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Punto Cero

versão On-line ISSN 1815-0276

Punto Cero vol.22 no.35 Cochabamba dez. 2017

 

ARTÍCULO CIENTÍFICO

 

MOVIMIENTOS SOCIALES E INTERNET: DE LA POLÍTICA CENTRALIZADA A LA POLÍTICA DISTRIBUIDA

 

SOCIAL MOVEMENTS AND THE INTERNET: FROM CENTRALIZED POLITICS TO DISTRIBUTED POLITICS

 

 

Alex R. Ojeda Copa

Boliviano, licenciado en sociología y maestrante en investigación en ciencias sociales. Investigador adscrito al Instituto de Investigaciones en Ciencias Sociales (INCISO) de la Facultad de Ciencias Sociales (FACSO - UMSS)

alex.r.ojeda@gmail.com

El autor declara no tener conflicto de interés alguno con la Revista Punto Cero.

 

 


RESUMEN:

A partir de la revisión y discusión de los conceptos de la era de la información, la sociedad red y el rol del Internet, por un lado, junto con las nociones de política y movimientos sociales, por el otro, se propone un esquema de comprensión teórica de los movimientos sociales en red, bajo el paraguas del paradigma de redes. Se concluye que un movimiento social en red no se reduce a una estructura organizativa o a un repertorio de acción, sino que posee al mismo tiempo dimensiones de comunicación, organización y acción tanto en línea como fuera de línea, y que su accionar es parte de la distribución de la política.

Palabras clave: movimientos sociales, Internet, política


ABSTRACT:

From the review and discussion of the concepts of information age, network society and the role of the Internet, on the one hand, together with the notions of politics and social movements, on the other, a theoretical comprehension scheme for the networked social movements is proposed, under the umbrella of the network paradigm. It is concluded that a networked social movement is not reduced to an organizational structure or a repertoire of action, but that it has at the same time dimensions of online and offline communication, organization and action, and that its action is part of the distribution of politics

Key words: social movements, Internet, politics


 

 

1. Introducción

El Internet y las redes sociales digitales se están constituyendo en un nuevo espacio para el intercambio simbólico, la expresión pública y la deliberación, pero, además, y es lo que más nos interesa aquí, para la organización y acción colectiva. El espacio de la presentación pública se ha ampliado, pero a diferencia de los medios de comunicación masivos (prensa, radio y televisión) que suelen ser medios centralizados, con poco acceso, verticales y sin posibilidad de interacción continua, el Internet permite una comunicación distribuida, de amplío acceso, horizontal e interactiva, lo que está dentro de lo que Castells llama "autocomunicación de masas" (2009: 88). Esto posibilita entre otras cosas, la aparición de nuevos espacios de formación de opinión pública, el ciberactivismo, los nuevos "movimientos sociales en red" (CASTELLS 2012) y la "tecnopolítica" (TORET 2013).

De ese tipo de movimientos en red existen muchos ejemplos en el mundo desde el año 2011. Por ejemplo, la denominada "primavera árabe" expresada en las revueltas de Tunez y Egipto, el movimiento de los indignados en España, Occuppy Wall Street en Estados Unidos y el movimiento YoSoy132 en México (cf. Castells 2012: 21 y ss.; Toret 2013: 9). Pero también los existen en Bolivia, como ser el movimiento en defensa del TIPNIS, #NiUnaMenos Bolivia, MásYMejorInternet, entre otros. Para comprender estos nuevos movimientos sociales es necesario recurrir a conceptualizaciones que tomen en cuenta los tiempos históricos actuales y sus cambios, el rol de Internet, la ampliación de la política y las asociaciones y movimientos que los individuos y colectivos despliegan. Para ello, en el presente artículo se presenta un esquema de comprensión de estos movimientos.

Para ello, en primer lugar, ubicaremos el tema de los movimientos sociales en red dentro del tema mayor de la relación entre Internet y política, por lo que propondremos un esquema de las áreas de estudio de la relación entre Internet y política. En segundo lugar, antes de discutir los conceptos, explicitamos nuestras asunciones paradigmáticas y elegimos el paradigma de redes. En cuarto lugar, abordamos el contexto histórico de los movimientos sociales en red, la era de la información y la sociedad red, para posteriormente explicar el rol central de Internet en la sociedad red. En quinto lugar, abordamos la discusión sobre la política y su ampliación, que va más allá de las clásicas formas liberales y hegemónicas de agregación y acción. Finalmente brindamos las dimensiones y características de los movimientos sociales en red.

 

2. Las cuatro áreas de la relación entre Internet y política

El tema de los movimientos sociales en red se ubica dentro del tema mayor de la relación entre el Internet y la política en las sociedades contemporáneas. A partir de una revisión panorámica tanto de la literatura sobre el tema, como del mismo campo de acción, hemos identificado cuatro áreas relevantes donde se entrecruzan los fenómenos políticos con el Internet: (a) gobierno e Internet, (b) política institucional e Internet, (c) la política extra-institucional y (d) opinión pública e Internet.

En la primera área, la de la relación entre el gobierno y el Internet, tenemos temas como las políticas de gobierno de un determinado país y la normativa jurídica aplicable, por ejemplo, las políticas públicas sobre la infraestructura de Internet, la regulación jurídica de las publicaciones en Internet, la vigilancia gubernamental, etc. Por otro lado, tenemos a la relación entre la administración gubernamental e Internet, donde se ubican temas como el del gobierno electrónico y el gobierno abierto, que incluye la relación cercana de los gobernantes y los ciudadanos a través de las redes sociales digitales. Pero, además, existe el tema más complejo de la gobernanza de Internet, como un modelo de múltiples partes interesadas (multistakeholder), que tiene un alcance principalmente internacional. Es un campo principalmente politológico.

La segunda área, la de la política institucional e Internet, tiene que ver en general con la dimensión formal de la competencia política: la política partidaria y la política electoral. Aquí se pueden ver temas como el uso de Internet como un instrumento que forma parte de las actividades de los partidos políticos, como también el uso de Internet como medio de campaña y propaganda en coyunturas electorales. Es un campo politólogico y de la comunicación política.

En la tercera área, la de la política extra-institucional e Internet, se encuentran las diversas iniciativas, organizaciones y movimientos que escapan de los canales institucionales formales de la política, pero que sin embargo tienen efectos importantes en las decisiones públicas y en la misma construcción de lo público. Temas como los grupos de interés, el ciberactivismo y los movimientos sociales en red se encuentran en esta área. Principalmente los nuevos movimientos sociales que usan el Internet como medio de coordinación principal. Esta área también puede ser nombrada como "sociedad civil e Internet", "participación ciudadana e Internet", "política ciudadana e Internet" y similares. Dado que esta es el área donde se ubica nuestro tema de investigación, lo trataremos con mayor detenimiento en los próximos apartados, principalmente en lo que se refiere a movimientos sociales e Internet. Es un campo principalmente sociológico y antropológico.

Una cuarta área tiene que ver con la opinión pública y el Internet. Esta es una de las áreas más investigadas, dado que el Internet se conceptualiza principalmente como un medio de información y comunicación. Aquí existen temas como el posicionamiento de temas en la agenda pública, su discusión y repercusiones, la comunicación política, etc. Identificamos al menos dos ámbitos de la opinión pública en Internet. Un ámbito macro, donde se visualizan temáticas amplías, líderes de opinión y su difusión. Y otro ámbito de comunicación micro que se da en las micro-interacciones que se dan por ejemplo en los grupos de Facebook, que son más difícil de aprehender y analizar, pero que con nuevas técnicas informáticas relacionadas con el Big Data podrían ser estudiadas. Como también los leaks que transparentan la información de los gobiernos e influyen en la opinión pública. Es un campo principalmente comunicacional.

 

3. El paradigma de redes

En las ciencias sociales se suele distinguir en tres paradigmas clásicos (cf. BARRAGAN 2008: 9; CHILISA 2011: 40; SAUTU 2015: 40): el paradigma positivista, que tiene por objetivo descubrir leyes generalizables que gobiernan los fenómenos, y que asume un conocimiento objetivo y libre de valores de una única realidad cognoscible, a partir de un diseño de investigación cuantitativo; el paradigma interpretativo, que tiene como objetivo comprender las múltiples realidades socialmente construidas, a partir del conocimiento hermenéutico, subjetivo y asumiendo valores, dentro de un diseño de investigación cualitativo; y el paradigma transformativo o sociocrítico que busca la crítica de las ideologías y el poder o la transformación de la sociedad, a partir de un conocimiento y una praxis comprometida con ciertos valores, y un diseño de investigación participativo y de acción de cambio. A esta clasificación básica, se pueden agregar otras corrientes intermedias o pretendidamente novedosas, como el post-positivismo y el posmodernismo que agrega Barragan (2008: 9) o el paradigma de investigación indígena que propone Chilisa (2011), entre otros.

Los supuestos de aquellos tres paradigmas, sin embargo, no satisfacen la perspectiva que tenemos sobre el tema de los movimientos en red y la adecuada epistemología de la sociología para el siglo XXI. No pensamos que la realidad sea meramente objetiva y una cuestión de estructuras como afirma el positivismo como tampoco una cuestión tan solo subjetiva y de actores como en el caso del interpretativismo; la realidad es objetiva y subjetiva a la vez. Tampoco pensamos en que sea posible establecer leyes mecánicas y universales sobre los fenómenos sociales como plantea el positivismo, pero tampoco se trata sólo de particularizar y quedarnos en la descripción de los casos como en el paradigma interpretativo; un punto medio que seguimos es el de la búsqueda de patrones y tendencias. La observación desde afuera del positivismo contra la comprensión desde dentro de los sentidos de los actores, debe ser matizada; apostamos por un dialogo entre las observaciones externas del investigador que pueden tener mayor alcance territorial, temporal y social, y los sentidos subjetivos e internos de los actores que pueden tener mayor profundidad en casos concretos. La desestimación de la importancia de los valores en el proceso de conocimiento del positivismo es algo ingenua, pero tampoco nos parece adecuado el sacrificio del conocimiento por los valores políticos parcializados del paradigma socio-crítico; asumimos la importancia del observador y cómo éste debe guardar una constante "vigilancia epistemológica" (BOURDIEU, CHAMBOREDON y PASSERON 2002) que le permita producir un conocimiento académico más imparcial.

Así, en vista de nuestras objeciones a los paradigmas clásicos de las ciencias sociales, nuestra posición está más cerca del "paradigma complejo", en este caso una complejidad social y particularmente dentro de este paradigma asumimos el paradigma de redes. El paradigma complejo tiene dos versiones, una más retórica y pomposa encarnada en los trabajos de Morin (REYNOSO 2009) y otra más operativa y técnica relacionada con la teoría de sistemas y las denominadas "ciencias de la complejidad", donde la complejidad se entiende por oposición al reduccionismo, el mecanicismo lineal y el aislamiento de los elementos de su entorno. Esta vertiente del estudio de la complejidad nace con la distinción de WEAVER (1991) entre simplicidad organizada, donde se ubican los modelos mecánicos, complejidad desorganizada, donde están los modelos estadísticos, y complejidad organizada trabajada con los modelos sistémicos. Estas "ciencias de la complejidad" en realidad son un conjunto heterogéneo de enfoques y procedimientos de análisis como la teoría de sistemas, la cibernética, la teoría de la información, el análisis de redes, etc. Pero comparten un conjunto de principios: las unidades que componen el sistema son relativamente simples en relación con el mismo sistema; existen propiedades que emergen de las interacciones, hay un vínculo entre lo micro y lo macro; sin embargo, las propiedades emergentes no pueden ser reducidas totalmente a los elementos individuales; las interacciones entre los agentes no son lineales, no es un cuestión de uno más uno igual a dos; no hay un control central que coordiné todas las interacciones; el observador es parte del sistema de conocimiento y reconoce que su investigación crea modelos de lo investigado que no son un espejo de la realidad, sino más bien construcciones aproximadas (cf. MITCHELL 2009). El paradigma complejo nos permite superar los problemas que encontramos en los paradigmas clásicos de las ciencias sociales.

El "enfoque de redes" y específicamente el "análisis de redes sociales" (FREEMAN 2012), es parte del paradigma de la complejidad. Plantea que la sociedad está compuesta de actores, relaciones e interacciones; que los individuos en sus conductas crean lazos y esos lazos tienen una importancia central en el desarrollo de la vida humana. Se asemeja al planteamiento de ELIAS (1999) para quien la sociedad no es un conjunto de círculos concéntricos exteriores al individuo, sino una red de interdependencias. Lo cual también es cercano a lo que CORCUFF (1998) llama las "nuevas sociologías", que "tratan de superar la oposición entre macrosociologías y microsociologías, entre aprehender las estructuras sociales englobantes y el análisis de los actos y de la interacción cara a cara de los actores" (: 22).

Utilizamos dos teorías generales, la primera más abstracta y la segunda más histórica. La primera es la teoría del actor-red de LATOUR (2008). Esta consiste en explicar la sociedad a través de redes híbridas de objetos, poder y discurso (LATOUR 2007), de redes heterogeneas entre humanos y no humanos, para nuestro caso entre humanos y objetos tecnológicos, donde la agencia está distribuida no sólo en el polo humano. La segunda es la teoría de la "era de la información" y particularmente la teoría de la "sociedad red" de CASTELLS (2001) y el rol central que juega el Internet en ella, que explicamos más abajo. Mientras que las teorías sustantivas que utilizaremos son el asociacionismo, la política postliberal, la política posthegemónica, la política viral de Arditi, como también la teoría de los movimientos sociales, particularmente los movimientos sociales en red (CASTELLS 2012) y la tecnopolítica de TORET (2013).

Existe una deliberada congruencia que va de lo más abstracto a lo más concreto en nuestro esquema teórico, entre la sociología, el enfoque de redes, como paradigma que utilizamos, las teorías generales del actor-red y la sociedad red, y las teorías sustantivas que acabamos de nombrar. Y esto debido a la importancia central que le damos al concepto de red, que cumple una función tanto ontológica, epistemológica y metodológica. En los siguientes apartados, desarrollaremos los conceptos que se desprenden de la teoría general de la era de la información y de nuestras teorías sustantivas, principalmente las teorías más concretas que son la de asociaciones y movimientos en red y la tecnopolítica.

 

4. La era de la información y la sociedad red

Es comprensible que los cambios que suceden en las sociedades tengan eco en las aspiraciones, demandas y conflictos políticos. Así, en la sociedad industrial de la modernidad temprana, la industria fue el escenario del conflicto entre obreros y patrones, y a su vez de allí surgieron la novedad de los partidos de masas (cf. ANDRADE 1983: 113). Entonces, es de esperarse que, si de alguna forma el clima general de una sociedad cambia, también las formas de organización y acción política, sin perjuicio de que en ciertos momentos la política sea la que lleve la dirección. ¿Qué cambio macrosocial acontece? Muchos autores piensan que hemos dejado atrás la sociedad industrial y que hemos ingresado a una sociedad postindustrial (TOURAINE 1969; BELL 1974), una sociedad tecnotrónica (Bzrezinksy), una sociedad de la tercera ola (Toffler), etc. Uno de los planteamientos más argumentados, matizados y convincentes al respecto, sin embargo, es el de Castells con su trilogía de la Era de la información (2001).

Según CASTELLS (2013), la era de la información es:

un periodo histórico caracterizado por una revolución tecnológica centrada en las tecnologías digitales de información y comunicación, concomitante, pero no causante, con la emergencia de una estructura social en red, en todos los ámbitos de la actividad humana, y con la interdependencia global de dicha actividad. Es un proceso de transformación multi-dimensional que es a la vez incluyente y excluyente en función de los valores e intereses dominantes en cada proceso, en cada país y en cada organización social.

Es importante señalar que el planteamiento de Castells no asume que la causa de la era de la información sea un factor exclusivamente tecnológico como tampoco un proceso necesariamente incluyente e igualador como se lo proclama desde algunos organismos internacionales. No es un proceso homogéneo y tampoco es la panacea de todos los problemas sociales. El mismo Castells advierte sobre los nuevos procesos de desigualdad, marginación y explotación que existe en este contexto globalizado.

Un concepto central relacionado con la era de la información es el de "sociedad red", que es definido por CASTELLS del siguiente modo:

Una sociedad-red es aquella cuya estructura social está compuesta de redes potenciadas por tecnologías de la información y comunicación basadas en la microelectrónica. Entiendo por estructura social aquellos acuerdos organizativos humanos en relación con la producción, el consumo, la reproducción, la experiencia y el poder, expresados mediante una codificación significativa codificada por la cultura (2010: 27)

Asimismo, define una red como "un conjunto de nodos interconectados. Un nodo es el punto de intersección de una curva. Una red no posee ningún centro, solo nodos. Los nodos pueden tener mayor o menor relevancia para el conjunto de la red: aumentan su importancia cuando absorben más información relevante y la procesan más eficientemente" (2010: 27). Aunque en realidad Castells está definiendo una red de tipo rizomática en términos de Arditi (2010) o de tipo distribuido o en malla según el análisis de redes, pues pueden también existir redes jerárquicas o arborescentes.

 

5. El rol de Internet en la sociedad red

Dentro de este conjunto de cambios sociales, el Internet juega un papel fundamental. No se trata de otra tecnología de comunicación más, se diferencia radicalmente de la prensa, la radio y la televisión por su estructura abierta. Algunos académicos incluso comparan al Internet con la electricidad que ha impulsado la revolución industrial. Así, Internet sería como el sistema nervioso de la sociedad red. Respecto a ello, CASTELLS (2001) afirma que:

Internet es el tejido de nuestras vidas en este momento. No es futuro. Es presente. Internet es un medio para todo, que interactúa con el conjunto de la sociedad y, de hecho, a pesar de ser tan reciente, en su forma societal [...] no hace falta explicarlo, porque ya sabemos qué es Internet. Simplemente les recuerdo [...] que se trata de una red de redes de ordenadores capaces de comunicarse entre ellos. No es otra cosa. Sin embargo, esa tecnología es mucho más que una tecnología. Es un medio de comunicación, de interacción y de organización social.

Es importante resaltar para Castells que el Internet no es sólo una tecnología en el sentido instrumental, pero tampoco sólo un medio de comunicación sino además un medio de organización e interacción social. Particularmente estas tres últimas dimensiones serán trabajadas todavía más con el concepto de tecnopolítica de TORET (2013).

Ahora bien, el Internet por sí mismo es amplío y ha tenido diversas etapas. Un cambio de modelo de funcionamiento y uso en Internet fue el paso de la Web 1.0 en la década de 1990, hacia la Web 2.0 a principios del siglo XXI. La Web 1.0 era una web estática y vertical, donde unos pocos que tenían los conocimientos técnicos eran los que producían contenido; la Web 2.0 fue un cambio más dinámica y horizontal, permitía mayor emisión y respuesta: el consumidor de contenido se convirtió también en productor (O'REILLY 2014).

Se hace frecuente nombrar a la Web 2.0 como la Web social. Aquí es donde nacen los denominados "medios sociales" (social media). Una importante diferencia con los medios de comunicación tradicionales (mass media), como la prensa, la televisión y la radio, es su carácter interactivo. En los medios sociales los usuarios no son solo receptores, sino activos emisores y receptores al mismo tiempo, pues estas herramientas les permiten crear y difundir contenidos fácilmente. Los medios sociales se definen como "un grupo de aplicaciones basadas en Internet que se desarrollan sobre los fundamentos ideológicos y tecnológicos de la Web 2.0, y que permiten la creación y el intercambio de contenidos generados por el usuario (KAPLAN y HAENLEIN 2010). Ejemplos de los medios sociales son los blogs, que son bitácoras digitales, las wikis como documentos colaborativos, y principalmente las redes sociales digitales, como Facebook y Twitter. Las redes sociales digitales pueden definirse como:

servicios basados en la web que permiten a los individuos (1) construir un perfil público o semi-público dentro de un sistema delimitado, (2) articular una lista de otros usuarios con los que comparten una conexión, y (3) ver y atravesar su lista de conexiones y las hechas por otros dentro del sistema. La naturaleza y la nomenclatura de estas conexiones pueden variar de un sitio a otro (BOYD y ELLISON 2007: 211; traducción propia).

Si bien esta definición captura lo esencial de las redes sociales digitales, dada su evolución continua deben agregarse otra serie de funcionalidades muy utilizadas, como son la mensajería instantánea, las reacciones, las etiquetas y el compartir, además de los grupos y las páginas, para el caso de Facebook.

La distinción entre Web 1.0 y Web 2.0 como modelo de interacción no es trivial. Existen muchos autores que, siguiendo estas lógicas, diferencian entre cultura 1.0 y cultura 2.0, política 1.0 y política 2.0, democracia 1.0 y democracia 2.0, activismo 1.0 y activismo 2.0, entre otras. Es decir que las lógicas de estas tecnologías pasan a convertirse o promoverse como lógicas sociales. Para el caso de la política específicamente, una política 1.0 sería la política vertical de arriba y hacia abajo, donde solo unos pocos pueden incidir en la construcción del orden social; mientras la política 2.0 implicaría una construcción más participativa, abierta y colaborativa.

 

6. La política y su ampliación

6.1. ¿Qué es la política?

Existen diversas definiciones de la política. Pero podemos agruparlas en un continuo donde en un extremo se encuentra el orden social y en el otro el conflicto social. Algunos autores se inclinan más por el extremo del orden, el Estado y las instituciones, como por ejemplo Hans Kelsen; otros por el extremo del conflicto, como Carl Schmitt, que piensan al conflicto como lo central de la política a partir de la relación amigo-enemigo (cf. CÓRDOVA VIANELLO 2010). Otros por su parte recuperan los dos polos, como Arditi que piensa la política en una "doble inscripción" "como el momento de la institución y de lo instituido, de lo político y la política" (2005: 217). Así, se suele distinguir entre "la política" que está relacionada más al orden y a "lo político" más relacionado al conflicto, el primero más estático y procedimental, y el segundo más dinámico e improvisado; o en lo que RANCIERE (1995) se distinguiría como "policía" para el orden y "política" para el conflicto. La forma liberal de entender la política se acerca más al polo del orden y la representación, admitiendo la competencia, el conflicto y la decisión sólo dentro de los canales institucionales adecuados, como en el sistema de partidos y el sistema electoral.

Otra forma de plantear esta discusión es mediante los polos unidad-estado y diversidad-sociedad civil. La primera como una política formalizada en las instituciones estatales y jurídicas; la segunda relacionada a las prácticas de la sociedad civil que inciden en las cuestiones públicas. Pero cabe relacionar ambas dimensiones, una política entendida como una actividad social que involucra a lo formal del Estado, como también lo informal de la sociedad civil. Un "campo político" que implica:

ampliar la visión de lo político hacia la sociedad civil, hacia las formas de existencia de la política y el poder fuera de las fronteras institucionales, desde donde devienen maneras complementarias o alternativas de darse de lo político como las asambleas, los cabildos, los sindicatos, las comunidades indígenas, donde se generan y recrean prácticas y habitus políticos, que dan cuenta de la coexistencia de diversos modos de ejercicio democrático -de la demodiversidad- (ZEGADA et al. 2011:12).

Esta visión ampliada de la política es la que adoptamos. Además, debemos anotar que el centro de las decisiones públicas ha ido ampliándose. De una política centralizada en el aparato gubernamental, pasando a una política descentralizada en entidades territoriales más pequeñas se ha pasado a una política distribuida en individuos y colectivos no limitados por las tradicionales barreras sociales. Aquí seguimos el esquema de BARAN (1964) pero aplicado a la política.

6.2. Formas de asociación y acción política: más allá del liberalismo y la hegemonía

Entonces existen formas de política que rebasan las instituciones liberales. Arditi nos habla de "un segundo circuito de la política", "resultante de la diseminación de espacios y formatos del intercambio político en la sociedad civil, especialmente a través de los movimientos sociales, las ONG y los grupos de interés organizados" (2005: 9). Este "escenario postliberal de la política" es "un escenario que no se agota en la representación territorial y la dinámica electoral" (: 18).

Por su parte, la hegemonía laclauniana suele ser posicionada al otro lado del liberalismo político, además de pretendidamente ofrecer un mejor entendimiento de la política real en una sociedad. Ha sido frecuentemente utilizada para comprender los cambios en la política boliviana producidos después del periodo de la "democracia pactada" (1985-2003). La base del funcionamiento de la hegemonía en Laclau y Mouffe consiste en que:

En vez de invocar una contradicción general como criterio para explicar la opresión, la rebelión y el cambio, hablan de una serie de luchas discretas que se van articulando en una cadena de equivalencias que suspende la particularidad de cada una de ellas o, más precisamente, que establece relaciones de equivalencia que hacen que cada lucha signifique su propio particularismo así como un significado suplementario. Este suplemento es crucial; es usado para ir juntando luchas y demandas formalmente diferentes en una nueva subjetividad y desafiar una constelación de poder dada. La equivalencia también requiere la producción de efectos de frontera o antagonismos (ARDITI 2010:161)

A su vez, la forma hegemónica de la política ha sido utilizada por Laclau para estudiar el mismo populismo. Lo curioso es que la hegemonía propuesta por estos autores de algún modo ha cobrado el renombre de la forma universal de la política y que todo movimiento social funciona en base a la hegemonía. El concepto va de un "estatuto óntico" a un "estatuto ontológico", así "queda la sensación de que su pensamiento acerca de la hegemonía no logra zafarse por completo del embrujo de la lógica de la necesidad" (: 162). ¿Hay un afuera de la hegemonía?

Beasley-Murray (2010) fue de los primeros en hablar de post-hegemonía, a partir de las debilidades que tenían los estudios culturales y la teoría de la sociedad civil para explicar ciertos acontecimientos, y la paradoja de la relación entre poder constituyente y el poder constituido. Este autor propone una teoría post-hegemónica de la política a partir de tres elementos: el afecto, el hábito y la multitud, que escapan al poder constituido (cf. 228). Por su parte, Arditi propone principalmente dos formas posthegemónicas de hacer política: el éxodo o defección, que consiste en escapar de la territorialización, y la política viral, que "se estructura a través de redes —especialmente las llamadas «redes distribuidas»— en vez de seguir el patrón de la hegemonía y sus cadenas de equivalencias" (ARDITI 2010: 186). En ambos la multitud como forma de actuación política es clave, una multitud que es "una pluralidad que persiste como tal en la esfera pública sin converger en un Uno" (: 173).

Dentro de esta discusión sobre otras formas de asociación y acción política que no sean ni la liberal ni la hegemónica, un concepto central para nosotros en la agregación de poder en la sociedad civil es el de "asociacionismo" (ARDITI 2005), que es el derecho y la capacidad de los ciudadanos de asociarse para conseguir ciertos objetivos. Al respecto Arditi afirma:

Las asociaciones secundarias han creado un espacio legítimo para su acción y ahora desarrollan redes, foros o nexos sistémicos entre sus organizaciones. La acumulación de fuerzas a través de las redes busca incrementar la eficacia política de las organizaciones para lograr un rapport con instituciones estatales e incidir en los temas que entran en la agenda pública. De momento estos esfuerzos no han cuajado en una institucionalización comparable a la de la política luego de la introducción del sufragio universal o de la creación de un sistema de partidos, pero eso no ha impedido que el ámbito de las asociaciones se convierta en un terreno al margen, pero también suplementario al de la esfera de la representación político-partidaria. Offe insinúa esto en relación con los grupos de interés organizados al referirse a los esquemas corporativos como parte de un «circuito secundario» de la política. Schmitter también, aunque prefiere hablar de una ciudadanía secundaria o de un «segundo nivel» de la política. Ambos ven a este circuito ya no como una reacción conservadora a la ingobernabilidad sino más bien como una propuesta innovadora acerca de la política más allá de la ciudadanía primaria característica de la política partidaria (2005: 9-10)

Las formas posibles de asociaciones civiles difícilmente son clasificables exhaustivamente. Uno podría nombrar a los sindicatos, las agrupaciones ciudadanas, las juntas vecinales, los movimientos sociales, u otras similares, pero con el tiempo van apareciendo otras formas, como es el caso de las asociaciones potenciadas y conectadas vía Internet. Estas últimas, en nuestro criterio, van más allá de la política liberal, pero también más allá de la política hegemónica de la agregación de demandas insatisfechas, articulación vertical y demandas hacia el Estado. Son más bien proyectos ciudadanos que intenta crear sociedad, más que demandar recursos o reconocimiento al estado, por lo que van más allá de los dos problemas clásicos de la filosofía política contemporánea: la redistribución y el reconocimiento (cf. HONNETH y FRAZER 2006).

Esta propuesta del asociacionismo civil que incide en la esfera política, que es una conceptualización más concreta, está en sintonía con una de las teorías más generales: la teoría del actor-red de Latour (2008), quien plantea ir de la "sociología de lo social" que cosifica la sociedad, a la "sociología de las asociaciones" como constante ensamblaje y reensamblaje de elementos heterogeneos. La diferencia está en que Latour habla de redes más generales, compuestas sí de personas, pero también de no personas, como los objetos naturales y tecnológicos, pues la acción se moviliza de un modo heterogéneo y dislocado. Es por eso que pensamos en un tipo específico de asociacionismo mediado por Internet y otras tecnologías digitales asociadas, que serían lo que denominamos como "asociaciones en red" o "ciberasociaciones" (cf. OJEDA 2016).

6.3. Movimientos sociales

Los movimientos sociales han sido estudiados principalmente por la sociología política. Aquí seguiremos algunas líneas desarrolladas por esta disciplina. A partir de la lectura de las teorías de los movimientos sociales sintetizados en JASPER (2012a), ZEGADA et al. (2011) y CORDOVA (2011), las agrupamos en seis perspectivas, que responden a distintas tradiciones académicas y referentes empíricos: (1) la teoría marxista, (2) la teoría del comportamiento colectivo, (3) movilización de recursos, (4) proceso político u oportunidades políticas, (5) la de los nuevos movimientos sociales y (6) la teoría pragmática de los movimientos sociales. Explicaremos y evaluaremos brevemente cada una de estas perspectivas.

Para la teoría marxista clásica, los movimientos sociales tienen siempre una base estructural económica, tiene un contenido de clase y sólo son movimientos importantes si reflejan alguna contradicción económica estructural. Si bien pude explicar parcialmente las luchas de los sindicatos y partidos obreros de principios de siglo XX, su comprensión de los movimientos sociales contemporáneos, sin embargo, es muy limitada. Para la teoría del comportamiento colectivo, en su vertiente tradicional, los movimientos sociales se basan en comportamientos irracionales y "desviados" frente a contextos de crisis o desintegración social. La teoría de la movilización de recursos, en cambio, rechaza la asunción de la irracionalidad y la reacción de la anterior teoría, y postula más bien la "normalidad" de las acciones de los movimientos sociales que realizan la política por otros medios distintos a los institucionales; plantean que las personas del movimiento son racionales y realizan un análisis de costos y beneficios de sus acciones, y no simplemente reaccionan frente a los problemas institucionales, sino que actúan activamente, incluso inventando problemas inexistentes. Sin embargo, se nota el demasiado énfasis en la individualidad y racionalidad en desmedro del contexto, la estructura y los significados culturales.

La teoría del proceso político y de oportunidades políticas toma en cuenta el contexto, las oportunidades y barreras de la acción. Principalmente la estructura de oportunidades políticas, sus aperturas, fisuras o cierres. Aquí se ubican autores como Tilly y Tarrow. Pero no toma tanto en cuenta la cultura y el hecho de que el objetivo de los movimientos no sea el sistema político. Mientras que la teoría de los nuevos movimientos sociales, con autores como Touraine, Offe y Melucci, la cual parte de la constatación de una nueva etapa histórica: la sociedad post-industrial, donde el conflicto de clases sociales no sería el central, sino que los actores colectivos se concentrarían alrededor de identidades y demandas no económicas, por ejemplo el movimiento feminista, pacifista y ecologista: "Aunque su supuesta novedad ha sido ampliamente debatida, se denominan nuevos por oposición al movimiento obrero, rompen con éste básicamente en tres cosas: primero por su esencia cultural y no económica, segundo, por su reniego de la política y de alcanzar el poder político, y en tercer lugar porque buscan formas alternativas o cauces no convencionales de expresión" (GUTIERREZ CASAS 2009:11). Finalmente, la teoría pragmática de los movimientos sociales, en la cual se encuentran Emirbayer y el propio JASPER (2012a y 2012b), ven a los movimientos sociales como un conjunto de individuos y sus interacciones, con su agencia, construcción de significados locales y emociones, además de ser una perspectiva que puede confrontarse con el nivel empírico.

Ante esta diversidad de teorías ¿cómo definir al movimiento social para nuestro caso? Partiremos de la siguiente definición base: formas de organización basadas en un conjunto de valores e intereses comunes, con el objetivo de definir y orientar las formas de actuación social. Tales formas de acción colectiva tienen como objetivo, a partir de procesos frecuentemente no-institucionales de presión, cambiar el orden social existente o parte de él e influir en los resultados de procesos sociales y políticos que envuelven valores o comportamiento sociales o decisiones institucionales de gobiernos y organismos referentes a sus decisiones políticas (MACHADO 2004).

Debemos agregar que forma colectiva de "grupo" u "organización social" no es la única y la más adecuada para el movimiento; pueden existir otras formas como la forma de "red", que consideramos es más atinada para captar de forma más fina las interacciones y las relaciones. El grado de organización del movimiento es muy variable, pero no se reduce a una protesta ni tampoco se tratan de organizaciones bien establecidas únicamente, aunque estas últimas pueden ser una parte de un movimiento social; una organización social es mucho más estable y constante, a diferencia de un movimiento social que suele desaparecer una vez que ha logrado sus objetivos. Finalmente, dado que hablamos de nuevos movimientos sociales, los objetivos no solo apuntan al sistema político, sino a la misma sociedad civil, buscan también cierto cambio en los valores culturales (ej. movimientos feministas y ambientalistas).

 

7. Movimientos y asociaciones en red

Un "movimientos social en red" según CASTELLS (2012) cuenta con las siguientes características: están conectadas en red de numerosas formas, tanto online como offline; si bien nacen en las redes, se convierten en movimiento en la ocupación del espacio urbano; son locales y globales s la vez; viven en un tiempo "atemporal", entre el ahora y el proyecto futuro; nacen de forma espontánea, en general con una chispa de indignación; son virales, siguiendo la lógica de la redes mismas; pasan de la indignación a la esperanza a través de la deliberación; no tienen líderes, pero aun así existe una unidad aunque la comunidad es todavía un objetivo en construcción; son altamente autorreflexivos; raramente son programáticos y apuntan más bien a cambiar los valores de la sociedad (cf. 212-218). En general se podría decir de estos movimientos que en "todos los casos los [...] ignoraron a los partidos políticos, desconfiaron de los medios de comunicación, no reconocieron ningún liderazgo y rechazaron cualquier organización formal, dependiendo de Internet y de las asambleas locales para el debate colectivo y la toma de decisiones (: 21).

Una asociación en red, pensamos, es una expresión del asociacionismo del que nos habló Arditi (2005), pero su tipo de organización y acción no se restringe a las formas clásicas. Pueden ser diversos tipos de asociaciones, que pueden analizarse a partir de su estructura, sea esta más jerárquica o rizomática o una combinación fractalica de ambos.

Ahora bien, la característica central de estas asociaciones y movimientos en red, además de su forma organizativa, es que no desarrollan formas políticas tradicionales, sino la forma tecnopolítica. La tecnopolítica es el "uso táctico y estratégico de las herramientas digitales para la organización, comunicación y acción colectiva" (Toret 2013: 20), que incluye, pero va más allá del ciberactivismo. Mientras el ciberactivismo es:

toda estrategia que persigue el cambio de la agenda pública, la inclusión de un nuevo tema en el orden del día de la gran discusión social, mediante la difusión de un determinado mensaje y su propagación a través del «boca a boca» multiplicado por los medios de comunicación y publicación electrónica personal (DE UGARTE 2008: 85)

Es decir que en el ciberactivismo el centro es lo online, la tecnopolítica abarca más dimensiones. Cabe notar que la idea de Castells como un medio de comunicación, organización e interacción, se traduce en las tres dimensiones de la tecnopolítica que son la comunicación, la organización y la acción colectiva. Queda definir estas tres dimensiones que son los conceptos más concretos.

Definiremos la comunicación a partir de la teoría de "comunicación y poder" planteada por CASTELLS (2009). Primero, Castells dimensionaliza el poder en la sociedad:

las relaciones de poder constituyen el fundamento de la sociedad porque los que ostentan el poder construyen las instituciones de la sociedad según sus valores e intereses. El poder se ejerce mediante la coacción (el monopolio de la violencia, legítima o no, por el control del estado) y la construcción de significados en las mentes a través de mecanismos de manipulación simbólica (2013: 22).

La clave en su propuesta es que ese segundo brazo de construcción del poder se da mediante la comunicación:

El ser humano construye significados al interactuar con su entorno natural y social, interconectando sus redes neuronales con las redes de la naturaleza y las redes sociales. Esta interconexión funciona mediante el acto de la comunicación. Comunicar es compartir significados mediante el intercambio de información. (2009: 23)

Así, la comunicación implicaría tanto los formatos, los contenidos, la producción, circulación y la recepción de los significados, pero agregaríamos siguiendo a JASPER (2012b), además a las emociones, muy importantes para los movimientos sociales en red. Es posible además distinguir entre una comunicación interna al movimiento y una comunicación externa, y una comunicación online y offline, como también los cruces que hay entre estas dimensiones.

En cuanto a la organización, no adoptaremos una definición altamente formal de la organización, como son las organizaciones empresariales o la burocracia. No se trata de contar con reglas formales codificadas, pero tampoco como en las denominadas "organizaciones sociales" como los sindicatos contar con un alto grado de centralización y división de tareas. Se trata de entender la organización de forma más sociológica, como lo plantea ROCHER (1990) al decir que la organización social, junto con la acción y el cambio social, constituyen los tres objetos básicos de la sociología. Así nuestro concepto de organización está más emparentado con el de estructura o incluso con el de red de relaciones e interacciones. Como afirma MINTZBERG (1992): "toda actividad humaría organizada (desde la formación de piezas de barro hasta el envío de un hombre a la Luna) plantea dos requisitos, a la vez fundamentales y opuestos: la división del trabajo en distintas tareas que deben desempeñarse y la coordinación de las mismas" (1992:107). Lo cual puede acometerse de diversos modos. Pero está organización, para nuestro caso de estudio, no necesariamente tiene que ser planificad de antemano, sino que puede ser una organización emergente.

La acción colectiva es una "actuación conjunta de un grupo de personas con el objeto de conseguir intereses comunes" (GONZALEZ 2009: 346). Tres elementos hemos de destacar en el marco de la acción colectiva, siguiendo a Delgado (2007: 54-55) y ZEGADA et al. (2011: 202), quienes los sintetizan a partir de las teorías más relevantes de los movimientos sociales ya vistas: (1) la estructura de oportunidades, (2) los repertorios de movilización y (3) los procesos enmarcadores de sentido o marcos de interpretación. Todos estos elementos debemos entenderlos dentro de un sistema de acción, en el sentido sociológico, por lo que están presentes los elementos subjetivos y objetivos, como también causales y contingentes. Así en la acción tomamos en cuenta, por un lado, tanto el contexto y las causas como, por otro lado, los efectos o impactos de la acción colectiva.

 

Conclusión

Los movimientos sociales en el siglo XXI tienen una nueva infraestructura en la cual se desarrollan. En mucha mayor medida que otros fenómenos sociales sincronizan su formato social en red con los formatos tecnológicos en red. Por lo que una construcción teórica más fluida, esto es, también en red es la más adecuada para su comprensión. Los movimientos sociales en red poseen dimensiones de comunicación, organización y acción, tanto en línea como fuera de línea; son flujos de información, interacción, emociones y movilización en un espacio desterritorializado. Y son parte de la ampliación de la política, que pasa del leviatan a los territorios locales y finalmente a las redes, de la centralización, pasando por la descentralización y llegando a la distribución.

 

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