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Revista Médica La Paz
versión On-line ISSN 1726-8958
Rev. Méd. La Paz v.15 n.2 La Paz 2009
OBITUARIO
HUGO GARRÓN TORRES: IN MEMÓRIAM
Dr. Jorge Fernández Dorado*
* Médico Cardiólogo de la Unidad de Terapia Intensiva del Instituto Nacional del Tórax. Profesor emérito de la Facultad de Medicina UMSA
Conocí a Hugo Garrón en una circunstancia que lo pinta de cuerpo entero. Recién yo había llegado al Centro Médico Nacional de México como médico residente, el Jefe de Servicio de cardiología dispuso que hiciese una exposición, "plática" la llamarían los mexicanos, sobre el tema "electrólitos". Aún no adaptado acudí al compatriota conocedor del medio que -intuitivamente- me pareció más accesible y no me equivoqué, personalmente me condujo a la biblioteca, busco la bibliografía, la revisó y ordenó acuciosamente, prestándome un gran servicio y prácticamente sin conocerme.
Esa fue la primera relación personal que tuve con él, sin embargo, por referencias Hugo Garrón no me era desconocido pues durante mi vida universitaria a menudo se publicaba su nombre en la prensa nacional, alarmada por una extraña epidemia que asolaba el departamento del Beni.
Hugo Garrón, junto a una misión de investigadores norteamericanos a la cabeza del Dr. Henry K. Beye convocados por el Dr. Guillermo Jáuregui Guachalla, a la sazón Ministro de Salud, se consagraron a la tarea de desentrañar a la extraña enfermedad caracterizada por hemorragias, shock y elevada mortalidad. De las investigaciones apoyadas desde los laboratorios de virología de Estados Unidos particularmente Bethesda, el responsable resultó un virus, el virus "machupo" nombre del que discurre a la vera de San Joaquín, la población más azotada por le epidemia y sí paso a la literatura científica universal la tristemente célebre "fiebre Hemorrágica de San Joaquín". El vector resultó ser un roedor, el "calomis callosus", cuya orina séptica era virtualmente regada en los depósitos de alimentos, de esa guisa se propagaba la enfermedad. Resultó pues que un roedor, habitualmente selvático, había invadido el ámbito urbano por la ausencia de gatos que desaparecieron en la región epidémica intoxicados por el insecticida "Dieltrim" utilizado para combatir la malaria. Paradójicamente, la lucha contra una enfermedad condujo a otra por haberse roto el equilibrio biológico. El transporte de gatos a San Joaquín por vía área constituyó una de las medidas antiepidémicas más curiosas de la historia de la medicina nacional.
Hugo Garrón estuvo allí, en plena línea de fuego en el estricto sentido de la palabra, pues no era infrecuente incendiar aldeas abandonadas por los despavoridos sobrevivientes del jinete apocalíptico.
La encomiable y heroica tarea de Hugo Garrón exponiendo su vida en una típica actitud de benefactor de la humanidad no fue ignorada ya que él fue premiado por el Ministerio de Salud y condecorado por la Fuerza Fluvial y Lacustre de Bolivia.
Como endocrinólogo, su labor esta aún fresca en la memoria de quienes acompañaron su trayectoria, particularmente en el Hospital Obrero donde fue Jefe de Servicio de Medicina interna y Director Titular.
Abundan las publicaciones de Hugo Garrón sobre patología tiroidea y diabetes. Son emblemáticos dos artículos suyos sobre fiebre hemorrágica publicados uno en el "Journal Medical Associaton" y el otro en el "American Journal of Tropical Medicine" de los Estados Unidos y tiene valor histórico aquel sobre el primer caso de SIDA en Bolivia. Su asidua asistencia a congresos, conferencias y simposiums, son clara prueba de su vocación académica.
La talla de su autoridad moral, tal como fue percibida por el cuerpo médico de La Paz se expresa por los hechos, ya que fue nombrado mediador electoral en siete oportunidades por el Sindicato Médico y Ramas Afines de La Paz y Presidente o miembro del Comité Electoral del Colegio Médico de La Paz en once eventos electorales entre 1982 y 1997. Fue miembro del tribunal nacional de honor del Colegio Médico de Bolivia en 1985 y 1986.
He ahí el perfil de un hombre de hablar pausado y actitud reposada pero impetuoso en su tránsito desde su natal Oruro, hacia México, La Paz, y las exuberantes selvas del Beni bogando en sus ríos caudalosos sobre frágiles balsas, tan frágiles como un suspiro, pero armado de gran tesón y gran coraje en la incesante persecución del virus asesino. La historia personal del Dr. Hugo Garrón Torres, como en las mejores biografías silenciadas por el olvido, estuvo al servicio de la humanidad doliente.