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Punto Cero

versão impressa ISSN 1815-0276versão On-line ISSN 2224-8838

Punto Cero v.8 n.7 Cochabamba jul. 2003

 

Artículo

LA CIUDAD TOMADA

 

 

Nelson Martinez E.

 - Comunicador Social

- Maestría en Comunicación en Investigación y Cultura de la Pontificia Universidad Javeriana de Colombia.

- Responsable de la Unidad de Investigación en la Oficialía Mayor de Culturas del Gobierno Municipal de La Paz.

Email: pucarani@hotmail.com

 


"Bolivia no es un país que se puede clasificar como un país de muchedumbres osificadas, ni cristalizadas en su atraso, hay un sentido de la concurrencia histórica y de la iniciativa histórica en el pueblo que es continuo. En la historia de Bolivia, esto se da desde Katari hasta la Revolución Federal, hasta el 52. No son actos de omisión del pueblo. La forma normal de participar es la irrupción de la multitud, la forma boliviana de la participación". René Zavaleta Mercado

INTRODUCCIÓN

Pocas son las oportunidades en las que la gente toma la ciudad como suya, la mayor parte de las urbes latinoamericanas modernas, han transformado su estructura física dejando de lado las calles estrechas de las primeras estructuras urbanas coloniales, para dar paso a las gigantescas avenidas, viaductos y autopistas de alto tráfico.

La modernidad en la arquitectura latinoamericana de la segunda mitad del siglo XX, ha re­diseñado los espacios en algunos casos y en otros, la expansión de la población, ha movido el centro de la ciudad para fragmentarlo en una diversidad de centros donde se inscriben casi todos los servicios básicos; la lógica de la territorialización a servido para acomodar a amplios grupos humanos a lo largo de la superficie física que contiene a las grandes ciudades.

Las transformaciones físicas de la ciudad, derivaron en un cambio de hábitos en el comportamiento humano de quienes la habitan, los flujos migratorios, han dado lugar a múltiples expresiones culturales en la ciudad y la adaptación de ciertos hábitos que dan forma al establecimiento de una variedad de culturas urbanas.

En este contexto algunas investigaciones encuentran en la "cultura urbana" una temática de estudio y línea de investigación en la que confluyen la micro sociología, la antropología urbana, la urbanística, el psicoanálisis, la estética y los estudios de la ciudad como escenario de comunicación.

Esta ponencia tiene como motivación desarrollar algunos aspectos que definen a la ciudad de La Paz, tomando como referencia un trabajo de investigación que se realiza de manera novedosa en toda América Latina, el proyecto "Imaginarios Urbanos" dirigida por el Dr. Armando Silva, con el cual y al igual que otros investigadores de distintos países nos hemos encaminado en la búsqueda del "ser urbano".

El presente trabajo pretende delinear algunos rasgos identificatorios que caracterizan y distinguen a esta ciudad en relación a otras del continente, y además las formas de apropiación que practican sus habitantes. Este ensayo descriptivo e interpretativo no busca profundizar en la esencia de cada fenómeno urbano, sino nombrarlo como clave de lectura de la ciudad de La Paz.

LA CIUDAD AMERICANA

Las ciudades como las conocemos hoy en día surgieron con la llegada de los españoles, si bien se tiene antecedentes de ciudades precolombinas como Tiwanaku, Machupichu o Tautiwacan, lo cierto es que los españoles impusieron un modelo que no se ha transformado hasta nuestros días, es decir de estructura cuadricular.

Todas las ciudades en la América colonizada por España se han sometido a este modelo, que tiene como antecedente las ordenanzas del siglo XVI de Felipe Segundo y luego de Carlos V sobre cómo debían ser las ciudades en estas tierras1. Mientras en la Europa medieval las calles no eran serpenteadas para permitir escapar de las escaramuzas o confrontaciones callejeras, las ciudades especialmente de Sud América y México optaron por cuadricularlas, ubicando en el centro una plaza y en uno de sus lados la catedral y el cabildo o municipio.

Esta forma original se ha mantenido en la disposición de los espacios físicos, surgiendo a lo largo de la historia una serie de formas arquitectónicas, estilos o apreciaciones estéticas que transformaron los edificios y construcciones manteniendo el esquema cuadriculado como rasgo representativo.

De esa evolución, el casco central de caraterísitcas coloniales, ha permanecido como estructura identificatoria de la ciudad antigua.

En la actualidad, pocas calles del llamado "casco histórico" son el vestigio del pasado histórico de las ciudades coloniales y símbolo identificatorio de las urbes americana2. Algunos de estos lugares patrimoniales en las últimas décadas, han desaparecido por el efecto de la "modernización" y otras se han sometido a un régimen de preservación patrimonial con grandes esfuerzos e interesantes resultados3.

La acción decidida de aquellos municipios preocupados por preservar el área histórico de la ciudad, conjuntamente con instituciones públicas y privadas, han propiciado en algunas ciudades, que esos espacios cambien de carácter, de casas familiares a centros culturales. El cambio significa una transformación de la función de estos espacios en favor de la preservación del patrimonio arquitectónico de la ciudad.

Sin embargo en otras urbes la situación ha sido distinta, los espacios patrimoniales fueron descuidados, la sucesión de los propietarios no ha respondido a otro interés que el usufructo del espacio físico, los monumentos patrimoniales de la arquitectura de la ciudad, tuvieron que someterse a los deseos y posibilidades de sus propietarios, es en este sentido que fueron derrumbados, destruidos y remodelados sin un criterio de preservación, primando el uso funcional de sus ambientes.

LA CIUDAD TRANSFORMADA

Los cambios físicos en la estructura urbana respondieron, inevitablemente, a los caprichos de quienes la habitaron, sin que medie en ello ningún criterio de orden patrimonial, sino de libertad de acción sutentada en el principio de propiedad privada.

La principal causa, que ha dado vía libre a los cambios en la estructura física de calles y casas, fue la necesidad de "ocupar un espacio" y no de habitar en un sentido armónico con la naturaleza y las posibilidades de los suelos.

El crecimiento urbano se debe a dos factores primordiales: la explosión demográfica, reflejada en la alta tasa de naturalidad y la migración campo – ciudad que se dio a lo largo del siglo XX. Estas son las causas principales por las que las ciudades americanas crecieron desproporcionalmente. A esto se suma la falta de previsión de los municipios con relación a la aplicación de políticas de planificación urbanística y preservación del patrimonio tangible y natural.

Este crecimiento se debe a dos factores primordiales: la explosión demográfica, reflejada en la alta tasa de natalidad y la migración campo - ciudad que se dio a lo largo del tiempo: Estos dos aspectos, fueron los principales factores por los cuales las ciudades americanas crecieron sin control. A esto se suma la falta de previsión de los municipios con relación a la aplicación de políticas de planificación urbanística y preservación del patrimonio tangible y natural.

Estos fenómenos de carácter socioeconómico han propiciado una serie de cambios en el diseño de las ciudades, siendo la improvisación y la falta de recursos procedimentales, los factores determinantes para la construcción irracional de la ciudad. El cumplir con una demanda que es desproporcionada, repercute en la forma de gobernar la ciudad. Las posibilidades de las instituciones municipales que son las llamadas a protagonizar los cambios, son pocas, sobre todo cuando no existe planificación estratégica para resolver tales conflictos.

La migración del campo a la ciudad, fue una de las causas para que surja el asentamiento clandestino y el loteamiento ilegal, otro facto fue la carencia de una política clara de vivienda. Estas maneras de ocupar la tierra son el signo común de las ciudades latinoamericanas; su vigencia, no es otra cosa que la demostración del poder de acción de la actitud ilegal frente a la inmovilidad del sistema jurídico y la falta de reacción inmediata de los gobiernos municipales que han demostrado ineficiencia y corrupción en la administración de sus recursos y del uso de poder.

La migración ha sido desde antes de la llegada de los españoles, la característica esencial de los asentamientos humanos en este continente, la crisis de la producción agrícola en la segunda mitad del siglo XX, ha desplazado grandes grupos de la población rural a las ciudades capitales o centros económicos, generándose la crisis de la vivienda. La razón de estos cambios no ha sido otra que la necesidad de mejorar sus condiciones de vida. Esta actitud a tenido repercusión en la constitución o improvisación de lugares para habitar.

En la evolución de las ciudades, los migrantes fueron factor muy importante en la construcción de una cultura ciudadana formada en el constante proceso de mestizaje e hibridación cultural que se dio en toda América.

Desde una mirada particular, la expansión de la ciudad, trajo nuevas estructuras en las vías de comunicación terrestre y la desorganización de la sociedad, alentó la incorporación del transporte masivo y con ello la modificación de algunos comportamientos de las personas.

El mayor impacto en la complejización de la vida urbana y ciudades con más de 4 millones de habitantes, tiene su efecto en las actividades de socialización, al existir mayores distancias entre un punto de trabajo y las zonas residenciales o habitacionales, se ha propiciado una serie de alteraciones en la interacción social, el uso del tiempo libre, y las actividades de recreación 4.

El encuentro casual en las calles con amigos y familiares, en urbes con alta densidad de habitantes se ha reducido de forma considerable en la medida en que la ciudad se convierte en un campo de desplazamientos de largas distancias.

Las grandes vías de transporte urbano sirven de medio para el desplazamiento de miles de personas de un punto geográfico a otro, pero impiden el acercamiento entre una vereda y otra, en aquellas megaciudades donde hay paradas del metro o de auto buces, estos lugares se convierte en el punto de encuentro para el intercambio efímero con conocidos donde se intercambian palabras, si el tiempo lo permite.

La masificación del transporte a causado la pérdida del contacto social en el lugar donde se vive, los barrios se transforman en simples calles y no son espacios de encuentro, diálogo y socialización.

Poco a poco se ha perdido el contacto con los vecinos y de alguna manera con los parientes, estos contactos interpersonales se han visto mediados por la tecnología comunicacional (teléfono, e-mail y celulares), Modalidad de comunicación que impide el aislamiento, pero sustituye el contacto físico.

Otros son los ámbitos en los que se propicia la socialización, se ha pasado del barrio a la oficina, los restaurantes, cafés, bares y los lugares de paso obligado como la parada de buces, del metro, etc.

Estos cambios de comportamiento de una ciudad pequeña y familiar a una ciudad gigantesca y despersonalizada, influyen en el estado de ánimo de sus habitantes, sus hábitos, ritos, mitos y actitudes.

Pareciera que en las grandes metrópolis las personas viven para transportarse, dinámica que las incomunica. El autobús o la cabina del metro son un habitáculo con el que se salvan distancias, sirve para el descanso luego de las largas jornadas de trabajo y en esos lugares sólo se espera llegar a destino en la mayor parte de los casos.

En este modelo de ciudad donde la tecnología desplaza a otras modalidades de interacción social, el tiempo libre se reduce y cambia de escenario; se circunscribe al hogar, a la intimidad y a un circulo cada vez más reducido de amistades.

El crecimiento urbano ha transformado el concepto de comunidad por soledad e individualismo en países ricos y pobres sin distinción de ninguna clase; el alejamiento se convierte en aislamiento cuyo extremo es el autismo social.

Quizá esta descripción sólo expone el lado oscuro de muchas capitales de América Latina y de otros lugares del mundo, sin embargo es un imaginario de la ciudad, que impresiona al observador visitante o local, y se ha convertido en una tendencia que es cada vez más creciente.

LA CIUDAD DE LA PAZ ESCENARIO DE ENCUENTROS

En el caso específico de la ciudad de La Paz el panorama es totalmente opuesto a la imaginario de aquellas ciudades del continente que se han optado por la "modernidad", la sensación que ofrece esta ciudad dista mucho de una urbe ordenada, donde los automóviles son más importantes que las personas, o las avenidas semejan a ríos que dividen la ciudad en sectores, el flujo vehicular en ellas no permite ver a los ciudadanos por esas vías. La Paz es cosa distinta.

La ciudad andina de Chuquiago, con una densidad poblacional mayor al millón de habitantes5 vive una realidad diferente al resto de muchas ciudades del continente.

Al interior de una gigantesca hoyada y por debajo de la meseta altiplánica, rodeada de montañas conectadas a la Cordillera Real de los Andes, La Paz indoamericana y mestiza acoge a miles y miles de personas en las calles del centro de la ciudad y otros centros de alto tráfico6 . Esta urbe no ha sido hasta ahora avasallada por la "modernidad" a la que hicimos mención.

El sistema de transporte masivo, es distinto a las de otras ciudades. No existen trolebuses pero sí muchos minibuses que congrega a unos quince pasajeros, apretados en espacios que sólo permiten sentarse, donde el contacto físico entre las personas es inevitable, las distancias son relativamente cortas, no sobrepasan los 45 minutos7 en el caso de no haber bloqueos o marchas.

Las calles son pequeñas y cortas en el eje troncal y las avenidas escasas; el flujo vehicular es denso y caótico y en las aceras circulan con dificultad una enorme masa de gente que se entremezcla con la gigantesca cantidad de comerciantes ambulantes desperdigados por las principales arterias.

De las transformaciones ocurridas en el espacio urbano paceño, sobresale la proliferación de construcciones altas con edificios multifamiliares o de oficinas en una parte central de la mancha urbana y una proliferación de pequeñas viviendas en las laderas que rodean la hoyada.

Una parte de la población circula en el eje troncal y todavía se desplaza caminando por las calles que mantiene una densidad significativamente alta de transeúntes, esto permite el encuentro con conocidos, familiares y amigos. Las calles no solo se usan para transitarlas también para conversar, iniciar negocios, intercambiar direcciones, son lugares de encuentro, espacios de "estar"8 , desencuentros, conflictos, protestas, enamoramiento y seducción.

LA CIUDAD TOMADA POR SUS HABITANTES

En comparación a otras ciudades de Sud América, La Paz se caracteriza por ser una ciudad que es contantemente escenario de acontecimientos sociales, políticos, culturales y económicos9 .

Esta es la "ciudad tomada" en sus rutinas diarias, esta relación posesiva es la esencia que la define e identifica, para ilustrar esta relación intrínseca entre ciudadano y ciudad se plantea algunas acciones que se evidencian cotidianamente y definen de alguna manera sus rasgos de identidad.

EL CAOS COMO FORMA DE HABITAR UN ESPACIO

Esta ciudad que es caótica, propone una dinámica diferente en la manera de hacer uso del espacio público, un indicativo tiene que ver con la manera de relacionarnos con el transporte urbano.

Para quien proviene de una cultura urbana donde los lugares de paso entre calzadas están bien señalados y tanto peatones como conductores mantiene un cierto respeto a las normas universales de tránsito, La Paz es otra cosa.

En esta ciudad, se impone una lógica distinta de relacionamiento entre transeúntes y conductores de movilidades, para el ciudadano su ruta interna es más importante que el respeto al semáforo. En las calles las personas se mezclan con los vehículos, el semáforo no es el referente para cruzar de un lugar a otro, los criterios que priman son otros, el peatón mira la conducta de la movilidad y busca la mirada de su conductor para definir sus movimientos con el propósito de sortear al vehículo con habilidad10 .

Si bien existen lugares de paso, éstos no son respetados, el lugar de paso se da en la medida en la cual la persona decide por dónde cortar el camino, entonces confronta a la movilidad más cercana, todos se manejan con sus propios criterios, no es de extrañarse que en esta relación de distancia, aceleración, tiempo y espacio, se descuide el contexto y surja un choque entre las personas que provienen de distintos puntos de partida al cruzar la calle.

Si hay algo que destaca en la actitud del ciudadano en relación con las calles y el transporte vehicular, es su irrespeto. El habitante de esta ciudad andina es irrespetuoso a la presencia de la movilidad en la calle, hecho curioso, puesto que en el común denominador de la ciudades americanas si una persona irrumpe en la calle, el conductor no tiene culpa alguna en un accidente porque se considera una falta del transeúnte.

Esta actitud irrespetuosa impuesta por la costumbre, reivindica a las personas como más importante que los vehículos, situación que se da en ciertos lugares de la ciudad, donde el flujo de personas es considerablemente alto11.

La sensación de caos se hace patente cuando vemos las distintas formas de cruzar y hacer uso de las calles en el centro de la ciudad.

Por las aceras estrechas e irregulares, la gente se confunde en una enorme masa que circula de un lugar a otro, caminando comúnmente por la vereda, desbordando las calles, esto se combina con la cómoda manera de caminar de los habitantes que prefieren hacerlo en grupo de dos, tres o cuatro en forma lineal.

Caminar por las calles de La Paz es como estar en una lenta carrera de obstáculos, los apurados deben arriesgarse a competir con los carros que circulan al lado suyo.

LA ODISEA DE CAMINAR EN LAS CALLES PACEÑAS

El caos reinante tiene varios componentes, otro factor que lo propicia tiene que ver con la ocupación del espacio público por parte de los comerciantes ambulantes, estos son un ejército de hombres, mujeres y niños que se asientan en las aceras, instalando sus puestos de venta de misceláneas tomando posesión de la ciudad.

En muchos casos son familias enteras que hacen de las calles su hogar y negocio, es un escenario público y abierto, donde se confunde la tienda con el hogar, usan el espacio para atender al cliente, tener contacto con sus familiares y amigos, allí comen, educan a sus hijos, que hacen tareas y aprenden la vida desde las calles, sirven de cobijo y urinario. La dinámica familiar se realiza sin puertas, paredes ni ventanas.

El comercio informal ha transformado las calles en mercados de paso, en ellas se encuentra desde limones hasta CD para computadoras. Esta ocupación arbitraria ha empujado al transeúnte de la acera a la calle, por lo general el centro de la ciudad está ocupado desde las ocho de la mañana hasta las once de la noche, con horas pico a medio día y al empezar la noche.

El ciudadano forma parte activa del paisaje urbano, las calles son escenarios donde se recrea una infinidad de tramas, unas espontáneas otras planificadas, pero todas son expresiones auténticas. En esta metáfora de la ciudad como teatro, los actores reproducen todos los géneros, como la comedia, drama, romance y la guerra.

La vida cotidiana de esta ciudad se encuentra en sus calles, un amplio sector de la población económicamente activa se mueve por las arterias principales de la urbe paceña haciendo de ellas una ciudad viva. La Paz puede ser considerada eminentemente pedestre.

Pero este panorama cotidiano no queda allí, La Paz no puede ser vista por fuera del conflicto social, donde las calles se transforman en escenarios de lucha y protesta.

EL ESCENARIO DE PROTESTA

Desde el cerco indígena de 1781 hasta la fecha, ha sido un escenario de marchas, bloqueos y enfrentamientos entre la población civil y las fuerzas del orden. Desde una perspectiva histórica la confrontación ha tenido como actores principales a indígenas, Central Obrera Boliviana, organizaciones de campesinos, maestros, fabriles, gremiales, comerciantes y como antagonistas la fuerza pública que ha representado siempre a los gobiernos de turno. Las principales calles de esta ciudad fue y siguen siendo el lugar de expresión, protesta y represión.

La Paz es sinónimo de marcha, ocupación de las vías para expresar la inconformidad ante las medidas económicas y sociales de los partidos políticos en ejercicio de gobierno. En este sentido el nombre de la ciudad es opuesto a su función. La Paz no es sinónimo de paz, es sinónimo de conflicto.

Aunque la protesta callejera se ha convertido en una práctica común en todo el territorio nacional, acá las marchas, manifestaciones o bloqueos se realizan a lo largo del año y esto refleja la vocación de todos los sectores de apropiarse del espacio público y ver en él un medio de expresión ante la autoridad, un medio para demostrar poder.

En este país se mide el nivel de convocatoria basándose en la cantidad de personas en las marchas y concentraciones, los medios de comunicación se encargan de ser el termómetro.

Llenar la Plaza de San Francisco es una importante medida de poder para los partidos y líderes políticos, la práctica que data del siglo XVIII se mantiene vigente.

En los últimos años las manifestaciones políticas multitudinarias fueron las que marcaron la visión de esa ciudad como sede de gobierno, como ejemplo basta recordar el "condepaso" que marcó un antes y un después del populismo indígena- mestizo- urbano; así como la llegada a la Plaza de San Francisco del Dr. Hernán Siles, cuando regresó del exilio, marcó el reencuentro con la democracia.

LA CIUDAD COMO ESCENARIO DE LA FIESTA

Un otro elemento que define el uso del espacio público, son las fiestas folklóricas que tienen como escenario, también, las calles de la ciudad.

En el calendario anual de fiestas de La Paz, el Carnaval Paceño, la entrada del Gran Poder y la Entrada Universitaria son los acontecimientos sobresalientes, por la enorme cantidad de público que atraen, se estima que en la festividad del Gran Poder, sobrepasan los 500 mil espectadores presenciales y otra cantidad ve estos espectáculos callejeros por televisión dentro y fuera del país, gracias a la transmisión por satélite.

La fiesta folklórica como tal, no sólo se limita a estas tres, en todo el año y en diversas partes del municipio paceño se realizan más de 50 festividades callejeras sin contar los "prestes" que se dan como una forma de presencia y reconocimiento social y pueden realizarse en espacios públicos como privados. La expresión folklórica ha trascendido a todas las clases sociales y ámbitos de socialización.

Las danzas folklóricas se manifiestan en la escuela, las fiestas familiares, el barrio, o forma de organización social, en todas ellas, se baila como manifestación explícita de disfrute de la fiesta.

Este tipo de manifestación en la vida social se plantea como una importante instancia de interculturalidad, es de los pocos elementos que sirve de enlace, encuentro o denominador común para ejercer un sentido de identidad colectiva con lo nacional.

Esta faceta de la sociedad, deja de ser un hecho anecdótico cuando se transforma en un bien cultural que otorga identidad, es así que los bolivianos residentes en otros países, como Argentina, Estados Unidos, Canadá, etc. son reconocidos por otras culturas a través de sus bailes y danzas folclóricas. Así como los caribeños son identificados por la salsa o el merengue, los bolivianos somos reconocidos por la saya o la diablada.

Este fenómeno que es reciente, tiene que ver con el "boom" de lo folklórico que surgió con el Gran Poder. La festividad del barrio de Ch'ijini, donde se inicia esta práctica, fue la causa para que se pusiera de moda el bailar danzas folclóricas, esto contagió a distintos sectores sociales que desdeñaron este tipo de manifestaciones y a la que en algún momento calificaron despectivamente de "chola o india".

La fuerza expresiva de esas danzas, de carácter mestizo sedujo a aquellas clases sociales que la rechazaron y se volvió un bien común. Aquellos que la negaron más tarde se sumaron a ellas hasta hacerla parte de su identidad nacional.

Lo folklórico ha permitido un acercamiento entre el cholo mestizo y el blanco, también mestizo, pero no es la única instancia de práctica común, hay tradiciones, ritos acciones culturales que se han hibridado entre los componentes sociales de esta ciudad, sin embargo, la danza se ha convertido en un elemento homogenizador antes que integrante, no ha disuelto las relaciones de tensión y conflicto que se mantienen vigentes por la discriminación, el racismo y la intolerancia del dominante, pero también ha servido de discurso identificatoria para ambos.

Desde la aparición del Gran Poder la música y la danza folklórica se apodera de las principales arterias de la ciudad, para dar paso al mayor espectáculo callejero de los andes.

La fiesta, con su dinámica propia, es otro componente constitutivo del ser urbano en La Paz y desde mi punto de vista, uno de los más importantes. Aquí se expresa el imaginario paceño, puesto que esta ciudad es también sinónimo de fiesta, así como de protesta, comercio, centro ritual, vivienda y lugar de espectáculo público.

En la fiesta, la sustancia principal es la danza folklórica, en ella se concentra la diversidad cultural y las relaciones de interculturalidad entre el blanco mestizo, el cholo y el indígena. Al ser partícipes de la danza, los bailarines se convierten en actores que logran establecer un lugar común donde la música y el movimiento del cuerpo son sus códigos establecidos. A estos componentes en constante evolución, se suman otras formas de expresividad reflejada en el vestuario, los pasos e interpretaciones musicales, que en su conjunto no es otra cosa que una comunicación espiritual consigo mismo, con su cuerpo, con "el otro" ya sea acompañante de baile y el público espectador.

Esta manifestación se escenifica en la ciudad, en su ejecución se manifiesta el goce del cuerpo, al mostrarlo y moverlo en público. Se trata de un acto ilocutivo que se expresa en los ejecutantes del baile y también perlocutivo en los espectadores que presencian y se integran al completar la puesta en escena no como simples observadores, sino como co­partícipes de la producción de sentido. Es una demostración pública de comunicación donde lo verbal pasa a un segundo plano y lo corporal - gestual es la expresión fundamental.

Las fiestas folklóricas se han popularizado tanto, que en la actualidad atraviesa todos los estamentos de la sociedad nacional y paceña, toda celebración, en cualquier grupo social, acude a este género musical para llegar al disfrute de la fiesta. Lo que surge como adaptación y re- interpretación de las fiestas de los españoles, los mestizos lo ejecutan con ritmos y colores propios, de esa convinación surge la morenada, el caporal y otras danzas que a finales del siglo XX son coptados por la sociedad como un símbolo identificatorio.

El baile es una forma de mostrarse, se ejecuta para ellos, tiene mucho que ver con una práctica de autoestima, pero en el otro extremo, es un acto narcisista. Las motivaciones pueden ser múltiples, reales e irreales, se puede bailar por bailar como también por devoción, fe, creencia y gusto de bailar.

El bailar se convierte en un antídoto a la pobreza que alienta las manifestaciones de protesta en la ciudad, es "lo otro" que permite seguir viviendo en la adversidad.

LA CIUDAD RITUAL

En toda ciudad sus habitantes practican y olvidan rituales con el paso del tiempo, La Paz no es una excepción, sin embargo a diferencia de otras ciudades andinas, esta es la única que preserva ritos que tienen como origen la tradición precolonial. De toda la diversidad de ritos que se producen en la ciudad, los de origen aymara son los más comunes y arraigados, su máxima expresión se evidencia en la feria de Alasita12.

Esta feria de origen indígena, que se instituye desde 1871 como acontecimiento urbano13 , se ha convertido en un fenómeno de tradición que convoca de forma masiva a una enorme cantidad de población con ritos vigentes hasta nuestros días.

Con la creencia en el "Ekeko", se han instituido una serie de actos rituales que van desde poseer una miniatura que refleje los deseos, hasta practicar ritos consagratorios como la bendición y la ch'alla con sacerdotes católicos, aymaras o callawayas.

El comprar miniaturas o "hacer bendecir" a las 12 del mediodía del 24 de enero, es la expresión ritual más importante que práctica la ciudadanía como demostración de fe en la manifestación más importante de la religiosidad popular paceña y el escenario no es otro que las principales calles de toda la ciudad, siendo los más utilizados: Plaza Murillo, San Francisco y Centro Ferial.

Cada 24 de enero la ciudad es tomada una vez más por sus habitantes para dar vida a la tradición, aproximadamente 700 mil personas detiene sus actividades cotidianas para pedir al Dios de la abundancia, riqueza y bienes materiales, expresándose de esta forma los deseos de bienestar y superación.

Esta práctica de religiosidad popular en la que se mezcla lo católico y lo aymara, permite transformar la ciudad como lugar ritual, se establece una comunicación con Dios (como concepto universal) y el rito es el medio para lograrlo.

La miniatura sirve de medio y mensaje de la persona que invoca a la divinidad que adopta la forma de Ekeko o en las formas y figuras de Jesús o Virgen María en la religión judeo cristiana, en la invocación se concentran sus deseos, aspiraciones o ambiciones.

Este contacto espiritual es también efectuado en la calle, espacio público, donde los consagradores pueden ser los mismos vendedores o sacerdotes indígenas. El "mediador" es indistinto, puesto que lo que representa vale más. La iglesia es la calle como también es uno mismo, el mandato es "ser parte de..." y no " estar fuera de...".

A MANERA DE EPÍLOGO

Sin duda varias son las apreciaciones que faltan en esta mirada de la infinidad de expresiones y formas de usar la ciudad de La Paz por parte de sus habitantes, sin embargo, los puntos clave para su lectura e interpretación están presentes si vemos a esta ciudad cómo texto.

Uno de los rasgos más importantes que no se menciona de forma directa en este trabajo, pero no deja de estar presente a tiempo de describir las manifestaciones urbanas, es sin duda, el carácter de ciudad indoamericana que tiene La Paz, este es el rasgo más fuerte y el más complejo a tiempo de hacer un análisis en torno a los fenómenos que motivan ver la ciudad tomada.

En esta práctica de hacer uso de la ciudad tiene mucho que ver su forma geografía tan particular, la hoyada invita a confluir en su centro, provoca e impulsa a sus habitantes a confluir por las ramificaciones del río que dejo su huella y que ahora corre por debajo de ella.

Para Armando Silva es una ciudad extraña con gente de un rostro pétreo, de una vida distinta a la de otros ciudadanos de países vecinos o lejanos, para cualquier extranjero no deja de provocar un sentimiento de extrañamiento y es que esta ciudad es eso y mucho más, es a pesar de todo un lugar donde lo comunitario subsiste ante la sociedad mediática, donde la familia tiene un valor y una importancia significativa, es una especie de pueblo de provincia en medio de una imitación de modernidad.

El ritmo de las ciudades modernas no ha penetrado a esta ciudad, porque en ella se manejan ritmos y prácticas distintas, la interculturalidad como una forma de relacionamiento es un hecho que se está descubriendo a finales del siglo XX y aún es incompleto porque no se compromete con el indígena en el sentido de adoptar también su idioma para establecer comunicación. Es una ciudad bilingüe pero del aymara al español y no viceversa.

Esto demuestra que lo importante no es lo que está con nosotros sino fuera de nosotros, en otros países, en otros continentes esta visión repercute en la manera de tomar el espacio publico y de criticar la forma de hacer uso de la ciudad.

La planificación urbanística hasta ahora a dejado de lado a los sujetos variados en sus formas culturales de habitar para acentuar en la relación del manejo del espacio físico como forma de desarrollo.

Los mensajes de los ciudadanos son tan fuertes y tan constantes que se pierde la noción de los mismos para crear una ciudad ideada y no una ciudad vivible o habitable.

Esta ciudad es una ciudad tomada para ser dejada, no es una ciudad interioridad por sus habitantes o apropiada, en esta óptica la acción sobre el espacio urbano es más instrumental porque no existe un sentido de propiedad colectiva que implique un pacto de co-responsabilidad por el bien compartido. La Paz es ocupada constantemente por sus habitantes pero es echada a su suerte para que el aparato de poder la restituya, componga, re-ordene o la sane.

Un rasgo que sin duda debe ser tomado en cuenta es la ciudad como escenario de violencia familiar, este rasgo es uno de los lados oscuros de la ciudad y de sus habitantes, la forma de vivir la ciudad por parte de niños, niñas y mujeres de los sectores populares es marcadamente distinta a la ciudad vivida por lo varones.

La magia es otro elemento que vive en las calles, a través de la imaginería popular que se refleja en la devoción por los santos, los lectores de la hoja de coca, la lectura de la suerte, los médicos naturistas, la historia oral que subyace a la historia contemporánea que es presentada por los medios de comunicación.

Esta ciudad refleja muchas cosas en su superficie y esconde muchas otras, como todo espacio habitado sus signos y símbolos son constantemente construidos y destruidos en una dinámica que crea imágenes e imaginarios colectivos, que permiten la subsistencia y provoca acciones.

Notas

1 José Mesa, entrevista personal el 28 de septiembre de 2000.

2 La ciudad americana, es el sustantivo de las ciudades que componen el continente americano, pero con énfasis en las ciudades que se formaron a través de la colonización española. Se marca esta diferencia con relación a las ciudades de Estados Unidos, que también son ciudades americanas pero no exclusivamente y no tienen la estructura cuadrangular como rasgo identificatorio.

3 Es importante citar los trabajos realizados en Quito y Bogotá, donde las calles y casas patrimoniales fueron restauradas y sometidas a un sistema estricto de preservación, convirtiéndose estos espacios en centros culturales, como talleres y tiendas de artesanías, fundaciones, centros educativos, museos y otros.

4 Nelson Walter Martínez " La ciudad presente en la manera de distribuir el tiempo y el espacio" Reunión Anual de Etnología 1996. MUSEF. La Paz. 1997.

5 En esta apreciación se incluye la población flotante de la ciudad de El Alto.

6 La expresión otros centros tiene que ver con el planteamiento de José Joaquín Brunner en relación a la secularización de la ciudad, la figura del espejo trizado es eso, dejar de lado la unicidad del centro para entender que existen otros centros.

7 En la ciudad de La Paz el tiempo que se utiliza para el desplazamiento esta entre los 15 y 25 minutos como promedio. Este dato corresponde al sondeo de opinión ciudadana realizada entre agosto y octubre de 1999 como parte del proyecto de investigación "imaginarios Urbanos". "espacio de estar" es una forma análoga de "sala de estar", puesto que el espacio urbano se usa como locación fija para hacer presencia, sentar presencia. Esto tiene mucho que ver con los cholos y cholas que a razón de vender unos cuantos limones o dulces, lo importante es estar en la calle y no terminar de vender lo que ofrecen. En las expresiones populares donde se fuerza el castellano para expresar situaciones es común escuchar "yo me estoy", "él se esta nomás"; expresiones que pueden ser entendidas como: yo estoy en ese lugar de forma permanente o el no se mueve de ese lugar.

8 La ciudad como escenario de la economía informal se convierte en un lugar de transacción de mercaderías y flujo de dinero físico.

9 Rivera Silvia, "Documento del desayuno trabajo con la Oficialía mayor de Culturas y Comunicación" Agosto, La Paz, 2000

10 La Paz no tiene vías rápidas excepto la Autopista a El Alto y la Avenida Costanera, en ciertos tramos; esta situación condiciona al conductor que sabe como debe comportarse en algunas calles de la ciudad.

11 Simposio sobre la Alasita y el Ekeko, Documento de trabajo de la oficialía Mayor de Cultura. La Paz enero de 1999.

12 Como creencia y tradición de la religiosidad indígena, la Alasita se inspira en el Ekako Dios de la abundacia cuyo origen esta en el ídolo de piedera que data del año 200 A.C. en la plenitud de la cultura Tiwanaku.

13 Este es un dato estimado, no corresponde a una cunatificación exacta por cuanto no se ha verificado a través de un censo específico. Esta sifra es usada por los artesanos para dimencionar a esta actividad.

 

BIBLIOGRAFIA

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