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Punto Cero

versión impresa ISSN 1815-0276versión On-line ISSN 2224-8838

Punto Cero v.10 n.11 Cochabamba jul. 2005

 

Latinoamérica en la ruptura del paradigma de la comunicación para el desarrollo.  

El recorrido de los pioneros en la búsqueda de alternativas democráticas

Alejandro Barranquero

Español.Universidad de Málaga

Facultad de Ciencias de la Comunicación.

alejandrobarranquero@hotmail.com


Resumen

La rica producción intelectual y práctica en Latinoamérica parece encontrar en los últimos tiempos un merecido reconocimiento en el ámbito de la comunicación para el cambio social. Las siguientes líneas intentan evaluar el papel jugado por el continente en la ruptura del paradigma dominante modernizador, así como en la concepción de un modelo más integrado y dialógico de la comunicación (y el desarrollo). Mediante el análisis de la proyección del pensamiento dentro y fuera de sus fronteras, se emprenderá un recorrido por las principales teorías latinoamericanas en el controvertido escenario académico de la comunicación.

Palabras clave: Teoría de comunicación, paradigma, democracia.

Resumo

A rica produção intelectual e prática na Américalatina parece achar nos ultimos tempos um merecido reconhecimento no ámbito da comunicação para a mudança social. As seguintes linhas tentam avaliar o papel desempenhado pelo continente na ruptura do paradigma dominante modernizador, assim como na concepção de um modelo mais integrado e dialógico da comunicação (e do desenvolvimento). Mediante a análise da projeção do pensamento dentro e fora das suas fronteiras, se iniciará um percorrido pelas principais teorías latinoamericanas no controvertido cenário académico da comunicação.

Palavras chave: Teoríasda comunicação, paradigma, democracia.

Abstract

The following lines pretend to chronicle the process through which Latin American scholars and professionals have gradually sharpened their insights into a new communication for development paradigm, based on grassroots participation and opposed to the dominant one (north american modernization paradigm). Evaluating the recognition of Latin American communication legacy, we intend to analyse, synthetically, the contribution of the most significant thinkers and researchers of the region in the search of a new approach in development communication, particulary focused in democracy, participation, dialogue and empowerment.

Key words: Communications Theory, paradigm,democracy.


1. INTRODUCCIÓN

A grandes rasgos, el “paradigma participativo” de la comunicación para el cambio social se caracteriza por su capacidad de involucrar a la sociedad civil en su propio proceso de transformación a través de la comunicación, la cultura y la educación. Su perspectiva teórico-práctica es extensa, interdisciplinar y multiprogramática y su objeto último es contribuir a la emancipación de individuo y sociedad, buscando en la esencia misma del proceso comunicativo - dialógico, participativo y comunitario -.

Si resulta complejo apuntar una definición precisa del paradigma, tampoco existe consenso a la hora de situar sus inicios.1 Sin embargo,desde los años 70, la ciencia latinoamericana ha sido particularmente influyente en su conformación, a partir de la necesidad de concebir la comunicación en contextos de dificultad y como vehículo de transformación.

En los años 90 se ha revitalizado el interés por evaluar con exactitud las principales convergencias programáticas e interrelaciones científico-históricas, que provocaron la “ruptura epistemológica” (Bachelard, 1981) o “revolución científica” (Kuhn, 2000) en el ámbito de la comunicación para el desarrollo.2

Buena parte de los últimos estudios publicados atribuyen un carácter precursor a los comunicadores de esta área geográfica, en la tarea de concebir y consolidar un nuevo paradigma, “participativo”3, en el área de la comunicación social.

Pero, ¿hasta qué punto se puede hablar de un pensamiento autónomo latinoamericano de comunicación (para el desarrollo)?; ¿cabe considerar que América Latina ha sido la comunidad pionera en la transformación del campo científico de la comunicación (y el desarrollo)?

Frente a la multiplicación desbordante de panorama comunicativo, la voluntad de esta reflexión es cuestionar el rol de Latinoamérica en la reflexión y la práctica de la comunicación para el desarrollo, así como verificar su papel en la conformación de un modelo propio, contra-hegemónico y crítico con respecto a las perspectivas académicas dominantes (principalmente, norteamericanas).

Un programa de investigación muestra ser progresivo si puede subsumir antiguos y nuevos retos (Lakatos, 1993). Consolidar el ámbito epistémico de la comunicación y el desarrollo pasa por revisar sus más de cincuenta años de historia, evaluar sus principales logros e incorporar el rico aprendizaje pasado junto a los últimos hallazgos y experiencias. Descubrir las sinergias iniciales, revisar los esfuerzos paralelos de teóricos, comunicadores, profesionales, activistas, etc., contribuirá a reubicar la reflexión, asentar las bases teóricas de la participación y consolidar el particular “campo académico” o “comunidad científica”.4

La perspectiva adoptada para examinar estos interrogantes se basa en el análisis del reconocimiento que existe de esta “ruptura epistemológica” en la propia región (auto-percepción) y fuera de ella (hetero-percepción), siguiendo a Aguirre (1999), Sambarino (1980) y otros autores.5

La verificación de la hipótesis plantea enormes dificultades, dado que el debate académico sobre la comunicación se sigue caracterizando por una acusada falta de asentamiento epistemológico.6  El fin último, en cualquier caso, es contribuir a sistematizar la aportación latinoamericana al estudio de la comunicación para el desarrollo; observar su reconocimiento internacional y reivindicar, en último término, su enorme contribución cualitativa, frente a modas académicas, imprecisiones7 o la devaluación sufrida a causa de las denominadas “geopolíticas del conocimiento”8

2. LOS FRANCOTIRADORES9

La reflexión sobre comunicación para el desarrollo nació a finales de los cincuenta en EE.UU. de la mano de Everett Rogers, Daniel Lerner o Wilbur Schramm, entre otros, los principales teóricos de lo que se ha denominado tradicionalmente “comunicación para la modernización” o “difusionismo”.

Por primera vez, la comunicación se concebía como un instrumento capaz de ayudar a los países más “rezagados” sobre las bases del crecimiento económico, la construcción nacional y el cambio de actitudes individuales a favor del progreso y la técnica.

En la práctica, se trataba de un ambicioso proyecto, orquestado por agencias, universidades e instituciones de desarrollo que buscaba, mediante modernas técnicas de persuasión, “incorporar a la modernidad” a las naciones y grupos sociales más desfavorecidos. Las acciones se centraron, de modo experimental, en programas de capacitación en tecnologías, extensión de innovaciones agrícolas, educación para la salud, etc. en zonas escasamente industrializadas, áreas rurales o regiones deprimidas de Latinoamérica, África, Asia, etc.

Pocos años después de su puesta en marcha, las concepciones de partida desvelaron múltiples insuficiencias. La perspectiva teórica y metodológica resultaba ser limitada, esencialista, etnocéntrica e interesada.10Años de trabajo para el cambio social habían incurrido en una irresoluble paradoja: en vez de desarrollo, los programas reproducían e incluso acrecentaban la situación de dependencia de las regiones y los grupos más débiles. Era necesario imaginar una nueva forma de comunicar y concebir un concepto de desarrollo diferente, no impuesto desde fuera sino acorde a la necesidad imperiosa de autonomía de los pueblos.

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La revisión se gestó en los propios lugares en que se dieron las acciones: Asia, África y, especialmente, Latinoamérica. En esta última estuvo determinada por la convergencia de un conjunto de factores:

2.1  Un contexto político, económico y socio-cultural, derivado de una grave situación estructural de dependencia y subdesarrollo. Los a ños 60 y 70 suponen una etapa convulsa en la historia latinoamericana. Por un lado, se siguen notando las consecuencias del proyecto de extensión política y cultural del sistema capitalista norteamericano sobre la región, en ocasiones, encubierto en forma de programas de desarrollo de todo tipo. Por otro, las revoluciones populares socialistas (Chile,Cuba, etc.) convergen en todo el continente con protestas anti-dictatoriales y movimientos críticos de diverso cuño (indigenismo, feminismo, ecumenismo de base, etc.).En estos a ños aparecen también las primeras acciones y organizaciones críticas con los modelos económicos y culturales dominantes, entre las principales, el Movimiento de Países No Alineados (Non-Aligned Countries) o la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). En el ámbito concreto de la comunicación, se inicia el debate más fructífero y crítico de su historia, encabezado por la UNESCO y la petición de un Nuevo Orden Internacional de la Información y la Comunicación (NOICC), que culmina con la redacción del Informe McBride.

2.2  Un cuadro experimental. Durante los años 50 emergen en puntos muy diversos de la geografía latinoamericana   multitud de experiencias de comunicación alternativa. Se trata de un movimiento espontáneo e intuitivo de puesta en marcha de medios de carácter comunitario, educativo y ciudadano –principalmente radios–, con el objeto de dar cabida a ciertos grupos en situación de dependencia. En un principio son acciones desorganizadas que concurren de forma paralela en muchas regiones del continente. De forma autodidacta, con gran creatividad y con más o menos éxito, algunas de estas experiencias desafían por primera vez las metodologías y prácticas tradicionales de las agencias de desarrollo. La experiencia y el saber de comunidades se articulan y grupos de diversa índole aprovechan el potencial comunicativo de medios populares para construir discursos propios, con frecuencia contrarios a la cultura de las élites en el poder.11

2.3  Un nuevo marco teórico. Años después de las primeras experiencias prácticas surgió la teoría. También de modo bastante desordenado, un conjunto de investigadores y comunicadores latinoamericanos comienzan a denunciar la situación de dependencia comunicativo-cultural de la región, construyendo a tientas y con mucha imaginación un marco conceptual propio.12 Este conjunto, que poco a poco se irá organizando en torno a redes académicas, mantendrá en los años siguientes sus peculiares premisas de partida: una estricta vinculación a la praxis, un fuerte componente crítico-político, una orientación hacia el cambio social en las teorías y una cierta huida del funcionalismo y positivismo imperante en las nacientes ciencias de la comunicación.

Centrándonos en el ámbito teórico, los primeros comunicadores latinoamericanos, nacidos al amparo del primer modelo modernizador, inician ya por los sesenta una profunda revisión de las propuestas norteamericanas de comunicación y desarrollo, señalando múltiples errores y limitaciones13.

Partiendo de una crítica visceral a la dependencia científica y comunicativo-cultural de la región, los autores latinoamericanos (Antonio Pasquali, Luis Ramiro Beltrán, Juan Díaz Bordenave, Orlando Fals- Borda, etc.14) reconducen la perspectiva “modernizadora” inicial - vertical, positivista, evolucionista, psicologista, exógena, descontextualizada, etc. -, hacia otra diametralmente opuesta, “participativa”, de presupuestos más complejos y holísticos – horizontal, dialógica, procesual, endógena y democrática -.

3. HETEROPERCEPCIÓN Y AUTOPERCEPCIÓN

En la actualidad existen tantos acercamientos al ámbito de comunicación para el desarrollo como autores y perspectivas15. Pese a que no existe una definición universalmente válida sobre su naturaleza, las concreciones contemporáneas más integrales recogen, con mayor o menor acento, las principales dimensiones apuntadas por el revisionismo latinoamericano de los años 70: diálogo, bidireccionalidad y horizontalidad; participación y acceso; democratización; derecho a la comunicación; otredad; emancipación; “empoderamiento”, apropiación y autogestión; descentralización; localización y proximidad; perspectiva procesal de la comunicación; saber y comunicación popular; desarrollo endógeno; complejidad y diversidad cultural; praxis; alteridad y crítica; investigación- acción participativa (acción-reflexión, IAP);planificación y políticas de comunicación, etc.

Nacidas en diferentes momentos, estas premisas se fortalecen en un complejo proceso dialéctico de diálogo entre teorías y experiencias. Con más o menos influencia en cada caso, Latinoamérica es precursora de todas aquellas nociones. Pero, ¿cómo se perciben desde el exterior estas contribuciones? ¿Qué valoración merece su aportación al campo de la comunicación para el desarrollo?

Uno de los primeros reconocimientos internacionales se da a mediados de los años 70 en EE.UU., fecha en que la mayor parte de los últimos estudios sitúan el inicio del alejamiento del paradigma modernizador. Algunos de los pioneros norteamercanos, Everett Rogers, sobre todo, Daniel Lerner, Wilbur Schramm o los propios Harold D. Lasswell o David K. Berlo, en el plano teórico, reconocen las limitaciones de sus marcos conceptuales primeros - su excesiva orientación individualista, mecanicista, positivista y abandono estructural - e incluso se permiten una reestructuración teórica, reconociendo en ella la influencia latinoamericana (el caso de Rogers o Berlo).16

También desde mediados de los 70, numerosos comunicólogos de América del Sur son invitados a participar por primera vez en los principales foros internacionales sobre políticas de comunicación y equilibrios informativos (los grandes debates de la UNESCO, por ejemplo),17 logrando introducir algunas de sus aportaciones, no sin dificultades, en las “agendas teóricas” de estos debates (entre las principales, la noción de Beltrán y otros “políticas nacionales de comunicación”).

La crítica se organiza y desde finales de los 80, aumenta la proyección exterior de varios de sus autores. La presunción de que existe un pensamiento autóctono, una Escuela, Ciencias, “Vía” o unas Teorías Latinoamericanas de la Comunicación viene suscitando también desde entonces abundante bibliografía y posturas encontradas o convergentes.18

Desde EE.UU., conviene señalar, ya en los años 90, los esfuerzos de algunos autores por dar a conocer la comunicología latinoamericana: Robert Huesca, Brenda Dervin, Clemencia Rodríguez, Robert A. White, Thomas Jacobson, Emile McAnany, Alan O´Connor etc. o el propio Everett Rogers – algunos de ellos latinoamericanos afincados en Norteamérica, como Huesca o Rodríguez -. En Europa la percepción es restringida, pero tampoco está ausente: Jan Servaes, Thomas Tufte, Philip Schlesinger, Miguel de Moragas Spà, Daniel E. Jones, Josep Gifreu.

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En el ámbito europeo, Moragas (1987, 1989) reconoce ya desde muy temprano en algunos textos, la importancia cualitativa de la investigación crítica en Latinoamérica: “Podemos decir que, frente al binomio comunicación - modernización propuesto por autores como Lerner, Pye, Schramm, etc., se opone el binomio comunicación- estructura social de Beltrán, Díaz Bordenave, Marqués de Melo, Ordóñez; frente al modelo psicologista de la introducción de innovaciones, se impone una constante reivindicación del contexto como punto básico para la teoría del desarrollo”.

Pero sólo una pequeña parte de la labor latinoamericana es suficientemente conocida fuera del continente, sin existir una visión de conjunto. La percepción de las aportaciones es se suele circunscribir a determinados autores - Luis Ramiro Beltrán, Paulo Freire, Jesús Martín Barbero, Néstor García Canclini, etc.- y está limitada, entre otros factores, por el escaso conocimiento de la lengua, el aislamiento de las diferentes comunidades científicas, la escasa atención que reciben las perspectivas comunicacionales no hegemónicas.

Algunos investigadores europeos y norteamericanos apuntan a Antonio Pasquali, en la década de los 60, como el padre de la búsqueda crítica en la región (Tufte, 1996; Moragas, 1989). En su libro Comunicación y Cultura de Masas (1963),con una fuerte impronta filosófica y ética, el venezolano fue el primero en cuestionar la relación entre comunicación e información, entendiendo la comunicación como proceso bidireccional; así como uno de los pioneros en construir un marco conceptual propio útil para los problemas de la región. Su obra, que derivará con el tiempo hacia estudios sobre estructura informativa en Latinoamérica o políticas de comunicación, entre otros asuntos,influir á especialmente en la distinción, propiamente latinoamericana, de comunicación como información y comunicación como diálogo (Dervin y Huesca, 1997)19 e inspirará esfuerzos renovadores en ámbitos como el venezolano (Proyecto Ratelve, Ininco, etc.).

Sin embargo,el teórico más reconocido de la región es precisamente otro autor no formado específicamente en el ámbito comunicativo, el pedagogo brasileño Paulo Freire, al que algunos balances bibliográficos añaden al cuarteto de “padres fundadores” de las ciencias de la comunicación latinoamericanas.20 Los escritos de Freire, dentro del campo de la educación y la pedagogía, van a influir poderosamente en las perspectivas de la comunicación participativa, educativa,popular y alternativa.

Freire no se refiere tanto a los medios de comunicación masivos, como al proceso mismo de la comunicación humana y al uso de “medios populares ” concebidos por las propias comunidades para su (auto) conocimiento y el reconocimiento de los otros y de la propia realidad.

El brasileño contribuye a desvelar que la educación (y la comunicación) nunca es neutra, sino intrínsecamente política, por lo que sus contenidos conducen a perpetuar o a alterar a estructura del sistema: reproducción vs. cambio social; conservación vs. progreso. Cambiar el statu quo implica por parte del educador / comunicador ser consciente del carácter domesticador o emancipador de su labor docente.

Su pensamiento toma como punto de partida la crítica a los modelos educativos tradicionales. Basados en una estricta separación educador-educando, les recrimina su carácter “bancario”, opresor21 y su asiento en una comunicación vertical, unilineal y antidialógica, etc.-. En su lugar, postula una formación liberadora, crítica, “concientizadora”, una “pedagogía del oprimido” que permita al individuo salir del silencio, “pronunciar” su propio mundo y, por medio de la palabra –y el conocimiento que ella genera–, desarrollarse plenamente como ser humano.

Clave de tal educaciónes una comunicación de doble vía basada en el diálogo libre, revelador y creativo, que, por sus características intrínsecas, contribuye a conciliar teoría y práctica, suscitar pensamiento dialéctico y generar conocimiento de sí mismo y del “otro” – el “oprimido” o el igual -. Su teoría se basa en la capacidad intrínseca humana de reflexionar y formarse críticamente sobre su propia experiencia y de descubrir los factores que limitan el pensamiento para transformarlos en agentes positivos.

La labor del brasileño es también fundamental en el campo de la comunicación para el desarrollo por su crítica pionera al “extensionismo”, en terminología freireana, o “difusionismo”: los modelos de desarrollo cultural impuestos desde el exterior a países o grupos humanos desfavorecidos. Le recrimina su carácter descontextualizado, etnocéntrico e interesado. Los programas emprendidos durante los años 50 y 60 servían, según Freire, como instrumentos de “invasión cultural” de los poderosos sobre los más pobres, a fin de perpetuar la estructura desequilibrada del sistema. En vez de procurar un desarrollo autónomo, concebido por los propios sujetos del cambio social, las acciones se orientaban a la transmisión forzosa de valores foráneos (principalmente norteamericanos), con un asiento comunicacional vertical y antidialógico, similar al empleado en el ámbito educativo. En su lugar, postula la conformación de un nuevo modelo de desarrollo, autónomo, endógeno y basado en la dialogicidad, la participación y la apropiación de los propios recursos por parte del pueblo.22

La reflexión del brasileño servirá también en la práctica para la formulación de herramientas metodológicas y prácticas para la investigación-acción en educación y comunicación social, asentando las bases de numerosos proyectos de investigación participativa, experiencias de comunicación grupal, “minimedios” y diseño de estrategias culturales para el desarrollo, entre otros.

La obra de Freire y sus vitales aportaciones teórico-metodológicas a la comunicación para el cambio social han sido reconocidas por la mayor parte de la academia europea y norteamericana en este ámbito: Morris (2001), Servaes (1999), Fox (1997), White (1989, 1993), White, Fair y Ascroft (1994), Moemeka (1994), Servaes, Jacobson y White (1996), Servaes, Jacobson y White (1996), Richard, Thomas y Nain (2001), Servaes (1999), Jacobson y Servaes (1999), Waisbord (2000), Agunga (1997), Tufte (1996), Casimir (1991), Hornick (1988), Dervin y Huesca (1994), etc. Algunas de estas obras no vacilan en atribuir a Freire el eje fundamental de la ruptura con el esquema modernizador: Servaes (1999).23

Inspirado en parte por Freire y crítico con los modelos de comunicación y modernización, Luis Ramiro Beltrán es uno de los autores latinoamericanos más reconocidos por la academia norteamericana, probablemente, como señala Dervin (1998), “porque a sabiendas o sin saberlo, Beltrán instó a estudiosos de los Estados Unidos a prestar oídos a lo diferente (...) y anticipó una contienda que iría a provocar fuertes alteraciones en el campo de la investigación sobre comunicación en EE.UU., y aún lo hace”.

Uno de los primeros latinoamericanos formados teóricamente en comunicación en EE.UU.  (al igual  que  el  paraguayo Díaz Bordenave) junto a teóricos de la modernización y algunos de los fundadores de la investigación científica en comunicación (Everett Rogers, David K. Berlo, Wilbur Schramm), la obra del autor gira constantemente en torno a la relación entre comunicación y desarrollo.

Ya en su tesis doctoral, Beltrán se dedica a combatir los errores de los esquemas difusionistas, así como de los modelos funcionalistas conservadores impuestos desde otros países a la ciencia de las regiones más débiles. Posteriormente, en dos de sus artículos más celebrados La investigación en comunicación en Latinoamérica: ¿Indagación con anteojeras? (1974) y Premisas, objetos y métodos foráneos en la Investigación de la Comunicación en América Latina (1976), el boliviano invita a que los comunicadores latinoamericanos cambien de “anteojeras”24 e investiguen de forma autónoma, dada la “insensibilidad” de los enfoques importados para detectar las particularidades de la región. Con estas reflexiones, Beltrán abre una nueva dirección hacia una nueva ciencia de la comunicación (y de la comunicación para el cambio social) en América Latina (Marques de Melo, 1987, 1998; Fuentes Navarro, 1991, 1992; Catalán y Sunkel, 1991, etc.) y provoca un auténtico “giro copernicano” en el paradigma modernizador dominante.

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Embarcado en diversos proyectos de desarrollo a lo largo del territorio latinoamericano, el autor participa en algunos de los principales debates del ámbito de la comunicación en los años 70 y 80 y apunta modelos teóricos de gran repercusión para la comunicación y el cambio social,25  Beltrán es sobre todo conocido por iniciar una profunda reflexión sobre la necesidad de organizar y planificar la comunicación para el cambio mediante políticas (nacionales) de comunicación y otras estrategias comunitarias.

Chaffe, Gómez-Palacio o Rogers (1990) documentaron el hecho de que el boliviano ha sido y es, probablemente, el más autor más influyente para más de cincuenta autores estadounidenses especializados en asuntos latinoamericanos,  así como el  más citado en todos los artículos sobre Latinoamérica publicados en siete revistas clave. La importancia de su trabajo también queda patente en volúmenes como el de Hedebro (1982), sobre comunicación y cambio social en las naciones subdesarrolladas; Atwood y McAnany (1986) sobre investigación crítica latinoamericana; o en los textos de la profesora Brenda Dervin (1998).26

Otro de los autores clave en la conformación del paradigma participativo en Latinoamérica es el paraguayo Juan Díaz Bordenave. Proveniente del ámbito de la agronomía, algo antes que Beltrán se especializa en comunicación en la Universidad del Estado de Michigam y en la de Wisconsin. Su trabajo gira, en su mayoría, en torno a la capacitación, consultoría y planificación de comunicación para el desarrollo, destacando su reflexión en torno a los procesos de participación, comunicación educación, información para el ámbito rural y psicología de la comunicación. Su obra es deudora del trabajo de Freire y una de las primeras en aplicarla al ámbito comunicativo.

Aunque no nos detengamos, otros muchos autores han contribuido, directa o indirectamente, a la construcción de un paradigma propio de comunicación para el desarrollo, la mayoría escasamente conocidos fuera de sus propias fronteras: Francisco Gutiérrez, Fernando Reyes Matta, Manuel Calvelo, Mario Kaplún, Michel Azcueta, Rafael Roncagliolo, Juan Somavía, Hector Schmucler, Patricio Biedma, Armand Mattelart, Oswaldo Capriles, Luis Aníbal Gómez, Eleazar Díaz Rangel, Eduardo Santero, Elizabeth Safar, José Marques de Melo, María Cristina Matta, Juan Gargurevich, Luis Peirano, Luis Gonzaga Motta, Regina Festa, Adalid Contreras, Rossana Reguillo, Jesús Martín Barbero, Daniel Prieto, Renato Ortiz, Germán Rey, Valerio Fuenzalida, etc.

En los últimos años destacan obras como las de la educadora y comunicadora peruana Rosa María Alfaro y su intento de integrar la reflexión sobre la comunicación participativa en un contexto amplio que de cuenta de las transformaciones y complejidad de la realidad socio-cultural contemporánea. En algunos de los textos más conocidos (1993), Alfaro hace balance de aciertos y deficiencias en la concepción del desarrollo, criticando el sobredimensionamiento de determinadas estrategias comunitarias, la pérdida de un sentido macrosocial y político en las acciones locales de desarrollo – reducidas a su componente micro, aislado, alternativo - o la excesiva “fetichización” de lo popular.

En busca de nuevas dinámicas para fomentar “otro desarrollo”, la mirada de Alfaro ayuda a dirigir el debate hacia una nueva comprensión de lo político,lo democrático, lo ciudadano; la recuperación del sujeto y la individualidad y, en la línea de Martín Barbero, la articulación de lo popular, lo cultural y lo masivo.

Otra figura destacada del panorama actual es el comunicador boliviano Alfonso Gumucio Dagron, autor del reconocido Haciendo olas (2001), en el que hace balance de experiencias históricas de comunicación y desarrollo en diferentes regiones del planeta, con el objeto de servir a modo de guía de estrategias venideras. El autor es también uno de los activistas más prolíficos en la reestructuración del campo académico en el ámbito internacional.

Apuntar, por otro lado, que la autopercepción de la comunicología latinoamericana también juega un papel importante en el reconocimiento del nuevo paradigma. Así, el propio Gumucio(2001) señala que América Latina lleva varias décadas de ventaja al resto de las regiones desde el punto de vista de las experiencias y reflexiones sobre comunicación popular y participativa y Luis Ramiro Beltrán (2000) coincide en destacar que la actividad empírica y práctica en desarrollo ha sido pionera y probablemente mucho más alta que la de otras áreas del Sur o del mal denominado “Tercer Mundo”.27

En el mismo sentido se expresa Jesús Martín Barbero (2000), centrado en el ámbito de la comunicación alternativa: “Aunque dicho de muchas maneras y con alcances muy diversos, desde los utópicos hasta los ceñidos a posibilidades de intervención inmediata, un propósito fundamental parece definir lo alternativo en materia de comunicación en Latinoamérica: transformar el proceso, la forma dominante y normal de la comunicación social, para que sean las clases y los grupos dominados los que tomen la palabra. Y en ese sentido  la  comunicación  alternativa no es aquí nada nuevo ya que desde las experiencias pioneras de Paulo Freire, proyectadas después a multitud de grupos en todos los países del continente, la comunicación ha estado ligada más a la liberación del habla, de la actividad y la creatividad popular que a la potencia el tipo de medios utilizados ”.

En los años 90, obras de enorme proyección internacional como las del citado Martín Barbero o García Canclini han conducido el debate y la investigación latinoamericana a derroteros algo más alejados de las preocupaciones iniciales sobre el cambio social: lo popular y su relación con lo masivo, el mestizaje e hibridación de los procesos culturales contemporáneos, estudios culturales, etc.

Tras un período de cierto descuido, años 80, que algunos autores han venido a denominar la “década perdida del desarrollo”, en sentido amplio, la perspectiva se encuentra hoy en un período de viva reestructuración. Autores próximos a la “disciplina” así lo atestiguan. El norteamericano Robert A. White (1989) destaca entre las características contemporáneas de la teoría de la comunicación en América Latina la fuerte preocupación por el cambio político y social “es decir, su tendencia a encuadrar los temas de comunicación no sólo en términos de problemas de ámbito restringido (…), sino en los del papelde los medios en el proceso social, involucrando a aquéllos el desarrollo de las instituciones, políticas, económicas y culturales”.28

Desde una perspectiva similar, el británico Philip Schlesinger (1989) constata el binomio comunicación - desarrollo como uno de los principales problemas, si no el más importante, que definen la especificidad del trabajo latinoamericano y lamenta la rareza de los trabajos traducidos y disponibles para el público sajón.

4. RECLAMANDO VOCES

En los últimos años, no sólo en Latinoamérica sino en todo el mundo, parece haber resurgido el interés por la comunicación para el cambio social, en un intento de sistematizar su disperso acervo teórico-práctico, incrementar su estatuto científico e incluir sus conocimientos y destrezas en la agenda científica de la comunicación.

Se ha renovado el interés por las materias y carreras de comunicación y desarrollo en algunas universidades latinoamericanas29, se da una convergencia de objetivos con la corriente anti/alter-globalista y una fuerte reactivación de nuevos movimientos sociales en comunicación, en forma de redes y “mediactivismo”3, a la vez que un fuerte impulso de investigación y acciones orientadas al cambio por parte de instancias internacionales (FAO, USAID, UNESCO, etc.).

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El ímpetu conseguido por la perspectiva participativa en los años 80 y 90 ha conseguido vencer, al menos en el campo teórico, a los rígidos modelos modernizadores del desarrollo. Sin embargo, el trabajo de readaptación práctica de los modelos participativos está aún en los cimientos y el camino por recorrer se prevé largo y conflictivo.

Por otro lado, buena parte de los textos pioneros latinoamericanos en comunicación y desarrollo se han perdido, no se han vuelto a publicar o están dispersos en bibliotecas particulares. Y, en general, sigue existiendo un escaso reconocimiento en el campo académico de la comunicación, motivado, desde nuestra perspectiva, por:

1)     La frecuente disociación entre teoría y práctica y la ilusión habitual de la teoría en las acciones concretas de desarrollo.

2)     El desencuentro con la élite académica de la comunicación, motivado, principalmente, por el contenido normativo e incluso “utopista” de algunas teorías, su rechazo explícito de la epistemología positivista tradicional o su “molesta” orientación crítico-política.

3)     El contexto geográfico en el que tradicionalmente se han gestado la mayor parte de las teorías y acciones – Latinoamérica, Asia, África, etc. -, no hegemónico dentro de las ciencias de la comunicación.

4)     La apropiación inadecuada e interesada del discurso de la “participación” por parte de algunas agencias de desarrollo, empleándolo en estrategias como el marketing social, de clara inspiración difusionista, y restringiendo su estudio al ámbito institucional.

5)     La dificultad en el reconocimiento de este ámbito de estudio en el contexto universitario, “demasiado rígidos como para renovar su estructura e incluir nuevas disciplinas, sobre todo aquellas que no son rentables ” (Gumucio, 2001).

Valgan unas reflexiones del mismo autor sobre la escasa difusión de muchos de los textos y experiencias latinoamericanos: “Si bien es cierto que la discusión académica sobre la comunicación participativa se hizo corriente en los años ochenta, no es menos cierto que la mayor parte de las experiencias que sirven de sustento a esa discusión permanecen en la sombra. La mayor parte de los textos disponibles se basa en un puñado de estudios de casos que han sido identificados en países donde el inglés es el vehículo que facilita la investigación. Estas son algunas de las razones que explican por qué las experiencias de comunicación participativa en América Latina, que se iniciaron a fines de los años cuarenta y que hoy se cuentan por millares, no han sido suficientemente tomadas en cuenta por el mundo académico de Estados Unidos y de Europa” (Gumucio, 2001).

En este contexto reclamamos para concluir:

  • Una revalorización plena de las propuestas latinoamericanas y “periféricas” de comunicación, orientadas generalmente a la crítica epistemológica, acción y transformación social, frente a estatutos epistemológicos como el norteamericano, de tendencia más conservadora y encaminados, por lo general, a la descripción e interpretación aséptica y pretendidamente “objetiva” de los fenómenos.
  • El reconocimiento pleno de la reflexión latinoamericana en el origen y conformación de nuevos modelos participativos de comunicación y desarrollo.
  • Una revisión del carácter original y pionero de algunas experiencias latinoamericanas poco conocidas de comunicación alternativa, popular y comunitaria.

Notas

1. Por paradigma se entiende, siguiendo a Kuhn, las realizaciones científicas, universalmente reconocidas que, durante cierto tiempo, proporcionan modelos de problemas y soluciones a una comunidad científica. (Kuhn, 2000: 13). En su transmisión intervendrían diversos medios transmisores como los libros de texto con un cuerpo articulado, las divulgaciones con un lenguaje menos especializado y las obras filosóficas, que fundamentan la estructura lógica (ibíd, 84).

Según la boliviana Karina Herrera (2000) estos esquemas de pensamiento/acción teórico-metodológicos son evidentes en el itinerario histórico de la vinculación entre comunicación y desarrollo. Así, -la insistencia de fijar paradigmas obedece no sólo al hecho de encontrardiferencias en las concepciones que ligan ambos campos a lo largo de su recorrido, sino también a que esas diferencias se hallan vinculadas a matrices explicativas mayores que, en determinados momentos, históricamente marcados, materializaron sus discursospara dar cuenta de lo social.

2. El concepto de "ruptura epistemológica" de Gaston Bachelard (1981) hace referencia al proceso de distanciamiento que se produce con respecto a una teoría de partida cuando se comienzan a advertir relaciones que no corresponden al campo teórico usual, motivando la creación de nuevos conceptos que llevarán a construir una teoría diferente. Este proceso tiene en la mente del investigador distintas gradaciones, puesto se produce por la paulatina acumulación de nuevas nociones y estructuras. Progresivamente, de forma decidida y consciente, se comienza a usar la nueva teoría abandonando la anterior, produciéndose entonces la ruptura epistemológica.

Con algunos matices diferenciales, la “teoría de las revoluciones científicas” de Thomas S. Kuhn (2000) apela a que la ciencia no es acumulativa, por lo que los paradigmas son siempre incompatibles. Las nuevas teorías nacen de “anomalías” que no pueden coexistir con los paradigmas de los que surgieron. Esto es justamente lo que produce la génesis de nuevos modelos. Todas las teorías se adecuan a los hechos, pero de forma relativa. Si las teorías son incompatibles, la razón para elegir una uotra es un factor básicamente subjetivo.

3. También denominado de la “multiplicidad en un mundo único -multiplicity in one world- (Servaes, 1999), “comunicación para otro desarrollo” (Alfaro, 1993), “comunicación alternativa para el desarrollo democrático” (Beltrán, 2000),etc. Entre los últimos esfuerzos de sistematización destacan: Agunga (1997), Alfaro(1993), Beltrán (1995), Casimir(1991),  Cortez (1997),Contreras (2000), GumucioDagron (2001), Hornik (1988), Jacobsony White (1996), Jacobsony Servaes (1999), Moemeka (1994), Servaes, Jacobsony White (1996), Stevenson (1988), Rogers (1976, 1989), Waisbord (2000), White (1993, 1996), White, Nair y Ascroft (1994) y, en general, los últimos compendios publicados por  el belga Jan Servaes.

4. Pese a que no son exactamente lo mismo, la idea de Kuhn de “comunidad científica” está emparentada con la de “campo” en Bourdieu e incluso con los “esquema interpretativos” de Giddens o el pensamiento de Fleck. El “campo” sería un espaciosocial relativamente autónomo en el que los agentes– instituciones, grupos,clases sociales, etc. – luchan por la apropiación de un capital – económico, político, científico, cultural, etc. - y se sitúan en posiciones dominantes y subordinadas dentro del mismo, buscando respectivamente mantenerlo o cambiarlo.

5. El análisis de las auto y heteropercepciones sirve a Aguirre para determinar la existencia de un pensamiento propiamente latinoamericano de comunicación: “Una exploración de las autopercepciones y heteropercepciones identitarias demuestra que existe un conjunto de pensadores que, desde diversas procedencias y disciplinas, ha focalizado su atención en el diagnóstico y solución de problemas comunicacionales de América Latina, bien tomando el conjunto regional,bien segmentando el mosaico de estados-nación que  poseen una historicidad compartida” (Aguirre, 1999). “Si conjugamos, pues, las autopercepciones y heteropercepciones podemos hablar sin sonrojo de la existencia de un pensamiento latinoamericano de comunicación, serio, enraizado en los problemas de la región, específico en su conjunto, a pesar de los desarrollos desiguales a nivel nacional, y de las desventajas lingüísticas y editoriales de nuestras industrias.” (ibíd).

6. El pensamiento en comunicación dista mucho de estar consolidado y desde siempre ha estado marcado por múltiples identidades disciplinares, gran heterogeneidad y solicitaciones prácticas externas (Wolf, 1987).

7. “En su clásico libro Development Communication (1988), Hornick refiere únicamente pensadores europeos y norteamericanos, sin mencionar más que a tres latinoamericanos, no citando entre ellos a Luis Ramiro Beltrán como pionero de los estudios de comunicación para el desarrollo” (Dervin, 1998). El libro recibió sus primeras críticas en la revista científica norteamericana Journal of Communication de la mano de uno de los principales autoresdel área en América Latina, el paraguayo Juan Díaz Bordenave, por considerar que es “tendencioso, estrecho, y que ignora deliberadamente la contribución de los autores latinoamericanos, al considerar que la comunicación para el desarrollo es un campo de estudio norteamericano, una tarea norteamericana en el Tercer Mundo. El libro de Stevenson Communication, Development, and the Third World: The Global Politics of Information (1988) sólo cita a siete fuentes latinoamericanas en unas 420 referencias”.

8. Las comunidades académicas el las que se han gestado las transformaciones más significativas en el ámbitode la comunicación para el desarrollo, Latinoamérica, Asia, África, etc., carece de proyección suficiente en contextos científicos dominantes como Europa o Estados Unidos.  Para la revisión del pensamiento no occidental de comunicación, consultar el proyecto colectivo: CURRAN, James y PARK, Myung-Jin (ed.): De-Westernizing Media Studies. Routledge: London, 2000. Para los conceptos de „geopolíticas del conocimiento“, „colonialidad del poder“, etc., revisar los últimos trabajos de Walter Mignolo,Aníbal Quijano o Catherine Walsh.

9. Utilizamos una conocida metáfora de Luis Ramiro Beltrán, con la que indica la dispersión geográfica y el componente crítico de los primeros análisis de la comunicación en Latinoamérica, antes de su organización académica.

10. La finalidad última de muchos de estos programas era eminentemente económica, vinculada al interés del patrocinador concreto. Se trataba de promover mejoras estructurales en las regiones como un instrumento más de expansión del sistema capitalista: búsqueda de mano de obra,materias primas y nuevos contextos en los que situar los excedentes de la producción occidentales en plena posguerra mundial.

11.  “Las experiencias pioneras más significativas y duraderas de comunicación para el desarrollo se inician en 1948 en dos países de Latinoamérica: Colombia y Bolivia.

En un pueblo andino de Colombia un cura párroco, Joaquín Salcedo, creó en 1948 – literalmente con sus propias manos – una rudimentaria estación radiodifusora para los campesinos, Radio Sutatenza, con los modestos propósitos de ampliar la difusiónde la doctrina católica y contribuir a reducir el analfabetismo dentro de su área inmediata de influencia.”  (Beltrán, 1993). Las radios mineras y sindicales de Bolivia son también un claro ejemplo del carácter pionero de la experiencia latinoamericana.

12. El pensamiento comunicacional latinoamericano integra múltiples perspectivas teórico-metodológicas a fin de crear un marco de pensamiento acorde a los problemas concretos del área, en una región con escasa tradición científica. Junto a las enormes dosis de imaginación de sus primeros pensadores, en la teoría-praxis de la comunicación para el desarrollo del continente convergen diversas inspiraciones: 1. Teorías de la Comunicación: 1.1. Teoría CríticaNorteamericana: Teorías del Imperialismo Cultural y EconomíaPolítica de la Comunicación: Dallas W. Smyhte, HerbertSchiller, etc.; 1.2. Pensamiento Crítico Europeo: Escuela de Frankfurt; Eje Semiótica-Semiología / Estructuralismo; Perspectivas Marxistas y Post-Marxistas de la Comunicacón; Estudios Culturales y Post-modernismo crítico–ambos posteriormente-) 2. Sociología, Antropología, Historia, Economía etc.: Teorías de la Dependencia (De influencia Marxista o Estructuralista y crítica de la CEPAL), Teología de la Liberación, etc.

13. Las principales críticas al modelo difusionista norteamericano están motivadas, entre otros factores, por su carácter etnocéntrico, paternalista y conservador; su despreocupación por el contexto sociocultural y por las causas históricas del subdesarrollo; su homogeinización del espectro social; su “tecnocentrismo” y, en última instancia, su disfuncionalidad social. (Díaz Bordenave,1976, 1977; Beltrán, 1974, 1976, 1983).

14. La perspectiva que empleamos parte del presupuesto de que el pensamiento comunicacional está constituido por las aportaciones de sus actores, por las diferentes actitudes en relacióncon sus disciplinas y por la sistematización de sus concepciones que dependen directamente de las actividades profesional y social.(Miege, 1996:13).

15. Uno de los grandes problemas a la hora de abordar el estudio de la comunicación para el cambio social es la falta de acuerdo en torno a su definición. Frente a autores como Gumucio (2002) que sugieren no acotar demasiadoel concepto a fin de evitar la naturalización y pérdida de espontaneidad, Huesca (2002), Jacobson (2002) o Servaes (1999) echan en falta una mayor claridad conceptual. “La comunicación para el cambio social vendría a ser aquella que, intencionalmente dirigida y sistemáticamente planificada, está orientada a la consecución de cambios concretos, tanto en la sociedad, como en las instituciones, con vocación por el cambio, el bienestar, la calidad de vida, la organización, la esperanza, el servicio público y la democracia” (Alfaro, 1993).  No nos detendremos en acotar con exactitud el concepto. Completando la definición, el Consorcio de Comunicación para el Cambio Social (Communication for Social Change Consortium)señala en los últimos tiempos que la comunicación para el desarrollo es “un proceso de diálogo público y privado a partir del cual las gentes decidenquiénes son, cuáles son sus aspiraciones, qué es lo que necesitan y cómo pueden actuar colectivamente para alcanzar sus metas y mejorar sus vidas”. (CFSC, 2004).

16. Everett Rogers (1976), en su revelador artículo Communication and Development: The Passing of the Dominant Paradigm, en cuyo subtítulohace irónica alusión al trabajo pionero de Daniel Lerner, The Passing of the Tradicional Society, reconoció la influencia de Paulo Freire,Luis Ramiro Beltrán,Juan Díaz Bordenavey la teoría latinoamericana entre sus principales inspiraciones ala hora de modificar su concepción inicial. El impacto de autores como Luis Ramiro Beltrán, Orlando Fals-Borda o Juan Díaz Bordenave, que se formaron en EE.UU. y mantuvieron contacto permanente con sus mentores norteamericanos es fundamental para la ruptura paradigmática. Asimismo, la visita e intercambio vivencial de algunos de los teóricos de la modernización en la región.

17. Esta etapa crítica tomó forma definitiva en la XIX Conferencia General de la UNESCO, en la que se conformó una comisión destinada a estudiar los problemas contemporáneos de la comunicación en el mundo. Su director fue el especialista Sean MacBride que presentó su informe en la XX Conferencia del organismo,titulado Un solo mundo voces múltiples.Comunicación e información en nuestro tiempo. Este documento retrató las presiones de los monopolios internacionales en la configuración de la información, la dependencia informativa y cultural con respecto a las agencias y las industrias culturales transnacionales, el desequilibrio en los flujos informativos a escala mundial, la propiedad privada de los medios y el escaso acceso informativo por parte de grandes poblaciones.

18. Señalamos aquí algunas denominaciones utilizadas por compendiosde pensamiento en comunicación latinoamericano como los de Utreras (1974),Assmann (1974), Capriles (1982), Marques de Melo (1987, 1998), Fuentes Navarro (1991, 1992), Catalán y Sunkel (1991). A partir de estos textos, según Aguirre (1999), podemos comprobar la existencia de un quehacer estable, referido tanto a proyectos globales - definición de objetivos y líneas de investigación, transnacionalización de la información, etc.-, como a las distintas realidades nacionales -políticas nacionales de comunicación, propiedady estructura de los medios,comunicación para el cambio social, etc-. En la actualidad, se admite, con ciertasreservas, la pertinencia de términos como Escuela (Crítica) Latinoamericana de la Comunicación (Marqués de Melo, 1999), en tanto que una fructífera y heterogénea corriente de pensamiento generado en la región latinoamericana y caracterizada por su mestizaje teórico, su hibridismo metodológico, su compromiso ético-político y su dimensión extranacional e interdisciplinar y su orientación al desarrollo (LeónDuarte, 2002; White,1989; Fuentes,  1991, 1992; etc.).

19. Pasquali fue uno de los primeros en introducir el pensamiento fenomelógico europeo (Merleau-Ponty, Heidegger) en la crítica latinoamericana al paradigma dominante en comunicación social. Argumenta en su obra que el conocimiento del desarrollo debe generarse en la reflexión fenomenológica; es decir, a través de acción intencional y transformadora sobre el mundo. Esta posición minaba los planteamientos modernizadores, que asumían una separación entre sujeto y objeto,investigador y desarrollo. (Huesca,1994, 2002). Destacar, además de los trabajos de Pasquali y de Freire,el carácter pionero de la reflexión del estadounidense Frank Gerace quién, trabajando desde Bolivia y Perú, fue el primero en diseñar algunos basamentos adaptativos para un modelo de “comunicación horizontal” (Beltrán, 1983). Orlando Fals Borda, Joao Bosco Pinto o Francisco Gutiérrez también estuvieron entre los primeros proponentes de aplicaciones creativas de las ideas educativas de Freire al ámbito de la comunicación y la investigación en ciencias sociales.

20. Por lo general, parece existir un consenso a la hora de destacar a cuatro autores como los “pioneros” de la investigación en comunicación (Tufte, 1996; Marqués de Melo, 1999; Fuentes, 1992): Eliseo Verón, Luis Ramiro Beltrán,Armand Mattelart y Antonio Pasquali. Los cuatro están directa o indirectamente relacionados con la crítica y la conformación de un nuevo paradigma en comunicación para el desarrollo. Por la misma fecha en que Pasquali publica el estudio señalado, el argentino Eliseo Verón, en su libro Ideología, Estructura, Comunicación (1960), parte del estructuralismo, la semiología y el marxismo para intentar comprender como se produce y extiende la “ideología”. Para Verón el investigador debe procurar el descubrimiento de los procesos de selección ideológicos de la comunicación. También desde el estructuralismo, la lingüística y el marxismo,el belga Armand Mattelart trabaja activamente desde Chile, especialmente con los cuadernos del CEREN, investigando la estructura de medios y denunciando la dependencia cultural y comunicativa de Latinoamérica en un conjunto de textos publicados entre los años 60 y 70.

21. Freire estigmatizó como “bancaria” a la educación tradicional puesto que halló que la mayor parte de los educadores actuaban a modo de banqueros de los ricos; es decir, construían en las mentes de los pobres “depósitos” que contenían el conjunto de normas, mitos y valores de las minorías opresoras del pueblo, “una donación de aquellos que se juzgan sabios a los que juzgan ignorantes” (Freire, 1969). Esta experiencia existencial genera lo que Freire denomina “adherencia al opresor”: pese a que se sabe oprimido, el hombre se subsume y adopta los patrones de este, transformándose en ocasiones en opresor de otros. En cambio, la educación crítica está orientada al cambio social: “la práctica bancaria,estática, se hace reaccionaria, en tanto la concepción problematizadora, al no aceptar un presente bien comportado no acepta tampoco un futuro preestablecido, y enraizándose en el presente dinámico, se hace revolucionaria” (Ibíd).

22. Su obra, en definitiva, es fundacional del ámbito de comunicación para el desarrollo por introducir y profundizar en nociones citadas anteriormente como: diálogo, participación, apropiación, relación comunicación-educación, diversidad y particularidad cultural, saber y comunicación popular, otredad-alteridad, crítica a la epistemología positivista dominante, concientización y emancipación (vs. alienación y manipulación), localización-proximidad, etc.

23. Según Servaes (1999) en la actualidad conviven dos enfoques principales en el ámbito de la comunicación participativa: la pedagogía dialógica de Paulo Freire y las ideas de acceso, participación y autogestión articuladas en los debates de la UNESCO de la década del 70, muy impregnadas, a nuestro entender, de la reflexión freireana y latinoamericana.

24. La expresión “cambiar de anteojeras” es una célebre metáfora de Beltrán con la que induce a los investigadores latinoamericanos a adoptar criterios teóricos y metodológicos propios. Sólo así se consigue una investigación autóctonaque recoja y represente los problemas reales de la comunicación latinoamericana.

25. Su texto Un adiós a Aristóteles: La comunicación horizontal es interesante para comprobar la emergencia de nuevos modelos de comunicación horizontal para el desarrollo democrático en América Latina.

26. Brenda Dervin resume la importancia de la obra de Beltrán en el siguiente texto: “Claramente, en la atención de estudiosos de los EE.UU., Beltrán está situado en la cúspide entre los autores latinoamericanos. (...) Los tres ejes de atención por los cualesBeltrán es más citado provienen de sus artículos germinales en los que cuestionó las teorías que anidan en las teorías estadounidenses sobre comunicación, sus premisas, sus objetos y métodos (Beltrán,   1974, 1976). Beltrán abogó por el desplazamiento de perspectivas de transmisión a las participativas, de la comunicación vertical impositiva a la horizontal, de la comunicación monológica a la multilógica. Hizo esto mucho antes de que resultara generalizado el hacerlo y hay escasa duda de que él fue la primera voz latinoamericana que fuera escuchada por oídos estadounidenses. Es inclusive apropiado decir que fue la primera voz de cualquier región del mundo que intervino tan exitosamente de ese modo en la teorización sobre comunicación en EE.UU. (...) El período 1975-1976 marcó un punto importante para el campo de la comunicación en los Estados unidos, una especie de momento pre y post Beltrán. Beltrán estaba haciendo una llamada a los estudiosos especializados en Latinoamérica, pero su llamada fue escuchada más allá de esos confines por aquellosque iban aviándosepara la crisis de paradigmas en el estudioacadémico de la comunicación en los EE.UU. (...) A un nivel más profundo, sus interrogaciones abrieron una brecha basada en orientaciones de proceso en vez de orientaciones estáticas. Uno puede percibir claramente este desplazamiento en compendios recientes sobre el desarrollo y la comunicación participativa: Casimir (1991),  Hedebro (1982), Agunga (1996), Servaes (1999) o  Servaes, Jacobson y White (1996).

27. Los latinoamericanos, según Beltrán (2000), fueron los primeros en cuestionar el concepto clásico de comunicación, derivado del pensamiento unilineal lasswelliano- aristotélico que prevaleció sin cambios en todo el mundo hasta fines de la década de los sesenta. Fueron ellos quienes, indagando más allá de la aparente “sencillez” del paradigma, descubrieron sus implicaciones no democráticas. Y, en consecuencia, también estuvieron entre los primeros en proponer nuevas perspectivas de la comunicación para el desarrollo en función de una genuina democracia.

28. Entre las principales contribuciones latinoamericanas a los estudios en materia de comunicación en el plano internacional, White (2000) destaca cuatro áreas, englobadas, desde nuestra perspectiva, en el marco más amplio de la comunicación para el desarrollo: 1) influencia de la política económica internacional en el desarrollo de los medios de comunicación e instituciones culturales autóctonos; 2) ideas acerca de la reforma de los medios, política nacional de medios y, especialmente, democratización de la comunicación; 3) trascendencia de formas alternativas de comunicación y uso de los medios que están llevando a cabo los movimientos populares a consecuencia de su fortalecimiento, y su importancia como base para la democratización de los sistemas nacionales de comunicación y de medios; 4) mejor comprensión de la relación entre medios de masas y cultura popular en el desarrollo de los sistemas culturales y sociopolíticos nacionales.

29. En América Latina se cuentan esfuerzos valiosos como los emprendidos por la Universidad Nacional de Tucumán (Argentina), la Pontificia Universidad Católica del Perú, la Universidad Metodistade Sao Paulo (Brasil) o la Universidad Andina Simón Bolívar de La Paz (Bolivia), entre otras, han sido algunas de las primeras en ofrecer, con difícil continuidad, ya sea post-grados en comunicación para el desarrollo o una carrera de licenciatura. Todas estas experiencias, al igual que otras quecomienzan a surgir en África y Asia, tropiezan con enormes dificultades para establecerse. (Gumucio,2001). Añadiremos la labor realizada por el colectivo peruano de comunicadores Calandria, dirigido por Rosa Mª Alfaro.

30. Destacar entre las principales redes: La Iniciativa de la Comunicación (The Communication Iniciative), el Consorcio Comunicación para el Cambio Social (Communication for Social Change Consortium), la red de comunicadores católicos WACC;  Nuestros Medios (OurMEDIA) o los grupo de trabajo de Comunicación Partipativa (Participatory Communication Research) y Comunicación Comunitaria (Community Communication) de la IAMCR etc. Por otro lado, estrategias como las televisiones de calle (telestreet), subversing, indymedia, “guerrilla de la comunicación”, software libre, open source y p2p (peer to peer) figuran entre las experiencias más destacadas de “mediactivismo”, relacionadas también, directa o indirectamente, con la comunicación para el desarrollo. Otros campos y denominaciones emparentados son los medios ciudadanos, radicales,libres, participativos, comunitarios, “insurgentes”, alternativos, el periodismo cívico, etc.

 

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