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Punto Cero
versión On-line ISSN 1815-0276
Punto Cero vol.24 no.39 Cochabamba dic. 2019
CIBERFEMINISMO: SOBRE EL USO DE LA TECNOLOGÍA PARA LA ACCIÓN POLÍTICA DE LAS MUJERES
CYBERFEMINISM: USE OF TECHNOLOGY FOR WOMEN'S POLITICAL ACTION
Ida Peñaranda Veizaga
Licenciada en Ciencias de la Comunicación Social (UCB 2005), Magister Scientiarum en Investigación en Ciencias Sociales (ASDI-UMSS 2018). Actualmente es investigadora adscrita del CESU-UMSS, colaboradora en La Ramona (suplemento cultural) y Warmi.Red (mujeres en tecnología).
La autora declara no tener conflicto de interés alguno con la revista Punto Cero
Resumen:
Este es un artículo que reflexiona la relación mujeres y la tecnología, desde una revisión teórica y conceptual desde los 80. En él se definirá el ciberfeminismo y la importancia de la acción política, sin olvidar la complejidad e importancia de entender la relación consumo y producción.
Palabras clave: Representaciones, identidades, jerarquías, cultos religiosos.
Abstract:
This is an article that reflects the relationship between women and technology, from a theoretical and conceptual review since the 80's. In it, cyberfeminism and the importance of political action will be defined, without forgetting the complexity and importance of understanding the consumption relationship and production.
Keywords: Representations, identities, hierarchies, religious cults.
¿Pueden, las mujeres como simples usuarias de la tecnología, ser ciberfeministas? ¿Cualquiera que utiliza tecnología, en este caso internet, con un simple "Me Gusta" ya es una activista? ¿Por qué esta relación de mujeres y tecnología merece un nombre especial? La reflexión en torno a esa dupla mujer y tecnología no ha sido fácil, mucho menos es un tema reciente. El presente artículo intentará dar un breve recorrido sobre los ejes más importantes de esta discusión.
El semillero: un manifiesto cyborg y plant con los ceros y unos
Ciberfeminismo es un término inspirado en el "Manifiesto Cyborg" de Donna Haraway (1984) quien hace un recorrido por el estado de los estudios culturales, los estudios de género, en particular, la discusión por la identidad y el lugar de las mujeres en los últimos días de la Guerra Fría y el avance del capitalismo postindustrial, cruzando para ello, la filosofía, la política, la cultura, la tecnología y la ciencia-ficción. Es un texto que desde la ficción, como el lugar perfecto para soñar otra realidad, nos plantea diversas ideas para la reflexión feminista. Nos presenta al Cyborg, un ser mitad máquina y mitad organismo, que aún hoy nos cuesta imaginar. "El cyborg es nuestra ontología, nos otorga nuestra política. Es una imagen condensada de imaginación y realidad material, centros ambos que, unidos, estructuran cualquier posibilidad de transformación histórica" (Haraway 1991: 254).
Desde donde nos invita a ir más allá, a soñar otras formas posibles al plantearnos un ser "cyborg" que rompe las dicotomías, comprometiéndose con otras voces. Descentralizar nuestra mirada del sujeto, "en el contexto de la tesis de que «el hombre», la criatura autónoma y racional que tomamos como universal, no es de hecho nada más que una construcción moderna (Arditi en Haraway 1991: 10).
El texto de Haraway es revolucionario para su tiempo porque a partir de pensar la interacción de los organismos (vivos o no), plantea una reivindicación del diálogo con los otros, sin mitificarlos, pero dándoles reconocimiento desde su opresión y así parte del concepto híbrido del cyborg. Haraway también introduce la idea de que no hay nada natural en ser mujer: "Sin duda alguna, en el momento en que las tecnologías cibernéticas de poder comienzan a actuar sobre y a penetrar en los cuerpos de las personas, empiezan a generar nuevos tipos de subjetividades y nuevos tipos de organismos: organismos cibernéticos, cyborgs." (Arditi en Haraway 1991: 12). A partir de este argumento plantea el "no género"; y lo convierte en un manifiesto político que convoca a la deconstrucción y la acción, en tanto invita a dejar de pensar a partir del sujeto antropocéntrico y para ello propone reconocer las posiciones de poder como elementos fundamentales de la construcción de las personas. Así se deben distinguir por ejemplo las mujeres feministas de occidente con experiencias diferentes que el movimiento de mujeres negras. Esta distinción permitirá reconocer que estamos en un sistema opresor y que debemos hackearlo -modificarlo-.
Esta autora es una de las impulsoras de la tercera ola del feminismo que cuestiona la esencia del ser mujer, así como sus privilegios, que no desarrollaremos en este artículo. Pero además es la precursora de la epistemología feminista, con su propuesta de "conocimientos situado1" que critica esa forma y privilegio de mirar la experiencia de las mujeres desde los márgenes, argumentando que hay que tener claro desde donde nos situamos en el análisis ya que ello proporciona la objetividad, la posibilidad de reconocer "desde dónde hablamos". Así cualquier análisis de la realidad debe partir de un posicionamiento, un ejercicio de reflexión y de cuestionamiento independiente, íntimo y continuo.
Sobre la base de esta utopía llamada cyborg, el término "ciberfeminismo" se populariza gracias a la obra de Sadie Plant (Cf. Galloway 1997). Concretamente, esta autora habla de cómo la tecnología se ha servido del trabajo de las mujeres aunque éste ha sido constantemente invisibilizado2. La obra de Sadie Plant evidencia el lugar rezagado que injustamente se otorga a las mujeres en la creación de tecnología demostrando la capacidad innata (biológica) en este campo, capacidad que ha sido ignorada dando lugar a la concepción de la tecnología como lugar masculino en el que contradictoriamente, argumenta la autora, las mujeres son las mejor preparadas.
Plant en su obra "Ceros y Puntos", nos relata la historia de Ada Lovelace (primera programadora de ordenadores del mundo) ayudante de Charles Babbage creador de la primera máquina de cálculo diferencial. A partir de ella reflexiona sobre la invisibilización del trabajo científico de las mujeres. Demuestra, a partir de la imagen de la telefonista, cómo las mujeres han estado siempre en los puntos centrales de las redes comunicativas. Nos habla de su superioridad como "tejedoras de información" (programadoras). En este sentido "más que pretender erradicar las diferencias de sexo, Plant afirma positivamente la radical diferencia sexual de las mujeres, sus cualidades femeninas" (Wjacman 2006:114).
En esta línea Sadie Plant definió al ciberfeminismo como la cooperación entre mujeres, máquina y nueva tecnología, argumentando que, al haber siempre estado éstas en los puntos centrales de las redes comunicativas, las tecnologías son esencialmente femeninas. El simple hecho de utilizarlas, les otorga una gran posibilidad para transformar la sociedad. Así la tecnología (en este caso la digitalización) y la incursión de las mujeres en ella es liberadora (per se). En este sentido, la idea de Sadie Plant no es la de erradicar las diferencias de género, sino, al contrario, reivindica las cualidades específicas femeninas para el uso y apropiación de tecnología, proponiendo que las mujeres no son víctimas pasivas sino activas transformadoras de la sociedad a partir del uso que hacen de ella.
Las identidades virtuales deberían ser entonces vistas como nuevas formas de crearse en el espacio y el tiempo. El ciberespacio se abre como un lugar para crear, en el que, pareciera, el cuerpo humano no tiene mucha importancia. Las personas pueden, en el internet, crear avatares, adquirir las identidades creadas que deseen. Así, a simple vista las divisiones dicotómicas que otorga el género en el ciberespacio pueden disiparse y jugar con la construcción de avatares. No obstante, según Wjacman, esta mirada olvida la "crucial influencia de las corporaciones mediáticas y las instituciones de comunicaciones en las que se desarrollan las tecnologías que circunscriben su uso" (2006: 108); es decir, dentro de la gestión de las redes se juegan relaciones de poder importantes, y si bien, las mujeres pueden utilizar las tecnologías para crear identidades, esa construcción tiene sus límites, no es sostenible ya que "aunque por medio del ordenador [se] altera la naturaleza de la interacción al eliminar las señas corporales, no es lo mismo que crear nuevas identidades" (Wajcman 2006:108).
Es decir, el ciberfeminismo también se mueve en el marco de relaciones de poder más amplias que van a influir en las formas de uso, y que tienen que ver con los intereses que se mueven en la sociedad, y en la misma creación y apropiación tecnológica. Esta relación compleja entre mujeres y tecnología desde una perspectiva crítica, ha sido analizada por el tecnofeminismo, concepto que se presenta a continuación.
Tecnofeminismo
La relación entre mujeres y tecnología ha sido abordada por Judy Wajcamn, como "tecnofeminismo". Este término considera a la tecnología como un producto de las relaciones sociales que lo producen y lo utilizan, parte de un proceso performativo que hace particular énfasis en el análisis de las agencias (en el sentido de capacidad de acción) de las mujeres con las "tecnologías en transformación" (Cfr. Wjacman 2006).
Haciendo un recorrido de la relación de tecnología y sociedad, la autora empieza señalando que la tecnología ha estado presente en el transcurso de la historia de la humanidad, estando los artefactos tecnológicos socialmente conformados en cuanto a diseño, contenido y uso: "Un sistema tecnológico nunca es meramente técnico: su funcionamiento en el mundo real incluye elementos técnicos, económicos, empresariales, políticos e incluso culturales" (Wjacman 2006:57). En este sentido, la tecnología siempre es parte de un proceso que incluye una etapa pre-existente (la tecnología previa), una de evolución y una posterior a su creación, en la cual la innovación se define a partir de su aplicación y utilización, lo que en sí corre un camino independiente del de los creadores, siendo al final también producto de los usuarios.
Así, entendiendo que la relación entre consumidor y creador es dinámica, la importancia de los usuarios comunes toma especial relevancia porque se fija en los procesos sociales implícitos en la tecnología. Concretamente, esto estudia la tecnociencia tomando como referente la teoría de redes planteada por Latour. Este autor parte haciendo una crítica a la idea clásica de la sociología de lo social, cuestionando el término "social" porque se lo piensa desde un lugar estático; propone repensar este concepto viéndolo como el resultado de interacciones concretas y materiales; por ello plantea la "Sociología de las Asociaciones", también conocida como "la Teoría del Actor Red" (TAR).
Desde esta teoría propone estudiar la complejidad de los sistemas como unidades con funciones propias con una construcción socio técnica. Recupera el concepto de "agencia" para referirse a la capacidad de acción de los "humanos y no-humanos" que están envueltos en una constante dinámica (no estática). Ya no se habla de actor sino de actante: persona, animal o cosa. Lo social no es un dominio especial, sino "un movimiento muy peculiar de re asociación y ensamblado" (Latour 2008: 21). Es así que el observador es un agente activo y debe describir a los actores desplegados en redes de mediaciones que incluyen lo biológico, lo histórico y lo tecnológico.
Así la propuesta de Latour permite destacar la importancia de las redes de interacciones porque generan un amplio proceso entre los actantes que participan o no de dicha red. "las redes generan no solo miembros del grupo, sino miembros ajenos, otros que participan sólo en parte, y aquellos que se niegan a pertenecer a él. Tener presentes las prácticas de exclusión o evitación y sus efectos es consustacional, y no tangencial, a una adecuada descripción del proceso de construcción de redes" (Wjacman 2006: 69).
Si bien, una debilidad de esta teoría de actor red, según Wjacman es que "se han mostrado ciegos ante el género, la raza la religión, la clase, la sexualidad y otros ejes de diferencia social" (Wjacman 2006: 157), se debe recuperar toda la mirada interseccional del uso de la tecnología, vinculada al consumo y la producción, que la misma propone. Así, desde una mirada tecnofeministas, se debe complejizar la TAR; estudiando "el impacto diferencial de la tecnología en las mujeres y el diseño patriarcal de las tecnologías que no han sido compañeros fáciles de este análisis de la tecnología" (Wajcman 2006: 69).
Para ejemplificar este desafío, Wjacman recupera una experiencia destacada por Latour con el testeo de la implementación del tren Aramis. Este ejemplo trata sobre un equipo de evaluación que fue contratado para evaluar las razones del porque el tren Aramis no pudo tener éxito cuando se lo puso a disposición del público. Era rápido y prometía ser muy bien aceptado. Sin embargo, los evaluadores no realizaron un análisis de género y se perdieron uno de los datos más importantes que fue determinante para su fracaso. El tren Aramis proponía un espacio más pequeño el cual es mucho menos cómodo y funcional para mujeres con niños; así como más inseguro al ser un espacio en el que el caso acoso sexual es más fácil de cometer. Para los creadores este tren optimizaba tiempo, pero no se fijaron en la experiencia de sus usuarias. Wjacman argumenta acerca de la importancia de investigaciones tecnofeministas que de-construyan la división entre tecnología, producción y consumo desde estas miradas de género.
En efecto, los procesos de asignación de género a través de las distintas etapas dependen mucho de los contextos sociales e históricos. La tecnología es parte también de este proceso en el que se otorga una "seña de identidad" de género; "Para las compradoras y los compradores, el consumo de un bien de uso doméstico es una actividad de expresión de una misma o de uno mismo, y una seña de la identidad de género. Por ello, el marketing y el consumo forman parte de la conformación social de la tecnología." (Wjacman 2006: 76). Así, entiende que los significados culturales se integran en los procesos de producción de bienes, es decir de apropiamiento. En palabras de Wjacman el enfoque tecnofeminista fusiona la "flexibilidad y la maleabilidad interpretativas con respecto a la lectura simbólica de los artefactos en una comprensión de cómo conforman y reforman físicamente" (Wjacman 2006: 77) las redes, tanto materiales como inmateriales.
Wjacman argumenta que las interacciones sociales cotidianas son muy importantes en la construcción de las identidades genéricas al igual que las tecnológicas. Rescata la mirada de Butler que propone que los intereses de "hombres y de mujeres no vienen dados objetivamente, sino que se construyen objetivamente" y a partir de esta reflexión propone entender "cómo los intereses se conforman junto con la tecnología en el proceso de su elaboración" (Wjacman 2006: 85). Concluye sus reflexiones con la siguiente idea:" Si la performatividad es una característica de todas las relaciones sociales, y si las tecnologías y las nuevas formas de las culturas genéricas son fruto de una coproducción, esto es lo que ha sucedido en el pasado y así sucederá también el futuro"(Wjacman 2006: 86).
Hoy más que nunca se habla de la tecnología y sus revolucionarios avances. Si se acepta el desafío planteado por el tecnofeminismo en relación al uso que las mujeres dan a la tecnología, se requieren nuevas formas de análisis que nos permitan ver cómo las tecnologías están "innovando" desde un lugar con significados de género que han conformado su diseño, uso e implementación. Esta simple acción nos permitirá complejizar y entender mejor los valores y el proceso que se ha seguido, es decir propone implicarse a la tecnociencia desde un lugar crítico.
Castells propone que la "cultura de internet consta de cuatro capas: la cultura tecnomediocrática, la hacker, la comunitaria virtual y la emprendedora" (en Wjacman 2006: 96). Nos habla de Internet con gran entusiasmo respecto a las posibilidades de cambios que nos puede brindar, aunque en menor medida sabe que también es un lugar donde se pueden dar abusos. Una crítica que viene desde el tecnofeminismo es que él habla de una libertad situada en un lugar de privilegio: "Castells dice que 'internet se produce a través de su uso'. La cultura hacker que elogia es una cultura masculina- de hecho, una cultura también predominantemente de raza blanca y clase media" (Wjacman 2006: 98).
Ciberfeminismo desde el tecnofeminismo
Las ciberfeministas han visto en las nuevas tecnologías digitales (conexión en red) un potencial liberador que parte de su experiencia (práctica en el ciberespacio) y no del lamento de los pocos recursos con que cuentan. Según Wajcman la desvinculación de las mujeres de la tecnología también supone una desvinculación de los ámbitos de poder: ciberfeminismo como una reacción frente al pesimismo de los planteamientos de la década de 1980, que insistía en la naturaleza inherentemente masculina de la tecno ciencia. En contraste con ellos, el ciberfeminismo subraya la subjetividad y la agencia de las mujeres, así como los placeres inmanentes a las tecnologías digitales (Wajcman 2006: 100).
Como vimos en la obra de Plant la tecnología y sobre todo las ciencias que la estudian (ingenierías) son un ámbito profundamente masculinizado. Se lo reconoce y reivindica desde ese lugar "masculino" y por lo tanto, se sabe muy poco de las mujeres que lo habitan y/o contribuyeron para su creación, habiendo un vacío en lo que se refiere a un estudio que se enfoque más en este aspecto con experiencias contemporáneas y los aún grandes obstáculos que deben enfrentar para habitar ese lugar.
Es importante entender que si bien el ciberfeminismo es parte de una tercera ola del feminismo que pretende ir más allá de los roles de género, en la práctica, aún no podemos abandonar estas miradas porque la relación entre mujeres y tecnología parte de una sociedad que clasifica roles muy específicos. En este sentido si bien la tercera ola del feminismo plantea que el ciberespacio es un lugar en el que se puede superar las identidades de género, el cuerpo físico debate esa clasificación, la negocia, ya que el ciberespacio no existe sin su interacción con el mundo real. Es cierto que el atractivo del ciberespacio para las ciberfeministas está en que pueden explorar nuevas posiciones discursivas, jugar más allá de dualismo de género. Sin embargo, es muy difícil escapar a la experiencia corporal por lo que el género sigue jugando un rol importante. "Al vincular género a tecnología, las perspectivas tecnofiministas añaden una nueva dimensión de análisis sociológicos sobre las diferencias de género y la desigualdad entre los sexos" (Wajcman 2006:175). Las tecnologías y su relación con la sociedad no han logrado un papel de transformación en las relaciones de género.
Hasta ahora hemos explorado el concepto de ciberfemismo desde la discusión planteada por la tecnociencia y el tecnofeminismo. Desde la práctica "activista" el término ciberfeminismo toma especial importancia y popularidad gracias al movimiento artístico. En sus inicios con el denominado VNS Matrix3 que en su "primer manifiesto ciberfeminista para el siglo XXI4 " se proclamó el "virus del nuevo desorden mundial" a través del ciberespacio en el que se planteaba el uso del arte en el ciberespacio como instrumento de lucha feminista. Esta relación de arte, internet (ciberespacio) y feminismo, que hacía homenaje a Donna Haraway, dio inicio al llamado NET.ART, que en 1997 realizó el primer encuentro internacional de ciberfeministas, en el marco de "Documenta X", en Kassel (Alemania)5. En Latinoamérica se habló del ciberfeminismo vinculado al cambio social, el término utilizado es "ciberfeminismo social6" , concepto acuñado por Monstserrat Boix, que se refiere a la conexión de las ciberfeministas con diversos movimientos sociales como ser los de antiglobalización, zapatista, etc. Es decir se refiere al uso estratégico del arte, el ciberespacio y el feminismo para la transformación social.
Remedios Zafra, reconoce que la creatividad ciberfeminista en su proclama de horizontalidad y desmantelamiento del estatus del cuerpo fracasó, por lo cual plantea la necesidad de las "mutaciones del ciberfeminismo" refiriéndose al proceso -cambio- en el tiempo que ha transcurrido. En ese cambio de metodologías y los vínculos, lo que propone como algo continúo son las utopías, resistencias y críticas, que han sido las constantes tanto en la pantalla (internet) como en el arte con un fuerte componente de crítica a las inequidades de género. Zafra nos recuerda que "El ciberfeminismo no es una afinidad natural de las mujeres con las máquinas, es un acto de posibilidad" (Zafra 2017) y el arte también lo es. El arte, el activismo, la tecnología y su relación con las mujeres es orgánica ya que la posibilidad de creación parte del momento histórico en el que es concebido tanto en soporte de infraestructura como en contenido social (indignación, utopía, etc.) y es abierto para aquellas personas que quieran hacerlo propio.
No todas las "activistas" se autodenominan ciberfeministas ya que este enunciarse para definir el activismo feminista en o con Internet es un proceso personal que conlleva una postura política. Hace un año se publicó un compendio con la experiencia y el trabajo de varias de estas activistas, cabe resaltar que muchas de ellas prefieren el anonimato utilizando apodos. Lo importa es aportar para el cambio "utópico", contra lógicas de poder establecidas por la sociedad machista con poderes económicos, políticos, etc.
Los desafíos del ciberfeminismo y la apuesta política
"Si las mujeres viven en una estructura machista que intenta controlar sus movimientos y acciones, ¿no han sido, desde siempre, hackers?"
Hacktivista7
Cuando pensamos en internet, la primera pregunta que una se plantea es ¿cuál será la razón por la que esta tecnología nos ha conmovido tanto? La respuesta rápida es que esa web 2.0 nos ha cautivado por las características de "usabilidad" "intuitiva" para crear "redes sociales", para informarnos y conocer el mundo. La respuesta más elaborada de diversos autores es que nos ha devuelto la utopía, como si ese paisaje digital, ese ciberespacio nos daría una nueva oportunidad. Un ciberespacio en el que se construye una forma de hacer política diferente (Castells 2012), donde uno(a) puede crear su propio avatar, donde se puede crear comunidad, etc.
En esta línea Remedios Zafra (2011) haciendo una analogía con el "cuarto propio" de Virginia Woolf propone un "cuarto propio conectado"; reivindica, el espacio/ lugar para la (auto) creación y el tiempo propio conectado a Internet, por lo tanto espacio público en línea. El cuarto propio es como lugar o medio emancipador para las mujeres, lo que era el cuarto propio y la independencia económica para Woolf, a saber un espacio/lugar de creación que se convierte en nodos de relación en una sociedad conectada, abriendo espacio para un nuevo escenario de reflexión "ciberfeminista" y de transferencia, por ende un lugar emancipador.
Un espacio además, donde lo público y lo privado se sobreponen ya que como señala Zafra el espacio privado es también un lugar de concentración y experimentación colectiva, un lugar donde pensar de manera conectada a internet, el cual también es público y propicia un lugar para el autodictismo tecnológico: "el tándem sujeto máquina-online es un espacio de concentración privado se posiciona como uno de los más contemporáneos territorios de experimentación digital" (Zafra, 2011:117)
El cuarto propio conectado es también un espacio de producción y consumo, es decir uno en el que adquieren importancia los prosumidores. En este sentido, Zafra hace una analogía entre el trabajo doméstico y la prosumición, ambos trabajos que requieren inversión de tiempo que no es reconocido (no remunerado) y es vital para el funcionamiento del sistema.
Consumimos esos productos pero también participamos en su producción, haciéndolos parcialmente nosotros mismos, sin entrar en una relación de trabajo-capital, así como también construimos nuestras redes sociales generando los contenidos que las hacen valiosas. Este debate pondría de relieve que el trabajo adscrito al ámbito del «consumo» tiene cada vez más implicaciones en el ámbito de la «producción» y de su organización, pero también en formas de neutralización (por exceso y saturación) de nuestra capacidad crítica y de concentración respecto al mundo que habitamos. (Zafra, 2011:121)
Finalmente Zafra reivindica que el cuarto propio conectado no puede existir sin arte y creatividad, habla de una época post utópica, pero rescata el lugar que tienen las mujeres como productoras en una era de redes, de espíritu emancipador que ellos significan. Nos recuerda que la experiencia de usar la tecnología no está supeditada al mundo netamente de la creación tecnológica, las simples usuarias, entre ellas amas de casa, también son ejes fundamentales y son sus posturas las que crean el cambio a través de su experiencia.
Entonces se afirma que no solo las chicas hackers o geeks8 pueden ser ciberfeministas, es decir no solo los expertos en tecnología (programación, infraestructura), pueden ser/hacer parte del ciberfeminismo. Lo son todas aquellas que por conocer algo muy bien pueden proponer cambios. La experiencia más importante está otorgada por el solo hecho de ser mujer, pero la conciencia y la apuesta por un cambio hace la diferencia. No solo se trata de participar en las redes sociales digitales siendo mujer -ello no garantiza un cambio explícito- sino de hacerlo sobre la base de una conciencia de existencia de inequidades que conlleva un proceso de indignación y una apuesta por de-construir, modificar (hackear). En palabras de Federici: "Tener una vagina no es una garantía de ser políticamente correcta" (10 de Marzo 20189)
Las ciberfeministas son aquellas que buscan un cambio y a partir de una representación o auto definición a través del internet. Wilding que analiza la relación de feminismo y ciberfeminismo, plantea que: La (auto) definición puede ser una propiedad emergente que surge de la práctica y cambia con los movimientos del deseo y la acción. La definición puede ser fluida y afirmativa -una declaración de estrategias, acciones y metas. Puede crear una solidaridad crucial en la casa de la diferencia -solidaridad, más que unidad o consenso-, una solidaridad que es la base para una acción política efectiva. (Wilding 2004: 148).
Esta acción política se refiere al cambio. Las feministas han buscado a lo largo de sus tres momentos históricos (conocidos como olas del feminismo) cambios en la sociedad, todos a partir de su experiencia práctica y el momento histórico que vivieron. Conocer bien algo para proponer un cambio es básicamente la idea hackear y básicamente la idea principal de las mujeres que quieren, exigen e intentan crear cambios, a partir de Internet.
Hoy más que nunca los simples usuarios del ciberespacio pueden mostrar la capacidad de articulación, la creación de comunidades afines, por intereses en común. El ciberespacio como lugar en el que desplegamos nuestras utopías, según Wajcman, es el lugar donde el ciberfeminismo juega entre lo utópico y descriptivo. Es decir, lo utópico (aquello que no hay) como la imaginación y la descripción de lo que "actualmente existe".
En general, el Internet ha significado un cambio integrando la esfera privada a la esfera pública, la cual se ha expandido nacional y transnacionalmente, ha contribuido a crear comunidades y en esa experiencia la tecnología es vista como instrumento para organizarse políticamente con el objetivo de concebir los cambios y por lo tanto, de impulsar nuevas formas de militancia. "El valor de éste radica precisamente en crear un espacio entre la experiencia contemporánea y los anhelos políticos, así como en orientarlos con optimismo hacia la construcción de nuevas formas de política" (Wajcman 2006:118).
Ahora bien, Internet cada vez más nos muestra sus posibilidades y con respecto a temas de infraestructura, conexión, conocimiento, definición de roles, consentimiento, posibilidad de retractarse, etc, aun así esta "tecnología se convierte en un actante que impone sus programas de acción a sus usuarios y usuarios" (Wajcman 2006:176). El internet es un medio pero también adquiere agencialidad al tener un programa de acción previsto, procesos negociados por el diseñador y usuario real, donde los intereses feministas no están incluidos, pudiendo crear procesos contradictorios frente a los cuales las agencias de las mujeres y su posibilidad de implicancia tendrán un especial apoyo desde la experiencia del feminismo. "la fuerza del feminismo radica en que está muy vinculado a un análisis social riguroso- es decir, un análisis que cumple ciertas normas con respecto a las pruebas, pero que siempre vincula la investigación a una práctica política que supone cambiar algo en la red y sus efectos" (Wajcman 2006: 191). Un feminismo que puede ayudar a entender, colaborar en el proceso al ser fuente para la reflexión sobre temas de raza, de lo postcolonial, etc, de diversidad y pluralidad con que las mujeres experimentan el uso de la tecnología a partir de sus necesidad, luchas, apuestas políticas, et. "las conversaciones feministas están mucho más en sintonía con las diferentes formas en que las mujeres viven y experimentan la tecnociencia dependiendo de su emplazamiento" (Wajcman 2006:192), y son base para el ciberfeminismo.
De hecho, una crítica de Wajcman es que las ciberfeministas atribuyen demasiada "agencia a las nuevas tecnologías y no la suficiente a la política feminista" (Wajcman 2006: 192). Reconocer la importancia de la experiencia de las ciberfeministas en las redes sociales digitales es muy importante, ya que entra en diálogo con lo que plantea el feminismo. De lo que se trata es de recoger esas nuevas conjunciones. En palabras de Wajcman: "lo que falta es precisamente recoger las nuevas solidaridades que están creando los movimientos colectivos que el feminismo ha contribuido a engendrar" (2006:194).
NOTAS
1 El conocimiento situado apuesta por una nueva objetividad, para explicarla propone pensar dos puntos importantes: el "punto de vista" y los "objetos como actores" ya que la "la objetividad feminista trata de la localización limitada y del conocimiento situado, no de la transcendencia y el desdoblamiento del sujeto y el objeto" (Haraway 1991:326). Nos recuerda también que la importancia de situar un conocimiento está en que nos puede situar en un lugar otorgándonos una responsabilidad en nuestras prácticas, en contra posición a un irresponsable "incapaz de dar cuentas de algo" (Haraway 1991: 328). Sin embargo, también nos advierte del peligro de romantizar la visión de los menos poderosos, nos recuerda que "mirar desde abajo es un problema que se requiere al menos tanta pericia con los cuerpos y el lenguaje, con las mediaciones de la visión, como las más altas visualizaciones técnico científicas".(Haraway 1991: 328). Es decir el reconocimiento propio y de la otredad, de perspectivas parciales, localizadas y críticas.
2 No reconocido, más aún en las ciencias que la estudian como las ingenierías que es un ámbito profundamente masculinizado
3 Este colectivo estaba compuesto por compuesto por las artistas y activistas australianas Jhosephine Strarrs, Juliane Pierce, Francesca da Rimini y Virginia Barrat.
4 Disponible en http://www.e-revistes.uji.es/index.php/asparkia/article/view/605
5 En el encuentro de Kassel ante la imposibilidad de definir que es el ciberfeminismo propusieron decir qué no es, por lo que publicaron "Cien antitesis de lo que el ciberfeminismo". http://www.obn.org/cfundef/100antitheses.html
6 Artículo de Monstserrat Boix en http://www.mujeresenred.net/spip.php?article880
7 El hacker es aquel experto en tecnología de internet que utiliza sus conocimientos para cuestionar el sistema, el hacktivista, sería aquel que lo hace con afanes activistas, buscando un cambio social y político. En este sentido las hacktivistas feministas serían aquellas que utilizan la tecnología para incidir en cambios en las relaciones de género vistas como desequilibradas.
8 Se refiere a la persona fascinada por la tecnología y la informática, que no necesariamente está pensada desde la ciencia, sino más bien como medio de expresión cultural: animación, comics, videojuegos, etc. Es alguien que le interesa mucho algún tema, lo investiga y se vuelve experto.
9 Conferencia Magistral: Violencia contra las mujeres y acumulación capitalista https://www.facebook.com/guecomu-mex/videos/2126108587407042/
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Federici, Silvia (10 de marzo 2018) Conferencia Magistral: Violencia contra las mujeres y acumulación capitalista en https://www.facebook.com/guecomumex/videos/2126108587407042/ [ Links ]
Mérola, Giovanna (1985) L.:Nueva Sociedad Nº 78, Julio-Agosto de 1985, ISSN: 0251-3552, PP. 112-117 :<www.nuso.org>
Zafra, Remedios (2017) Entrevista Programa Metrópolis "Arte, Redes y Ciber-feminismos" http://www.rtve.es/alacarta/videos/metropolis/metropolis-cb-remedios-zafra-arte-redes-ciberfeminismos/3945422/ [ Links ]
Peñaranda, Ida. (2019) Ciberfeminismo: sobre el uso de la tecnología para la acción política de las mujeres. Punto Cero, año 24 n°39 diciembre de 2019. Pp 39-50. Universidad Católica Boliviana “San Pablo” Cochabamba