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Punto Cero

versión impresa ISSN 1815-0276versión On-line ISSN 2224-8838

Punto Cero v.06 n.02 Cochabamba ene. 2001

 

CONTENIDO

 


 

DIRECTOR RESPONSABLE

MARCELO GUARDIA CRESPO

CONSEJO EDITORIAL

DOCENTES:

VIRGINIA DE MOYANO
OSCAR TERRAZAS A

ESTUDIANTE:

PEDRO LUIS LOPEZ

EDITORES

COMISION REVISTA
CENTRO DE ESTUDIANTES
DE COMUNICACION SOCIAL
CECOM - SINERGIA

DISEÑO Y DIAGRAMACIO

SERGIO ES DUDA

ILUSTRACIONES

ALBA BALDERRAMA

CORRECCION

FERNANDO AVENDAÑO

FOTOPORTADA

JORGE DELGADO

PUNTO CERO es una revista de
docentes y estudiantes de la
Carrera de Comunicación Social
de la Universidad Católica
Boliviana
Cochabamba-Bolivia

Los artículos son de
responsabilidad de los autores.

Dirección: Av. General Cabildo
esquina Av. América
Teléfonos: 83818-48479-91145
Apartado Postal 5838
FAX 042-48479
E - Mail: guardia@uchcha.edulo
Cochahamha-Bolivia

Dedicamos este número a la memoria de nuestro amigo Oscar Terrazas Ayala, gestor de esta revista, meritorio docente de la carrera, periodista y gran comunicador

Las Carreras de Comunicación en Bolivia están en camino de transición de una etapa anquilosada en el teoricismo denuncista, hacia una creciente especialización, demandada por el mercado laboral y por las necesidades de desarrollo del país.

Las razones para la transición que experimentan las Carreras de Comunicación, en términos de reformulación del perfil profesional y atención a las necesidades del mercado, tienen que ver con las transformaciones que el mundo está viviendo en el ámbito económico, político y cultural.

Una de las características más importantes en la formación de comunicadores en las universidades era la evidente orientación reducida al estudio de los medios masivos. El comunicador formado podía desempeñarse como periodista en medios impresos o audiovisuales, publicista, productor de video, relacionista público, etc.

No obstante, lo crítico de ese perfil estaba en el poderoso énfasis en dotar al comunicador de elementos que lo hicieran un "deslumbrante" teórico denuncista, "desideologizader" de mensajes y crítico de las funciones sociales de lis medios masivos. Paralelamente a este carácter "iluminado" del comunicador, se sentía la, también evidente, ausencia de una formación que le permitiera cumplir más eficientemente las funciones mínimas de codificador de mensajes, debido a los pocos recursos para la capacitación en talleres o a la ausencia de laboratorios especializados, bien equipados.

Con el objetivo de mantener y atraer alumnado en un contexto cada vez más competitivo en que la diversificación de profesionales y alternativas académicas son mayores, algunas universidades, corno la nuestra, optaron por ofrecer pensumes con especialidades a partir de medía carrera, lo que marca una de las fases más importantes de la transición: la formación del comunicador especializado.

Aunque ya están en marcha algunos planes de estudio con especialidades o menciones, también surgieron problemas: faltan docentes y algunas especialidades no despiertan interés de los alumnos.

Por otro lado, el mercado laboral para esta profesión todavía no está especializado como se quisiera. Muchos empleadores buscan profesionales sin preocuparse si éstos son periodistas, relacionistas públicos o productores de video. Incluso se puede afirmar que algunos no saben lo que puede hacer un comunicador.

Sin embargo, las nuevas transformaciones del Estado Boliviano, como la Reforma Educativa, Participación Popular, Ley INRA, ofrecen grandes e importantes desafíos para el profesional en comunicación social. Ahora, como nunca, se percibe la importancia del rol del comunicador como un agente capaz de vincular instituciones y sectores de la sociedad civil con sectores oficiales, para definir estrategias y ejecutar proyectos de desarrollo social. El comunicador es importante para generar procesos comunicacionales que apoyen a la educación y la capacitación de grupos de base, tanto en el área rural como en las ciudades.

También se ha visto que la desinformación, junto a otros factores de orden cultural, puede provocar serios momentos de convulsión social, como los vividos en tiempos recientes.

Es probable que las nuevas leves traigan beneficio al ciudadano común cuando éstas sean ampliamente discutidas en procesos interactivos profundos, dirigidos por profesionales especializados. La Comunicación para el Desarrollo está abriéndose paso en algunas universidades y centros de posgraduación en varias ciudades del país. Paralelamente., las carreras se están preocupando por formar profesionales que, además de diseñar campañas masivas, puedan diagramar impresos, editar videos o elaborar libretos; sin dejar de lado la importancia de la teoría, el trabajo en los medios masivos, los sistemas de comunicación institucional, el periodismo, la publicidad, la propaganda, además de plantear las grandes políticas institucionales de comunicación de empresas y organismos.

La creciente necesidad de especialización del comunicador es evidente, pero en una perspectiva totalizadora, en la que pueda no sólo manejar los elementos de una codificación de mensajes adecuada a las necesidades, con apoyo de la investigación y la teoría, sino también tener una visión amplia de los procesos culturales cotidianos, que son, en última instancia, los definitivos factores propieiadores de comunicación y producción de sentido.

Por esa razón, la revista Punto Cero aborda diferentes áreas de interés para los comunicadores en formación y ejercicio de la profesión. Este segundo número es la prueba de la convicción con la que nos planteamos la publicación de un medio que permita difundir la producción académica de nuestra carrera y sea incentivo a la investigación. La respuesta al primer número ha sido altamente satisfactoria y constituye un importante aliciente para dar continuidad al trabajo.

En este número tenemos una entrevista con Daniel Prieto Castillo quien comenta aspectos relevantes de su propuesta de "mediación pedagógica"; una sección de artículos de docentes y estudiantes; otra de documentos, en la que contamos con el Código de Ética de los Trabajadores de la Prensa de Bolivia y la Declaración de Chapultepec sobre libertad de expresión; y una serie de resúmenes de tesis defendidas en nuestra carrera.

A tiempo de ofrecer el segundo número de esta revista, agradecemos una vez más a las autoridades de la Universidad Católica Boliviana, a los docentes, estudiantes y lectores del país y del exterior que nos hicieron llegar su aliento. Nos comprometemos, desde la comunicación, a seguir contribuyendo con el desarrollo de nuestra comunidad.

Cochabamba, julio de 1997.

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