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Punto Cero

versão impressa ISSN 1815-0276versão On-line ISSN 2224-8838

Punto Cero v.19 n.29 Cochabamba dez. 2014

 

Ensayo academico

 

ESTADO EPISTEMOLÓGICO DE LA COMUNICACIÓN: POSIBILIDADES DE SU TERRITORIALIDAD COMO CAMPO

COMMUNICATION EPISTEMOLOGICAL STATUS: WAYS OF TERRITORIALITY AS A FIELD

 

 

Eloína Castro Lara

Mexicana. Doctoranda en Comunicación Social por la Universidad Nacional de La Plata, Argentina. Sus líneas de investigación son: Formación de Comunicadores y Comunicación y Salud. Docente de la Universidad Abierta y a Distancia de México e investigadora-gestora del grupo de investigadores independientes Profesionistas Asociados por la Comunicación y Salud. La autora declara no tener conflicto de intereses con Punto Cero ni con ningún miembro de su Comité Editorial.

elo.casla@gmail.com

CASTRO LARA, Eloína (2014). “Estado epistemológico de la Comunicación: Posibilidades de su territorialidad como campo”. Punto Cero, Año 19 – N° 29 – diciembre 2014. Pp. 49-56. Universidad Católica Boliviana “San Pablo”. Cochabamba.


RESUMEN

El presente ensayo referencia las diversas posturas en torno al estatus disciplinar de la Comunicación proponiendo siete planteos, tanto desde la perspectiva epistemológica como a partir de su institucionalización. Las porosas fronteras de la Comunicación como territorio de conocimiento permiten ubicar historicidades caracterizadas por tensiones, diálogos y confrontaciones que se contemplan como apuestas epistemológicas, lo que también posibilita rupturas en los espacios epistemológicos y en los político-institucionales ante los escenarios futuros del campo.

Palabras clave: Historia, epistemología, institucionalización de la Comunicación.

ABSTRACT

The present essay references the various positions on the discipline status of Communication, proposing seven approaches, from an epistemological perspective and from its institutionalization. The porous borders of the Communication as a field of knowledge help locate temporalities and historicities characterized by tensions, dialogues and confrontations. Each posture could be seen as an epistemological bet, which also make ruptures possible, in the epistemological, political and institutional spaces in front of future scenarios of the field.

Key words: History, Epistemology, institutionalization of the Communication.

RÉSUMÉ

Cet essai passe revue aux différentes positions au sujet du statut épistémologique de la discipline de la communication, en proposant sept regards, à partir de la perspective épistémologique mais aussi dès son institutionnalisation. Les fragiles frontières de la communication comme territoire permettent d’y poser des historicités caractérisées par des tensions, dialogues et confrontations, que peuvent être appréciées comme des paris épistémologiques, qui ouvrent la possibilité d’introduire des ruptures dans les espaces épistémologiques et dans les espaces politico-institutionnelles, face aux futurs scénarios du champ disciplinaire.

Mots-clés: Histoire, épistémologie, institutionnalisation de la communication.


Introducción

Para viabilizar la producción de conocimiento, prácticas y saberes en torno a la realidad ésta fue dividida en disciplinas condicionadas teórica, metodológica y pragmáticamente a partir del modelo y/o paradigma científico de su genealogía fundacional (Giménez, 2009).

En la actualidad, el desarrollo del campo científico, en especial el de las denominadas Ciencias Sociales, deviene de la constante evolución de sus objetos y la flexibilidad migratoria entre las fronteras de las disciplinas, lo que promueve la superación de los límites entre especialidades (Vasallo,2003) siendo este el punto de ruptura político­epistemológica que atraviesa a los intelectuales de la Comunicación, dado que su existencia se supedita a la relación de complementariedad con y entre las demás disciplinas – sociales, naturales y exactas- y no por una relación horizontal que diferencia su práctica.

Comunicación: el Leviatán científico

La Comunicación, enfrentada a su propio carácter   polisémico, aun reducida,  estereotipada, limitada y por qué no deslegitimada, tanto por las instituciones como por la comunidad epistémica de las ciencias sociales, naturales y exactas, ha trascendido en nuestra región como un campo de conocimiento potencial para el pensamiento latinoamericano y la ingeniería social.

Tras ochenta años como objeto de interés social-científico, la Comunicación permanece en estado de construcción además de estar invadida por estructuras, acepciones y objetos correspondientes a otras ciencias (exactas, naturales, humanas y sociales) bajo un desconocimiento académico de lo que les antecede como corpus (Olmedo,2007), por lo que, de acuerdo a López (1989) sólo existiría de facto (en su acepción pragmática) y no de iuris (teórica y metodológicamente) en tanto no estén sistematizadas todas las proposiciones teórico-metodológicas del fenómeno  comunicativo, lo que a palabras del autor constituiría un Leviatán científico.

Su indefinición disciplinar aunado a la naturaleza ubicua, difusa, polémica y confrontadora de su objeto de estudio (la comunicación- con minúscula) implica comprender la complejidad de la realidad que rodea al proceso de comunicación, para lo que habría que arriesgarse a definir qué se entiende por comunicación, siendo éste un constructo abarcador con una clara influencia sistémica (Schmucler,1984) que interesará indistintamente a todas las disciplinas científicas (Giménez,2009), lo que refuerza la marginación institucional y social del área en un estado permanente de crisis identitaria (Olmedo, 2007; Torrico, 2011).

En esta búsqueda de sentido, Martín Barbero (1984) incita a perder el objeto para ganar los procesos comunicacionales que emergían en Latinoamérica; a su vez el Grupo Hacia una Comunicología Posible (GUCOM) encabezado por Galindo (2005), aporta delimitando cuatro objetos conforme a cuatro dimensiones comunicológicas: la expresión, la difusión, la interacción y la estructuración; León (2006) señala que el fundamento gnoseológico de la Comunicación se funda en los valores ético-políticos que centran la producción del conocimiento del área en el sujeto sobre el objeto; a la par de Torrico (2004) quien define que el objeto comunicacional, objeto social, es el proceso comunicacional mismo-con todas sus implicaciones; mientras que la propuesta de Piñuel (2009) radica en que la comunicación no es ningún objeto a explicar, sino a aplicar para la explicación de otro objeto distinto, la interconexión con el otro, por mencionar sólo a algunos autores hispanoamericanos que aclaran su postura.

Regímenes: El todo contra las fronteras

En consonancia con la hegemonía académica caracterizada por el dominio de los Estudios Culturales y las Nuevas Tecnologías en el desarrollo de la Comunicación en esta época, se considera oportuno plantear las discordancias, tensiones, demarcaciones y fronteras alrededor del estatus disciplinar del área, los cuales que cuestionan la complejidad y validez científica de la misma en función de la convergencia entre objetos, enfoques y perspectivas entre las áreas de conocimiento relacionados con la Comunicación (Emmanuelli,1999). Ésta se conforma, de acuerdo a Capparelli y Stumpf (2001), por desbordamientos fronterizos identificados por movimientos centrífugos y centrípetos simultáneamente (1), dando paso a siete planteos:

Comunicología (Comunicación como ciencia). Factible y deseable un campo de reflexión propio sin recurrir a enfoques externos, descontextualizados y fragmentados (Lozano, 1996; Rizo, 2009). La Comunicación es la ciencia construida desde la epistemología de las relaciones, los sistemas y la complejidad. Estudia la organización y composición de la complejidad social en particular y la complejidad cosmológica en general, desde la perspectiva constructiva-analítica de los sistemas (GUCOM).

Comunicación como pluridisciplina. Cada disciplina contempla en la comunicación a un objeto de estudio común. Cabe intercambiar métodos y constructos ya existentes para abarcar todas las dimensiones del proceso comunicativo (Moragas, 2000).La teoría de la comunicación es en realidad un metadiscurso: el discurso que hay que construir con los discursos sobre la comunicación (Craig, 1999).

Comunicación como interdisciplina. Constituye la riqueza del campo. El saber proveniente de diferentes campos científicos se funde en conceptos generales. Debray define comunicación como un momento o un acto en un proceso largo llamado transmisión.

Comunicación como eje de las ciencias. Benito (1996 en Karam, 2007) propone a la Comunicación como un conjunto de disciplinas que estudian cada uno de los elementos y relaciones dentro de los procesos de comunicación, cuya ciencia matriz es la Teoría General de la Información.

Comunicación como postdisciplina. Fuentes la considera como una postdisciplina (2) con miras a la apertura e integración de nuevas tendencias y líneas de investigación en los estudios de comunicación. La Comunicación se torna un campo social genérico, abierto, en movimiento, pleno de trayectos y posiciones antes que de lugares, espacio de interpretación, negociación y conflicto antes que de orden (Stange, 2007; s/p).

Comunicación como transdisciplina. Soportado en la globalización, La Comunicación es un campo de conocimiento desde el cual se puede comprender, interpretar e intervenir a múltiples niveles los procesos de interacción y significación a través de la creación, circulación, negociación y usos de medios y tecnología y de formas simbólicas (3) con multiplicidad de perspectivas: social, cultural, ética, política, estética y económica (Pereira, 2005: 1-30); supera los límites entre estas especialidades cerradas.

Comunicación como hibridación. Propuesto por Dogan y Phare. Pluralización y fragmentación de las ciencias sociales por hibridación, que es la fusión y/o recombinación de segmentos entre diferentes disciplinas, haciendo circular conceptos, teorías y métodos sin importar las fronteras, por lo que es dinámico, creativo e innovador (Giménez, 2009).

De estas propuestas Sánchez (2002) evidencia que dado que aún no existe una ciencia o doctrina comunicológica (en su estricto sentido), sería impensable validar las ideas de a) “superar límites” entre disciplinas; b) abrir la Comunicación a nuevos objetos; c) considerarla una interdisciplina o híbrido, pues no existe acumulación articulación coherente y sistemática de conocimiento.

Ante la complejidad que representan las constelaciones disciplinares, como las llama Schmucler, se vislumbra necesario superar el reduccionismo institucionalizado del ámbito técnico-instrumental de la comunicación (Schmucler, 1997), así como también la inevitable identificación del área con la comunicación de masas y la hegemonía de los estudios culturales (Moreno, 2008 en Rizo, 2009; Olmedo, 2007). Por lo tanto resulta importante emprender acciones encaminadas a la metainvestigación, la búsqueda de la re­construcción de fronteras y encuentros académicos-disciplinares que aborden, teórica y metodológicamente, los procesos comunicativos que todavía no pueden explicarse (Stange, 2007; Olmedo, 2007).

Un campo cargado de...institución

Según Rizo (2009) la institucionalización contribuye a una mejor y más rigurosa definición del campo. No obstante, históricamente, la institucionalización de la Comunicación se fundamentó en el dominio profesional y no epistemológico lo que sigue condicionando la consolidación del campo académico y la identidad.

La genealogía de los estudios académicos en Comunicación inicia con la influencia de la Escuela Funcionalista Estadounidense, de perspectiva empírico-cuantitativista  (administrativa) a la cual se contrapuso la Escuela de Frankfurt soportada en la Teoría Crítica de inspiración marxista (crítica), seguida de la perspectiva semiológica, la corriente estructuralista y los estudios culturales, cada una con posturas ideológicas y objetos particulares; estas tradiciones dan cuenta de la anárquica fragmentación del área.

En América Latina la institucionalización de la Comunicación como campo académico nace a partir de la incorporación de la enseñanza del periodismo a nivel universitario desde el año de 1935. Durante el contexto del enfrentamiento entre los paradigmas positivista-funcional-desarrollista y crítico, nace una posible Escuela Latinoamericana con miras a la reflexión crítica de las industrias e imperialismo cultural. La transición hacia una nueva etapa se vislumbra entre la década del setenta, en donde hasta la fecha se ha evolucionado y dado origen a diversas áreas instruidas dentro del campo comunicativo, algunas económicamente pragmáticas, otras con un enfoque social y antropológico, cuya concentración actual en oferta se encuentra principalmente en Brasil, México y Argentina (León,2002, 2006; Fuentes,1992;  Pereira,2005) caracterizada por un fenómeno expansionista sui géneris soportado en las instituciones de educación superior y matriculación de alumnos.

Dicha re-configuración del campo, tras cambios en los procesos político-económico­culturales aunado a la crisis en los paradigmas de las ciencias sociales, generó la apertura a nuevos espacios y articulaciones tanto en los estudios de Comunicación como en las ciencias sociales en general, ejemplificado por Saintout (2008):

a)      De la Comunicación como instrumento a la Comunicación como cultura;

b)      De la Comunicación como poder a la Comunicación como negociación de sentidos;

c)      De la Comunicación como problema de reproducción a la Comunicación como producción;

d)     Del estudio de la nominación de sentido a las percepciones, sensibilidades y subjetividades;

e)      De la dominación como imposición a la dominación como proceso de comunicación.

A pesar de los avances, la todavía joven Comunicación latinoamericana es un campo cuyos conceptos, modelos y teorías siguen siendo dictadas por grupos académicos hegemónicos, la mayoría provenientes de Estados Unidos de Norteamérica y Europa (Emmanuelli,1999; Rizo,2009), por lo que resulta importante la institucionalización de una agenda académica desde nuestros territorios, la exploración de nuevas dinámicas para los altos estudios en Comunicación, cuyo reto sigue siendo romper con las grandes inercias del corporativismo y de la burocracia académica.

Hacia una apuesta comunicacional

Ante un cuadro fragmentado y heterogéneo en torno a las propuestas que se incluyen para situar disciplinariamente a la Comunicación, aunque diversos autores e institutos dan por superados dichos debates y no obstante la dificultad para transitar un anegado camino, no se puede obviar el hecho de que la Comunicación ocupa ya un espacio dentro de la territorialidad del conocimiento.

En este sentido, se puede hablar, en términos sociológicos, del nacimiento, la invención, el reconocimiento o el descubrimiento de un campo (Bourdieu, 1997) de la Comunicación constituido de tres subcampos:

Sub-campo científico ( prácticas de producción de  conocimiento  teórico aplicado,  investigación, construcción de objetos, metodologías y teorías);

Sub-campo educativo (reproducción de conocimiento y enseñanza universitaria);

Sub-campo profesional (aplicación de conocimiento vinculado al mercado laboral) (Vasallo, 2001); cuyo sostén se basa en:

1)        Área de estudio teorizable y analíticamente separable;

2)        Disputa por la apropiación de capital cognitivo;

3)        Reconocimiento de objetos de estudio y

4)        Comunidad interesada en conceptualizarlos (Sánchez, 2002; Torrico, 2007).

La Comunicación como campo ha devenido en una fortísima institucionalización y cultura académica, la cual se remonta al proceso de producción, circulación e intercambio de significaciones y proposiciones sistemáticas en torno a los procesos de comunicación como objetos de estudio, los cuales provienen de autores e instituciones (4) consideradas fundadoras de la institucionalización del campo, y cuyos ámbitos han condicionado la tendencia de las prácticas y saberes (Torrico,2007), pero también la legitimidad y la mirada.

Si bien la explosión científica y educativa del campo es innegable, la autonomía del campo se ve amenazada por autoridades de otros campos en aras de la insuficiente comprensión, orientación y/o adaptación a la evolución del objeto, la comunicación, en esta época (Fuentes, 1998).

A través de este texto se sugiere el tránsito de la Comunicación de un tema de interés de las ciencias sociales a la disputa por la representación política y epistemológica de la territorialidad de un campo del conocimiento. Las deudas con este campo fronterizo, en el sentido de la polémica gnoseológica y política que desata la construcción de su territorio de conocimiento, se piensan en función a la delimitación del espacio, de la identidad teórica y epistemológica.

No obstante, como se ha señalado, la construcción del conocimiento comunicacional en nuestra región, con su sello e impronta únicos, fue producto de la atención a los factores histórico-contextuales vividos que poco tuvieron que ver con transformaciones de orden epistemológico, por lo que quizá sea oportuno trasladar la discusión al constructo que entendemos y buscamos respecto a la ciencia, y abrir la posibilidad, no sólo a otros órdenes discursivos, sino a otras racionalidades (5), reflexión filosófica que plantea no sólo un desafío intelectual, sino, una vez más, político, dado que implica despojarse de las concepciones heredadas del ámbito de la metaciencia: pasar de la ciencia como debería ser, a como realmente es (Muñoz, en Valero,2008:16). Se necesita una ciencia polifónica, que abrace el conflicto que surge de la subjetividad y lo diverso, no que niegue su dimensión política.

Adherir a otro discurso de la ciencia y lo científico, incita a reconocer también lo público de la ciencia y a encuadrarla en el ecosistema socio-político-económico-cultural del que proviene y que pretende conocer (Valero, 2008), lo que para la Comunicación ya no sólo implicaría gestar una mirada comunicacional para comprender/estudiar qué, a quién y cómo determina lo comunicacional a lo real (López,1989); o el desarrollo y sistematización forzosa de una “teoría de la comunicación” con premisas          históricas, epistemológicas,  ontológicas y genéricas, sino el reconocimiento de ella (la Comunicación) como territorio articulador de las complejas relaciones entre los otros campos; congruente a la pluralidad, alteridad y desigualdad que habitamos en esta época - en cualquier parte del mundo-, es decir, pensar la Comunicación como correlato de otros territorios de conocimiento y al proceso comunicacional como el principio organizador de los patrones desde los que cabría formular la ciencia y lo científico.

Notas

1.      Los movimientos centrífugos consisten en objetos, procesos y fenómenos comunicativos que resultan del interés de otros campos de conocimiento, mientras que los movimientos centrípetos se refieren a la apropiación de perspectivas analíticas de otras áreas del saber por parte del campo y/o los especialistas de la Comunicación (Capparelli y Stumpf, 2001; 64).

2.      Movimiento a la superación de los límites entre especialidades cerradas y jerarquizadas, y al establecimiento no de un postmodernismo donde nada tiene sentido, sino de un campo de discursos y prácticas sociales cuya legitimidad académica y social depende más de la profundidad, extensión, pertinencia y solidez de las explicaciones que produzca, que del prestigio institucional acumulado por un gremio encerrado en sí mismo (Fuentes, 2002: 24-25).

3.      Las formas simbólicas son acciones, objetos y expresiones significativas de varios tipos en relación a contextos y procesos históricamente específicos y socialmente estructurados dentro de los cuales y por medio de los cuales, esas formas simbólicas son producidas, transmitidas y recibidas

4.      Se considera a los padres fundadores de la Comunicación a Lasswell, Lazarsfeld, Hovland y Lewin. Se concuerda en que son seis las principales universidades/centros académicos cuyas aportaciones históricas, y en ocasiones antagónicas, impulsaron la conformación del campo: Chicago, Columbia, Frankfurt, Toronto, Birmingham y París (Craig, 1999; León, 2002; Galindo, 2009, Fuentes, 1998).

5.      Desde la epistemología sociopolítica a las nuevas categorías que empiezan a proponer los estudios decoloniales, por ejemplo.

 

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Recepción: 22 de marzo de 2014. Aprobación: 21 de abril de 2014

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