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Tinkazos

versión On-line ISSN 1990-7451

Tinkazos v.10 n.22 La Paz  2007

 

Introducción

 

Hay necesidad de hablar de economía

 

Carlos Toranzo Roca 1


A partir de 2005 y 2006 se puede hablar del inicio de un boom económico en Bolivia, motivado por un  entorno internacional favorable, el incremento de la demanda de materias primas de China  y la elevación de los precios del gas. Una suerte de shock externo positivo y favorable a la economía boliviana que permite hacer referencia a casi 4.100 millones de dólares de exportaciones en el año 2006. Pero, al entorno internacional favorable se suman las políticas públicas, es el caso de la redefinición de la Ley de Hidrocarburos y, más recientemente, la nacionalización de esos recursos que han generado y generarán importantes ingresos tributarios para Bolivia.

La inflación boliviana sigue controlada, durante dos décadas es de un dígito, herencia de la disciplina fiscal de las épocas del ajuste estructural iniciado en 1985. Pero, a la par, es importante la recuperación del crecimiento a  tasas superiores al 4%, luego de su caída entre 1999 y 2003. Pero, obviamente, esas tasas  siguen  siendo muy pequeñas, máxime cuando estamos en una época de boom económico y si sabemos que para salir de la pobreza en varias décadas deberíamos crecer a tasas superiores al 7%.

Es notable  la elevación de las exportaciones bolivianas, las cuales subieron a 2.856 millones de dólares en 2005 y a una cifra inusual y record de 4.100 millones en 2006, y la tendencia de 2007 es la misma; montos muy altos si los comparamos con los históricos de exportación que llegaban a los 1.100 millones de dólares. Es por este salto de las exportaciones que se puede entender más fácilmente el boom económico y  el superávit fiscal de 5.6% del PIB en 2007. El Saldo de la Balanza Comercial (SBC) pasó a 513 millones de dólares en 2005 y a 1.308 millones en 2006, cifras nunca vistas, pues en años anteriores el SBC era negativo, del orden de 500 o 600 millones de dólares.

El ambiente de boom económico es favorecido, además,  por una sustancial reducción de la deuda externa multilateral; el monto del alivio  alcanza  a casi  3.200 millones de dólares. Junto a esas buenas nuevas, tenemos otra, las remesas de bolivianos que viven en el exterior son del orden de 900 millones de dólares anuales, cifra muy alta si sabemos que la inversión pública nacional es cercana a los 650 millones de dólares. Simultáneamente hay malas nuevas: Bolivia parece haber dejado de ser país de tránsito para el narcotráfico, pues por los descubrimientos de factorías de clorhidrato de cocaína, nos damos cuenta que ahora pasamos a ser país productor de cocaína, pero ello, a la par, implica existencia de algunos recursos  del narcotráfico que quedan en Bolivia, con lo cual el ambiente de boom económico es más grande.

Hay 4.000 millones de dólares depositados en el sistema bancario, pero las colocaciones son apenas de 2.700 millones de dólares. El dato muestra que aunque sea época de boom económico, hay una inhibición de la inversión. La respuesta es que hay algo de incertidumbre económica respecto del futuro. De todas maneras, estamos hablando de otro tamaño de economía. 10.500 millones de dólares de PIB versus  8.000 millones  del pasado, y de una economía que exporta 4.000 millones de dólares, contra  1.000 millones que era el dato histórico de varias décadas.

Los tributos aumentaron de manera sensible a partir de  la nacionalización de los hidrocarburos y, debido a ello, la presión tributaria pasó de 16% a 31%, casi el doble respecto del pasado y una cifra impensable para otros países de América Latina. El ingreso por hidrocarburos llegó  a cerca del 16% del PIB en 2006, esto implica un incremento de 203% respecto de 2004. Esos ingresos entre 2004 y 2006 subieron  de 539 millones de dólares a 1.634 millones de dólares. Las venta de hidrocarburos subió en 368%, tanto que implica que el 43% de la recaudación tributaria depende de hidrocarburos.

Un tema difícil del presente es saber cuán  peligroso es que 43% de la recaudación tributaria dependa de hidrocarburos, conociendo que sus  precios suelen ser volátiles. Paralelamente a este boom petrolero se debe hablar de los peligros de una enfermedad holandesa que puede destruir a otros sectores productivos por depender sólo de los hidrocarburos. La experiencia internacional es muy rica en esa materia.

Junto a las buenas nuevas, se observa  que 70% de las exportaciones bolivianas dependen  de la minería y los hidrocarburos, sin generar un proceso de creación  de valor agregado,  de industrialización y, consecuentemente,  de generación de empleo. Es decir que igual que en el pasado estamos inmersos en un patrón económico primario exportador que en toda nuestra historia no dio resultados importantes en el campo de la lucha contra la pobreza; cuidado que en el  presente, con un gobierno de origen tan popular como el de Evo Morales, de nueva cuenta, la economía funcione a favor de los ricos y no en pro de los pobres. Para sorpresa de los bolivianos,  y ahora que hablamos de boom económico, en el año 2006 el Coeficiente de Gini, que mide la desigualdad, pasó de 0.58 a 0.61, con lo cual Bolivia pasa a ser el país más desigual de toda América Latina.

En esta época de bonanza de la economía boliviana, no deberían preocupar  sólo los equilibrios macro, sino cómo usar los recursos del boom. Eso no está analizado con detenimiento, pues los bolivianos estamos más preocupados por saber si  seremos país plurinacional o si se impondrán las autonomías  indígenas y provinciales a las autonomías  departamentales. Subsiste la pregunta de cómo crear desarrollo pro pobre, cómo no recaer en un estado rentista que gaste la renta  petrolera en un consumo que no genera empleo ni valor agregado. Mientras se discute si habrá o no control social, queda pendiente la pregunta de cómo diversificar la matriz productiva, de cómo generar exportaciones con valor agregado  y cómo industrializar al país. Mientras se habla de la capitalía de Bolivia, el país no discute con la misma intensidad sobre cómo crear competitividad y romper la brecha digital con los países desarrollados.

Por de pronto, la crisis ¾quizás coyuntural¾ de  la provisión del GLP, de  gasolina y de energía eléctrica, pone en la mesa el problema  de la inversión pública y privada, y coloca en el tapete los temas de la economía, pero no de la economía de un municipio pequeño del norte de Potosí o de una comunidad originaria cercana a las poblaciones de los Urus, no, nada de eso; pone en el debate los temas globales y macro de la economía. Si no se atiende esos temas, puede haber problemas severos en el futuro.

La industrialización del gas es una apuesta y esperanza  muy fuerte del país. Ese desafío induce a fortalecer la institucionalidad y el gobierno corporativo de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), y empuja a creer mucho más en el capital humano con alta formación profesional. Pero, los temas de la institucionalidad económica, del rol del capital humano bien formado en el desarrollo, y las cuestiones de nuestra inserción internacional competitiva, parecen no ser prioridades de quienes debaten la política.

En cincuenta años, ya sea  bajo el nacionalismo revolucionario y su  Estado  empresario, como también  bajo el neoliberalismo, el crecimiento del ingreso per cápita en Bolivia ha  sido cero. O sea que igual dio un modelo económico que otro, pues los resultados fueron los mismos. Hoy que se discute con entusiasmo el tránsito del neoliberalismo ¾de nuevo¾ al Estado empresario, no reparamos que quizás nuevamente el crecimiento del ingreso per cápita  podría  ser igual a cero. Entonces, no se trata solamente de discutir ideología ¾que de tanto en tanto es importante¾, sino de ir más  profundamente a las discusiones económicas, por ejemplo, las relativas  al patrón de desarrollo, pues sospechamos que si seguimos siendo un país primario exportador, no creceremos mucho, y la pobreza será la compañía  de muchísimas  décadas.

Justamente, por cambiar los ejes de la discusión, es que ahora, en el presente número de T’inkazos, hemos decidido hablar de economía,  de la economía de todo el país, pero sin cerrar los ojos al mundo y al entorno económico latinoamericano dentro del cual debemos insertarnos, pues las miradas encerradas en el provincianismo nacional que no quiere mirar al mundo y la globalización, nos pueden hacer daño.


Notas de pie de página

1   Economista, analista político,Vicepresidente del Comité Directivo de PIEB.

Edgar Arandia. Cardenal Poliedros escuchando Vivaldi (1974). Óleo sobre tela


 

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