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Ecología en Bolivia

Print version ISSN 1605-2528On-line version ISSN 2075-5023

Ecología en Bolivia vol.39 no.2 La Paz Oct. 2004

 

Editorial

 

¿Hacia donde va la conservación en Bolivia?

 

Conservation in Bolivia ¿Where to?

 

 

Mario Baudoin Weeks

Instituto de Ecología, Universidad Mayor de San Andrés,
Casilla 10077 - Correo Central, La Paz, Bolivia, email: dirie@acelerate.com

 

 


Bolivia es uno de los países de mayor diversidad en el mundo. Esta se origina en su ubicación como puente entre el trópico y el súbtropico, a la diversidad de una topografía que va desde los 150 m hasta por encima los 6.000 m, al hecho de que existe un gradiente de precipitación en su territorio, que ha sido base para el desarrollo desde bosques húmedos tropicales en el Norte, bosques deciduos en el área central, hasta semidesiertos y desiertos en el Sur. Esta diversidad ha sido además el entorno en que se ha desarrollado durante más de 10.000 años una serie de culturas indígenas de las cuales quedan hoy más de 30 grupos étnicos. Bolivia, es además el país en América Latina con mayor proporción de pueblos indígenas y originarios de las Américas.

Con poco menos del 50% de su superficie en bosques de distintos tipos, Bolivia es además un país que alberga inmensos recursos forestales. Sin embargo, desde los inicios de la colonia hasta tiempos muy recientes en Bolivia se enfatizó la extracción minera y la utilización extractiva de sus recursos bióticos. Es solo a partir de la revolución del 52 en que se empieza a virar la orientación del país y abrirse al agro, a la ganadería y a la utilización de los recursos bióticos del país. En 1972 se creó la primera carrera de Biología y en 1978 el Instituto de Ecología, este último con el propósito de dar respuesta científica a las crecientes demandas de información y conocimiento científico sobre la biota del país. Dado que el Instituto de Ecología se estableció en lo que era básicamente el vacío en las ciencias biológicas, tomó como una de sus primeras tareas al desarrollo institucional de bases de información necesarias para conocer nuestra biodiversidad. En 1984 contribuyó principalmente a la creación del Herbario Nacional de Bolivia y en 1989 a la Colección Boliviana de Fauna, posteriormente en Santa Cruz y Cochabamba y luego en otras capitales del país se desarrollaron importantes herbarios y colecciones sistemáticas de fauna. Es evidente que Bolivia es en realidad un recién llegado a lo que es la biología organísmica.

A partir de la década de los 80, la sociedad civil organizada en ONG’s de voluntariado inició la promoción y la discusión de conservación en nuestro país. En 1987, al crearse la Liga de Defensa del Medio Ambiente (LIDEMA) se buscó influir la participación del Estado en estas actividades. En 1987 se promulgó el Decreto 21774 de Veda General indefinida, que creó además el Consejo Consultivo de Vida Silvestre, como instancia de apoyo técnico a la entidad responsable del tema de vida silvestre, en ese entonces el Centro de Desarrollo Forestal.

Cabe preguntarnos hoy, 12 años después de la ratificación del Convenio de Biodiversidad en el que Bolivia es signataria, dónde nos encontramos y hacia dónde vamos en el tema de conservación. Empecemos por tratar el tema que más atención ha recibido: las áreas protegidas. En 1990 se tenía 1.300.000 hectáreas bajo administración real, independientemente de los 40 instrumentos legales que creaban áreas de papel sin gestión alguna. Actualmente tenemos cerca a 15 millones de hectáreas bajo gestión, conformando el Sistema Nacional de Áreas Protegidas. Se ha creado una instancia gubernamental, el Servicio Nacional que provee de administración permanente y que ha avanzado en la definición de vanguardia en la participación de las poblaciones locales en la administración de las áreas. Desde su inicio, el sistema estableció la creación de Comités de Gestión, que paulatinamente se han ido estableciendo en las áreas protegidas bajo administración del SERNAP. Esta instancia ha ido evolucionando desde sus inicios hacia una mayor participación de las poblaciones, no solo en la supervisión de las actividades de las áreas, sino más ampliamente en la gestión. En el Sistema existen además áreas en que la administración ha sido asumida por los actores locales, como el Parque Nacional Kaa-Iya del Gran Chaco que es administrado por la Capitanía del Alto y Bajo Izozog

A pesar de que la superficie total actual de las áreas protegidas bajo gestión ha multiplicado doce veces a la existente en 1990, nos encontramos actualmente en un periodo crítico. El SERNAP ha dependido para su funcionamiento de un 90% de financiamiento externo. Actualmente sólo a través de la creación de un fondo fiduciario -administrado por la Fundación para el Desarrollo del Sistema de Areas Protegidas (FUNDESNAP) -es que se pueden financiar los altos costos de administración. En realidad, el país ha aportado con sus propios recursos de forma muy limitada al funcionamiento del Sistema. No debe esto causar sorpresa, ya que nos encontramos en el país más pobre de la América hispana, un país donde las necesidades son insatisfechas, en áreas tan básicas como salud y educación, imponen prioridades al Estado que no son las de conservación. Podemos estar o no de acuerdo con esa política, pero creo que la situación difícilmente permite otras opciones.

Pero la creación y gestión de áreas protegidas no es el único instrumento de conservación, cabe recordar que el 80% de la superficie de Bolivia y la gran mayoría de la biodiversidad está fuera de las áreas protegidas. En la gestión de los amplios espacios silvestres existentes en el país, así como del Sistema Nacional de Áreas Protegidas uno de los principales temas de preocupación es el de la sostenibilidad.

La sostenibilidad frecuentemente se ha visto como un problema estrictamente biológico y evidentemente, el mal manejo de los recursos naturales y la ignorancia de los límites que la biología impone sobre su utilización han sido la causa del agotamiento y pérdida de opciones en manejo de vida silvestre y en la conservación de ecosistemas. Sin embargo, la sostenibilidad tiene dimensiones múltiples. Está claro por ejemplo que un país desestructurado, un país en el cual la sociedad no satisface sus mínimos requerimientos, difícilmente puede ser el marco de largo plazo de programas de conservación.

El caso de nuestro país en particular tiene ciertas características. Bolivia ha sido creativa en el desarrollo de propuestas innovadoras sobre conservación y particularmente sobre participación de los actores locales, o sea los actores principales en los programas de conservación. Gracias a esto, Bolivia ha recibido una cantidad sustantiva de cooperación externa, empero es de prever -en vista de los actuales desarrollos en el escenario internacional -que el énfasis de la cooperación hacia nuestro continente y en particular hacia nuestro país ha de declinar. Nuestra dependencia de la cooperación internacional es preocupante, es preocupante no solo para el área de conservación, sino para la gestión estatal en su conjunto. Los recursos provenientes de la cooperación bilateral y multilateral han sido una fuente crucial de financiamiento para la balanza de pagos y para el funcionamiento del sector público. En el año 2002 el déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos fue del 4.5% del producto interno bruto o sea 340 millones de dólares, pero sin donaciones ya sean públicas o privadas. Este déficit se hubiera elevado a 9.3% del producto interno bruto o sea 702 millones de dólares. También en el año 2002, el déficit del sector público alcanzó al 8.7% del PIB, 757 millones de dólares, sin donaciones; este déficit hubiera alcanzado al 10% del PIB o sea 755 millones de dólares. Creo que es una conclusión ineludible que Bolivia eventualmente tiene que financiar a través de sus propios recursos los programas de conservación, tanto el Sistema Nacional de Áreas Protegidas, como aquellas iniciativas que dan valor alos ecosistemas silvestres, donde está la mayor parte de la biodiversidad y que se encuentra fuera de las áreas protegidas.

Esto ha sido claramente establecido en ese proceso de consulta que generó la Estrategia Nacional de Conservación de la Biodiversidad entre 2000 y 2002?. Este proceso, que con más de 2000 participantes se desarrolló en los nueve departamentos, arribó a importantes conclusiones, que se centran en establecer opciones de uso sostenible para mantener el patrimonio natural, pero que generen bienestar para las poblaciones locales.

Quiero enfatizar finalmente que la contribución de nuestro sector, el conservacionista, aquel que tiene la capacidad técnica en biología, debe apuntar hacia proporcionar opciones viables de uso de recursos, disponer de instrumentos de seguimiento del estado de nuestros ecosistemas y poblaciones naturales para que vayamos construyendo las bases de un Estado autosostenible, en el cual la biodiversidad no es la preocupación de unos pocos, sino la riqueza de todos. Esto implica obviamente abandonar aquellos esquemas proteccionistas donde la intangibilidad es el sumum del logro, cuando en realidad, a mi parecer, es el abandono de las opciones reales de sostenibilidad. Solo cuando la sociedad en su conjunto vea a la conservación como una tarea colectiva, podremos nosotros tener confianza en que se van estableciendo las bases de aquellos procesos de largo alcance y que podemos realmente tipificarlos como sostenibles.

El Instituto de Ecología se fundó con el lema de “desarrollar sin destruir”, esta frase acuñada por el Prof. Dr. Heinz Ellenberg debe ser revitalizada y adecuada a las circunstancias actuales. Los biólogos, nuestra institución, tienen la capacidad de aportar en este proceso. Para poder hacerlo es necesario tener humildad en cuanto a nuestros conocimientos y tener una visión de trabajo con lo que son los actores permanentes en las áreas donde existe la biodiversidad. Actualmente son estas poblaciones y van a seguir siéndolo en el futuro, las que toman las decisiones sobre lo que sucede en esos espacios y es solo a través de nuestro acercamiento hacia estos actores que hemos de poder contribuir nosotros mismos en forma efectiva.

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