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Revista Médica La Paz

versión On-line ISSN 1726-8958

Rev. Méd. La Paz v.17 n.1 La Paz  2011

 

OBITUARIO

 

ENRIQUE PALMERO ZILVETTI

 

 

Por Jorge Fernández Dorado

 

 


En un afán de aproximación al biografiado, intentaré contextualizar las épocas y escenarios en los que le tocó actuar y vivir.

Palmero representa la generación de post guerra, las conflagraciones del Chaco y la Segunda Guerra Mundial marcaron ambas a toda una época que a su vez dio paso a la revolución nacional y a la guerra fría que concluyó, emblemáticamente, con la caída del muro de Berlín. En el ínterin el militarismo frenó el surgimiento de liderazgos en todos los campos, con la ideología, a la sazón imperante, de la "seguridad nacional", coartando la libertad y por tanto la iniciativa. Ese escenario abrió las puertas al exilio y emigración en busca de oportunidades. Terrible sangría de juventud y talentos, muchos no volvieron quedando entre ellos y nosotros solo el vínculo de la nostalgia.

Enrique Palmero salió desde su natal Tarija a la vecina Argentina en busca de la profesionalización. Estuvo en La Plata, la ciudad capital de la provincia de Buenos Aires, ciudad joven de diseño moderno, la ciudad de las diagonales, fundada hace apenas un siglo por Dardo Rocha, el presidente visionario. Contrastando con la modernidad se yergue la hermosa catedral de estilo gótico en el centro mismo de la ciudad. Pero tal vez la impronta más notable de La Plata sea su ambiente universitario, allí estudió medicina René Favaloro, el célebre cardiocirujano que ideó el bypass aorto-coronario con injerto de safena interna.

Enrique Palmero ya médico volvió a orillas del Guadalquivir y en San Lorenzo, la tierra de Moto Méndez, cumplió con el año de provincia. Ese ámbito bucólico que invita a la meditación sin duda influyó en su ánimo para decidir que llegó la hora del perfeccionamiento y la especialidad. Imagino que fue una hermana suya residente en México desde hacía muchos años y alta funcionaria del IMSS (Instituto Mexicano del Seguro Social) la que sirvió de nexo a Enrique Palmero con el grandioso Centro Médico Nacional, situado en la Avenida Cuahtémoc, en el corazón mismo de la capital mexicana.

El Centro Médico Nacional del IMSS era un conjunto de hospitales de enormes proporciones. En el frontis estaban el edificio administrativo, la unidad de congresos, gigantesco auditorio circundado por otros de dimensiones menores, a un costado el banco central de sangre y al otro la estupenda biblioteca de varios pisos. En el atrio una cascada artificial y la escultura de una madre con su niño en el regazo, ambos arropados por las alas desplegadas del águila azteca, símbolo del Seguro Social Mexicano. Ahí llegó Enrique Palmero, habrá vivido momentos dramáticos, noches en vela y días de guardia. Habrá visto sufrir y morir, pero también habrá disfrutado del ambiente académico que allí se respiraba en las juntas y "platicas" como llaman los mexicanos a las conferencias. Habrá ingresado en las profundidades del corazón en la ultraestructura del sarcómero y, claro, habrá penetrado en el mismísimo potencial de acción del miocito, desplazándose por los derroteros trazados por Ignacio Chávez, Demetrio Sodi Pallares y Enrique Cabrera, mexicanos universales y benefactores de la humanidad.

El flamante cardiólogo volvió a Bolivia, se vinculó al seguro social boliviano ingresando al Hospital Obrero aquí en La Paz. Andando el tiempo encabezó la enseñanza de post grado, fundó la unidad coronaria, obtuvo el premio corazón de oro que otorga la Sociedad Boliviana de Cardiología, asumió la jefatura del Servicio de Cardiología del Hospital Obrero, fue catedrático de la Facultad de Medicina de la UMSA y Presidente de la Sociedad Boliviana de Cardiología.

Enrique Palmero ha muerto, su vida, sin embargo, continuará a través de sus discípulos como mies esparcida en tierra fecunda, ahí radica el verdadero sentido de la vida, ella siempre se renueva para "empezar y volver a empezar " -diría Unamuno- " en incesante torbellino vital".

 

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