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Tinkazos

versión On-line ISSN 1990-7451

Tinkazos v.11 n.25 La Paz nov. 2008

 

Sectores periurbanos en la Santa Cruz dual

Isabella Prado Zanini1

En la ciudad de Santa Cruz existe una división invisible pero infranqueable al mismo tiempo, que dificulta el contacto, el intercambio y el mutuo conocerse. Está la ciudad moderna, pero también una “corona periurbana” que presiona para ser tomada en cuenta. El diseño de políticas públicas de integración es un desafío por alcanzar.


Santa Cruz de la Sierra es una ciudad que proyecta una imagen de modernidad, riqueza,  progreso y oportunidades. Si bien todo esto es cierto, no menos real es la creciente periferia cruceña, que convive y se cruza tangencialmente con esta realidad, sin llegar a ser parte de ella, más que como espectadora. Más allá de mostrarnos una desigualdad en la distribución del ingreso, nos descubre una ciudad contradictoria, con características de ciudad dual.

Pero ¿cuál es la perspectiva de aquellas personas que componen los sectores periurbanos de Santa Cruz, sus barrios populares?, ¿cómo viven la ciudad?, ¿en qué medida se sienten integrados o no?, ¿cuáles son sus expectativas, ambiciones, metas?, ¿cuáles son sus principales reivindicaciones?, ¿están desarrollando una “conciencia de clase”?, ¿construyen un discurso político en torno a sus reivindicaciones?

En un momento fértil para la investigación por los cambios que está viviendo el país, considero altamente relevante responder a estas preguntas, pues nos dirán hacia dónde van las demandas de grandes grupos urbanos, y si se convertirán en actores sociales y/o políticos, más allá de las protestas puntuales por objetivos circunscritos a su vida cotidiana.

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Santa Cruz de la Sierra,ciudad dual 

La ciudad de Santa Cruz tiene construida una imagen de ciudad pujante, moderna, cosmopolita, “blanca” y relativamente rica, por lo menos con relación al resto del país.  Se trata de una ciudad de más de un millón y medio de habitantes, con una tasa anual de crecimiento por arriba del 5% y que en los hechos ya forma parte importante de esa red de centros urbanos intermedios que crece aceleradamente en el cono sur (figura 1).

Su actividad económica, en el marco de la economía formal y “moderna”, es importante y ha logrado interesantes niveles de competitividad en ciertos rubros, lo que la convierte en una economía exportadora y globalizada.

Es verdad que esa ciudad existe, y es muy conocida y difundida: mucho de la identidad cruceña se ha construido en base a esa realidad; sin embargo, corresponde sólo a una fracción de su población y su territorio.

Al igual que muchas ciudades de Latinoamérica, aún conservando sus particularidades, comparte un camino común en cuanto a su desarrollo y crecimiento. Como dice Solares (2008), una de las características esenciales de la urbanización continental (algo tardía en Bolivia), es que la oferta de trabajo productivo del sector industrial siempre fue muy inferior a la presión de la demanda de empleo por parte de grandes masas de inmigrantes rurales.

Esta población inmigrante que en Santa Cruz está compuesta por personas tanto del mismo departamento como del resto del país, participa de la llamada “economía informal”, como una condición estructural del desarrollo capitalista que obliga a prácticas económicas como estrategias de sobrevivencia. Sin embargo, esta informalidad alcanza no sólo el empleo, sino también la construcción de la ciudad: los asentamientos son irregulares y la construcción de las viviendas se realiza fuera de normas (legales y técnicas).

Esto se contrapone a las elites locales, que son parte de un mercado de consumidores globales, cuyos miembros se sienten y viven como ciudadanos globales desde sus realidades locales (Solares, 2008).

A raíz de su explosivo crecimiento en los últimos treinta años, Santa Cruz ha vivido y vive procesos que le resultan nuevos, aunque están acordes a la tendencia global. Uno de ellos es la fragmentación y segregación físico espacial de la ciudad, fenómeno que no se conocía en la Santa Cruz tradicional. Si bien las diferencias sociales siempre existieron, la marcada separación física de los habitantes, a partir de su poder adquisitivo, es un fenómeno relativamente nuevo.

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Esta división de la ciudad, invisible pero infranqueable al mismo tiempo, dificulta el contacto, el intercambio y el mutuo conocerse. Facilita la indiferencia de los sectores más pudientes hacia las poblaciones periurbanas de la ciudad, indiferencia que se concretiza en el descuido y el abandono de los espacios públicos, que debieran ser espacios de encuentro; a ello se suman la desconfianza y, en casos extremos, el racismo.

La oferta de espacios de encuentro (gratuitos) por parte de la ciudad es absolutamente deficiente en los distritos periurbanos. Ocasionalmente, los habitantes de dichos distritos visitan el Parque Urbano (dentro del segundo anillo), transitando grandes distancias, para pasear en familia algún fin de semana.

Tampoco hay actividades gratuitas regulares y sostenidas que puedan ser de interés y provecho para las familias de estos sectores y que contribuyan a la apropiación del espacio público y a la integración de las personas a la ciudad, que construyan ciudad.

El deterioro y descuido de los espacios públicos es más notorio en las áreas fuera del cuarto anillo, así como la ausencia marcada de la autoridad local en muchos de estos sectores, lo que hace que sean “tierra de nadie”: los boliches, billares, karaokes proliferan, así como las pandillas juveniles. En muchos casos, los vecinos se han organizado para dar seguridad a sus barrios, pero en ocasiones esto ha provocado que se cometan atropellos, aplicando la justicia por mano propia. Esto contrasta fuertemente con los barrios de altos recursos, cuyas áreas públicas en realidad son privadas, pues no cualquiera puede ingresar en ellas, como ocurre en las urbanizaciones cerradas, donde el problema de la inseguridad se resuelve con guardias privados.

Además del abandono de los espacios públicos y su sustitución (en sectores de altos recursos) por las urbanizaciones cerradas, hay otras señales en Santa Cruz que nos hacen pensar en ésta como una ciudad dual: la tendencia a la policentrización, a partir de los distritos urbanos, principalmente en el Plan 3.000, la Villa Primero de Mayo o la Pampa de la Isla; la instalación de artefactos urbanos, concentrados en el lado oeste de la ciudad y en el eje oeste-norte, como parques temáticos, multicines, urbanizaciones cerradas, universidades privadas, absolutamente ausentes en el resto de la ciudad (este y sur), donde más bien se concentran los mercados populares y los barrios con gente de escasos recursos que reciben a la mayor parte de los inmigrantes, consolidando la segregación físico espacial.

De esta manera, el tejido social de la ciudad se va descomponiendo, dividiendo a las personas y profundizando cada vez más los problemas de salud psicosocial (frustraciones, delincuencia, adicciones, violencia y otros). 

La creciente periferia cruceña

Paralelamente a la ciudad moderna, Santa Cruz de la Sierra cuenta con una cada vez más poblada “corona periurbana” que presiona para ser tomada en cuenta por la ciudad “formal” (PLOT, 2005).2

La ciudad cuenta con 12 distritos urbanos (figura 2), 5 de ellos se encuentran dentro del cuarto anillo, considerándose distritos con bajos niveles de pobreza los distritos 2, 3, 4 y 11. Hacia el norte se ubica el distrito 5, y hacia el oeste y sur oeste están los distritos 1, 9 y 10, considerados como de niveles medios de pobreza. En el lado este y sur de la ciudad, están los distritos considerados con altos niveles de pobreza: 6 (Pampa de la Isla), 7 (Villa Primero de Mayo), 8 (Plan 3.000) y 12(Nuevo Palmar) que albergan casi a la mitad de la población (PAP, 2002).  

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El distrito 12 fue creado recientemente y cuenta ya con más de 80.000 habitantes, en su gran mayoría inmigrantes. No sólo la infraestructura urbana nos señala la segregación existente (vemos que en los distritos considerados pobres, no hay parques temáticos o urbanizaciones cerradas), sino también otros indicadores, como el Índice de Desarrollo Humano (Prado et al., 2005), que coincide con la caracterización realizada (cuadro 1).

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La ciudad, en las zonas periurbanas, es construida por los habitantes a partir de “loteamientos”, antes que responder a una lógica de planificación urbana desde los niveles técnicos, con todas las deficiencias que esto conlleva: falta de servicios básicos, ausencia de infraestructura urbana. A medida que los vecinos se van organizando, son sus presiones sobre las autoridades e instituciones  locales las que dan como resultado la dotación de luz, agua, construcción de escuelas o transporte público. Cada avance en este sentido es una “conquista” de sus habitantes.

El Estado prácticamente está ausente: las escuelas, las calles, los centros de salud, culturales, y otros, se hacen cuando hay una presión de los vecinos organizados. Y aún así, la presencia estatal es muy escasa y absolutamente insuficiente.

La vivienda sigue un proceso similar: al inicio, al ser la tenencia de la tierra algo muy incierto, la vivienda es sumamente precaria (desde carpas de lona, cartones o maderas). Poco a poco, y a medida que la zona se va consolidando, las personas se animan a construir sus viviendas de lo que llaman “material”: ladrillos, cemento. Se empieza por una pieza de uso múltiple: dormitorio, cocina. El baño es externo, generalmente como letrina. Luego se van añadiendo cuartos. Los problemas de humedad, debido sobre todo a la mala ventilación, son muy frecuentes. En muchos lugares, sobre todo en los barrios nuevos, la electricidad de las viviendas es “comunitaria”, es decir, se conectan de algún vecino, compartiendo los gastos o de los postes de tendido eléctrico. En muchos casos, los habitantes conviven con gallinas, patos, trasladando así algunos hábitos rurales.

Sin embargo, los sectores populares de Santa Cruz cuentan con enormes fortalezas y un capital social nada despreciable con miras a su desarrollo. Existe un importante apego de los habitantes a sus barrios y distritos. Si bien echan en falta varios servicios, pocos se trasladarían a otros lugares, aunque tuvieran la oportunidad. Sueñan más bien con la posibilidad de estudiar y trabajar, tener actividades productivas en los distritos en los que habitan. Para ello, varios barrios cuentan con una importante capacidad de organización y acción, habiendo logrado con estas herramientas muchos avances, como la desconcentración de algunas ramas técnicas de la universidad estatal, o la dotación de escuelas.

La participación social de las personas en actividades comunitarias de sus barrios (mingas3 y otros), les otorga una particular visión sobre la ciudad, sus distritos y su relación con “el centro”: hay apego a sus zonas y lucha por sus reivindicaciones, lo que les otorga cierto prestigio y dignidad frente a otros habitantes de la ciudad y a sus mismos vecinos, además de un sentido de comunidad. Queda la sensación de que la participación personal es importante e influye en las condiciones de vida. Este puede llegar a ser un factor de equilibrio en el sentimiento de discriminación que en muchos casos se percibe por ser habitantes de zonas alejadas del centro. Aunque a muchos les incomoda reconocerlo, los habitantes de los distritos periurbanos sienten la exclusión.

Esta Santa Cruz, la popular, la informal, la pobre y de migrantes, con problemas de inclusión, en medio de grandes dificultades surge con increíble dinamismo.

¿Qué debe hacer la ciudad con esas ganas, ese capital social y ese cúmulo de demandas y necesidades? ¿Qué deberían hacer la sociedad civil y el Estado para apoyar y facilitar ese importante esfuerzo? 

Hacia políticas públicas de integración  

Existe una ausencia de políticas públicas de integración de los sectores periurbanos a la ciudad. Considero que este es un tema urgente en una ciudad compleja como Santa Cruz e indispensable para su sostenibilidad.

Uno de los elementos que favorece la integración sin duda es el espacio público. Asimismo, las edificaciones comunitarias como centros culturales, espacios deportivos, sociales, etc.

La planificación de una ciudad debiera escuchar a quienes van a hacer uso de la infraestructura urbana que, finalmente, debe propiciar la satisfacción de las necesidades básicas, entre las cuales figuran no sólo la educación y la salud, sino también la necesidad de compartir, de pertenecer, de conocerse, reconocerse y de respetarse. La ciudad es un espacio multicultural.

Sin embargo, la solución no se da solo a través de la planificación espacial, sino con el potenciamiento de las redes de participación ciudadana en la gestión de la ciudad, que existen de manera espontánea, en muchos casos; con el fortalecimiento de iniciativas económicas populares, como las ferias, que han demostrado el interés que despiertan en la población; con la conversión de los barrios “dormitorio” en unidades productivas, como lo demandan los mismos habitantes.

Entender la dinámica social de una ciudad es tan importante como la planificación urbanística, pues la construcción de la ciudad implica procesos organizativos, económicos, culturales y de estratificación social (Antequera, 2007). 

Comentarios finales 

Una ciudad como Santa Cruz presenta desafíos importantes, pues es un espacio complejo que alberga variables como la migración, la cultura, los diversos estratos socioeconómicos. Sin embargo, cuenta con grandes potencialidades que bien enfocadas pueden ponerse al servicio de los ciudadanos y hacer de Santa Cruz una ciudad amigable e inclusiva. Para ello se debe considerar que la construcción de la ciudad no es sólo la planificación y edificación de su infraestructura urbana, sino sobre todo la construcción de ciudadanía y tejido urbano. La ciudad es el “recipiente” donde las personas debieran poder desplegar sus actividades y rutinas, así como sus sueños y aspiraciones.

Siendo este tema parte de una investigación aún en curso4, queda por indagar mejor las perspectivas de los movimientos y organizaciones vecinales. No se ha profundizado todavía en las posibilidades de la construcción de discurso político, conociéndose sólo reivindicaciones puntuales o reacciones coyunturales. ¿Se convertirán en actores políticos, desde su particular realidad de sectores populares? Queda por investigarse. 


Bibliografía 

Antequera Durán, Nelson
2007 Territorios urbanos: diversidad cultural, dinámica socioeconómica y procesos de crecimiento urbano en la zona sur de Cochabamba. Primera edición. La Paz: Plural editores.

Fundación PAP
2006 Pobreza urbana: niveles de incidencia en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra. Primera edición. Santa Cruz: Fundación PAP.

Gobierno Municipal de Santa Cruz de la Sierra
2005 Plan de Ordenamiento Territorial – PLOT. Primera edición. Santa Cruz: GMSCS.

PAP Santa Cruz
2002 La pobreza en cifras en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra. Primera edición. Santa Cruz: Fundación PAP.

Prado, Fernando et al.
2005 Santa Cruz y su gente. Primera edición. Santa Cruz: ABC Producciones Ltda.

Solares, Humberto
2008 Diálogo para Revista T’inkazos 25. Mimeo. 


1   Isabella Prado Zanini es psicóloga, con maestría en Psicología Social Comunitaria. Ha trabajado en diversas investigaciones centradas en el área urbana de Santa Cruz. Actualmente es investigadora del Centro de Estudios para el Desarrollo Urbano y Regional (CEDURE).

2   Hasta hace unos veinte años, el límite de la ciudad prácticamente era el cuarto anillo, abarcando alrededor de 4.600 hectáreas. Hoy la ciudad tiene cerca de 30.000 hectáreas, pero el cuarto anillo sigue siendo un límite simbólico entre quienes viven en zonas equipadas con todos los servicios y los barrios populares que conforman su periferia.

3   Minga es el trabajo comunitario en un área común, con la participación de las personas. Generalmente, además del trabajo, durante la minga se comparte también la comida.

4   La investigación surge en CEDURE (Centro de Estudios para el Desarrollo Urbano y Regional) con financiamiento de Cordaid, institución holandesa de cooperación. Se desarrolla desde inicios del año 2008 y será concluida a finales del mismo año. 

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