiones finales

SILVIA ESCÓBAR

Mientras los efectos de la crisis ya se han instalado en nuestras economías, el capital transnacional y las burguesías locales no parecen encontrar salidas al grave problema por el que atraviesa el capitalismo en el mundo. La región y Bolivia ya asisten al aumento sin precedentes del desempleo, la precarización de las condiciones de trabajo y a las primeras señales del derrumbe de las economías nacionales, dos cuestiones que volverán a poner a prueba a todas las políticas y modelos de desarrollo que se han formulado  —paradójicamente— como respuesta a las crisis precedentes.

Los grandes consorcios financieros internacionales están preocupados por lo que ocurre, incluso atisban con cautela la emergencia de conflictos sociales. Es por ello que proponen medidas inéditas con relación al pasado inmediato: incrementar la regulación financiera, permitir una mayor presencia del Estado en las actividades económicas —el gobierno norteamericano ha nacionalizado hasta bancos e industrias—, mayor gasto público, políticas anticíclicas en materia de política económica, etcétera.

Pero esto es insuficiente. El desafío sigue siendo dar un giro significativo a los modelos de desarrollo que se tienen. Para salir de la crisis los gobiernos deben poner en el centro a la persona, al ser humano, y en torno a éste diseñar los nuevos paradigmas  que hagan posible  emerger de la crisis e iniciar una nueva etapa de desarrollo. Esto supone políticas estatales integrales de nuevo cuño para su aplicación en una perspectiva de largo plazo.

Es importante contar con una política productiva donde el acento esté colocado en el desarrollo industrial y agropecuario, lo que conlleva un bagaje científico y tecnológico de primer nivel; una política monetaria que no desestimule a la inversión productiva ni que persista en el dogma de controlar la inflación a toda costa, con tasas de cambio reales y competitivas; una política fiscal que grave fundamentalmente a la ganancia y que preserve los ingresos de los trabajadores; una política de comercio exterior que no socave la soberanía de los países, que abra las fronteras solamente para aquello que los países necesitan, lo cual supone la negociación soberana de cualquier tratado comercial.

Es necesaria una política de desarrollo dirigida a redistribuir el ingreso para combatir la desigualdad social y la pobreza. No se trata de continuar con políticas asistenciales para los más pobres, la intencionalidad debe ser incorporar a las grandes mayorías en las decisiones que afectan su vida, al  acceso a recursos productivos, al trabajo y a otros medios necesarios para su reproducción física y social, sin discriminaciones.

También, una política de desarrollo ambiental, energético y de desarrollo de los recursos naturales  donde el acento esté puesto en la sustentabilidad económica pero también social; una política de empleo que atraviese a todos los objetivos de la política pública,  que permita generar puestos de trabajo cualitativamente mejorados y remunerar lo que realmente vale la fuerza de trabajo, para que las necesidades de los trabajadores y sus familias se satisfagan a plenitud.

En otras palabras, cada país necesita de su propio proyecto nacional, el mismo que debe articularse con los proyectos de los demás países en el ámbito regional e internacional, es decir, participar en la construcción de nuevos caminos para el desarrollo con visiones propias que  hagan  posible las transformaciones sociales que  las grandes mayorías de la sociedad reclaman.

Datos.

1   Socióloga e investigadora del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA). Miembro de la Fundación PIEB.

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