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Punto Cero

versión impresa ISSN 1815-0276versión On-line ISSN 2224-8838

Punto Cero v.7 n.5 Cochabamba jul. 2002

 

EL NEGOCIO SENSACINALISTA EN BOLIVIA UNA LÓGICA EMPRESARIAL QUE SE IMPONE

 

Erick Torrico Villanueva

Director Maestría en Comunicación y Desarrollo Universidad Andina Simón Bolívar.

Director Centro Interdisciplinario Boliviano de Estudios de la Comunicación CIBEC.

E-mail: erito@uasb.edu.bo

 


A principios de 1999 la prensa y la sociedad bolivianas fueron llevadas al borde de una verdadera conmoción. ¿El motivo? La aparición de dos diarios con énfasis sensacionalista, Extra y Gente, que irrumpieron en el hasta entonces más bien apacible y aun conservador escenario del periodismo impreso nacional.

Desde ese momento ambos medios se convirtieron en el centro de una intensa polémica, a veces candente, que no sólo indujo a que los propios hombres y mujeres del mundo de la información tomaran partido evidente sobre el particular sino que, lo que es tal vez más interesante, generaron importantes y antagónicas corrientes de opinión entre distintos sectores de la colectividad, algunos de los cuales llegaron incluso a protagonizar acciones de tono violento como las agresiones verbales contra los directores de tales diarios o la quema de ejemplares. Entretanto, las publicaciones en cuestión aprovecharon para afianzar sus ventas y consolidarse competitiva y rápidamente en el mercado.

El periodismo escrito boliviano, aunque poseedor de una larga tradición y de un reconocido prestigio y credibilidad en el país, se desenvuelve en los estrechos marcos de una población lectora que se reduce, estimativamente, a unas 150.000 personas que cada día compran un ejemplar de un periódico. En consecuencia, es más o menos ese el número total equivalente a la tirada del conjunto de los 21 cotidianos preferentemente locales que circulan en los nueve departamentos. En realidad, esa cantidad nunca pudo ser superada a excepción de la vez en que fue publicada una versión del diario del guerrillero argentino-cubano Ernesto “Che” Guevara (1967) y de aquella otra en que se reportó la clasificación de la selección boliviana de fútbol al torneo mundial de 1978.

Por ello mismo la puesta en circulación de Extra y Gente supuso un impacto adicional, ya que posibilitó, desde su primer día, una casi duplicación del total de ejemplares vendidos diariamente.

Así, pues, esos nuevos medios conjuncionaron varios factores que de principio provocaron un remezón que merece ser tomado en consideración por cuanto sus consecuencias están contribuyendo, a su modo, a reestructurar el panorama práctico y conceptual del periodismo y no únicamente del impreso en el país.

Condiciones de surgimiento y aceptación

En verdad, la propuesta de los dos  periódicos  aquí presentados no supone una plena originalidad; ya se tenía algunos antecedentes que, no obstante, no alcanzaron mayor éxito.

Entre los  intentos temporalmente más próximos cabe señalar las revistas Alarma y Sucesos, ambas editadas en La Paz y que estuvieron dedicadas, hasta principios de la década en curso, a la crónica roja. También se tuvo en La Paz, en la segunda mitad del decenio de 1980, al vespertino La Quinta, publicado por la empresa dueña del matutino Última Hora, que introdujo ciertos elementos sensacionalistas que le dieron muy buenos frutos, pues en determinado momento se constituyó en la fuente de financiación del diario “serio” en cuyo seno se desarrolló. De todas  maneras,  esas experiencias colapsaron y sólo algunos programas de radio o televisión se ocuparon de cubrir los hechos de sangre, accidentes y comisión de delitos,   siempre  con interesantes audiencias.

Y si las iniciativas impresas señaladas no terminaron de prosperar, por distintas razones, cabe preguntar qué es lo que cambió para que ahora sí se pueda considerar viables unos diarios como Extra y Gente. Es probable que la mención de algunas de las condiciones existentes –económicas, socioculturales y de contenido- ayude a comprender esta situación.

El contexto económico-empresarial

En el plano de la economía Bolivia vive desde agosto de 1985, mes en que empezó la aplicación del programa de ajuste neoliberal, un proceso de reforma estructural que hace girar todo en torno a la idea del libre mercado. Y, por supuesto, el espacio de la difusión masiva está igualmente inscrito en esa dinámica con todo lo que conlleva de redefinición del concepto de libertad de expresión –cada vez más vinculado a la posibilidad propietaria de ejercerla- y de conversión abierta de lo que antes se consideraba como un “servicio a la comunidad” en un “negocio en la comunidad”.

Esa amplia liberalización, junto a la redemocratización alcanzada en octubre de 1982, ha impulsado una renovada presencia de capitales internacionales en empresas de servicios y el comercio, un notable incremento de la actividad publicitaria y propagandística que comienza a mover cuentas de varios millones de dólares por primera vez, la emergencia de una gran cantidad de nuevos medios (hay aproximadamente 650 radioemisoras y 104 estaciones emisoras o retransmisoras de TV) y un creciente interés de empresarios/políticos por poseer medios masivos. Cerca del 84% de éstos –incluidos los impresos-son de propiedad privada; el resto se lo distribuyen el gobierno, las universidades públicas, las iglesias católica y evangélicas, los militares, algunos sindicatos y organizaciones no gubernamentales.

En el ámbito comunicacional el mercado está adquiriendo las características de uno de alta competencia, con lo cual la única probabilidad de no perecer en la lucha parece estar dada por la conformación de grupos multimediáticos. Cuando menos así lo han comprendido las cinco familias –de Raúl Garafulic, Pedro Rivero, Alfonso Canelas, Ivo Kuljis y Johnny Fernández, respectivamente- que se disputan hoy la ocupación del fragmentado territorio de los mass-media. Al presente, las manifestaciones más importantes de esta pugna están encabezadas por las redes que controlan Garafulic –con la red televisiva nacional ATB, la mayor del país, y la cadena de diarios La Razón y Extra (La Paz), Opinión (Cochabamba), El Nuevo Día (Santa Cruz) y Ahora (Tarija), la revista Cosas (La Paz), además de su participación indirecta en el matutino católico Presencia (La Paz)- y la alianza Rivero-Canelas, que maneja la cadena de periódicos integrada por La Prensa (La Paz), Los Tiempos y Gente (Cochabamba), El Deber (Santa Cruz) y El Correo del Sur (Chuquisaca).

En este nuevo cuadro los que resultan más afectados son los medios considerados “comunitarios”, que operan al margen de la subvención publicitaria, que inclusive están calificados como “clandestinos” por carecer varios de ellos de autorizaciones oficiales y cuyo destino oscila entre la absorción por una red o una lenta desaparición.

Consiguientemente, donde manda el mercado libre, los que están incapacitados para participar en él o, en términos eufemísticos, los que no saben aprovechar las oportunidades que les brinda, a mediano plazo van a formar parte de la “historia”; mientras que para aquellos que sí saben leer e interpretar las señales de ese mercado –como ocurre con los medios de las redes (con sus propietarios, obviamente)- el porvenir se ofrece prometedor. Y es en ese contexto que Extra y Gente, que prolongan el enfrentamiento comercial inter-redes, llegaron con su bajo precio (1 boliviano =17 centavos de dólar) y su estilo ágil y llamativo, para hacerse cargo de un segmento de mercado que, por si fuera poco, resulta que estaba vacante.

El ambiente sociocultural

Ese estado de disponibilidad aprovechado para la incursión de los dos nuevos diarios –algo paradójico en un país en el cual se vende tan pocos ejemplares y donde en el último año un tabloide ya tradicional, Hoy, cerró definitivamente después de casi tres decenios de publicarse y otro matutino, Primera Plana, quebró-comprende, entre otros, dos elementos que pueden explicarlo: un resquebrajamiento de la vieja moralidad social y una necesidad, por lo menos sectorial, de información ligera.

En el primer caso, las generaciones formadas bajo el régimen democrático, la economía de libre mercado y el espíritu de la televisión, el vídeo, la TV-cable, las radioestaciones musicales, los cultos evangélicos masivos, las discotecas y karaokes han protagonizado o al menos acompañado un proceso de cuestionamiento de los valores que, con una fuerte fundamentación religioso-católica, predominaron en la educación, la familia y la vida social. La irrupción de temas e imágenes concernientes en particular a la sexualidad, junto a la marcada despolitización que trajo la forma democracia –y que arrinconó las concepciones principistas e iluministas, así como los modelos pedagógicos e informativos de tinte racionalista que les expresaban- y a las nuevas permisividades del lenguaje (las palabrotas, por ejemplo, han cobrado carta de ciudadanía en las conversaciones escolares y en los propios medios de difusión), dio lugar a que las maneras de ser, estar y querer en la sociedad se modifiquen en función de móviles que tienen en su trasfondo al individualismo  y  al inmediatismo. Así, la moralidad tradicional no sólo que comienza a hacer agua sino va rumbo al cambio, atmósfera que se conecta con el segundo aspecto que acá interesa destacar.

En términos generales, los jóvenes y los sectores urbanomarginales,  comúnmente excluidos de los propósitos de los medios   masivos, conforman ya un conjunto de nuevas  audiencias segmentadas; los primeros son especialmente atendidos por las  radioemisoras  de frecuencia modulada, algunos espacios televisivos musicales y algún suplemento impreso, y los segundos, a los que nada más se dirigían algunos programas radiodifundidos, se hallaban, como aquéllos, fuera del circuito de cobertura de la prensa “seria”. En estos dos casos la expectación se orientaba hacia un tipo de tratamiento periodístico que, aparte de tener como referente asuntos que dejaran de concentrarse casi en exclusiva en la “gran” política o economía, fuera digerible sin complicaciones.

De la reunión de ambos factores  la  paulatina configuración de otra moralidad y la presencia de importantes   grupos poblacionales cuya demanda de información ligera había sido descuidada- resultan otras condiciones favorables para la emergencia de Extra y Gente.

El “menú” de la atracción

Cabe, finalmente, dar cuenta de la combinación de contenidos que ofrecen esos periódicos a sus lectores, la cual constituye su fuente más directa de impacto. A propósito de esto es fundamental anotar la diferencia que estos cotidianos presentan respecto de los convencionales: toda la estructuración del diario aporta al atractivo sobre el comprador y no apenas el titular de apertura de la primera plana; es decir que, cuando alguien se acerca a un ejemplar de Extra o Gente lo hace no solamente por la relevancia temática de una determinada información sino debido a la armonización de distintos materiales lograda en el diseño y  despliegues espaciales, textuales y gráficos.

De modo global, los diarios de referencia centran su atención en la crónica roja local, pero asimismo publican noticias simplificadas (breves y claras) acerca de política y economía nacional o internacional, notas vecinales, deportivas y relativas a la farándula; también poseen una sección con la opinión de editorialistas, columnistas y lectores. A ello se suman los pasatiempos, horóscopos y curiosidades. Lo que completa el “menú” son las fotografías de mujeres jóvenes semi-desnudas y las fotografías o dibujos que ilustran las notas rojas, desde cadáveres de asesinados o accidentados hasta reconstrucciones imaginativas de algún suceso.

En el caso de las primeras, se trata siempre de tomas sin procedencia (presumiblemente plagiadas de revistas extranjeras) y basadas en poses provocativas. Estas fotos aparecen en varias de las páginas sin guardar ninguna relación efectiva con los textos informativos; sin embargo, en ocasiones se advierte que el armado de las páginas busca generar sentidos conexos. Los otros gráficos, por su lado, sí corresponden a las materias tratadas en las notas.

Está ausente de estos diarios, hasta ahora, la utilización del escándalo que implique la vida privada de personajes públicos del país.

El auspicio de sorteos para premiar a los lectores asiduos con televisores, terrenos, refrigeradores, dinero en efectivo o máquinas de coser, aunque ajeno a los contenidos mismos, es un elemento adicional del atractivo.

Entre los dos ponen diariamente en circulación un promedio de 70.000 ejemplares, con lo que sus respectivos niveles de venta se equiparan o sobrepasan con facilidad los de El Deber, que hasta enero pasado era el primero en el ranking nacional con 40.000 ejemplares/día vendidos.

El “énfasis sensacionalista”

En medio de la prolongada discusión pública y de alcance nacional que tuvo lugar entre febrero y mayo del año en curso en Bolivia en relación a que si Extra y Gente dañaban o no la moral pública y por tanto debían o no seguir circulando se empleó reiteradamente el calificativo de “sensacionalistas” para definirlos. Los propios protagonistas, en su argumentación justificadora, apelaron a algunas argucias retóricas para evitar una estigmatización tal, especialmente en el caso de Extra, cuyos responsables sostuvieron que éste es una expresión de la “prensa popular posible”, está orientado a “personas con criterio formado” y, además, si bien puede ser considerado “sensacionalista”, no es “amarillista” (en alusión a su competidor), porque no inventa las noticias.

No se pretende aquí dirimir en esta confrontación perceptiva y conceptual, mas sí resulta necesario plantear los rasgos generales de un modo de hacer periodismo que puede ser caracterizado, nada más porque no explota la privacidad de los famosos ni organiza persecuciones al estilo de los “paparazzi” y menos aún imagina los hechos de los que informa, como con énfasis sensacionalista.

Ese perfil se funda en el formato más manejable, el tabloide, un diseño llamativo (con grandes titulares, fotografías e ilustraciones sugerentes y uso de colores contrastantes) y un manejo discrecional de contenidos sobre transgresiones a la ley (robos, crímenes, secuestros, tráfico de drogas, empleo no autorizado de armas, etc.), a la moral aceptada (violaciones, abusos de autoridad, corrupción, etc.) o a la normalidad esperada (accidentes, tragedias).

La redacción sencilla, coloquial, que recurre a las formas populares y oralizadas del lenguaje y a veces a los códigos del hampa (“Como Bruce Lee, paco [policía] da karatazos [golpes de karate] a tres choros [ladrones]”), traduce un estilo narrativo que mezcla lo testimonial con la técnica de la crónica, dando como producto un relato vívido capaz de impresionar emocionalmente. Ese estilo trabaja con intensidad la ironía cruel (“Carnicero victimado con su propio cuchillo”), el humor negro (“Cenaron con raticida y ya no despertaron”), el doble sentido (“Entre Bolas”, sección deportiva cuyo nombre asocia el fútbol con el sexo), el drama (“Se suicidan porque su amor no fue comprendido”), el adjetivo prejuiciado (“Maricones” [homosexuales] en congreso”) y lo insólito (“Le faltan los ojos, la nariz y hasta las orejas”).

Los ejes temáticos que organizan todos los materiales son la violencia y el sexo, erigidos los dos en espectáculo realista, en el sentido de que los hechos expuestos son extraídos del entorno próximo de los lectores y no son la resultante de una construcción meramente ficcional.

Esa articulación entre satisfacción de la curiosidad y cercanía de los acontecimientos noticiabilizados y de sus actores o víctimas complementa la fórmula de éxito que proporciona a estos periódicos una característica más bien singular, la de la “actualidad duradera”, lo que significa que el interés que cada una de sus ediciones despierta, salvo en lo que concierne a los campos fungibles de la política, la economía o el deporte, se mantiene latente por varios días y hasta semanas, ya que cada historia narrada –con inicio, detalles y algún desenlace- vale en sí misma y está dotada de la capacidad de ser percibida como intemporal.

Cada diario por su lado

Gente fue el primero en salir a las calles. Pertenece a la red de las familias Rivero Canelas, tiene cuatro ediciones regionalizadas (una para La Paz, El Alto y Oruro, otra para Cochabamba, otra para Santa Cruz y otra destinada a Sucre y Potosí) y tira diariamente entre 30.000 y 70.000 ejemplares. Está en el número 123.

Se autocalifica como “El periódico sin censura”; sus secciones frecuentes, en 12 páginas, son “Urgente” (con información general), “Crónica Roja”, “Show Gente”, “En Joda” (humor, horóscopo y crucigramas), “Hechos” (con información local o vecinal) y “Deportes” (con notas generales y del fútbol amateur). Se orienta a públicos con baja instrucción.

Según su director en La Paz, Martín Balcázar, Gente es una manifestación de periodismo especializado que responde al surgimiento de nuevas áreas temáticas en la realidad informativa y muestra un desarrollo del periodismo policial en Bolivia. Además, dice, no se reduce a las notas rojas sino que “abre espacios a personajes marginados de los medios tradicionales y a lo barrial”. Para conseguir esto último ha creado el “Teléfono vengador”, una línea permanente habilitada para recibir denuncias.

Extra salió casi inmediatamente después; es de propiedad de la familia Garafulic y tiene una edición principal en La Paz y otra regionalizada en Santa Cruz. No obstante, con la red de distribución del diario La Razón llega aproximadamente a 125 capitales, ciudades intermedias y provincias en todo el país. Su tirada oscila entre 40.000 y 80.000 ejemplares por día y está en su número 113.

Su epígrafe es “El diario popular”; sus secciones frecuentes, en 16 páginas, son “Extracrimen”, “Extranacional”, “Extrasocial”, “Extradeportes”, “Extramundo”, “Extrafarándula”, “Extradiversión” y “Extrareportaje”. Presenta una redacción en general más cuidada que la de Gente y parece orientado a un público con instrucción media.

De acuerdo con su director en La Paz, Jimmy Iturri, Extra es un “periódico popular especializado en el crimen” que atiende los intereses de los sectores populares, recoge sus denuncias y demandas y se dirige a esos mismos sectores. El 64% de sus lectores, según esa misma fuente, está conformado por mujeres cuyas edades oscilan entre los 20 y 30 años.

Las críticas y sus límites

En un lapso no mayor a cuatro meses la salida de estos dos diarios provocó la realización de unos 40 debates en distintas ciudades del país, algunos con la participación de los directores o representantes de dichos medios y no pocos efectuados en el marco de programas de radio o televisión de gran sintonía. También fueron tema de un foro auspiciado por la Asociación de Periodista de La Paz que tuvo  una  significativa repercusión.

Ese proceso  estuvo atravesado por dos hechos mayores: una protesta organizada por el movimiento cívico de la ciudad de Santa Cruz que culminó con la quema pública de decenas de ejemplares de los periódicos y la   arbitraria  como circunstancial disposición de una jueza, en la ciudad de Sucre, que prohibió la circulación de esos cotidianos por “atentar contra la moral”.

En síntesis, las discusiones abordaron los siguientes cinco problemas:

a)    Si la libertad de prensa debe tener límites y quiénes y por qué podrían establecerlos.

b)    Si es profesionalmente ético que el periodismo emplee como insumos las desgracias cuyos protagonistas suelen ser los más pobres.

c)    Si la imagen femenina puede ser utilizada para incrementar las ventas.

d)    Si los contenidos que difunden Extra y Gente generan efectos perniciosos en lectores desprotegidos o desprevenidos.

e)    Si es factible ejercer la censura sobre ese tipo de publicaciones o al menos lograr que su circulación sea restringida.

La mayoría de las críticas encontró asidero en visiones feministas o en principios éticos indeterminados. No faltaron quienes afirmaron que los diarios en cuestión iban a incrementar los índices de violencia en la sociedad boliviana, las violaciones e inclusive a provocar la masturbación; tampoco estuvieron ausentes las exigencias de rectificación frente a informaciones que habrían sido difundidas de manera  incompleta o desvirtuada.

Por su parte, los responsables de ambos cotidianos coincidieron en su defensa de la libertad de expresión y en señalar que sus medios representan una alternativa real al periodismo tradicional, “serio”, que –anotaron-muchas veces publica falsedades y se nutre asimismo de manifestaciones violentas no individualizadas, legitimándolas al convertirlas en sucesos noticiables.

Expresaron igualmente que la violencia recogida en sus páginas es real, que los “medios no son culpables de los actos violentos” y que no querer reconocer ese hecho es sólo una posición hipócrita de la sociedad.

Acerca de la abundante presencia de imágenes femeninas semi-desnudas, algunas ofrecidas incluso como posters coleccionables, dijeron que simplemente buscan mostrar la belleza del cuerpo humano; para corroborar sus palabras, y en respuesta irónica a las protestas de organizaciones y activistas feministas, publicaron fotografías de hombres semi-desnudos (Extra llegó a producir un suplemento de tamaño cuarto tabloide, “Juguete Sensual”, con esa clase de ilustraciones).

Mirada a cierta distancia

Tras esa etapa de tensión que estuvo marcada por la polémica el shock inicial parece estar ya asimilado. Las reiteradas discusiones no hicieron posible que se hallara alguna salida de consenso y más bien potenciaron las posiciones enfrentadas en sus respectivos flancos.

Extra y Gente continúan circulando y es normal encontrarlos cada mañana en los puestos de expendio de periódicos y revistas junto a los diarios “serios” o siendo voceados por los vendedores ambulantes, como es normal ver a grupos de personas, en especial hombres, arremolinarse en torno a los quioscos que exhiben los ejemplares de cada día.

Y, más que eso, los responsables de los controversiales medios, además de estar registrando subidas en su captación de anunciantes, han comenzado a recibir peticiones de personajes del periodismo tradicional o el mundo político para ser tomados en cuenta como colaboradores o incorporados a la nómina de fuentes informativas. No se puede olvidar, claro, que Bolivia se apresta a ingresar de lleno en un proceso electoral municipal que medirá, en diciembre próximo, las variaciones y las tendencias de las fuerzas y los “elegibles” que pugnarán en los comicios nacionales del año 2002.

Pese a que algún enfervorizado crítico vaticinó en uno de los tantos debates llevados a cabo la muerte de esos medios una vez que, de aquí a poco, estuvieran saturados la curiosidad y el morbo de los lectores, lo cierto es que, por lo pronto, hay más indicios de que esta vez la prensa con énfasis sensacionalista llegó a Bolivia para quedarse. Quizá ello sea parte de la modernización tardía que vive el país y que devela, quiérase o no, que se está en un tiempo interno de transición de amplio efecto.

Enseñanzas recogidas

El enfrentamiento de posiciones y juicios desatado por la inesperada emergencia de los diarios Extra y Gente, que se movió prioritariamente en el plano de una moralidad abstracta y que ya no corresponde a la realidad contemporánea de la nación, no permitió más que atisbar algunos aspectos que conviene resaltar ahora:

1.   Por primera vez, de manera abierta, ha sido puesto en evidencia el empalme existente entre la lógica empresarial del rédito y la periodística del impacto. Los dos periódicos están considerados básicamente como un negocio, y como un buen negocio. La prensa tradicional, al contrario, aún prefiere cultivar su (anti)faz de servicio.

2.   También por vez primera en la historia de la prensa boliviana se está dando continuidad institucional y profesionalismo al tratamiento y difusión de la información de tono sensacionalista.

3.   Otro hecho derivado e igualmente precursor es el del aumento del tiraje total de los periódicos del país en más del 75 por ciento. Los rangos que se habían mantenido inalterables por varios años y que inclusive bajaron con relación a la década de 1970 han repuntado de forma notable.

4.   Como consecuencia de lo anterior el espectro de lectores se ha extendido: Extra y Gente están llegando con el hábito de adquirir un diario- a personas (comerciantes de productos básicos, conductores del transporte público, jubilados, trabajadores por cuenta propia) que no compraban ni comprarían un periódico de otra manera.

5.   Esa doble expansión (más ejemplares y más lectores) implica que es bastante probable que esos diarios estén respondiendo oportuna y adecuadamente a unas necesidades de información y de modos de informar que los otros medios masivos no satisfacen.

6.   Su papel en la competencia entre redes es fundamental, pues hace posible que éstas copen otros segmentos de mercado y se asegure un nada despreciable respaldo financiero.

La aparición de los dos diarios innegablemente ha vuelto a dinamizar al periodismo impreso nacional tanto en términos de actividad empresarial como de objeto social  y       gremialmente observado. El periodismo y los temas afines –libertad de prensa y expresión, ética y formación profesionales, participación política de los periodistas, condicionamientos al trabajo informativo, por ejemplo- están otra vez sobre la mesa de análisis, sólo que con el matiz de que este examen es más frecuente y, lo que es tan novedoso como provechoso, de carácter introspectivo también.

Están, pues, planteados nuevos retos para la prensa en Bolivia, mismos que pasan tanto por la reconsideración de su función pública a la luz de las modificaciones económicas, políticas y socioculturales que tienen lugar a escala planetaria en este período de transición secular como por concretar el pendiente conocimiento de los públicos, sus demandas y gustos.

El autor agradece a la periodista Ivana Calle, de la Red Nacional de Trabajadoras de la Información, por su colaboración en el análisis de los periódicos materia de este artículo.

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