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Ecología en Bolivia

versión impresa ISSN 1605-2528versión On-line ISSN 2075-5023

Ecología en Bolivia v.45 n.1 La Paz abr. 2010

 

Reseña de libro

 

Libro Rojo de la Fauna Silvestre de Vertebrados de Bolivia

 

Ministerio de Medio Ambiente y Agua, Viceministerio de Medio Ambiente, Biodiversidad y Cambios Climáticos

 

Luis F. Aguirre, Rodrigo Aguayo, José Balderrama, Claudia Cortez & Teresa Tarifa (eds.) 2009

 

 


A partir de la primera lista roja producida por la UICN, las listas rojas se han transformado en un importante referente de los programas y actividades en conservación. Tan es así, que se han desarrollado libros rojos en la mayor parte en los países y es casi una obligación del aparato científico técnico nacional producir uno de estos instrumentos para tener credibilidad en este ámbito. En un editorial de la revista Nature de 2008 (The Red List still matters and the IUCN has more to offer than just data on the nearly extinct. NATURE 455, 9 octubre 2008) dice: " .... de todas maneras, el corazón de la organización (la UICN) son las listas rojas". De acuerdo a la propia UICN actualmente las listas rojas tienen dos propósitos fundamentales primero es ser una llamada de atención sobre aquellos organismos que se encuentran de alguna manera amenazados de extinción en diverso grado. El segundo propósito es establecer líneas base para hacer un seguimiento del estado de conservación de especies incluidas en la lista. En alguna manera una evaluación de los libros rojos, como se llaman en castellano, necesariamente tiene que considerar ambos aspectos. Sin embargo, el logro de estos objetivos es extremadamente difícil y es más cuanto más diverso es el país. Otros factores que incrementan la dificultad se refieren al desarrollo del aparato científico técnico, a su antigüedad, a los recursos disponibles para realizar evaluaciones en campo, o sea en general a la capacidad de generar información confiable sobre el estado de conservación de las poblaciones de plantas y animales. Bolivia es uno de los países más diversos del mundo y al mismo tiempo recientemente ha ingresado en las ciencias necesarias para producir un libro rojo. Los procesos educativos son procesos de largo plazo y más aún el desarrollo de capacidades técnicas científicas. Sin embargo, el libro rojo de los vertebrados de Bolivia muestra un grado de maduración con relación al primer libro rojo producido en 1996, se constituye en un avance considerable en los dos propósitos indicados por la UICN.

Tiene la virtud de haber sido producto de una relación de cooperación entre el organismo estatal responsable y los científicos involucrados en el tema. En vista de que uno de los propósitos principales de los libros rojos es que se transformen en un sustento de las acciones de conservación, la participación del Estado como promotor de su elaboración es absolutamente crucial. El libro en sí muestra además un crecimiento en la capacidad técnico-científica nacional y una maduración en la discusión conceptual sobre las bases para el desarrollo del propio libro. Por ejemplo está claro que en este libro se ha hecho un esfuerzo por no incluir un número excesivo de especies y orientar los esfuerzos a aquellas que realmente muestran evidencias de amenaza. A pesar de que la inclusión de especies que no están en mayor riesgo en un libro rojo disminuye la efectividad de éste y en general dispersa los esfuerzos de conservación, siempre ha sido una gran tentación incluir a aquellos animales o plantas que son favoritos del especialista.

Otro sesgo frecuente es la inclusión de organismos por el solo hecho de que son objeto de utilización económica. Así, se transforma el libro rojo en un instrumento antagónico a la población humana, especialmente cuando esto se basa en solo prejuicios y no en informacion sobre el estado de las poblaciones y el resultado puede ser negativo para la conservación. Este libro refleja un alto grado de discusión para la inclusión de las distintas especies, que va más allá de la sola lista y se refiere también a lo conceptual.

Con relación a la presentación del libro es excelente. La información para cada especie refleja el estado de conocimiento en el país y refleja el avance que se ha tenido desde el anterior libro. Un grupo que puede reflejar los avances logrados desde 1996 es el de los anfibios, mientras en el anterior libro se incluyeron sólo dos especies en el actual se incluyen 54 especies con diversa justificación. Sin embargo, este grupo también muestra uno de los problemas de nuestro país: La ausencia casi total de estudios demográficos y de seguimiento a largo y mediano plazo de las poblaciones de un organismo. La evidente disminución de las poblaciones de anfibios tan frecuentes en el pasado como Pleurodema ha pasado desapercibida. Por otro lado, todavía se mantiene la tendencia a hacer equivalente endemismo con amenazas. Esto es quizás lógico en grupos con tan bajos índices de captura como son las serpientes.

Otro de los aspectos que es necesario destacar es la gran cantidad de colaboradores (138) que han participado en la elaboración del documento. Es un reflejo del crecimiento de la biología de campo en nuestro país. Es innegable el avance que se ha logrado en grupos particulares, como es el caso de los murciélagos que actualmente cuenta con un tratamiento extenso y adecuado.

Los libros rojos tienen particular importancia por el uso amplio que tienen por personas relacionadas a la conservación, que no son necesariamente especialistas en los grupos taxonómicos incluidos en las listas. En estas condiciones, las ilustraciones son particularmente útiles para permitir identificaciones correctas. Uno de los puntos destacables de este libro es la calidad de las ilustraciones. Obviamente en cualquier texto de la extensión del actual ha de encontrarse errores y quizá la función de las revisiones es destacarlos. Es evidente el cuidado que se ha dedicado a la parte técnica y es muy agradable revisar a un producto de esta calidad. Quizá valga la pena sin embargo recomendar que el término víbora se limite a especies de las familias Crotalidae (presentes en Bolivia) y Viperidae (ausentes en nuestro continente) y no boas, que más apropiadamente deberían llamarse serpientes. También la distribución descrita (Yungas 1.000­1.800 m) de Potamites ocellatus no corresponde al mapa de puntos (todos al norte de las serranías, en la Prov. Abel Iturralde).

Es de prever que este texto se agote en un tiempo relativamente corto. Después de todo un libro rojo por definición debe tener una vida corta, este es excelente.

 

Mario Baudoin W.

Director del Museo Nacional de Historia Natural
Casilla 8706, La Paz, Bolivia
email: mariobaudoin@gmail.com

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