SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.11 número23-24Transitando por los umbrales de la Asamblea Constituyente: Fotografía y memoriaEn nombre de las autonomías: Crisis estatal y procesos discursivos en Bolivia índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Tinkazos

versión On-line ISSN 1990-7451

Tinkazos v.11 n.23-24 La Paz mar. 2008

 

Investigando a los investigadores de cobertura. Los medios y su cerco a la Constituyente

 

Rafael Archondo1

La mayoría de los medios de comunicación del país están alineados contra el gobierno. Los entornos sociales y regionales profundizan o debilitan dicha preferencia. Los medios eligieron a 12 asambleístas portavoces e ignoraron a 243. Este es un balance de la cobertura de la Asamblea Constituyente y también de quienes la analizaron.


Hay que ver el interés que generó la Asamblea Constituyente. No era para menos. El dos de julio de 2006, los bolivianos elegimos a 255 representantes para que en algo así como un año se dediquen exclusivamente a redactar la nueva Constitución.

Para muchos de nosotros, esta fue la ocasión histórica de mayor calado desde que varias decenas de trabajadores tomaran las armas un 9 de abril de 1952 con la meta de transformar el país de una manera radical. La diferencia es que en el siglo XXI no corren las balas, sino, a lo sumo, los insultos más encendidos. Habiendo dado este paso, los bolivianos estaríamos a punto de redefinir la vida institucional del país sin tener que recurrir a la violencia, lo cual, en muchos países acabó teniendo un funesto orden inverso; primero se foguearon los fusiles y después sus portadores se dispusieron a establecer un nuevo orden.  En ese sentido específico, Bolivia es nomás ejemplar.

Y los medios de comunicación rodearon a la Asamblea tanto como los propios movimientos cívicos y sociales o las entidades de la cooperación internacional. Desde radios, canales y periódicos destacaron equipos especializados, crearon programas específicos y suplementos oportunos. A ello le siguieron los investigadores de dicha cobertura, seres del mundo académico decididos a juzgar dicha labor. En el presente artículo se comentan los resultados de tales indagaciones. Los autores sobre estudios en torno a la cobertura mediática de la Constituyente son Raúl Peñaranda, Javier Palza, Rolando Siles; el Observatorio Nacional de Medios de la Fundación Unir y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (ONADEM/PNUD). Estos trabajos son tan convergentes que incluso podrían ser imaginados como uno solo. Coinciden en el periodo elegido, en los hitos seleccionados para el análisis, en la metodología para abordar las piezas discursivas y hasta en las conclusiones. La única diferencia importante consiste en que Peñaranda y el ONADEM/PNUD se ocupan de la prensa, mientras Palza y Siles se concentran en la televisión. En tal sentido, de antemano nos otorgamos la libertad de considerar estos enfoques como uno solo.

Solo contra el mundo

Sin más preámbulos se puede afirmar que lo más significativo de los hallazgos es que la oposición a Evo Morales gana por goleada cuando se mueve entre micrófonos e imprentas. Todos los diarios importantes, con la excepción de Opinión de Cochabamba y todas las redes nacionales de televisión, con la obvia marcha a contracorriente del canal gubernamental, apuntan sus dardos a la humanidad del oficialismo, Evo Morales, su gobierno y su bancada constituyente. Si alguien quería probar que el MAS gobierna en adversidad mediática tiene acá pruebas al canto. El Presidente está cercado por periodistas rebeldes y díscolos empresarios mediáticos.

El trabajo del ONADEM/PNUD es mucho más preciso al respecto. En su indagación a través de los editoriales y las primeras planas de 15 diarios se comprueba que quienes toman partido dentro de los medios impresos bolivianos rechazaron de inicio el carácter originario de la Asamblea, optando por su naturaleza derivada y dependiente; se adhirieron claramente a la consigna opositora de los dos tercios: hicieron gala de escepticismo y hasta temor ante el proyecto de Constitución del MAS y salvo los diarios de La Paz, respaldaron a Sucre en su pedido de traslado de poderes. Editorialistas y tituladores de primeras planas hacen frente común con la oposición de manera estrecha y militante. Este es un dato importante, no tanto porque nos sorprenda, sino porque acaba de ser cuantificado.  

Sin embargo, dentro de esta avalancha anti-gubernamental, las piedras no caen con idéntica fuerza. En Santa Cruz, la beligerancia contra el MAS es abrumadora, mientras en Cochabamba y La Paz termina siendo más tenue. Este no es un hallazgo cualquiera. A partir de él podría deducirse que la atmósfera regional acaba siendo decisiva a la hora de definir posiciones en los medios. Al respecto podría decirse que hoy los medios son opositores siempre y cuando la posición exhibida no los enemiste con su región o su entorno socio-geográfico. Los medios nacionales, como lo fue en su momento el diario Presencia, parecen haber desaparecido, en tanto Bolivia ha ido adquiriendo un paisaje mediático claramente regionalizado.

El informe del ONADEM/PNUD observa, por ejemplo, que sólo los periódicos de La Paz se opusieron a cambiar la sede de los poderes, mientras ocho publicaciones de otros distritos simpatizaron con la argumentación de Sucre. En las portadas de los diarios, las evaluaciones del cabildo paceño de julio de este año (el de los dos millones) muestran nítidamente la fractura regional. Mientras Correo del Sur de Sucre asegura en su primera plana que hubo un “abierto apoyo oficialista” a la movilización, El Diario afirma en espacio similar que “La Paz ratifica al país su calidad de sede de gobierno”, El Nuevo Día de Santa Cruz destaca que La Paz le dio un ultimátum a la Asamblea, y El Mundo, de la misma ciudad oriental, califica al cabildo como “de la soberbia” y el “odio”. Los periódicos militan en las causas regionales, lo cual pone en claro una atmósfera de unanimidad en el seno de cada una de las sociedades locales.

Otro hallazgo fundamental tiene que ver con otro tipo de entorno: el social. Sobre todo a partir de sus editoriales impresos, los medios muestran una clara aversión a la posibilidad de que se reconozcan en “demasía” las autonomías de los pueblos indígenas. Nuestros analistas de cobertura aventuran la hipótesis de que se trata de una inclinación favorable a la oposición. Aquí caben ciertas dudas razonadas. Es más probable que dada la composición étnica de las redacciones, no haya en ellas muchos simpatizantes de las causas indígenas, lo cual vuelca la balanza hacia un consenso “criollo” que suele desconfiar de un posible pluralismo cultural en el seno del Estado boliviano. Es importante recordar que los medios de comunicación analizados funcionan inmersos en medios sociales urbanos, cuya adhesión a las lógicas indígenas es débil o incluso inexistente.  En tal sentido, los contenidos mediáticos no hacen más que reflejar la mentalidad de sus fabricantes.

Otro dato recogido con cierta pompa por los analistas es el especial interés de los periodistas por abarcar los momentos conflictivos de la Asamblea. Fueron los instantes críticos del cónclave, sus cercos regionales armados desde cabildos masivos o la pelea por los dos tercios como criterio para tomar decisiones. Esos son los que más interés mediático despertaron. Del mismo modo, cualquier disidencia o estridencia adquirió de inmediato una relevancia inusitada. Los analistas se quejan de que, por ejemplo, el logro de consensos o la aparición de propuestas constructivas no haya merecido el espacio mediático que les hubiera correspondido bajo una política mediática que aspire a avanzar hacia salidas y soluciones.

A esa constatación, le sigue el tradicional desgarre de vestiduras por la aparente poca seriedad de los medios que sólo se ocupan de lo espectacular y no de lo sustancial. Quienes hacen este reproche no han trabajado nunca en los medios o han olvidado lo que vieron allí. Los medios no reflejan la realidad circundante, sino sólo lo que es inusitado o rompe con lo rutinario. Pedirles a los periodistas que no se ocupen tanto de los conflictos, sino más de los debates profundos, es como instarlos a dejar de ser lo que son para convertirse en científicos o académicos. En la naturaleza del trabajo periodístico reside la avidez por retratar los enfrentamientos. Los medios no pueden darse el lujo de aburrir, por eso necesitan auscultar cualquier fuente connotada de tensiones. Quien desconozca esta elemental pulsión no ha escarbado lo suficiente en las teorías de la comunicación.

Los que hablan

También se observa en estos estudios una mirada con lupa a los sujetos de la información. ¿Quiénes son consultados por los medios cuando es hora de hablar de la Constituyente?  Palza y Soliz registran que sólo 12% de los interrogados son asambleístas electos, mientras los demás son fuentes partidarias o estatales diversas. Entre los constituyentes requeridos como portavoces destacan 6 del MAS, dos de UN, dos de PODEMOS y uno del MNR. Ninguno de estos datos sería capaz de desdibujar el seño de nadie, pues es relativamente natural que los medios hayan elegido un conjunto estable y limitado de portavoces dentro y fuera de la Asamblea. Ningún analista serio esperaría que los reporteros acudan a la mayoría de los asambleístas. Un mínimo de sentido práctico lleva a hacer una selección de los más locuaces e influyentes. Las fuentes son elegidas por su grado de poder o jerarquía, pero también por su grado de carisma y capacidad expresiva. Los medios reducen la complejidad recurriendo a un elenco permanente y cada vez más cualificado de voceros. ¿Que sólo 5 mujeres asambleístas son tomadas en cuenta? Pues no está nada mal, la suma de entrevistados no pasa de 12, y 5 son voces femeninas, casi la mitad (sólo un tercio de los constituyentes eran mujeres), lo cual muestra que, en los medios, las representantes están allí en una proporción mayor a la que poseen realmente. 

En cuanto al hecho de que el 86% de quienes hablan en los medios sobre la Asamblea, no pertenecen a ella, pues lo único que revela es que prefectos, especialistas, diputados, empresarios o dirigentes cívicos se sienten en el derecho legítimo de decir su palabra sobre un tema tan importante. Lo preocupante sería lo contrario, es decir, que los elegidos para ello monopolicen las deliberaciones.

Conclusiones

Hasta aquí hemos hecho un recorrido pormenorizado de los hallazgos consignados en los estudios elegidos. Aunque su relevancia ha podido quedar en duda, ésta no es más que una apariencia, porque es mucho lo que puede explotarse de los datos anotados. Manos a la obra.

El de Evo Morales es entonces un gobierno que navega a contracorriente de los medios, buscando vencer, con poco éxito, su resistencia cotidiana. El cerco de antenas y micrófonos parece haberse empezado a edificar poco después de la instalación de la Asamblea Constituyente, justo en el momento en que el partido de gobierno empezó a mostrar sus “colmillos” hegemónicos. Como se observa en los estudios, la mayoría de los medios desencadenó una beligerancia anti-Evo una vez que fue advertida que el MAS estaba decidido a usar en Sucre su mayoría absoluta lograda en las urnas. Ese fue el clarín que abrió el periodo de ofensiva abierta. La “guerra” se inició cuando la Asamblea intentó colocarse por encima de todos los poderes, fundamentando su carácter originario, es decir, su condición de cimiento del nuevo Estado boliviano. Luego se desplegó en torno a la pelea por los dos tercios y se fue haciendo más afiebrada a medida que las instituciones de Sucre cosecharon el apoyo de las regiones de la “media luna” para trasladar a su jurisdicción los poderes concentrados en La Paz después de 1899. 

Como se ha visto, los medios se atrincheraron en las consignas regionales, lo cual tuvo un efecto aún más letal para el gobierno, que si bien goza de un respaldo nacional, carece de una presencia regional sólida en todos los departamentos. De ese modo, el discurso opositor obtuvo el arraigo perdido en las últimas dos elecciones, adquirió entidad, lugar, presencia y forma multitudinaria. Así, un puñado de minorías bien sincronizadas ha logrado, al menos durante 2007, ponerle un freno drástico al proyecto gubernamental de rediseñar el Estado boliviano. Y claro, aquí los medios, hábiles transmisores de imágenes y puntos de vista dominantes, jugaron un rol estratégico. Un gobierno jaqueado desde las regiones y nítidamente puesto contra las cuerdas ha terminado dando lugar a la idea generalizada de que ha cesado de ser un actor hegemónico. Los medios han afianzado esta figura y han conseguido, hasta ahora, desportillar la mística del proyecto revolucionario.

Otra conclusión significativa de este repaso es que los autores de estos tres estudios reparan en datos que son más bien habituales en todas las latitudes. La perplejidad y el azoro no tendrían razón de ser. Los medios son, por definición, núcleos irritadores del acontecer público. En tal sentido, su atención se concentra en lo inusitado. Por ello, su predilección por el conflicto y no por las posibles soluciones o acuerdos, forma parte de su raciocinio operativo primario.

Pero además, los medios escenifican los aspectos vistosos de la realidad eligiendo actores telegénicos y llamativos, encargados de representar los duelos sociales. En tal sentido cumplen una misión importante al reducir la complejidad de todos los asuntos engorrosos. En ningún país del orbe los medios lo abarcan todo; se concentran más bien en una parcela, que ellos mismos delimitan en función de sus intereses escenográficos. Por ello mismo es también normal que hayan dado micrófonos y cámaras a una docena de asambleístas y no al conjunto.

Por ende, lo más significativo de estos estudios no es el comportamiento convencional de los medios, sino su abierta militancia contra un gobierno que sigue conservando, a pesar de los pesares, y de acuerdo a las encuestas, más de un 60% del favor ciudadano. ¿Cuánto y cuán rápido avanzará la erosión mediática de esta mayoría inédita?, ¿cómo contrarrestará, si es capaz de ello, la mayoría social que respalda a Evo esta ofensiva mediática?  Son preguntas para próximos estudios.


Bibliografía

Palza Medina, Javier y Siles Marañón, Rolando


   2007 “Políticos y periodistas: Enemigos íntimos o Aliados funcionales. El caso de la Asamblea Constituyente. Cómo informaron los medios de comunicación en Bolivia”.    Fundación Boliviana para la Democracia Multipartidaria. La Paz: Bolivia.



Peñaranda, Raúl


   2007 “Políticos y periodistas; enemigos íntimos o aliados funcionales: el caso de la Asamblea Constituyente. Cómo informaron los medios de comunicación en Bolivia”. Fundación    Boliviana para la Democracia Multipartidaria. La Paz: Bolivia.



Observatorio Nacional de Medios (ONADEM) y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)


   2007 “Un año de la Constituyente en la Prensa”. Torrico, Erick y Sandoval, Vania (ONADEM), y Aranibar, Antonio (PNUD), coordinadores. La Paz: Fundación Unir, Asociación    Boliviana de Carreras de Comunicación de Bolivia, La Paz, Bolivia. Ver: www.unirbolivia.org

NOTAS

1   Periodista. Ejerció como tal entre 1985 y 2003 en los diarios La Razón, La Prensa y Presencia y en los semanarios Aquí, Pulso y La Época.  Actualmente coordina la Maestría en Filosofía y Ciencia Política del postgrado en Ciencias del Desarrollo (CIDES) de la UMSA. Ha publicado Compadres al micrófono  (1990, Hisbol) e Incestos y blindajes  (2003, Plural). 

 


Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons