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Punto Cero

versión impresa ISSN 1815-0276versión On-line ISSN 2224-8838

Punto Cero v.13 n.16 Cochabamba  2008

 

La construcción de lo literario en tiempos de globalización

Xavier Jordán A.

Boliviano, Licenciado en Comunicación Social por la UCB y maestrante en  Educación Universitaria por la UMSS. Docente en ambas  universidades en las ramas de teorías e historia de la comunicación. Ha publicado varios artículos en el área de Comunicación y Cultura y el libro, “Cuando las almas se van marchando. Todos Santos, Interculturalidad y conflictos comunicacionales”.

xordanov@gmail.com


Resumen

A través de un recorrido histórico, se reflexiona sobre las formas de producción y consumo de literatura a partir de la relación con la Industria Cultural y en la actualidad con las nuevas tecnologías en el contexto de Globalización. Apelando a propuestas literarias y reflexiones teóricas, este texto no se ampara en investigaciones empíricas sino que se construye como una propuesta de análisis para trazar pistas de comprensión en base a los estudios culturales. 

Palabras clave: Literatura-Industria Cultural-Globalización-Blogs Literarios.

Resumo

Através de um percurso histórico, reflexiona-se sobre as formas de produção e consumo de literatura a partir da relação com a Indústria Cultural e na atualidade com as novas tecnologias no contexto de Globalização. Apelando a propostas literárias e reflexões teóricas, este texto não se ampara em investigações empíricas senão que se constrói como uma proposta de análise para traçar pistas de entendimento com base nos estudos culturais.

Palavras chave:  Literatura-Indústria Cultural-Globalização-Blogs Literários. 

Abstrac

Throughout history, there has been reflection on forms of production and literature consuming, based on the relationship with the Cultural Industry and at the present time, with new technologies in the globalization context. Appealing to literate propositions and theoretical reflections, this text isn’t confined in empirical investigations but instead is built as a proposal of analysis to outline hints of comprehension based on cultural studies.

Key words: Literature, Cultural Industry, Globalization, literate blogs.


La primera certeza es que el diccionario no alcanza para significar las palabras. Estas tienen vida propia. Confróntese sino el significado que atribuye el Larousse1 a la palabra maricón: Persona mala, dice. Por estas zonas de habla hispana, me parece que el maricón supone algo más que la maldad. De hecho no creo que necesariamente connote maldad sino cobardía, demasiada vacilación, escaso compromiso. También designa una preferencia sexual, la preferencia por el mismo sexo, la condición homosexual. En tiempos de luchas por la tolerancia y la igualdad de derechos, los movimientos que abogan por lo “políticamente correcto” considerarán –con razón– que el término maricón es ofensivo, un insulto dirán. El hecho es que para nombrar a una persona mala puedes explorar un universo de calificativos soeces y palabras atrevidas, verdaderas explosiones sonoras que degradan y humillan en el acto, pero ¿qué efecto lograrías con llamarlo maricón? No, el diccionario no alcanza para significar las palabras, estas tienen vida propia que se articula a través de los usos que se hacen de ellas en cada cultura, en cada región, en cada jerga, en cada pronunciación, en cada boca.

Por ello, también hay palabras en desuso. Un poeta boliviano, Juan Cristóbal McClean, hizo notar en su columna del semanario Pulso2 que en español se dejó de usar palabras como “aguaitar”, que, en cambio, han sido apropiadas por la cultura popular y, por ello, erróneamente se cree que son de origen quechua. Esta mala interpretación pone en evidencia que las palabras tienen un temperamento bastante inquieto. Cambian de origen, de significado y de valor según los usos y los desusos que se hagan de ellas. Las palabras. Las unidades básicas del lenguaje. Las eternas e infieles amantes de los escritores. En esta dimensión, cabe preguntarse cómo el sentido de las palabras y el idioma van transformándose al paso que los tiempos cambian, las tecnologías aumentan, la globalización se consolida y la información se hace el nuevo centro del poder mundial.

Para este trabajo, no quiero jugar el rol del entendido en materia literaria sino el de lector atento a las vinculaciones posibles entre la producción de textos literarios y el consumo cultural en tiempos de globalización, a partir del análisis que puede establecerse sobre los cambios en las formas de representación de las identidades y el valor de uso que los actores culturales hacen de las nuevas ofertas mediáticas, las transformaciones de las lógicas comunicacionales y la evolución en el uso de los lenguajes de la producción artística y cultural. Los usos y desusos del lenguaje han sido una preocupación universal desde tiempos inmemorables y cada época ha manifestado una línea de articulación distinta en cuanto al manejo de la palabra (el uso del lenguaje) como una forma de entendimiento del valor literario.

La Escuela de Birmingham a través de John Thompson –alrededor de los años ’70– ya vislumbró el carácter aristocrático de los estudios culturales, a través de la detección de un ambiente académico que estudiaba las manifestaciones de la cultura en función a la producción literaria (y/o de bellas artes) en la medida en que estas representaban a cánones relativamente universales. Goethe, Shakespeare, Homero y Cervantes eran los puntos que articulaban el debate académico y a los cuales había que representarse como formas básicas de la cultura de los pueblos. Sin embargo, la apertura de Birmingham a las manifestaciones culturales de los grupos “excluidos” o “invisibles” posibilitó una avalancha mundial que trató de superar las concepciones del maniqueísta y elitista pensamiento ilustrado y plantear la visión de un enfoque cultural dinámico y atento a las prácticas de apropiaciones y resistencias. De ahí el despegue y consolidación de los Estudios Culturales.

Vayamos, entonces, trazando algunos lugares de anclaje. Dos en concreto. El uso del lenguaje en la literatura desde su descolocación del mundo ideal, culto y sometido a valoraciones y normatividades teóricamente “universales” (consiguientemente la exploración en el mundo de lo cotidiano y el acercamiento a las resignificaciones y revaloraciones que adquieren las palabras en la lógica de lo popular) y la formulación de propuestas literarias cuya estética radique en las apropiaciones de lo lúdico –por ejemplo– o de las vivencias con las formas de lo cotidiano “invisible”. ¿En qué momento se hace visible la decadencia de occidente? ¿Cuándo las fórmulas de la cultura oficial, la literatura canónica, deja de tener impacto decisivo en las sociedades? Un punto relativamente especial en Latinoamérica lo marca el surgimiento de las vanguardias a principios del Siglo XX. Neruda, Huidrobo, Vallejo o Girondo configuraron un discurso en el que: “Sus innovaciones reflejaban un cambio de época en la manera en la que los sujetos conciben su experiencia en el mundo. Las antiguas convenciones de la poesía parecían resultar ineficaces y obsoletas en el nuevo contexto” (ABBATE 2003).

Girondo dijo en Dicotomía Incruenta3:

Siempre llega mi mano

Más tarde que otra mano que se mezcla a la mía

Y forman otra mano

Cuando voy a sentarme

Advierto que mi cuerpo

Se sienta en otro cuerpo que acaba de sentarse

Adonde yo me siento

Y Vallejo pensó en 1937 a propósito de sus poemas póstumos:

Confianza en la maldad,

nó en el malvado;

En el vaso, más nunca en el licor

En el cadáver, no en el hombre

Y en ti solo, en ti solo, en ti solo

Sin embargo, esta apuesta por la irreverencia y el deshacerse de los preceptos tradicionales de la poesía en pos de un uso más “libertario” trazó su propia caída pues entran en procesos contradictorios que impedían el colocar a las vanguardias a la par de las transformaciones de la modernidad. Como afirma Rubén Vargas: “El credo de las Vanguardias fue el cambio y su forma de profesar ese credo, la religión de lo nuevo, la superstición de la novedad. Con esto no hacía sino encarnar plenamente el tiempo progresivo de la Modernidad […] Fiel al espíritu crítico de sus orígenes, en la poesía vanguardista, pasados sus primeros entusiasmos, se da un giro que es, quizás, su mejor lección: el momento mismo de asumir el lugar central de la historia, es decir del cambio y, en consecuencia, la exaltación de la figura profética del poeta, anuncia también su propia disolución” (VARGAS 2007).

Las propuestas vanguardistas no logran conectarse con el momento histórico en que las sociedades tienen como un referente no explorado a los medios de comunicación masivos y la cada vez más preponderancia de la Industria Cultural en la construcción simbólica de las identidades mestizas y el reconocimiento de las “Culturas Híbridas”4. El consumo cultural se va gestando desde otras perspectivas y otras narrativas y a decir de Carlos Monsivais el cine, la radio y la televisión cambian las lógicas narrativas de la sociedad que busca identificarse en el terreno del relato de los medios y, particularmente, con las representaciones del melodrama y la constitución de “ídolos” de la sensibilidad de una cultura urbana “mestiza” que amalgama la realidad latinoamericana en función a la discusión sobre los principios de apropiación y resistencia. La noción de cultura dejará de ser estática y dará paso a la idea de “construcciones culturales” que dejan de lado las valoraciones maniqueístas que entienden estos procesos en términos de la supuesta existencia de “artes superiores” con respecto a otros.

Manuel Puig genera un suceso de primer orden con su relato melodramático Boquitas Pintadas que pondrá a directores y actores del cine argentino en vela, esperando ser los elegidos para representar el drama en la pantalla gigante. De esta manera, la literatura va alternándose en el universo de la música, de las series de televisión, de los programas radiales, de la lógica estilística en la redacción de medios “alternativos”. El “Boom latinoamericano” despierta un sentido de pertenencia nunca antes visto por su capacidad de captar masivamente a las diferencias sociales, generacionales, ideológicas, etc. La noción de “Cultura Popular” empieza a aparecer en el ámbito académico y la revalorización de su sentido pasa a ser tema de análisis de la agenda del mundo “culto”. Se introduce –como celebrando el descubrimiento– la moda de ser parte de lo “chic”, apelando al uso del patrimonio lingüístico de lo popular. En Bolivia se alza al nivel del estrellato la “recuperación” del patrimonio cultural antes ignorado por los sectores hegemónicos y se componen piezas literarias a la par que se recupera el folklore, las comidas típicas, los bailes tradicionales.

Este momento en el devenir de una literatura acercada a las formas claves de la Industria Cultural, un momento de sospecha y de negación de lo que pareciera imposible, un momento de rompimiento con las formas ancestrales del romanticismo y la inocencia, es el momento que se llamó el de la posmodernidad y que Umberto Eco la definió así: “La respuesta posmoderna a lo moderno consiste en reconocer que puesto que el pasado no puede destruirse –su destrucción equivale al silencio– lo que hay que hacer es volver a visitarlo, con ironía, sin ingenuidad. Pienso que la actitud posmoderna es como la del que ama a una mujer muy culta y sabe que no puede decirle: “Te amo desesperadamente”, porque sabe que ella sabe (y ella sabe que él sabe) que esa frase ya la ha dicho Corin Tellado. Podrá decir: “Como dice Corin Tellado, te amo desesperadamente” En ese momento, habiendo dicho con claridad que ya no se puede hablar de manera inocente, habrá logrado decirle que la ama, pero que la ama en una época en que la inocencia se ha perdido” (ECO 1999).

Tamaña exquisitez conceptual sólo puede ser expresada por alguien que sea capaz de escribir “El Nombre de la Rosa”, que a decir del ya citado Néstor García Canclini, pone de manifiesto un cambio en el comportamiento del consumo cultural: ¿Cómo puede ser posible que tamaña pieza erudita, plagada de referencias a dimensiones casi inaccesibles del conocimiento, sea un éxito comercial de primer orden, ponga a su autor en las portadas de las revistas más “nices” y haga de la novela un referente de la industria cultural con Sean Connery, incluido, en el papel de Bond […] Guillermo Bond. Son fenómenos inexplicables pero por ahí tiene que tener su papel la apropiación que los lectores hacen del uso del lenguaje por parte del escritor. El triunfo de este sentido de la posmodenidad, sin embargo, es también el triunfo de la lógica del mercado y del consumo. De ahí que lejos de volverse obsoleta, la industria editorial acrecienta su poder y modifica gradualmente su lógica en base a sentidos donde gravitan las estrategias de marketing a la par de la valoración de textos.

Fenómeno universal éste, los escritores latinoamericanos que conformaron la denominada generación “McOndo” a partir de los años ’90 (Fuguet, Paz Soldán, entre otros) hallaron la razón de su felicidad en la medida que su literatura respondió a una sensibilidad que atraviesa los campos de la industria. La literatura exitosa empezó a trabajar sobre temas contemporáneos con lenguajes cruzados del cine y la televisión y con fórmulas narrativas que representaban, en todo caso, las necesidades de un mercado (no de un público) voraz de entretenimiento y placentera lectura. Recientemente, a propósito de un encuentro de escritores “invisibles”, planteé la lógica del circuito editorial de la siguiente manera: “Los que de una u otra manera pueblan la fauna y la flora de los ambientes literarios, poco hacen por conectarse y trazar pistas hacia la problematización de la situación en que se desarrolla nuestra contemporánea literatura. Parece que un círculo se repite constantemente. Lo visible de la literatura se mide a partir de conceptos de mercadeo: Fórmulas que se repiten ganan premios, los premios ganan lectores, los lectores hacen ganar a las editoriales, las editoriales ganan su ascenso al cielo, el cielo gana escritores, los escritores ganan imagen y la imagen le gana al texto. La visibilidad depende de una eficacia publicitaria que no siempre está acorde a la eficacia narrativa” JORDAN 2007).

Aunque el panorama no se ha modificado por completo, hay que señalar al menos dos cambios sustanciales que están llevando la producción y consumos literarios por otros ámbitos. Uno es la globalización. Con respecto a ello, Manuel Castells explica que las interrelaciones humanas han pasado por un cambio de la lógica audiovisual a la lógica multimedia, lo que hace que el uso del lenguaje se vaya modificando de acuerdo a esta otra realidad. La literatura no escapa a ello, y por eso es que actualmente se habla en eventos de esta naturaleza de los papeles que juegan los Blogs, el Chat, Internet y las TIC’s en el mundo de la creación literaria. Lo que pasa con estas nuevas formas del idioma universal es que están modificando el sentido entre emisor y receptor, cosa tremendamente importante en tanto esta búsqueda (ansiada por las izquierdas de los años ’70) no se está dando por las dimensiones de lo político sino de lo tecnológico, o como explica Howard Rheingold:

“Pero los medios que permiten la comunicación entre colectivos confieren a los consumidores un poder que antes no tenían: el poder de crear, publicar emitir y debatir sus propios puntos de vista. Los lectores de prensa, oyentes de radio y telespectadores eran consumidores, pero los públicos de Internet son <usuarios> con poderes propios. La cuestión más importante en relación con este enfoque del poder/conocimiento es si crea las condiciones propicias para un contrapoder que sorprendería a Adorno, Horkheimer y Baudrillard, o si se trata de un simulacro más, una simulación de contrapoder que realmente no cambia lo esencial: quién controla los hilos” (RHEINGOLD 2004).

Seguramente no estamos en posición de contestar la pregunta que se hace Rheingold pero estamos en condiciones de analizar que los circuitos a partir de los que circula la literatura en estos tiempos, han sobrepasado la lógica de las editoriales y la industria. La cantidad de Bloggers es un reflejo de eso y también la cantidad de comunidades literarias “alternativas” que no requieren de espacios “tradicionales” para encontrar su formas de manifestación a partir de textos literarios. Sin embargo, para la cultura oficial éstas siempre serán “invisibles” y queda en manos de los espacios académicos, primero, y después políticos el trazar líneas para su visibilización.

El otro punto que me parece importante destacar, es la saturación que las “fórmulas” exitosas de los narradores exitosos están llevando a niveles del aburrimiento. El éxito –relativo- de la novela Periférica Boulevard de Adolfo Cárdenas, demuestra que el sentido de la localidad –por el de la universalidad– y el particularismo de una manera de ser cultural –por encima del patrón posmoderno– pueden generar si no éxito, al menos gran expectativa entre los lectores. Así mismo, hay una serie de discursos muy en boga hace algunos años que se están reconceptualizando: Multiculturalidad, feminismo, ecologismo, nuevo marxismo, lo políticamente correcto, etc, están paulatinamente en desuso. Harold Bloom los llama resentidos. Javier Marías los llama imbéciles. El asunto es que, a juicio de Bloom, el desgaste progresivo de estas corrientes surgidas desde los años ’60, está llevando a las nuevas generaciones a reconciliarse con el Canon Occidental, es decir con las formas del relato que han sido canonizadas por la cultura occidental y el pensamiento ilustrado.

El escritor chileno Patricio Jara, a sus escasos 30 y pico años realiza una narrativa desde sus investigaciones históricas, se mete en el lenguaje de distintas épocas, apela a temáticas que no están en la línea discursiva de sus contemporáneos y tiene un éxito asombroso. Su visión del “nuevo lenguaje de los escritores contemporáneos” es tremendamente cuestionadora: “¿A qué llamamos, finalmente, un nuevo lenguaje en nuestra literatura? ¿A un lenguaje más creativo, con nuevas forma de frasear, que busque algo distinto en lo formal? ¿A poner puntos seguidos donde nuestros padres ponían comas; a nuevos elementos de orden sintáctico; al empleo de modismos y giros coloquiales de nuestro habla o bien extranjerismos que vayan más allá de lo top, de lo high, de la fucking shit? Para no referir a las subversiones y contracciones del lenguaje generada, por ejemplo, a partir de los textos que hallamos en los chats y en los correos electrónicos” (JARA 2007).

La reflexión de Bloom no es arbitraria ni mucho menos. Sí hay una tendencia a una recuperación de formas canónicas de la narración, sí hay un hastío de los discursos “correctos” promovidos por movimientos “revolucionarios”, sí hay una búsqueda de recuperación del sentido de localidad, en tanto es planteada la Globalización –de acuerdo a Robertson– en un proceso de des-localaización y relocalización a la vez que genera un concepto de GLOCALIZACIÓN y sí, hay un tedioso aburrimiento cada vez más notorio por las “fórmulas” narrativas de los escritores mimados por la industria editorial. De ahí, la materia prima de muchos autores contemporáneos –jóvenes o no– busca reconfundirse y redimensionarse en los preceptos canónicos cargados de la ironía contemporánea. Caso gigante: Joaquín Sabina:

VOYEUR

(Joaquín Sabina)

Dícese del que mira sin ser visto,

Se llama así quien ve pero no moja,

su lema es se desnudan luego existo,

su Cristo aquel Mefisto de Baroja.

Un ano es algo más que un agujero,

un mapamundi el plano de una teta,

la bruma es el plató del caballero

de la mano en la trémula bragueta.

Catedrático en áticos de Utrillo,

Doctor en cines equis de barriada,

Prismáticos de alpaca en el bolsillo.

Para echarse a llorar como un chiquillo,

Basta que lo sorprenda su cuñada

Sudando y con la pinga en cabestrillo

El insistente manoseo de las técnicas y relatos propios del Siglo de Oro español en el caso de Sabina, las novelas históricas de Perez-Reverte, las reminiscencias shakespearianas de Javier Marías, aparecen continuamente elogiadas, repetidas y consideradas en los artículos de los Blogs, en los suplementos literarios menos oficiales, en las pláticas de los grupos literarios jóvenes. Pero sobre todo, aparece una nueva fuerza de creación literaria en la que cada vez más los receptores son también emisores de un discurso literario mas plural y diverso. Sin embargo, la literatura sigue siendo básicamente un juego de usos donde en realidad el valor de tal o cual puede encontrarse también por, volviendo al principio, sus posibilidades lúdicas de adentrarse en los juegos del lenguaje. De jugar con las palabras y trasladarnos a universos impensados donde sólo tenga valor la simpleza de decir algo lindo. Como lo hace Cabrera Infante en esta canción cubana:

¡Ay, José, así no se puede!

¡Ay, José, Así no sé!

¡Ay, José, así no!

¡Ay, José, así!

¡Ay, José!

¡Ay!

Notas

1.  Definición extractada de la versión de 1990 del diccionario Larousse hecho por Ramón García-Pelayo y Gross.

2.  Lastimosamente, no mantendré la rigurosidad científica de esta cita y no anotaré título, número de edición, fecha ni nada pues dicho ejemplar del medio fue extraviado antes de que se piense en su valor como material de cita. El semanario no tiene publicación electrónica y su hemeroteca sólo está en La Paz.

3.  Aparecido en el libro En la Masmédula (1954).

4.  Término aplicado por Néstor García Canclini para representar la condición latinoamericana atravesada por lo indígena, lo español conquistador pero también los proceso de modernización.

Bibliografía

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