Editorial

 

 

---

Tiempo sombrío y doloroso el nuestro. Vientos cargados de incertidumbres multicolores recorren calles y plazas. Se levanta la ira contra el vilipendio impune mientras viene del olvido el clamor de los sedientos de justicia. Hoy se revelan migajas despreciables las magras concesiones que los opulentos y los bien nacidos acostumbraron hacer para acallar el ofuscante grito de los pobres. Todo indica que la sinverguenzura, con la que durante años plantamos engaños y mentiras, haciendo caso omiso de villas y de campos, recogerá sus merecidos frutos, pues el fanatismo asoma sus colmillos enarbolando la insolencia y la amenaza como banderas de combate, erigiendo la tozuda arrogancia en único argumento... ya nada satisface los apetitos de quienes nunca tuvieron suficiente para sus deseos, peor para sus hambres. Entonces el temor llama a las puertas, publica solicitadas, telefonea desesperadamente, susurra y confiesa: nos estamos muriendo carcomidos por nuestras propias intolerancias, nuestros abusos, nuestras promesas incumplidas, nuestra corrupcción banalizada y el incólume descaro con que echamos las culpas a los otros.

En los cafés, en los cocteles, en los salones y en las chicherías, discuten preclaros los "yo siempre dije" con los "habría habido que" y se dan la razon o se desmienten. La verborrea, como la uña-de-gato, cura todos los males y resuelve todos los problemas. .. mientras los vapores del alcohol hacen elocuente al timorato, especialista al necio y enredan tanto las palabras de los unos, como los pensamientos de los otros.

Así no pasara nada, ni nada cambiara definitivamente. La vida seguirá su curso tambaleante y cada amanecer nos vera nuevamente extendiendo la mano, hasta que un día, cansados de nosotros mismos, envolveremos la nación en papel de regalo y la dejaremos a la puerta de nuestros mas prepotentes verdugos.

Los que aborrecemos tan fatídico destino, tenemos una sola alternativa: trabajar empecinadamente, estudiar combatiendo la fatiga, investigar y aprender hasta que el esfuerzo nos abandone exhaustos, leer cuanto podamos leer y escribir, escribir cuanto sepamos. para dar una esperanza nueva a nuestros hijos, para decir la verdad aunque duela decirla, para fabricarnos, poco a poco, una nueva razón de sentir nuestra Bolivia linda en el centro de nuestro corazón y, sobre todo, en el centro de nuestro intelecto.

 

Oscar Pino Ortiz