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Punto Cero

versión On-line ISSN 1815-0276

Punto Cero vol.23 no.37 Cochabamba dic. 2018

 

ARTÍCULO CIENTÍFICO

 

TEMORES Y ESPERANZAS DE LA POLÍTICA EN REDES SOCIALES

Comentario al libro LA VIDA POLITICA DEL MEME – Interacciones digitales en Facebook en una coyuntura crítica-  de  Maria Teresa Zegada y Marcelo Guardia.

 

 

Fernando Andrade Ruiz

Boliviano, doctor en comunicación, derecho a la información y ética por la Universidad Complutense de Madrid, España.
Docente de la carrera de Comunicación Social de la Universidad Católica Boliviana San Pablo
radiolero@yahoo.com.ar

El autor declara no tener conflicto de interés alguno con la revista Punto Cero

 

 


Voy a sintetizar en cuatro aspectos las impresiones que me deja este libro: la actualidad del tema y del abordaje teórico; la originalidad de la investigación de campo y, finalmente,  algunas inquietudes reflexivas al respecto.

 

1.- La actualidad del tema

Buena parte de la población urbana en Bolivia ya accede a internet, incluso desde edades tempranas. Es tan cotidiano y espontáneo el uso que se suele descuidar la reflexión acerca del significado que conlleva.

¿Cómo este fenómeno se está insertando en la cultura, en la política, en la educación, en las relaciones familiares?

¿Cómo éramos y cómo somos ahora conviviendo con estas tecnologías? ¿Qué potencialidades y peligros subyacen?

El texto  encara el asunto de manera directa: presenta un panorama general de sus características en Bolivia, su entorno jurídico, y se concentra especialmente en las redes sociales,  con énfasis en Facebook, informando acerca de  tipos de usuarios, comunidades, servicios, circuitos, modos de uso,  lenguajes propios y otros.

El objetivo específico de estudio son los “memes” de contenido político, contextualizados en la coyuntura socio-política que vive el país.

Como bien lo mencionan los autores, al parecer, en esa dinámica, actualmente,  se están generando procesos de configuración de nuevos tipos de colectividades políticas, ya no conectadas solamente por encuentros físicos directos, sino también mediante estas formas virtuales de comunicación que rompen espacios y tiempos a velocidades vertiginosas.

 

2.- El Marco Teórico

La parte teórica permite apreciar que algunos de los modelos teóricos tradicionales que se empleaban para acercarse a situaciones políticas, hoy –aparentemente- están quedando descolocados ante escenarios insospechados.

En el texto se ve que son ya varios los intelectuales e investigadores latinoamericanos que están reaccionando desde flancos muy variados e interrelacionados: sociología, psicología individual y social, semiología,  politología, cultura y, obviamente, desde la comunicación, lo que confirma que estamos ante un hecho multifacético,   multi-causal y prácticamente inabordable en todas su dimensiones y efectos.

Llama la atención que, comparativamente y de acuerdo a los respaldos documentales presentados, es bajo el caudal teórico y de investigación que se aporta desde Bolivia, especialmente desde la comunicología.

Enfatizo en esta escasez para valorar aún más la condición -quizá pionera en sus peculiaridades-  que tiene este trabajo en nuestro medio.

Notamos que la actual teorización científica en ciencias sociales parece estar abandonando sus lógicas  paradigmáticas, monotemáticas, minimalistas y de riguroso orden metodológico, para tornarse más flexible, ágil y versátil en procura de mantenerse atenta al raudo caudal de acontecimientos que producen estos medios.

En tal ámbito, se percibe que muchas teorías convencionales de la Comunicación Política están ingresando en franco cuestionamiento, por no decir obsolescencia. Veamos algunos ejemplos:

En el concepto de “esfera pública”, ahora se hace más confusa la separación entre lo público y lo privado, debido principalmente a la heterogénea incursión de nuevos actores, variedad en el uso de medios, ampliación de contextos, diversidad de flujos de ingreso y salida de mensajes, todo lo cual, conforma un conglomerado multiforme que torna inoportuno congregarlo en un concepto unívoco y hermético.

También sufren embates otros conceptos medulares de la teoría política liberal como son los de sociedad civil, agendas públicas, libertad de expresión, campañas electorales, marketing político, propaganda, a la par que aparecen otros de mayor actualidad y cobertura, entre ellos, Derecho a la Comunicación, a la Información, a la participación democrática.

Lo mismo en cuanto al marco conceptual referido a la influencia política de los mass media a los que incluso se llegó a catalogarlos como “cuarto poder”.  Sin duda, ellos están perdiendo protagonismo en la construcción de discursos y en su monopolio como mediadores, canalizadores de corrientes de opinión, selectores de insumos informativos, por lo que, ahora,  si quieren sostenerse, deberán adaptarse y convivir con los numerosos recursos comunicativos que la población dispone.

Por interés particular (fui docente de esta materia), quisiera referirme aparte al concepto de “Opinión Pública” que, por todo lo que leemos en la obra, aparenta  desmoronarse irremediablemente,  inhabilitando ya el uso del singular “la” para dar paso a la pluralidad  y variedad de opiniones que se hacen públicas a través de los nuevos sistemas.

Eso, desde enfoques clásicos, significaría que una materia prima tan vital para la dinámica democrática, como es la opinión ciudadana, se está desconcentrando, dispersándose sin límites, atomizándose y aumentando en circunstancialidad, lo que, entre otros efectos, podría dificultar la posibilidad de congregarla y conocerla, cuantitativa o cualitativamente.

Ante ello, la pregunta es: ¿podrán configurarse flujos  de legitimación ciudadana hacia el Estado a partir de la infinidad de opiniones sueltas, expansivas, frágiles y volátiles que afloran en las redes sociales?

 

3.- La investigación de campo

Se hizo seguimiento a páginas, publicaciones, perfiles y  reacciones por un periodo de seis meses.

Resulta novedoso que la investigación haya aprovechado los propios recursos que la red ofrece, ya que sus consultas, entrevistas y sondeos fueron logrados, en buena medida, de manera interactiva.

Los investigadores también conformaron un grupo de debate en el mismo Facebook integrado por invitados de distintas edades y sexo, trabajando específicamente con dos grupos importantes en el Facebook, como son “Barrio Chino” y “Alguien Sabe”.

El énfasis no estuvo puesto en  la investigación cuantitativa como parecía sospecharse en principio, ya que  los datos incluidos son sólo apoyo a una investigación predominantemente cualitativa. 

Sabemos que el humor siempre estuvo presente en las expresiones y reacciones de la sociedad civil hacia la sociedad política, variando sus acentos, circulación y efectos, en función a los modos políticos vigentes.

En algunos casos, frente a regímenes compactos en su totalitarismo, el humor actuó como desahogo, distensiones, “catarsis”,  como protesta valiente, no exenta de riesgos.

Gracias a la labor efectuada, se ve que el actual “meme” no solamente puede ser comprendido como humor casual, coyuntural o inocente, sino también como vehículo de visiones ideológicas, intereses específicos, propaganda,  críticas devastadoras o propuestas  esperanzadoras.

Es decir, que aquellas ironías, mofas, jocosidades que tanto divierten, pueden también alcanzar alto potencial político  y acomodarse como parte importante en los procesos de comunicación política que vive el país.

 

4. Conclusiones y perspectivas a futuro

En las investigaciones sociales no se debe entender el término “CONCLUSIONES” como algo terminado, sino como “hallazgos”  que estimulen nuevas profundizaciones reflexivas y de investigación.

En ese espíritu se acomoda la parte final del libro que estamos comentando.

Un acontecimiento tan insospechado, multidimensional y  expansivo como éste -al que recién se lo está abordando con interés científico (al menos en nuestro medio)-, deja numerosísimas inquietudes, preguntas, preocupaciones, entusiasmos, miedos  y esperanzas.

Me referiré sólo a algunas que me quedan al terminar la lectura:

a) En lo teórico- metodológico:

¿Cuán acabados, ciertamente, estarán los puntos de partida teóricos desde los cuales, como verdaderos paradigmas, enfocábamos la realidad para acomodarla –quizá forzadamente- en moldes reflexivos y analíticos pre-existentes?

Fenómenos tan dispersos, raudos y heterogéneos como los que genera internet ¿estarán poniendo en crisis los casi sagrados métodos inductivos o deductivos para las investigaciones?

¿Cuánta utilidad tendrán ahora las técnicas cuantitativas, cuya vigencia de datos puede variar en cuestión de horas? 

¿Será que los marcos referenciales y de contexto están cobrando mayor relevancia en sus influencias?

¿Qué esperanza de vida real les quedará a los hallazgos y conclusiones que las investigaciones planteen?

b) Respecto a la inter-acción de las redes sociales con la política y la democracia:

b.1. Preocupaciones

El trabajo de Zegada y Guardia  constata que están variando notoriamente los escenarios y modos tradicionales en que se expresaba la comunicación política en Bolivia.

Me pregunto si desde la fugacidad de los mensajes políticos digitales se podrá satisfacer el necesario flujo de informaciones, opiniones y análisis que la democracia requiere.

Buena parte de los mensajes analizados son de origen individual y anónimo, al igual que la recepción.  Puede quedar  la sensación, en el individuo,  de que emitiendo ese tipo de contenidos o respondiendo con una reacción rápida – un  simple “like”, por ejemplo-  ya se está rompiendo con la apatía, con la inacción política, con la indiferencia. Esto sería contraproducente, pues la democracia no puede ser construida desde individualismos.

Hace falta, complementariamente,  la organización ciudadana, la participación agrupada, asociada, institucionalizada.

La eficaz intervención de los ciudadanos en política, todavía tiene necesidad del “cara a cara”, de condiciones y escenarios físicos de encuentros que no sean traumáticos, ni violentos.

Ante este desafío, quizá el tipo de manifestaciones que vemos en las redes, - paradójicamente y muy al contrario a lo que generalmente se cree-, tenga el riesgo de “despolitización”, en la perspectiva de una participación democrática mancomunada e influyente.

Así como operan ahora: ¿cuál es la eficacia política real que tienen?

Lo que sucede actualmente en Bolivia nos puede ayudar a esa reflexión. Las redes sociales se saturaron,  explosionaron  en  críticas y protestas ante la ilegítima e ilegal re- candidatura de Evo Morales. ¿Sirvió de algo?

Es que mientras no haya un nexo real y efectivo (estamos hablando de verdadera comunicación) entre las expresiones ciudadanas con los ámbitos  de decisión política, sólo se estará dando continuidad a los silencios, a individualismos estériles, voces al vacío, navegaciones virtuales inútiles que, a larga, pueden derivar en desmoralización generalizada. Ahí está su peligro.

Dicho en otros términos: desde  la volatilidad que hoy vemos en las redes, ¿podrán construirse nuevas ideologías sustentadas en conocimientos, análisis, deliberaciones, debates, búsqueda de consensos? ¿Y qué en cuanto a la formación de  liderazgos? ¿La escasez de líderes jóvenes en el país no será ya una consecuencia de todo eso?

No quiero decir que sean menospreciables o inservibles las manifestaciones políticas mediante las redes. Pero sostengo que no pueden quedarse sólo ahí,  pues sería incubar el conformismo, la esterilidad de la fuerza ciudadana, incluso la resignación.  La crítica sin propuesta no es beneficiosa.

b.2 Esperanzas

Sin embargo, también es posible alimentar esperanzas.

Es frecuente mencionar que uno de los déficits de nuestras democracias es la debilidad de procesos de comunicación internos que fortalezcan a la Sociedad Civil en  su relación con la sociedad política y con el Estado.  

De superar tal fragilidad, la ciudadanía podría ejercer mayor supervisión y control moral - legal sobre el sistema, lo que acercaría más al sustento básico de la democracia que es la soberanía ciudadana sobre toda forma de poder.

Las redes pueden ser muy valiosas en tal propósito.

Ojalá que estemos en un proceso gradual de rompimiento de los silencios colectivos que fueron - y son todavía-  tan persistentes y dañinos a la democracia boliviana.

Ojalá que, en un futuro cercano, las redes puedan también motivar a encuentros directos entre ciudadanos en pro de una participación responsable y eficaz, de atención permanente a los asuntos públicos, respeto a valores,  principios y leyes consensuadas, en medio de lo cual, todos los actores políticos puedan cultivar  una verdadera cultura democrática fundamentada, siempre, en la ética, como principal componente.

El decurso, dependerá solamente del protagonismo humano porque los “medios” son sólo “medios” y  deben depender de la voluntad de los actores.

Los autores nos dan un muy buen aporte al conocimiento y reflexión sobre toda esa problemática. Les agradecemos y felicitamos por ello.

Cochabamba, 13 de diciembre del 2018

 

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