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Punto Cero

versão impressa ISSN 1815-0276versão On-line ISSN 2224-8838

Punto Cero v.09 n.08 Cochabamba  2004

 

ENTREVISTA

"No basta interpretar el mundo….hay que intervenir sobre él"

Jorge González


El mexicano Jorge González es considerado uno de los investigadores más originales del continente en el campo de la comunicación y cultura. Sus trabajos han recuperado la riqueza de la culturas populares de su país y la han conducido a la comprensión de las conexiones entre la vida cotidiana y los imaginarios populares. En ocasión del IV Folkcom realizado en Campo Grande - Brasil en junio del 2001, pudimos conversar sobre sus contribuciones más sobresalientes: Frentes Culturales y más recientemente la noción de Cibercultura, en un diálogo que demuestra coherencia y compromiso con la generación de conocimiento científico y no así con el intelectualismo, tan común en nuestras universidades.

Marcelo Guardia.- Ya son varios años que la idea de los "Frentes Culturales", como propuesta teórica metodológica, nos puede ayudar a comprender mejor ciertos procesos culturales y comunicacionales. ¿Cuál es la pertinencia de esta propuesta actualmente?

Jorge González.- Sí, mira Frentes Culturales surge originalmente el año 82 a raíz de un desencanto personal con mi propio trabajo de investigación sobre culturas populares y culturas campesinas en México porque, como decía una vez por ahí, noté que en mi propio trabajo, a pesar de que era bien recibido y bien aplaudido por algunas personas del medio, solamente me dediqué a declarar que había una serie de oposiciones entre las culturas diferentes. Entonces hasta ahora después de esos años, que son montón, 18 años, Frentes culturales me ha servido particularmente para organizar mucho mejor dos cosas:

Uno, la pertinencia de entender la composición de las culturas contemporáneas mexicanas. Creo que también se puede aplicar muy bien a América Latina en muchas cosas, de verlas de manera tensional, de manera conflictiva pero no siempre abierta, en procesos que han conformado o conforman lo que parece ser nuestra más querida y amada cotidianeidad y nuestra más querida y amada identidad.

Entonces los trabajos básicos empíricos que hice sobre religión popular, exvotos, ferias y fiestas incluidas, carnavales y también sobre telenovelas, fueron años dedicados específicamente a eso. Por ejemplo, para religión popular, dedicamos dos a tres años completos a estudiar la religión popular. Para las ferias fueron cuatro años y medio y para las telenovelas fueron siete años. Me dedique prácticamente a estudiar todo esto.

Entonces esa es la primera. Te decía yo que había dos cosas. La primera yo creo que me ha funcionado muy bien, han funcionado otras fuentes también en la medida en que permiten pensar de manera dinámica y de manera tensional, la forma cómo se han construido las identidades y sobre todo que nos permiten entender cómo se han ido construyendo, nada más cómo son sino cómo se han ido construyendo.

El segundo hallazgo, que es más importante todavía que el primero o igualmente, no sé; es que la complejidad del tipo de informaciones y niveles que se requiere para trabajar los Frentes Culturales, obliga a desenmascarar, según mi punto de vista, una actitud que hemos adoptado y copiado de otras partes del mundo, una actitud que corresponde a una forma de organización para producir conocimientos.

Si bien la primera afecta lo que yo apuntaba que era tratar de trabajar una categoría teórica y metodológica que nos permitiera entender nuestra composición cultural, la segunda afecta la forma de producir ese conocimiento y también puede que sea más importante que la primera o igual, porque hemos adoptado en nuestros países, hablo de América Latina, hablo de México particularmente, una forma de producir conocimiento que es profundamente vertical y autoritario, donde la información que se genera se acumula, se regatea, se carroñea y donde, de vez en cuando, siempre hay en nuestros países, decimos en México, hay garbanzos de a libra, hay maicitos de kilo, cada semilla, donde hay grandes teóricos y grandes filósofos; Pero, nada más ellos.

En nuestros países no hemos sido capaces de generar una masa crítica de personas que estemos entrenadas para generar los conocimientos que necesitamos. Como países hemos sido siempre, lo he dicho muchas veces, dichos desde afuera, contados desde afuera, leídos desde afuera, narrados desde afuera y nos han dicho cómo debemos ser y cómo hemos sido y cómo queremos ser. Mi propuesta es que mientras sigamos adaptando y adoptando de manera totalmente acrítica esa forma de relacionarnos, con el conocimiento, nunca vamos a dejar de estar atrás, atrás de la tecnología del conocimiento.

Entonces yo creo que no se puede separar, como ya te lo decía, la forma en que nos organizamos para producir conocimiento, del conocimiento mismo y en los casos la estructura mexicana o latinoamericana me parece patética.

Tampoco me he dedicado, por supuesto, a difundir mundialmente "urbi et orbi", las bondades del concepto o la categoría de Frentes Culturales, sino mas bien los últimos 18 años me he dedicado junto a Jesús Galindo, a promover culturas de investigación. Entonces yo creo que para mí, a pesar de que al principio no lo entendía tan claramente así, a partir del 85 empecé a verlo mejor ya que me mudé para Colima. Digamos, la forma de hacer investigación utilizando frentes culturales implica una organización horizontal en red para asumir un proceso de distribución de inteligencia, inteligencia distribuida donde los resultados son de todos, donde en esa red opera cada quien según lo que pueda dar y a cada quien según lo que requiera, pero con un objetivo. Nada más tendría que agregar a esta propuesta así ya elaborada, un poquito con más tiempo, los movimientos culturales.

La dinámica de las estructuras simbólicas de nuestros países es tan compleja, desde el punto de vista de los Frentes Culturales, que implican necesariamente una estructura organizacional de red donde los beneficios y digamos toda la red, las herramientas, los soportes materiales, los conceptos, puedan ser distribuidos entre un montón de gente. Y nada más hago la referencia de lo que allá se llama cultura de referencia. En México es diferente pero no mucho más que en otras partes de América Latina. Menos del tres por ciento de la población nacional llega a la universidad. De esos, muy poquitos terminan la carrera y de esos muy, muy poquitos terminan una tesis donde hagan investigación. Entonces son países que no están apostando, no han apostado directamente por la investigación. El producto interno bruto que se dedica a la investigación necesariamente da risa. La cantidad de doctores o doctoras especialistas en producir investigación de esa especie es precisamente irrisoria respecto a las necesidades que tendríamos y también, al mismo tiempo, no hemos generado una actitud asertiva, riqueza de la cual es digna la sociedad, quiero decir los grupos sociales, las organizaciones sociales, las empresas, los propios gobiernos, de lo importante que puede ser y que es de hecho la labor que podemos hacer las universidades.

Entonces, fue muy largo pero me refiero a que eso es para mí el mayor aprendizaje. En mis 18 años han sido básicamente esos dos hallazgos.

M.G.- La noción de frentes culturales supone el abandono de la idea de que la sociedad está formada -digamos- por clases sociales, definidas por su posición en relación a los medios de producción. Una suerte de dogmatismos tanto de la derecha como de la izquierda. ¿Estarías de acuerdo, bueno no sé si es que has visto, pero a mí me da la impresión de que en algún momento ciertos espacios de investigadores, tal vez sin mucha experiencia, han empezado a utilizar este tipo de teorías para apologizar las culturas populares desvinculándolas de su dimensión política?

J.G.- Mmmmm pues sí, la verdad es que conozco poco, en sí no te digo básicamente a promover culturas de investigación, entonces de repente me sorprende que haya gente que trabaja con Frentes Culturales o le han servido. Me ha pasado en algunas partes, una vez en Brasil También. Yo creo que sí, Frentes Culturales es un concepto abierto, yo lo considero como un concepto abierto, eso quiere decir que solamente se puede ver de manera sistémica, es decir con relación a otros conceptos específicos dentro de los cuales tiene utilidad y puede ser usado.

De ninguna forma es un concepto como para cambiar otros, como "ahora suena mejor éste de moda", "ahora son las mediaciones". ¿No?, "ahora son las culturas híbridas". Yo sí creo frente a culturas híbridas, por ejemplo, cuando me preguntaban, que es un concepto que tiende a trabajar un poquito más densamente la información, más que de calar o describir una situación mixta, que de seguro siempre ha sido mixta y compleja, yo creo que si el propio uso de Frentes Culturales o de cualquier otro concepto, que de repente entran de moda tan fácilmente en nuestros países, toca la segunda parte de mi descubrimiento esa estructura vertical y muy débil, muy muy débil, frágil y autoritaria -por muchos lados- de generar conocimientos.

De repente ayuda a algún iniciado a algún "Dios Local" que dice "Yo soy Bourdieu aquí". Entonces revelan el conocimiento a todo el mundo y la gente "buena". Entonces como hay poco trabajo, hay poca reflexión, hay poca discusión, yo sé también que mis textos en los últimos tres o cuatro años que he publicado, a la gente no le acaba de gustar, sobre todo a los iniciados, no les gustan.

M.G.-¿ A los iniciados dices?

J.G. A los sacerdotes de la investigación no les gusta. En parte porque pueden ser flojos, pero no, no. Recibo críticas, más bien nos han dado una crítica directa, es como... yo trato, no de denunciar sino, de mostrar una situación en la cual es muy fácil, muy muy fácil volverte privilegiado y volverte el que flota encima de todo el mundo. Publico una obra con un nuevo título y la gente ¡uaauuu!. La gente dice: "¿no has leído el último libro de fulano?" ¡éste!. "¿No?, pues entonces estás muy mal".

Entonces eso hace que tengamos un crecimiento académico profundamente acrítico. Entre los propios investigadores no hay crítica, hay glosa y yo lo he dicho así, tú me invitas, yo te invito, tú me citas yo te cito y ahí nos vemos, pero crítica no hay. Tenemos poquísima crítica o nula. Tenemos muy poco oficio de investigar, somos rolleros pero hasta el moño. Pero la construcción densa, rica documentada multidimensional del tamaño de la información y el tipo que requerimos para poder reconstruir nuestras psicologías simbólicas hacia actos menos posibles no hay.

Yo creo que sí, me ha tocado dos veces por ejemplo que sí, comentaba con alguien que está usando Frentes Culturales como para pegarle a algún otro concepto, pero no es el chiste ¿no?. No se puede usar Frentes Culturales sino como un concepto ¿qué sé yo?, abierto. Solamente funciona de manera adecuada, potencialmente rica cuando está conectado con otros conceptos básicos.

M.G.- ¿Cuál sería entonces la dimensión política de la propuesta?

J.G.- La dimensión política no es inmediatamente política, es una dimensión que apunta a lo total, total organización de la vida académica y de la vida intelectual. Desde hace 18 años lo que empezamos en México y ahora se sigue andando por otras partes, es trabajar en redes, descubrir un país, salir de México que es como el ombligo del país ¿no?. Me fui a Colima que es un lugar muy pequeñito, sin ninguna tradición académica de nada. ¿Te das cuenta que hay una como actitud, como una pesadez que está ahí, de usufructuar el lugar académico que la gente tiene no?.

Entonces La gente no tiene ni idea para lo que sirve, de lo que tú haces, te dice: "Oi que interesante usted es investigador, hombre de la universidad, ¡qué bien! Bienvenido, venga usted". Pero no tenemos tampoco qué decir en muchas ocasiones, es decir, en otras palabras, hay poca autoestima intelectual por parte de nuestros colegas, no personal sino intelectual. Entonces la dimensión política es inmediatamente política porque lo que toca es la forma de organizarnos, la manera de organizarnos para generar conocimientos que no la vemos porque con ella vemos y no nos damos cuenta, gracias a ella, de que no nos damos cuenta, pero así opera.

Cuando uno interviene en esto hay menos tiempo para publicar y para volverte muy famoso y hay mucho más tiempo para trabajar con mucha gente donde de suyo nadie trabajaría, porque no es importante. Termino esta parte. Te digo, me encontré en el país desde Colima, bueno, si no todo México pero muchísimas, decenas y decenas de universidades de México y otras partes de América latina y por ahí. Me encontré con cientos de profesores y profesoras brillantes, cientos de estudiantes y estudiantas brillantísimas condenados a la más gris de las grisuras. Nunca va a ir ningún santón, ninguna vaca sagrada a esa universidad porque ¿quién les va a dar?. Ni siquiera se pueden pagar, nunca va haber bibliotecas fundamentales, ni útiles para esa gente. Nunca habrá quien pase por ahí.

Entonces una solución política para mí, directamente es trabajar en redes horizontales donde cada quien pueda obtener lo que requiere y donde mucha gente. Cada quien pueda dar lo que tenga nada más a lo loco, eso requiere una forma de auto organización o sea, en otras palabras, si me preguntas por la apuesta política, apuesto por la auto organización y por la regeneración del mundo académico que yo sé que sociológicamente es una utopía. Pero utopía es una potencia. Es trabajar de abajo para arriba o sea, no nos interesa generar garbanzos de a libra, yo sé a que a mí me ven y me tratan -tal vez- como a vaca sagrada o como igual que otros grandes. Yo no me siento así, pero sí sé mas bien que lo que sí hemos generado en 18 años, y cada vez más, es el principio de una masa crítica o sea un número mínimo estimulado de personas que están trabajando constantemente en contacto con su realidad en sus lugares y utilizando las tecnologías de mayor alcance que tenemos ahora, desde un punto de vista distinto.

Esa es la propuesta, para mí política, de trabajar de abajo para arriba y trabajar en redes. Por tanto, te digo, no aceptamos ni Galindo ni yo que empezamos eso y ahora somos muchos más; no aceptamos ningún puesto académico importante ni participamos en ningún tipo de esas cosas. No nos interesa. Estamos trabajando hacia los lados. Entonces se vuelve, por una parte, como de momento, como una posición complementaria... "qué bueno que están los santones". Te pongo el ejemplo de Octavio Paz. Ganó el Premio Nóbel de Literatura, un gran escritor, un gran poeta amado, lector arduamente leído por mucha gente. Otros ni lo leen pero igualmente lo citan. Es un símbolo. Pero...¿cuántos más?, ¿dónde están los demás?, ¿dónde está el semillero?, ¿dónde está la masa crítica de otros que pueden hacer como Paz y mucho más?. Entonces me dicen "¡no!, es que la cultura es elitista, el conocimiento es solamente de los iniciados". Y yo digo: "pues, ¡sí es posible!". Pero yo prefiero mejor trabajar hacia los lados donde la masa crítica, digamos el número mínimo estimulado de gente que pueda saltar, no sea uno sólo tan alto, sino muchos más para arriba, ¿no?.

M.G.- En tu exposición, el primer día, hablaste del concepto de cibercultura ¿Podrías explicarnos rápidamente en qué consiste?.

J.G.- Si, otras de las cosas por las cuales Frentes Culturales nació hace muchos años es por la satisfacción específica de la actualización sobre la cultura. Había un preconcepto de cultura, que es un concepto decimonónico de hace dos siglos, que se refiere a ayudar a vernos, nos deforma, es un tipo de realidad que es mucho más rígida, mucho mas textual, mucho más predefinida. Prefiero hablar cada vez más de ecologías simbólicas. Prefiero, nada más por cambiar de palabras, sino porque creo que estamos enfrentándonos a realidades cuánticas, según a realidades unidecimales, y tenemos conceptos newtonianos muy rígidos, muy lentos, lerdos, Entonces, cibercultura, por supuesto no es original, es un intento de nombrar provisoriamente un tipo de realidad de conocimiento, un tipo de realidad política, un tipo de realidad organizativa, un tipo de realidad cognitiva que necesitamos -como sociedades- desarrollar.

Cuando la gente dice y creo que con razón, Castells es uno, pero por un lado algunas gentes más lo han dicho; estamos aún en la sociedad de la información y la sociedad del conocimiento y eso quiere decir -en pocas palabras- no es que se haya obviado el acceso a los medios de producción del capital, particularmente la tierra, fábricas, herramientas, sino que cada vez más la economía mundial opera en función de dos categorías de manera igualmente muy esquemáticas: los que producen conocimiento y los que usan conocimiento o, en términos cibernéticos, las terminales inteligentes y las terminales tontas.

Por la propia historia de nuestra colocación de países en la economía del mundo, somos países periféricos o semiperiféricos junto con África, partes de Asia y algunas partes de Europa del Este. Nos toca una posición muy complicada. Esa posición que siempre hemos tenido, que nos narran desde afuera, que nos digan desde afuera. Y a nivel de políticas estatales, ¿para qué queremos hacer investigaciones si ya nos las hacen?. Si hay gringos que hacen investigación, ¿quien quiere inventar, inventar un coche López o la nave espacial Rodríguez?, no, no, no. ¿Para qué?, Eso ya está inventado. Hay que adaptarnos ¿no? y eso creo que los gringos llaman una "digital bytes", una brecha digital impresionante.

Entonces cibercultura es un concepto abierto, de categoría abierta, que se compone de tres cosas, desarrollamos cibercultura cuando logramos desarrollar tres, simultáneamente tres tipos de otras culturas. Una cultura de información. En nuestro continente, nuestro submundo, como se quiera llamar por nuestra historia colonial de jodidos colonizados, no tenemos cultura de información. Si hay bajísima cultura de la información la gente no sabe qué hacer con la información, no la acumula, no sabe cómo trabajar con ella. Yo no me refiero a usar máquinas, debía haberlo dicho antes, cibercultura no tiene nada que ver con trabajar con computadoras. Tiene que ver con desarrollar culturas de información. Tiene que ver con desarrollar culturas de investigación, ¿no?. Nada más ver un hallazgo, te puedo decir esto es un hallazgo.

Los profesionales de la investigación tienen una bajísima cultura de la investigación. Saben usar una o dos técnicas cuando mucho y todo les parece digno de un sondazo, de un martillazo, de un encuestazo, de un cualitativazo. Y además se engarzan en debates absolutamente estúpidos y estériles, absolutamente estériles. ¿Cuándo no? "yo soy cualitativo, yo soy cuantitativo" y eso es lo que no toca el fondo. ¿Qué es que lo que una investigación puede aportar si es cuantitativa o cualitativa?. No es tan importante si uso técnicas habladas, sino si su sistema de información de categorías empíricas y conceptuales es abierto o cerrado. Si el sistema parte de sí mismo. Pero nadie discute eso, no se discute eso. Se discute si se usa entrevista y si usa esto o lo otro. Cultura de información no tenemos y tampoco cultura de investigación.

Tenemos muy poco. La sociedad misma que nos rodea tampoco tiene cultura de investigación, las empresas no recurren a las universidades mexicanas y latinoamericanas para preguntar: "¿Oye, qué puedo hacer ?" , " ¿Cómo hago para este problema?". No recurren tampoco las ONGs, si recurren, tampoco sabemos qué decirles. No recurren los partidos políticos. No recurre nadie. Somos una telequia, como universidades podemos desaparecer y no pasa nada, eso es horrible, no pasa nada. "Muera, muera así adiós..." Se acabó, ¡ahora van a ser burócratas!, Como si no fuera necesario generar, recuperar nuestra memoria, recuperar un montón de cosas, reconstruir para adelante otras cosas y la peor de todas es que no tenemos cultura de comunicación. Hemos aprendido a ver para arriba y para abajo y no sabemos ver para los lados, no sabemos tejer para los lados.

Pruebas contundentes las damos: nuestra profunda incomunicación entre países como Bolivia y México. No lo de las puntitas, no las cabezas que se comunican de repente, ¡no!. Entre brasil y Guatemala, fíjate, en las posiciones geográficas están más lejos que con Estados unidos y la gente reconoce a la primera de cambio una película que es en New York o si es San Francisco, Los Angeles. Pero no puede reconocer Cochabamba, no puede reconocer Colima, no puede reconocer porque ... ¿Cómo va a ser una película rodada en Colima?, ¿en Toluka?, ¿en otro lugar?, porque ¿para qué es eso?, ¿quién se va a reconocer con esa mierda?. Pero no, es lo bonito, lo chingón ¿no?.

Entonces resumo lo que es para mi la cibercultura. Es el cambio de mentalidad de para representar, para generar, para cultivar, cultivar cultura de información, cultura de investigación y cultura de comunicación. La síntesis de las tres es generar cibercultura y entonces sí podemos someter las máquinas a lo que nosotros queremos y no al revés. Yo creo que el desarrollo sobre culturas es igualmente político en la medida en que no es de votación, ni no sé cuántos. Lo que estamos tratando de hacer es cambiar, cambiar nuestro modo de acercarnos a esas tecnologías que de por sí nos llegan de fuera, nos llegan de fuera y nos llegan ya, la seguridad es un vector, es una fuerza con dirección. No llegó así nada más.

Un ejemplo que lo he puesto muchas veces para los años 30, cuando empieza efectivamente a funcionar la televisión en el mundo, ya había la tecnología suficiente para hacer algo mucho más horizontal y no, la televisión es profundamente vertical, Lo mismo que la radio en su origen. Todo lo que ha habido que hacer para rehorizontalizar un poquito eso, es mucho. Es un poco la idea, desarrollar cibercultura es para mí una estrategia, es estratégico, es como plantar maíz y generar con alimentos porque implica un cambio de mentalidad, en la forma que nos organizamos para tratar con las tecnologías.

M.G.- Una última pregunta. En los últimos años hemos visto digamos -de cierta forma con optimismo- el avance de los sectores subalternos hacia conquistas, hacia adaptaciones, usos y apropiaciones de diversos elementos que nos ofrece este mundo moderno y globalizado. Pero también en los últimos años -particularmente en mi país-y también en otros como el tuyo, hemos visto que la cosa había estado peor; sobre todo cuando vemos en los campesinos una terrible orfandad, una terrible marginación, sobre-explotación, un colonialismo con otros nombres, con otros vestidos etcétera. Parece que la cosa fuese para peor cuando desde la academia pensamos a veces de manera optimista. Pareciera que la realidad es más dura. ¿Qué piensas tú que son los puntos centrales o cuáles son los puntos urgentes ahora en los que la academia puede intervenir para tratar de -no solamente- comprender estos problemas sino también tratar de afectarlos?.

J.G.- Bueno esa es una pregunta complejísima, pero creo yo que también puede ser respondida o sea, no puede, debe ser respondida de manera aterrizada, en cada lugar, no aquí. Si que no puede haber recetas a particulares, pero sí sé por lo menos te lo puedo decir de aventura, que ahora nos embarcamos en la iberoamericana o en México yo me cambié. Ya no fundamos un centro de investigación sino un laboratorio, se llama Laboratorio de Comunicación Compleja, ¿Qué queremos hacer?. Investigar todo lo que podamos sobre nuestras sociedades y nuestras ecologías simbólicas y sobre nuestras ciberculturas. Pero también queremos desarrollar cibercultura, es decir recuperar toda esa tradición a larga -a veces- dispersa y difusa en América Latina de investigación y acción, de lo que llaman en Estados Unidos la etnografía.

La etnografía es donde, en un diálogo bastante complejo queremos investigar comunicación compleja y queremos hacer comunicación compleja, yo creo que en la medida en que las universidades y académicos hagamos de veras lo que se supone que estamos entrenados para hacer.

Estamos haciendo visible lo que la gente puede pedir de nosotros, qué es lo que podemos poner efectivamente en circulación. No basta interpretar el mundo hay que intervenir sobre el mundo. La cosa es intervenir de parte de quien se dice que es folklore, de parte de quien se dice que están subalternos, de parte de quien se dicen subalternos. Entonces eso implica un desarrollo de cultura de comunicación y los académicos, con todo respeto, no estamos acostumbrados ni estamos entrenados a desarrollar, estamos entrenados a llegar a la gente a decirle qué hay que hacer y esa fue la perdición brutal de la izquierda durante un tiempo: "ustedes están enajenados, nosotros sabemos quienes son los malos..." A un campesino no hay que demostrarle nada, no tiene que leer ningún libro especial para saber quienes son los que lo joden, lo tiene clarísimo por generaciones y en cambio no hemos tenido categorías para volver visibles y entendibles otras formas de organización y de comunicabilidad que las poblaciones campesinas o urbanas semiurbanas todas mezcladas, han desarrollado y son útiles o son inútiles.

Entonces no hemos sido capaces de estar a la altura de las formas de la organización de lo que la gente organiza. No tenemos categorías para entender eso. Eso ha sido, insisto yo, como una de las graves no sé si condenas, pero graves errores de las izquierdas latinoamericanas puristas, autoritarias hasta el moño, profundamente verticales, que son incapaces de dialogar. No escuchan. Yo creo entonces que el reto está en saber, en aprender de veras el oficio, de saber hacer honestamente lo que hacemos y aprender a desarrollar, no hacia otros, sino hacia nosotros mismos cultura de comunicación.

No estamos acostumbrados a conversar, sólo a conversar. La semana pasada antes de venir para acá tenía un curso con la universidad, estaban algo así como 25 pro-rectores de América Latina y la Universidad de México. Están con estas gestiones donde les meten un curso de un mes intensivo para prepararlos sobre gestión universitaria, presupuesto además metodología, no sé cuanta investigación. ¿Ya sabes no?.

Entonces la universidad me pidió si podía hacer un taller, el "laboratorio de comunicación compleja". Uno de los productos que estamos haciendo son talleres de intervención para desarrollar cibercultura, les hacemos unos tres tipos de talleres. Entonces pidieron que si podía hacerles conocer sus nombres, que es dificilísimo, porque una cosa es trabajar con profesores y otra cosa es trabajar con funcionarios. Y es increíble el efecto que esto genera en la gente. O sea, no están con la menor idea. Hablo de muchas categorías universitarias, de qué es conversar, a ver... piensen un día de su vida. ¿Cuánto tiempo de su vida dedican a relaciones de tipo vertical?, ¿a dar órdenes? o recibir órdenes y ¿Cuánto tiempo de su día le dedican a conversar, a encontrarse y a conversar, a contemplar. Como nuestras ecologías simbólicas, a pesar de la fecha y a pesar de Europa, siguen haciendo contemplar, ¡observa!. Eso es perder el tiempo y una locura, ¿no?. Y créeme que el balance es brutal. Habrá que hacer un balance como ejercicio. Es impresionante el tiempo nuestro biotiempo que dedicamos a pura relación vertical. Entonces a nivel de políticas culturales, hay menos casas de la cultura, menos teatros de estos que tenemos aquí y más cocheras de la cultura. Que vengan de abajo para arriba no de arriba para abajo. Esa es un poco la idea.

M.G.- El otro día me hablaste de que te gustaba mucho la música el rock, háblame un poco de tus gustos particulares de tus épocas de estudiante.

J.G.- Desde los diez.... a los trece años comencé a tocar el piano exactamente como Charly García, como un animal "Cuando era niño yo era un animal"

Descubrí el piano dentro de mi casa. Nunca quise estudiar. tenía una hermana que es música, que es fagotista. Toca en la sinfónica nacional. Nunca quise estudiar y empecé también por muchas razones existenciales, .... lo que sea..., Si yo no llego al piano, me hubiera muerto. Algo me hubiera pasado, me hubiera muerto, me hubiera matado qué se yo. Salidas brutales son esas ¿no?. A mí me importaba un rábano tocar bien el piano. Sonaba el piano como un animal y un poquito después empecé a hacer unas baladas, unas cosas así. Y por historia de familia tengo buena tradición de gente con buen oído musical, mi abuelo, mis papás, mis hermanos.

Yo tengo muchos años. De mis años todos creo que dos o tres, de los 46 que tengo, he escuchado las mañanitas a cuatro a cinco voces. Entonces empecé a hacer música a los 16 años. Formé mi primer grupo y empecé por la forma. Como me pasa es algo muy extraño, pero me pasa dentro de la cabeza. Puedo ver, separar la música de muchas maneras. Dirigía voces de los grupos.

Entonces hice me gustara muchísimo por supuesto los Beatles, música un poco más compleja también de otras épocas. También música de bandas tipo Chicago, todos los 60 Estoy cumpliendo 14 a 15 años de formas fundamentales, después me solté más y me metí intensivamente a escuchar y hacer un poquito de música más compleja. Ya en el grupo yo hacía muchos arreglos de música más compleja, tipo barroca, clásica o romántica, aplicada a lo que hacíamos. Hasta estudiante de doctorado seguía haciendo música, participaba en los concursos de la universidad.

M.G.- ¿Compusiste alguna vez canciones? J.G.- Si, si, si, canciones y obras más larguitas. M.G.- ¿Grabaste?

J.G. - No, la historia es bien chistosa porque éramos un grupo. Nos invitaban a tocar en la XW La Voz de América Latina, empezaban así. Entonces tocamos una vez en XW dos canciones, una mía y otra del guitarrista que teníamos. Y le encantó a la gente y llamaron por teléfono. En vivo tocamos. Ay qué bien¡¡ qué bien¡¡¡.. "La próxima semana entonces tocan". Porque lo que hacíamos era en español, todas te dan para conectar con la gente, que se nos iba la vida, por así decirte ¿no?. Y regresamos a la semana siguiente, tocamos y les encantó, "nos gustó muchísimo" decían y no sé cuanto.

Bueno muchachos, en dos semanas tocan en "Siempre en Domingo", que allá en México es el programa para el lanzamiento todos los grupos han salido en "Siempre en Domingo". Rocío Durcal, Ricky Martin, todo el mundo se lanzó por Siempre en Domingo y, bueno. Como nuestro objetivo no era ganar dinero, sino era tocar para la gente, escuchar y difundir.... ¡si muy bien, véngase!

Entonces, me dijeron: ¿Están ustedes en el Sindicato verdad?. ¿Cuál Sindicato?. Pos... el de músicos. Para nada, no estamos locos. ¿Qué es eso no?. No pues, es que tienen que estar el Sindicato para tocar, sino no pueden tocar y no pueden cobrar. No, no importa, si no nos importa cobrar, tocamos así nomás. No, no pueden tocar, si no están en el sindicato. Entonces fuimos a sindicalizarnos. Llegué yo allá al Sindicato. Fue una experiencia maravillosa. Llegué al Sindicato Único de Trabajadores de la Música de México, dirigido por Ben Ray, que era un tipo de orquesta, ... de esas bandas para bailar y llegué ahí. Al entrar solamente, fue brutal... porque me encontré con un letrero enorme que decía: "Compañero músico, te esperamos pasado mañana en el teatro no sé qué  para dar nuestro apoyo irrestricto a nuestro candidato a la

Presidencia de la República porque   " Abajo.., "se pasará lista y si no vienen se descontará cuatro días de salario". Al entrara al Sindicato de Músicos digo, ¿Qué mierda es esto?. Seguí caminando y me toca un señor ahí mayor, un poquito gris y me dice: "a ver... toque Do en un piano", y me dice: "a ver qué toca usted?. Tocó el piano y me puso, ...no sé... como 50 notas cifradas. Yo..."no, no voy a tocar". Y me dijo, a ver toque algo, entonces toqué y canté una canción mía y le gustó mucho y me dio licencia de cantante y pianista, y fue la última vez que tocamos juntos.

Entonces me retiré y me vine a trabajar la profesión académica. Así cuando me preguntan, yo soy músico. Esto de la investigación me encanta mucho, me gusta hacerlo, lo hago con placer, cuando me deje de gustar, este... me dedico a la música.

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