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Revista Médica La Paz

versión On-line ISSN 1726-8958

Rev. Méd. La Paz vol.21 no.1 La Paz  2015

 

OBITUARIO

 

IN MEMORIAM DEL DR. EDUARDO ARANDA TORRELIO

 

 

Dr. Guillermo Aranda Torrelio

 

 


Interesado en buscar los objetivos humanos más importantes en la vida de mi hermano Eduardo, encuentro dos líneas transversales a lo largo de su vida. Una de ellas es su amor a la Medicina, que explica sus logros y éxitos en su profesión, la otra es su afán por socializar con quienes son parte de su entorno.

De su niñez recuerdo una anécdota familiar: mientras mi madre me repasaba el alfabeto, él sin asistir aún a la escuela, también aprendió a leer. En el ciclo primario su inteligencia le permitió vencer en un año dos niveles, lo cual no era muy común.

En secundaria cultivó amigos para siempre, en su inolvidable "Ayacucho", donde ya inició la práctica de sus dotes como líder. En la despedida final, en el Cementerio, escuchamos emocionadas palabras de los amigos que recordaban sus valores humanos.

En nuestra formación universitaria nos tocó compartir nuevamente el mismo espacio, él en la facultad de Medicina y yo en Odontología. Como un regalo de la vida le tocó, en "su Curso", un grupo humano excepcional, no sólo por su futura excelencia académica, sino también por un profundo sentido de lo que es la amistad, que Eduardo se esmeró en cultivar, permitiendo trascender el espacio universitario y unir a sus respectivas familias en una relación más allá de la profesional. Como es el caso del Dr. Alfredo de Villegas, el Dr. Erland Pacheco o el Dr. René Sea, con quien tampoco fue un impedimento la distancia. Todos ellos mantienen en su memoria recuerdos divertidos de las tardes y noches de estudio en casa de mis padres Natalio Aranda y Lily Torrelio de Aranda, que con una gran tolerancia recibían a nuestros amigos. Eduardo fue el encargado de que este grupo mantenga su amistad.

Su presencia como líder en las diferentes instituciones relacionadas con su primer título superior tiene características circunstanciales que lo llevan a integrar el "Sindicato de Médicos Desocupados", solidario con la gente nueva que egresa de la Facultad de Medicina y no encuentra donde ejercer la sacrificada formación. Al tomar un nuevo rumbo su vida, con el apoyo incondicional de sus padres y el firme propósito de adquirir una especialidad, es aceptado por el Hospital del Niño, institución formadora de excelentes especialistas dependiente de la UNAM de México, donde realiza su Residencia en sus especialidades médicas, la Pediatría y la Hematología Pediátrica (1971 a 1975) En esta institución, nuevamente se esmeró en hacer amigos y se destaca contribuyendo, además, en la investigación y la autoría y co autoría de publicaciones tanto durante la residencia como posteriormente, puesto que ha socializado con destacados docentes y profesionales de ese gran país, México.

A su retorno, la Facultad de Medicina de la UMSA y el Hospital del Niño de La Paz, son las instituciones que ocuparán su dedicada atención docente y verán formar generaciones profesionales de competitiva calidad. También se retoma la amistad profesional con colegas de un excelente nivel, con quienes organizó un grupo de diferentes especialidades para trabajar en un mismo espacio. El edificio "Mariscal de Ayacucho" fue el primer inmueble donde varios especialistas de la talla de Samuel Córdova, Rubén Vargas, Ciro Portugal, Gustavo Valenzuela, Freddy Rodríguez, el laboratorio de Bioquímica de la Dra. Amparo Salinas y los odontólogos Guillermo Aranda T. (ortodoncia) y Eduardo Figueroa (odontopediatría), constituyeron, junto a Eduardo Aranda Torrelio, el CENTRO MEDICO INTEGRAL, que luego admitió nuevos y connotados miembros especialistas. Las actividades de sus miembros no se reducían a la atención profesional y docente, en muchos casos, sino que mensualmente habían coloquios de intercambio de experiencia clínica, así como reuniones sociales de las que también participaban esposas de los galenos.

Después de varios años, en base a una parte de ese mismo grupo de médicos, se constituye el CENTRO MÉDICO GALENUS, del cual también formó parte importante nuestro querido y prestigiado Eduardo. Su actividad docente y de investigación no cesa, haciendo realidad varias publicaciones tanto en coautorías, como enriqueciendo su Currículum a través de Cursos y Conferencias a nivel Nacional e Internacional, asistiendo a Seminarios y Congresos internacionales que lo llevan a varios países de Latino América, Estados Unidos de Norte América y Europa.

Un hito importante en este su afán de mayor capacitación constituye el Reciclaje Internacional en Onco-Hematotlogía y con carácter anual realiza desde 1996 hasta 2003 en la Escuela Internacional de Onco-Hematología Pediátrica de Monza, Italia.

La Academia Boliviana de Medicina, constituye una de sus principales actividades, antes de su prematura partida. En esta institución, al lado de su entrañable amigo y colega Dr. Daniel Elío, llega a ocupar tanto la Presidencia como Vice presidencia.

Deja un imperecedero recuerdo de su dedicación a muchos pacientes que aún en estos días, en que se escriben estas líneas, no dejan de reclamar su ausencia al altísimo. Ni que decir de su familia que comenzando de sus dos hijos, Eduardo y Teresa, así como todos quienes vimos el ejemplo de persona que nos falta, no tenemos más que la resignación como remedio.

Finalmente, recordamos a su persona, en las palabras que manifestaba en su última obra: "Manual de Medicina Interna y Emergencias", como director responsable, al citar el respaldo de la Evidencia Científica indispensable para el escrito médico y decir que el "saber conocer" es a su vez esencial para el "saber hacer" y el "saber ser", esto último para recordar cómo él era.

 

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