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Punto Cero

versión impresa ISSN 1815-0276versión On-line ISSN 2224-8838

Punto Cero v.14 n.18 Cochabamba  2009

 

Apuntes sobre semiología urbana y conformación de identidades en el espacio cochabambino

Notes about urban semmiology and identity conformation at Cochabamba´s space

Rocío Zabaleta M.

Boliviana, Lic. Comunicación Social. Encargada Proyecto de Educomunicación ONG Desafio.
Docente Universidad Católica Boliviana

zabeleta@ucbcba.udu.bo


Resumen

El trabajo presentado se acerca a la Semiología urbana en espacio cochabambino desde los discursos y acciones sociales desenvueltas en diferentes periodos históricos. Señala las características del espacio urbano definiendo que no existe una identidad cochabambina urbana, a la que se define como ambigua y con una mirada hacia lo foráneo.

Palabras Clave. Semiología, discurso, espacio urbano, identidad.

Resumo

O Trabalho de pesquissa pretende exclarecer a Semiología urbana Cochabambina desde o discurso e açoes sociais e o marco do contexto histórico em diferentes periodos. Enumeram se as características do espaço defindo que não existe uma identidade urbana em Cochabamba, a mesma qué e definida como ambigua e olhando para fora.

Palavras chave: Semiología, discurso, espaço urbano, identidade.

Abstract

The work presented pretends to approach the urban Semiology from the social speeches and actions developed during different historic periods. Details the urban space characteristics stating that there is not a cochabamba´s urban identity, and defines it as ambigous and with a look towards the foreign.

Keywords: Semiology, speech, urban space, identity.


La Semiología es una de las ciencias menos comprendidas; denostada por algunos, se la acusó de diversos defectos y perversiones académicas; osada a la hora de definir sus objetos e intereses de estudio además de ser reduccionista en lo metodológico.

Debe reubicársela en el mapa de las ciencias sociales y señalar sus rumbos metodológicos y científicos, debemos redefinir su utilidad para comprender al mundo globalizado y los fenómenos que lo caracterizan.

El presente artículo pretende acudir a una estructura conceptual que dibuje el rostro actual de lo semiológico, para aplicarla al fenómeno de lo urbano desde la lógica de:  espacio, construcción de identidad e historia.

1. Disquisiciones sobre semiología y Semiótica

La definición de semiología siempre se ha enfrentado con el término semiótica, creándose la gran disputa del siglo pasado para entender cuál de los términos era válido y en qué circunstancias debía aplicarse uno u otro. Es necesario acudir a conceptos fundamentales que ayuden, no sólo en la definición de la ciencia sino que delimitan su campo de estudio y sus alcances metodológicos y científicos.

Un concepto de Winfried Noth señala que “la semiótica es la ciencia de los signos y de los procesos significativos (semiosis) en la naturaleza y en la cultura” (NOTH 1995: 19).

El concepto de semiótica nos acerca a una visión especializada pero diversa, que estudia a los fenómenos de signos y de lenguajes desde la lógica y la filosofía, se define como una filosofía científica del lenguaje, por ello se divide en tantas semióticas como lenguajes existen.Para otros autores la semiótica “es la ciencia que tiene por objeto de investigación todos los lenguajes posibles, su utilidad fundamental radica en hacer posible la descripción y análisis de la estructura sígnica de objetos, procesos o fenómenos en categorías de clases organizadas” (cf. SANTAELLA 1983)

Este segundo concepto permite generar un nuevo elemento de análisis de la palabra estructura, entendida como elemento que caracteriza la forma pero afecta al contenido. La semiótica realiza un estudio estructural de los relatos y de los signos,  separarándose de las áreas de análisis de contenido o análisis literario o del análisis lingüístico.

Ferdinand de Saussure, se plantea como concepto fundamental que la semiología es la ciencia general de los signos en el seno de la vida social; aspecto que la liga con la psicología social y la antropología concediéndole una profundidad conceptual e interpretativa importante.

Los aportes conceptuales y metodológicos de ambas áreas deben recuperarse hoy indistintamente, para analizar, desde una perspectiva más racional, lo cultural de los fenómenos de construcción y consumo de los signos y lenguajes. El resultado puede ser un enriquecimiento de las formas de entender la vida en sociedad desde un punto de vista semiótico, más cercano a los fenómenos de hoy y sus características como  signos.

La sociedad del siglo XXI está señalando la irrupción de nuevos fenómenos de gran importancia para hablar de identidad, consumo, territorio y espacios, en los cuales el análisis semiótico debe tratar los aspectos comunes a todos los sistemas de signos.

1.1. La visión integral del fenómeno semiótico - los niveles de análisis

Saussure definió los tres niveles y Peirce los bautizó: Sintáctica, Semántica y Pragmática; niveles que deben sustentar la intervención metodológica en semiótica porque contribuyen a la visión integral de los fenómenos de interés científico.

1.1.1. Sintáctica

Definida como el nivel de análisis de las interacciones entre los signos de un sistema consigo mismo o entre sí mismos (CF. PEIRCE 1987)

Como primer nivel es el que permite el análisis estructural, se sitúa en el marco de la ubicación de los signos al interior del sistema, como eslabón de un compuesto de elementos que conforman la dinamicidad del proceso semiótico.

1.1.2.  Semántica

Se define como el segundo nivel de análisis semiológico y se acerca de forma rigurosa a la construcción de significados, establece la relación entre el signo y sus conceptos.

Como nivel de análisis, su vinculación con lo simbólico y lo cultural es determinante para la aplicación de una lectura de los fenómenos, no es posible hablar de un proceso semiótico si no hablamos del significado social que se le asigna al signo y puede ser infinitamente diverso como concepciones o lecturas existan.

1.1.3. Pragmática

Considerada el rostro desconocido del análisis semiológico, aquel que muchos teóricos no quisieron observar, pero que se halla indisolublemente ligado a los otros dos niveles; es aquel que establece las relaciones del análisis entre el signo y sus usuarios.

Los usuarios del signo son aquellos que desarrollan producción de sentidos a través del signo; pero como nivel se sitúa en un espacio más complejo, el de articular el sistema de signos con: el entorno, el contexto, lo histórico, lo institucional y lo ideológico.

Como nivel la pragmática organiza y señala coherencia entre lo estructural de la sintáctica, lo sociológico de la construcción de significados y el desafío científico de situar a los sistemas de signos en un espacio histórico, condicionado por múltiples variantes.Todo acercamiento semiológico a lo social como signo debe definirse a partir de esos tres niveles de análisis, aspecto que no debe asumirse como una fórmula matemática, los niveles pueden fusionarse entre sí, extractar elementos de coincidencia, establecer los relatos y los elementos fundamentales que caracterizan a los procesos de significación.

1.2 Semiología urbana – elementos y características

Uno de los pioneros en el análisis semiológico de lo urbano fue A. G. Greimas, quien en 1976 planteó un marco para un estudio sociológico-semiótico de lo urbano. La mayoría de las investigaciones realizadas desde ese entonces se desarrollaron en base a la corriente lingüística, restringidas por acudir a los conceptos de dualidad en lengua y habla, sistema y proceso, sintagma y paradigma, entre otros.

Conciben lo urbano en general como un sistema, como una lengua, compuesto de unidades homogéneas con roles perfectamente diferenciados; cada espacio concreto como un proceso producido gracias a la lengua, como mensaje producido por el código y como acto de habla (GONZALES 1999: 87).

Para una semiótica del espacio urbano debe definirse  el espacio en relación a lo urbano, que no existe por sí sólo, son las prácticas sociales las que lo constituyen como tal, “el espacio urbano es un entrecruzamiento complejo de prácticas de muy distinta índole; cada espacio es heterogéneo, producto de un conjunto complejo de relaciones entre las prácticas desarrolladas en él” (GONZALES 1999: 89).

Así como señala Gonzales, desde un punto de vista de lo social,  no hay un espacio previamente establecido sino determinado por lo que los agentes sociales generan como actividades en ese lugar.

La ciudad es un espacio donde ocurre todo tipo de actividades, tanto de producción como de intercambio, consumo y administración, y este espacio es producto de una determinada estructura social (GONZALES 1999: 90).

La pragmática es la línea para acercarse al fenómeno urbano, vinculando el fenómeno con lo histórico, lo arquitectónico, lo comercial, lo ideológico, lo institucional, entre otros. La pragmática como dimensión de análisis del signo y sus usuarios desarrolla las relaciones que conforman al fenómeno pues asume que los signos nunca permanecen inmutables e independientes de lo societal.

El espacio no es un reflejo de las relaciones sociales, lo es de las acciones desplegadas en un escenario pero que le confieren la característica de fenómeno urbano, este es un aspecto que exige establecer las leyes estructurales y coyunturales que determinan la existencia del espacio y su transformación en el marco de lo histórico (cf. GONZALES 1999). Un concepto complementario pero igual de importante sobre el término ciudad nos permitirá entender la relación entre evolución, historia y práctica social.

“La ciudad es un artefacto complejo creado por el hombre en su práctica social, su gestación es un proceso multidireccional, al comprender en sí la evolución social de diversas culturas urbanas contiene también la historia, la acumulación de tradiciones, vivencias, objetivos y aspiraciones de las comunidades” (SEGRE 1997: 117).

Cualquier investigación que aborde como problemática el entorno urbano debe analizar las formas culturales y lo  ideológico para descifrar la simbólica de la ciudad y, a partir de ello, entender la identidad, la idiosincrasia y los discursos que coexisten en el espacio de la ciudad.

Los espacios son un marco de vida para el ser humano, los usa  para  desarrollar su cotidiano vivir; las formas urbanas como: las calles, los monumentos, los barrios, el diseño y la arquitectura, la distribución espacial, generan significados complejos vinculados con lo histórico, lo ideológico y determinados por las prácticas económicas.

“Debe considerarse a la práctica urbanística como práctica significante a partir del diseño de lo urbano al que se define como una práctica social que funciona de acuerdo con un juego de normas y reglas sancionadas explícita o implícitamente por la sociedad” (GONZALES 1999: 111)

Cuando Gonzales se refiere a esas prácticas significantes debe entenderse que todas las acciones sociales responden a la estructura cultural aceptada en sociedad y asumida como equilibrio de las relaciones en sociedad, ese aspecto también se incluye en la complejidad del espacio urbano, regulado por intangibles acontecimientos y valores, sancionados y aceptados colectivamente.

1.3 Discurso y Simbólica urbana como Texto Social

Todo puede analizarse como texto, con una mirada amplia que no reduzca los fenómenos de los signos al texto tradicional y lingüístico, se habla del texto social,  caracterizado por una inserción múltiple en las prácticas sociales.

Si entendemos a la ciudad como texto, deberemos situar los múltiples códigos que coexisten en ella; en una calle coexisten  sistemas de significantes y significados distintos como el diseño, el color, la publicidad, la dimensión, los materiales, entre otros; no debe verse las jerarquías sino un texto social inserto en la práctica y acción citadina.

Los atributos simbólicos son elemento clave para hablar de discurso, están las representaciones que se hace sobre  un objeto o fenómeno, sus características de interpretación en sociedad y lo socializado, de generación en generación, sobre ese objeto.

En ese marco deberían establecerse e identificarse las prácticas discursivas  que se definen como fenómeno, pues se producen condiciones y circunstancias históricas para el desarrollo de un haz complejo de relaciones definidas por la acción de instituciones, procesos económicos y sociales, formas de comportamiento, sistemas de normas, etc. Esta definición permite tener en cuenta lo extralingüístico, materia significante de lo urbano (cf. GONZALES 1999).

Lo mencionado tiene importancia, pues permite definir el objeto de estudio semiológico desde el uso de códigos diversos, a medida que cambia lo urbano su materia significante es más diversa y completamente diferenciada, sus significados sólo se articulan con las prácticas sociales que se desarrollan en esos espacios.

Las prácticas discursivas mencionadas, son fenómenos marcados por la institucionalidad que define las acciones de los sujetos en sociedad, dentro de un estudio de lo urbano el término institucionalidad se sale del marco de lo físico o tangible, para entenderse como todo sitio donde se opera la reproducción de las relaciones sociales dominantes.

1.4  Cochabamba como texto social- orígenes  y espacios de desarrollo

Es necesario desarrollar un acápite histórico sobre la ciudad de Cochabamba, espacio urbano fundado el 1 de enero de 1574 por Sebastián Barba de Padilla, por orden del Virrey Francisco de Toledo, con el nombre de  Villa de Oropeza, encontrándose por primera vez el nombre actual el 5 de agosto de 1783, su nombre proviene de una voz quechua cuyo significado es lago pantanoso (Cf. ALARCON 1925).

Para 1928, Cochabamba tenía aproximadamente 50.000 habitantes, considerada una ciudad de turismo y festejo, caracterizada por el buen clima y  lugares de entretenimiento familiar pero no así por sus actividades industriales ni políticas como señalan las siguientes citas.

A medida que se avanza los edificios van siendo  más altos, de mejor aspecto, mejor decorados, de dos o tres pisos, con balcones corridos o ventanas de farol tras de las que aparecen graciosas cabezas de mujeres  que gozan del fresco de la tarde. Ya en las calles comerciales y próximas a la plaza principal, se nota movimiento y actividad reveladores de intensa vida urbana y mercantil (ALARCON  1925: 73). La ciudad no tiene nada de particular: uno que otro edificio interrumpe la monotonía de las casas de estilo post-colonial europeo, generalmente de fachadas simétricas y pinturas frescas y alegres; las ventanas del piso bajo son de reja y en los barrios concurridos la parte baja está destinada a tiendas o almacenes. Bazares, jugueterías, tiendas de novedades en el centro, despachos, pulperías, boticas por todas partes (ALARCON  1928: 73). Como una prolongación de la ciudad se extienden los edificios campestres destinados al veraneo de las familias acomodadas: CalaCala, Queruqueru, la Recoleta, la Muyurina y otros sitios donde se han establecido las granjas y las casas de campo más elegantes del país (ALARCON 1925: 73).

El mismo autor va señalando la importancia de los espacios recreativos en la zona  vinculando siempre el desarrollo urbano con espacios diseñados a la usanza europea; cuando se refiere a los actores fundamentales del periodo señala a los herederos terratenientes con poder económico social y político.

 Fotografías de la época muestran un espacio urbano caracterizado por la noción de ciudad de élite agraria, con espacios de consumo y entretenimiento y con otros espacios representativos del status social de cada sector.

Con el pasar de los años en la comuna cochabambina surgió Ramón Rivero, Presidente del Concejo Municipal en 1896, considerado el visionario de la planificación urbana, por su propuesta apegada al modernismo arquitectónico y a la comercialización creciente en un espacio urbano cada vez más productivo. Como parte de esa política Rivero expropió los terrenos del Templo de Santa Clara, en pleno centro de la ciudad para abrir la calle 25 de mayo y dar paso a la Plaza Colón y el futuro Prado que eran indispensables para el proyecto de modernización de Cochabamba (cf. ARCHIVO HISTORICO COCHABAMBA 1925).

En ese marco la ciudad empezó a transformarse para cambiar su aire provincial y convertirse en un polo de desarrollo basado en principios modernistas y planificados. La plaza Colón fue construida con una característica notable, la construcción de un arco que rodeaba la plaza a manera de ingreso, para el momento en el que fue construido se diseñó con el objetivo de mostrar una grandeza que caracterizara al lugar por el que pasaban numerosos visitantes de la campiña de Calacala.

Durante mucho tiempo la plazuela Colón desarrolló actividades en base a restaurantes de élite, donde sólo tenían cabida los grandes hacendados y las familias acomodadas en ese entonces.

Entre el siglo XIX y XX, el espacio cochabambino experimentó diversos cambios producto de hitos históricos que determinaron una modificación de sus asentamientos humanos y de su sistema productivo. Entre los hitos fundamentales están: la Guerra del Chaco, la Reforma Agraria, los gobiernos de facto, el retorno a la Democracia, el neoliberalismo, y junto a él, el fenómeno de los relocalizados mineros, el re- surgimiento de movimientos sociales indígenas, la guerra por el agua en el 2000 y finalmente la guerra por la prefectura el 2007.

Todos esos acontecimientos determinaron una modificación en la forma de ver el espacio urbano cochabambino; existen otros fenómenos importantes en el plano cultural y político pero que no tomamos en cuenta por la breve extensión del presente artículo.

Durante los últimos 60 años se ha intensificado en Cochabamba el fenómeno migratorio del campo a la ciudad y de ciudad a ciudad, aspecto que, junto con la llegada y asentamiento de miles de relocalizados mineros con sus familias en espacio sub-urbanos, causaron la transformación del rostro urbano de la ciudad, empezó a crecer desordenada y caóticamente, perdiendo su antigua característica de tranquilidad y alegría, los límites urbanos se confundieron con los de provincias cercanas, llegando a conformar una mancha urbana que une Vinto, Quillacollo, Cercado y Sacaba.

Tras el decreto del 21060 en agosto de 1984, y su impacto sobre la economía  nacional, flujos migratorios de zonas mineras se asentaron en espacios donde conformaron un bloque casi enfrentado a las élites  que se negaban a recibir a sectores populares venidos de otras latitudes. Se pudo observar el estallido de los conflictos sociales entre sectores, aspecto que no había sido muy visible hasta esa época pero que siempre existió. Los conflictos sociales generaban una confrontación discursiva y territorial entre sectores sociales y, junto a ello, la noción de institucionalidad (Alcaldía, Prefectura, Iglesia y Policía) se resquebrajaba cada vez más.

Cabe señalar que una simbólica división de la ciudad  en norte y sur determinó, hasta hace un tiempo, pensar en una Cochabamba dual, la rica y poderosa en el sector norte y la pobre en la zona sud. Hoy esos parámetros se han desdibujado, se ha producido un redimensionamiento del ingreso y actividad productiva de cada sector, los asentamientos se han diversificado y las acciones ya no pueden establecer las diferencias marcadas que antes existían.

1.5  Puede hablarse una semiótica urbana en Cochabamba?

Para iniciar este acápite debemos señalar que un análisis semiótico de lo urbano debe desarrollarse guiándose por el sintagma de las calles e infraestructura, pero en el presente caso se hará por sectores de la ciudad.

Un estudio profundo debería respetar marcos históricos por calle, por monumento o por plaza, señalar un mapeo detallado de lo urbano, sistematizar desde un punto de vista arquitectónico y político la institucionalidad de cada espacio, además de indicar los significantes que configuran el espacio social.

Trabajaremos con tres espacios en este recorrido: la plaza principal, el puente de la Recoleta y el Prado. Sin embargo, el análisis no respetará en forma férrea el marco teórico y conceptual diseñado anteriormente, fusionará la aplicación semiológica realizando una lectura unificada en los tres niveles.

Complementariamente se realiza una comparación entre la Cochabamba de antaño y la de hoy, de esa manera se puede observar la evolución urbana de los espacios analizados y, más aún, sus significados como resultado de las acciones sociales que se despliegan en ellos.

1.6 La dinámica histórica cochabambina y sus efectos en el espacio urbano

 Los edificios que conforman la plaza principal de la ciudad de Cochabamba rescatan características uniformes, fachadas barrocas (catedral incluída)  y que datan del siglo XVII, época en la que se añadieron pinturas coloniales y mobiliario de la época.

Gráfico 1
Plaza 14 de Septiembre en 1925

Fuente: (ALARCON 1925: 58)

 

Gráfico 2
Laguna de la Plaza Principal en 1928

Fuente: (ALARCON 1925: 58)

Las dos fotografías precedentes señalan una característica fundamental del espacio de la Plaza 14 de Septiembre, escenario de numerosas actividades políticas, cívicas, sociales y culturales, que ha sufrido una transformación fundamental a nivel de los usos asignados por la colectividad.

Para el periodo de la fotografía este espacio había sido reservado para el descanso familiar y para la exhibición de poder social, político y económico. En la laguna, ubicada en el espacio norte de la plaza, circulaban botes en los que las familias encumbradas disfrutaban en el paseo dominical con las mejores galas de usanza europea (los hombres con terno, sombrero y bastón y las mujeres con sombrillas, sombreros y trajes largos).

Simbólicamente la plaza se había diseñado para ser un centro de poder social y político, estaban concentradas en ese espacio las institucionalidades más importantes: la prefectura, la policía y la Iglesia; ese espacio era intocable para sectores populares, no se admitían en él prácticas rituales indígenas ni eventos culturales populares.

Gráfico 3
Plaza 14 de Septiembre en la actualidad

 Fuente: Foto Propia

La plaza 14 de septiembre ha sufrido la modificación de sus elementos significantes, no existe más la laguna, en su lugar se ha construido un espacio para prácticas culturales y políticas donde se realizan concentraciones, exposiciones, conciertos, etc. En sus alrededores, la plaza aún mantiene el diseño y arquitectura de la época, sólo se han transformado las acciones que vienen a desarrollarse en la zona, caracterizadas por el uso político del territorio de la plaza.

La plaza ya no es más escenario de poder social, es escenario de resolución de conflictos y escenario de participación ciudadana (marchas, cabildos, enfrentamientos contra el orden establecido), sin embargo, desde el 2002  no es más un escenario de la cochabambinidad hegemónica, producto de dos fenómenos: el primero, la guerra por el agua con el surgimiento de los “guerreros del agua”, sujetos de sectores populares que sitiaron la prefectura para exigir la no privatización de la empresa de agua potable, el segundo,  en enero del 2007 con la guerra por la prefectura, periodo en el que se observa el incendio de ésta en el afán de derrocar al entonces prefecto, Manfred Reyes Villa.

Esos dos fenómenos cambiaron el rostro de la plaza 14 de septiembre, desde un punto de vista simbólico, demostraron el divorcio entre la institucionalidad, sus discursos y los movimientos sociales. Hoy esa plaza principal no es más usada para el regocijo de las élites criollas, se utiliza como territorio de conflicto en el que debe situarse el ejercicio de la ciudadanía, ya no son clases sociales, son sectores diversos con fines políticos y culturales que han decidido vencer la institucionalidad y la hegemonía para construir espacios de re-encuentro aunque no sea en condiciones pacíficas.

Cuando la plaza no se encuentra convulsionada, se encuentra en panorama de festejo y fiesta popular, en fechas claves como el día de la patria, Navidad o  año nuevo ese espacio se abre para la interacción de los que menos tienen, aquellos que estaban prohibidos de pasar por la plaza ahora han hecho de ella su espacio: trabajan, juegan, bailan, pelean en ese espacio. La institucionalidad antes radicaba en el poder hegemónico de sus actores fundamentales, hoy reside en el poder de nuevos actores sociales mixtificados, diversos, con rostros distintos, visiones cada vez más enfrentadas pero que son parte de los discursos de hoy.

Gráfico 4
Casco Viejo de Cochabamba Patrimonio Cultural

Fuente: Foto Propia

Tres cuadras alrededor de la plaza principal de Cochabamba está prohibido modificar las características arquitectónicas de los edificios por resolución municipal. En la foto se observa parte de la fachada de los edificios que datan de fines de 1800 y muestran esa tendencia post colonial de balcones descubiertos.

Esas casas cobijan a los negocios diversos de la zona, ya no son más sastrerías o boticas, son ahora cafés internets, fotocopiadoras, farmacias en red, tiendas de celulares y otros rubros lejanos a la bohemia de antaño y de la tradición cochabambina

Fotografía 5
Convento de Santa Clara en el Casco Viejo de Cochabamba 2009

Fuente: Foto Propia

 

Fotografía 6
Casa señorial en pleno centro de la ciudad

Fuente: Foto Propia

 

Las fotografías anteriores muestran las imágenes de la Cochabamba de ayer retratadas en la actualidad, significantes parecidos: piedra, adobe, madera, tejas coloniales, estilo barroco, pero significados completamente distintos en la evocación de lo que fueron en su momento.

La primera, muestra lo que quedó como parte del convento de Santa Clara después de la expropiación que Rivero propició como parte de su proyecto de planificación urbana. En su interior, todo aquello que representaba el arte europeo: cúpulas, manejo del mármol importado, imágenes creadas en Italia y Francia, negación de lo nacional para hablar de símbolos foráneos.

Iglesia y convento fundado en 1864 cuya construcción estaba bajo la dirección del arquitecto Kanaudt, las reformas sufridas le han quitado su arquitectura original pues la fachada presenta un estilo moderno de remate triangular que pretende armonizar con la torre que va suelta y adelantada (PREFECTURA DE COCHABAMBA 2008)

 La segunda fotografía presenta una casa con el diseño y estructura europeos, portones de madera pesada, tallados y ornamentados con hierro forjado, simbólicamente inexpugnable como el poderío de los grandes señores de ese tiempo.

El casco viejo cochabambino se halla en un momento de transición importante, presenta el rostro de antaño pero su desarrollo comercial ha excedido su diseño y arquitectura; en el centro de la ciudad se observa un mercado de consumo moderno y tecnológico, siempre volcado a lo extranjero y no a lo propio, sin una identidad cochabambina real y descifrable.

El desarrollo urbano ha traído diversos elementos significantes que determinan nuevos significados para nuevas generaciones: grandes avenidas, las gigantografías, los anuncios luminosos, pantallas gigantes, el LCD, relojes troquelados en las esquinas, anuncios impresos, mezclas diversas para promover un mundo de consumo en el cual las identidades son amorfas y globalizadas.  

Los signos urbanos no coinciden con las prácticas discursivas de los actores sociales, estas prácticas se analizan como todo sitio donde se opera la reproducción de las relaciones sociales dominantes, ese es el centro urbano de Cochabamba, caracterizado por su vertiginoso ritmo pero su espacio físico y arquitectónico  inmutable al tiempo.

Las significaciones han cambiado, los discursos también, no son los mismos actores sociales los que conforman el quehacer cotidiano de Cochabamba y han surgido nuevas prácticas dominantes y nuevos sectores deseosos de ser identificados, reconocidos y legitimados.

Las prácticas discursivas han situado en un lugar preponderante a los sectores empresariales, la búsqueda de posicionamiento de marcas, identidades sugeridas determinadas por el enfoque de lo comercial y novedoso, entrando en contradicción con lo vetusto de la infraestructura de la zona

Fotografía 7
Puente de la Recoleta en 1915

Fuente: (ALARCÓN 1925: 89)

 

Fotografia 8
Puente de la Recoleta 2008

Fuente: Fotografía propia 

Dos muestras que señalan un cambio profundo de estructuras, materia significante, significados y discursos. Casi noventa años separan la primera imagen de esta  última y denotan una Cochabamba agraria en los principios del Siglo XX, extensos campos de sembradíos; se cruzaba a pie el puente o a caballo.

Hoy lo que caracteriza a esa zona es el divorcio de lo agrario y lo rústico para dar paso a la sociedad consumista por naturaleza, este es un escenario en el que  se produce un nuevo nacimiento del resto de la ciudad, divorciado del centro (y de sus conflictos) para convertirse en un espacio de poder comercial y social para la élites urbanas.

Cala Cala y Queruqueru, son los refugios de las élites cochabambinas que huyendo de la toma de los territorios centrales y del Prado por sectores populares de gran poder comercial empezaron a usar los territorios agrícolas y turísticos de ese tiempo para hacer grandes y lujosas casas, mansiones en algunos casos, y grandes centros comerciales, ahora es la muestra el poderío económico de la grandes empresas que han trasladado sus centrales hacia este lado con el fin de separar las dos Cochabambas (Entrevista a Ximena Saavedra 15/12/08)

Cuando se habla de la dualidad socio- urbana en Cochabamba se habla de un fenómeno que ha partido la ciudad en polos de desarrollo, encontrados entre sí y en algunos casos antagónicos, esos polos responden a estrategias económicas y también sociales para posicionarse en un territorio y ejercer un discurso hegemónico desde él. Desde el centro de la ciudad, su casco viejo y hacia el sur está el primer polo, donde el impulso migrante de sectores poco a poco ha conquistado nuevos escenarios y, desde la Av. Heroínas hacia la zona norte (Calacala, América, Pando, etc)  está esa élite criolla de gran poder económico, para la cual se ha creado un mercado de consumo interno variado y ajeno a lo nacional o local.

En esa zona norte se manifiestan las prácticas discursivas de los que ostentaron por mucho tiempo el poder económico y político en la ciudad. Para estos sectores se ha creado un mini universo propio, con universidades, colegios de prestigio, hipermercados, bancos, hospitales de lujo, restaurantes, importadoras, locales de diversión, discotecas, bares, pizzerías, etc. En ese escenario las prácticas sociales que le dan identidad a los espacios urbanos se han asentado en espacios como la Avenida Santa Cruz, para un sector cosmopolita de alto ingreso económico y la calle Pando donde se refugió la juventud después de que el Prado dejara de ser un espacio privilegiado para sectores sociales de élite.

Un aspecto interesante es ver que los sectores empresariales de corte popular están apoderándose de esas plazas urbanas que tenían un valor simbólico para los sujetos y están provocando un nuevo desbande de esas élites hacia otros lados; eso está sucediendo en la Pando y sus alrededores a partir de la compra de una discoteca por parte de los dueños de una conocida empresa de amplificaciones de la zona sud (Entrevista a Ximena Saavedra  15/12/08)

La afirmación anterior certifica que los espacios urbanos son escenarios donde las prácticas discursivas están determinadas por las acciones sociales; mientras la calle  era un escenario de moda, selecto y de identificación de los jóvenes de élite, era el territorio perfecto para ejercer el discurso de identidad y pertenencia, cuando un ajeno y desconocido actor social se apodera del espacio  ya no pueden convivir ambos sectores.

Fotografía 9
Final del Prado 1915

Fuente: (ALARCON 1925: 58)

 

Fotografía 10
Final del Prado 2009

Fuente: Fotografía Propia

Dos momentos históricos para un mismo espacio, en el de 1915 se observa la llegada del tranvía que congestionaba a la gente que iba al balneario de la zona de Calacala y su laguna, espacio de transición entre la ciudad y los paseos turísticos.

En la fotografía actual se observa parte del desarrollo urbanístico propuesto en los últimos 30 años, plazas, fuentes, diseño modernista, edificios y calles ampliadas, pasos a desnivel y la generación de un espacio donde se producen  importantes acontecimientos culturales, artísticos y comerciales. Se ha convertido en un espacio de institucionalidad cochabambina, eventos que deben ser conocidos y observados se realizan ahí, las instituciones, que se precian de hacer algo por la “Cochabambinidad” se sitúan en este espacio o sus cercanías.

Aún es un espacio de transición del prado hacia la zona norte, pero también es un espacio de territorialidad que no debe ser tocada por los que se considera ajenos. Si en lugar de la fotografía que usamos para este ejemplo, la imagen que presentáramos fuera la del 11 de enero del 2007, el resultado a nivel significados sería completamente opuesto, no sería el símbolo de transición y apertura, sería símbolo del cierre de fronteras entre una Cochabamba y la otra.

El contexto no es el mismo, pero debemos recordar que desde su creación, la Plaza Colón y el Prado estaban reservados para el disfrute de las élites criollas,  se colocó el arco en forma de muralla para enfatizar más en la connotación buscada. Los participantes del 11 de enero fueron una población que no creció observando el arco, pero puede señalarse que a lo largo de cada generación se fue socializando la idea de que ese espacio debía ser intocable para los no- cochabambinos (entre los cuales, para muchos, también están los hijos de migrantes nacidos en esta tierra).

La práctica discursiva se asentaba en el nosotros vs los otros, la pertenencia y la no pertenencia, aspectos que traían raíces históricas-urbanas, difusas y perdidas en el tiempo.

Finalmente, llegamos  a conclusiones en relación a la identidad urbana cochabambina, un espacio construido con una mirada hacia el extranjero, copia de modelos europeos, significantes importados, simbología de otras culturas pero sin un sustento nacido de la identidad cochabambina.

Durante mucho tiempo se ha socializado un estereotipo de la identidad de Cochabamba, definitivamente no somos más una capital de las flores, tampoco el corazón de Bolivia, no existe en el análisis una sola alusión a lo nacional, lo boliviano no se identifica,  tampoco  lo regional por excelencia. En resumen en Cochabamba la calle se convirtió en el espacio de nuestros  re encuentros y contradicciones.

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Recibido: 18/01/2009


Aceptado: 07/05/2009

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