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Tinkazos

versión On-line ISSN 1990-7451

Tinkazos v.9 n.21 La Paz  2006

 

SECCIÓN V

COMENTARIOS Y RESEÑAS

El despertar de nuevas miradas: investigaciones de y sobre jóvenes en Bolivia

Germán Guaygua Ch.[1]


Las investigaciones realizadas en el marco de la tercera convocatoria para jóvenes investigadores del PIEB, y publicadas luego como parte de la serie Libros de Bolsillo, develan el interés por reflexionar la problemática de la juventud desde la mirada de los jóvenes investigadores; este hecho señala un quiebre importante en las ciencias sociales del país, porque permite identificar e indagar en preocupaciones ignoradas tanto por investigadores como por instituciones públicas y organizaciones no gubernamentales, y anuncia el surgimiento de una nueva generación de investigadores.

En el presente comentario, me detendré en los aportes de seis investigaciones: La noche es joven: Territorios juveniles en el centro paceño, de Alejandro Barrientos, Maya Benavides y Mariana Serrano; Líderes indígenas: jóvenes aymaras en cargos de responsabilidad comunitaria de Máximo Quisbert, Florencia Callisaya y Pedro Velasco; La profesión es todo, la profesión es nada: los jóvenes benianos con relación al valor de su profesión e inserción laboral, de Cynthia Vargas, Ana Arias y Jesús Edgley; Jóvenes.Com: jóvenes en los barrios populares de Cochabamba, de Orlando Arratia, Patricia Uberhuaga y Mariela García; ¿Mentisan, Paracetamol o Wira Wira?: Jóvenes, salud, interculturalidad en los barios mineros de Potosí, de Ingrid Tapia, Ricardo Royder y Teodora Cruz; y Se necesita empleada doméstica. De preferencia cholita. Representaciones sociales de la trabajadora del hogar asalariada en Sucre, de Katrina Peñaranda, Ximena Flores y Álvaro Andia. Libros publicados por el PIEB en 2006.

LOS-AMIGOS.jpg

Mauricio Bayro Corrochano. Los amigos (2004)

Los resultados y principales hallazgos de estas investigaciones se pueden clasificar en tres categorías: descriptiva-analítica, analítica-prospectiva y aplicada.

Las investigaciones coordinadas por Alejandro Barrientos y Máximo Quisbert corresponden a la categoría descriptiva-analítica, pues permiten identificar algunos rasgos poco conocidos de la población juvenil y describirlos en profundidad, siendo la principal técnica empleada, en ambos casos, la de las entrevistas y el análisis de datos secundarios de estudios de la población juvenil. Las dos investigaciones muestran una situación diversa y heterogénea de las juventudes tanto del área urbana como rural.

Desde el enfoque analítico-prospectivo, dos investigaciones se aproximaron a realidades específicas que afectan a los jóvenes, con el objeto de recopilar información y generar conocimiento que pueda ser utilizado por las instituciones públicas y privadas que desarrollan programas orientados a la intervención en poblaciones juveniles. En esta línea están los estudios coordinados por Cynthia Vargas y Orlando Arratia.

Las investigaciones de Katrina Peñaranda e Ingrid Tapia corresponden a los  estudios aplicados que han generado conocimientos en el campo de la juventud, mediante la realización de propuestas y valoraciones de políticas públicas y  proyectos de salud, en su  mayoría de interés público y con la finalidad de contribuir al desarrollo de estrategias programáticas.

En ese sentido es importante destacar y analizar los aportes de estas investigaciones, las preguntas que surgen de los análisis de los jóvenes investigadores y puntualizar algunos aspectos que puedan ayudarnos a comprender las principales problemáticas investigadas.

¿La noche siempre joven?

La investigación coordinada por Alejandro Barrientos llena un vacío en los estudios sobre la problemática juvenil, no sólo porque propone una mirada alterna al “etnocentrismo diurno”, sino también porque devela las distintas formas de vivir la ciudad en diferentes espacios públicos paceños. En estos espacios se van construyendo nuevos usos y procesos de apropiación de las calles y plazas y, sobre todo, la inversión de roles y la trasgresión de normas.

Sobre la ciudad paceña y su cultura esta investigación acota aspectos relativos a la noche, la juventud, el tiempo libre, la oferta y los consumos culturales. En la geografía temporal de la ciudad, los investigadores eligen la noche, y esto es consecuente con otra decisión: acercarse al estudio de la cultura juvenil. Este recorte en el tiempo implica también localizaciones espaciales, puesto que “la noche es joven” y se manifiesta en territorios específicos del espacio urbano paceño, elige lugares y propone itinerarios que se relacionan con aspectos simbólicos de la ciudad y con la compleja trama de la diferencia social y cultural.

¿Por qué la nocturnidad? La ciudad es de los jóvenes; mientras los adultos duermen, es otra ciudad. Hay un empleo del tiempo para conquistar el espacio. Al refugiarse en la noche, se resignifica la ciudad y el poder parece alejarse. Ilusión de independencia apelando al juego del tiempo, tiempo no denominado en el que parece resignarse el control, tiempo no utilizado plenamente para la reproducción económica, para la industria o la banca. Si todos los espacios están colonizados, queda el amparo del tiempo, el tiempo como refugio.

Uno de los elementos centrales en la constitución de la identidad colectiva y que aparece claramente en el caso de los jóvenes es la dimensión espacial, importante no sólo en términos objetivos y materiales, sino también en términos simbólicos. Así es posible establecer que el hecho básico de compartir un espacio permite la construcción, la permanencia, la reproducción y el reconocimiento de la grupalidad, en tanto establece límites específicos que marcan la diferencia entre el colectivo y los “otros”. Estas marcas, a su vez, se refieren al aspecto concreto y simbólico, constituyendo una espacialidad propia a determinada identidad social. El espacio se constituye en un territorio dotado de una gran carga afectiva, emotiva, simbólica, a partir de la experiencia de compartir diversas vivencias.

El espacio es un escenario material a la vez que un lugar de interacciones, prácticas, experiencias y sensaciones que se viven en común, así como una de las fuentes que permite que se desarrollen. El espacio propicia el reconocimiento y la delimitación de un nosotros en términos materiales y simbólicos, a través de la construcción cotidiana de experiencias que vinculan las subjetividades y las relacionan con un entorno, elementos constitutivos de la identidad social.

Los jóvenes se reúnen principalmente en la noche. La oscuridad puede tener distintos significados. Muchas veces la noche se vincula al peligro y, también, al misterio. Vivir en la noche es vivir en lo “oscuro”. De día se es una persona y de noche otra. Otra cuestión interesante es el hecho de que la noche y la calle son más bien masculinas, las mujeres están casi ausentes. Los tiempos y lugares para hombres y mujeres de la banda no son los mismos: para los hombres, la calle y la noche son de dominio exclusivo. Algunas jóvenes comparten la calle y la noche, pero sólo en días específicos: viernes o sábado; y otros espacios: discos, bailes, casas.

Así, la identidad de los jóvenes traspasa el lugar de reunión, para trascender a otros espacios. Hombres y mujeres viven la espacialidad y temporalidad de manera distinta, aunque no por eso dejan de ser parte de la grupalidad y de esa identidad colectiva.

Con frecuencia, los estudios sobre juventud se enfrentan a una disyuntiva: ¿juzgar o comprender? La investigación del equipo de Barrientos apuesta a lo segundo, y orienta el análisis más allá de los estereotipos que el mundo adulto, a nivel de sentido común, se va forjando acerca de los jóvenes. Contra esta tendencia, el estudio recurre a una perspectiva empática, y nos aproxima, a partir de las opiniones de los jóvenes y no de los juicios de valor, a la complejidad del universo juvenil.

Si se trata de captar el sentido vivido de la experiencia juvenil, en su pluralidad, el equipo de investigadores fue capaz de dejar fluir ese sentido y luego sistematizarlo teóricamente, más que juzgarlo desde lo que fue su particular vivencia de la experiencia juvenil.

¿Nuevos liderazgos, nuevos desafíos?: Los jóvenes líderes indígenas?

La investigación dirigida por Máximo Quisbert nos acerca a la comprensión de las dinámicas de las organizaciones comunales indígenas y/o campesinas contemporáneas de dos provincias influyentes en el movimiento campesino originario del departamento de La Paz: Ingavi y Omasuyos. El funcionamiento de las organizaciones sociales en ambas provincias tiene como eje articulador el ejercicio de autoridades comunales, delegado tanto a personas mayores como a jóvenes.  

Ahora bien, los jóvenes no necesariamente viven en sus comunidades; muchos han migrado a centros urbanos, sobre todo a la ciudad de El Alto, en busca de trabajo o de formación profesional. Esta situación no rompe sus lazos con las comunidades, pues los jóvenes mantienen sus derechos sobre las tierras de sus padres y, en   consecuencia, deben ejercer los cargos de servicio a la comunidad para reafirmarlos. Los jóvenes regresan a sus comunidades con frecuencia para poder cumplir a cabalidad los roles asignados por la asamblea comunal, pero ellos retornan con otro tipo de mentalidad, debido a la adquisición de diferentes capitales, por ejemplo el cultural, el social, el económico, entre otros, que empiezan a delinear una diferente forma de gestión de la organización comunal.

Sin embargo, es muy apresurado afirmar que las jóvenes autoridades son resocializadas con los valores atávicos del ejercicio de la autoridad:  “… si bien estos jóvenes residentes se muestran aculturados en relación con el ejercicio de la autoridad, cuando ocupan los cargos en la comunidad son resocializados con los valores atávicos del ejercicio de la autoridad. La socialización es algo simbólico e imperceptible dentro del campo político institucionalizado; sujetos que tienen una larga trayectoria en la dirigencia sindical poseen el poder social que produce influencias implícitas y son formadores de la opinión pública en la organización del campo político. El joven residente y los estudiantes insertan pequeños cambios en la forma del ejercicio de la autoridad, estos cambios producen luchas simbólicas por la redefinición legítima de las formas de gobernar el asunto público. En este sentido los jóvenes tienden a trastocar las normas del campo político, pero al mismo tiempo son socializados por las personas que tienen el capital político (ex autoridades, personas mayores y familiares) (Quisbert et al., 2006).

La influencia de la antigua dirigencia sindical u originaria es evidente, pero, a mi entender, no sólo la socialización de los códigos de la comunidad influye en la gestión comunal, sino que las diferentes visiones y perspectivas que portan estos jóvenes añaden una visión más pragmática a la gestión. En ese marco, se produce un diálogo intergeneracional entre los comunarios portadores de los valores tradicionales de la organización comunal y los nuevos saberes de los jóvenes, anclados en muchos casos en las formas organizativas que se están dando en la ciudad de El Alto, como la junta de vecinos, las juntas escolares, los sindicatos de obreros y gremiales y otras formas de organización, que dan lugar a una argamasa con distintas texturas que enriquecen la gestión del bien común en las comunidades.

El acceso de los jóvenes aymaras a los cargos de responsabilidad comunal no necesariamente genera nuevos liderazgos; muchos de estos jóvenes tienen otro tipo de intereses, y no postulan a cargos de mayor importancia, como el ejecutivo provincial o el departamental.   

Si bien es cierto que las autoridades indígenas son parte esencial de las comunidades, la soberanía política se encuentra en la comunidad y no en la autoridad, así que todas las decisiones y propuestas de estos jóvenes son puestas en consideración de la asamblea. La  asamblea posibilita el encuentro entre generaciones y saberes distintos: los jóvenes, más operadores políticos, perciben la necesidad de impulsar el progreso y el desarrollo comunitario mediante la construcción de obras y caminos en bien de la colectividad, así como la necesidad de elaborar un discurso de reivindicación de los valores de la cultura aymara; mientras que los comunarios se muestran más preocupados por el cumplimiento del andamiaje de la tradición cultural.   

Por último, la información que nos proporciona la investigación es muy útil para visualizar los cambios que se están dando en las comunidades rurales, y sobre todo nos permite valorar el aporte de los jóvenes a las estructuras organizativas de las organizaciones sociales del área rural del departamento de La Paz.

¿La hoguera de las ilusiones?: la profesión es todo, la profesión es nada

Esta investigación, realizada por el equipo coordinado por Cynthia Vargas, plantea que la formación universitaria de los jóvenes benianos de diversos orígenes sociales, no los iguala ni en modelos culturales ni en oportunidades de inserción laboral, ni en posibilidades de movilidad y ascenso social. En el fondo, recalca la investigación, la profesionalización a través de la universidad como factor de igualación es relativa más aún en Trinidad donde la sociedad civil es reducida al igual que el mercado laboral.

Los jóvenes benianos se mueven en un mercado laboral cada vez más competitivo. Su formación les permite apenas sostenerse y avanzar, situación que les obliga a recurrir a las relaciones sociales de sus padres para obtener trabajo, reproduciendo así, en muchos casos, las estructuras laborales de éstos. Así, los jóvenes diseñan sus propias estrategias laborales, una de ellas es recurrir a las redes sociales en torno a los líderes políticos, organizaciones familiares y amistades, a través de las cuales se acrecienta el capital social y se superan las dificultades de acceso al mercado laboral.

La analogía de una ascensión sostenida hacia una cumbre difícil de alcanzar, para la cual no todos tienen condiciones físicas, de indumentaria y equipamiento, ilustra sobre las representaciones del grupo social en relación al trabajo: en este escenario están los que se mueven y avanzan, los que quieren ser algo y sus familias están en condiciones de apoyarlos (siempre en ese contexto de autoexigencia, indicado por la propia experiencia de los padres, alternando trabajo y estudio); y los que sólo miran su presente y les cuesta imaginarse el llegar a la cima.

La sociedad actual, cada vez más fragmentada en relación a la adquisición de bienes, pero a su vez más globalizada para la oferta de los mismos, provoca una inmensa confusión en los jóvenes, sobre todo porque desconocen la lógica que mueve este sistema y aprenden a legitimarlo desde el seno de su familia y de la institución educativa. La regla del pasado “con esfuerzo y estudio se llega muy lejos” significa para ellos la posibilidad de acceder a un título profesional, y tener la esperanza de conseguir insertarse con éxito en el mercado laboral.

Por otra parte, la investigación diferencia las posibilidades de acceso laboral para los jóvenes de estratos altos y los jóvenes de origen indígena. En el primer caso, la importancia de acceder por competencia cede a la influencia de las relaciones familiares que posibilitan alcanzar cargos por la vía directa, por invitación, aunque luego se argumente que de todas maneras poseen la preparación profesional como para justificar el cargo de jefatura que generalmente ocupan. Los jóvenes profesionales de origen indígena también activan redes de relaciones, aunque en torno a las organizaciones que les patrocinan. Claro que estas, hasta ahora, no tienen la influencia ni el peso de las relaciones familiares con mayor capital social, lo que explica que los profesionales indígenas, cuyos estudios fueron financiados por un proyecto estatal, no tengan trabajo ni en este ámbito, a diferencia de sus compañeros de carrera de nivel social distinto.

La inserción de los jóvenes benianos de origen indígena al mercado laboral está fuertemente vinculada a su procedencia cultural; muchas veces los empleos a los que acceden se caracterizan por no necesitar una capacitación formal y quizá su consecuencia más importante es la tendencia a la autogeneración del puesto de trabajo en actividades en absoluto especializadas. Ante un mercado laboral de limitadas posibilidades, su inserción  se da ya sea a través de espacios creados explotando su propia especificidad étnica, ya sea “monopolizando” ciertas ocupaciones o estableciendo ciertas jerarquías laborales en función a sus orígenes. Ante esta situación, podemos considerar el mercado laboral en Trinidad como étnicamente segmentado, es decir que la pertenencia étnica, por factores históricos, determina el espacio ocupacional.

 ¿Vivir para chatear?: Jóvenes internautas en los barrios populares de Cochabamba

Los jóvenes son sismógrafos para los procesos sociales de cambio: en sus vivencias y en sus reacciones, y también en sus padeceres, se muestran los puntos de ruptura de los procesos sociales. Los jóvenes se encuentran en el engranaje de la sociedad, dinamizando tales procesos. Parale-lamente, el acelerado crecimiento de la red, de la Internet, tanto en la cantidad de contenidos como de conexiones, transforma a los jóvenes de distintos estratos sociales. Cada día aparecen nuevas páginas web, nuevas ofertas publicitarias, nuevos consumos culturales pero, sobre todo, nuevas formas de comunicación.

Es precisamente a partir de formas de comunicación como el chat y el correo electrónico que se van forjando nuevas identidades, estudiadas por la investigación coordinada por Orlando Arratia, que indaga en la realidad de los jóvenes urbanos de zonas populares de la ciudad de Cochabamba. Arratia y su equipo muestran la creación de distintas identidades en las diferentes relaciones comunicativas pero también limitaciones para acceder a Internet, como la infraestructura tecnológica, por un lado, y por el otro, la educación, el capital cultural y generacional. Por lo tanto, se generan procesos de inclusión y también de exclusión en torno a esta tecnología.

A pesar de estas limitaciones y de las brechas digitales que se van marcando entre grupos sociales y generaciones a partir del uso y el acceso a la tecnología informática, la investigación afirma que los jóvenes son portadores de una fuerza  aceleradora, de una capacidad y de un poder de anticipación frente a los actuales “procesos de globalización”. Ellos están abiertos a cuestiones del ethos que la generación de los mayores aún no percibe.

A partir de los cambios que están experimentando los jóvenes urbanos populares de Cochabamba, cabe destacar que las formas y espacios de expresión colectiva de antaño como las actividades deportivas, culturales  y festivas se van resignificando. Los jóvenes no dejan estos espacios de interacción sino que el uso de la Internet esta definiendo nuevas formas y procesos de comunicación para continuar realizando estas parácticas habituales. 

La investigación devela que el chat, y, de manera amplia, la red Internet, contrariamente a lo que se pensaba, no son una ventana abierta a un mundo de interlocutores de diferentes nacionalidades y contextos socioculturales. Los canales de chat que usan los jóvenes están marcados por caracterizaciones discursivas que crean un espacio de interacción entre jóvenes de contextos socioculturales comunes. La forma de expresión y el uso del lenguaje los remiten a un contexto barrial, por lo que los temas de interés  parecen definir la conformación natural de grupos y/o comunidades rituales de jóvenes locales. Es decir, los jóvenes establecen sesiones de chat marcadas por barreras culturales que no les permite traspasar su geografía.

Esta es una muestra de los múltiples efectos de la exclusión de importantes contingentes juveniles que en el pasado inmediato tenían sólidas expectativas de incorporación social. Frente a este  panorama, emerge una nueva actitud juvenil, que expresa relaciones interpersonales ya no sustentadas en contratos políticos o ideológicos, sino en la acción de rituales de emociones compartidas caracterizadas por la fluidez, el agrupamiento momentáneo y la dispersión; ese es precisamente el escenario que nos brinda el ingreso a la red.

¿La convivencia de saberes o el  permanente choque intercultural?:

¿Mentisan, Paracetamol o Wira Wira?

La  investigación del equipo dirigido por Ingrid Tapia surgió de la preocupación por el incumplimiento de la Constitución Política del Estado, pues pese a que ésta reconoce la naturaleza multiétnica y pluricultural de Bolivia, la mayoría de los programas estatales en salud no incorporan planteamientos pluriculturales. En Potosí, específicamente en los barrios mineros del distrito de San Cristóbal, los servicios de salud estatales y de las organizaciones no gubernamentales, no ofrecen alternativas que tomen en cuenta la diversidad cultural de los pacientes, menos aún cuando se conoce tan poco sobre la problemática de la salud de los jóvenes.

Este trabajo explora las distintas alternativas de los jóvenes trabajadores potosinos a la hora de acceder a los servicios de salud oficiales y/o tradicionales, asimismo analiza las percepciones y las prácticas de los jóvenes relacionadas con las enfermedades, pero sobre todo, la interrelación entre autoatención, medicina tradicional, medicina académica y otros recursos de salud, a partir del estudio de la trayectoria o itinerario que siguen los jóvenes enfermos para recuperar su salud.

Los hallazgos de la investigación evidencian que el primer nivel real de atención de la salud entre los jóvenes de los barrios mineros es la autoatención, sin embargo en Bolivia no se han realizado investigaciones médicas ni sociales que permitan comprender mejor este fenómeno. Es importante efectuar investigaciones que analicen este tema para conocer las ventajas y/o los riesgos que implica, y las posibles políticas de educación en salud que podrían elaborarse, dirigidas especialmente a la juventud que vive en contextos urbanos.

¿La exclusión colonial de todos los días?: De preferencia cholita

La problemática de las trabajadoras del hogar descubre los mecanismos más perversos de exclusión, discriminación y explotación que articulan distintas dimensiones de clase, de etnicidad y de género que aún persisten en nuestra sociedad, y que muchas veces queremos ignorar y reducir solamente a una relación contractual. 

El trabajo del hogar asalariado, señala Katrina Peñaranda, ha sido y es un tema cotidiano que se convirtió en controversial debido a la promulgación de la Ley 2450, que ampara y reivindica los derechos de las trabajadoras del hogar y que, sin embargo, a más de tres años de su aprobación, es evidentemente incumplida ya que las condiciones laborales de este sector son todavía precarias. Se observa, por un lado, una postura de fuerte resistencia de la población empleadora que se autodenomina “afectada” por esa ley, y, por el otro, una actitud de pasividad y hasta de escepticismo de la población de las trabajadoras del hogar Esta   situación perpetúa los modelos de subordinación heredados de la época colonial y apoyados en la desigualdad entre clase y etnia.

La investigación del equipo de Peñaranda surge de la inquietud de entender cuáles son los factores que frenan el cumplimiento de esta ley. Más allá del desconocimiento de la norma por parte de la población en general, el estudio plantea que el incumplimiento obedece a las razones y construcciones sociales del funcionamiento mismo de la sociedad boliviana, en la manera en las que se representan en los empleadores y las trabajadoras del hogar, y las relaciones que los unen.

Uno de los aportes que ofrece la investigación radica en que la representación de las empleadoras sobre las trabajadoras del hogar se caracteriza por su matiz negativo al etiquetarlas como un grupo deficitario y disminuido, construyendo una distancia social inconmensurable: el mundo de las primeras y de las segundas. De este modo, los empleadores —que constituyen el grupo dominante— han legitimado la relación desigual y la han incorporado a los conceptos que guían a la sociedad, creando premisas falsas, como la supuesta inferioridad de las trabajadoras del hogar. De esta manera les resulta “normal” —bajo el paraguas de sus representaciones— negarles sus derechos, al no considerarlas personas, trabajadoras, ciudadanas, desvalorizando su trabajo y no reconociendo el papel central que ocupan en la sociedad.

Por último, la investigación afirma que las relaciones de trabajo son una muestra de cómo el hecho colonial define, hasta ahora, las formas en que los grupos dominantes tratan a las mayorías indígenas, a los grupos empobrecidos de las ciudad y en particular a las mujeres, asignándoles siempre un lugar subordinado, impersonal, sin aspiraciones propias “de preferencia cholita: dócil, honrada y servicial”.

Vino viejo en botellas nuevas: a manera de conclusiones

¿Nuevas miradas?, ¿nuevas problemáticas?,¿nuevas formas de entender nuestra compleja realidad? son algunas preguntas que surgen una vez concluida la lectura de estas investigaciones; tal vez sean nuevos aportes e interpretaciones a viejos problemas que subyacen a nuestra condición de país subdesarrollado, pero indudablemente estas miradas nos invitan a recorrer el mundo juvenil a través de la polisemia de los sentidos y de las interpretaciones para mostrarnos de manera contundente cómo las formas abigarradas de nuestra estructura social marcan las prácticas sociales de los jóvenes.

Las miradas juveniles están ancladas en las singularidades diferenciadas del mundo juvenil boliviano, pero parten de un núcleo común que es la disolución de fronteras socio-culturales estables y demarcadas, que incide en la reconstrucción de nuevos sentidos, en la construcción de nuevas identidades, donde se pueden advertir tanto los aportes de las fuentes originales así como el brote de lo inédito, de lo nuevo. Lo abigarrado esta presente en las distintas prácticas de los jóvenes a partir de un mosaico compuesto por múltiples colores que se mezclan entre sí, que mantienen un cuadro altamente heterogéneo y variado, sin que por eso se pierdan los colores originales.

Asimismo, estas investigaciones van más allá de las preguntas frecuentes que se formulan tanto en espacios académicos como en foros que organizan las distintas organizaciones sociales en torno a la problemática de mundo juvenil,  de que si solamente son considerados como un potencial grupo de presión social, o si son un grupo electoral necesario para algún partido político al momento de decidir elecciones, o si representan una creciente masa de potenciales consumidores de productos culturales modernos. Por ello, estas nuevas miradas constituyen un gran aporte para comprender y para poder avizorar las posibles soluciones   a estas problemáticas que permitan forjar un mejor destino para nuestro país, donde los jóvenes, indudablemente, son los principales protagonistas.


 [1] Sociólogo. Especialista en temas urbanos e indígenas

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