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Revista Médica La Paz

versión On-line ISSN 1726-8958

Rev. Méd. La Paz v.19 n.2 La Paz dic. 2013

 

EDITORIAL

 

LOS NUEVOS MEDICAMENTOS Y EL DERECHO A LA SALUD

 

 

Arturo Raúl Arévalo Barea*

* Comité Editorial de la Revista Médica.
Email: luar999@hotmail.com

 

 


Los seres humanos, cuando sufren de alguna enfermedad, requieren ser tratados con el procedimiento o los medicamentos ideales. El costo tiene importancia práctica, pero no debería tener tanto, si viviéramos en un mundo perfecto. De cualquier manera, en padecimientos prolongados y que además de provocar deficiencia en la calidad y duración de la vida, se asocian con gastos altos en terapias de apoyo no curativas; la aparición de nuevos medicamentos puede cambiar drásticamente, no sólo calidad de vida, también las expectativas de supervivencia prolongada y la capacidad de regresar a una vida productiva y feliz.

Pongamos como ejemplo: El maraviroc es un antagonista específico, no competitivo y levemente reversible del receptor CCR5, el cual, en condiciones normales, se une con quimioquinas como las proteínas inflamatorias de los macrófagos. El CCR5 interactúa con la glucoproteína (GP)120 del VIH, mecanismo por el cual se produce un cambio en la conformación de la proteína GP41, necesario para la entrada del virus en la célula hospedadora. Por lo tanto, por medio de los efectos antagonistas del maraviroc sobre el correceptor CCR5 se impide el ingreso del VIH al interior celular, su costo actual por unidad de la presentación en forma de 150 mg (800 euros). Otros ejemplos son, el filgastrin que nace para disminuir la duración de la neutropenia posquimioterapia, impacta modestamente en este campo; sin embargo, en casos especiales, como la agranulocitosis, la neutropenia congénita y los trasplantes de células hematopoyéticas, el impacto es muy importante. En el caso de los trasplantes este medicamento ha revolucionado el campo, ya que se usa para estimular al donador y obtener de la sangre periférica o la médula ósea células hematopoyéticas (células progenitoras) en cantidad mucho mayor a la habitual, lo cual se traduce en unimpacto extraordinario en resultados y en el costo beneficio. Otros ejemplos no menos importantes son: el rituximab, en el caso de linfomas B, globulina antitimocito y en el caso de la anemia aplásica, inhibidores de la cinasa de tirosina, en el caso de leucemia granulocítica crónica o el ácido holotransretinoico, en el caso de la leucemia aguda promielocítica.

En Bolivia y en los países en desarrollo, la capacidad de producir o desarrollar medicamentos nuevos es casi imposible, por no decir inexistente. Lo que obliga a obtener medicamentos de fuentes comerciales internacionales lo cual se asocia con un costo usualmente elevado durante dos decenios que generalmente dura la exclusividad que la compañía farmaceútica obtiene por desarrollar el nuevo medicamento.

En ocasiones, el impacto es tan relevante que rápidamente se consigue en Bolivia, en muchas ocasiones esto ha ocurrido por la presión, más que de los médicos, de los propios pacientes.

Esto, en casos donde se necesita una terapia sustitutiva que es vital para mejorar la calidad de la vida de cada paciente y, de hecho, evitar definitivamente una muerte antes de lo esperado. Es aún más lamentable y preocupante que algunos fármacos necesarios para los tratamientos oncohematológicos se puedan comprar a precios muy accesibles en el mercado europeo y a costos inexplicablemente inalcanzables en los Estados Unidos, motivo este por el que en nuestro país ni se los conoce completamente.

¿Qué sucede cuando el médico bien informado conoce que existe un medicamento y que el mismo no está disponible en nuestro país? En este caso si el médico lo considera importante, suele indicarlo o sugerirlo, por esto hace que el enfermo inicie su vía crucis para obtenerlo. Incluso la búsqueda es tormentosa y a veces imposible de obtener resultados positivos. Ante estos problemas, la necesidad de algo y la dificultad para conseguirlo, es normal que aparezca un mercado "negro" que cubra la necesidad con un costo mucho mayor y sin el pago de impuestos correspondiente.

Ante este dilema es normal que médicos y pacientes nos preguntemos: ¿Qué esta pasando?, ¿Por qué razón un medicamento probado en estudios clínicos serios y controlados, que ha demostrado ser eficaz, no se puede obtener en Bolivia? El afán desmedido de lucro de algunas compañías farmacéuticas es el responsable, al menos en parte de esto La respuesta puede ser muy lógica para las autoridades de salud y otras: evitar abusos de compañías farmacéuticas, evitar mayores costos en la medicina socializada gubernamental, y por ende, evitar "daños" a los pacientes. Sin embargo, estas explicaciones no son suficientes para los enfermos que requieren un medicamento que puede hacer diferencia en su vida. Todos los bolivianos tienen el "derecho a la salud", ante esto puede sentir violado este derecho por burócratas o políticos y tiene todo el derecho a preguntarse si ellos actuarían igual si el enfermo fuera un familiar de ellos o ellos mismos y si les fuera indicado este tipo de medicamentos que, por otra parte que ya se usan en otros continentes. Incluso países hermanos, pero no en Bolivia.

Con el advenimiento de muchos medicamentos nuevos y útiles deben buscarse las fórmulas para que nuestros pacientes los reciban sin tantos obstáculos. Evitaremos el mercado negro y la fuga de divisas. Esto es una obligación de nuestras autoridades de salud y de los congresistas. Mientras tanto, los médicos tenemos la obligación de prescribir juiciosamente estos productos buscando resistir la tentación de utilizarlos bajo la seducción de los laboratorios que los producen, con imaginación formas de obtenerlos para minimizar el impacto negativo en la economía de nuestros pacientes o de sus familiares.

 

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