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Punto Cero

versão impressa ISSN 1815-0276versão On-line ISSN 2224-8838

Punto Cero v.15 n.20 Cochabamba  2010

 

 

 

El alcohol y la hoja de coca ¿vicios indígenas?: La prensa estigmatizando a las revueltas indígenas

 

The alcohol and coca "índígenous vices"?: The press stigmatizing indigenous revolts

 

O álcool ea coca ¿"vicios indígenas"?: A imprensa estigmatizante revoltas indígenas

 

 

Daniela Carrasco Michel
Daniela Carrasco Michel de nacionalidad boliviana, Licenciada en Sociología e investigadora del Centro Cuarto Intermedio de Cochabamba.
danita_06@hotmail.com

Gloria Cámara Virreira
Gloria Cámara Virreira de nacionalidad boliviana, Egresada de la Carrera de Sociología e investigadora del Centro Cuarto Intermedio de Cochabamba
glo_.cam@hotmail.com

 

 


Resumen

La Guerra Federal de 1899 y los acontecimientos suscitados por los indígenas aymaras en el altiplano boliviano, marcan de manera profunda-durante un siglo y más- en el imaginario de los articulistas de la prensa escrita. Por las implicancias sociopolíticas y socioculturales y por la correspondencia discursiva e ideológica con la oligarquía, la prensa se constituye en el espacio que estigmatiza, subalterniza e invisibiliza los levantamientos indígenas. Entre las estrategias que emplean los articulistas para estigmatizar las luchas indígenas-campesinas, es recurrir, durante diferentes periodos, al discurso del consumo excesivo de alcohol y de hoja de coca por parte del indio, con el objetivo de minimizar las capacidades política-ideológicas de las sublevaciones indígenas que ponen en vilo al orden hegemónico. Esta estrategia se emplea recurrentemente desde 1899 hasta principios del siglo XXI.

Palabras clave: levantamiento indígena, representación racial, prensa


Resumo

A Guerra Federal de 1899 e os eventos gerados pelos índios aymará no altiplano boliviano, profundamente afectado, por um século e mais, na imaginação de escritores para a imprensa. Para o sócio-implicações políticas e sócio-cultural para a semelhança discursiva e ideológica com a oligarquia, a imprensa torna-se o espaço que estigmatiza e subalterniza invisível rebeliões indígenas. Dentre as estratégias utilizadas por escritores para estigmatizar os indígenas, as lutas camponesas, é a utilização em diferentes períodos, para tratar o consumo excessivo de álcool e folhas de coca pelos índios, com o objetivo de minimizar as capacidades político-ideológica levantes indígenas em suspense colocar ordem hegemônica. Essa estratégia é usada várias vezes desde 1899 para os vinte primeiros-século primeiro.

Palavras chave: levante indígena, representação racial, imprensa


Abstract

The Federal War of 1899 and the events raised by aymara indians in the Bolivian highlands, deeply affected, for a century and more, in the imagination of writers for the press. For the socio-political and socio-cultural implications for the discursive and ideological similarity with the oligarchy, the press becomes the space that stigmatizes and invisible subalterniza Indian uprisings. Among the strategies used by writers to stigmatize the indigenous-peasant struggles, is to use during different periods, to address the excessive consumption of alcohol and coca leaves by the Indians, with the objective of minimizing the political-ideological capabilities indigenous uprisings put in suspense hegemonic order. This strategy is used repeatedly since 1899 to the early twenty-first century.

Keywords: indian uprising, racial representation, press


 

 

Introducción1

Las divisiones sociales presentes desde la época colonial han delineado el nacimiento de Bolivia, impregnando la conformación social durante largas décadas con diferencias de tipo racial2, éstas, asentadas fundamentalmente en la exclusión de todo lo que representa lo indígena. Los rasgos culturales del sector indígena del altiplano se constituyeron durante una buena parte de la historia, en un incordio para los sectores oligárquicos y para sus elites intelectuales y ante la amenaza que representa la "indiada", es quehacer de los sectores dominantes, crear mecanismos que permitan erradicar el "problema del indio" de la sociedad boliviana y como correlato, debatir sobre la identidad nacional.

Bajo la premisa de la superioridad racial de los blancos-mestizos o de la casta liberal ilustrada sobre los indios, se consolida el liberalismo como sistema político y administrativo, anclado en el darwinismo social3 como ideología imperante, que asegura un Estado excluyente, oligárquico y racista. Dentro de esta lógica se inserta también la opinión periodística (artículos de opinión, editoriales, columnas, ensayos) por la indisoluble relación existente entre la prensa y las élites políticas-intelectuales.

Con el despuntar del siglo XX, Bolivia se introduce dentro de un importante ciclo de sublevaciones indígenas4, estas revueltas se constituyen en una de las tácticas más eficaces para la viabilización de sus demandas, tanto coyunturales como estructurales, así como también para su incorporación en el campo político. Innegablemente, la aparición de lo indígena como condición ineludible devela la persistencia de reivindicaciones históricamente demandadas que intentan socavar los cimientos coloniales excluyentes presentes en el devenir del Estado republicano. Como ya se señaló con anterioridad, por la correspondencia discursiva e ideológica de la prensa escrita con los sectores oligárquicos y sobre todo por su implicancia sociopolítica y sociocultural, el género de opinión se constituye en uno de los medios, por excelencia, que reproduce imaginarios segregacionistas y es portador de mensajes marcados por la estigmatización racial, inferiorizando y subalternizando al "otro": el indio; estas percepciones discriminatorias se acentúan aún más en tiempos de sublevación o conflicto.

Sin embargo, el tema de la representación indígena en la prensa boliviana, ha sido levemente considerado en los estudios académicos, en el área de la comunicación se resaltan aportes investigativos como por ejemplo: La guerra comunicacional coca-cocaína (16 de julio de 1986 - 6 de agosto de 1993) de Julio Mantilla, La época como reflejo de la prensa y el gobierno de Belzu (1848 - 1855) aproximación e interpretación de Ramiro Duchen y otro aporte investigativo denominado La revolución federal de 1898 - 1899 a través del boletín oficial. La mayor parte de estas investigaciones hacen hincapié en el trabajo periodístico desarrollado por medios escritos en épocas liberales.

Con estas consideraciones previas, el presente artículo pretende visibilizar y poner en la mesa de discusión uno de los muchos temas que aqueja a las élites intelectuales a lo largo del tiempo, el consumo de la hoja de coca y del alcohol por parte de los indígenas. Si bien los sucesos del pasado difícilmente pueden ser narrados con exactitud y con suficiente veracidad; mas el recurso que ha servido para descubrir la continua y persistente preocupación intelectual -especialmente en determinados levantamientos indígenas/campesinos- sobre la supuesta "drogadicción" y "alcoholismo" en los indios, es sin duda la prensa escrita, a través del género de opinión. Con ayuda de este artefacto discursivo intentaremos dilucidar algunos recovecos de la representación racial de la prensa con respecto a las sublevaciones indígenas.

 

1. Mancillar a las huestes de Zarate Willka en las páginas de la prensa

La historia republicana atraviesa un momento crucial en el ocaso del siglo XIX a consecuencia de la pérdida territorial y el acceso al océano pacífico, además del desplazamiento del patrón de acumulación de plata por el estaño, se suma a ese crítico período, la contienda entre conservadores del sur (Chuquisaca) versus los liberales del norte (La Paz) en una lucha por la sede de los poderes estatales, abriendo paso al siglo XX con la denominada Guerra Federal (1899). Dicha contienda permite advertir la importancia de los indígenas en el terreno político, en un primer momento por la alianza entre el ejercito de Zárate Willka con las tropas de José Manuel Pando y posteriormente por la significancia de la participación indígena en los acontecimientos sangrientos en las localidades de Ayo Ayo y Mohoza en contra del orden liberal.

Ni duda cabe que los acontecimientos anteriormente mencionados marcan y calan fondo en el imaginario de las élites; efectivamente esos hechos sellan la incursión de la prensa y de la intelectualidad criolla-mestiza en la lógica darwinista con el afán de enfatizar las relaciones jerárquicas, encontrando en las páginas de opinión el espacio perfecto para propalar los discursos segregacionistas. Si bien existe una mirada darwinista sobre los acontecimientos a lo largo de 1899, la polarización regional presente en Bolivia impregna también las lecturas y los posicionamientos intelectuales sobre el protagonismo aimara en el curso de la contienda bélica. Se producen dos tipos de lecturas: una que proviene de la prensa paceña, que realza -en un primer momento- la participación de los indígenas aimaras en la Guerra Federal5 y la otra lectura periodística que proviene de la prensa chuquisaqueña, cochabambina, entre otras, que representan negativamente la sublevación encabezada por Zárate Willka. Sin embargo, en determinado momento, ambas vertientes convergen en las aguas del darwinismo social.

Entre las idas y venidas que trajo consigo la alianza estratégica de Pablo Zarate Willka con el ejército de José Manuel Pando, se tiene como resultado una insurrección indígena con alcances inusitados, tanto para los sectores dominantes como para el propio sector indígena. En la localidad de Ayo Ayo y en el villorio de Mohoza se da rienda a la "consigna milenaria de la patria india" (ZAVALETA 2008:8), la lucha por la recuperación de tierras usurpadas por la Ley de Exvinculación6 y para impedir los constantes abusos a los que son sometidos los indios por parte de los hacendados. Estos son los cimientos fundamentales que imperan como trasfondo político e ideológico en la revuelta indígena del altiplánico en 1899.

La violencia con la que irrumpen tanto las fuerzas del orden del Gobierno, como el ejército aimara, deja como saldo de la conflagración aproximadamente 1.300 víctimas entre muertos y heridos. Con el afán de estigmatizar negativamente, la prensa cataloga la asonada indígena de fines del siglo XIX y principios del XX como brutal, salvaje e inhumana; no obstante, esta visión se instaura en el imaginario de las elites y se perpetua en la mirada de los articulistas-editorialistas que escriben en la prensa aún en sublevaciones posteriores a la encabezada por el "temible" Willka.

La incesante intimidación y violencia con la que se desenvuelven los indígenas aimaras durante la Guerra Federal, es -para los intelectuales que reflexionan en la prensa- producto del excesivo consumo de hoja de coca y de alcohol, veamos:

Y todavía exclama que la sinceridad de sus propósitos de libertad i de concordia "se halla comprobada con el trato afectuoso dado á los prisioneros de Ayo Ayo¡"...

Hasta donde llega la cínica insolencia del degollador de Cosmini....

Allí, precisamente en ese pueblo frío como una daga, indiferente al bien, inclinado a la boedez i al crimen; allí en Ayo Ayo han sido tan afectuosamente tratados los prisioneros, que su sangre generosa ha manchado paredes i pavimentos, calles i plazas i los restos mutilados de las víctimas que han cubierto aras i altares del templo donde se habían refugiado los pobres heridos i los nobles sacerdotes que cristianamente los socorrían !......

¡Afectuosamente tratados! ......Sí; pero con afecto aimará, con el amor del indio rudo i salvaje que aprieta la garganta que beba hasta estrangularla; i que bebe alcohol en el cráneo del hombre á quien servía ayer de rodillas;

¡A las armas liberales;..... ¡A las armas¡... A ennoblecerse poniéndose junto al paceño soberbio é iracundo que por gaje de sus proezas ha de poner mañana la suela de sus zapatos sobre toda la República, porque para él Bolivia es La Paz; ¡á las armas¡ A civilizarse con el aimará, i por el aimará con el alcohol y la coca¡ A las armas cochabambinos liberales, que si os creísteis cultos é ilustrados, no lo sois ni lo fuistes jamás, porque ni bebéis alcohol, ni mascáis coca, ni asesináis sucrenses, ni habláis el idioma del Paraíso, el aimará brutal como una maldición. (El Heraldo 11.02.1899: 2). (Negrillas nuestras).

En la misma línea se inserta el Correo de Plata de la ciudad de Santa Cruz en su artículo Las indiadas en escena, para descalificar la insurrección aimara que va en defensa de sus derechos, esta nota periodística se refiere en los siguientes términos:

El elemento indígena de La Paz no pelea por el liberalismo, federalismo, ni capitalista; ni le importa ser boliviano, peruano ó chileno; es un ser extraño, que vive refractario dentro de las tradiciones incásicas, más humillado que antes, y ahora pervertido por el abuso del alcoholismo". (Correo de Plata 18.02.1899:2). (Negrillas nuestras)

El argumento esgrimido por la prensa "ilustrada" deja en claro que el consumo de alcohol y masticación de la hoja de coca son dos de los factores importantes que permiten comprender el accionar violento e irracional de los indígenas aimaras en contra de sus superiores. Sin duda, esta tesis es usada por muchos intelectuales que escriben en la prensa de la época para condenar los levantamientos indígenas, escondiendo así el horizonte político e ideológico que permea la sublevación de los indios.

 

2. Jesús de Machaca y Chayanta: Violencia simbólica en torno a las insurrecciones indígenas

Años más tarde, en el curso de los años veinte, se desencadena otra ola de levantamientos indígenas que pretende resquebrajar el orden sociopolítico de cuño liberal, caracterizado por el abuso desmedido de los terratenientes sobre los indios y por la usurpación de las tierras comunarias. Esto levantamientos son: Jesús de Machaca (La Paz) en 1921 y Chayanta (Potosí) en 1927, ambas luchas se caracterizan y representan la consolidación política e ideológica frente al orden oligárquico.

Ciertamente, la violencia irreprimible por parte de la masa indígena, es la característica que signa los enfrentamientos; el uso de la violencia y la fuerza -en la mayoría de los casos- ejercida por los indígenas hacia las armas del ejército, hace relucir una forma de resistencia que constituye -además de respuestas a los acontecimientos sobre los desafueros del momento- una propuesta política del sector indígena cimentada sobre las bases de la inclusión de este sector al estado boliviano.

En el transcurso de los levantamientos es recurrente que los intelectuales empleen estrategias discursivas que permitan subalternizar las sublevaciones indígenas, por ejemplo a través de ideas paternalistas que consideran al indio fácilmente manipulable por líderes de izquierda; esto con la intención de resaltar la incapacidad intelectual y organizativa del movimiento indígena para diseñar estrategias políticas. A esta incapacidad, se suma también el consumo pletórico de bebidas alcohólicas y/o la masticación de la hoja de coca, indefectiblemente este mal se constituye en la constante preocupación intelectual que reflexiona en la prensa sobre las fatalidades que ocasiona la rebelión india. El artículo titulado La raza indígena y el alcoholismo es ilustrativo:

Es admirable la aflicción del indio a las bebidas alcohólicas. Los aimaraes y quechuas, tienen predilección por toda clase de festividades religiosa y civil, por solo el hecho de que constituyen un motivo para sus prolongadas libaciones.

Esta tendencia que domina a los indígenas bolivianos de ser afectos a los excitantes como la cocaína y el alcohol...que por tener 20 grados alcohólicos produce los efectos más desastrosos en al organismo de aquellos semi-bárbaros que se deleitan con sus efectos [...] (La Reforma 18.03.1921)

En el curso de 1927, el levantamiento indígena que tienen como epicentro la región de Chayanta (Potosí) logra expandirse a Oruro y a los valles de Chuquisaca y Cochabamba y con la intención de minimizar la sublevación indígena de 1927, los sectores ilustrados advierten sobre la necesidad de educar y civilizar al indio, extirpando de su comportamiento los vicios que provocan crímenes y en el campo político, ponen en vilo al orden social establecido. Nuevamente los intelectuales de la prensa se refieren al consumo de la hoja de coca y el alcohol como uno de los principales males, un ejemplo de esto es el artículo titulado El Problema Indigenal III.

El alcoholismo en los indios es casi ocasional, beben con exceso brutal en las fiestas conocidas y celebradas por ellos, Anotaremos que el alcoholismo en los aborígenes del altiplano reviste caracteres más alarmantes, por lo mismo que toman alcohol puro o ligeramente dilatado, entretanto que los indios de las tierras bajas beben sólo la chicha o chicha simplificada, cuyo grado de alcoholismo es en mucho inferior. En cambio, les domina otro vicio; el cocaísmo. Este sí que tiene hondas raíces, imposible de extirparlo. Solamente a medida que vayan civilizándose irán olvidando la coca, los indios refinados ya no la mascullan. En fin, este vicio no es de los desastrosos. Aunque sabemos que la coca es un enervante psíquico eficaz cuyo abuso embota las facultades mentales del indio. (El Comercio 21.08.1927:2)

Según los intelectuales de aquella época, el "problema del indio" tiene que ser superado por la vía de la educación para que luego éste sea introducido en la "sociedad civilizada". Este problema tiene que ver fundamentalmente con los desordenes que ocasionan los levantamientos indígenas y la misma presencia indígena en un orden social plenamente establecido. Hay que dejar claro que para los articulistas, esta educación pasa por inculcar "sanidad, cultura y técnica" a los indios, suprimiendo el consumo de coca y alcohol para lograr la limpieza de su cuerpo y de su alma, además de proporcionarles herramientas que permitan una continuidad en la servidumbre, pero con mayor calidad de trabajo.

El proceso de civilización como una urgencia intelectual que deviene del liberalismo, pasa por la necesidad de imponer el canon de la modernidad en la sociedad boliviana. ¿A qué obedece esta preocupación de las élites intelectuales? Sin lugar a dudas la preocupación y el discurso intelectual se centra en "incorporar" a los indígenas a la matriz civilizatoria, como la manera más apropiada para contener las "acciones revoltosas" de los indios que atentan contra el orden hegemónico, pero también esta incorporación al mundo moderno tiene que ver con la necesidad de mantener el orden y las posiciones de poder oligárquico que originan y dan continuidad al sometimiento indígena.

 

3. La prensa y los levantamientos indígenas previos a la revolución del 52'

Como iba sucediendo a lo largo del siglo XX, las sublevaciones indigenales son señales inequívocas de la necesidad de germinación de nuevas condiciones sociopolíticas; dentro de este proceso, los levantamientos de Ayopaya, Pucarani y Culpina en el año 1947 son un ejemplo claro del malestar que genera constantemente la presencia indígena en rebelión en los espacios oligárquicos.

El primer levantamiento indígena se produce en la localidad de Pucarani, se extiende rápidamente a los valles cochabambinos, más concretamente a la localidad de Ayopaya y posteriormente se produce la sublevación de Culpina en el departamento de Chuquisaca. Todas estas sublevaciones advierten la necesidad de justicia social y repartición de tierras como característica común. Sin embargo, la rápida proliferación de los levantamientos, reanuda viejos demonios y miedos instaurados en el imaginario de los intelectuales de la prensa, recurriendo para esto a la añeja estrategia de descalificación de las rebeliones mediante el uso del argumento del consumo excesivo de alcohol. Así por ejemplo, se puede advertir el siguiente título en El Diario: "En estado de permanente embriaguez, más de diez mil indígenas amenazan a los pueblos de Cochabamba" (07.02.1947: 3). En el desarrollo de esta nota periodística, este diario informa:

Los partes recibidos, hacen saber que los indígenas se encuentran en estado de embriaguez, esto ha sido plenamente comprobado ya que se han capturado varios en completo estado etílico. También desde la distancia de 500 metros en que se encuentran las fuerzas de la policía, ha sido fácil distinguirlos borrachos, pronunciando palabras incoherentes, con gestos amenazadores (El Diario 07.02.1947:3).

La recurrencia a este tipo de discursos, es un intento evidente de los intelectuales de la prensa por ocultar los proyectos políticos-ideológicos emanados desde los sectores indígenas, ya que estas sublevaciones pretenden, sobretodo, la eliminación del pongueaje y el derecho a la sindicalización agraria. Por supuesto que ante la efervescencia social-indígena, surge desde las páginas de los periódicos la preocupación intelectual de resolver el "problema indígena" a través de discursos disciplinarios, marca colonial imborrable en la mentalidad de estos intelectuales.

 

4. Un siglo y todo sigue igual: Rebeliones indígenas y la estigmatización de la prensa

La tarea inconclusa de la construcción nacional asumida por el Estado del 52 y la pérdida de eficacia del discurso del nacionalismo, produjo la (re)emergencia de nuevas identidades culturales en el escenario político y simbólico, se trata de las "nacionalidades indígenas- originarias" que cuestionan el carácter monocultural y colonialista del Estado boliviano. El resultado de todo este malestar se refleja en un importante ciclo de sublevaciones que se producen, específicamente en el altiplano paceño el año 2000 y en las localidades de Sorata y Warisata el año 2003, que tuvo como resultado -en el mes de octubre- la expulsión del entonces presidente Gonzalo Sánchez de Lozada. Las reivindicaciones históricas se dejan ver en este escenario, por el cuestionamiento a los fundamentos políticos, culturales y jurídicos del Estado, además del pedido de la instauración de una Asamblea Constituyente y la defensa de los recursos naturales, particularmente el gas.

Es curioso que después de 100 años trascurridos desde la Guerra Federal, la "preocupación intelectual" continúa intacta en las páginas de opinión de la prensa boliviana, desvelos sobre la educación indigenal, extirpar los vicios indígenas sobre el consumo de hoja de coca y alcohol, la inserción de este sector a la modernidad y el miedo a la invasión indígena-campesina- evocando a Tupac Katari y/o Zárate Willka- se extienden y se mantienen presente en los sucesos de principios de siglo XXI. Es decir que las asonadas protagonizadas por los indios alzados (ALBÓ 2008) en el altiplano boliviano durante el año 2000 y 2003, reactualizan el "problema del indio".

Las miradas que (re)surgen sobre el dilema de los vicos indígenas, pueden ser expuestos a través del artículo de Mario Rueda Peña titulado Juegos peligrosos, que resalta: "El problema de fondo es cómo abatir los barrotes estructurales que atrapan a quechuas y aimaras en el minifundio o en el circuito coca-cocaína" (Rueda en El Deber 16.09.2003: A24). Así también se puede percibir el artículo de Jacobo Libermann, titulado Lamiéndonos las heridas, éste advierte:

La profunda crisis se encuentra en un mismo punto -hoy sin víctimas y su sangre-en el que estaba hace tres semanas. El lenguaje de la honda y la piedra en Omasuyos y el edén de la hoja anestésica del Chaparé no apagó sus fuegos, apenas hizo un alto para tomar nuevos impulsos. Para anotarlo en el expediente del diputado Felipe Quispe: 'Hemos tomado respiro para recargar fuerzas, pero la revuelta continúa' ¿Qué les parece? ¡Condenable más allá de toda duda¡ Salgan corriendo los tímidos... (Libermann en Los Tiempos 27.10.2003: A11) (cursivas nuestras).

En la misma línea La dignidad de los pueblos marginados de Samuel Mendoza es una muestra ilustrativa:

Del latifundio se pasó al minifundio, cada vez, hasta nuestros días, se va achicando más y más. En consecuencia, la tal 'revolución nacionalista' esclavizó aún más al indio, empobreciéndolo y, sobre la base de la coca y el alcohol, sirviéndose de él para eternizar en el poder mediante el tan pregonado 'voto universal', esto es, el voto de analfabetos a favor del MNR en elecciones nacionales. Caído el MNR, en 1964, el Gobierno del Gral. René Barrientos tampoco hizo algo para elevar la dignidad y el nivel de vida del campesino mediante 'el pacto militar-campesino'. El campesino siguió siendo pongo, analfabeto, drogadicto mediante la masticación de coca, siguió siendo utilizado en tareas ajenas a su razón de existir que es la de agricultor (Mendoza en El Diario 30.10.2003: l3).

Este artículo además de reflexionar sobre los fracasados procesos de inclusión del Estado del 52 con relación al indígena y su dignidad, el articulista se da a la tarea de representar negativamente al indígena y para ello apela a argumentos como la masticación de la hoja de coca, que juntamente con el consumo del alcohol, se constituyen en los mayores males que aquejan al indio. A través de este discurso, este y muchos otros editorialistas-articulistas, subalternizan y estigmatizan a los indígenas y a sus sublevaciones.

 

A modo de conclusiones

El rápido recorrido cronológico realizado por los complejos paisajes históricos-sociales bolivianos, develan una indudable continuidad en el pensamiento de las elites ilustras que escriben en la prensa boliviana, desde los albores del siglo XX hasta la primera parte del siglo XXI.

Es necesario advertir -una vez más- que la prensa a lo largo de la historia se ha constituido en una plataforma a partir de la cual los intelectuales se localizan para difundir las "visiones ilustradas" alineadas en su generalidad, al poder político. Por esta razón, no es casual la preocupación que representa el consumo del alcohol y de la coca para los sectores intelectuales; ya que este mal simboliza un sin fin de miedos y recelos que ponen en juego el orden social hegemónico. Otra conclusión hipotética está vinculada a la persistencia caprichosa del imaginario colonial en la labor de los intelectuales que escriben en la prensa, no solo en momentos de alta conflictividad social; sino que se extiende, inclusive, cuando los indígenas arriban al poder.

La intención de descalificar los levantamientos indígenas, es una persistencia en la historia boliviana dentro de la noción de los intelectuales que escriben en la prensa, sin duda esto no es otra cosa más que un impecable racismo existente en la prensa y en sus articulistas que se extiende en un siglo de historia, ¡un siglo y todo sigue igual!

 

Notas

1. Este artículo forma parte de los hallazgos de la investigación El Indio en la prensa: Representación racial de la prensa boliviana con respecto a los levantamientos indígenas/campesinos (1899-2003) auspiciada por el Centro Cuarto Intermedio, prontamente publicada.

2. Los rasgos físicos, el lenguaje que se emplea para comunicar y la vestimenta son elementos que hacen -entre otras cosas- a la diferenciación racial.

3. El Darwinismo Social se sustenta sobre la craneometría como subterfugio para la subordinación de una supuesta raza inferior, considerando al indio provisto de una "menor condición humana".

4. Entre las sublevaciones más sobresalientes se tiene: el levantamiento de Zarate Willka en 1899, los levantamientos de Jesús de Machaca (1921) y Chayanta (1927), alzamientos indígenas de Ayopaya, Pucarani, Culpina (1947), la matanza de Todo Santos (1979), la insurrección aimara el año 2000 y el levantamiento aimara en Sorata y Warisata el 2003. Ver " El indio en la prensa" (2009).

5. El afán de la prensa por alagar la insurrección aimara, tiene que ver indudablemente con la funcionalidad que desempeña o puede desempeñar el sector indígena para los sectores dominantes, como ocurre por ejemplo con la alianza de Willka al ejército de Pando, este último representante del poder político del momento. Todo lo contrario ocurre cuando los indígenas se rebelan contra el poder político, con eso, la mirada de la prensa da un giro para juzgar los hechos a partir de una mirada discriminatoria.

6. La ley de Exvinculación de 1874 tiene que ver con la sustitución de la propiedad colectiva del ayllu por la posesión individual. Se pretendía parcelar el territorio del ayllu, individualizando la posesión comunal, mediante la dotación de títulos de propiedad privada.

 

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Recepción: 25/08/2009

Aprobación: 22/12/2009

 

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